EPÍLOGO
Aruma Kirkpatrick
Ha pasado casi dos años desde que se desató esa guerra entre ángeles y demonios por el bien de la humanidad.
El ejército celestial llegó justo en el momento preciso para derrocar a los demonios que amenazaban con destruir la tierra y profanar a los pocos humanos que quedaban para la salvación en el juicio final.
Afortunadamente, todo salió bien gracias a las Potestades. La lucha tardó muchas horas, pero nadie de nosotros salió herido de gravedad, excepto mi compañera de universidad, Sally Adams. No la pudimos salvar y Allen quedó completamente destrozado, y hasta la fecha, apenas y se está reponiendo de lo sucedido. Tampoco logramos traer de vuelta a mi mejor amiga Elise porque su alma fue suprimida para siempre gracias a Lilith. Sin embargo, Gabriel corrió con suerte porque recuperó su cuerpo y Azazel fue encadenado al infierno junto con Shalem y Amón, con Miguel, Uriel y Rafael como sus verdugos hasta el fin de los tiempos.
Ashton fue perdonado y le regresaron sus alas, al igual que su puesto como uno de los cinco arcángeles más importantes; pero con la condición de no involucrarse con los humanos o con cualquier persona desconocida; obteniendo el permiso de bajar una semana con nosotros cada que él quisiera.
Los Mackenzie optaron por regresar a su cabaña solitaria Moose Pass, en Alaska; puesto que ahí era donde realmente querían vivir hasta que fuera hora de emigrar a otro lugar.
Mi otra mitad, es decir, Roth, emprendió un viaje de autodescubrimiento con Cimeries poco después de la guerra para aclarar sus ideas. Tanto él a mí nos conmocionó la verdad sobre nuestros orígenes, haciendo que la relación que teníamos antes se intensificara al máximo. Todavía no estaba del todo aclimatada con el asunto de la inmortalidad, de ser Astoreth y de tener poderes sobrenaturales, pero me sentía bien.
Y más porque Cian Mackenzie estaba a mi lado.
En los primeros dos meses estuvimos solos en mi departamento en lo que pensábamos a donde ir, pero cuando nos dimos cuenta que no íbamos a ser solo dos, nos llenamos de alegría y él decidió mudarnos a un sitio cálido.
Sí, quedé embarazada de Cian y no nos dimos cuenta hasta el tercer mes, cuando mi estómago devolvía la comida incluso mi favorita.
Era extraño, ya que no éramos humanos. El médico, sin saber nada al respecto de ambos, dio su diagnóstico al sexto mes de gestación: era una niña y estaba perfectamente bien de salud.
No le avisamos a nadie sobre nuestro hermoso secreto y no fue hasta que Bradley cumplió un año. Roth y Cimeries volvieron de su viaje y nos rastrearon usando sus poderes, tomándonos por sorpresa.
Abrí la puerta con ella en brazos y al verme, los chicos se quedaron boquiabiertos.
—Puedo explicarlo—dije nerviosamente, meciendo a Bradley para que no llorara, ya que los miraba con ganas de hacerlo porque no los conocía.
—Oh por Dios, ¿tuviste una hija con Cian? —Cimeries parpadeó, estupefacto.
—Entren—les abrí paso y cuando entraron, cerré cuidadosamente.
—¿Es eso posible? —preguntó Roth, extrañado. Dejaron sus maletas en el suelo y nos sentamos en la sala. Cian estaba trabajando y no regresaría hasta la noche.
—Supongo que sí, ella está aquí—le sonreí a Bradley y ella balbuceó, riendo—en una semana cumple su primer año, y cayeron de perlas para ayudarme a prepararle un pequeño festejo.
—No sabíamos que se habían mudado y mucho menos tenido un bebé—dijo Roth—tuvimos que rastrearlos con portales, fue muy cansado, pero probablemente el destino nos trajo en este día para hacerlo, ¿no?
—Lo que quiere decir Roth es que si les vamos a ayudar con el cumpleaños de la niña—tradujo Cimeries— ¿Cómo se llama?
