Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

~3~

-¡Te amo, Osomatsu-niisan! -Gritaba Choromatsu arañando la espalda de su hermano mayor a punto de llegar al orgasmo.

Siempre se lo gritaba para recordarle lo miserable que era él y lo asqueroso que era su corazón (aunque el tercero en realidad no lo sabía ni lo hacía con esa intención, sólo se lo decía porque de verdad lo amaba y quería hacérselo saber siempre), mira que usar a tu hermano que ha estado enamorado de ti desde hace tiempo sin que lo sepa solo para olvidar a tu otro hermano...

-Yo... Yo también, Choromatsu -respondió seco, vacío, sin sentirlo en realidad para después correrse en un gemido un tanto alto dentro de su hermano. Se dejó caer sobre él, ensuciándose un poco del semen que había soltado el tercero al correrse y lo abrazó, aun jadeando levemente.

-Júrame que estaremos juntos para siempre, Osomatsu-niisan -Rogó Choromatsu acariciando la espalda de Osomatsu despacio.

-Hm... te lo juro -respondió éste, hundiendo la cara entre la curva del cuello del menor, sintiéndose una basura por mentir de una manera tan descarada como esa. Unas ligeras lágrimas salieron de sus ojos solo pensando "¿está bien utilizarlo de esta manera...?" Salió despacio de su interior y el de verde soltó un ligero quejido ante esto, le dolía un poquito, pero nada que no pudiera aguantar; el de rojo se limpió las lágrimas antes de que el otro le viera y le besó la cabeza-. Voy a... voy a salir, Choro, nos vemos más tarde.

-Oh... está bien, ve con cuidado. -El mayor le dio una pequeña sonrisa ladina antes de levantarse para comenzar a vestirse con rapidez, quería salir del ahí lo más pronto posible, simplemente escapar como el cobarde que era.

El otro, por el contrario, se quedó tumbado en el futón sólo pensando en la situación actual. Es decir, el sexo con Osomatsu estaba bien, no podía quejarse, pero... a veces parecía que no lo veía a él realmente, parecía que estaba en una especie de realidad alterna cuando lo hacían, su nombre ni siquiera sonaba bien cuando era mencionado entre jadeos, y no solamente por la voz quebrada que tenía el mayor en dichos momentos, sino más bien... como si no fuera realmente su nombre, como si estuviera invocando a alguien más al decirlo.

La verdad es que esa situación le cansaba un poco, pero era demasiado cobarde para encarar a Osomatsu, decirle lo que pensaba y afrontar la respuesta.

No tenía intenciones de levantarse, estaba demasiado cansado y adolorido como para hacerlo, pero debía vestirse antes de que los demás llegaran o sería demasiado vergonzoso que lo vieran en esa... situación; además de que le preguntarían de quién era el semen que estaba saliendo de su parte trasera con esa sensual y caliente lentitud, le tacharían de homosexual y rarito... ugh, no, mejor apurarse.

Se vistió lo más rápido que el dolor de espalda le permitió y soltó un pequeño suspiro al terminar. Seguía pensando en Osomatsu, seguía preguntándose en qué demonios pensaba cuando lo hacían, porque sí lo trataba con delicadeza y amor, eso no se negaba, pero buscaba a alguien más en su propio rostro, como si quisiera que quien estuviera bajo él fuera otro, deseando que quien recibiera toda esa ternura fuera alguien que verdaderamente amaba...

Y eso le dolía, porque si el mayor quería a alguien más, ¿por qué estaba con él? ¿Por qué, si le era tan incómodo tener que ver su cara mientras tenían sexo, aún intentaba complacerle? No lo entendía, ¿quizás un capricho estúpido? Le daba igual, Choromatsu sólo quería estar con él... pero sabía que estaría destrozado si algo pasaba.

Se dejó caer de nuevo en el futón para dormir un poco, tenía que descansar y reponer las fuerzas perdidas, además de que quería dejar de pensar tan solo por un momento; todo eso le hacía daño, le lastimaba y... lo que menos quería en ese momento era sentirse más miserable de lo que ya de por sí se sentía. Suficiente le era con que Osomatsu saliera corriendo cada vez que "hacían el amor" como para sufrir por otras cosas.

Cerró los ojos dando un último suspiro largo, y al poco rato, se quedó dormido.

El primogénito caminaba por los rumbos que normalmente tomaban sus demás hermanos, omitiendo, claro, el de Karamatsu; Totty estaba trabajando como todos los días en la cafetería, Jyushimatsu jugando béisbol en el parque e Ichimatsu en el callejón con sus gatos, nada fuera de lo común, pero su mente vagaba más bien por otros lados: no podía dejar de pensar en todos lo que estaba haciendo y todo lo que estaba pasando. Es decir, hace unos días estaba entregándose al amor de su vida y ahora estaba revolcándose con su hermano menor por despecho... agh, las cosas estaban complicándose demasiado.

¿Pero qué iba a hacer? Choromatsu se estaba prestando a su juego, él le dio el sí en primer lugar, por lo que todo era completamente consensuado. Aunque, pensándolo bien, ¿él habría aceptado un no por respuesta? ¿Se habría detenido si el tercero de los hermanos le hubiera rechazado desde el inicio? Eso realmente no mejoraba la situación porque sabía perfectamente que la respuesta a ambas preguntas era no, pero Osomatsu estaba intentando desesperadamente tapar el sol con un dedo, quería pensar que no era tan mal lo que estaba haciendo pese a que sabía que iba a romper en mil pedazos a esa pobre alma inocente cuando todo terminara, quería pensar que toda la culpa era del de verde.

Siempre era más fácil cargarle la culpa a los demás que aceptar tu propia responsabilidad.

Suspiró suavemente mientras pateaba una lata del piso. Había apretado un poco el paso como para escapar de sí mismo, escondiendo sus manos en sus bolsillos y se repetía mentalmente que él era una mierda; y entonces, alguien lo llamó a lo lejos.

-¡Osomatsu-kun! -claro que reconocía esa voz chillona, era la voz que tanto había estado en sus pensamientos antes de fijarse en el segundo de los Matsuno.

Levantó la vista y le sonrió ampliamente a Totoko mientras ella se acercaba corriendo a él muy animadamente.

-Totoko-chan, qué alegría verte por aquí -se frotó la parte de debajo de su nariz como siempre lo hacía sin disminuir su sonrisa.

-Lo mismo digo, Osomatsu-kun. Te vi un poco perdido hace un momento, ¿te encuentras bien? -Osomatsu alzó una ceja, ¿Totoko preocupándose por algo que le pasaba? -. No pienses mal, eres mi amigo a pesar de todo, ¿cierto?

Y es que la chica siempre pensó que, si llegase a tener una relación con alguno de los Matsuno, ese sería Osomatsu; quizá todos los ineptos compartían la misma cara, pero ese idiota de rojo siempre había tenido algo que le atraía, no por nada se había dejado besar por él en más de una ocasión. La sonrisa del de rojo flaqueó, suspiró nuevamente y decidió mirar a la chica fijamente. No tenía a nadie con quien hablar, no podía contarle a nadie sobre esto, pero Totoko quizás pudiera ayudarle; después de todo, las chicas eran buenas con estas cosas del amor.

-Hay una persona -comenzó-, una persona que realmente me gusta mucho. Estábamos juntos y todo estaba perfecto, pero hace poco la encontré con alguien más en una situación un tanto... ¿comprometedora? Si se puede decir así.

Totoko estaba escuchando de forma atenta pero muy sorprendida esa historia porque, por favor, ¿Osomatsu con pareja? ¿Osomatsu queriendo a alguien más que no fuera ella? Peor aún, ¿Osomatsu siendo correspondido por ese alguien? Eso sí que era una sorpresa. Pobre de la persona que estuviese con él. Menos mal que ella no era tan celosa.

-Oh... vaya -pronunció, invitando al otro a seguir.

-La persona trató de explicarme que lo que vi, no era lo que parecía, y aunque sonó a una excusa típica que diría alguien que está haciendo algo malo, ahora que me pongo a pensar mejor en lo sucedido, de hecho sí tiene mucha lógica -nuevamente un suspiro escapó de sus labios-. El asunto es que... le extraño. Quiero estar a su lado de nuevo y dejar a la otra persona que tomé como reemplazo, pero no sé si esa persona me quiera de vuelta.

La de rosa pensó por un momento y analizó cada una de las palabras mencionadas por su amigo, tratando de omitir el obvio hecho de que se estaba comportando como un cabrón sin alma ni sentimientos.

Era verdad que era una situación un tanto complicada, sobre todo por la mención de la otra persona que Osomatsu decía que existía; normalmente ella no era partidaria de causar dolor a un tercero (pese a que más de una vez ella lo había hecho), pero también era fiel creyente de que el amor lo podía todo, estaba convencida de que siempre tienes que estar con quien amas realmente para ser completamente feliz, y si Osomatsu amaba a esa otra persona, ¿por qué privarse del placer de estar con ella?

-¿No quieres dañar a la otra persona? -el de rojo apretó los dientes y negó con la cabeza no muy convencido. Honestamente le daba igual si dañaba a Choromatsu o no, sobre todo porque, a final de cuentas, Osomatsu sentía que no era culpa suya si su hermano se ilusionaba con él- Entonces sólo háblale con la verdad, dile que no es lo que estás buscando y ve por quien verdaderamente amas. No todos los días encuentras al amor de tu vida, y si estás convencido de que no te mintieron en primer lugar, ¿entonces qué te detiene?

Por un momento, el mayor de los Matsuno se quedó perplejo al escuchar lo que Totoko le decía, más que nada porque no la creía capaz de tratarlo como a un ser humano, mucho menos como a un amigo. Pero una vez que el shock inicial se terminó, pudo comprender lo que la otra decía; y claro, aunque había ignorado la parte de hablar con la verdad con Choromatsu, sí le daba la razón en ir por el verdadero amor de su vida: Karamatsu.

-Eres una genio, Totoko-chan -le dijo dándole un pequeño beso en la mejilla y abrazándola fuertemente-. Voy a ir por mi verdadero amor. Voy a decirle a mi hermano que lo amo.

Y dicho esto, salió corriendo gritando un "¡gracias!" hacia su amiga. La de rosa, muy sonriente, se despidió agitando su mano a modo de despedida, viendo cómo su amor platónico se perdía en el horizonte con cada paso que daba. Aunque, ¿acaso él dijo «hermano»?

Azotó fuertemente la puerta de su casa al entrar, como dando a entender que ya había llegado a quien sea que estuviera ahí. Corrió escaleras arriba hasta su habitación para cerciorarse de que Choromatsu no se encontraba, y cuando en lugar de verlo a él, vio a Karamatsu acostado mirando el techo, se quedó petrificado en la entrada. El segundo hijo lo miró, le sonrió de lado con mucha tristeza y se reincorporó en el suelo.

-Bro... -Osomatsu lo interrumpió antes de que continuara.

-Cállate, no te quiero escuchar ¾pero no lo decía enojado, lo decía más bien... con mucha necesidad-. Soy un idiota, un tremendo, tremendo idiota.

Karamatsu soltó el aire que había estado reteniendo en sus pulmones al ver llegar a su hermano, aguantándose las lágrimas que estaban haciendo que sus ojos doliesen. Por fin Osomatsu iba a perdonarlo, por fin había decidido darse cuenta de que todo había sido un gran malentendido e iba a poder abrazarlo de nuevo.

-Creo que me dejé llevar más por lo que vi en el momento, o más bien lo que creí ver, que por lo que realmente pasó; porque muy tarde me di cuenta de que tú tenías razón, no era lo que parecía porque había demasiadas inconsistencias y... -ahora Karamatsu no lo dejó terminar a él y simplemente lo abrazó fuertemente.

-Gracias -susurró, así sin más.

Osomatsu comenzó a besarlo con mucho amor y desesperación a la par, sintiendo las lágrimas saladas y lo dulce de los labios de su hermano mezclándose entre sí en esa maravillosa danza de lenguas que tenían el uno con el otro. Se había anhelado, se habían deseado tanto y se habían perdido demasiado por estar separados...

-Extrañaba el sabor de tus labios -susurró Karamatsu entre besos, apegando más al mayor a su cuerpo-. No volvamos a pelear... nunca -le besó el cuello con delicadeza, regresando después a sus labios para seguir con ese apasionado beso.

-Yo te extrañaba también... no te vuelvas a separar de mí -lo tomó por el trasero, chocando pelvis con pelvis, sintiéndose completo otra vez.

-Te amo, Osomatsu-niisan -gimió levemente el de azul, quitándole la sudadera al primero de sus hermanos.

-Yo te amo mucho más, Karamatsu-niichan -se colocó sobre él, y con una sonrisa nueva y mucho amor en la mirada, comenzó a tocarlo como antes lo había hecho, mientras alguien los observaba afuera de la habitación con lágrimas en los ojos.

-Eres un mentiroso, Osomatsu... -susurró para sí mismo con la amenaza de quebrarse ahí mismo, retirándose lentamente del lugar y cerrando la puerta suavemente detrás de sí.

No evitó correr a la otra habitación con los ojos completamente nublados y las piernas flaqueando, como si en cualquier momento se fuera a desvanecer. Se sentía tan lastimado, tan usado, tan enojado... tan engañado. Se había entregado completamente a quien amaba, le había dado todo de él a alguien que creía que lo valía y todo terminó en una apuñalada a su corazón tan dolorosa, que no estaba seguro de cómo iba a recuperarse de todo eso. Le había prometido sus días, sus noches, su alma, su corazón y su cuerpo a alguien que los tiró al vacío por mero capricho; le había arrebatado la inocencia y las ganas de amar a un alma tan pura y maravillosa como lo era la del tercer hijo.

Se mordió la manga de su sudadera fuertemente mientras se tiraba al suelo para no hacer demasiado ruido y lloró. Lloró por todo lo que el otro le hizo, lloró por el amor que lo destrozó y lo convirtió en nada, lloró por ser tan imbécil y lloró por todo lo que le fue arrebatado. Odiaba tanto a Osomatsu y Karamatsu, odiaba tanto al amor, pero se odiaba más a sí mismo por no ver todas aquellas obvias señales que le advertían que todo terminaría terriblemente mal, se odiaba a sí mismo por creer que verdaderamente tenía un futuro con alguien como su hermano mayor.

Definitivamente después de esto, nunca más iba a poder ver la vida de la misma manera. Definitivamente después de esto, Choromatsu estaba roto.

✦ • ✦ • ✦ • ✦

Choromatsu aún estaba hecho un ovillo en uno de los rincones de la habitación, escuchando todos y cada uno de los sonidos, gemidos, jadeos y palabras de amor por parte de los dos primeros hijos que venían de al lado, esas que se estaban dedicando, esas que Osomatsu nunca le dijo a él. Todavía lloraba en silencio, pensando qué tenía el segundo hijo que él no tuviera; porque el maldito se había ganado el amor de su hermano mayor y él sólo había sido un intermedio para satisfacer los deseos sexuales que tenía el primogénito al estar separado del estúpido de Karamatsu.

Y cuando por fin pararon, Osomatsu terminó, como siempre, corriéndose dentro del de azul. Le besó los labios sonriéndole y salió de él para comenzar a vestirse nuevamente. Qué suerte que "todos" habían salido de la casa.

Pero no, no todos, aunque él no lo sabía.

-Oh, darling, I love how you do it. -le expresó en un leve gemido, poniéndose nuevamente su ropa mirando cómo se cambiaba su hermano.

-También a mí me encanta cómo lo haces -se sonrojó levemente y volvió a darle un corto beso en los labios- Hey, iré a leer un cómic a la otra habitación un rato, ¿vienes?

El segundo negó con la cabeza.

-No, iré al pachinko un rato, Todomatsu quiere mostrarme algo -le palmeó el hombro y le sonrió tan radiante como siempre. -See you later, brother

Musitó y salió de casa, moviendo ligeramente las caderas con aire renovado.

Osomatsu caminó a la habitación para leer su cómic justo como había anunciado, abrió la puerta corrediza y observó a un Choromatsu destrozado, en el suelo, abrazando sus piernas y susurrando cosas incomprensibles para sus oídos. Se acercó despacio al tercero de los Matsuno y le tocó ligeramente el hombro; asustado, éste se sentó rápidamente en el suelo, mirando con odio al mayor a quien le dio un empujón, dejando de llorar solo para parecer fuerte ante él.

