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~2~

Osomatsu se dejó caer rendido sobre la espalda del segundo hijo, jadeaba todavía y su corazón estaba acelerado, Karamatsu también tenía la respiración agitada, se sentía lleno nuevamente gracias a su amante idéntico a él, era gratificante cuando terminaban de tener relaciones, el primogénito siempre encontraba la manera de hacerlo sentir en el cielo a pesar de todo el dolor, era lo mejor del mundo para él. Osomatsu salió del interior de Karamatsu y a éste volvió a dolerle su ano, lo habían hecho ya alrededor de diez veces y aún le seguía doliendo, claro que lo disfrutaba más que antes e incluso llegaba a sentir placer cuando Osomatsu encontraba ese punto sensible que lo hacía suspirar, pero el dolor seguía persistente, a veces hasta el punto de no poder sentarse al día siguiente. —Me encanta cuando lo haces de esta manera, Osomatsu...

El mencionado sonrió de manera maliciosa y acercándose al oído del menor susurró. —Lo haré de esta manera las veces que quieras, Karamatsu.— Acarició el hombro desnudo del chico que se encontraba aún debajo suyo y besó esa suave piel, se tumbó a su lado en el futon vacío para para así poder dejar pequeños besos en esos labios que tanto amaba.

—Te amo, Osomatsu.— Susurró entre besos con una sonrisa.

—Yo también te amo, Karamatsu.— Se levantó del suelo para volverse a vestir, sus demás hermanos no tardaban en llegar, y el mayor en especial no quería que lo vieran en una situación tan... Sexual con el segundo. —Vamos, si alguien nos ve así seguro tendremos problemas.

—Yes, brother.— El menor asintió imitando a su chico, éste le dio una sonrisa de medio lado mirándolo con ternura, le parecía bastante agradable el que Kara le hiciese caso, lo hacía sentirse el mayor por lo menos estando con él.

—Voy a salir un rato... Nos vemos más tarde.— Le revolvió el cabello y salió sin prisa de casa mientras Karamatsu lo miraba partir colocándose su sudadera.

****_****

Osomatsu paseaba por las calles del centro, buscando nada exactamente, sólo quería despejarse, pensar un poco y respirar aire del exterior. No faltaba mucho para que él y Karamatsu hicieran su primer mes de relación, un maravilloso mes lleno de palabras de amor, besos dulces y mucho sexo. Sobre todo eso último. El mayor quería regalarle algo bonito a su hermano, pero era complicado pensar en algo ideal para él, ¿qué podría regalarle a su hermano/novio/amante?... Demonios, se oía muy extraño.

Intentaba recordar algo que Karamatsu quisiera o algo que necesitara, ¿unos lentes de sol nuevos?... No, tenía demasiados. ¿Ropa?... No, él era malo escogiendo ropa y más siendo ropa para el doloroso de Karamatsu. ¿Condones?... Eso ni siquiera era un regalo, además de que no los necesitaba.

Suspiró pesadamente deteniéndose frente a una tienda de regalos, miró el aparador sin mucho interés, paseando sus ojos cuidadosamente por el largo de esa mesa de madera con la vaga esperanza de encontrar algo. Se detuvo en una esquina de ese tablón, había una caja de plástico con un reloj precioso dentro, era color azul y tenía unos diamantes color blanco en la parte de abajo luciendo radiantes. ¿Karamatsu no había dicho que quería un reloj?, no tienen teléfonos celulares y no hay manera de saber la hora que es, a menos que le preguntes a alguien desconocido y eso estaba comenzando a fastidiarles a todos ellos. Entró en la tienda con determinación, ¡el regalo perfecto!

No llevaba mucho dinero, pero su costo no era tan elevado por lo que podría comprarlo, le pidió amablemente a la señorita, y con amable nos referimos a "señora, deme ese reloj", que se lo envolviera y le colocara una tarjetita con la leyenda "Feliz primer mes, ¡te amo!".

El mayor salió contento de la tienda, por fin tenía algo que darle a Karamatsu y era algo que probablemente lo acompañaría para siempre... si es que sus hermanos no lo descomponían primero. Era algo significativo para él, algo que había conseguido con amor y en serio esperaba que a su segundo hermano le gustara ese pequeño detalle, tal vez no era lo mejor que podía haberle regalado, pero desde su punto de vista, por lo menos lo había intentando.

Siguió caminando un largo rato más antes de regresar a casa, no había ninguna prisa por llegar debido a que el de azul aún estaba en casa, lo vería llegar con la caja y le preguntaría qué es, no sabría que responder y seguramente terminaría dándoselo antes de tiempo.

