Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Extra


Cian Mackenzie

El olor a azufre, el calor insoportable que emanaba del suelo y de las paredes, y los gritos desgarradores de las almas en desgracia le hacía perder cada vez más las fuerzas para continuar de pie sobre aquella enorme roca maciza al borde de las llamas azules que lanzaban lengüetazos hacia donde él estaba, deseosas por alcanzarlo. Él mantenía los ojos cerrados con fuerza, respirando pesadamente y sintiendo el dolor intenso de sus muñecas y tobillos gracias a las cadenas que lo anclaban al pozo infernal más atroz de todo el inframundo.

Le parecía extraño no poder liberarse a voluntad de esa prisión, puesto que era lo suficientemente fuerte para haberlo hecho con anterioridad. Sospechaba que el estúpido del arcángel Gabriel había tenido que ver con eso, ya que solamente existían unas cadenas capaces de inmovilizarlo a él sin miramientos, las cuales habían sido forzadas especialmente por los Serafines con el único propósito de someter demonios de alto rango o a los propios miembros de los rangos superiores de la jerarquía angelical.

A menudo se reía entre dientes al llegar a la misma conclusión una y otra vez. Estaba claro que Gabriel había hecho un trato con Azazel con tal de salirse con la suya.

Jamás había sufrido tal agonía en su cuerpo como en aquel momento. Cuando se percató de la inmensidad de fuerza angelical que tenían esas cadenas, intentó liberarse sin miramientos y lo único que consiguió fue hacerse el peor daño de su vida. Pero lo que lo mantenía cuerdo y con ganas de seguir soportando ese calvario era Aruma. Su Aruma. Le irritaba bastante no poder estar con ella y ser siempre el prisionero de sus enemigos, pero solo así la dejarían en paz.

- ¿Cómo es posible que hayas terminado en este lugar? –se burlaban frecuentemente los demonios de rango inferior cuando cambiaban de turno para montar guardia.

La cueva rocosa en la que él se hallaba estaba totalmente recluida hasta el fondo de todo el infierno y afuera de la misma estaba escoltada por más demonios. De vez en cuando, Amon se daba sus vueltas para fastidiarlo, pero Cian era lo suficiente tolerante para no sucumbir a su tentación.

Sin embargo, tras varios días de prisión, recibió una visita inesperada que lo dejó desconcertado.

-Mi hermano mandó por ti.

Cian parpadeó varias veces antes de darse cuenta de quien se trataba.

-Alexander—susurró.

-Mi nombre es Shalem—le corrigió con amargura. Su aspecto corpóreo era el mismo de siempre, exceptuando el hecho de que ya no se miraba cansado, y sus ojos volvían a tener el salvajismo y odio que, al principio, justo antes de hacerse amigos en la superficie, tenía.

- ¿Cómo infiernos es que sigues con vida? Me deshice de ti—balbuceó.

Alexander hizo una mueca y se rascó el cuello.

-Me hiciste un favor al "asesinarme" –hizo comillas con los dedos y sonrió lobunamente—porque hiciste que cayera en manos de mi hermano otra vez y él me quitó la estúpida idea de tener compasión con los humanos y los de tu especie.

-Te borró la memoria—gimió Cian.

-Siempre he sido así, pero al cohabitar con los humanos, fui perdiendo mi esencia—dijo el demonio, pero un músculo nervioso tembló bajo su ojo izquierdo.

Cian comprendió que, efectivamente le habían lavado el cerebro y Alexander Lochhead luchaba para recuperar sus recuerdos; ya que también parecía estar siendo manipulado.

Y de pronto, la visita de su amigo le resultó muy sospechosa. Azazel era capaz incluso de atentar contra su propio hermano y no le sorprendía para nada que intentara asesinarlo, pero a esas alturas, estaba seguro que buscaba mantenerlo sometido y se estremeció.

- ¿Para qué quiere verme Azazel? –preguntó cómo quien no quiere la cosa.

-No tengo la menor idea, pero órdenes son órdenes—contestó de manera mecánica e hizo unas señas en dirección a los demonios que vigilaban—tráiganlo conmigo.

Los dos demonios se abrieron paso al interior de la cueva y con cuidado rodearon el abismo del pozo infernal para cogerlo rudamente de los hombros, precaviendo de no rozar ni una extremidad con las cadenas celestiales. Lo sujetaron con violencia y como si fuera un guiñapo, lo cargaron sobre sus monstruosos hombros. Alexander los guió fuera de la cueva y se encaminaron a donde Azazel los esperaba. El chirrido de las cadenas hacía eco en las tenebrosas paredes rocosas.

Cian permaneció inmóvil bajo el agarre de esos estúpidos demonios, atravesaron el corazón del infierno en donde los gritos desgarradores de las almas consumiéndose en su desdicha se hicieron más fuertes. Cerró los ojos el resto del camino y deseó poder terminar con todo eso de una vez por todas. Quizá, si lograba hacer un trato con ese idiota en ofrecerse como sacrificio, dejaría a Aruma en paz.

