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~❄️🎄❄️~


"Last Christmas, I gave you my heart
But the very next day you gave it away
This year, to save me from tears
I'll give it to someone special."

🎄

Las luces de colores llenaban la ciudad de alegría e ilusión. Navidad ya estaba a la vuelta de la esquina y eso se sentía en cada persona que atravesaba ese parque lleno de coloridas luces y adornos que hacían ver todo de ensueño.

Sin embargo, para un chico de hebras rubias, el cual estaba sentado en el banco frente a la fuente de los deseos en aquella plaza, ese sentimiento de alegría y gozo no estaba presente.

Navidad no era felicidad, ni algo parecido a aquello, estas fechas solo le recordaban a su situación actual. La total soledad y el recuerdo del que alguna vez amó.

Al rememorar esto, lágrimas humedecieron sus mejillas, resbalando desde sus ojos y finalmente cayendo en sus piernas. Lo había superado, entonces... ¿por qué lloraba? Ese profundo sentimiento de desilusión todavía llenaba su ser, ya que un día cualquiera, su antiguo amor, Jungkook, le había pedido el debido permiso para ser novios. Ese día si se sintió la verdadera felicidad. Sin embargo, un año después, justo un 24 de diciembre, luego de haber entregado su corazón al cien porciento al que creyó el amor de su vida, sucedió un incidente.

Flashback

—Jimin...tengo que hacer unos recados. Mamá quiere que la ayude en la elección de regalos para sus nietos. Ya sabes...mis sobrinos. —habló Jungkook mientras se rascaba la nuca.

Jimin al oír esto quedó un poco sorprendido, ya que ellos habían acordado salir a comprar adornos para su casa, mas parecía que el pelinegro no lo recordaba.

—Está bien. Seguro tu mamá está estresándose porque no ha comprado ningún regalo hasta ahora. — el rubio sonrió comprendiendo el asunto que tenía su novio, el cual le correspondió con el mismo gesto.

—Gracias por entender, Jiminnie. Eres el mejor novio. —dijo dándole un beso.

Luego se dirigió hacia el sillón, donde había dejado su abrigo y salió.

Ahora tendría que ir solo a hacer las compras de Navidad, habría querido ir con Jungkook. Sin embargo, él tenía cosas que hacer y era razonable. Tenía que ayudar a su familia eso era más importante.

De esta manera al ya haber concluido de hacer el chocolate para tomarlo con Jungkook en la noche junto con las galletas que ya tenía preparadas, se decidió a salir de su casa en busca de los últimos decorativos para la gran festividad.

Buscó casi dos horas las mejores cosas para ornamentar su árbol y también le había comprado un regalo a su novio. Su tan anhelado micrófono.

"Quiero empezar a subir covers a YouTube", le había dicho una noche mientras hablaban de metas que querían llegar a cumplir.

"Sé que lo harás genial, Kookie. Eres asombroso" había hablado Jimin, ya que estaba seguro de que su novio era el mejor.

Estaba de vuelta a casa con una resplandeciente sonrisa dibujada en su rostro. Ya tenía el regalo perfecto para su adorado chico, los adornos le habían salido baratos y hasta había recibido un regalo por sus compras. Sería la mejor de las navi....

Todos sus pensamientos se detuvieron al ver un rostro bastante conocido en un callejón.

Era su novio.

En otras circunstancias, hubiera corrido a abrazarlo por detrás para asustarlo, para que después le de un dulce beso en la mejilla junto a un "te encontré".

Sin embargo, ahora no sería así porque Jungkook estaba junto a alguien y en una situación que estrujaba el corazón de quién los veía desde lejos. Jungkook la estaba besando.

Jimin se quedó estupefacto, esos labios le pertenecían, igual que esos besos y ese chico... o eso había creído alguna vez porque ahora no era él el que estaba siendo besado por su novio.

Sin que lo note las lágrimas surcaron de sus ojos, gruesas gotas que describían el perfecto sentimiento de tristeza y anhelo que su apesadumbrado corazón contenía. Anhelo de nunca haberse enamorado de ese hombre.

Corrió lejos de allí, ya no necesitaba ver más, el dolor ya había sido iniciado junto con el deseo de no existir. Se alejó de ese callejón entre el llanto que nublaba su vista, pero no importaba, no tenía un lugar fijo al que moverse. Simplemente quería alejarse de todo.

Ese día después de haberse enterado de la infidelidad de Jungkook y haber huido, decidió volver a casa para enfrentar el problema.

Era 24 de diciembre, cuando volvió a casa y encontró a su "novio" sentado en el sofá viendo la maratón de películas navideñas como si no hubiera hecho nada malo, como si no le hubiera roto el corazón.

—Amor...volviste. ¿Dónde habías ido? —dijo mirando atentamente la pantalla. Jimin al oír esto casi explota, mas apretó sus puños con fuerzas y contuvo las ganas de golpearlo.

—Fui a comprar adornos y regalos. —murmuró intentando sonar lo más calmado posible. —De hecho aquí están.—pronunció soltando las bolsas al piso.

Jungkook inmediatamente giró hacia su novio, el cual tenía sus dientes apretando sus labios con mucha fuerza. Era claro que estaba molesto.

—Jiminnie, ¿Pasa algo? —interrogó el pelinegro acercándose al mayor para abrazarlo, pero antes de que realice la acción, fue empujado.—¿Qué pasa? ¿Por qué haces eso? —preguntó confundido.

—Y-yo te v-vi —respiró para poder continuar tranquilamente. —e-estabas con una chica...¡estaban besándose! —exclamó con las lágrimas cada vez más cerca de salir.

Jungkook no sabía qué decir, solo se quedó callado presenciando como el chico frente a él que estaba reprimiendo con todas sus fuerzas el llanto.

—Jimin...yo...lo lamentó. Fue un error...yo...no quise...

—Pero lo hiciste, —interrumpió. —lo hiciste porque quisiste, yo te vi. Así que deja de poner excusas. —dijo con los ojos cerrados y con los labios fruncidos. No quería ni mirarlo y ver los ojos por los que cayó enamorado.

Jungkook empezó a llorar. Había sido un tonto, un grandísimo imbécil, mas sabía que Jimin no lo perdonaría.

—Jim...

—Por favor vete. —habló en un susurro. Jungkook no dijo nada más, agarró su abrigo y salió rápidamente sin decir ni una sola palabra.

El rubio, por otro lado, por fin pudo soltar todas las lágrimas y sollozos reprimidos que había estado aguantando.

Se había equivocado en amar a la persona que creyó sincera y dulce. Pero lo que más lo dolía es que a pesar de todo seguía enamorado de Jungkook. Quería correr hacia él y decirle que lo vuelvan a intentar, pero él sabía muy bien que se haría daño.

Ese día de Navidad lleno luz y color se había convertido en el más oscuro y solitario. Ese día había perdido al amor de su vida y ese día se había dado cuenta que no podía confiar en nadie nunca más.

FIN FLASHBACK

Se limpió las gotas que resbalaban por sus mejillas. Ya debía superar eso, pero al ver tantas parejas tomadas de la mano y siendo cariñosos entre ellos, solo se sentía más y más melancólico.

Su vista viajaba desde parejas hasta familias enteras, intentado distraerse de su soledad. Hasta que vio un pequeño perro color marrón con un traje abrigador que lo hacia lucir adorable acercándose a él. Se le hacía demasiado conocido, probablemente lo había visto en la veterinaria alguna vez.

Mientras intentaba recordar de dónde conocía al perro, un chico se acercó corriendo hacía esa dirección. El dueño seguramente.

—¡Holly! —exclamó y el pequeño puddle marrón ladró. De inmediato Jimin pudo recordar al perro y su dueño. —Doctor Park. —pronunció al reconocer el rostro de la persona con la que Holly había escapado. —¿Se acuerda de mí? Soy Min Yoongi. Usted era veterinario de mi perro.

Min Yoongi, uno de sus antiguos clientes estaba frente a él. Hace 6 meses no se veían por un problema entre ambos. Ahora lucía distinto, su pelo verde menta, ahora era color negro.

—Sí. Hola Yoongi. ¿Cómo has estado?—preguntó con una sonrisa. Yoongi le correspondió el gesto.

—Bien, pero al parecer usted no. Su cara dice que la Navidad no le gusta. —afirmó sentándose a su lado. El rubio suspiró, ya no podía ni ocultar su tristeza. —Si quiere contarme, hágalo. Lo estoy viendo después de meses y quiero verlo sonriendo. —esas palabras hicieron que el pecho de Jimin duela. Él también había sido cruel.

—¿No estás molesto? —soltó.

—No, ¿por qué lo estaría? —inquirió.

—P-por... haberte rechazado. —bajó la mirada sintiéndose culpable. Yoongi suspiró.

—No estoy molesto. Sé que no siente nada por mí. Esa vez...solo fue sincero. —habló entristecido. La expresión que mostró era de total decepción. ¿Dónde estaba esa sonrisa que mostraba cada vez que quería un baño para su mascota?

—Lo lamento. —farfulló Jimin esperando no ser oído. Por un lado se sentía terrible de no haber correspondido sus sentimientos. Sin embargo, esa vez no se sentía con ganas de intentar algo con otra persona.

—Yo no. —habló Yoongi y Jimin volteó a verlo fijamente un tanto impactado por sus palabras. El pelinegro se sonrojó. —No, no. Quería decir que estoy muy agradecido de haberlo conocido. Fue una de las mejores cosas que me han pasado. —lo último lo dijo muy bajito, mas Jimin lo pudo escuchar perfectamente. Sintió un calor recorrer todo su pecho y subir hasta su cara convirtiéndose en un rubor color carmín en sus mejillas.

Se escuchó un ladrido y ambos muchachos dirigieron su mirada al cachorro. Holly movía su cola con rapidez, signo de que estaba muy contento.

—¿Sigue siendo travieso? —preguntó Jimin para no tener un silencio incómodo. Yoongi sonrió tímidamente ante la pregunta del menor.

—Sí, más que nunca. No hay nadie más que usted que lo pueda controlar. ¿O no Holly? —dijo dirigiéndose al puddle y seguidamente acariciándolo. Repentinamente su expresión de felicidad se convirtió en una de preocupación. —Lo olvidé. —susurró levantándose del asiento.

Jimin lo observó con una ceja arqueada, preguntándose que habría olvidado ese chico.

Yoongi se levantó de un salto sujetando la correa de Holly, dispuesto a irse a la importante reunión que tenía, pero no pudo evitar sentir pena al dejar al rubio solo. Sabía que estaba triste y quería consolarlo, ¿navidad se trataba de eso o no?

—¿Quiere acompañarme doctor Park? —preguntó amablemente. —será una salida de amigos. Solo seremos 6, bueno... si usted viene, seremos 7.

Una salida no sonaba mal, pero Jimin tenía tanta tristeza acumulada que solo quería dejarse enterrar por ella en su habitación mientras miraba hacia el vacío y blanco techo recordando cuando había un alguien especial formando parte de su vida. Mirar el especial de navidad mientras comía dulces no sonaba tan mal. Ya que ahora estaba solo, con ese nudo en su garganta sin poder desatarse a pesar de haber pasado un año.

Quiso decir que no, pero Yoongi había sido muy amable en invitarlo a pesar de todo lo que había pasado, por lo que se sintió comprometido a decir que sí.

El camino fue silencioso, no se escucharon más que las patas de Holly hundiéndose en la nieve. El veterinario se sintió un poco incómodo por el silencio, mientras el pelinegro estaba feliz por tener a Jimin de vuelta en su vida. Su corazón se sentía satisfecho de haber vuelto a verlo aunque sabía que un "nosotros" no podría funcionar.

Se fueron a un Mcdonalds, que se ubicaba como a tres cuadras del parque en el que estaban, ya que era el lugar que habían acordado Yoongi y sus amigos.

Al llegar todavía no había nadie, por lo que los dos buscaron una mesa grande para que todos se sentaran cómodamente.

Al cabo de 5 minutos, aún nadie se aparecía, así que se sentaron uno frente al otro esperando que uno de ellos empiece la charla.

—Se ve muy pensativo desde que lo encontré, ¿se podría saber qué lo tiene tan perdido? —consultó Yoongi rompiendo el hielo. El contrario se irguió y se aclaró la garganta listo para responder, mas un grito lo interrumpió.

—¡Yoongi! —dijo eufórico un chico de cabello rojo y sonrisa de corazón radiante corriendo hacia el mencionado para darle un cálido abrazo. —No te veo desde la vez que fui a tu casa a consolarte por... —el pelinegro le dio un golpe con el codo mientras carraspeaba incómodo. Ahí fue donde el sonriente chico notó la presencia del rubio.

—Ahh... Hola, disculpa no me había dado cuenta. —dijo rascándose la nuca nervioso. —Mi nombre es Hoseok, un gusto.

—Jimin, igualmente.—habló haciendo una venia en señal de respeto.

Después de que se presentaran Yoongi le indicó la mesa que había conseguido junto a Jimin, donde habían conversado sin parar. Al parecer, todos se habían llevado bien desde el primer instante, por lo que no dejaban de hablar y reír de vez en cuando.

Hoseok reía por sus propias anécdotas; Jimin reía por lo mismo, mientras Yoongi sonreía por haber hecho que, el veterinario mostrara risas espontáneamente. Al parecer esa navidad sería una de las mejores.

Estuvieron charlando por treinta minutos mientras esperaban al resto, hasta que lo hicieron.

—Hasta que llegaron—Hoseok se levantó a recibir a los tres chicos que acababan de llegar. —A ver 1, 2, 3...¿Y dónde está el otro?

—Ah... está estacionando el auto, sabes que recién acaba de sacar su licencia, se va a demorar un poco. —sonrió "el chico de los hoyuelos", que así era como Jimin lo había nombrado mentalmente hasta saber su nombre.

—Bueno... vengan a sentarse. —indicó Yoongi, todos se dirigieron al asiento que vieron conveniente.

—¿Quién es él? —preguntó un chico de pelo gris señalando a Jimin.

—Él, anciano, es Jimin. —respondió Yoongi con una sonrisa burlona en su rostro.

—No son canas, es tinte... ¡Tinte! y...un gusto Jimin, soy Taehyung. —habló dándole la mano, Jimin aceptó su gesto. —El de allá... —señaló al chico de hoyuelos. —es Namjoon, y el que está a mi lado—indicó dejando ver a su amigo.—es Seokjin, tiene pinta de ser tímido, pero la verdad es que te contaría chistes de viejo las 24 horas.

—Y el que falta... —agregó Yoongi. —se llama...

—¡Jungkook!—exclamó Taehyung corriendo hacia la puerta, donde un muchacho alto de pelo negro hacía su aparición.

Al instante todos dirigieron su vista hacia él. Sin embargo, Jimin no lo hizo porque ya sospechaba de quién se trataba.

Las lágrimas querían rodar por sus mejillas una tras otra mientras su corazón se aceleraba como hace tanto no lo hacía.

Yoongi se paró a saludar al recién llegado, quiso llevar a Jimin para que conociera a uno de sus mejores amigos, mas al ver ese cambio repentino en su rostro, decidió ir solo.

—Kookie, ha pasado mucho tiempo.—dijo cuando ya estuvo cerca.

—Hyung... —habló el menor mientras cargaba a Yoongi como si de un niño pequeño se tratara. —usted sigue siendo pequeño. —el contrario giró los ojos mientras los demás se reían, todos menos el chico que se había quedado en la mesa con las lágrimas estancadas en los ojos. Ya había reconocido esa voz que en algún punto de su vida había adorado con todo su ser.

—Vamos a sentarnos. —indicó Taehyung señalando la mesa.

Jungkook al principio estaba distraído hablando con Hoseok que no notó al chico de hebras rubias. Sin embargo, al llegar a la mesa posó su mirada en esa persona y rápidamente todas las memorias se hicieron presentes.

—Jimin... —susurró queriendo decir algo más, pero Yoongi lo interrumpió.

—¿Lo conoces?—inquirió el pelinegro a Jungkook.

—Él es...

Pero antes de que pudiera hablar fue cortado otra vez.

—Gracias por la invitación Yoongi, yo me tengo que ir... Dejé trabajo pendiente. Adiós, feliz navidad. —habló tan rápido y bajo que casi nadie lo entendió.

Jungkook se quedó con las palabras a medio camino, quiso seguirlo, pero no lo hizo. Jimin no quería escucharlo, él mismo se lo había dicho.

—Jungkook... ¿Estás bien? —preguntó Taehyung al ver que su amigo, había palidecido y mordía su labio interior con afán. Estaba tenso y tal vez nervioso.

Jimin ya se había ido y apenas cruzó la puerta de salida pudo soltar con libertad las lágrimas que había retenido con fuerza. No lloraría frente a él. Jamás lo volvería a hacer.

¿Alguna vez tendría una feliz navidad? ¿Una en la que Jungkook no estuviera en sus pensamientos recordándole que un día fueron algo?

Cuando estuvo a medio camino escuchó unas pisadas acercándose a toda velocidad junto a otras más pequeñas.

—Hey Jimin... —jadeó el recién llegado cansado por haber corrido tanto. El nombrado se detuvo y se limpió rápidamente las lágrimas. Giró en sus talones y vio a Yoongi con los brazos apoyados en sus rodillas intentando recuperar el aliento. —¿no quieres ir a un bar? Habíamos planeado ir a uno y... Sería lindo que nos acompañaras. —explicó entre jadeos de agotamiento.

—Trajiste a Holly. —cambió de tema mientras señalaba al canino. Yoongi también lo miró y asintió con la cabeza.

—Es que es muy desconfiado, solo quiere estar conmigo. Tampoco lo culpo, la otra vez...

—Deberías dejarlo en casa, hace mucho frío. —sugirió retomando su camino. El pelinegro sonrió de lado mientras acariciaba a su cachorro.

—¿Qué pasó entre tú y Jungkook? —dijo sin titubear, seguro de querer escuchar la respuesta.

Jimin detuvo sus pasos y giró con una ceja arqueada. No sabía qué decir, bajo todas esa luces de navidad que, más que causarle felicidad le molestaban, se encontró confundido.

»—Es obvio que entre ustedes hubo algo y al parecer no terminó bien. —habló parándose y sujetando la correa de su perro. —Conozco a Jungkook desde hace mucho tiempo y sé cuando le pasa algo. —dijo con las cejas levantadas acercándose lentamente a Jimin, quien sintió que no tenía escapatoria. —Así que cuéntame. —el rubio bufó rendido y se cruzó de brazos. Estuvo a punto de abrir la boca, pero Yoongi lo cortó.

—Antes acompáñame a mi casa. —pidió caminando hacia el frente. Jimin lo siguió por inercia, mientras miraba su espalda atentamente, en como esta se conectaba con su blanquecino cuello para llegar a su pelo azabache. Yoongi era lindo incluso de espaldas, mas no era su tipo. Su tipo era.. era.. Realmente no lo sabía, tal vez no tenía uno y solo esperaba que su corazón hiciera el trabajo. A que latiera con fuerza hasta incomodarlo.

—Jimin...¿En qué piensas? —habló el pelinegro girándose para conectar sus orbes con los del rubio. El mencionado se sobresaltó al verlo tan cerca.

—Solo pensaba en Holly, ¿Ha estado bien? Ya no va al veterinario. —contestó apartando la mirada. Yoongi frunció su nariz y su entrecejo.

—Bueno... Lo he estado llevando a otro veterinario. —respondió rascándose la nuca en son de nerviosismo. Jimin arrugó la frente queriendo escuchar más. —Es que... Bueno...yo...—carraspeó. —cuando me gustaste y te empecé a hablar, creí que yo también te gustaba y... Quedé tan avergonzado cuando me dijiste que no sentías nada...me daba vergüenza que nos sigamos viendo.

—Yoongi... Yo... Lo lamento, te causé muchas molestias. —habló Jimin sonrojado hasta las orejas al haber escuchado la confesión del contrario.

—No lo lamentes, después de todo, el amor no es obligado, debe ser sentido con voluntad y no como un deber. —volteó mientras caminaba de espaldas sonriendo de lado.

Badump. Jimin sintió su corazón saltar.

—Sí, tienes razón. —afirmó con las mejillas color carmín.—Tal vez... no estamos hechos el uno para el otro. —murmuró muy bajo para no ser escuchado.

Sin embargo, no había tenido en cuenta que Yoongi tenía un sentido de escucha bastante desarrollado. Apenas el azabache escuchó eso, cambió de expresión, abriendo sus ojos y frunciendo sus labios, giró en su sitio volviendo la mirada al frente.

Él realmente quería estar hecho para Jimin, ser tal vez alguien que llene su corazón y su mente de su imagen. Abarrotarlo de él. Algunas lágrimas se pronunciaron recorriendo sus mejillas con lentitud. Sentía de que era la persona más afortunada solo por el hecho de que el rubio caminaba detrás de él y no a su lado, así no podría hacer el ridículo una vez más.

—Hey, Yoongi, ¿ya vamos a llegar? —inquirió el dueño de sus pensamientos.

—Sí, solo faltan dos cuadras más y listo. —se giró a observarlo con una débil pero convincente sonrisa. Jimin le devolvió el gesto.

Lo poco que quedaba del camino se la pasaron en silencio, lo único que sonaba eran los ladridos de Holly. Ninguno tenía la iniciativa de dialogar, no solo era que no encontraban un tema, sino que uno se sentía roto y el otro simplemente se encontraba absorbido por ridículos pensamientos que cruzaban su mente.

—Ya llegamos. —anunció Yoongi sacando una llave de su bolsillo y posteriormente usándola para entrar a su casa. —Entra. —sujetó la puerta para que no golpeara a su acompañante.

Jimin ingresó a ese pequeño hogar mirando todo a su alrededor. Habían unas cuántas cosas, como fotos o cuadros, pero no se excedían. Todo estaba en perfecta armonía. Ni más ni menos, sólo lo suficiente.

—Tienes un bonito lugar. —contestó después de haber echado un vistazo a la casa del azabache, quien sonrió en agradecimiento haciendo parecer que nunca había llorado, que todo eran sonrisas.

—Deja tus zapatos aquí. —señaló debajo de ellos, justo antes de un pequeño escalón muy próximo a la puerta. El contrario asintió retirando su calzado, al mismo tiempo que Yoongi lo hacía.

Holly entró ladrando y moviendo su cola alegremente yendo hacia la cocina para reclamar su comida.

»—Perdona, estuvimos todo el día fuera y... —Yoongi explicaba a su cachorro, mas era interrumpido por sus ladridos. —sí, como recompensa te daré esas galletas que te gustan tanto. —el can sacudió su cola con más emoción mientras daba vueltas a su amo. —A veces se pone engreído. —explicó a Jimin, quien asintió con una sonrisa. —Bien, ¿Gustas una cerveza? ¿O un vino? ¿Champaña? —ofreció yendo a su cocina.

—ehmm... no lo sé, ¿Una cerveza? —respondió.

—Siéntate, ya las traigo. —Habló desde la cocina.

Jimin hizo lo que Yoongi le dijo y se fue a sentar al sillón.

Al transcurso de unos minutos, Yoongi se apareció con dos latas de cerveza yendo a sentarse junto al menor.

Yoongi lo miró esperando a que empiece a contarle sobre Jungkook y él. Jimin al sentir la mirada del contrario se sonrojó y decidió empezar.

—Bueno te contaré todo. —suspiró.

—¿Vas a necesitar más alcohol? —preguntó con una sonrisa de costado.

Jimin asintió tímidamente, no iba a poder contar ni la mitad sin llorar. Por lo menos, el alcohol le ayudaría a armarse de valor y relatar su tragedia, más popularmente conocida: "Tragedia romántica navideña". Yoongi regresó por más latas de cerveza y al volver, Jimin supo que era el momento de iniciar.

—Jungkook y yo fuimos novios por más de 2 años. —Tomó un largo trago de su bebida y continuó. —Estaba muy enamorado de él... es que con él sentía muchas cosas que... —tomó otro sorbo más.—yo... lo amo...amaba demasiado.

Yoongi sabía que tampoco podría escuchar a su crush hablándole sobre eso si el alcohol no estaba de por medio.

Jimin siguió su relato entre lágrimas y tragos. Yoongi por su parte se quedó callado y serio, la historia era dolorosa de escuchar, pero también le causaba molestia.

"Yo quisiera que Jimin sintiera por lo menos la mitad de lo que sentía por Jungkook", pensó tomando media lata de cerveza en un solo trago. Odió a Jungkook y tuvo envidia por él, por todo lo que había recibido de Jimin y lo mal que le había pagado. Si tan solo tuviera la oportunidad...

»—Por eso no disfruto la navidad, estas fiestas me traen malas memorias y...

—Jimin, ¿No pensaste en salir con otra persona? —inquirió Yoongi interrumpiéndolo.

—Yo, la verdad no.

Tenía la cara roja por el alcohol, ya estaba un poco ebrio.

—¿En serio? —Dijo Yoongi acercándose a él con lentitud.

Realmente, el pelinegro era una persona tímida, pero el efecto del alcohol le estaba dando todo el coraje.

¡A la mierda lo modales y el mantenerse alejado!  quería sentir esos labios aunque sea solo esa vez. No le importaba si luego de eso se rompía en mil pedazos, por lo menos había tenido un pequeño pedazo de su vida a lado de la persona que le gustaba.

Jimin no se apartó, de alguna manera lo necesitaba. Necesitaba sentirse amado otra vez. Él a su vez, se acercó hasta sentir el aliento del contrario.

Ese fue el pequeño segundo en el que todo se detuvo, Yoongi juntó sus labios en un torpe movimiento que poco a poco fue transformándose en calidez y lentitud.

Su corazón estaba yendo a mil por hora y le encantaba esa sensación. Posó su mano en la mejilla del rubio y lo acercó más profundizando el beso.

Se alejaron por falta de aire y se miraron a los ojos.

—Jimin, yo...

Su idea era confesarse. Sin embargo, las manos de Jimin lo acercaron volviendo a juntar sus bocas.

El ambiente empezaba a acalorarse más, todo se había vuelto un juego entre sus labios que no perdían oportunidad para dejarse mordidas de vez en cuando. Yoongi metió una mano por debajo de la ropa del contrario y justo cuando iban a llegar a su mejor momento...el teléfono sonó.

"Teléfono del demonio", maldijo el mayor en sus adentros.

Decidió ignorarlo y no soltar a Jimin, mas el teléfono sonaba con insistencia hasta colmarle la paciencia. Se separó de Jimin y fue a contestar la llamada.

—Buenas noches Hoseok, ¿Qué quieres? —dijo con nada de amabilidad.

—Feliz navidad para ti también... —ironizó. —¿Ya vas a venir? Te estamos esperando, ya estamos en el bar. Maravillosamente, nadie salió rodando de McDonalds, ni siquiera Jin, que se comió 5 hamburguesas.

Yoongi giró los ojos.

—Ok, iré en unos minutos...

—Si no vienes te mato, y no estoy bromeando. He visto muchas series de asesinos seriales, sé cómo hacerlo.—advirtió con una voz que más que miedo daba pena.

—Hoseok, te desmayarías al ver la sangre y despertarías en prisión. —bromeó Yoongi.

—Igual ya te habría matado. Ven y punto. Adiós... es decir, hasta luego —cortó la llamada.

Yoongi negó con la cabeza.

—¿A dónde tienes que ir? —preguntó Jimin.

Yoongi lo miró a los ojos, le sonrió y le dejó un casto beso en los labios ignorando su interrogante.

—Jimin... me gustas mucho. —soltó de repente haciendo abochornar al aludido.—Han pasado 6 meses desde la última vez que te lo dije, y ha pasado un año desde la última relación que tuviste, sé que aún...aún es complicado, pero... podríamos intentarlo. —murmuró.

"¿Qué siento yo por Yoongi?" se dijo el rubio.

Estaba confundido, esos besos le gustaban, le hacían sentir bien, pero...¿y Yoongi? Ya lo había dicho, era lindo y atento, literalmente podría ser su hombre ideal...pero...

—Yoongi, eso de intentar algo con alguien... me gustaría probar algo contigo. —confesó con una sonrisa.

Los orbes del nombrado casi se salen del asombro, creía que Jimin nunca saldría con él y que todos esos besos habían sido de despecho y nada más. Le sonrió en grande, agarró ambas manos y las besó con gran cariño.

—Gracias por darme esa oportunidad. Te haré la persona más feliz del mundo. Te amo. —prometió con los ojos como estrellas debido a la emoción.

Jimin le devolvió el gesto.

—¿Quieres ir al bar? ¿O quieres quedarte aquí a mirar películas navideñas? —Inquirió sin poder sacar esa sonrisa de encías de su rostro.

—Escuché que si no vas te matan.—habló.

—Entonces que me maten. Moriré feliz. —Sonrió.

—No les falles por mí, ve si quieres. —contestó el rubio.

—Yo quiero ir contigo o quedarme contigo... —respondió pero luego se dio cuenta de algo.

—Está bien, iré.

—Cierto... Jungkook estará ahí también. —dijo haciendo una mueca.

—No importa, vamos. Ya no me importará él. —aseguró Jimin.

Yoongi lo miró con preocupación y confusión.

—De verdad, ahora estoy contigo, él ya no me importa.—habló con seguridad.

—Ok, entonces vamos. Subiré a cambiarme y vamos.

El contrario asintió.

Yoongi subió a vestirse, la verdad es que no pensaba cambiarse, pero con todo lo que había pasado, sentía que debía impresionar a Jimin. Por eso, se esforzó con su outfit: una camisa morada y holgada en la que dejó los dos últimos botones sin abrochar, un pantalón negro y unos botines estilo militar.

Se despeinó el pelo y se puso unos aretes.

Cuando bajó, Jimin casi no lo reconoció. Nunca había visto a Yoongi vestido de manera tan... ¿Provocativa? Siempre se le veía tierno y reservado. En cambio ahora, estaba ardiendo.

—Yoongi... te v-ves muy bien. —Trastabilló.

—Muchas gracias. —agradeció con una sonrisa ladeada, le dejó un beso en los labios y ambos salieron, dejando a Holly durmiendo en su pequeño colchón.

Jimin no había podido cambiarse por obvias razones, mas no estaba desentonando con Yoongi. Ambos se veían bien.

—Qué suerte, tú si pudiste ir a vestirte yo sigo todo abrigado y parezco hasta un oso polar. —se quejó.

—Si quieres vamos a tu casa, te acompaño y te vistes. —sugirió el mayor.

Jimin le sonrió.

—No, me quedaré así. Mi casa está lejos. Solo te quería fastidiar. —le agarró de la mano. —mejor apurémonos, no te quiero encontrar muerto por ahí. —Lo jaló corriendo entre la gente.

Para ser sincero, no sabía a donde se dirigía. Se sentía extrañamente feliz debido al alcohol que aún seguía causando muchos efectos que lamentaría luego, pero que también agradecería, ya que después de mucho tiempo estaba gozando de la compañía de alguien que quería amar.

—Hey, Jimin, nos estamos yendo en dirección contraria. —habló Yoongi mientras era jalado por su acompañante.

Jimin escuchó y se detuvo con la respiración agitada, igual que su compañero.

»—Te estaba gritando desde hace rato y no me escuchabas. Ahora tenemos que...

Antes de que siguiera quejándose, Jimin le sostuvo las dos manos y se acercó a sus labios, llenándolo de más besos sabor fresas y chocolate. Se detuvieron con sonrisas adornando sus rostros.

—Deja de quejarte, pagaré el taxi.—ofreció el rubio.

—Espero mañana cuando estés sobrio no te quejes de que te hice gastar. —bromeó.

—Si quieres graba, diré todo lo que hice y dije.—sugirió con una sonrisa.

Rápidamente, Yoongi sacó su teléfono y entró a la aplicación de cámara y apuntó hacia Jimin. Le hizo un gesto para que iniciara.

—Hoy 24 de diciembre del 2021, le he dicho a Yoongi que quiero intentar algo con él, nos hemos besado unas... —intentó contar con sus dedos cuantas veces habían sido, pero ante la risa de Yoongi, mostró su dedo medio a la cámara. —Ya no diré cuántas veces, pero fueron muchas. También le ofrecí pagar el taxi para ir al bar, esto con la finalidad de no encontrar a mi cita de navidad muerta en un acantilado. Ese fue mi reporte Joaquín.

Yoongi paró el video y fue a abrazar a Jimin por la espalda.

—Te amo. —le susurró en el oído con voz grave.

Jimin se alejó rápidamente con la cara totalmente roja.

—Dios mío, ¿esa voz es tu voz normal? Porque suena a que me seduces. —Reclamó Jimin haciendo reír a Yoongi.

—Esa es mi voz normal.

—¡Mentira! Mentiroso.... —exclamó.

Yoongi siguió riendo a la vez que halaba de él para que lo siguiera.

Definitivamente esa era la mejor navidad de todas.

.......

—Yoongi, maldito gato tardón. —Se quejó Hoseok con una mirada de reproche.

—Perdón, estaba con Jimin fuimos a mi casa a dejar a Holly y...

—Ya veo, estuvieron en tu casa solo charlando y viendo como Holly hacia popo. Disculpa, no me creo esas. —mandó una mirada fulminante hacia Jimin quien estaba agarrando a Yoongi de la mano. —Es obvio que estuvieron haciendo otras cosas.—habló inusualmente molesto e incómodo.

—Perdón Hobi. —intentó disculparse el pelinegro.

El aludido no respondió.

»—¿Y Jungkook? —inquirió.

—Se fue a su casa también, estaba muy mal. Pero le hice jurar que regresaría.

Yoongi asintió lentamente. No quería que Jimin se encuentre con Jungkook, sabía que eso heriría en demasía el corazón sensible de Jimin.

Hoseok reparó en la belleza de Jimin, poco a poco iba entendiendo porque su mejor amigo estaba tan enamorado.

—Tu amigo se ve molesto.—dijo Jimin en el oído del mayor.

—Tranquilo, solo está enfadado porque no llegamos a la hora. Él es muy puntual. —explicó.

—Parece que me odia, te puedo jurar que ya me ha asesinado con la mirada como unas 5 veces.

Yoongi negó y le dio un beso.

—Debe estar dirigido a mí.

Jimin asintió desconfiado mirando alrededor intentando huir de la mirada de Hoseok.

Había música a todo volumen y la gente bailaba alegremente. Saltaban y reían, algunos ya ebrios y otros que aún conservaban su cordura.

»—¿Quieres bailar?— dijo Yoongi sonriendo.

El contrario asintió abochornado a la vez que Yoongi halaba de él, adentrándose en ese acalorado lugar.

Empezaron a bailar con timidez, pero poco a poco se fueron acostumbrando el uno al otro tomando confianza.

—Traeré un trago, ¿Tú quieres uno? —susurró el mayor al oído de Jimin haciendo que sienta un hormigueo en su espalda.

—Gr-gracias. —alcanzó a decir en cuanto su acompañante lo dejó.

Y en ese momento, lo sintió a él mirándolo inquisitivamente, diciéndole millones de preguntas sin abrir la boca.

Jungkook.

Lo observaba desde un rincón con los brazos cruzados y en cuanto conectaron miradas, sus corazones palpitaron con velocidad.

Jimin había olvidado la última vez que habían salido de fiesta, había pasado mucho tiempo para volver a ver a Jungkook tan apuesto, tan hipnotizante a sus ojos.

Aunque los molestara y les pareciera una mala broma del destino, ambos aún sentían algo.

—Hey, Jimin, no sabía qué traerte, así que pedí algo que sea dulce.—lo sorprendió Yoongi.

Jimin apartó sus ojos de los de Jungkook con rapidez y los dirigió hacia el chico que le hablaba. De pronto, le pareció aburrido.

—Gracias Yoongi. —le sonrió y no pasó mucho para que de un solo sorbo se tomará esa bebida.

—¡Hey!—exclamó horrorizado. —Te va a afectar más.

—Estoy bien, bailemos.—lo jaló del brazo y empezaron a bailar otra vez.

Sus cuerpos se rozaban con delicadeza en un movimiento acompasado.

—Me gustas mucho. —susurró Yoongi en su oído.

El contrario se ruborizó y por un momento sintió un mareo, aún así sonrió.

Yoongi le dio un beso en los labios que el contrario correspondió con convicción. Cada vez el beso era más profundo. Sin embargo, Jimin en su imaginación estaba con otra persona.

El pelinegro lo tomó de la nuca intentando acercarlo más. Pero Jimin no se lo permitió.

—Perdón, quiero ir al baño.—habló alargando las palabras en un signo de ebriedad.

—Jimin, ¿me quieres? —preguntó Yoongi.

—Sí.—asintió con una sonrisa risueña y se fue.

Yoongi no se sentía seguro, quería dialogarlo con alguien. Había visto cómo Jungkook y Jimin se habían mirado. Bufó.

Se fue con Hoseok quien estaba sentado en la zona de las bebidas con el ceño fruncido mientras miraba su vaso de cerveza con atención.

—Hobi, ¿Qué haces?—inquirió Yoongi sentándose a su lado.

—Claro, ahora que tu noviecito ya no te quiere vienes conmigo. —se quejó señalándolo con el dedo índice y lo observó con los ojos achinados.

—Solo fue al baño y listo.—explicó Yoongi girando los ojos y cruzando los brazos.

—¿Para qué viniste? —preguntó el pelirojo.

—Es que Jimin... no sé, siento que... —bufó girando hacia el frente y pasando sus manos por su cabeza con frustración.

Por el rabillo del ojo vio a un pelinegro dirigirse al baño, era Jungkook.

—¿Sientes que...? —Hoseok intentó seguir con la conversación.

—Espera. —Yoongi se levantó dirigiéndose al baño.

Fue con lentitud, y se acercó a la puerta. Había una muy delgada abertura que le permitía observar el interior.

Internamente, se había dicho que entraría, pero en cuanto escuchó la voz de Jimin y Jungkook teniendo una conversación, decidió quedarse.

—Jimin, déjame explicarte lo de aquella vez. —murmuró Jungkook atrás mientras Jimin se lavaba las manos.

—Yo ya lo sé, me engañaste y creíste que no me daría cuenta. —contestó el rubio sacudiendo sus manos para secarlas.

—No, no fue así. La verdad fue que...

—¿Y qué sentido hay en que me lo digas ahora? Ha pasado un año lo nuestro simplemente no tiene solución. —reclamó encarándolo.

Jungkook agachó la cabeza arrepentido.

—Nunca me diste la oportunidad de explicarte. —Susurró. Jimin supo que el pelinegro estaba en lo correcto, había huido de él todo ese tiempo. —Era Jieun. Me seguía a todos lados, porque le gustaba. Tú lo sabías, nos perseguía a cualquier lugar que fuéramos. —Jimin se mordió los labios con inquietud. Yoongi, por otro lado, apretó sus dientes con furia. —Estaba cansado, ella me ofreció que acepte un regalo suyo para que deje de acosarme. Parecía simple. Nos encontramos ese día que salí, se suponía que serían 10 minutos y ya, pero ella me retuvo un buen rato. Cuando le dije que ya me tenía que ir y que me diera su regalo, me besó y me sujetó con fuerza por el cuello. Perdona, nunca fue mi intención romperte el corazón. Yo nunca quise, te amo, te sigo amando. —Jungkook se acercó a él con la intención de besarlo.

Jimin sabía que Jungkook no le decía la verdad. No sería la primera vez que intentaba tapar sus falacias. Él le había mentido con eso siempre, Jieun solo era la chica que el pelinegro siempre había amado. Solo quería jugar con él, otra vez.

A pesar de conocer la verdad, no negó su cercanía.

El contrario se aproximó quedando a escasos centímetros, para finalmente unir sus labios en una costumbre que hace tiempo habían olvidado. Esa danza que se habían prohibido ahora con sabor a alcohol y promesas que se habían roto.

Estaban envueltos en sentimientos que los transportaban hacia un paraíso, y aunque estaba lleno de mentiras, solo podía ser disfrutado por dos personas, ya que uno que observaba con desdicha solo percibía a su corazón oscureciéndose y hasta tronando como una noche de intensa lluvia.

Mientras dos personas se aman, otra desea ese amor.

Yoongi se alejó de allí llorando sin consuelo al saber que había perdido.

—Jimin, ¿Quieres ser mi novio? —Dijo Jungkook sonriente.

El aludido aún conservaba lo ojos cerrados por el beso.

—Kookie... yo... —en ese momento recordó a alguien diciéndole algo similar.

Yoongi.

»—Oh no, Yoongi, él me está esperando. —soltó con la culpa rasgándole el pecho.—Soy un imbécil... —susurró sujetándose la cabeza con desespero.

Jungkook borró la sonrisa que tenía y la cambió por una mueca de molestia.

—¿Te gusta? — murmuró con el ceño fruncido y los brazos cruzados.

Los pensamientos de culpa por parte del rubio cesaron y su mente se quedó en blanco.

»—¿O solo lo usas para olvidarte de mí? —dijo con una expresión seria.

Jimin no sabía qué responder, en el fondo sabía que esa oración tenía algo de cierto, solo no quería aceptarlo.

—Yo nunca haría eso, a-a mí ya no me gustas. —balbuceó haciendo que la credibilidad de sus palabras se esfumara.

Jungkook soltó un bufido acercándose otra vez a sus labios. Aunque Jimin se quiso resistir a los besos del pelinegro, no pudo. Otra vez sus bocas se juntaron en un apresurado movimiento.

—¿Ya no te gusto?—inquirió  Jungkook con ironía, con una ceja levantada y los brazos cruzados.

Jimin sintió unas fuertes ganas de llorar, mas no lo hizo. Se alejó corriendo en busca de Yoongi.

Se sentía muy decepcionado de sí mismo. ¿Cómo pudo haber hecho tal cosa?

Suspiró, con suerte Yoongi nunca lo había visto.

—Feliz Navidad. —se empezó a decir la gente mientras se abrazaba. Evidentemente, ya eran las doce.

Se supone que ahora él debía estar abrazando a Yoongi mientras le deseaba una feliz Navidad. Se supone...

—¡Yoongi!—gritó a la vez que avanzaba entre la gente.

Sin embargo, el pelinegro no estaba por ningún lado.

Bufó con enojo, y siguió caminando mientras gritaba su nombre. Entonces, vio a uno de los amigos de Yoongi.

—Hey, ¿Viste a Yoongi? —preguntó tocándole el hombro a ese chico de pelo negro y hombros anchos, del cual no sabía el nombre.

—Ahh... hola, no lo vi. Tal vez ya regresó a su casa. —le sonrió.

—Gracias. —habló y se fue corriendo hacia la salida.

Tenía que encontrar a Yoongi, se sentía culpable. Era un imbécil, en palabras resumidas.

Cuando ya hubo salido sintió como alguien lo jalaba de la mano.

—Feliz navidad, Jimin. Espero que lo pases bien.—le deseó esa conocida voz. Jungkook, otra vez, ahora lucía arrepentido. —Te amo...

Eso mismo le había dicho el día en que lo engaño, justo en el momento en el que se retiró de su casa para ya no volver.

Se aguantó las lágrimas y se soltó con brusquedad, dirigiéndose a la casa de Yoongi.

Las lágrimas caían y caían, no se podía engañar, aún quería a Jungkook. A pesar de todo aún le gustaba.

En cuanto a Yoongi...¿le gustaba? ¿Se estaba obligando a quererlo?

En la calle, mientras la nieve caía y las luces coloridas de navidad decoraban la blanca calle, empezó a sonar una canción que solía cantar junto a Jungkook el pasado diciembre.

Last Christmas

I gave you my heart

But the very next day, you gave it away.

Se recordó cantando esa canción a todo pulmón mientras ambos armaban el árbol de navidad. Jungkook solía observarlo con una sonrisa y a veces lo tomaba de la cintura para hacerlo bailar.

This year to save me from tears

I'll give it to someone special.

Extrañaba esos tiempos, pero sabía que no podía perdonar a Jungkook por haberlo engañado, aunque fuera verdad lo que le había contado, tenía muchas dudas.

Él había conocido a la tal Jieun y sabía que había sido un amor imposible de Jungkook. Suponía que las cosas no habían salido bien para los dos y por eso es que Jungkook lo volvía a buscar.

No creyó haber estado sordo cuando ese día que los había visto besarse, él la había sujetado de la cintura y le había pronunciado un "te amo".

Jungkook había jugado con él una vez, lo había usado justo como él lo había hecho con Yoongi. Había usado sus sentimientos a su favor. Se sentía como un maldito idiota, igual que esa canción que había memorizado, creyendo que nunca le podría pasar algo similiar a lo que la letra relataba.

Detuvo su andar para tomar un respiro.

¿Si Yoongi no le gustaba porque insistía en ser perdonado? Sería fácil pretender que nada había sucedido y dejarlo así.

Su pequeña nariz y sus mejillas se enrojecieron debido al frío. Sus manos se entumecieron por lo heladas que estaban, mas no se movió y prefirió dejar que la música siguiera sonando y la nieve cayera con lentitud.

—¿Qué siento realmente? —se preguntó.

La primera vez que había visto a Yoongi, no le había prestado mucha atención ya que estaba muy ocupado, y cuando lo pudo observar bien, se había dado cuenta que era bonito. Tal vez demasiado, pero decidió no acercarse mucho, porque no tenía intenciones de caer en las redes del amor otra vez. No después de lo que le había sucedido.

Yoongi ligaba con él cada vez que podía y Jimin solo reía nervioso. Esos días, no le gustaba, pero había algo en él que captaba su atención. Tal vez su manera de hablar, su manera de sonreírle o su forma de alegrarle el día.

El día en el que que Yoongi se confesó, sintió como su corazón se aceleraba. Sin embargo, no se sentía preparado ni suficientemente seguro de lo que sentía. Jungkook y sus fantasmas aún lo atormentaban haciéndole recordar que nunca se sentiría como se sintió con él. Yoongi no le gustaba, o eso se repetía cada día como si fuera una oración.

Pasaron los días y empezó a sentirse como un imbécil. Seguía sintiendo cosas por alguien que no valía la pena, por ese chico que lo engañó una navidad y que luego lo abandonó dejándolo como un miserable. Porque Jimin lo esperó esa semana, mas no regresó.

Tantas promesas de hace mucho que se habían hecho, pero que aún dolía el no haberse cumplido sus planes. Odiaba a Jungkook, o eso intentaba cada día mientras lloraba su ida.

Buscó la casa de Yoongi, porque aunque sabía de que no podría ser disculpado, quería demostrar que por lo menos se sentía arrepentido.

La nieve caía con ímpetu sobre el pavimento, haciendo más lentos sus pasos.

Siguió caminando hasta que vio esa puerta de madera oscura de la casa que recién había conocido hoy.

Se acercó y la tocó con suavidad. Quien lo recibió no era Yoongi.

—Jimin, ¿Qué haces aquí? — inquirió Hoseok de brazos cruzados, claramente molesto.

—Quiero hablar con Yoongi.—Susurró bajando la cabeza.

—Vas a disculparte...¿eh? —habló frunciendo el ceño.

Jimin asintió mordiéndose el labio inferior con nerviosismo.

—Ya lo hiciste sufrir demasiado. Lárgate.—ordenó con furia. Su pecho subía y bajaba rápidamente.

Tenía razón, lo había ilusionado y ahora iba a pedir perdón. Él sabía perfectamente que cuando te rompían el corazón, era difícil reconstruirlo.

Sin rechistar dio media vuelta, dispuesto a irse.

Solo dio unos pasos cuando la puerta volvió a abrirse. Giró por inercia al oír el chirrido de la puerta, encontrándose con un cansado Yoongi.

Jimin corrió para estar frente a él, el contrario lo observó con una mueca de tristeza, suspiró.

—Yoongi...

—Jimin, ¿aún te gusta Jungkook? —murmuró con los brazos cruzados intentando darse calor.

—No quiero mentirte, pero aún siento algo por él. — bajó su cabeza.

Yoongi soltó un suspiro que salió como un fantasma de sus labios debido al frío que hacía.

Asintió, eso era lo único que quería escuchar. Era su señal, la que indicaba que ya no necesitaba intentar nada más con Jimin.

»—Pero... tú...también me gustas. — confesó sujetando su mano.

Yoongi soltó un suspiro agotado.

—Jimin, tú me gustas demasiado. Nunca dejaste de gustarme. Entiendo que besaste a Jungkook porque... pasaste dos años de tu vida con él y fuiste el más afectado. Estás confundido aún. —mostró una muy débil sonrisa.—Yo también lo estaría.

Jimin quiso acatar algo, mas Yoongi no lo dejó.

»—Sé que no me estás mintiendo, pero... creo que ambos no estamos listos para esto aún. —sus ojos brillaban amenazando que una fina lágrima rodaría por su mejilla. —me gustas desde que nos conocimos y te amo desde hoy. Gracias por darme una feliz navidad. —le sonrió débilmente abrazándolo.

Jimin se quedó inmóvil mientras esos delgados brazos lo rodeaban. Ni siquiera se dio cuenta como sus ojos empezaban a soltar una lágrima tras otra.

Se separaron lentamente con las caras humedecidas.

—Yoongi... en cuanto me sienta listo, regresaré y te pediré que seas mi novio. —Le sonrió.

—Entonces te espero. —habló devolviéndole el gesto.

—Gracias Yoongi... y feliz Navidad. —dijo despidiéndose y desapareciendo en la extensa calle, volviéndose cada vez más pequeño para finalmente desaparecer entre la ventisca de nieve.

Navidad había dejado de ser un recuerdo triste y ahora se convertía en una promesa: "Ambos tenían un encuentro pendiente, en donde sus corazones palpitarían al mismo ritmo y con el mismo sentimiento"

La proxima Navidad ya no estaría tan solo y esa canción ya no sería el relato de esta historia.

Fin
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🎄❄️
🎁¡Feliz navidad! 🎁





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