-Lárgate -susurró con la voz aún quebrada- ¡Lárgate, te odio!

Le gritó, golpeándolo múltiples veces en el pecho. Pero Osomatsu no se movía, porque además de que los golpes no dolían, se sentía mal de ver tan destrozado a su hermano... y todo por su culpa.

-Pero, Pajamatsu, ¿qué te he hecho yo para merecer tu odio? -había adoptado una actitud cínica y despreocupada, así le dolería menos a él mismo, aunque lastimara más a su hermano menor.

-¿Y todavía me lo preguntas? -las lágrimas salieron solas de sus lindos ojos verdes y su voz se escuchaba cada vez menos-. Tú me mentiste... me usaste y al final me tiraste como a un vil juguete... sólo me decías palabras vacías que me ilusionaron como un idiota, porque eso fui, un completo idiota

Lo miró a la cara con los ojos cubiertos de lágrimas cristalinas y brillantes, con una ligera esperanza de que eso le hiciera ver su dolor.

-Yo nunca dije nada para lastimarte, Choromatsu -le intentó acariciar el cabello, pero éste le dio un manotazo mirándolo con odio nuevamente.

-Me decías que me amabas cuando no lo sentías -replicó. Osomatsu sonrió con cinismo nuevamente a pesar de sentirse una basura por dentro, porque eso era, basura.

-Yo nunca dije que te amara, hermanito -y era verdad, Choromatsu siempre se lo decía y el mayor solo se escudaba con "yo también" o le sonreía, jamás le decía "te amo" o "yo también te amo", salvo una vez, pero...

-Eres de lo peor -apretó los puños y sus lágrimas volvieron a salir fluidamente en silencio, dándole la espalda.

-Ya me lo han dicho antes -volvió a sonreír y salió de la habitación sin decir nada más, dejando a Choromatsu solo, con ganas de gritarle al de rojo que se muriera y de besarlo al mismo tiempo.

Cuando escuchó la puerta de la entrada abrirse y cerrarse (cosa que anunciaba la salida del de rojo de la casa), fue que se permitió gritar y llorar hasta lastimarse la garganta, externando por fin todo el dolor que tenía guardado y las terribles ganas de asesinar al primero de los hermanos que permanecían latentes. Se estaba mareando por la falta de aire en los pulmones, pero no le importaba, sólo quería eliminar ese dolor, quería deshacerse todos los sentimientos que tenía por Osomatsu sin importarle el dolor de garganta que ya tenía.

No sabía cuánto tiempo llevaba gritando, tampoco sabía en qué momento se había detenido ni cuándo fue que se levantó del suelo y comenzó a caminar para salir a la calle sin ningún tipo de expresión. ¿A dónde iba? No lo sabía, ¿por qué? Tampoco tenía ninguna idea, simplemente estaba siguiendo las ordenes que su cuerpo le daba, y al no sentir absolutamente nada, se dejó hacer por su propia mente.

Quedar vacío por dentro después de un gran dolor, es de las peores sensaciones de la vida, y Choromatsu estaba experimentando eso en ese momento.

Llevaba un buen rato caminando sin ningún rumbo fijo, sin mirar hacia adelante en ningún momento. La noche se acercaba y el paisaje era precioso, las hojas del otoño caían lentamente a sus pies y crujían al momento de pisarlas, pero el de verde no podía ver nada con claridad por todos los pensamientos que asaltaban su cabeza y lo cegaban completamente, el sonido de todos ellos era demasiado alto y callarlos era completamente imposible.

Suspiró suavemente con derrote, definitivamente no se sentía para nada bien.

Despertó de su ensoñación al momento de escuchar algo que se movía junto a él a gran velocidad, aunque verdaderamente no tenía ganas de estar en la realidad, se obligó a levantar la vista y vio un camino de concreto delante de él. Observó a los autos pasar a gran velocidad delante de sí, sonriendo de lado al pensar en qué cosas maravillosas podrían hacer las llantas de ese modo, quizás destrozar una manzana, aplastar una botella de plástico o...

Bueno, ya no estaba pensando con demasiada claridad.

Choromatsu se sentía tan perdido en estos momentos, tan solo, tan insignificante y tan vacío, que deseó ser él el que fuera conduciendo uno de esos coches en ese momento; podría ir rápido, con la música a todo volumen y cantando a todo pulmón mientras lloraba y el aire le daba en la cara, hubiera sido una buena forma de liberarse de todos esos sentimientos y pensamientos que lo embargaban sin descanso. Sin embargo, estaba ahí, caminando bajo el bello atardecer, deseando desaparecer de la faz de la Tierra.

Tenía tantas ganas de morir, tenía tantísimas ganas de terminar con todo y simplemente olvidarse del dolor que no se iba, que por un momento que le pareció eterno, la idea de arrojarse al camino con los coches en movimiento sonó tentadora. Sólo necesitaba dar tres pasos largos y rápidos ara llegar sin ser visto ni esquivado, sólo debía lanzarse sin temor a aquel camión de carga que estaba por pasar frente a él, sólo necesitaba dejar de sentir algo por Osomatsu...

Y probablemente eso le ayudaría.