Sin embargo, aunque Azazel ya sabía que Lilith era otra chica, no comprendía la razón por la cual aún mantenía sus sucios ojos sobre Aruma.

¿Y si lo que ese imbécil quería era borrarle otra vez sus recuerdos para manejarlo a su antojo?

Abrió los ojos con fiereza al tiempo que lo lanzaban al suelo polvoriento con cenizas, mezclado de inmundicia. Escrutó a su alrededor rápidamente y se dio cuenta que se hallaba afuera de la residencia infernal, el cual era una copia exacta a un castillo medieval humano muy lujoso. Y si no fuera por las llamas horripilantes de cada rincón, podría pasar como un sitio antiguo en donde podrían vivir personas en el interior, pero no. Aquel era el reino del diablo.

-A partir de aquí, me haré cargo yo—espetó Alexander a los demonios y estos asintieron. Hicieron una reverencia y saltaron al fuego.

Cian estrechó los ojos como rendijas, observando cada uno de los movimientos de su amigo.

Alexander se acercó a la enorme compuerta de madera y tiró de una cuerda que sobresalía del alto techo. El sonido de varias campanadas sobresaltó a Cian.

La puerta crujió y un pequeño orificio se abrió a la altura de los ojos de Alexander.

-Soy Shalem. Abre la maldita puerta, Amon—le ordenó, mostrándole los dientes.

Cian escuchó varios cerrojos emitir chillidos antes de que la puerta cediera.

-Amon, tráelo—ordenó una vez más Alexander y avanzó sin tomarse la molestia de voltear a ver a Cian.

Por su parte, Amon sonrió de manera maquiavélica y posó sus sucias manos en los anchos hombros de Cian, y en un ágil movimiento, se lo echó al hombro como un saco de papas.

-He aquí el famoso Abbadon—se burló entre dientes al momento de seguir a Alexander al interior con el ángel exterminador como prisionero—sabía que solo eras un simple gusano y que, con un poco de fuerza, terminarías en mis manos.

Amon hizo una pausa por si él respondía. No lo hizo.

-Estoy tan ansioso por ver lo que te espera con Azazel—canturreó.

Las incontrolables ganas de patearle la cara a Amon fueron suprimidas al tiempo que Alexander se detenía en seco a unos pasos de distancia de ellos.

-Colócalo en el suelo—le ordenó a Amon.

El demonio frunció el ceño con desdén y vaciló.

-Colócalo en el suelo—repitió Alexander con severidad.

Cian quiso verle el rostro a su amigo para escrutar su expresión, ya que no comprendía el cambio de actitud; pero estaba en la dirección opuesta y de espaldas a él.

- ¿No se supone que lo llevaríamos ante Azazel? –cuestionó Amon con perplejidad.

-Después de él, yo soy el siguiente en dar las órdenes—siseó Alexander—ahora obedece. Este asunto es de mi hermano, Abbadon y yo.

-Preferiría llevárselo personalmente...

- ¡He dicho que no! –Alexander gruñó y Cian percibió sus pasos a grandes zancadas al acercarse a Amon. El cuerpo de su verdugo se tensó de pronto y a continuación dejó escapar un gemido de dolor.

No pasaron ni dos segundos cuando Cian yacía en el suelo hecho un ovillo. Sus ojos viajaron rápidamente a Amon, quién estaba a escasos metros de él, sujetándose el abdomen.

-Cian, no te muevas, ahora vuelvo—murmuró Alexander, mirando al ángel oscuro con cautela.

Y sin miramientos, tomó a Amon del cuello con rudeza, y antes de que este pudiera reaccionar, Alexander Lochhead tiró de él hacia una puerta oscura, lo empujó sin miramientos y después la cerró de golpe. Enseguida el grito fulminante de aquel demonio hizo eco en las paredes. El amigo de Cian colocó ambas palmas sobre la madera desgastada de la puerta y susurró un sinfín de plegarias demoniacas, con el único fin de someterlo en esa habitación.

-Esto no va a durar por mucho tiempo—se volvió hacia Cian, que estaba con los ojos desorbitados.

- ¿Qué infiernos está pasando? –gruñó.

-Fingí perfectamente, ¿no? –Alexander se echó a reír y corrió a quitarle las cadenas celestiales sin el mayor esfuerzo—mi hermano pensó que podía manipular mi memoria y mis acciones, pero creo que todavía no se ha dado cuenta que somos gemelos, y, por lo tanto, tenemos la misma fuerza y poder.

-Menos mal soy amigo del gemelo bueno—añadió Cian, aliviado.

-Del gemelo no tan malo—le corrigió el otro sin borrar la sonrisita quisquillosa.

Cian se frotó las muñecas con una mueca de dolor y se estiró completamente, haciendo crujir sus articulaciones.

-Tenemos que salir de aquí, ¿de acuerdo?

-Eso no te lo discuto, pero, ¿por qué estás tan preocupado?

La expresión de Alexander se ensombreció.

-En el camino te cuento bien, ahora salgamos de la residencia de mi hermano porque la protección que dejé en la habitación en Amon no va a durar para siempre—le instó a correr por el pasillo, en dirección opuesta a la enorme puerta de salida. Notó rápidamente la confusión en la expresión de Cian y sacudió la cabeza—es un atajo a una salida alternativa que yo mismo construí cuando viví aquí.