—Bradley Elise—contesté, mirándole los ojos mieles a mi hermosa bebé que le había sacado a su padre.
—¿Puedo cargarla? —preguntó Cimeries con un poco de desasosiego en sus palabras.
—Claro, solo que llora un poco con los extraños.
Le pasé a Bradley con cuidado, pero ella al momento de estar en sus brazos, comenzó a llorar incontrolablemente. Él quiso dármela de vuelta, pero Roth se la quitó y de manera espontánea, ella dejó de llorar y recargó su cabecita en el hombro de mi mejor amigo.
—Tío Roth está aquí, tranquila—le acarició la espalda, dejándonos a Cimeries y a mí sorprendidos.
—El departamento es agradable, ¿Cómo lo consiguieron? —preguntó Cimeries, admirando a su alrededor.
—Cian consiguió un empleo en una biblioteca en tiempo completo y antes de que Bradley naciera, yo trabajé como recepcionista, así que entre los dos lo estábamos sacando adelante, pero ahora él es el único, ya que tengo que cuidar a la niña—respondí.
—¿Por qué no buscan una guardería? Así podrías trabajar nuevamente—sugirió Cimeries, con curiosidad.
—¿Hay más habitaciones aquí? —terció Roth.
—Sí, una de invitados, ¿por qué? —fruncí el ceño.
—Me voy a quedar con ustedes por un tiempo, buscaré un trabajo y los ayudaré—sentenció—incluso cuidaré de Bradley.
—No, no hay necesidad...
—Escucha, Aruma, quiero hacerlo y también Cimeries—señaló al otro chico y este asintió sin pensarlo.
—Piénsalo. Además, yo podría ser su niñero—sonrió el ex marqués del infierno, estando de acuerdo con Roth.
Sonreí.
—Cuando venga Cian lo hablaremos bien, ¿les parece? De mientras, ¿quieren algo de comer o beber? —me levanté del sofá.
—Algo de beber, por favor—dijeron al unísono.
Fui a la cocina y les serví jugo de mora en vaso de cristal, mirándolos con ternura. Ellos eran mi familia y ahora que Bradley estaba con nosotros, nuestro núcleo estaba creciendo; y nunca en la vida fui más feliz que ahora.
Cian llegó pasada las ocho de la noche y se llevó la gran sorpresa de ver a los chicos jugando con nuestra hija en el sofá.
—Hola, guapo—lo saludé, ayudándole a colocar su chaqueta en el perchero después de darle un beso fugaz en los labios.
—No lo puedo creer—sonrió abiertamente, en dirección a ellos.
—Míralo, todo un padre de familia—se burló Roth, contagiándose de la sonrisa de Cian.
—Parece que por fin el gran Abbadon fue amansado—se carcajeó Cimeries.
—Muy graciosos—Cian abrazó a ambos y después hizo una cara graciosa hacia Bradley.
Ella se abalanzó a él, balbuceando y llena de júbilo porque su padre al fin había llegado.
—Ahora saben a quién quiere más—bromeé y todos estuvieron de acuerdo conmigo.
Al finalizar la semana, solamente faltaban dos días para el cumpleaños de mi hija y ya teníamos la mayor parte lista.
Sin embargo, ni Cian ni yo contábamos con que Roth o Cimeries divulgarían la existencia de Bradley al resto de los chicos, pero así fue, puesto que me sorprendieron abruptamente mientras sacaba la basura al contenedor.
—¡Aruma! —el grito de Duncan hizo que la bolsa se rompiera y toda la basura quedara esparcida por todos lados.
—Ay Dios—me llevé la mano al pecho, aterrorizada.
—Así de sorprendidos estuvimos cuando nos enteramos que Cian y tú, tuvieron una hija sin decirnos nada—reclamó Tobias, fingiendo decepción con una amplia sonrisa.
Y sin previo aviso, el cuarteto me rodeó con sus brazos al mismo tiempo, asfixiándome.