Un paso hacia adelante; su estómago duele por la euforia que experimenta en ese momento, pero se siente convencido. Dos pasos hacia adelante; un paso más y por fin todo terminaría, un paso más y al fin iba a dejar de doler, un paso más y por fin podría olvidar todo. Pero antes de dar ese último paso que terminaría con todo, sintió una mano que lo jalaba con fuerza, tumbándolo en el suelo seguro lejos del camino.

-¡Agh...! -se quejó adolorido, tratando de enfocarla vista hacia el sujeto que estaba encima de él.

-Choromatsu-niisan no debería hacer cosas estúpidas -escuchó que le decían con la voz temblorosa. Choromatsu temblaba, amenazando con comenzar a llorar otra vez-. ¡Choromatsu-niisan no debería caminar a través de un camino con coches en movimiento o le podría pasar algo terrible!

Gritó su hermano sobre de él, abrazándolo con fuerza y unos pequeños espasmos en el cuerpo, producto del llanto que estaba comenzando a dejar salir por lo asustado que se sentía; y Choromatsu lloró también, devolviéndole el abrazo a ese pequeño sol al que casi le arruina la vida. Ahora se sentía todavía más miserable, ¿en serio iba a dejar sufrir a los demás sólo por un idiota que lo hizo pedazos?

-Perdóname Jyushimatsu... perdóname, perdóname; no sé en qué estaba pensando -dijo, aunque, de hecho, no estaba pensando absolutamente nada.

-Si Choromatsu-niisan se va, ¿quién nos va a recordar que debemos salir as buscar trabajo? ¿Quién va a ser la voz de la razón? ¿Quién nos va a regañar cuando hagamos algo mal? -la voz del quinto era casi un susurro lleno de dolor que sólo el de verde podía escuchar, caso contrario a lo que era normalmente-. ¿A quién voy a abrazar por las noches para sentir su calor?

Choromatsu acariciaba el cabello de Jyushimatsu sin poder calmarse ante sus palabras. ¿Por qué? ¿Por qué tenía que enamorarse de Osomatsu? ¿Por qué Osomatsu no podía corresponderle? ¿Por qué tenía que ser tan sensible? ¿Por qué no podía superar una estúpida ruptura sin intentar... matarse? ¿Por qué Jyushimatsu le decía todas esas cosas? Suspiró tratando de calmarse justo al momento en el que el amarillo se levantaba despacio también para mirar su rostro.

Jyushimatsu limpió con sus mangas las lágrimas del mayor y le sonrió de forma rota, con sus propias lágrimas manchando sus mejillas y su corazón latiendo rápidamente aún con preocupación, miedo y, sobre todo, mucho amor. Choromatsu trató de devolverle la sonrisa, pero los labios le temblaban tanto, que lo único que pudo lograr fue levantar ligeramente la comisura derecha del labio, soltando un gemido triste en el proceso.

-No sé por qué Choromatsu-niisan está triste, pero sé que no quiero que lo siga... no quiero verte llorar, Choromatsu-niisan -dijo, con un tono de voz más cariñoso, porque, aunque no supiera qué hacer en estos casos, suponía que un regaño lo podría hacer sentir peor-. Por favor, Choromatsu-niisan, habla conmigo... ¿por qué querías caminar hacia ese camión? ¿Por qué estás tan triste?

El tercer hijo cerró sus ojos por un momento, resoplando, dirigiendo sus manos a la cara de su hermano para secar sus lágrimas. Abrió sus ojos, y lo que vio, fue a Jyushimatsu recargándose en una de sus manos, con los ojos cerrados y un ligero sonrojo en las mejillas; eso sí que hizo sonreír a Choromatsu, el de amarillo era tan lindo... y se estaba preocupando por él, realmente se sentía muy afortunado a la vez que muy estúpido; el mundo no se acababa por el de rojo, no había perdido a quien más amaba en el mundo porque aún tenía a Ichimatsu, a Todomatsu y, sobre todo, a Jyushimatsu, su pequeño Jyushimatsu...

El quinto abrió los ojos, mirando fijamente al de verde. Choromatsu no iba a segur escondiéndose, iba a contarle todo a su pequeño solecito y, con algo de suerte, él le ayudaría a olvidar el mal rato. Jyushimatsu se quitó de encima del tercero y lo ayudó a levantarse para irse a otro lugar, no podían quedarse en el suelo por más tiempo; Choromatsu agradeció el gesto y lo llevó de la mano a un área verde cercana, sentándose debajo de un árbol una vez que hubieron llegado.

Jyushimatsu no dijo nada en todo el trayecto, incluso no habló cuando llegaron al árbol, esperando a que el de verde empezara con su relato, y aunque le costara toda la noche, él iba a esperarle pacientemente. Choromatsu bajó la vista temblando de nuevo, sabía que el de amarillo no iba a juzgarlo y lo iba a escuchar atento, pero tenía miedo de revivir esos recuerdos, tenía miedo de volver a perderse en ese dolor y esta vez no reaccionar ni con alguien a su lado... no quería causarle más daño a nadie, ni siquiera a él mismo.

-Yo estaba enamorado -comenzó tratando de estar tranquilo. Quizás al sacarlo mejoraría, quizás al sacarlo se volvería polvo en el aire-, estaba muy enamorado de alguien prohibido, estaba encantado con un ser que me prometió demasiadas cosas y me hizo ver la vida de una forma muy luminosa y bella durante un tiempo, pero ese alguien no estaba enamorado de mí.

Jyushimatsu bajó la vista sin dejar de sonreír. Lo entendía perfectamente.