No.

Mejor esperar un poco más a que los otros llegaran, así sería menos "sospechoso" y pasaría desapercibido.

Pasó una hora considerable, hora en la que decidió volver a casa con una sonrisa muy grande en su cara, no podía bajarse la emoción del pequeño regalo que había comprado y tampoco podía quitarse esas ansias de que llegara el mes, era algo que simplemente lo tenía hechizado y muy nervioso, a pesar de ser quien era, tenía al amor de su vida consigo tal y como lo había deseado, no podía sentirse más dichoso. Abrió la puerta de la habitación con cuidado, con su típico gesto de chico despreocupado que se borró al instante al observar a Karamatsu sobre Ichimatsu con el torso desnudo...

—Yo no vi nada —musitó incomodo el primer hijo intentando cerrar la puerta con fuerza, el segundo se levantó rápidamente deteniendo la puerta para que no fuera cerrada.

—¡Espera!, no es lo que parece.— Repetía, pero el de rojo estaba insistiendo en cerrar la puerta y repetir «No vi nada» —¡En serio no es lo que parece!

—Detente, Karamatsu nii-san —sollozó Ichimatsu para intentar proteger la poca dignidad que le quedaba, Karamatsu lo miró con sorpresa y enojo, soltó la puerta como reflejo y Osomatsu logró cerrarla por fin, bajó las escaleras de manera rápida con lágrimas a punto de salir de sus ojos, sintió una mano que lo tomaba con fuerza y este sólo forcejeo para que lo soltara.

—¡Suéltame, Mierdamatsu!— Exigió muy molesto, no podía creer que el de azul le hubiera hecho eso a justo unos días de cumplir un mes, era algo doloroso, terriblemente doloroso.

—Osomatsu, te juro que no es lo que parece, Ichimatsu y yo no estábamos haciendo nada.— Karamatsu parecía calmado, no quería alterarse porque si lo hacía, seguramente el de ojos rojos no le creería que sólo había sido un accidente.

—¿No es lo que parece?... Es la típica excusa para encubrir algo malo, deja de hacerte el inocente.— Osomatsu logró soltarse el agarre del de azul pero sólo para cruzarse de brazos y dejarse caer al suelo con el otro siguiéndole, estaba dolido y muy molesto con su hermano menor, podría esperar esa traición de cualquiera, pero no de él. —¿Por qué? ¿No soy suficiente para ti?

—De verdad no es lo que tú crees, brother.— Replicaba esta vez desesperado Karamatsu con la intención de que su hermano mayor le creyera, todo intento era inútil y sólo hacía que se sintieran peor.

—Yo sé lo que vi, Karamatsu, no intentes convencerme de lo contrario.— Se mordió el labio levemente reprimiéndose las ganas de llorar, desvió la mirada hacia otro lado y exhaló. —No quiero tener nada contigo ya, lo que teníamos... Se ha perdido.

—Osomatsu, te juro que me caí sobre Ichimatsu por error, ¡yo jamás tendría nada con él!, yo al único que amo es a ti, trust me, darling.— Intentó acariciarle la cara, pero el primero se negó.

—Ya dije mi última palabra.— Se levantó del suelo y le dirigió una última mirada de dolor. —Lo que tuvimos tú y yo sólo fue una aventura, un error... Y no se volverá a repetir.— A ambos les dolieron esas palabras como si fueran balas intentando perforarles el corazón, Karamatsu se quedó en el suelo, mirando cómo Osomatsu caminaba fuera de casa, colocó una mano en su pecho y sonrío con lágrimas saliendo de sus ojos y leves sollozos que salían involuntarios.

-Ya veo... Solo fuimos una aventura y un error... Una aventura que extrañaré y un error que disfruté.— Su ligero llanto se convirtió en un llanto estrepitoso lleno de dolor, había perdido al amor de su vida por culpa de un resbalón y ni siquiera había sido un engaño... Solo un accidente que el mayor no quería ver cómo tal.

Ichimatsu miraba desde la puerta de la habitación con una sonrisa bastante amplia en la cara, su plan desde el principio era hacer que se pelearan y lo había logrado.

—Está hecho, Totty.— Susurró para sí mismo cerrando la puerta a sus espaldas.

****_****

El primer hermano estaba en el puesto de Chibita con una cerveza en la mano y comiendo oden, bebía intensamente, como si nunca hubiese tomado líquido y muriese de sed, el bajito estaba sorprendido por la actitud auto-destructiva que estaba teniendo el mayor de los Matsuno, era algo preocupante porque tampoco había querido decir ni una palabra en todo ese rato que había estado sentado ahí.

—Oi, ¿qué pasa, infeliz?... Parece que algo te afectó demasiado, maldita sea.— Osomatsu estrelló la lata de cerveza contra la barra del puesto de oden y Chibita se hizo un poco para atrás en manera de reflejo, el de rojo lo miró con ira y tristeza reflejada en los ojos, se veía que las lágrimas saldrían en cualquier momento pero se obligó a reprimirlas lo mejor que pudo.

—El amor de mi vida me traicionó, me engañó con la persona más despreciable de este planeta tierra, él mismo se considera basura y Mierdamatsu prefirió estar con ese tipo a estar conmigo.— Arrastraba las palabras por lo ebrio que se encontraba en ese momento y el amante de oden sólo lo escuchaba con atención, éste ya sabia sobre las relaciones incestuosas que solían tener, se lo contaban cuando estaban lo suficientemente ebrios, y si bien no le agradaba la idea, los escuchaba e intentaba apoyarlos, después de todo eran sus amigos. —Yo lo di todo durante este mes, le había comprado un regalo y todo, así de doloroso como le gusta. ¿y cómo me paga?... Revolcándose con Emomatsu en el suelo de nuestra habitación, ¿no es increíble?— Rió de manera sarcástica dando otro largo sorbo a su lata de cerveza, comenzó a llorar ligeramente y Chibita suspirando le sirvió otro poco de oden.

—No llores, maldición, no hay nadie que valga tanto la pena para llorar, ni siquiera Karamatsu.— Porque aunque Karamatsu era el más amable de los hermanos, el más atento y el más noble, jamás se conocía del todo a una persona, aunque no sabía si creer del todo en lo que el mayor decía, tal vez había sido un accidente y el de rojo estaba sobre actuando demasiado.

—¿Sabes qué? Tienes razón, no tengo que llorar por ese imbécil... Por mí, Karamatsu puede acostarse con quien se le de la gana, yo puedo hacer lo mismo, ¿no?, ya no somos nada y si le importó un reverendo comino a mí me importará igual.— Terminó de beberse esa cerveza que aún le quedaba, terminó su último palito de oden y se limpió la boca con la manga de su suéter de forma brusca. Se levantó de la silla rápidamente y salió casi corriendo del puesto de Chibita.

Tal vez no bromeaba con eso de ir a acostarse con quien fuera, sólo esperaba que no hiciese una tontería.

****_****

La puerta de entrada se abrió bruscamente, todos dormían a esta hora de la noche y ninguno se había percatado del fuerte sonido que se produjo abajo, Osomatsu entró rápidamente en la habitación que compartía con los otros cinco hijos y los miró a todos detenidamente, de a uno en uno, se detuvo en el lugar número dos donde podía ver a Karamatsu... Dormido al lado de Ichimatsu, aún tenía algo de rabia al recordar el incidente ocurrido con estos dos hace un rato. Se acercó al futon con sumo cuidado y se colocó encima del primer sextillizo que encontró, sin saber aún quien era comenzó a masajear su miembro por encima de los pantalones de su pijama con sumo cuidado, pero aplicando algo de presión

—Nghm...— Aquel chico que estaba dormido despertó sintiendo como su miembro era masajeado por una mano ajena, entre abrió sus ojos con algo de extrañeza y miró al dueño de esa mano, aún medio adormilado logró alarmarse.—¡¿O-Osomatsu-niisan?!— El de rojo colocó un dedo sobre la boca del menor para que no hiciera ruido.

—Guarda silencio, Choromatsu, no quieres despertar a los demás, ¿o sí?.— Lo tomó por la nunca y lo besó con pasión, buscaba con desesperación la lengua del pequeño otaku y éste solo podía estar en shock, ¿qué estaba pasando aquí?, Choromatsu se separó un poco de él con algo de nervios y sintió el penetrante olor a alcohol.

Algo andaba mal.

—O-Osomatsu nii-san, esto no... Nh... Está bien... ¿Qué te pasa?, estás ebrio.— Musitó Choromatsu mordiéndose el labio para evitar hacer sonidos que lo delataran.

—No pasa nada, solo bebí un poco, pero... Te deseo... Guarda silencio, no quiero que despiertes a los demás.— Repitió Osomatsu acercándose a su oreja para susurrarle algo. —Solo déjame tocarte, hermanito.— Mordió levemente la oreja del tercero y éste se estremeció aferrándose a su cuello por instinto, ya no le importaba lo ebrio que estaba Oso, solo... Necesitaba esto.

