Sentía...soledad, un aislamiento recalcitrante. Lo último que recordaba era la arena y un dolor agudo, después simplemente, nada, era como si el suelo no fuera consistente bajo sus pies. A partir de ahí anduvo, se movió sin parar, hasta que una niebla lo engulló todo. 

Notó como se enroscaban los dedos de sus pies descalzos, lo primero que experimentó desde el comienzo de esto. Un río se extendió ante sus ojos, una superficie pequeña y flotante se vislumbraba en la orilla. Por supuesto, lo estaban esperando, a pesar de las señales tenía la esperanza de que se hubiera desmayado y fuera una pesadilla.

Un sonido lo distrajo, miró hacia abajo y se sorprendió, era Roma, su amada y maldecida ciudad apareció de la nada, se escuchaba música de instrumentos y las luces brindaban alegría a todos los habitantes, que bien parecían hormigas ¿Tanto tiempo estuvo vagando para que la celebración de Saturnalia estuviera en apogeo? Un suspiro se escapó de sus labios resecos, al menos todo parecía en paz, quizás el chico encontró su sitio...