-Ese alguien se consiguió una pareja y eran felices, y aunque me dolía mucho, trataba de ignorarlo todo lo posible porque él era feliz, sabía que estaba bien con la persona que verdaderamente amaba, pero todo se hizo añicos cuando ellos dos terminaron -la voz comenzaba a temblarle-. Él me buscó, me dijo que me amaba a su manera y me demostró cariño de muchas maneras, y aunque siempre hubo señales de alarma, yo le creía; me trataba con delicadeza y calidez, me hacía sentir especial, me hizo creer que el otro no estaba más en su corazón... y de pronto rodo se derrumbó.

Nuevamente sollozos inaudibles comenzaron a hacerse presentes. Todo esto le dolía demasiado, pero le estaba resultando bastante reconfortante también, el hablar de ello le estaba liberando, ya por fin podía escucharse a sí mismo y callar las voces de su cabeza; sabía que debía seguir hablando. Jyushimatsu tomó su mano sin decir nada, espetando que siguiera con su relato.

-Hoy escapó después de tener sexo, justo como todas las veces que lo hemos hecho, y yo no dije absolutamente nada porque lo atribuía al hecho de lo prohibido que era todo eso, pero cuando llegó a casa y le escuché profesar amor eterno a alguien más, fue que entendí todo -y aquí iba la verdadera bomba-. Osomatsu nunca me quiso, nunca estuvo interesado en mí, nunca quiso algo conmigo realmente, sólo me utilizó para vengarse de Karamatsu, para sacárselo de la cabeza, y cuando se cansó y estuvo dispuesto a hacer las pases con "el maldito amor de su vida", me dejó botado.

Choromatsu apretó un poco más la mano de Jyushimatsu mientras él sólo lo miraba con mucha tristeza. También al de amarillo le dolía ver y escuchar todo eso, debía sentirse horrible estar en su lugar y a la vez entendía lo que era no ser correspondido, entendía la sensación de saber que, quien amas, está enamorado de alguien más. Y peor aún, estaba sintiendo lo que era ver a quien amaba sufrir por un imbécil.

-Osomatsu-niisan fue malo contigo -dijo por lo bajo, acariciando el dorso de la mano del de verde.

-Lo fue -respondió ya más calmado-. Cuando escuché todo eso y Osomatsu en vez de disculparse o hablarme con la verdad se burló de mí, lloré, me desmoroné, grité y les desee la muerte a él y a Karamatsu de mil formas diferentes para sentirme mejor, pero eso no pasó, así que simplemente salí sin ningún rumbo, sin ninguna emoción, sin ningunas ganas... supongo que el vacío te hace hacer idioteces, por eso iba a arrojarme a ese camión; quería dejar de sentir, quería que dejara de doler, quería olvidar todo lo que había vivido y escuchado, simplemente...

-Querías irte lejos para no volver -completó el quinto cuando Choromatsu se calló. Él sintió-. Me alegra haber estado cera para evitarlo. No estás solo, Choromatsu-niisan, yo siempre estaré contigo.

El de verde nuevamente sonrió amplio de forma genuina limpiando sus lágrimas. Por fin se sentía comprendido, al fin se sentía acompañado y el dolor que sentía que iba a matarlo, estaba comenzando a ser más soportable. No se equivocaba al pensar que Jyushimatsu era un pequeño ángel, era como esa lucecita en el fondo del túnel oscuro del que creías que no había salida, y era tan hermoso que sentía que podría besarlo en ese mismo momento.

Y así lo hizo.

Lo tomó de las mejillas suavemente y lo acercó hacia sí con delicadeza, rozando su nariz con la de su contrario, sin despegar la mirada de sus preciosos ojos. El de amarillo se sonrojó, pero no hizo ningún intento por apartarse, a contrario, le sonrió amplio y se acercó otro poquito, dándole a entender a Choromatsu que podía besarlo sin ningún problema, invitándolo a seguir con su cometido. El de verde cerró los ojos y, por fin, juntó sus labios con los de su pequeño hermano.

Este beso se sentía tan diferente a todos los demás, era tan cálido, tan real, tan tierno, tan... amoroso. Le besaba con verdadero amor, le besaba como si Choromatsu fuera la persona más maravillosa del mundo y lo hacía sentir realmente apreciado, todo lo contrario a los besos que le daba Osomatsu que eran necesitados, desesperados, vacíos...

Las manos del menor se colocaron en los hombros del contrario cuando las manos del tercero se colocaron en su cintura con suavidad, apegándolo más a sí mismo; necesitaba sentir que todo eso era real, necesitaba entender que Jyushimatsu de verdad lo amaba y que no iba a dejarle solo. Necesitaba sentir que alguien realmente lo quería.

Apartó bruscamente al de amarillo cuando sintió la necesidad de algo más acercarse, cosa que le hizo reaccionar. No quería repetir patrones, no quería obligar al quinto a demostrarle amor solo porque se sentía dolido, no quería que alguien más sintiera lo que él sintió pese a que pensaba que Jyushimatsu no lo amaba; no era justo para ninguno de los dos. Y como leyéndole el pensamiento, Jyushimatsu hizo que Choromatsu colocara su mano sobre su corazón.

-¿Sientes eso, Choromatsu-niisan? -el mencionado asintió, levemente sonrojado-. Ese día que estábamos charlando en el parque e Ichimatsu-niisan nos interrumpió, yo quería confesarte que estaba enamorado de ti. Quería decirte que no necesitabas sufrir por nadie porque siempre ibas a tenerme a mí, quería hacerte saber que, no importaba si no era conmigo, de verdad quería verte feliz. Si me dejas, puedo hacer muy feliz a Choromatsu-niisan.

