5. Feeling the cold.
¡Hola mis bonitos lectores! Este capítulo le da pie a hablar un poco más a Eiji porque finalmente se acabó el drama entre estos dos y pueden amarse con calma, hay un par de referencias a GOL y al canon, pero nada nuevo que no haya salido en el fic, creo. Muchas gracias por leer.
¡Espero que les guste!
—¿Entonces...? —Aslan se pasea alrededor del apartamento, camina de un extremo del comedor al otro, sus pasos son firmes, lo suficiente para que las pantuflas rechinen (no puede usar sus converse fabulosas dentro, ya se lo han advertido)—. ¿Tienen algo que decirme?
—¡Lo sentimos, jefe! —La pandilla se halla arrodillada en una trémula hilera frente al sofá, Bones arroja un quejido lastimero apenas el lince se detiene a su lado, la sangre se le hiela, quiere proteger su otro colmillo por inercia pero eso solo revelará su debilidad, debe ser inteligente.
—¿Por qué lo lamentan? —Esos ojos felinos han creado una atmósfera densa y asfixiante en el lugar, la mañana ha despuntado nevada en Nueva York, las ventanas se encuentran adornadas con una capa iridiscente perlada, se ve el aliento de las avecillas en los árboles—. ¿Exactamente qué hicieron mal? —Hace calor en el hogar de Eiji debido a la calefacción, le agrada.
—Por haberte jugado una broma. —Kong es quien habla, llevan horas atrapados en esta discusión—. Lamentamos haberle hecho caso a Blanca y a Yut-Lung.
—Bien. —Les aplaude con sarcasmo—. Hacerle caso a una víbora venenosa encima de su atractivo y adorable jefe es bastante grave. —Alex se esfuerza por no soltar una risa ante semejante mentira, la única vez que ha contemplado dichosos atributos es tras ser domesticado por un conejito.
—¡Yue es genial! —Sing salta a la defensa de su amigo—. Tú fuiste quien desapareció un año. —El mocoso tiene pelotas, probablemente en algunos años se vuelva mucho más alto que Ash, debe detener ese presunto glow up de raíz—. No es su culpa que hayas vuelto con una identidad falsa.
—No te vi quejándote mientras eras el novio falso de Eiji.
—Alguien debía hacer el trabajo. —Sing encoge sus hombros, aunque también se encuentra de rodillas hay una altanería fastidiosa quemando en sus pupilas—. No me molestaba sacrificarme. —La sensación desagradable que ya ha identificado se le sube hasta la garganta, expandiéndosele por las venas en un toque tan destructivo como una llamarada, celos, son celos—. Lo haría otra vez.
—Tú no le temes a nada.
—Solo digo que Eiji y yo nos hicimos muy cercanos durante tu ausencia. —La pequeña mierda tiene una sonrisa de pura satisfacción pendiendo en las mejillas, casi puede imaginárselo consolando a su adoración la Navidad pasada, presionándole besos contra el cabello y frotándole la espalda.
—Controla a tu subordinado. —Espeta, dándole una mirada venenosa a Yut-Lung.
—No tengo porqué. —Quien obviamente se ha negado a someterse a este juego, él se encuentra sentado en el sillón de Eiji como si fuese suyo, enfundado en un mullido suéter costoso y una copa de vino pendiendo entre los dedos—. Ellos dos harían una pareja mucho más linda que ustedes.
—¡No es verdad! —Chilla.
—Claro que sí. —Y Yut-Lung responde—. ¿Sabes? Sing va a ser muy guapo cuando cumpla la mayoría de edad, de seguro lo presientes, puede quitártelo aún, deberías regresar al Caribe con Blanca para ahorrarte la humillación de ser abandonado por un hombre mucho más atractivo. —Un tic nervioso le punza en el párpado, que el viejo haya sido partícipe de este chiste le saca canas.
—Eso te gustaría, ¿no?
—Claro que sí. —Le da un profundo sorbo a la copa—. No te soporto, Lynx.
¿De dónde diablos ha salido esta rivalidad?
Seguramente Yut-Lung es más infantil de lo que aparentó durante su primer encuentro, Eiji resulta tener la increíble habilidad de volver blandos a quienes los rodean, a sacar a relucir lo mejor de ellos, incluso se atreve a decir, es un pensamiento lindo que le sienta a la perfección. Existe una razón que supone coherente para que sean amigos, especula que Sing se profesó devastado tras la muerte de su hermano mayor, era quien lo cuidaba, mientras que esa víbora probablemente se consumió por el vacío que le trajo matar a su propio clan, esa es la cuestión con un asesino, la muerte no obsequia una paz divina gatillada por la venganza, al contrario, succiona hasta no dejar nada.
Así que, le es factible que Yut-Lung Lee en estos momentos no sea más que un mocoso caprichoso, y que Sing se haya vuelto más fuerte de carácter, que lo entienda no significa que no es un completo dolor de culo, ambos lo son.
—Ash. —El regaño se ha enlazado a la voz de Eiji, ha salido de la cocina con una bandeja humeante de chocolate caliente para los invitados—. ¿Sigues castigándolos? Ya dijeron que lo lamentan.
—No lo lamentan lo suficiente para ganarse mi perdón sincero. —El japonés rueda los ojos, dejando las bebidas sobre la mesa del comedor—. Más tarde iré por Max.
—No seas malo con ellos, todos te estuvimos esperando.
—Yo no.
—Casi todos te estuvimos esperando. —Incluso a pesar del insulto, Eiji se sienta al lado de Yut-Lung en un suéter esponjoso y grácil, es una antítesis evidente, son tan diferentes que la única posibilidad factible para que se lleven bien ha sido sacrificarse por el bienestar de Sing, lo especula—. Chicos, ya pueden levantarse a comer. —Su pandilla permanece congelada en el suelo.
—El jefe da miedo. —Bones chilla, poniendo ojos de cachorro pateado.
—Pueden levantarse. —Da la orden final, acomodándose de mala gana en el asiento, tomando una de las tazas de chocolate caliente, la espuma rebosa hacia los bordes de porcelana, la cocoa rallada le confiere un toque irresistible, extrañaba esto—. Solo porque estamos cerca de Año Nuevo.
—¡Eres nuestro salvador, Eiji! —Bones se le arroja encima como acostumbra, restregándose una y otra vez contra tan regordetas mejillas, le da envidia en secreto (ni tanto, toda su aura lo grita), pero no lo admitirá.
—Dime Lynx... —Yut-Lung bebe de su copa de vino con elegancia, no le ha despegado la mirada de encima desde que llegó, como si esta fuese la madriguera de la víbora en lugar de su apartamento—. ¿Qué hiciste durante todo este tiempo? Blanca no me quiso contar detalles.
—Leí muchos libros interesantes y fui a terapia. —Él alza una ceja en un gesto despectivo.
—Básicamente te tomaste un año de vacaciones mientras nosotros lidiábamos con el caos. —Gruñe, tragándose la copa de golpe—. Eso es bastante desconsiderado ¿sabes? Incluso tuvimos que abrir una florería para pagar los gastos.
—Nosotros no abrimos la florería y solo yo trabajo ahí. —Eiji arruga la nariz, indignado, intenta verse amenazante bebiendo del chocolate caliente, pero el bigote de espuma no lo ayuda en nada—. Ibe-san también me ha dado trabajos de fotógrafo, resulté ser bastante bueno con la cámara. —A Aslan no le extraña, recuerda las fotografías que le tomó desprevenido durante su estancia en Cape Cod y Nueva York, sublime no alcanza para describir la magnificencia de las imágenes.
Ver el mundo a través de los ojos de Eiji es hermoso.
Nunca lo contempló como un objeto, tampoco le atribuyó una connotación sexual aunque posó sin camisa o solo con ropa interior, jamás lo redujo a ninguna de esas etiquetas con las que tanto tiempo batalló porque ante esos ojos, él es solo Aslan y ya.
Dios, lo ama tanto.
Es afortunado.
—¡Nosotros también hemos sido modelos! —Bones no tarda en alardear—. ¿Quieres ver? Tenemos álbumes enteros. —Podría sentirse celoso de esto, de que hayan construido un año de recuerdos en su retiro emocional, podría sentirse triste e incluso frustrado, pero no.
—Quiero.
Ash se siente feliz.
Se concibe sumamente bendecido de que hayan estado bien.
Lo agradece.