—¡Eh, la van a matar, idiotas! —Cian me los sacó de encima con una sola mano porque en la otra tenía a Bradley.
—¡Wow! Sigo sin creerlo—añadió Andrew, observando con atención a mi hija.
—Se parece a Aruma, por eso es hermosa, no sacó nada tuyo, eh, Cian—vaciló Tobias.
Entramos al departamento y los pusimos al tanto del cumpleaños de Bradley. Alcancé a ver que llevaban pesadas maletas y una gigantesca bolsa de plástico.
—El único que falta para que estemos todos juntos en este festejo es Ashton—comentó Allen sin emoción en su voz—¿lo llamaron?
—Él viene cuando se le es permitido y ya tiene meses que no nos visita—dije—la última vez que estuvo aquí, fue cuando Bradley tenía cinco meses de edad.
—¿O sea que él si sabía de ella y no nosotros? —dijo Roth y alcancé a percibir un dejo de decepción genuina en su voz.
—Se enteró porque llegó de sorpresa, como ustedes—interpuso Cian—y prometió no divulgarlo, algo contrario a lo que hicieron.
—Ah, ¿entonces no querías que lo supiéramos? —inquirió Allen, un poco irritado.
—No dije eso—carraspeó Cian—es solo que queríamos mantenerlo en privado en lo que nos acoplábamos a la nueva vida.
—Bien, como sea—añadí—pasado mañana cumplirá un año Bradley y necesitamos manos.
—Aquí estamos—afirmó Andrew—solo dinos que hacer para ayudar.
Globos, serpentina, confeti, obsequios, pastel y música para niños.
Bradley vestida con un vestido de hada color celeste, pasando de brazo en brazo y riendo.
Algunos colegas del trabajo de Cian asistieron con sus parejas, trayéndole costosos obsequios a nuestra hija y por lo visto, parecían ser buenas personas.
Y como anteriormente Allen mencionó: faltaba Ashton Baker para estar todos unidos.
Cerciorándome de que Cian tenía a Bradley mientras charlaba con sus nuevos amigos de la biblioteca y sus primos, aproveché a deslizarme al pequeño patio trasero del departamento para respirar aire puro y agradecerle a Dios por cuarta vez en la vida lo maravilloso que estaba sintiendo en ese momento. Incluso rompí a llorar de la alegría.
Luego de tanto sufrimiento, peleas, muertes, era imposible creer que realmente todo estaba bien.
—Hola.
Me volví hacia la puerta que daba al interior del departamento, en busca de alguna de las parejas de los amigos de Cian, pero ellas estaban charlando animadamente con ellos y fruncí el ceño. La voz que escuché fue femenina y muy cerca.
—Aquí arriba.
Alcé la vista y la vi.
Era una chica muy hermosa, agazapada en el techo del departamento como si fuera normal saludar desde ese ángulo. Y no la conocía de ninguna parte.
—¿Quién eres y por qué estás en el techo de mi casa? —me crucé de brazos.
Sus petulantes ojos negros brillaron y otra fémina saltó a la vista detrás de ella.
Retrocedí.
—Eres Aruma Kirkpatrick, ¿no es así? O, mejor dicho, Astoreth.
Tiempo atrás habría tenido miedo y habría corrido a buscar a Cian o a Roth para que se hiciera cargo del asunto, pero ahora no. Yo era inmortal, tenía poderes y podía defenderme perfectamente bien de cualquier demonio psicópata.
—¿Quiénes son ustedes? —las desafié con la mirada.
—Sube con nosotras—me animaron.
—Lo siento, estoy ocupada festejando el cumpleaños de mi hija, y será en otra ocasión—sonreí falsamente.
Aparté la vista de ellas por un segundo y cuando volví a verlas, las dos habían desaparecido.
Un escalofrío helado recorrió mi piel y tuve que recargarme en la pared.
—¿Te pasa algo?
Cian apareció en el mejor momento. Asentí.
—¿Y Bradley? —pregunté, sonriendo.
—Está con Roth—buscó mi mirada—Aruma, ¿Qué sucede?
—¿Por qué piensas que sucede algo? —evadí sus ojos mieles sin éxito.
—Te conozco mejor que nadie y sé cuándo algo te ha perturbado—acarició mis hombros— ¿me dirás que pasa?
Besó mi hombro y apreté su mano con fuerza.
—Hablaremos luego, ¿está bien? Hoy es un día especial para Bradley.
La fiesta continuó hasta el anochecer. Se convirtió en una velada para los amigos de Cian y los Mackenzie. Cimeries, Roth y yo, decidimos ir a acostar a Bradley y mantener la puerta cerrada de la habitación para que el sonido de la música para nada infantil no la molestara.
—Estás pálida—observó Roth, colocando la palma de su mano sobre mi frente—y estás sudando frío, ¿te sientes bien?
Cimeries dejó de ver la pantalla de su teléfono para vernos.
—Creo que se me bajó la presión, eso es todo—le resté importancia al asunto y comencé a cambiar a Bradley con su ropa de dormir para eludir el tema, pero no dejaba de pensar en ese par de chicas extremadamente hermosas trepadas al techo.
—Bien—asintió Roth, no muy convencido.
—¿Saben? Encontré un empleo por la noche, así también pondré mi granito de arena—comentó Cimeries.
—¿En dónde? —pregunté.
—Haré el inventario en una tienda departamental a partir de las seis de la tarde hasta las once de la noche—respondió—y la mañana estaré por completo con Bradley.
—¿Estás seguro que no vas a estar muy cansado para cuidar de ella? —Roth miró a Cimeries con las cejas alzadas.
—No, claro que no. Confíen en mí; además, Aruma no tiene un empleo por el momento, así que entre los dos veremos cómo funciona—insistió—y tú también deberías buscar trabajo, Roth.
Cimeries comenzó a trabajar al día siguiente, así que, entre él, Roth y los Mackenzie fueron de gran ayuda para Bradley y recoger la basura de la fiesta. Cian se fue muy temprano, tranquilo de no tener que dejarme sola en todo el día.
—No pueden alimentarse solo de pizza, chicos, es malo para la salud—los regañé cuando terminaron de pagarle al repartidor.
Roth tenía a Bradley en su regazo, junto a los Mackenzie, que esperaban ansiosos por la pizza que Cimeries tenía en las manos.
—También vas a comer con nosotros, Aruma, tranquila—rio Tobias.
El resto de la tarde vimos películas como solíamos hacerlo, olvidándome por completo de hacer comida o la cena.
Cuando regresó Cian, ni si quiera se molestó de encontrar pizza para cenar.
Los días pasaron con total normalidad. No se volvieron a presentar esas chicas extrañas y los Mackenzie se fueron a Moose Pass, prometiendo venir a vernos a menudo porque no querían mantenerse alejados de Bradley.
En teoría, el ambiente era demasiado perfecto y algo me decía que no podía fiarme, por lo que una noche, mientras Roth se hacía cargo de nuestra hija, llevé a Cian al patio para hablar con él con respecto a esa misteriosa visita.
—Tenemos que hablar.
—¿Vas a romper conmigo? —frunció el ceño.
—Rayos, no, ¿por qué? —reí.
—He escuchado que cuando uno de los dos le dice esa frase a su pareja, es porque van a romper—humedeció sus labios y aventuré a acariciarle la cara con ternura, tranquilizándolo.
—Para nada.
—¿Entonces qué pasa?
Y deliberadamente, alguien aterrizó detrás de nosotros sorpresivamente.
Giramos hacia atrás y reconocimos a Ashton Baker, sacudiéndose el polvo de encima con una leve sonrisa.
—Lamento haberme perdido el cumpleaños de Bradley, pero nunca es tarde para darle un presente, ¿no? —nos saludó efusivamente con un abrazo y nos entregó una cajita envuelta con papel de regalo color del cielo con nubes.
