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🎄Two

El reloj marcaba la 1 de la madrugada, Yoongi se removió en el sofá debido al frío que sentía, despertando ligeramente.
Pensó en volver a dormir, pues apenas llevaba una hora de sueño, y estaba bastante cansado como para hacer algo más.

Sin embargo, poco después de reacomodarse, sintió una brisa helada pegar en su cabello y rostro, junto con un par de toques en su hombro. Evidentemente, se asustó, pues sabía que Jimin no estaba en el departamento, y no había escuchado que nadie entrara. Se alteró tanto, que incluso cayó del sofá al darse la vuelta para intentar ver quién o qué lo había tocado.

Aunque, su verdadero miedo apareció cuando sólo logró ver una enorme luz dorada frente a él, flotando a medio metro del suelo.

—Que carajos...—susurró totalmente atónito, bajando la mirada por lo cegadora que resultaba aquella iluminación.

No se levantó del piso, ni tampoco pudo hacer nada más, pues aquella luz rápidamente comenzó a cambiar de forma; primero haciéndose larga y ancha; luego, se formó una especie de silueta masculina; y por último, frente a los ojos de un peli negro asustado, se materializó un chico, flotando en el aire.

Su vestimenta era blanca, con detalles en dorado, cabello rubio, algo ondulado, piel ligeramente bronceada, ojos azules brillantes y una divertida sonrisa en forma de corazón; además de estar rodeado por un aura dorada. Pero, aunque su apariencia pretendía emanar confianza y dulzura, Yoongi pegó un grito casi agudo al ver a aquella persona intrusa.

—¿¡Quién demonios eres!?, ¡largo de mi casa!—gritó, retrocediendo con ayuda de sus piernas. Ni siquiera le importó estarse arrastrando por el suelo.

—Ay, pero que vocabulario tan feo.—el chico rubio soltó una risa breve—Tranquilo, no vengo a hacerte daño, prometido.

—¡Pregunté quién eres!—Yoongi pensó en ese momento que estaba soñando, porque aquella escena no podía ser verdad.

—Cierto, que descortés soy.—se acercó más al peli negro, mostrando una sonrisa amistosa—Soy Hoseok, el espíritu de las navidades pasadas, tú eres Min Yoongi ¿verdad?, dime por favor que no me equivoqué otra vez...

Pero, mientras el rubio hacía muecas preocupadas y bastante tiernas, Min todavía no podía salir del shock, mucho menos ahora. ¿Quién estaría tranquilo al hablar con un espíritu?, es decir, un fantasma estaba en su departamento, justo frente a su nariz, ¿cómo se suponía que debía reaccionar?

—S-sí... Soy yo...—respondió en un casi susurro—¿E-espíritu dijiste?...

—Gracias al cielo, sí es aquí...—Hoseok suspiró aliviado, antes de responder a la pregunta obvia de Yoongi—¡Exacto!, me enviaron aquí porque, al parecer, tienes un enorme problema relacionado con la Navidad, ¿o me equivoco?

—No, el problema no está "relacionado", el maldito problema es la Navidad, así de sencillo.—bufó Yoongi, tragándose el miedo y poniéndose de pie.

—Ay vamos, nadie puede odiar tanto una fecha así, ¿eres el Grinch?—el rubio soltó una risa.

—Quizá lo soy, ¿y qué?, tengo razones de sobra.—desvió la mirada—Toda la vida, me han pasado cosas desastrosas y horribles justo en éstas épocas del año, diciembre tiene una maldición para mi.

—No no no, es el mes más bonito del año, no trae maldiciones para nadie, ni siquiera para el amargado número uno.—Hoseok sonrió divertido, Yoongi sólo bufó por el apodo—Así que, sin más excusas, ¡nos vamos!

—¿A dónde?, ¿quién te dijo que yo quería ir contigo?—dio un par de pasos atrás, negando con las manos y cabeza.

—Ya te dije, me enviaron para llevarte a la fecha en donde todo tu problema empezó, y no me pidieron que te preguntara tu opinión al respecto.—explicó el rubio, manteniendo su sonrisa.

—Eso es grosero.—bufó Yoongi.

—Tú pareces grosero, y no por eso el plan cambia, vámonos.—con una pequeña risa, tomó la mano contraria sin esperar más reclamos.

—Hey, no, no iré contigo.—intentó detener sus acciones, pero Hoseok tenía mucha más fuerza de la que aparentaba—No tengo ningún problema que a ti te incumba, ¡suéltame!