- ¿Qué hay de malo salir por la puerta principal? Ya sé que hay peligro, pero puedo en contra de cualquiera de esos estúpidos de afuera.

-Eso lo sé, pero no podrás contra mi hermano si se llega a enterar que le mentí, sígueme—doblaron en una esquina y se introdujeron en una habitación oscura. Cian entró a ciegas y tropezó. Trastabilló hacia adelante y cayó de bruces por algún tipo de agujero en el suelo— ¿estás bien?

-Eso creo—jadeó, sintiendo un fuerte dolor en la barbilla por el golpe y de pronto, el bochornoso vapor del fuego infernal le azotó en la cara.

Habían logrado salir de ese lugar sin problema alguno. Estaban afuera, a merced del fuego del averno. Y por donde sea que mirase, había demonios de rango inferior vigilando.

-Voy a acabar con los de la derecha y tú ayúdame con los de la izquierda...—comenzó a decir Cian, pero Alexander lo sujetó del hombro.

-No, tú vas a marcharte de manera incógnita. Nada de asesinar a nadie porque se darían cuenta. Bastante es cuando Amon logre salir y vaya a quejarse.

- ¿Y cómo saldremos si no podemos matarlos? Se supone que soy un prisionero.

Alexander puso los ojos en blanco.

-Parece que no has comprendido que estoy ayudándote.

Cian rio entre dientes.

-Estoy ansioso por largarme de aquí y ver a Aruma, ¡Hombre! –confesó con impaciencia.

-Mira, Cian, quiero advertirte de una sola cosa antes de que salgas—lo tomó de los hombros y su voz se hizo severa.

- ¿De qué hablas?

-Hace unos días, varios demonios de rango inferior ascendieron gracias a una tormenta demoníaca...

- ¿Qué hay con ellos? ¿Le hicieron daño a Aruma? –se sobresaltó.

-No, no. Cálmate.

- ¿Entonces qué? ¡Habla! –espetó.

-Ellos inventaron un rumor estúpido sobre el arcángel, mi hermano y tú.

- ¿Qué clase de rumor?

Alexander miró hacia todos lados y apretó los labios.

-Mira, el rumor no es lo peor del caso. De hecho, es insignificante, pero a quien se lo dijeron... ¡Ese es el problema!

Cian cerró los ojos un momento y los abrió con incertidumbre.

-Se cruzaron con Ashton—le soltó por fin—se lo dijeron a él. Y ciertamente, ese antiguo arcángel los envió de vuelta luego de escucharlos esparcir ese rumor. Aunque no comprendo por qué esos idiotas argumentaron que Ashton estaba muy distinto, como si fuera un verdadero demonio hecho y derecho—se encogió de hombros—supongo que fue porque los estaba enviando para acá.

-Dime el rumor—masculló Cian entre dientes— ¡Dímelo! Conozco a Ashton y sé que no reaccionaría así, a menos que la situación lo ameritara.

-El rumor es simple: que supuestamente Gabriel bajó a hacer un trato con mi hermano para que te mantuviera aquí sometido, te lavara otra vez el cerebro, y te manipulara; para que así, él le entregara a Aruma en bandeja de plata, con la condición de que lo dejaran en paz con Elise.

Las cejas de Cian se juntaron y sus ojos ardieron de rabia.

- ¡Tu maldito hermano sabe que Aruma no es esa asquerosa mujer que busca! ¡Gabriel le vio la cara! ¿Por qué no arremete contra él?

-Mi hermano jamás haría un acuerdo con ese idiota. Así que tranquilízate; y más porque ya se sabe que Aruma no es Lilith.

-Las noticias vuelan aquí, eh—observó.

-Desde que me "asesinaste"—hizo comillas con las manos—he estado aquí y tuve el honor de saber todo de buenas a primeras. Quise ayudarte desde antes, pero todavía no conseguía liberarme de la sumisión de Azazel.

Cian asintió, procesando sus palabras, pero lejos de estar tranquilo y aliviado, percibió todavía más preocupación en el semblante de su amigo.

-Hay algo más, ¿no es así? –increpó. Alexander asintió con pesar.

- ¿Prometes que no te volverás loco?

-No puedo prometértelo. La locura está en mi naturaleza.

Alexander bufó y miró fijamente una fuente de lava que caía al abismo a lo lejos.

-Ashton se creyó el rumor. Y estoy seguro que se lo dirá a Aruma y al resto de los Mackenzie—murmuró—lamentablemente, si ese es el caso...

-No, Lochhead. Baker jamás traería a Aruma para sacarme de aquí. Sería un suicidio.

-Yo no conozco a Ashton. Y tampoco mencioné nada de lo que has dicho, pero veo que también sabes que eso es exactamente lo que podrían hacer, con tal de evitar que te hagan daño.

- ¡Maldita sea! –le dio un puñetazo al suelo— ¡Sácame de aquí, Alexander, por favor!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro