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o1. welcome back, amelie

⌨︎ ֺ ָ ֙⋆ ☕️ 𖥻 ִ








Stars Hollow había cambiado muy poco en los últimos meses, y Amelie lo sabía. Las mismas casas de los mismos colores, los mismos árboles adornados con luces brillantes y el sonido inconfundible del café de Luke al abrir su puerta.

Cuando el motor de su coche se apagó frente al Luke's Diner, el sentimiento de nostalgia la golpeó como una ola fría. El pueblo donde había pasado su juventud, donde había dejado atrás recuerdos que ahora parecían tanto un refugio como una prisión.

Amelie se miró brevemente en el espejo retrovisor antes de salir del coche. Se ajustó el cardigan, respiró hondo y caminó hacia la entrada del lugar, esperando que sus nervios no la traicionaran.

El pequeño timbre sobre la puerta sonó cuando entró. Los ojos de Luke, siempre tan atentos a los detalles, la miraron rápidamente, pero no se detuvieron. Simplemente asintió, como si una profesora de literatura regresando a enseñar en Chilton fuera algo completamente normal.

—Hola, Lukie  —dijo Amelie con una sonrisa divertida.

Luke rodó los ojos con molestia mientras seguía sirviendo café. La señora Kim, que estaba sentada en una mesa en la esquina, levantó la vista, pero no dijo nada.

—Tanto tiempo, rubia —murmuró el hombre con una sonrisa que si no hubiera estado tan cerca, ni siquiera la notaría.

—No te vas a librar de mi tan pronto — alzo ambas cejas, Luke soltó un bufido.

—Que sorpresa. Toma asiento en donde quieras, en un momento voy, — la rubia asintió riendo, notando que el humor de aquel hombre seguía siendo el mismo.

Amelie no estaba buscando reconocimiento, solo un poco de paz antes de enfrentarse a lo inevitable. Se sentó en una mesa junto a la ventana, buscando la calma mientras observaba el ir y venir de los habitantes del pueblo. Alguien pidió un café extra fuerte, un par de niños corrieron hacia la tienda de empanadas, y de pronto, ella la vio. Lorelai Gilmore, con su típica energía, riendo de algo que acababa de decirle a Rory.

Sintió como si el tiempo se hubiera detenido un instante. Los meses que habían pasado desde su última conversación parecían evaporarse en el aire, pero el vacío entre ellas seguía intacto.

Lorelai, sin embargo, ni siquiera la miró. Estaba demasiado ocupada con su mundo, su risa estridente llenando el espacio, y cuando cruzó la mirada con la de Amelie, no pareció reconocerla. No era la misma Lorelai que Amelie había conocido en sus días en Stars Hollow, pero algo en su actitud frágil y fuerte al mismo tiempo la hacía más familiar que nunca.

Amelie tragó saliva, apartando la vista de Lorelai y eligiendo ignorar la punzada en su pecho. El silencio en el lugar se hacía pesado.

—¿Que vas a pedir? —preguntó Luke, interrumpiendo sus pensamientos.

Amelie levantó la vista y vio que él la observaba con una expresión de curiosidad.

—Solo un café, por favor —respondió ella, tratando de mantener la voz firme.

—¿Solo café? Has cambio, la ultima vez pediste un te chai con leche de almendras, caramelo y crema batida — soltó con sarcasmo.

—Y tu no tenias nada de eso, — completó con una sonrisa divertida.

—Mis disculpas. No estamos acostumbrados a la extravagancia.

—Por favor, la señora Paty no piensa lo mismo — hablo con diversión — este lugar sigue siendo el mismo — murmuró, observando con cautela por la ventana.

—El tiempo nunca avanza por aquí — asintió, garabateando en su viejo cuaderno — Ophelia suele venir todas las tardes.

Amelie lo miró curiosa, eran aproximadamente treinta minutos desde Hartford hasta el pequeño pueblo, sabia que su hermana menor no conducía y que sus padres nunca la llevarían a un lugar así.

—¿Sola? — preguntó después de unos segundos, Luke asintió nuevamente — supongo que tu café en muy bueno, entonces.

Intentó bromear.

—Se sienta en la mesa de la esquina, — señalo con su lapicero el lugar — y pide una rebanada de pastel de fresa.

La rubia sintió que su estómago caía, era lo mismo que pedían cuando visitaban la cafetería juntas. Nunca había pensando en lo que Ophelia sintió cuando se fue, sabia que no estaba sola pero sus padres no eran los mejores cuando se trataba de hacer compañía.

Luke se dio la vuelta para ir por su pedido debido al silencio que se instaló entre ambos.

Después de un rato, Amelie se levantó y salió del lugar. Necesitaba caminar, despejarse. Hacía tanto que no estaba en el pueblo. Quería que el encuentro con Lorelai no la dejara tan descolocada, o que el reencuentro con su familia no atormentara sus sentimientos.

El sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo con tonos naranjas y rosados. Amelie caminó hasta la plaza central, donde algunos niños jugaban a la pelota y las tiendas de siempre ofrecían productos hechos a mano. El sonido de las risas y las voces le dieron una sensación de familiaridad, aunque una parte de ella seguía distante. Había algo que la mantenía separada de este lugar que una vez consideró su hogar.

A lo lejos vio a Taylor gritando algo sin sentido a Kirk, soltó una suave risa.






















Amelie Bishop había pasado años alejándose de Hartford. Había dejado atrás las interminables cenas familiares, las charlas sobre su "futuro prometedor" en la abogacía y las miradas desaprobadoras de sus padres, que jamás aceptaron que su pasión por los libros pudiera ser una carrera de verdad. Pero ahora, a los 30 años, la vida tenía una forma curiosa de devolverla a sus raíces.

"Trabajo en lo que amo", se decía Amelie mientras conducía por la carretera que la llevaba nuevamente a la ciudad donde todo comenzó. Una ironía. Había logrado hacerse un nombre como editora literaria en Nueva York, y ahora debía regresar para una reunión importante con el rector de Chilton. Pero lo primero en la lista era lo que había estado evitando durante años: la casa de sus padres.

La mansión de los Bishop en Hartford no había cambiado mucho. Todavía tenía esa sensación de estar atrapada en otro tiempo, de una vida que había sido planificada hasta el último detalle. Al detenerse frente al enorme portón de hierro, Amelie dejó escapar un suspiro profundo. Había olvidado cómo esa casa podía hacerla sentir pequeña, como si su existencia fuera algo insignificante en comparación con las altas expectativas que sus padres tenían de ella.

—Amelie, qué sorpresa verte —,dijo la voz de su madre,, mientras la recibía con una sonrisa distante en la puerta.

—Hola, mamá —, contestó Amelie, intentando sonar casual, aunque el nudo en su garganta le hacía difícil sostener la mirada.

— ¿Así que volvés a Hartford? No me lo puedo creer. ¿Cómo te va en Nueva York? —, preguntó su padre,, desde la sala.

A diferencia de su madre, su tono sonaba más neutral, como si tratara de ocultar su desinterés detrás de la educación.

—Bien. He estado trabajando mucho, aunque... — Amelie hizo una pausa. — no me quedaré en Hartford, buscaré un lugar en Stars Hollow...

Antes de que pudiera continuar, una figura apareció en el umbral de la cocina.

— ¿Lia? ¡No me digas que eres tú! —, exclamó una voz familiar, que hizo que Amelie se girara de inmediato.

Su hermana menor, Ophelia, apareció con una taza de café en las manos, con esa actitud desenfadada que siempre la había caracterizado. A diferencia de Amelie, Ophelia había elegido un camino completamente diferente. Abogada corporativa, con una sonrisa siempre lista para una sonrisa encantadora, siempre había sido la hija perfecta en los ojos de sus padres.

Amelie apenas pudo evitar una sonrisa.

—Ophelia, no sabía que te iba a encontrar aquí —, dijo, mientras caminaba hacia ella para darle un abrazo.

—Claro que sí lo sabías. Aunque yo me acabo de enterar esta mañana, cuando mamá me llamó para decirme que ibas a pasar por aquí — , respondió Ophelia con una ligera sonrisa pícara.

— ¡Bien! ¿Y qué tal te va en Chilton, eh? —, preguntó Amelie, notando cómo la conversación rápidamente se desvió hacia un territorio más cómodo.

— Como siempre. Nada interesante. Y si estamos hablando de trabajo, tú... ¿realmente sigues con eso de los libros? —, preguntó, dejando escapar una pequeña risa.

Había algo en su tono que Amelie no pudo ignorar. ¿Era ironía o algo más? Tal vez esa eterna competencia que había entre ellas nunca había desaparecido del todo.

—Sí, sigo con eso. No como tú, que has decidido pasarte la vida en tribunales y contratos. Aún me gustan los libros — , respondió, sin ocultar una pizca de sarcasmo, pero intentando no entrar en una discusión.

La tensión se hizo palpable por un momento, hasta que fue interrumpida por la voz de su madre, que les pidió que se sentaran a la mesa.

Mientras Amelie tomaba asiento entre su familia, una parte de ella sabía que no importaba cuántos años pasaran. Siempre sería la hija que eligió el camino menos convencional, la que había decidido seguir su pasión en lugar de seguir el camino tradicional y seguro. Los Bishop nunca entendieron su amor por la literatura, y aunque Amelie había hecho su vida en Nueva York, en el fondo sabía que su regreso a Hartford no sería solo por trabajo.

Después de la ligera tensión inicial, la conversación entre Amelie y Ophelia comenzó a relajarse. La atmósfera en la mesa, aunque aún un poco rígida, fue suavizada por el calor de las hermanas.

Ophelia, con su manera de ser abierta y despreocupada, comenzó a relatar anécdotas divertidas sobre sus amigos de clase, y Amelie no pudo evitar reírse de su exagerado entusiasmo por un caso que, aparentemente, involucraba una disputa por una marca de cereales. Ophelia siempre había tenido esa capacidad de hacer que cualquier historia sonara entretenida, incluso las más aburridas.

— ¿Te acuerdas de aquel verano cuando tratamos de abrir nuestra librería en la esquina de Main Street? Papá casi se desmaya cuando escuchó la idea —, dijo Amelie, con una sonrisa nostálgica, mirando a su hermana — Nos pareció el negocio más genial, ¿verdad?

Ophelia sonrió de vuelta, pero con una expresión que escondía un toque de melancolía.

—Sí, y nunca entendí por qué papá nos miró como si fuéramos un par de locas. Si tan solo hubiera dado su bendición... quizás hoy tendríamos algo increíble entre manos.

— ¿Crees que eso hubiera cambiado algo? —, preguntó Amelie, con una ceja levantada —Aunque hubiéramos logrado abrir la librería, ¿quién sabe si no estaríamos atrapadas aquí, con el mismo viejo conflicto?

Ophelia se quedó en silencio por un momento, mirando la taza de café en sus manos, como si las palabras le hubieran caído de golpe.

—No sé, Lia. Pero algo que siempre he admirado de ti es que nunca dudaste de lo que querías hacer, aunque ellos no lo entendieran.

Amelie se sintió extrañamente conmovida por sus palabras. A pesar de las diferencias que siempre habían existido entre ellas, las tensiones familiares nunca habían disminuido el amor que se profesaban. Las dos habían seguido caminos diferentes, pero nunca dejaron de apoyarse en silencio.

— Ophelia — dijo  suavemente,  — a veces siento que ellos... no se dan cuenta de lo que he logrado. Es como si todo lo que hago no fuera suficiente.

—Lo sé. Pero, tal vez, no lo entienden porque nunca vieron lo que hay detrás de tus decisiones —, respondió Ophelia, sus ojos reflejando un cariño sincero —Yo también he estado pensando mucho en eso. Pero quiero que sepas que, para mí, eres un ejemplo. Y espero que algún día ellos lo vean.

Las palabras de su hermana hicieron que Amelie se sintiera una mezcla de gratitud y tristeza. Por más que los años pasaran, algo dentro de ella seguía buscando la aceptación de sus padres. Pero Ophelia le había recordado algo importante: el amor entre ellas siempre había estado por encima de cualquier diferencia.

En ese momento, sus padres entraron en la sala. Vivienne, siempre elegante en su estilo, y Robert, con su seriedad habitual. Aunque sus presencias siempre llenaban la habitación de formalidad, Amelie notó algo diferente hoy: quizás, con el tiempo, había más de lo que se percibía a simple vista.

— Amelie —, comenzó su madre, con una sonrisa contenida,  —te hemos estado esperando. Quisiera que hablemos de tu regreso a Stars Hollow antes de que te vayas.

— Claro, mamá. Tengo tiempo. Solo quería... hablar un poco con Ophelia antes de irme —, respondió Amelie, mirando a su hermana, quien le devolvió una mirada cómplice.

Se hizo un silencio. Luego, su padre, rompió la quietud.

—Sabemos que elegiste tu camino, y aunque no lo aprobamos en su momento, no podemos ignorar que has tenido éxito. Pero hay algo que quiero que entiendas, Amelie — su voz sonó más suave de lo habitual — Tu madre y yo siempre pensamos que podrías haber logrado mucho más si hubieras seguido una carrera más... tradicional. Pero después de ver lo que has hecho, no podemos negar que tienes tu propio modo de hacer las cosas.

Amelie sintió una mezcla de alivio y escepticismo. Las palabras de su padre no eran una aprobación rotunda, pero definitivamente había un cambio en su tono. Vivienne, sin embargo, continuó:

—Siempre quise que tu futuro estuviera asegurado. Por eso no entendí tu decisión de seguir la literatura. Pero, al ver todo lo que has hecho, no puedo más que aceptar que tal vez fue lo correcto para ti.

Amelie estaba sorprendida. No se esperaba esas palabras de su madre. Quizá, solo quizá, sus padres comenzaban a comprender. Pero aún quedaba mucho por resolver.

— Gracias, mamá, papá —, dijo Amelie, tratando de no dejar que su voz temblara. — No sé si algún día vamos a estar completamente de acuerdo, pero lo que hago es importante para mí. Y eso es todo lo que puedo ofrecerles. Por ahora, creo que mi lugar no esta aquí.

— Nos alegra saber que estás segura de lo que haces", dijo Robert, con una pequeña sonrisa que parecía genuina. —Te apoyamos, a nuestra manera.

Antes de que la conversación pudiera continuar, Ophelia intervino con una risa suave.

—Parece que las cosas no están tan mal después de todo. Tal vez tengamos que hacer esto más seguido.

Amelie sonrió, sintiendo por primera vez que, aunque había tanto por sanar, las piezas comenzaban a encajar, al menos un poco.

—Lo intentaremos —, respondió, con un suspiro de alivio.

Finalmente, después de una cena que había empezado con tanta tensión, la familia Bishop había dado un pequeño paso hacia adelante. Había mucho por resolver, pero Amelie se dio cuenta de que a veces, los primeros pasos eran los más difíciles. Y al final, la que tenía que encontrar su camino era ella misma.

—Bueno, entonces, ¿qué tal si me acompañas a dar un paseo por Hartford antes de que te vayas? —, sugirió Ophelia, con una sonrisa juguetona. —Sé que Stars Hollow te espera, pero Hartford todavía tiene algo que ofrecer.

Amelie asintió, sintiendo el calor de su hermana a su lado.

Amelie y Ophelia decidieron salir a caminar por las calles, con la esperanza de que el aire fresco las ayudara a despejar la mente. Amelie sentía una mezcla de alivio y agotamiento. Había sido un día emocionalmente pesado, pero algo en la atmósfera entre ella y Ophelia había cambiado para bien.

—Vamos, te voy a mostrar un par de rincones de que aún no conoces —, dijo Ophelia, sonriendo de manera despreocupada mientras caminaban por las calles empedradas del centro de la ciudad.

— Siendo honesta, he estado tan enfocada en mi vida en Nueva York que... casi no reconozco nada de aquí —, confesó Amelie, mirando a su alrededor con una ligera nostalgia. —A veces me siento como una extraña en mi propia ciudad.

Ophelia la miró con una ceja levantada.

—¿En serio? Nunca imaginé que llegarías a decir algo así. Recuerdo cuando no podías esperar para irte a Nueva York. ¿Y ahora estás diciendo que es difícil volver?

Amelie suspiró.

—No es que me arrepienta de nada. He hecho exactamente lo que quería, y me siento bien con eso. Pero hay algo sobre este lugar... algo que siempre me hizo sentir atrapada. Quizás es la presión, o tal vez es que nunca pude encajar del todo. Aquí siempre fui 'la hija que eligió los libros' y nunca la que tomó decisiones prácticas, la que seguía la corriente.

Ophelia, quien había vivido una experiencia muy diferente al quedarse en Hartford y seguir el camino tradicional, entendió lo que su hermana quería decir, pero no podía evitar ofrecer una perspectiva diferente.

—Lo entiendo. Créeme, sé lo que es sentirte atrapada por las expectativas de los demás —, dijo, con un tono más serio del que usualmente usaba —Pero también tengo que decirte algo: tal vez, todo lo que hiciste, todo lo que aprendiste, te trajo aquí por una razón. Quiero decir, mira cómo te has convertido. Eres increíblemente exitosa, Amelie. Y no solo porque tienes un trabajo genial, sino porque seguiste lo que realmente querías, aunque nadie lo entendiera.

Amelie la miró sorprendida. No era común que Ophelia se expresara de esa manera tan abierta y sincera, pero las palabras de su hermana le llegaron directo al corazón.

— Lo sé, Ophelia —, dijo, su voz suavizándose. — Pero, ¿sabes qué? Todavía me cuesta aceptarlo. Todavía me siento como si tuviera que demostrarle a todo el mundo que lo que hice fue lo correcto. Incluso a mamá y papá, que ahora finalmente empiezan a entenderlo, pero a su manera. Siento que nunca va a ser suficiente para ellos.

Ophelia la observó con una mirada compasiva.

—Lia, ¿tú te das cuenta de lo que estás diciendo? Todo lo que has logrado, todo lo que has luchado por conseguir... no lo has hecho para ellos. Lo hiciste para ti. Y si a ellos les toma tiempo entenderlo, bueno... será su problema. No el tuyo.

Las palabras de Ophelia calaron hondo en Amelie, como si hubiera estado esperando escucharlas durante años. Era cierto. Había pasado tanto tiempo intentando encajar en las expectativas ajenas que se había olvidado de lo que realmente quería: vivir de acuerdo con sus propios principios y pasiones. Por un momento, se sintió más ligera, como si un peso invisible se hubiera levantado.

—Gracias, Opi —, dijo, tomando la mano de su hermana en un gesto de gratitud. —Realmente necesitaba escuchar eso ¿Desde cuándo eres tan sabia?

Ophelia sonrió, y por primera vez en mucho tiempo, Amelie pudo ver una verdadera conexión entre ellas. Siempre habían sido hermanas, pero en ese momento sentía que, de alguna manera, habían comenzado a entenderse mejor que nunca.

—Siempre lo eh sido. Estaré aquí para ti, Amelie —, dijo Ophelia, apretando su mano con cariño —Y aunque a veces me burle de tus libros y de tus ideas locas, sabes que te apoyo en todo. Siempre.

Amelie sonrió ampliamente.

—Lo sé. Y también te apoyo, Opi. Siempre. — apretó su mano — entonces dime, ¿tienes algún enamorado?

La conversación se desvió hacia temas más ligeros mientras caminaban por las calles de Hartford, explorando algunas de las tiendas locales y recordando viejos tiempos. A pesar de los años de distancia y las diferencias, algo estaba cambiando entre ellas: una sensación de comprensión mutua que no habían tenido antes.

Cuando se detuvieron frente a una pequeña librería, Amelie se inclinó para leer el letrero.

—¿Te acuerdas de la librería que queríamos abrir? — preguntó, sonriendo al recordar el sueño de su juventud.

— Claro que sí. ¿Quién podía olvidar la idea más descabellada de todas? — Ophelia respondió riendo. —Pero, pensándolo bien, a lo mejor no era tan mala idea. Tal vez si hubieras decidido quedarte aquí... tal vez...

—Tal vez. Pero no lo hice. Y no me arrepiento —, dijo Amelie, con firmeza.  — Tuve que salir para saber lo que quería. Y ahora, quiero volver. A Stars Hollow.

Ophelia asintió.

—Lo sé. Y, aunque me gustaría que no te fueras tan lejos, sé que es lo mejor para ti.

Amelie sonrió con gratitud.

—Gracias, Opi. Y gracias por estar siempre a mi lado, incluso cuando no entendías mis decisiones.

Las dos hermanas se quedaron allí, frente a la librería, la luz de la luna iluminando sus rostros. Aunque había mucho que todavía no comprendían del todo, algo en sus corazones se sentía más cercano. Tal vez el tiempo y las decisiones les habían separado, pero también las habían hecho más fuertes.

Finalmente, Amelie suspiró con alivio.

— Bien, vamos a casa. Mi cita con el destino me espera.

Ophelia rió, dándole un empujón suave.

—Vas a estar bien, lo sé. Pero prometo que si alguna vez decides volver a Hartford, yo estaré aquí para ser tu socia en la librería.

— Es una oferta tentadora — respondió Amelie, abrazando a su hermana antes de que se subieran al coche y se dirigieran hacia lo que fuera que les esperaba en el pequeño pueblo.























El camino de regreso hacia Stars Hollow fue más largo de lo que Amelie había anticipado. A medida que se acercaba al pueblo, las calles familiares le parecían diferentes, como si el paso del tiempo las hubiera transformado de alguna manera. Los árboles que bordeaban la carretera estaban cubiertos de hojas doradas, y el aire fresco de otoño le trajo una extraña sensación de paz, pero también de incertidumbre. Había tanto que había dejado atrás en este lugar, tanto que había cambiado.

Al llegar a las puertas del Dragonfly Inn, una parte de Amelie se sintió aliviada de estar finalmente de vuelta, pero otra parte no podía evitar sentirse nerviosa. ¿Qué la esperaba aquí, en el pequeño pueblo que la había visto crecer? ¿Y qué pasaría cuando se encontrara con Lorelai?

Tomó una profunda respiración antes de bajar del coche. El Dragonfly Inn se veía tan acogedor como siempre, pero al mismo tiempo, tan ajeno. Amelie no había estado aquí en meses, y aunque lo recordaba lleno de vida, las voces y risas de antaño parecían resonar solo en su mente.

Entró por la puerta principal, y el sonido de la campanita sobre la puerta la hizo sentirse como si estuviera volviendo a casa, de alguna manera. El vestíbulo estaba tal como lo recordaba, con muebles de madera rústica y una chimenea encendida en el fondo, creando una atmósfera cálida. Pero lo que más le llamó la atención fue el rostro familiar que apareció en la recepción.

Lorelai Gilmore.

El corazón de Amelie dio un vuelco. No la había visto en un tiempo, pero no podía olvidar esa sonrisa que siempre la había cautivado. Lorelai estaba detrás del mostrador, revisando unas cuentas, con una taza de café en la mano, como siempre, y su pelo castaño y rebelde caía en ondas suaves sobre sus hombros. Sus ojos se alzaron al escuchar el sonido de la campanita, y cuando sus miradas se encontraron, fue como si el tiempo se hubiera detenido.

Cuando la vio, se tensó brevemente, pero no dijo nada. Amelie sintió la misma vibración en el aire que había sentido en la cafetería. Había algo no resuelto entre ellas, algo que nunca se había dicho, y que de alguna manera las unía aún después de tanto tiempo.

—Amelie —, dijo Lorelai, casi sorprendida, como si su presencia fuera un recordatorio de algo que había quedado en el pasado. —¿Eres tú? No puedo creerlo.

Amelie sonrió, aunque con una sonrisa triste. Sabía que Lorelai no esperaba verla, pero eso no podía cambiar nada. Aún procesando el reencuentro, sonrió tímidamente.

—Sí, soy yo —, respondió, con una ligera risa nerviosa

Lorelai la miró por un momento, sus ojos oscilando entre la sorpresa y el reconocimiento. Por fin, su rostro se suavizó.

—Así que... estás de vuelta. —Lorelai no parecía molesta, pero tampoco completamente cómoda.

Amelie asintió.

—Sí, parece que los viejos fantasmas de Chilton no me han dejado ir. —El tono de su voz era ligero, pero ambas sabían que había algo más detrás de esas palabras — Regresé a Stars Hollow por trabajo... y, bueno, pensé que el Dragonfly podría ser un buen lugar donde quedarme.

Lorelai la miró, como si intentara leer sus pensamientos, y un destello de reconocimiento cruzó su rostro.

—¡Claro! Por supuesto, tenemos habitaciones disponibles —, dijo, con una sonrisa cálida pero un poco cautelosa. —¿Por cuánto tiempo estás pensando quedarte?

—Un par de dias, tal vez más, no estoy segura aún —, dijo Amelie, intentando sonar casual, aunque su voz traicionaba una pequeña vibración. Había tanto que decir, tantas emociones que se acumulaban en su pecho, pero algo la hacía sentir que debía mantener cierta distancia — Solo necesito un lugar tranquilo para poder trabajar mientras encuentro un apartamento.

Lorelai asintió, como si comprendiera, pero algo en su mirada mostraba que también sentía la misma mezcla de emoción y cautela. El silencio volvió a invadir la habitación. Ninguna de las dos sabía bien qué decir. Las palabras que no se dijeron hace años seguían flotando en el aire, entre ellas. ¿Qué quedaba de lo que compartieron? ¿Podían realmente volver a empezar?

Lorelai suspiró y se acercó un poco, tal vez buscando romper la tensión.

—¿Te gustaría ver la habitación? Es una de nuestras favoritas.

Amelie asintió, y Lorelai se levantó de su silla, dejándola ir primero. Mientras caminaban hacia las escaleras, Amelie no pudo evitar observarla, ver cómo cada movimiento de Lorelai parecía tan natural, tan familiar. Habían sido tan cercanas en su juventud, antes de que las cosas se complicaran. Pero ahora, en este reencuentro inesperado, Amelie no sabía si estaban en el mismo lugar, o si el tiempo y las circunstancias las habían distanciado de maneras que no podía comprender aún.

—Así que... ¿qué te trae por aquí? —, preguntó Lorelai mientras subían las escaleras. — No es como si Stars Hollow fuera el primer lugar al que iría una persona para 'trabajar', ya sabes.

Amelie sonrió, agradecida de que Lorelai tratara de aligerar la conversación.

—Creo que siempre me he sentido atraída por la idea de regresar a mis raíces, aunque nunca pensé que lo haría bajo estas circunstancias. Pero... bueno, el trabajo me trajo de vuelta.

— ¿Trabajo? ¿A qué te refieres? ¿Con lo de la literatura? —, preguntó, recordando perfectamente las pasiones de Amelie.

— Sí, sigo con eso —, respondió Amelie, sorprendida de lo fácil que era hablar con Lorelai después de tanto . — He estado trabajando como editora literaria. Ahora, me han pedido que sea la suplente de un profesor de literatura. Así que pensé que sería una buena oportunidad para regresar y ver cómo han cambiado las cosas.

—Una profesora literaria en Stars Hollow... interesante — , dijo Lorelai con una sonrisa irónica. — Seguro que Taylor está haciendo su propia versión creando algún evento, con un millón de reglas y planes. ¿Tienes todo bajo control?

Amelie rió, relajándose un poco.

—Oh, probablemente. Pero la verdad es que no vine solo por el trabajo. Creo que necesitaba este... regreso a casa. Volver a ver a las personas que importan. Y sí, eso incluye... a ti.

Lorelai se detuvo en seco en el pasillo, mirándola con una mezcla de sorpresa y algo que Amelie no supo identificar.

— A mí — , dijo Lorelai con suavidad, su tono cambiando sutilmente. —Vaya, no me esperaba escuchar eso.

Amelie se detuvo también, sintiendo la tensión en el aire.

—Lo sé. No sé si fue una buena idea regresar aquí... pero las cosas entre nosotras nunca terminaron de la manera correcta. Y quizás es el momento de poner las cartas sobre la mesa.

El silencio se instaló entre ellas, y por un momento, todo lo que podían escuchar era el crujir de las maderas bajo sus pies. Lorelai miró a Amelie por un largo momento, su expresión mezcla de cautela, melancolía y una pizca de nostalgia.

—Tal vez tienes razón. Tal vez nunca tuvimos la oportunidad de decirnos todo lo que teníamos que decir.

Finalmente, Lorelai rompió el silencio con una pequeña sonrisa, su tono volviendo a ser más ligero.

—De todos modos, la habitación está lista para ti. Y si decides quedarte... siempre tendrás un lugar aquí. No importa lo que pase entre nosotras.

Amelie asintió, sintiendo una mezcla de alivio y tristeza. El amor, o lo que había sido, parecía haberse transformado en algo distinto. Pero, por primera vez en mucho tiempo, sentía que podía empezar a resolver las piezas del rompecabezas que había dejado atrás.

—Gracias, Lori.

—¿Qué tal si tomas una habitación, te instalas y luego nos tomamos un café? Ya sabes, para ponernos al día.

Amelie la miró fijamente, buscando alguna señal de lo que realmente pensaba. Finalmente, aceptó con una pequeña sonrisa.

—Está bien. Pero no esperes que te perdone tan fácilmente.

Lorelai la miró, una chispa de diversión en sus ojos.

—¿Quién dijo que quiero que me perdones?

Ambas se miraron en silencio, como si todo el peso de los años se estuviera derritiendo lentamente entre ellas. Tal vez el pasado nunca podría borrarse, pero el presente tenía sus propios secretos por revelar.

Era hora de enfrentarse a lo que había dejado atrás. Y quizás, solo quizás, también era el momento de reconciliarse con su pasado y con las decisiones que había tomado. Sabía que era momento de seguir adelante, pero también de disfrutar esos momentos, porque a veces, lo que realmente importaba era el tiempo compartido.




























































it's me

primer cap 🥳

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