—Ashton, pensamos que se te había olvidado—cogí el obsequio y lo abrí—oh Dios, ¡no te hubieras molestado!
—¿Una cadena de oro con un dije pequeño de la Cruz de Caravaca? —observó Cian.
—Sí. Tanto ella como Aruma deben estar protegidas espiritualmente y por supuesto que debía darle algo a tu bebé, ¿dónde está? —miró por encima de nuestros hombros el interior del departamento.
—Está con Roth, pasa—le abrí paso—ahorita entramos.
—Bien—Ashton entró a la casa y alcanzamos a escuchar su voz melosa al hablarle al Bradley con mucho cariño.
Guardé el obsequio en el interior de mi suéter y tomé a Cian de las manos. Sus ojos mieles mostraron incertidumbre.
—Por favor, cuéntame qué pasa, me estás poniendo nervioso.
—El día del cumpleaños de Bradley, salí a respirar aire fresco un momento aquí mismo—comencé a decir, mordiéndome el interior de las mejillas y mirando sus mejillas en vez de sus ojos—y...
—¿...y? —se inclinó a mí, instándome a hablar.
—...y encontré a un par de chicas espiándome en el techo del departamento—logré articular—sabían mi nombre, y aunque les pregunté el suyo, no quisieron decírmelo.
—¿Qué?
—Escucha, puede que haya sido mi imaginación.
Me agarró de los hombros y se inclinó para quedar a mi altura.
—Debiste decírmelo en ese momento—dijo, molesto—pudieron haberte lastimado o algo peor.
—¿Sabes quiénes son?
—No, pero no deben ser humanas, desde luego y mucho menos tener buenas intenciones.
—¿Qué vamos a hacer, Cian? —lo abracé—pensé que todo había terminado.
—Vamos a proteger más nuestro departamento. Baker llegó en el mejor momento—besó mi frente—vamos adentro.
Al ponerlos a todos al tanto, cerramos las ventanas, cortinas, las dos puertas: la del patio y la principal; y mandamos llamar a Cimeries para que regresara pronto al departamento, ya que su presencia era de ayuda.
Cargué Bradley y al ver su hermosa carita sonrosada, ajena a cualquier situación, me entraron ganas de llorar, pero mantuve la serenidad.
—Debe haber una explicación lógica—arribó Ashton—quizá son algunos demonios de bajo rango que poseyeron a dos chicas para venir a molestar.
—¿Por qué estás seguro de eso? —espetó Roth.
—No lo estoy afirmando, es una suposición, porque si en serio querían perjudicar a Aruma, habrían hecho más que solo conversar—replicó Ashton—además, ustedes debieron percibir presencias extrañas.
—Había humanos aquí—dijo Cian—tal vez por eso.
Llamaron a la puerta y Ashton se encargó de abrir. Cimeries lo saludó y se mostró intimidado al ver nuestros semblantes.
—Chicos, eh, ¿por qué la insistencia en venir? —preguntó.
—En el cumpleaños de Bradley, unas mujeres visitaron el departamento, justo en el techo—contestó Roth, irritado—sabían el nombre de Aruma y luego se largaron así sin más. Y estamos tratando de buscar alguna solución.
—¿Cómo eran?
—¿Acaso importa, Cimeries? —masculló Cian.
—Sí, tal vez las conozcamos.
Roth se levantó del sofá.
—Tienes razón—Roth me miró— ¿podrías describirlas?
—No lo sé, tenían ojos oscuros y el cabello igual, no me acuerdo—grazné, harta de tener miedo otra vez. Besé a Bradley y fulminé a los chicos—si en serio quieren ayudar, búsquenlas. Iré a descansar con mi hija.
No esperé a que alguno argumentara algo, puesto que tampoco es que les haría caso. Entré a la habitación, cerré la puerta con pestillo, dejé a Bradley en su cuna y me di la vuelta para sacar ropa más cómoda, pero cuando volví el rostro hacia mi hija, encontré a ese par de chicas misteriosas sentadas al borde de la cama, sonriéndome con extrañeza.
