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I

En aquel tiempo, yo era una niña de once años cuando mi hermana Camila se casó. Fue un día tan especial. Tantas emociones y romance en el aire. Nunca he olvidado la manera en que se miraban el uno al otro. Estaban tan enamorados que yo también quería un amor como ese.

Sabía que un día iba a conocer al amor de mi vida, formaríamos nuestra propia familia, y seríamos muy felices. Todos los días me imaginaba como sería el hombre con quién compartiría mi vida. Ese era mi mas grande sueño. Mi máxima ambición.

Afortunadamente, me di cuenta a tiempo de mi terrible error. Antes no sabía que "ilusiones inocentes" como esas pudieran ser tan peligrosas.

Todo se lo debo a mi hermana que me abrió los ojos y me salvó de una vida horrible. Si no fuera por ella, no sé que habría sido de mí ahora.

Ella siempre me ha apoyado en mis sueños. Quiero tener mi propio taller de alta costura. Por ahora me va bien trabajando en un taller improvisado en casa.

Mi pasión es el diseño y confección de vestidos de alta costura. Un día tendré mi propia boutique con mis propios diseños. Soy realista y sé que no será fácil, que tomará años de trabajo pero ese es mi mas grande sueño. Mi máxima ambición.

Trabajo todo el tiempo en mis proyectos y algunas personas me preguntan cuando me voy a casar. ¿Qué puedo decirles?. La verdad o la excusa de siempre?. No puedo decirles la verdad porque no lo entenderían.

Además odio que me vean con lástima cuando digo que prefiero seguir soltera, como si ellos fueran tan felices en sus vidas. Pero por otra parte, también estoy tan asqueada de dar excusas, de no poder decir lo que realmente siento por temor a que me juzguen. Después de todo, no soy yo quien está mal. Son ellos los que están equivocados. Aunque nunca lo reconocerán.

Estoy convencida de que es mejor vivir con los pies en la tierra, que engañarse a si mismo con románticos sueños rosas e idealistas que terminarán por destrozar tu vida completita.

En aquel tiempo no lo sabía, no tenía idea. Con quince años apenas cumplidos, estaba por conocer la verdad que un mundo iluso e ingenuo se niega a ver.

Ese domingo llegué del colegio más temprano que de costumbre. Vi un auto desconocido estacionado frente a la casa. Entré para ver quiénes eran los visitantes, pero no había nadie en la sala. Me pareció extraño porque mi mamá acostumbraba esperarme ahí para recibirme mientras bordaba alguna servilleta.

Subí a buscarla a su habitación cuando me topé con un par de maletas al pie de las escaleras. Parecían ser las de mi hermana Camila.

Subí casi corriendo la escalera emocionadísima por verla. Supuse que debido a mi cercana graduación en un par de semanas, ella venía a felicitarme o a traerme algún regalo. La última vez que nos vimos ella y yo fue hace más de seis meses en las últimas vacaciones.

Ahí estaba yo a punto de abrir la puerta, cuando me detuve en seco al oír la voz de Camila. Ella lloraba enojada y muy triste. Eso no era normal. Me di cuenta que algo andaba mal. Me quedé a espiando tras la puerta para entender que era lo que estaba pasando. Lo que escuché ese día destruyó en pedazos mi mundo entero. Primero oí a Camila decir:

- ya no lo aguanto mamá. Estoy harta de sus vicios, sus engaños. Su indiferencia. No pienso volver con él. Es definitivo - .

Nunca antes había oído a Camila hablar así. con tanto coraje. Tan destrozada, tan vencida. Me quedé helada. Antes de que pudiera pensar en algo mamá le respondió:

- no puedes dejarlo hija. Él es tu esposo. Y tu lugar es a su lado. El matrimonio así es. No es fácil. Solo regresa y resuélvanlo antes que la gente empiece a hablar -. Le aconsejó mamá con su usual bondad.

- ¿/de verdad no lo entiendes mamá?... No soy feliz con él. Él ya no me ama. Ni yo a él. Lo odio con todas mis fuerzas. Mi situación es igual a la tuya con mi papá. Así de insoportable. así de insufrible. Y créeme que no exagero -.

- hija, de verdad entiendo tu desesperación, tu enojo, tu frustración. Lo que tú vives es lo que yo he vivido los últimos 30 años con tu padre. Y a pesar de todo yo nunca lo he abandonado. Eso es lo que una esposa debe hacer -.

Me fui de ahí corriendo al jardín trasero. Me escondí detrás del árbol más grande que teníamos. Traté de no llorar. Debía haber una explicación. Me preguntaba porqué mi mamá decía esas cosas de mi papá.

¡No era así! ¡No podía ser cierto! Mi papá era un buen esposo y un buen hombre. El nunca engañaría a mi mamá. Sería incapaz.

Esperaba haber entendido mal. Tal vez lo estaba malinterpretando. Tenía muchas dudas en mi cabeza: Si es que mi papá siempre ha sido un mal hombre, ¿porqué mi mamá se resigna a vivir con él?, ¿Cómo es que nunca supe lo que pasaba?, ¿Porqué me lo han ocultado todo este tiempo?.

Siempre pensé que mis padres se amaban. Pensé que mi hermana era feliz con mi cuñado Miguel.

Me enojaba que mamá le pidiera a Camila seguir con mi cuñado a pesar de que él resultó ser un idiota, tan solo por cuidar lo que la gente pudiera decir. Era tan injusto, tan indignante.

Claro que me importaba mi hermana, pero lo que más me dolió fue saber lo que realmente sucedía con mis padres. Eso me partió el corazón. Algo dentro de mí se rompió.

De ser cierto, significaba que mi papá no era quien yo creía. Que tanto mamá como él me habían estado mintiendo. De ser cierto, nunca nada volvería a ser igual.

Aún me aferraba a la pequeña posibilidad de que todo fuera un mal sueño o una mala broma. Así que quise esperar antes de hacer cualquier conclusión.

El resto del día, fingí no saber nada de lo que pasó. Mamá y Camila hicieron lo mismo. Delante de mí, platicaban como siempre, riéndose y bromeando. Al parecer no querían que me enterara de nada, porque cuando me veían cerca, cambiaban de tema.

Me ponía furiosa ver su hipocresía. Quería que me lo contaran todo. Necesitaba saber la verdad. Aunque a la vez quería cerrar los ojos y no enterarme de nada. Porque en el fondo yo ya lo sabía todo.

De todas formas no me atreví a enfrentar a mamá para pedir explicaciones. Mi mundo entero estaba en juego.

¿Y si todo era cierto?, ¿Porqué me ocultaron la verdad?, ¿Porqué tener que seguir viviendo con alguien que ya no amas?, ¿Qué pasó con aquel gran amor que hubo un día?...tantas preguntas daban vueltas en mi mente.

Definitivamente nadie me iba a explicar nada. Decidida, me levanté en plena madrugada en busca de respuestas.

Sigilosa como gato, en plenas tres de la mañana, me escabullí a la antigua habitación de mi hermana. Nadie había tocado ese cuarto desde que ella se fue el día de su boda. Abrí la puerta y me sorprendió verla sentada en el balcón a esas horas.

Ella había estado llorando. Lo supe por el tono de su voz al preguntarme porqué estaba ahí.

- ya lo sé todo -.

Le confesé en voz baja. Entonces cambió su rostro amable por un gesto amargo. Un gesto que jamás le había visto pero que en realidad era su verdadero aspecto.

- qué bien. Al menos ya no tengo que aparentar nada frente a ti. Es cansado tener que poner esa maldita sonrisa a todo el mundo -.

Oírla hablar con tanta amargura y fastidio me daba escalofríos. Me impactó ver ese cambio. ¿Dónde quedó la Camila dulce y alegre que siempre fue?. Aunque en ese momento me temblaban las piernas, me armé de valor para exigir respuestas.

- yo también tengo derecho a saber. Ya no soy una niña -.

Camila me miró por un momento con una sonrisa torcida. Entonces me dijo:

- está bien Melina. Tienes razón. Ya no eres una niña. Es mejor que lo sepas de una vez. Mamá no quiere que te enteres de nada pero yo me encargaré de que sepas todo lo que tienes que saber. Confía en mí. Te digo esto porque eres mi única hermanita y deseo más que nadie que seas feliz. Jamás haría nada para lastimarte. Lo sabes ¿verdad?... -.

Su tono frío y serio era un poco intimidante. Luego me acostumbré a eso. Ella y yo nos sentamos en las sillitas del balcón.

- lo que oíste es cierto. En realidad toda este cuento de ser una familia feliz es una asquerosa farsa. No lo sabías porque no queríamos que te enterarás. La familia estable y feliz que conoces no existe ni el padre bueno que crees que tienes tampoco existe -.

Rompí en llanto al oírla decir eso.

- tranquilízate Melina por favor. Yo también me sentí traicionada y decepcionada de papá y de mi mamá. Me enojé con ellos y lloré mucho. Así que te entiendo-.

Camila me abrazó y me contó toda la verdad.

- ¿porqué mi papá y mi mamá no se quieren?, No lo entiendo. Pensé que se amaban -. Le pregunté a mi hermana.

Con sus manos enjugó mis lágrimas cariñosamente y me explicó:

- Es simple. Eso pasa cuando el amor se muere. Tarde o temprano el amor desaparece. El amor es sólo una fantasía, una ficción, un sentimiento temporal en la imaginación de la gente. Y estúpidamente basan su vida y su felicidad en eso -.

Yo la miraba decir todas esas cosas, con tal normalidad y frialdad como de quién no tuviera alma.

- yo nunca he oído nada de eso. Nadie me ha dicho nada parecido-.

- Melina, no hay matrimonios felices. En realidad solo aparentan serlo. Ahí tienes el ejemplo de papá y mi mamá. Si están juntos es por orgullo, por no perder su estabilidad material, para poder presumir que llevan décadas juntos-.

Así ella respondió a cada una de mis preguntas hasta casi amanecer. Me costó mucho asimilarlo. Era demasiado doloroso ver mi mundo caer así. Camila me apoyó todo el tiempo dándome consuelo y comprensión durante aquel difícil periodo.

Fue realmente duro saber la verdad de mí familia y de la vida. Sin embargo esa era la realidad y no podía cambiarse. Estaba todo muy claro: el amor no existe.

      


















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