—Ha-has lo que quieras conmigo.— Respondió Choromatsu, cegado por la excitación que le provocaba el que su hermano mayor lo tocara de esa manera, había mandado al raciocinio y la cordura a la mierda, queriendo solo ser tocado por Osomatsu, su hermano mayor, por el que sentía algo en secreto, jamás dijo nada por Karamatsu, pero ahora que lo tenía tocándolo era lo que más deseaba, el sentirlo, el correrse gracias a él, el tocarse de otra manera...

—Eres tan lindo, Choromatsu.— Susurró nuevamente comenzando a besar su cuello con delicadeza, la piel de Choromatsu era muy diferente a la de Karamatsu en varios sentidos, era más suave y más blanca, ese blanco que pronto se volvería rojo por las suaves mordidas que comenzaba a propinarle, dejando algunas marcas a su paso. El de verde no podía evitar suspirar por aquello, su cuello era una zona muy sensible y al ser mordido sentía ligeras corrientes eléctricas recorrer su ser.

Osomatsu abrió suavemente las piernas de Choromatsu permitiendole así poder sentarse entre ellas, volvió a besarlo con hambre y pasión, acariciaba sus muslos que aún traían los pantalones puestos, llegaba a rozar ligeramente su entrepierna y se deleitaba con los pequeños espasmos que el de ojos verdes tenía los cuales eran un poco más evidentes que los que tenía Karamatsu ahora que lo notaba, parecía en realidad que el de azul los reprimía todo el tiempo, tal vez para mantener su faceta de chico cool pero era poco probable, porque al momento de hacerlo era un tanto ruidoso. Introdujo las manos en la camisa de Choromatsu para comenzar a tocarle la espalda desnuda separándose del beso y así dejarlo jadeante, un hilo de saliva los unía y el tercero no pudo evitar sonrojarse por aquello.

—Osomatsu nii-san... Nos... Nos van a escuchar.— Alertó el de ojos verdes observando cómo Todomatsu se removía en su lugar, además de que estaba consciente de que haría mucho, mucho ruido; el mencionado asintió levantándose y levantando después a Choromatsu lo tomó de la mano.

—Tienes razón, hermanito, vamos a hacerlo de manera adecuada en el baño.— El azabache comenzó a murmurar maldiciones entre dientes ante las palabras dichas, a veces detestaba que Osomatsu fuera tan directo y no tuviese delicadeza en decir sus palabras, era un sinvergüenza, pero en el fondo, a Choromatsu le gustaba eso de él. Jamás se había imaginado su primera vez en el baño de su casa, para nada, pero no le importaba mientras estuviese con el de ojos rojos.

Se metieron al baño con cuidado, poniendo el seguro a la puerta por si alguno de sus hermanos despertaba para ir a orinar en algún momento. El de rojo se sentó en la tapa de la taza y palmeó sus piernas con una sonrisa lasciva invitando a Choromatsu a sentarse en ellas, éste desvío la mirada aún avergonzado y completamente rojo, no tenía ni idea de cómo había cedido así de fácil a hacerlo con el mayor, tal vez su amor era tanto que haría lo que le pidiese sin protestar. Se acercó algo temeroso a sus piernas y se sentó en ellas quedando de frente a su hermano mayor, sentía sus intimidades rozar de manera muy ligera, casi imperceptible, pero ello hacía que se sintiese aún más ese cosquilleo.

—Creo que por fin dejarás las pajas atrás, ¿no, Pajerovski?— El de ojos verdes le dio un golpe en la cabeza al contrario, apretando los dientes con algo de enojo, no podía creer que a pesar de que estaban a punto de hacerlo se comportara como siempre, esta situación no era una normal como para hacer eso, le dio un empujón e intentó pararse.

—Eres un idiota.— Seguía removiéndose en su lugar, luchando por escapar de los brazos del de rojo, pero éste lo tenía muy bien sujetado por la cintura impidiéndole escapar, se rió con ligereza por el golpe recibido y las rabietas del tercero, le parecía tierno de alguna manera. —¡Suéltame!, no sé porqué demonios acepté esto para empezar.