—¡Nos vamos de viaje!, te recomiendo dejar de quejarte y mejor poner fuerza en tu agarre.—el rubio lo miró de reojo, mientras aparecía de la nada una especie de varita.

Hoseok extendió una mano al frente, y ésta comenzó a rodearse de pequeños brillos y destellos dorados. En cuestión de segundos, él estaba sujetando una varita plateada, con una bola de luz en la punta.
Sin embargo, eso no fue lo que más sorprendió a Yoongi, si no lo que pasó después.

Con aquel objeto, el rubio dibujó varios círculos en el aire, hasta que frente a ellos apareció una clase de túnel o portal dorado, el cual iluminó bastante la sala y liberó muchos brillos como si fueran diamantina.
Evidentemente, no era algo común de ver, y su naturaleza extraña sólo logró asustar nuevamente a Yoongi.

Pero, él no pudo escapar de la situación, pues Hoseok lo jaló hacia dicho túnel, haciendo que Min comenzara a levitar a su misma altura para poder cruzar juntos. Ambos entraron al agujero luminoso —entre risas divertidas del espíritu, y gritos algo ruidosos del peli negro— desapareciendo ellos y el portal del lugar en segundos.

En un abrir y cerrar de ojos, estaban flotando en un espacio sin forma, color dorado como oro, y con muchas cosas chispeantes alrededor.

—No creo que debamos ir a mi pasado... No es un lugar bueno ¿sabes?—habló Yoongi un par de instantes después.

—¡Pero necesitamos ir!, además, me emociona mucho ver tus primeros años.—sonrió Hoseok—Verás, no sabía si decírtelo... ¡Pero soy un gran admirador tuyo!, tu música, la interpretación, los espectáculos, ¡en especial los navideños!, son tan hermosos.

Yoongi solamente arqueó una ceja confundido, una cosa más sumada a la lista de rarezas, y ser admirado por un espíritu ni siquiera entraba en el top 3.

—Ah... Lo siento, ¿es extraño que sea fanático tuyo?—el rubio respiró hondo después de su euforia.

—Bueno, esa no es la parte que me parece más extraña ahora.—suspiró, dándose cuenta que aunque reclamara, no saldría de ese loco sueño.

Porque sí, hasta ese momento, Min todavía pensaba que podría estar soñando, nada más. Pero aún así, no le gustaba el destino a donde iba la situación, pues recordaba muy bien el momento donde el problema de su vida había cobrado mayor fuerza, y no deseaba revivirlo. Sería una pesadilla, pero Hoseok solamente quería seguir su misión y pasar tiempo de calidad con uno de sus músicos preferidos.

No hablaron durante el resto del trayecto, un silencio algo raro los rodeó por al menos un minuto.
Al llegar a su destino, Yoongi casi cayó al suelo por la repentina desaparición del túnel, pero Hoseok logró sostenerlo del brazo antes de que ocurriera un accidente.

—¡Llegamos!, mis notas dicen que la fecha exacta es en la Navidad de...—el rubio miró a su alrededor, totalmente confundido por el ambiente que veía—Ay no, me equivoqué, debíamos haber llegado justo en Navidad...

—No, tu cálculo fue correcto.—Yoongi largó un suspiro.

—¿Correcto?, pero eso no puede ser, no hay ni una sola decoración, ni siquiera entra mucha luz, y...—se interrumpió él mismo, al darse cuenta de lo que pasaba—Vaya... Lo lamento...

Habían llegado a la Navidad del 2007, cuando Yoongi tenía apenas 12 años, y vivía en su ciudad natal, Daegu. Era una casa pequeña, silenciosa, con las ventanas cerradas y cubiertas por cortinas poco translúcidas; de paredes grises, muebles oscuros, y sin una mínima decoración de ningún tipo.
Ni siquiera parecía haber televisión ni nada que pudiera emitir ruido o entretener a alguien, simplemente, todo se veía encerrado y triste.

Frente a ellos, en una ventana, se encontraba un niño levantando la cortina apenas un poco, viendo primero detrás suyo antes de mirar el exterior. Aquel niño, por supuesto, era Yoongi.

—Mira, ahí estás.—sonrió levemente Hoseok, caminando hacia él pequeño peli negro—¡Desde siempre has sido una lindura!

—Gracias... Pero, ¿no deberíamos guardar silencio o algo así?, podrían darse cuenta de nosotros.—susurró Min algo confundido aún.