Y Choromatsu se rindió ante sus palabras, volviendo a besarlo con un poco de más intensidad. No iba a ser igual que Osomatsu, no pensaba utilizar a su hermanito para olvidar a ese imbécil y tampoco lo quería para reconstruir sus pedazos, simplemente quería devolverle todo el cariño que le había dado, quería darle todo el amor que se merecía y quería hacerlo sentir bien tanto como Jyushimatsu lo hizo en ese pequeño momento que lo salvó de hacer una estupidez.

El quinto se movió un poco para poder sentarse sobre Choromatsu, acción que hizo sonrojar a ambos muy profundamente. Se miraron fijamente a los ojos por unos eternos segundos sin moverse, sin decir nada, simplemente sintiendo el viento en sus cabellos, bajo la bella luz de la luna -que había salido hacía un rato- y el calor que les recorría a ambos el cuerpo. Jyushimatsu sonrió amplio y asintió, besando nuevamente a su hermano mayor con suavidad. Choromatsu correspondió el gesto, comenzando a colar su diestra debajo de la sudadera del de amarillo.

Y entonces se dieron cuenta de que ninguno de los dos había sido realmente feliz hasta ese preciso momento debajo de ese árbol.

✦ • ✦ • ✦ • ✦

Osomatsu estaba bastante preocupado la mañana siguiente, ni siquiera pudo pegar un ojo aquella noche.

Ni Jyushimatsu ni Choromatsu habían llegado a casa a dormir, no habían avisado a nadie adónde iban ni con quién, y lo único que los idiotas con su mismo rostro sabían, era que Jyushimatsu había salido temprano la mañana de ayer a jugar baseball como todos los días, pero del de verde nadie sabía nada, nadie lo había visto después de que él se fue y lo dejó en el suelo de su habitación... no quería recordar eso y tampoco quería pensar en el tercero, pero algo dentro de su pecho le prohibida alejarlo de su mente.

No había tocado su desayuno, no había ni siquiera volteado a ver a Karamatsu en todo lo que iba de la mañana pese a que en ese momento se estuvieran tomando de las manos por debajo de la mesa en un intento por tranquilizarse; se sentía demasiado culpable, y en el fondo, también culpaba al segundo hijo por todo lo que estaba sucediendo. Sabía que, si algo le había pasado a Choromatsu, iba a ser culpa de ambos.

La puerta de entrada se abrió despacio, dejando escuchar unas risas muy familiares para ellos. ¿Risas? ¿Después de haberle causado un infarto, estaban riéndose?

Nadie prestó atención al grito de "¡llegamos!" que dio Jyushimatsu, tampoco prestaron atención cuando el de verde llegó cargando al quinto hijo en su espalda, y aunque Osomatsu también pensaba pretender que todo estaba muy bien y su ausencia no le había afectado en lo más mínimo, ver tan feliz a Choromatsu lo hizo rabiar. De pronto, ya se encontraba alzando la voz.

-¿Dónde demonios estaban? -soltó la mano del azul para apretar los puños y los dientes, de verdad estaba que echaba humo. Por el contrario, ni Jyushimatsu ni Choromatsu dejaban de sonreír ni se habían soltado la mano una vez que se sentaron en el suelo con todos los demás.

-¿Qué te importa? -respondió el tercero sin mirarlo. Todomatsu sonrió discretamente.

-No estoy bromeando, Choropajerovsky, ¿dónde estaban? -Choromatsu volvió a ignorarlo.

-Choromatsu-niisan y yo estuvimos muy ocupados curando sus heridas. Lo sentimos, Osomatsu-niisan -respondió el quinto sin borrar su sonrisa. Choromatsu se sonrojó violentamente, pero no dijo nada; Osomatsu sólo sintió que la presión en su pecho aumentaba.

-¿Te sientes mejor, Choromatsu-niisan? -preguntó Todomatsu con amabilidad.

-Sí, mucho mejor; gracias, Totty -y le dedicó una sonrisa amplia, levantándose del suelo junto con Jyushimatsu siguiéndole de cerca. Tenía sueño, y aprovechando que no tenían nada que hacer (como siempre), querían subir a descansar-. Jyushimatsu y yo dormiremos un rato, estamos bastante cansados. ¡Provecho!

Los demás dieron las gracias mientras los dos salían del comedor aún muy sonrientes.

Osomatsu se levantó a toda prisa con la intención de seguirlos; quería ver qué se traían entre manos esos dos, quería convencerse a sí mismo de que todo lo que se estaba imaginando era una mentira y que Choromatsu seguía amándolo como siempre, quería creer que no había perdido al de verde, aunque... ¿por qué le preocupaba tanto eso? Todomatsu lo alcanzó a medio pasillo, tomándolo por el hombro con poca fuerza patra que detuviera su paso.

-¿Adónde vas, Osomatsu-niisan? -Osomatsu se tensó.

-A ver si está todo bien -Todomatsu afiló su sonrisa.

-Sé lo que hiciste, Osomatsu-niisan, y también sé lo que hay entre Karamatsu-niisan y tú, así que seguramente no, no está todo bien -el de rojo tragó saliva-. Sé lo lastimado que está Choromatsu-niisan por esto, sé lo mal que debe de sentirse y sé lo asqueroso que eres tú por hacer lo que hiciste, así que no, no está todo bien.

