12
Estaba decidido a decirle la verdad. No habría de mi parte ni reproches, ni enojos. Sólo le pediría que me llevara de vuelta al pueblo. Hasta estaba dispuesto a confirmarle a su grupo de amigos que sí habíamos hecho el amor, y así Gulf ganaría la apuesta.
Abrí la boca para decirle todo eso que estaba pensando pero mi deseo por él tomó el control. No quería morir sin haber probado un beso suyo, aún cuando no fuera un beso de amor. Y fue por eso que respondí:
—¿Escuchar? ¿Escuchar qué...?
Temí no sonar convincente pero parece que sí lo fui porque Gulf suspiró aliviado, mientras negaba con la cabeza.
—Nada, nada...Olvídalo. Ven, Mew... Siéntate aquí conmigo...
Sin ser demasiado consciente, mis piernas caminaron hacia él. Me senté muy cerca. Necesitaba oler su perfume. Inspiré profundo un par de veces y lo miré directo a los ojos. Gulf me devolvió la mirada y pude notar su nerviosismo. Parpadeaba muy seguido y mordía su labio constantemente.
Supuse que no le estaba siendo nada fácil dar el primer paso, así que repitiéndome a mí mismo, que el mundo no existía, solamente existíamos Gulf y yo, busqué su boca y lo besé.
Su aliento de menta me hizo vibrar. Y esperé. Primero esperé a que se apartara. Pero no lo hizo. Entonces esperé a ver si era capaz de responder a mi beso. Casi se me sale el corazón del pecho cuando abrió su boca y me correspondió con un arrebato y una pasión que realmente me hicieron creer que todo a nuestro alrededor había dejado de existir.
Yo nunca antes había pasado la etapa de los besos, así que no tenía idea de cómo seguir... Y entonces Gulf, como si me leyera el pensamiento, bajó lentamente sus manos por mi espalda y comenzó a subirme la camiseta. Mordiéndome suavemente un labio, se agachó y comenzó a rozar con sus labios y su lengua mi vientre, y su boca fue subiendo a medida que la camiseta me iba dejando el torso al descubierto. Cuando al fin se deshizo de mi ropa , comenzó a besarme el cuello en otro arrebato. Mis brazos se aferraron a él, como si fuera mi única salvación.
Busqué su boca con desesperación y lo besé con desenfado. Mi lengua jugó con su lengua. Mis labios mordisquearon sus labios. Y sentí que se encendía más. Y para cuando me di cuenta, embriagado por sus besos y sus caricias, estábamos ya completamente desnudos.
Dejé un instante de besarlo y amagué con darle la espalda. Quería desesperadamente ser suyo. Pero Gulf no me dejó.
— Quiero verte a los ojos...cuando entre en ti...— me susurró urgido.
Y así, con nuestros pechos unidos, me penetró con rapidez y sin vacilar. Esperé que me doliera. Pero lo único que sentí fue un inmenso placer encendido recorrerme el cuerpo entero. Lo atraje más hacia mí mientras se me escapaba un primer gemido de placer.
Y así, mirándonos a los ojos, sin siquiera parpadear, fui completamente suyo, muchas veces, una y otra vez, y no paró hasta que la fogata se extinguió y la luz del amanecer nos halló desnudos y exhaustos sobre la playa que ahora, entre caricias mutuas, empezaba a despertar...
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