—Ay no, ni te preocupes, cuando viajamos a otras épocas, nadie puede vernos ni escucharnos.—respondió el rubio con una sonrisa.

—Menos mal...—Yoongi se acercó un poco al niño, sorprendido de verse con 14 años menos.

Por supuesto, recordó el porqué en aquel entonces había volteado hacia atrás antes de ver por la ventana, y es que por la puerta de esa sala estaba a punto de entrar la persona responsable de sus comportamientos actuales.
O bueno, quizá no responsable, pero sí era una causa importante de ellos.

—¡Yoongi!—gritó una voz masculina, bastante ronca, desde la puerta.

Ambos intrusos dieron un pequeño brinco por el susto, y vieron como un hombre alto entraba al lugar, luciendo más que molesto.
El niño Min cerró rápidamente la cortina, girando sobre sus talones con evidente preocupación, quedando frente a frente con él.

—¿Se puede saber qué haces?, deberías estar en tu habitación practicando.—el hombre se cruzó de brazos.

—Sólo veía por la ventana... Los Park ya adornaron su casa y...—el pequeño Yoongi tragó duro—Quería ir con ellos...

—Ja, ¿crees que me importa lo que tú quieras, o la decoración ridícula de los Park?, no.—bufó el contrario, haciendo que el niño bajara la mirada—Debes quedarte aquí, sabes que ensayar es lo más importante.

—Pero, papá, es Navidad... ¿No podríamos hacer una pequeña excepción por hoy?, Jimin dijo que estarían esperándome en su casa...—continuó el peli negro, con la voz cada vez más baja.

Sí, aquel hombre era el padre de Yoongi, el cual, sólo lo hacía ensayar y trabajar arduamente los 365 días del año, sin importar la festividad ni los reclamos de su hijo.
El señor Min nunca había podido ser el músico famoso que siempre soñó, pues carecía del talento necesario; sin embargo, cuando notó lo bueno que Yoongi era para la música, decidió que era su momento de brillar, usando al pequeño como su fuente de victoria.

Y, al no estar su madre presente, Yoongi quedó a su completo cuidado, y por supuesto, a su disposición total para ser obligado a aprender piano, violín y algo de guitarra, además de sus largas y tediosas lecciones de canto; todo eso, desde que tenía uso de razón.

Su padre no le permitía salir más que a la escuela, y un domingo al mes para que dejara de quejarse. Tampoco tenía permitido celebrar nada, pues decía que todas esas tonterías eran pura mercadotecnia que lo hacían perder el tiempo. Yoongi no era un chico amargado desde siempre, él de hecho amaba las festividades, en especial las navideñas. Pero, con tanta presión paterna que recibía, tuvo que aprender una cosa más.

A madurar rápido, y a creerse todo lo que el señor Min le decía. Sólo de ese modo lograría tener una vida más amena a su lado.

—Ese niño lo único que hace es meterte ideas, te he dicho que no quiero que estés con su familia, y aún así lo haces.—regañó su padre—No hay excepción, ni tienes permiso de ir allá, hoy tienes que ensayar piano, y no quiero escuchar nada más, ¿entendido?

—Sí papá...—Min bajó la mirada, mientras el Yoongi adulto sólo largó un suspiro pesado al recordar el sentimiento de impotencia que lo invadió en ese momento.

—Bien, ve a tu habitación, no quiero que salgas de ahí hasta que la cena esté lista.—y con eso, el señor Min salió del lugar.

El pequeño peli negro caminó hasta su cuarto, entre cerrando la puerta; no dijo nada más ni reclamó, pues él nunca había tenido el valor necesario para confrontar a su padre.
Y mientras comenzaba a tocar su piano con evidente desánimo, Yoongi y Hoseok se mantenían junto a él, mirándolo.

—Ésto es genial, verte en tus inicios es fantástico.—expresó el rubio, disminuyendo su sonrisa al instante—Claro, quitando el hecho de la discusión...

—No te preocupes, él sólo estaba haciendo su trabajo como padre, lo entendí más tarde.—Yoongi rodó los ojos.

Aunque, por más que quisiera negarlo, todo lo que había sucedido en esa casa lo había herido mucho, tanto, que a la fecha aún no podía quitarse aquellas cargas de encima. Su padre no hacía "su trabajo", solamente se aprovechaba de un talento y una vida que no eran suyos.