Sacan varios álbumes de fotografías para contemplarlos en el piso, los únicos que se han mantenido apartados en el sillón son Yut-Lung y Eiji, una Canon A1 se encuentra junto a las imágenes, son varias instantáneas completamente disímiles, abarcan desde sesiones glamorosas con el heredero del clan Lee de protagonista hasta conceptos sencillos y relajados, Sing atragantándose de frituras, Nadia en el Chang Dai, los chicos afuera de la biblioteca pública, Eiji en su primer día de universidad, va desde paisajes hasta retratos, lo conmueve de sobremanera la ternura con la que envuelve a Nueva York, así como el estrés post traumático le generaba cierto foco de negativismo, esto es lo contrario, una especie de lente de belleza y compasión.
—Wow.
No hay más palabras para describirlo, Aslan y la pandilla se dedican a vislumbrar maravillados aquel bricolaje de la ciudad, hay recuerdos dolorosos dentro, Skipper o Shorter, recuerdos que no dejarán de dolerle porque esas personas ya no están, pero los atesora, la mejor manera de vivir honrando a quienes se fueron es siguiendo los ideales por los que perecieron.
—¡Acá estamos todos en el aeropuerto otra vez!
Bones apunta a cuando Eiji regresó a Nueva York, lo esperaron todos con flores y peluches (otra vez) y no dudaron en abrirles las puertas de su corazón. Claro que fue difícil la muerte de Ash, por mucho que Max le asegurase sobre el bienestar del joven pandillero, habían días donde se sentía irreal, fue inevitable caer en una depresión y un duelo, sino hubiese tenido la ayuda correcta seguramente su duelo habría sido retardado, porque Eiji esconde sus emociones hasta que explotan.
El japonés se encoge en el sillón, no despega ni un solo instante la atención de sus amigos, de Aslan más bien, todavía tiene miedo de que esto sea una especia de sueño. Todo el mundo ha sido amable con Eiji desde que se expandió la noticia sobre la muerte de su alma gemela, siempre trató de verse firme, de simular con una sonrisa que la vida seguía y que el mundo estaba bien, cuando en realidad, el universo se le caía a piezas, desde antes, desde mucho antes de venir a América mitigó sus gritos desesperados por ayuda, así que salió algo bueno de esto, finalmente se rompió.
Ahora está mejor, hubo un tiempo donde incluso consideró y recurrió a las drogas, Sing y Yut-Lung se han mantenido apoyándolo lo mejor que pueden, es especialmente cercano a ellos, aunque ame a la pandilla, de vez en cuando le recordaban a Ash y recaía, porque recaer es humano, estar mal es humano, recuperarse y renacer también es humano. Así que se propuso mejorar, una parte fue para que cuando Aslan volviese lo viera bien parado, otra parte fue por él mismo.
Independiente del regreso o no de su amanecer, se propuso vivir una vida sin arrepentimientos, una donde le dio la oportunidad a la fotografía, cosa que creía imposible, desde su fracaso con el salto de pértiga se profesa medio quebrado, pero de a poco se ha apasionado, de a poco le gusta más, es lindo volver a estar completo. Y si Aslan desea acompañarlo en esto, bienvenido sea.
Lo único que le importa es que esté a salvo.
Qué alivio tenerlo de regreso.
—¿Seguro estás bien con esto? —Yut-Lung es quien ha tomado la palabra, aprovecha la distracción de los demás en los álbumes para generar una ilusión de privacidad—. Pasaste por malos ratos por culpa de él. —Eiji niega, ha aprendido a hacerse cargo de sus emociones.
—No fue su culpa. —Intenta ordenarse, apretando la taza de chocolate caliente entre sus palmas, el vapor le cosquillea debajo de la nariz, es delicioso—. A mí me era difícil creer que siguiera con vida sin ninguna prueba, no porque no confiara en él... —La boca se le seca—. Fue demasiado.
—Lo sé. —Yue se ha suavizado—. Por eso quería patearlo de regreso al Caribe con ese bruto. —Eiji se ríe entre dientes—. Deberías hacerlo sufrir un poco más, se la dejaste muy fácil.
—Lo amo, no lo puedo evitar. —La mueca de disgusto es evidente—. Ese periodo oscuro no es culpa de Ash, me estaba cayendo a pedazos desde hace mucho, eso es todo. —Lo único que hizo el dolor al no tratarse de antemano fue crecer como una bola de nieve hasta convertirse en una avalancha—. Tú te quedaste a mi lado a pesar de eso, lo entiendes mejor que nadie.
—Claro que sí. —El más joven toma la botella de vino desde el sillón, la vierte en su copa y en la taza del japonés, gatillando un mohín molesto, ha arruinado su preciada bebida de niños—. Eso no hará que tu noviecito tenga mi aprobación, si quiere comprarme deberá esforzarse más.
—¿Desde cuándo necesita tu aprobación?
—Desde que somos mejores amigos, onii-chan. —Igual que un felino, Ash paraliza sus movimientos por encima de las imágenes solo para lanzarle una mirada mordaz antes de continuar ojeando las páginas de los álbumes—. Vaya que es delicado, tiene un terrible carácter, Sing es mejor partido, lo insisto.
—Esa es solo una excusa para no aceptar que a ti te gusta Sing. —Eiji se burla, la química entre estos dos se le ha hecho evidente desde el primer día, el actual líder de Chinatown es especialmente suave cuando se trata del protegido de Shorter—. Deberías declararte.
—Nunca podría gustarme un mocoso.
—Tú dijiste, será guapo.
—¡No te he dado permiso para usar mis palabras en mi contra, Okumura! —Bufa, escondiendo un puchero contra la copa—. Me equivoqué, tú y Lynx son tal para cual, insoportables los dos.
—¿Están hablando de mí? —Sing no tarda en abalanzarse al sillón, se ha arrojado sobre las piernas de los dos, pidiendo mimos, si bien, la acción solía serles adorable su tamaño corporal los aplasta.
—Tenemos mejores temas de conversación que tú. —Yut-Lung bebe indignado de su copa.
—Es increíble que de verdad haya regresado. —Eiji sonríe, soplando el chocolate caliente, vuelve a posar su mirada en esos ojos verdes, siente a su corazón latir con ferocidad, se ahoga en el instante.
—Lo es.
Aslan está vivo.
Aslan ha regresado a casa.
La tarde se les escapa rápido entre las risas y el azúcar, le es curiosa la diferencia que un año causa, en estas mismas fechas su madre lo estaba consolando como si se le hubiese extinto el espíritu por la presunta caída del lince de Nueva York. Eiji ha considerado más veces de las que desearía el tema, la muerte de Ash, cree que está bien, incluso si hubiese elegido perecer antes de desvanecerse y lo hubiese abandonado, cree que lo habría respetado.
Es que aún le cuesta describir tan inefable amor, llegó a la ciudad hundido en la niebla de desolación, este americano idiota le quitó tanto como se lo entregó, le robó desde el corazón hasta las primeras veces, lo dejó medio vacío pero completo.
Es gracioso, al inicio de este duelo crepuscular solía buscarlo por todas partes y confundirlo, eso fue bastante duro de sobrellevar y de ver para quienes lo amaban, simplemente no podía lidiar con eso, tal vez sintonizó con la fragilidad del rubio en compensación a su propia indiferencia. No lo sabe, no es relevante en estos momentos, encamina otra vez sus divagaciones, Eiji le dio su alma antes de la carta, así que lo asegura, en esta vida, en la siguiente, en las que vengan querría encontrarlo y volver a enamorarse otra vez.
Lo habría esperado, viviera, pereciera o incluso sino quisiese regresar a Nueva York.
Su alma siempre está con Aslan.
—Estoy cansado, esos desgraciados me succionaron toda la energía.
Ver al más joven acurrucarse en su cama, con un espantoso suéter de Nori Nori navideño (el cual ha elegido solo con un poquito de maldad), con el cabello revuelto y una mirada tan suave que le derrite el hielo que no se alcanzó a forjar en su propia carcasa, dispara sus latidos con una ferocidad que lo marea.
—Los chicos extrañaban pasar tiempo contigo. —El japonés no se hace de rogar, trepa hacia la cama con la mera finalidad de recostarse a su lado, Aslan no vacila en envolverlo con un solo brazo, está más alto y fornido, un poco más relleno, eso lo alivia, se ve sano, se ve...
Vivo.
Ash está vivo.
—¿Eiji?
De pronto, está llorando.
—¿Qué pasó? ¿Hice algo malo?
Porque estos días ha sido fácil encerrarse en el juego con el objetivo de darle una lección al lince de Nueva York, tener a Aslan acurrucado a su lado, cálido, con su respiración calmada golpeando entre su cuello y sus orejas, con los latidos de su corazón, a salvo, finalmente a salvo, es mucha conmoción para su razón, supone que una parte de él mismo se negaba a creerlo. Pero acá está, no solo eso, lo ama y le corresponde, es real.
Las lágrimas escurren desde sus mejillas hacia su mentón, la boca le retiembla hasta que finalmente consigue esbozar una sonrisa, presiona los hombros de su amante con ternura, es suave, huele igual que lo recordaba, es seguro, es Ash, de verdad es él.
—Realmente te extrañé. —Musita, hundiéndose en el pecho de su novio, ahogándose en su calidez, bebe desesperado del apogeo del alba, revive y se deshace—. Te extrañé mucho.
—Yo también. —Sus yemas navegan a las espaldillas del lince, esas que están repletas de cicatrices que conoce y suplica para que se hayan podido sanar, esas que ha sostenido tantas veces cuando pretendían ser fuertes y eran apenas unos niños—. Te amo. —Esas palabras le retumban en un eco lejano dentro del cuarto, Ash ha cerrado el abrazo, están sentados encima de la cama, se refugian del frío, se esconden de la tormenta, se eligen mientras el mundo se acaba.
—También te amo.
—Lamento haberte hecho esperar. —Ash le presiona un beso por encima de la frente, es cálido, es cálido porque está vivo, no hay frío, no hay...
—Te hubiera esperado lo que sea, incluso sino querías volver hubiera estado bien.
—Alex me dijo algo similar. —Sin separarlos un solo centímetro, Aslan los arroja con lentitud hacia atrás para poder apoyarse contra el respaldo de la cama, es diminuto, su apartamento en general es modesto, Ibe lo ayudó a elegirlo apenas regresó a Nueva York—. Son unos idiotas.
—Que nos preocupamos por ti.
—Yo igual me preocupo por ustedes. —Eiji sabe, por esa razón está aquí.
—¿Te arrepientes de haber regresado? —Ash niega, esos mechones dorados le cosquillean contra sus mejillas, incluso con la calefacción el gélido ha calado lo suficiente para que observe su aliento, hubieron varios días así, donde se paseó a solas por el cuarto, revuelto en insomnio, siendo cascarón vacío de preocupación—. Aún puede haber gente peligrosa ¿verdad? —Pero si este hombre a pesar de su desmesurada fragilidad se propuso estar un poco mejor, ¿por qué él no?
—Blanca también me lo advirtió, por eso estoy considerando en tomar otra identidad. —Bufa, hay una pequeña sonrisa tambaleándose entre sus mejillas—. Las opciones son una mierda hasta ahora, le voy a pedir a Ibe que me adopte.
—¿Cuáles son las opciones?
—El apellido de Max o el de Blanca.
—¡Ash! —Le golpea el hombro, robándole un gimoteo teatralmente exagerado—. No seas malo.
—El viejo me hizo creer que tenías novio, se merece el peor castigo que le pueda dar. —Eiji eleva una ceja, invitándolo a proseguir con aquel hilo de ideas—. Un hijo malagradecido. —Claro que diría eso, tiene 200 puntos de IQ que parecen funcionar solo para su conveniencia—. Debe ser un apellido tan bonito que combine con tu nombre.
—¿Acaso te me estás proponiendo? —La sonrisa socarrona de Eiji se desvanece al instante.
—Y-Yo solo... —Porque Ash está ruborizado, con los ojos brillantes y grandes, con la boca tiritona y un nervio tan genuino que le resulta conmovedor, tras tanto tiempo lidiando con la muerte es lindo finalmente poder contemplarlo siendo solo un adolescente—. Tal vez más adelante, quise decir.
—Mi dulce Aslan. —Eiji se suaviza, acunándole las mejillas, son cálidas y blandas, las recorre con una devoción sagrada, aún puede sentir su propio llanto seco pendiendo en su piel, es áspero, ha sido áspero este tiempo de lejanía, aunque necesario para que crecieran aparte—. Te esperé todo este tiempo, americano idiota.
—Debemos hablar sobre los apodos cariñosos. —Es increíble que solo le haya prestado atención a ese detalle—. Y conseguir algo de ropa para mí, estoy cansado de vestirme con suéteres de abuelo.
—Creo que te ves sexy. —Se acurrucan dentro de la cama, no se recuestan, permanecen sentados con una cobija cubriéndole las piernas, hace frío afuera—. Me seduces más así que con tu ropa de pandillero. —El aludido rueda los ojos, sus manos se han entrelazado debajo de las sábanas, es un toque que si bien, impresiona familiar, este es extraordinariamente diferente, ambos saben que es amor correspondido por primera vez.
—Todo este tiempo... —Ash tiene dificultades para hablar, lo asegura por la forma en que frunce las cejas, dándole una imagen aniñada—. ¿Cómo has estado?
—Bien.
Más adelante va a hablarle sobre el proceso que ha cargado, desde el duelo, la caída, el punto de quiebre hasta el inicio de la recuperación, sabe que debe ser similar en el caso de Aslan, tal como las heridas físicas, tratar esas cicatrices emocionales requiere tiempo y dedicación, eso ocurrió con la pértiga, solo la dejó sangrar hasta que el daño fue irreparable, ojalá se hubiese escuchado antes.
—Ibe-san me ha enseñado mucho.
—No puedo creer que te especializaras en fotografía. —No usa un tono despectivo, más bien, dulce, recuerda que incluso del inicio, este hombre tendía a suavizar tanto su mirada como su voz cuando le hablaba—. Te queda perfecto de alguna manera.
—¿Te gustaron las fotografías que te mostraron los chicos?
—Excepto las de Yut-Lung.
—Eres un niño. —Entonces, le presiona un beso en la mejilla, declarando su victoria.
—Puede ser, pero las fotografías más lindas eran donde salía yo. —Sus pies se han enredado contra las frazadas, están enfundados en calcetines de colores fosforescentes y festivos, a Eiji le gustan, no es un hombre de fiestas, sin embargo, este año realmente tiene algo por qué celebrar.
—Presumido. —Alguien, mejor dicho.
—Me gusta cómo me veo a través de tus ojos. —El rubio se enreda, impresiona extremadamente ansioso y eso lo hace carcajear de verdad—. Siempre has tomado imágenes potentes, pero cuando me veo, realmente siento que me veo, no es la fantasía que todos esperan... —Un gruñido frustrado cruje en su garganta—. Lo siento, no lo sé explicar.
—No. —Él aprieta su mano un poco más fuerte, no es lo suficiente para ejercer presión, nunca lo ha presionado—. Yo lo entiendo. —Aslan se ríe nervioso, hay una chispa de un verde vivo que relumbra en lo más recóndito de sus ojos, ese brillo cegador que lo embelesó desde que lo conoció en el bar, ese mismo brillo que lo incitó a protegerlo aunque no perteneciese a este mundo de violencia.
—Tienes las manos calentitas. —Musita, con ese mismo brillo pero diferente, este es mucho más lindo, líquido y real—. Griff también las tenía así. —Han sacado el agarre de las sábanas, Ash empieza a recorrerle la palma con una curiosidad infantil, va desde sus viejas cicatrices deportivas hasta sus yemas, es agradable, es hogareño—. Jennifer solía decirme que las personas con gran corazón tienen las manos cálidas.
—Eso es muy dulce.
—Yo siempre las he tenido frías, así que supongo que es verdad. —Entonces, Eiji lleva las palmas de su adoración hacia su boca para soplarlas.
—Ahora tú también las tienes cálidas. —Es un gesto sumamente ridículo para dos adultos, es pequeño e insignificante pero ha cambiado su mundo—. Ahora son la interpretación correcta de tu corazón.
—Eres un terco. —Se burla, dejando que su cabeza descanse sobre el hombro del japonés, relajando de forma progresiva su respiración, sus latidos retumban por toda la habitación, la nieve golpea la ventana todavía, hace frío, sigue haciendo frío porque continúan medios quebrados, el trabajo no se acaba, la sanación es constante y fluyente—. Es lindo finalmente estar en casa.
—Es lindo tenerte.
Pero hace mucho menos frío dentro de un hogar.
Jamás en la vida he sostenido tantas actualizaciones consecutivas, no voy a llegar, yo sé, no me tengo fe, pero quedan tres días y lloro, ay, gracias por acompañarme en esta trama. En todo caso, era importante abrirle el espacio a Eiji, de todas formas hay un duelo, estuvieron separados un año, igual supo sobre su muerte antes de que le informaran que estaba bien, lo importante es que ha tenido la fortaleza para trabajarlo y finalmente están mejor. La trama es más ligera ahora que hemos abierto esto, pero me parecía importante plasmarlo.
¡Nos vamos mañana! (Ojala, Dios)
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