—Eso es porque amas a onii-chan.— Bromeó un poco, lo que molestó más a Choro, Osomatsu lo ignoró y comenzó a repartirle ligeros besos en el cuello manteniendo esa sonrisa de superioridad que tenía, el de verde se había resignado, su hermano no cambiaría nunca. Soltó un suspiro dejando de pelear y echando la cabeza a un lado para darle mejor acceso. —¿Ves?, no te cuesta nada ser buen niño.— Susurró en su oído dándole una mordida al lóbulo de manera leve, el contrario se estremeció y apretó un poco la camisa de su hermano en un puño.

Osomatsu le quitó al contrario la prenda de arriba, botón por botón, dejando su abdomen al descubierto, no estaba marcado como el de Karamatsu, más bien era plano y suave como el resto de su piel. Choro no podía dejar de sonrojarse por absolutamente todo, estar desnudo frente a él sin ser ni sentir nada era una cosa, pero estar semi desnudo frente a él en esa situación donde había sentimientos de por medio, al menos por su parte, era demasiado vergonzoso. El de rojo a pesar de haberlo visto muchas veces sin ropa, esta vez por fin se detenía a apreciar esos pequeños detalles que lo hacían él, esos minúsculos detalles que lo hacían diferente del de azul.

Comenzó a repartir besos por todo el pecho del otro, lamidas y mordidas muy suaves provocando que Choromatsu dejara salir algunos suspiros de satisfacción, el de ojos rojos al notar esto pasó la lengua por uno de los pezones del contrario, eran bastante rosados y pequeños, perfectos para su lengua, los de Karamatsu eran un poco más grandes y menos rosas pero no eran desagradables.

Cuando se aburrió de atender esa zona paseó sus manos por la espalda contraria hasta llegar a su trasero, lo masajeó con dulzura y de vez en cuando lo apretaba para sentirlo mejor, al tercero se le escapó un ligero gemido travieso al sentir el apretón y el primero sonrió lascivo al oírlo.

Choromatsu no era de tomar iniciativa, era demasiado tsundere para eso y sentía que Osomatsu debía hacerlo todo, pero estaba caliente, la situación lo había puesto demasiado caliente y sin notarlo comenzó a mover las caderas para rozar sus erecciones, Osomatsu se sorprendió ante el acto dejando escapar un ligero suspiro de sorpresa y placer, eso lo había puesto incluso más duro que antes, aunque la primera vez Karamatsu también había tomado iniciativa ésta era un poco más compleja. 

El mayor tomó a su hermano por las caderas obligando a aumentar el movimiento, la rapidez era más notoria y la desesperación por sacarse los pantalones llegó a él, se estaba excitando demasiado y no sabía si se debía a Choromatsu o a lo ebrio que se encontraba. Las caras del contrario eran un poema, eran demasiado lindas e ingenuas, dignas de una fotografía. Si tan sólo el de verde supiera porqué su hermano hacia todo eso, la cosa sería diferente.

—Mh... Osomatsu nii-san... Se siente bien.— Le hizo saber el de ojos verdes con un sonrojo más notable que el anterior pero sin dejar de moverse, daba pequeños jadeos ante esos movimientos y sus espasmos eran cada vez más notorios, el mencionado al oírlo y verlo sonrió con lujuria deteniéndolo.

—Entonces esto se sentirá aún mejor.— Sin darle oportunidad de reaccionar, colocó una mano en su miembro como al inicio, sólo que esta vez lo presionaba más y las caricias eran más frenéticas, casi desesperadas, Choromatsu no podía evitar soltar pequeños gemidos ante ese toque, lo estaba enloqueciendo más de lo normal, era tan diferente a tocarse y tan igual a la vez. —Tus gemidos son hermosos.— Susurró con la voz algo ronca a la par que metía la mano al pantalón y la ropa interior del contrario para tocar su miembro de manera directa.

—¡Ah!... No... No digas... ¡Mn!... Tonterías.— Lo peor era que a Choromatsu también lo provocaban las palabras. Sentía una corriente eléctrica subir por su columna vertebral, ¿en serio iba a correrse por tal acto tan sencillo?. —Nii-san... Me... ¡Me vengo!

—¿Tan rápido?, no aguantas nada, Choromatsu.— Se burló con una pequeña sonrisa apretando un poco el miembro contrario, el de verde recargó su cabeza en el hombro del mayor, sus gemidos y jadeos se hacían más constantes y maldijo, sin poder evitarlo, al de rojo por ese comentario. La hombría del de verde era un poco más delgada que la de Karamatsu, casi no se notaba pero él sí lo hizo, no sabía porqué, pero también quería guardar todos esos detalles en su mente... Tal vez para torturar a Karamatsu con eso luego.

Osomatsu paró antes de que el contrario se corriera y este estuvo a punto de darle un golpe, ¿por qué era tan cruel?, ¿por qué no lo dejó correrse?... Esas preguntas querían salir de su boca pero los jadeos y el ceño fruncido no lo dejaban. El de rojo lo miró con malicia y con una sonrisa de superioridad, sabía perfectamente que había frustrado sus intentos de llegar al tan preciado orgasmo, pero ese era parte del plan, no dejaría que se corriera por un acto tan común como ese. Lo levantó de sus piernas y le bajó los pantalones junto con la ropa interior, se arrodilló a la altura de su miembro y lo miró, pudo apreciarlo completamente erecto y efectivamente, Karamatsu era un poco más grande que el menor.

—De-deja de mirarlo... No es como si no lo hubieras visto antes.— Alegó volviendo a desviar la mirada, a Karamatsu lo veía la mayor parte del tiempo durante el acto, él tenía menos vergüenza que el de verde o eso parecía.

—Pero ahora es cuando le presto atención, antes me daba igual.— Pasó su pulgar por la punta del glande de manera lenta, presionando ligeramente éste, logrando que el menor soltara un pequeño gemido al punto de ser casi inaudible. El mayor sonrió con satisfacción y levantó la mirada para ver a su hermano. —No te contengas, ya te dije que me gustan tus gemidos.— Y sin decir más, comenzó a pasar la lengua por todo el pene ajeno.

Choromatsu gimió alto, con satisfacción y un gran placer recorrerle desde su vientre hasta las puntas de los pies, enredó sus dedos en los cabellos de Osomatsu jalando de éstos con delicadeza intentando no lastimarlo, jadeaba en busca de aire y se concentraba en no correrse, porque si antes era lo que quería, ahora sólo quería esperar a que el de rojo terminara. El de ojos rojos al ver que su hermano disfrutaba de aquellas lamidas decidió ir más allá. Metió un poco de la erección de Choromatsu en su boca , y aunque le pareció algo raro, comenzó a mover su cabeza, el menor soltó un pequeño grito al sentir su pene dentro de la cavidad bucal de su hermano, era tan húmedo y caliente que sus ojos habían comenzado a lagrimear por el placer, jaló con más fuerza el cabello del mayor, sus caderas se movían para intentar satisfacerse. Osomatsu llegó a tocar la pelvis del menor con su nariz, tener el falo ajeno por completo dentro de su boca le provocaba el dar arcadas ya que no estaba acostumbrado a tener algo de ese tamaño cubriendo su boca y a pesar de eso tenía ganas de probar el semen de su pequeño, su curiosidad lo hacía persistir de la idea de alejarse, ¿sabría diferente al de Karamatsu?

—¡Nii-san!— Intentaba decirle algo pero sus gemidos no lo dejaban articular muchas palabras, un ligero hilo de saliva le corría por la barbilla, el de rojo se apresuró sintiendo algo de dolor por el agarre de su hermano en sus cabellos, el tercero comenzaba a sentir calambres nuevamente, descargas eléctricas que le recorrían la columna vertebral hasta que ya no aguantó más y sin poder avisar se corrió con un agudo y fuerte gemido.

—Ah... Pe-perdón...— Se disculpó avergonzado para luego limpiar su saliva e intentar calmar su respiración, el de ojos rojos tragó el líquido viscoso que tenía en la boca, sabía amargo y dulce a la vez, no como el de Karamatsu que era puramente amargo, le había gustado más este sabor.

—No te preocupes.— Le sonrió luego de levantarse del suelo, le tomó la cara con las manos y le susurró en el oído. —Ya me lo pagarás después.— Volvió a su rostro solo para besarlo profundamente haciendo que se probara a él mismo. Era una sensación muy rara para Choromatsu pero no le desagradaba, en realidad haría lo que fuera y probaría lo que sea con tal de tener los labios de su hermano contra los suyos, así de cálidos y agradables.

Osomatsu paseó sus manos por el desnudo trasero ajeno, tan suave y redondo como lo imaginaba, con el dedo índice delineó la entrada de su hermano y éste se sobresaltó separándose de él, lo miró con algo de temor y el mayor repartió varios besos en su cara para calmarlo un poco, cuando sintió que el contrario estaba más relajado gracias a las atenciones que estaba recibiendo introdujo lentamente su dedo, Choromatsu adolorido apretó los hombros del contrario, el mayor sintió que el interior de su hermano le apretaba demasiado el dedo debido a lo tenso que estaba, no iba a poder hacer nada de lo que quería si no se destensaba.

—Tranquilo, Choro, esto se sentirá muy bien después, te lo prometo.— Le dio un casto beso en los labios y metió su dedo por completo, el contrario soltó un jadeo apretando más el agarre en los hombros del de rojo, tanto así que se le pusieron blancos los nudillos, siguió intentando respirar con tranquilidad y sintió como su cuerpo comenzaba a relajarse. —Así se hace, pequeño.

—So-Solo cállate y continúa.— El de ojos rojos volvió a reír, comenzando a mover su dedo de manera lenta a la vez que le besaba el cuello y escuchaba los ligeros suspiros que el menor le dedicaba, sabía que lo estaba haciendo bien, que hacía sentir bien al de verde y se sentía extrañamente satisfecho al saber que haría suyo a ese bello ser que llamaba hermano... Pero también se odiaba por corromperlo por puro egoísmo.

Al sentir que el interior del menor dejaba de apretarle tanto introdujo otro dedo haciendo que el menor gimiera de dolor y placer que hasta había hecho eco en la habitación. Le estaba encantando todo aquello, más por el hecho de que era su hermano el que lo hacía que por las acciones en sí, el de rojo volvió a su cara y lo besó de manera profunda y rápida mientras movía sus dedos a manera de tijeras para dilatarlo más, los gemidos del menor eran ahogados por el beso y las lágrimas volvían a acumularse en sus ojos nublándole la vista, movió sus caderas haciendole saber a Osomatsu que estaba listo.

Se separó de él y sacó sus dedos del interior ajeno haciendo que este frunciera el ceño. —Tranquilo, viene lo mejor.— Subió y bajó las cejas de manera coqueta y Choromatsu se alarmó, ya sabía a lo que se refería el contrario y estaba por protestar, pero nuevamente fue callado al ser recostado en el frío suelo del baño arqueando la espalda ante el contacto, volvió a mirar con algo de pánico a Osomatsu que se bajaba los pantalones con desesperación. —Vas a sentir mucho placer, te lo prometo.

Se colocó sobre de él a gatas y le acarició la cara con ternura y delicadeza, sería más suave con él que lo que fue con Karamatsu, porque sabía que si lo lastimaba lo iba a odiar para siempre y era lo que menos quería, ya de por si ellos peleaban demasiado, no quería más de eso. Comenzó a frotar su miembro en la entrada del contrario a la par que escupía en su mano una cantidad considerable de saliva. Choromatsu agradeció el gesto en silencio y comenzaba a respirar para estar calmado tal como le habían ordenado, el mayor esparció la saliva en su miembro para lubricarlo, mientras metía lentamente su erección observaba el rostro sonrojado del de verde.

El menor enterró las uñas en la espalda del mayor ahogando un grito de dolor, había dejado de respirar y apretaba sus dientes con mucha fuerza, miraba los ojos de Osomatsu los cuales le transmitían cierta tranquilidad, después de unos segundos dejó de verlos, su vista comenzaba a nublarse de lágrimas. El de ojos rojos terminó de meter su miembro en Choromatsu quien comenzó a sollozar, el mayor lamió las lágrimas que bajaban por sus sonrojadas mejillas, entrelazó sus manos con las del contrario con delicadeza antes de darle un pequeño beso en la frente y sin moverse esperó a que se acostumbrara.

—Eres tan hermoso, Choromatsu.— Le dio unos cuantos besos en los labios que provocaron que Choromatsu comenzara a calmarse al igual que su respiración, además de haber dejado de llorar. —Me encantan las expresiones que haces, tu piel... Tus gemidos e incluso tus insultos.— El de verde se rió ligeramente ante eso último y al pasar de los minutos se sintió más cómodo, ya no se sentía tan adolorido como al inicio aunque el dolor siguiese ahí eso no le impedía poder moverse, cosa que indicó a Osomatsu que él también podía hacerlo.

Lo hacía lento, sin ninguna prisa y con toda la ternura que podía, el interior del de verde era más estrecho que el de Karamatsu, se sentía bien, no pudo evitar pensar cuál le gustaba más.

Choromatsu comenzaba a sentir más placer que antes, el tener dentro a su hermano mayor lo hacía excitarse tanto que las embestidas lentas ya no eran suficientes para él. Empezó a moverse más rápido dándole a entender al de rojo que quería más, la vergüenza que le invadía no le permitía articular palabra alguna y aún así Osomatsu entendió el mensaje moviéndose más rápido haciéndole gemir. De manera involuntaria, el menor lo abrazó por el cuello y enredó sus piernas alrededor de la cadera del otro, el de rojo lo elevó en un abrazo logrando que las embestidas fueran cada vez más profundas y más placenteras para ambos. El de ojos verdes soltaba fuertes gemidos mientras que el de rojo tan solo lo observaba de una forma lasciva pero aún con algo de ternura por todos los gestos que hacía y los lindos sonidos que soltaba también.

—¡O-Osomatsu nii-san!... ¡Mn!... Te... Te... Ngh...— «No, por favor, Choromatsu, no lo digas», Choromatsu no podía decir muchas cosas coherentes por los gemidos que estaba soltando, no se callaban en ningún momento y se le hacía difícil decir lo que quería, el mencionado hizo aún más fuertes y precisas las embestidas para que el de verde no dejara salir aquellas palabras, no quería que las dijera o la culpabilidad llegaría a él, no lo dejaría, no le permitiría enamorarse de una completa basura corrompida como lo era él mismo.

—Me... Me corro...— Soltó de repente para que el menor no siguiera intentando hablar y decir aquellas palabras tan dolorosas para él, unas cuantas embestidas más y llegaría al que sería uno de los mejores orgasmos de su vida.

—Te amo...— Soltó de manera apenas audible justo cuando Osomatsu se corrió dentro de él con un pequeño gemido. «Te odio», pensó, pero no para el pequeño ángel que también se había corrido entre los dos, manchando su camisa con semen, sino para él mismo por hacer tal atrocidad, tomar a su hermano pequeño sólo para desquitarse con Karamatsu era muy bajo hasta para él... Pero no podía negar que le había gustado y que había sido un buen orgasmo.

—Onii-chan también te ama, Choromatsu.— Pero no hablaba de ese amor que Choromatsu sentía hacia él, hablaba del amor de hermanos que le tenía a todos los demás. Pero si lo amaba como hermano, ¿por qué se había acostado con él?... No había duda, era un asco, salió de él con mucho cuidado haciendo que se quejara de dolor. —Regresemos al futon a dormir, es muy tarde.— Le dijo para que se levantara y se comenzara a vestir, pero el de verde estaba demasiado cansado y algo adolorido como para levantarse y Osomatsu lo notó, soltó una ligera risita y vistió a Choromatsu para después cargarlo cual princesa hasta su habitación.

Lo recostó con mucho cuidado en su lugar del futon, de lado porque estaba seguro de que el trasero podría dolerle después de todo aquello, el de verde no quería soltarle, estaba demasiado bien en sus brazos y tenía miedo de que todo aquello hubiese sido un sueño. El de rojo decidió que sólo por esta noche dejaría a Choromatsu abrazarle, no le importaba si los veían abrazados, después de todo así dormían de pequeños. Todos dormían plácidamente, sin percatarse de nada, perdidos en sus sueños.

Excepto una persona.

«Ahora entiendo porqué...», pensaba Todomatsu encogiéndose en su lado del futon por lo que le había pasado, el tener ganas de ir al baño y no poder ir sin miedo por no encontrar a su hermano en su lugar del futon se le hizo algo extraño, tomó su celular con cuidado y encendió la linterna para ir y antes de intentar abrir la puerta, escuchó gemidos provenientes del primer y tercer hijo.

Ahora entendía porqué Karamatsu había tonteado con él de ese manera, ahora entendía los besos y las ligeras caricias que había recibido ese día.

Pobre Choromatsu.

Sentía más pena por el de ojos verdes que por sí mismo, él era menos susceptible a esas cosas y estaba seguro de que lo que tenía con Karamatsu no duraría mucho.

¿Cómo se lo tomaría su tercer hermano?

Cerró los ojos intentando dormir un poco por lo menos, aún con los sonidos de evidencia que tenía en su mente.

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Después de 84 años actualizo, Yay! *aplausos (?)*
Ahre, no xD
Perdonen la tardanza u.u este capítulo lo dejé de escribir un tiempo porque tuve un problema, mi madre descubrió el archivo de esta historia en mi computadora y me obligó a borrarlo ene ella es homofóbica y el que escriba estas cosas le enoja demasiado, perdí el progreso y para evitarme problemas con ella deje de escribirlo un tiempo, pero ya regresé xDD
Sé que Totty es el que se entera de todo, pero es porque él será elemento importante en el último capítulo que tal vez sea el siguiente (depende de la extensión y así :v)
¡Espero que les guste este capítulo porque a mí no! (?) Es que pobre Chorizo ;n; pero jueno, ¡gracias por los votos y comentarios!

-Izzy ✨

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