Despegué los labios lista para gritar, pero una de ellas fue tan rápida que no pude defenderme y cubrió toda mi boca con la mano, ahogando el grito atascado en la garganta.
—No estamos aquí para hacerte daño a ti o a tu familia y mucho menos a tu preciosa hija—dijo la que la estaba cerca de Bradley—pero queremos hablar contigo sin que armes un escándalo.
—Te liberaré, pero no grites, ¿de acuerdo?
Asentí, era la única manera de que no tocaran a mi hija.
La chica se deslizó hasta situarse a la par de la otra, y ambas me miraban de arriba abajo, emocionadas.
—Eres más bella de lo que pensamos.
—Gracias, ¿quiénes son ustedes y qué quieren? —moderé mi voz para no sonar tan alterada, pero honestamente quería desintegrarlas en ese momento.
—En el infierno las noticias vuelan y también los rumores—comenzó a decir la que parecía ser la más inteligente, la de cabello rizado y oscuro, la otra tenía el cabello oscuro, pero lacio y no dejaba de sonreír y de mirar a Bradley—por eso estamos aquí.
—Nosotros ganamos la pelea contra los demonios hace casi dos años—les recordé—y ya no tenemos lazo alguno que nadie de allá abajo.
—Primero que nada, debemos presentarnos.
—Realmente no me interesa, solo quiero que se vayan. Mi hija podría despertar.
—Mi nombre Alouqua, y esta es mi hija, Nadine—hablaron sin que yo les diera el consentimiento. Entorné los ojos y retrocedí.
—Somos descendientes puras de Lilith. —convino la otra.
—¿Qué?
—Cuando supimos que me estaban confundiendo contigo, comenzamos a rastrearte—dijo la que decía llamarse Alouqua—y luego nos enteramos del enfrentamiento con Lilith tras haber sido revivida. Lamentamos mucho no haber llegado antes para apoyarlos.
—¿Por qué he de creer en sus palabras?
—Porque es verdad. Soy la primogénita de Lilith y ella es su nieta.
—Logramos suprimir a nuestra más antigua reencarnación y desde entonces hemos vagado por el mundo, escondiéndonos de los otros demonios o arcángeles que sospechan de nuestra existencia—explicó Nadine, la de cabello lacio.
—Supongamos que les creo, ¿qué es lo que hacen aquí? —gruñí.
—¿Cómo podemos llamarte? ¿Aruma o Astoreth?
—Aruma—sisé.
—Bien, Aruma, escuchamos algo que quizá sea de tu interés—dijo Nadine.
Arqueé una ceja, escéptica.
Las dos se miraron un segundo y Alouqua habló.
—Has traído al mundo al anticristo.
Parpadeé.
—¿Disculpa? —estreché los ojos.
—Sé que no vas a creernos, pero es cierto. Escuchamos a Azazel decírselo a los Arcángeles—insistió Nadine—la hija que tuviste con Abbadon es realmente el anticristo. Bradley Elise. Ella destruirá la humanidad.
Miré con zozobra a mi hija, que yacía dulcemente dormida en su cuna y se me encogió el corazón.
Parecía ser que la vida de Cian y la mía jamás tendrían un final feliz. Nuestro destino estaba escrito. Tendríamos que escapar para siempre y pelear para protegernos.
Y si mi hija Bradley era el anticristo, no había nada más que hacer.
El destino premiaba o castigaba al azar, pero no estaba dispuesta a permitir que se riera también de ella. Como madre, mi obligación era protegerla y salvaguardar su vida ante cualquier amenaza, y si eso implicaba desafiar al cielo, lo haría.
Fuera el Anticristo o no, tenía que prepararme para la nueva catastrófica y decisiva guerra celestial que se avecinaba.
Fin
Y hemos concluido esta historia. Espero que haya sido de su agrado. No olviden votar, comentar y compartir con sus amigos :)
pd. No habrá segunda parte UwU y una vez más, gracias infinitas.
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