Después de unos minutos de ver a Min tocar, el pequeño se detuvo, formando una mueca pensativa; era lógico que tramaba algo.
Y ante la duda de Hoseok "¿porqué te detuviste?", Yoongi sólo respondió un "ya lo verás".

El niño salió de su habitación, caminando por el pasillo principal hacia el cuarto de su padre; abrió muy poco la puerta, y al asomar su carita, pudo ver que él ya estaba más que dormido. Así que, decidido a cumplir con la invitación de los Park, Yoongi escapó por la ventana de la sala, la cual daba directamente al patio principal.

Algo importante —que la pareja mencionaba de vez en cuando— era que ambos se conocían desde los 10 años. Se hicieron amigos cuando Jimin se mudó desde Busán a enfrente de los Min, y desde entonces, habían sido prácticamente inseparables.
Yoongi solía pasar las festividades con la familia Park, pues de una u otra forma lograba convencer a su padre para dejarlo salir; o en otras ocasiones, escapaba.

Y le gustaban especialmente las fechas decembrinas, pues junto a su mejor amigo Jimin, presentaban una canción frente a su familia. Eran muy buenos juntos, y a todos les provocaba felicidad ver a los dos niños divirtiéndose.

Queda más que claro cual familia apoyó su relación cuando ésta salió a la luz. El señor Min se negó por mucho tiempo, hasta que Yoongi decidió que se mudaría a la capital junto a su novio; ésto no cambió la negación de su padre, pero al menos no tuvo que volverlo a ver.
Y los Park, desde siempre, les dieron su comprensión y apoyo, pues era lógico que algo así pasaría.

En fin, el pequeño Min cayó de pie al patio, y en cuanto estuvo libre de esas cuatro paredes controladoras, echó a correr lo más rápido que pudo, llegando a la puerta de Jimin en unos cuantos instantes.
Tocó inmediatamente, mientras los dos adultos invisibles cruzaban la puerta con facilidad, porque claro, podían atravesar todas las cosas.

—¡Yoonie!, me alegra que vinieras.—salió un niño rubio, de mejillas abultadas, y con un par de centímetros de estatura menos que el peli negro.

—Sabes que no me pierdo la Navidad aquí.—sonrió Yoongi, abrazando al contrario.

Y claro, la escena derritió de ternura a Hoseok; Min sólo se dedicó a sonreír, pues recordaba a la perfección la carita de su novio cuando eran niños, y sobre todo, se acordaba de que en ese momento, ya ocultaba sus sentimientos amorosos por él.

—Pero, ¿tu novio no tenía el cabello rosa?, no entiendo porque aquí lo tiene amarillo.—Hoseok frunció el ceño, confundido.

—Jimin es rubio de nacimiento, ¿enserio creíste que el rosa algodón de azúcar era su color natural?, existe el tinte.—bufó Yoongi por la pregunta tonta.

A partir de ahí, todo el ambiente se volvió cálido y dulce, pues los Park eran personas muy cariñosas.
Cada integrante de la familia saludó a Yoongi como si fuera uno de ellos; la señora Park le dio a probar un poco de ensalada de manzana, la favorita de Min, y la cual hacían especialmente para él; e incluso Jimin le reveló que habían muchos regalos bajo el árbol que tenían su nombre, aunque Min se sintió apenado por eso último, ya que no había tenido oportunidad de llevar ningún obsequio para nadie.

Yoongi era muy querido desde siempre por ellos, motivo por el cual, aquella gran casa llena de luz era su lugar favorito del mundo.

Más tarde, ambos niños desaparecieron por unos minutos, mientras el resto de la familia se acomodaba en los sofás de la sala, frente a la chimenea encendida.
Era hora del espectáculo de Navidad más esperado por todos, y ahora, incluso Yoongi adulto se sentía emocionado internamente por revivir aquel bonito momento.

Hasta ese día, Yoongi y Jimin pasaban el año entero preparando la canción, incluyendo la música, letra y vestuarios. Jimin no tomaba ninguna clase de canto ni costura, pero aún así, se esforzaba para hacer adornos para los trajes —ya comprados, por supuesto—, y ensayaba cada que podía para no desafinar.
Ésto, mientras Yoongi tomaba varias lecciones de canto para practicar la canción que habían elegido, saltándose las órdenes de su padre de solamente ensayar lo correspondiente a sus clases.

Además, el peli negro también le enseñaba piano al hermano mayor de Jimin, para que él les ayudara a tocar la melodía. Se lo tomaban muy enserio, pues era algo especial que ambos compartían.

—Y ahora les presentamos...—comenzó Yoongi, cuando ambos estuvieron listos, de pie frente a todos.

—De Park Jimin y Min Yoongi...—siguió Jimin, tomando la mano de su compañero.

—¡La mejor obra navideña de la historia!—gritaron al unísono, recibiendo aplausos de la familia.

El piano comenzó a ser tocado, ellos empezaron a hacer un pequeño baile —constando de pasos básicos de lado a lado—, y juntos, iniciaron su canto armónico.
"We wish you a merry Christmas" fue la canción elegida del año, y con todo el esfuerzo impuesto en la presentación, salió perfecta. Ambos se veían muy lindos, la melodía fue excelentemente interpretada por el mayor de los Park, y sus voces formaron una tierna armonía.

—Y dijiste que no habías traído regalos para nadie, ¡mentira!—soltó Hoseok emocionado, cuando la presentación acabó.

—¿Qué quieres decir?, enserio no traje nada.—Yoongi lo miró confundido.

—¡Tu talento y presencia!, los hiciste muy felices con sólo estar aquí con ellos, cantando y celebrando.—el rubio extendió sus manos al frente, señalando con eso la escena.

Todos aplaudían, abrazaban a los pequeños, y agradecían por otro espectáculo increíble; ambos niños se veían demasiado contentos por ello.

—Buen punto... Jamás lo ví de ese modo...—suspiró Yoongi, con una leve sonrisa.

Sin embargo, el ambiente cambió casi al instante, pues la puerta fue golpeada con fuerza desde afuera; la señora Park fue para abrirla, mientras el pequeño peli negro intentaba encontrar un escondite detrás de los adultos, sabiendo bien quien era el desesperado que estaba a punto de tumbar el obstáculo de madera.

—Vámonos, ahora.—pidió Min a Hoseok, recordando que lo siguiente, no sería nada lindo de ver.

—¿Porqué?, nos estamos divirtiendo.—sonrió el rubio.

La mujer abrió, y en ese instante, el señor Min entró sin esperar invitación, con un semblante sumamente intimidante y molesto. Gritó un par de veces "¿¡dónde está Yoongi!?", y de inmediato, todos los presentes intentaron ponerse frente al niño, a manera de protección, pues su padre parecía no estar dentro de sus casillas en ese momento.

—Dije que nos vayamos, ahora Hoseok.—volvió a decir Yoongi, ésta vez algo asustado, casi suplicando que se fueran.

Y antes de ver lo demás, el espíritu hizo caso, abriendo rápidamente el portal de regreso al departamento de Yoongi.
Hoseok no era conocido por dejar de sonreír, pero en cuanto ambos estuvieron sentados en el sofá del chico, no pudo hacer más que mostrarle una expresión triste; él realmente no sabía lo que pasaría en el viaje, y ahora se sentía mal por no haber pedido más información de aquella lejana fecha antes de ir por Min.

—Lo lamento... Debimos irnos cuando lo pediste, en verdad no tenía idea de nada...—soltó Hoseok después de suspirar.

—Mi padre arruinó toda la fiesta... Se quedó ahí gritando por al menos dos horas, insultándome a mi, a Jimin, a los Park... Fue horrible.—explicó Yoongi con la mirada baja—Esa fue la última vez que estuve en la casa de mi novio, desde entonces él jamás me dejó solo ni por un segundo, para evitar que volviera a huir...

—¿Y cómo fue que seguiste viendo a Jimin después?...—preguntó el rubio por curiosidad.

—Él estaba conmigo en la escuela, y por las noches, exactamente a las ocho, iba a verme por la ventana de mi sala...—sonrió con tristeza—Mi padre lo corrió mil veces, y aún así él continuó buscándome...

Jimin fue persistente en ver a Yoongi, sin importar cuantos gritos recibiera por parte del señor Min.
Así fue durante muchos años, hasta que, cuando ambos tuvieron la mayoría de edad, decidieron formalizar su noviazgo e irse de Daegu; los Park les dieron algo de dinero para su mudanza y estudios posteriores, mientras que el padre de Yoongi ni siquiera se despidió de su hijo cuando notó que su decisión no cambiaría.

Pero, aunque el peli negro no volvió a tener cerca a su progenitor, las marcas que dejó en él nunca pudieron borrarse del todo; por eso Yoongi no sólo odiaba la Navidad, y todo diciembre, si no cualquier festividad grande, y sobre todo, detestaba tener errores y que los demás se los recalcaran; digamos que tenía un trauma social por culpa de su padre, cosa que lo había llevado a discutir mil veces con Jimin.

—Lamento que hayas tenido que pasar por eso...—Hoseok intentó poner su mano sobre la contraria, recibiendo un movimiento brusco por parte de Yoongi para cortar el contacto.

—No importa, es algo estúpido seguir pensando en el pasado, de todos modos, ya está hecho.—bufó Min—Sí, mi padre fue pésimo, pero al menos me instruyó bien para ser un artista de calidad, y eso es lo único que me interesa.

—¿Aún no ves el error?, Yoongi, tu padre...—Hoseok fue interrumpido de inmediato.

—Ya silencio, no quiero seguir escuchando más cosas, mucho menos de alguien que no es real.—se extendió en el sofá, volviendo a acostarse, y haciendo que Hoseok se quitara de ahí—Ve a hacer algo más importante, no quiero verte aquí cuando abra los ojos.

Se giró y cerró los ojos, dándole la espalda al rubio; éste, sin decir nada más, desapareció rápidamente con un aura decaída.
Yoongi volvió a mirar detrás suyo, y al notar que el espíritu ya no estaba, soltó un suspiro pesado.

—¿Lo ves?, fue un sueño, no tiene que importarme.—y así, regresó a su posición inicial, con la intención de dormir una vez más.

Eran las 3 de la mañana, Yoongi llevaba alrededor de una hora y media dormido.
Todo estaba silencioso como de costumbre, hasta que una estruendosa música navideña comenzó a sonar justo detrás de él.

Reaccionó por completo en unos segundos, y cuando giró su vista, casi gritó nuevamente por la imagen; ésta vez había campanas, trompetas, algunos tambores y violines flotando por toda la sala, entre chispas verdes y líneas brillantes que parecían dibujar espirales en el aire.

En medio de todo el espectáculo, estaba un chico, dando vueltas en un mismo lugar —obviamente, flotando—, tarareando y moviendo las manos alegremente.
Tenía cabello rojo como un bastón de caramelo, ropa verde llena de pequeñas decoraciones —como campanas, galletas de jengibre, dulces, etc—, piel clara y ojos verdes esmeralda, además de estar rodeado por un aura del mismo tono.

Un nuevo espíritu había llegado al departamento, y éste parecía ser aún más festivo que el anterior.

—¡Con un carajo, dejen de aparecer así!—gritó Yoongi, sentándose en el sofá.

—¡No seas amargado, ven a bailar conmigo!—respondió animado el espíritu, jalando por las manos al peli negro.

Lo hizo dar varias vueltas junto con él, perdiendo el ritmo con la música; y no se detuvo hasta que vio lo mareado que se encontraba Yoongi.

—¿Quién... Demonios eres?...—preguntó el pálido cuando por fin paró de girar.

—Número uno, que fea palabra.—soltó una breve risa, antes de hacer una reverencia—Número dos, soy el espíritu de las navidades presentes, Jungkook.—sonrió.

—Ah... Sí, tu amigo dorado te envió porque lo hice enojar, ¿no?—bufó Yoongi, aún sin tomar enserio lo que pasaba.

—No, de hecho me enviaron desde los mandos altos, para ayudarte con tus problemas que sigues sin entender.—dijo divertido—Pero sí, Hoseok mencionó que le cae mejor el Yoongi chiquito.

—Pues lo siento por madurar.—rodó los ojos—Y ni creas que dejaré que me vuelvan a llevar a donde no quiero, suficiente tuve hace un rato, y lo único que deseo ahora es dormir, ¿entiendes?

—Sí ajá, entiendo, pero ahora, te pido que tú comprendas que no tienes opción más que venir conmigo, ¿si?—Jungkook sonrió, entrelazando su brazo derecho con el izquierdo de Yoongi, sin pedir permiso.

—Es increíble... Escucha, puedo resolver mis problemas yo solo, no necesito que todo un circo de brillos venga a mi departamento.—el peli negro intentó soltarse, pero otra vez, fue un esfuerzo sin éxito.

—Mmm, no, no puedes resolverlos, por eso estamos aquí.—Jungkook apareció en su mano una varita plateada, con una bola de luz verde en la punta—Aclarado el asunto, ¡nos vamos!















En fin, ésto tendrá una parte más, porque no quise alargarme mucho aquí.
Cualquier error será corregido cuando pueda revisar el escrito con detenimiento, mientras, disfrútenlo así.

Los amo💚

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