Estaba enojado, pero no sólo con Osomatsu, sino también con Karamatsu; porque, aunque el de azul no hubiese llegado tan bajo como lo había hecho el mayor de los hermanos y no lo hubiese roto en mil pedazos como lo hizo él con el tercero, sí lo había usado como un distractor, lo había usado como una vía de escape que al final de todo resulto no funcionar. Nunca iba a poder perdonarles eso a ninguno de los dos.

-A mí me da exactamente igual lo que hagan entre ustedes y me da lo mismo si Karamatsu-niisan sólo me uso como un distractor, porque a final de cuentas, soy un demonio, soy un ser sin corazón que no siente absolutamente nada -claro que mentía, pero tampoco tenía ganas de verse débil frente al mayor-, pero Choromatsu siempre fue un sensible, siempre fue muy bueno con todos nosotros y tú sólo destrozaste completamente todo su ser.

-¿Y tú qué sabes? -comenzó Osomatsu con la voz quebrada, bajando la mirada de manera sombría

-Los oí, Osomatsu-niisan; los oí y vi a Choromatsu sufrir múltiples veces por pensar que no lo amabas como él a ti, lo vi suspirar en las noches preguntándose si todo eso era un error y te vi a ti varias veces dándole miradas furtivas a Karamatsu-niisan -excelente, ahora él era el tonto-. Te delataste a ti mismo mil y un veces, y yo sólo estaba esperando a que todo esto terminara para poder hablar con Choromatsu-niisan, pero al parecer Jyushimatsu-niisan se me adelantó.

Otra vez esa opresión en el pecho. Maldita sea, ¿por qué dolía tanto? ¿Qué significaba? ¿Por qué no se estaba esfumando?

-Gracias a Jyushimatsu-niisan, Choromatsu-niisan puede sobrellevar mejor la situación, gracias a que ayer no llegaron a dormir a casa, Choromatsu pudo tratar de transformar su dolor en otra cosa, y gracias a que tú no apareciste delante de su vista todo lo que restó del día de ayer, hoy es que se ve que puede olvidarte y todo estará bien, así como acabas de decirlo tú -los ojos de Osomatsu amenazaban con llenarse de lágrimas, ¿pero desde cuándo le importaban las palabras de Todomatsu?

-Choromatsu me ama, él... -el de rosa le tiró un golpe en el brazo para interrumpirlo.

-¡Pero tú a él no! -replicó enfurecido. El primero bajó la vista con el calambre en el pecho más doloroso todavía, tuvo que colocar la mano sobre él para apaciguar el dolor. Oh, no-. ¡Ja! Por favor, no me hagas reír, ¿ahora vas a decirme que realmente amas a Choromatsu-niisan?

El de rojo comenzó a llorar en silencio.

Era un verdadero estúpido por creer que Choromatsu siempre iba a estar enamorado de él, era un idiota por pensar que utilizarlo para después romperlo no era nada, y era un verdadero imbécil por sentirse mal ahora que veía al de verde bien, sonriente, como si nada hubiese pasado, superando ese amor tan tóxico que le brindó él mismo. Osomatsu se había dado cuenta demasiado tarde que sí amaba a Choromatsu, la única persona que le mostró verdadero cariño pese a lo horrible que era.

Pero no podía decir eso, no podía de repente cambiar su decisión porque sabía que haría más daño de lo que ya había causado, y aunque a él solía darle igual todo y todos, quizá como primer y único gran acto de amor, dejaría ir a Choromatsu; lo dejaría ser feliz con quien quisiera y él se apartaría del camino. Tendía que vivir al lado de Karamatsu, viendo cómo el hombre que alguna vez se le entregó completamente, se entregaba a alguien más ahora.

-No... no, no te diré tal cosa -dijo en voz baja, apartando de su sitio a Todomatsu para subir a la habitación. El menor lo siguió de cerca.

Abrió la puerta de la habitación sin hacer demasiado ruido, sólo para observar a Jyushimatsu y Choromatsu sobre el sillón completamente dormidos, abrazados con una gran sonrisa en sus rostros. Soltó un suspiro muy pesado y lleno de pesar.

-Algunas personas nunca son felices porque están podridas por dentro, y por ello desean arrastrar a los demás hacia su miseria, pero cuando logran escapar de ahí, son los más felices del mundo -dijo el sexto Matsuno, colocando su mano sobre el hombro ajeno-. Algunos otros sufren por actos de terceros que se salen de su control, e incluso hay otros que nunca sufren, pero lo importante de todo, es aprender de lo vivido para no volver a repetirlo... y también a veces lo mejor es sólo alejarse y dejar a los demás avanzar por su cuenta.

Osomatsu asintió despacio entendiendo el mensaje, y entonces, la puerta delante de él se cerró sin decir nada más.

------------------------------------

POR FIIIIIIN, DESPUÉS DE CUATRO AÑOS YA TERMINÉ ESTE FANFIC.

Ya sé, ya sé, ya nadie lee esto, y a lo mejor no cumple con sus expectativas el final, pero quedó tal cual lo había imaginado hace cuatro años.

Espero que los que sigan leyendo esto, se sientan satisfechos con el final. Y bueno, si lo dejé por mucho tiempo, fue porque no tenía inspiración, la verdad estaba muy cansada de la vida y estaba odiando todo lo que me hacía feliz, además de que esté fanfic era para alguien de la que ya no he sabido nada, como que continuarlo no me llamaba la atención.

Pero bueno, amaba esta historia jaja y aún la amo, así que, Nicole, si lees esto algún día, esto era para ti <3

Gracias por leer ❤️

Un comentario y un voto se agradece 🥺

-✨ Izzy ✨

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro