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CAPÍTULO 9

La Discoteca.

Rachel. 

Tres semanas después.

Turistas y habitantes aprovechan el sol de agosto para disfrutar en familia.

Un grupo de estudiantes toma capuchino en una cafetería de Baker Street, a su lado una pareja disfruta de una copa de helado dándose cucharadas entre sí.

El remordimiento no deja de golpearme cada vez que recuerdo a Bratt y a mí haciendo lo mismo. 

Dos hombres y una mujer se levantan a pagar la cuenta, llevan un maletín negro. Están bajo la mira desde que llegaron ya que son sospechosos de un posible ataque terrorista.

—Objetivo confirmado —me avisan por medio del auricular— Procedan a la captura.

—Entendido —susurro.

Brenda e Irina esperan mis instrucciones.

El perímetro está rodeado por agentes de la FEMF. Hemos estado montando guardia toda la mañana.

—Es hora —le ordeno a Brenda.

Se levanta con el ticket de la cuenta haciendo fila detrás de los sospechosos. Mi colega zapatea con un solo pie «Maniobra para desesperar al contrincante» 

—Ve a cubrirla —le indico a Irina.

Sigue a Brenda poniéndole  tema de conversación en la fila, ambas se muestran como si fueran viejas amigas. En una de las mesas Alan y Harry observan la escena a la espera de una orden para actuar.

—Señor, dígale al de la caja que se mueva —Brenda le habla a uno de los sospechosos— Tenemos afán. 

El hombre la ignora devolviéndose hacia sus acompañantes hablándoles en ruso. 

Una camioneta cuatro por cuatro se estaciona afuera, los sospechosos se adelantan e insisten en ser atendidos.

Maldigo mentalmente cuando veo la patrulla que se aproxima. 

—¿Qué hace la policía aquí? —reclama Reynals en el auricular— Es un caso perteneciente a nuestra rama.

Cuatro oficiales bajan del auto quedándose en la puerta mientras que los sospechosos se encaminan a la salida como si nada. 

Alan y Harry se levantan. 

—A sus posiciones —ordeno.

Hay que capturarlos antes de que aborden la camioneta. Con calma, evitando algún tipo de caos que pueda atemorizar a la gente.

—Alto —los detiene uno de los policías— Prepárense para una requisa.

—¿Requisa? — pregunta la mujer con acento ruso —¿Por qué? Solo tomábamos café.

—Oponerse es desacato a la autoridad.

Un policía se acerca al teniente que está frente a los sospechosos, le habla al oído y el hombre niega con la cabeza.

—Maletines, por favor —insiste.

—Pero, ¿Qué diablos?! —chilla Harry en mi oído—Se les acaba de avisar que es una misión de nuestra competencia.

La mujer abre el bolso mientra los dos hombres hacen el ademán de entregar el maletín.

—¡Muévete, muévete! —me avisa Brenda cuando nota que sacan dos armas.

—¡Todos al suelo! —grita Irina.

Descargan el arma contra el oficial que intenta revisar el bolso de la mujer, el teniente se arroja al piso evitando los proyectiles. El caos se desata cuando la mujer da un giro de 360 grados soltando tiros que acaban con la vida de varios comensales. 

Tres hombres salen de la camioneta disparando contra el restaurante. Brenda dispara mientras que Harry arremete con una XK11  derribando a tres de los implicados.

Me muevo contraatacando utilizando la puerta como escudo en medio del cruce de balas. Ellos huyen al verse acorralados mientras Alan inmoviliza la camioneta. 

—¡No! —lo detengo cuando intenta dispararles— Los necesitamos vivos.

Corro detrás de los sospechosos atropellando las personas que se me cruzan y pasando por encima de aquellos que se tiran al suelo cuando ven las armas.

Alcanzo a la mujer que forcejea y termino dejándola contra el asfalto. La FEMF no tarda en llegar, cumplo con el debido procedimiento colocando las esposas.

—Se la detiene por portar ilegalmente armas de fuego y  por homicidio agravado con fines terroristas  —le informo mientras la levanto— Tiene derecho a un abogado, a una llamada telefónica y a guardar silencio ya que todo lo que diga puede ser usado en su contra. 

Se la entrego al grupo de oficiales que llega a darme apoyo. 

—Primera captura en el Reino Unido —me avisa Alan orgulloso 

—Buen trabajo soldado —le palmeo el hombro— No bajes la guardia y sigue así. 

Christopher llega con cara de querer asesinar a alguien pese a que el operativo se logró «No de la mejor manera, pero se logró»  

—¡¿Quién carajos dejó que la policía se metiera?! —grita.

—No lo sabemos, señor —contesta Harry— Los pusimos sobre aviso y se negaron a nuestra orden.

El teniente de la policía discute con Reynals al lado de la patrulla.

—¡Su incompetencia puso en peligro la vida de mis hombres! —lo regaña Christopher.

—Era algo que nos competía a nosotros —se defiende el oficial.

—¡No sea payaso! ¡Sabe muy bien que no tiene por qué meter las narices en los asuntos de la FEMF!

—Pues...

—Pues nada, recoja su mierda y lárguese de aquí antes de que exija que le den de baja por inepto. 

—Pero, señor....

—¡Todos al comando! —ordena ignorando al policía.

Abordo una de las camionetas quitándome la peluca y los tacones. Una vez que pasa la distracción viene la culpa como todos los días, es ese recuerdo que no me deja en paz. 

Dieciséis días han pasado y sigo sintiéndome igual, no soporto tenerlo cerca. Ni siquiera sé que diablos siento, me encantaría que fuera desagrado pero no es nada parecido a eso. Es:  ansiedad, miedo y confusión ante el tamborileo de mi corazón cada vez que lo tengo en frente.

Él actúa como si nada hubiese pasado, de hecho, está más estricto y arrogante. Si antes era un grosero de mierda ahora lo es el doble.

No lo culpo, tomaría la misma actitud si supiera que mi mejor amiga fue vilmente engañada.

Mi móvil suena con un mensaje de mi novio. 

De: Bratt.

"Felicidades por la misión, eres la mejor. Te amo."

Tecleo la respuesta.

"Gracias cariño, en cuanto llegue te llamaré para contarte los detalles."

Una respuesta sencilla, sin emojis de caritas enamoradas, ni frases como "te amo". Aunque para mí siga siendo el mejor hombre del mundo, me siento hipócrita al decirle dichas palabras. Si lo amara no lo hubiese lastimado como lo hice.

Mi tía tenía razón al decir que cuando las personas dicen no querer lastimarte ya tienes medio cuchillo adentro.

La central nos recibe, bajo de la camioneta encaminándome a la torre administrativa.

—Buen trabajo —me aborda el capitán Dominick Parker.

Es el capitán de la tropa de búsqueda e investigación, tenía un mes sin verlo. Estaba de vacaciones.

—Gracias, señor —le dedico un saludo militar.

—Me enteré de que estás entrenando los soldados de mi escuadra y que también estás llevando los avances que envían los capitanes que están en misión.

—Sí, señor.

—Y por lo que veo también estás haciendo trabajo de inteligencia.

—Sí.

Me recorre con los ojos. Tiene la misma edad que Bratt, y tal vez el mismo atractivo, es alto, fornido, de cabello negro, barba y cejas espesas.

—Thomson no está y entrenas a mis soldados. Eso me hace tu capitán al mando.

—Si usted lo cree —no le replico.

—Cuarenta soldados llegarán esta tarde de Brasil, hazte cargo del entrenamiento. Te voy a relevar del trabajo investigativo.

—¿El coronel está al tanto?.

—Por supuesto, para él es mejor que lo haga un capitán, tenemos más experiencia y podemos hacer investigaciones más profundas —sonríe— Sin ofenderte claro está.

—Entiendo, lo pondré al tanto de lo que he hecho.

—Ok —se acaricia la punta de la barbilla— .Cuando termines puedes irte a descansar ya que el lunes será un día pesado con los nuevos soldados.

—Como ordene mi capitán. 

Se marcha.

Hay algo que no me cuadra, Christopher no se ha quejado de mi trabajo, por otro lado, Parker no me genera confianza en ciertos puntos ya que vive en una carrera constante con Bratt queriendo demostrar quien es el mejor. 

—¿Qué diría Bratt si te ve hablando con su archi enemigo? —comentan a mi espalda—¿O con cualquier hombre?

—Travis Scott —reconozco la voz— No pensé que tu estadía en Colombia fuera tan corta.

Me abraza, al igual que Luisa y Harry, viene de Phoenix. Ingresamos al mismo tiempo y fue novio de mi amiga por un año.

Todo acabó cuando lo encontró durmiendo con otra chica.

—Fue corta, pero satisfactoria —se muerde los labios — Las colombianas son unos bombones.

—Ya lo creo. Me imagino que dejaste coños y corazones rotos.

Se ríe.

—Cuéntame —me rodea los hombros con el brazo— ¿Qué hay de la vida de Luisa?

—Nada que no sepas.

—Escuché que se casará en Santorini.

—Simón es de allá —me encojo de hombros—¿Envidia porque se casará con un griego que tal vez sea descendencia de Hércules?

—¡No! —ríe— Tengo muy en claro que todo éste espectáculo es para llenar el vacío que causó nuestra separación.

Si Luisa lo escuchara le estamparía la cara contra el pavimento. Después de jurar estar enamorada de su novio de cabello rubio y ojos verdes, terminó odiándolo a morir.

Me invita un café, lo acompaño mientras el móvil no deja de vibrar. Lo dejo de lado ya que estoy con mi amigo y merece mi atención. 

Se me va la tarde poniéndome al día con Scott mientras Bratt insiste. 

—Dile que te deje respirar —se burla mi amigo.

—No empieces —me levanto. Tanta timbradera estresa. 

—Hay cosas que no cambian ¿Cierto?

—Te veo luego.

Me voy, no me gusta que empiece a sacarme en cara las actitudes de Bratt. 

El móvil sigue timbrando y contesto cuando estoy en mi alcoba. 

—Hola —lo saludo.

—Hola amor —contesta— ¿Qué haces?

—Me preparo para irme a dormir, ¿Y tú? 

—Saldré con los chicos al bar, es viernes y nos apetece una cerveza —se escucha el sonido del viento— Te estuve llamando en la tarde y no me contestaste.

—Fui con Travis por un café. Se me fue la tarde charlando con él. 

—Tú, él ¿Y quién más? —pregunta serio (tono que usa cada vez que va a montar una escena de celos). 

—Solo los dos.

—Te he dicho que no me gusta que estés a solas con él.

—¡Buenas noches! —Brenda entra sin golpear. Trae un gorro de fiesta en la cabeza— ¡Es viernes de baile, música y licor!

—Estoy ocupada —la regaño.

—¿Hablando con tu novio? —rueda los ojos— ¡Cuelga! Tienes media hora para arreglarte.

—¡Rachel, sigo aquí! —replica Bratt.

—No quiero salir —intento sacarla— Diviértanse sin mí.

—Iremos todos, queremos celebrar la llegada de Scott.

—Bratt, ¿Te puedo llamar luego? —vuelvo al teléfono.

—¡No! —me ruge— Y tampoco saldrás si no estoy. Conozco a Scott y sé lo impertinente que es.

—No me iré hasta que no estés lista —insiste Brenda soplando un estúpido pito.

—¡¿Qué esperas? ¡Dile que no irás!

Decirle que no a Brenda es desatar la furia del demonio de la molestia. Y llevarle la contraria a Bratt es invocar a satán.

—¡Brenda! —tapo el micrófono del IPhone— Espérame abajo, estaré lista en veinte minutos.

—¿Lo prometes?

—Solo déjame tranquilizar a Bratt.

—Ok, te estaré esperando —advierte.

—¡¿Y?!— Bratt sigue molesto.

—No iré a ningún lado.

Me quito la ropa.

—Eso espero, no quiero que me desobedezcas —suspira— No duermo cuando sales sola.

—No iba a ir sola, iba a salir con mis amigos.

—No voy a entrar en discusión contigo. Vete a dormir, te llamaré mañana.

—Diviértete —le digo antes de colgar.

—Te amo.

—Yo también.

Saco mi pijama del armario. Tanto su sobreprotección como sus impulsos de controlador me dan jaqueca.

—No creo que ese pijama se vea bien en la disco —dice Brenda recostada en el umbral.

—Prefiero no ir —me cambio y me acuesto— Sabes como se pone Bratt.

—Que se cojan a Bratt, ¿Qué tiene de malo salir con tus amigos?

—No quiero discusiones.

—No lo sabrá —me saca de la cama— Si dejas que te dé órdenes terminarás siendo una estúpida esposa manipulada por su marido.

Rebusca entre mis cosas sacando un vestido. 

—Ponte este.

Me lo arroja a la cara.

—Dije que no iré —tiro la prenda.

—Bien, entonces me quedaré aquí silbando con este pito.

Se acuesta a mi lado en tanto arma una algarabía.

—Ok, ok, iré —me doy por vencida. Sé lo molesta que puede llegar a ser cuando quiere algo.

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Harry, Irina, Luisa, Scott y Reynals están en el estacionamiento.

—Te encanta ponernos a esperar —se queja Scott.

—Agradece que vino —comenta Brenda.

—¡La noche es joven y el Boujis nos espera! —anuncia Scott— Luisa, Irina y Rachel vendrán conmigo!

—Ni lo sueñes —bufa Luisa abordando el auto de Harry.

—Solo quería ser amable —Scott hace un puchero.

Sigo a mi amiga. La noche está tan fría al punto de tener que elevar la calefacción del auto. 

—¿Quién carajos camina a esta hora bajo la lluvia? —Brenda señala la ventana.

Una sombra encorvada deambula bajo el agua, trae una capota en la cabeza y sus hombros se alzan presos del frío.

Reconozco los zapatos de anciana.

—¡Laurens! —bajo la ventanilla y abro la puerta.

El frío me pone la piel de gallina, es imposible caminar sin que te de una hipotermia.

—¿Qué haces por aquí?

—Mi auto se averió —le tiembla la barbilla— Debo caminar a la carretera, a lo mejor alguien puede llevarme hasta la ciudad.

—La carretera está desierta a esta hora, lo mejor es pedir un taxi. 

Baja la mirada.

—No tengo dinero.

Solo cuando vemos personas más desdichadas que nosotros aprendemos a valorar lo que tenemos.

Laurens no tiene mucha suerte en la vida, todo el mundo la evita. Tiene problemas económicos, debe mantener a su familia y, para colmo, tiene que soportar al peor jefe del mundo.

Yo no tengo que preocuparme por nada de eso, sin embargo, me la paso triste, afligida y frustrada.

—Ven, te llevaremos a la ciudad.

Harry me mira con el cejo fruncido. No quiero darle explicaciones con la chica estando aquí, así que saco mi móvil finjiendo estar ocupada.

Londres se mantiene despierta los viernes por la noche. Los autoservicios y los restaurantes cierran a media noche mientras que las discotecas siguen abiertas hasta el amanecer.

—Pueden dejarme cerca de la estación del metro —sugiere la secretaria.

Laurens se baja alisándose la falda. Las pecas marrones no le quitan atractivo. No juzgo su vestimenta ahora que sé que no se viste mejor por falta de voluntad, sino por falta de dinero.

—¿A dónde irán?

—Al Boujis, por unos tragos.

—Una de las mejores discotecas de la ciudad —sonríe— Leí en el periódico que Alan Walker se presentará hoy.

Los taxis pitan atrás gritando que dejemos de hacer estorbo. 

—Estamos deteniendo el tráfico—se despide con la mano —¡Diviértanse!

—¿Quieres venir? —pregunto antes de que se marche.

Brenda me mira como si hubiese perdido la cabeza.

—No quiero arruinar su noche de amigos.

—No arruinarás nada —habla Harry— Acompáñanos, te llevaremos a tu casa cuando acabemos.

«Por eso lo amo, es como yo en muchas cosas»

—No tengo dinero para cover, ni bebidas —dice avergonzada.

—No necesitas dinero —la interrumpe Luisa—Podemos invitarte.

No disimula el entusiasmo a la hora de volver abordar el auto. 

El aire de la discoteca es una mezcla de los años ochenta y la época actual. Vibra al ritmo de Sia y la canción Cheap Thrills. Nos ubicamos en una mesa cerca de la barra. 

Irina, Scott y Reynals se nos unen.

—¿Quién trajo al pato feo? —masculla Irina.

Ignoro el tonto comentario. Scott le abre espacio a Luisa, muere vilmente ignorado cuando ella no le pone atención sentándose junto a mí.

—¿Simón sabe que estás aquí? —le pregunto.

—Si, pero no sabe que estoy con Scott —llama al mesero— ¿Qué hay de Bratt?

—Estamos en la misma situación —me encojo de hombros.

El camarero llega con una botella de Jack Daniels junto con una ronda de cócteles. Incito a Laurens para que se ponga cómoda quitándose la chaqueta. 

Irina se burla del atuendo fuera de foco.

El Dj pone a bailar a todo el mundo con la canción Boom Boom Pow de los Black Eyes Peas. Arrastro a Luisa y a Laurens a la pista de baile. Harry saca a bailar a Brenda e Irina hace lo mismo con Scott. 

Laurens me apena, no tiene idea de como moverse consiguiendo que Irina no deje de burlarse. 

«Empiezo a perder la paciencia».

—Suelta el cuerpo —sugiero— Deja que el ritmo te envuelva.

—Es difícil cuando no se sabe bailar.

—Ya tenemos el desafío para hoy —Luisa alza la voz— Enseñarle movimientos a la secretaria sexy.

—¡No es necesario que se burle, señorita! —se ríe.

—No se está burlando, eres muy sexy. Solo que no sabes el potencial que tienes.

—Eres algo así como Judith de la saga "Pídeme lo que quieras" —añade Luisa.

Se ríe e intenta imitar mis movimientos. 

Cuatro horas después estoy cansada, mareada y sudorosa disfrutando de la noche. 

—¡Todos sonrían! —pide Brenda preparando el móvil para tomar una selfie.

—Brindemos —Luisa alza su copa con Whisky— Porque nunca dejemos de vivir momentos como este.

—¡Salud! —contestan todos a coro.

—¡Bailemos! —Scott se lleva a Laurens.

El Dj esta poniendo música de cachondeo mezclado con zorrería. 

—¡Mejor déjala! —le grito a Scott, pero no me escucha.

No quiero que siga siendo la burla de Irina.  El alcohol alivianó el peso de la culpa, de haber sabido que la solución era embriagarme hubiese optado por esto cuando llegue de Brasil. 

—¡Señoras y señores con ustedes el Dj Alan Walker! —anuncian.

El lugar rompe en aplausos y las notas de Faded inundan mis oídos. 

Dejo caer la cabeza en el respaldar de la silla. Todo me da vueltas, cierro los ojos y lo único que evoco es mi noche en la selva amazónica «Jesús bendito» Los jadeos carnales, mi cuerpo sobre el suyo balanceando las caderas mientras sus dedos se enterraban en mis glúteos. 

El deseo se enciende empapándome en el acto. El sexo con mi novio no es así, me gustaba como era, pero ahora no paro de pensar en las embestidas, los arañazos y  los mordiscos de este hijo de perra. 

El mareo me obliga a levantarme por un alka seltzer. Miro el IPhone, tengo diez llamadas perdidas de Bratt, «¡Joder!» Lo guardo debido a que no es el lugar ni el momento para iniciar una discusión.

—Iré a la barra —le aviso a Luisa— ¿Quieres que te traiga algo?

—Estoy bien, gracias. 

Me tambaleo cuando suelto la mesa, estoy demasiado ebria. Aliso el vestido, ebria o no, no puede perder el estilo. Apoyo los codos en la barra llamando al chico, pido el alka seltzer y espero a que me lo prepare. 

Estoy acalorada, tomo una bocanada de aire sintiendo la piel en llamas, parece que la temperatura se elevó de un momento a otro. Me recojo el cabello moviéndome con las notas musicales, soy melomana aparte de que me encanta bailar. 

Paco Rabanne envuelve mis sentidos dejándome quieta. Es el mismo aroma del restaurante, la misma fragancia que me abrazó mientras caí a la selva amazónica y la misma esencia que se quedó impregnada en mi piel la noche de... 

Abro los ojos y lo veo a pocos metros con dos hombres que me reparan de arriba abajo. Él, irresistible como siempre, vestido de negro con una camisa que resalta el torso musculado. Pese a no tener el uniforme, sigue emanando autoridad. 

Una rubia despampanante se le acerca tocándolo antes de besarlo. Beso que el no niega, por el contrario, acepta gustoso. 

«¿Y Sabrina? ¡Se supone que es un hombre casado!»

Bebo lo que me sirven y a duras penas alcanzo a dejar el vaso sobre la barra cuando Scott me toma de la mano devolviéndome a la pista. 

Me dejo llevar por mi amigo moviéndome como lo demanda el ritmo. La pista no está lejos de la barra, siento sus ojos sobre mí cada vez que contoneo las caderas «¿Por qué estoy tan caliente?» El ambiente me acorrala mientras Scott pasea las manos por mi cuerpo adaptándose a mis movimientos. 

Me voltea dejándome el culo contra su entrepierna, bajo y subo gozando el remix con Sean  Paul. Cuando se es amigo de la infancia se tiene este tipo de confianza, además, Scott nunca me ha inspirando ni un mal pensamiento, de hecho, lo veo como una amiga más. 

—¡¿Qué haces?! —Luisa me toma del brazo— Estás dando un espectáculo.

Reacciono notando al centenar de hombres que me miran con hambre. Luisa me lleva a la mesa despotricando a los que no disimulan. 

—Cielo ¿Estás celosa? —se burla Scott. 

—¡Cállate! —le grita ella. 

Harry y Brenda están discutiendo. Irina sigue burlándose de Laurens consiguiendo que Luisa comience a pelear con ella, mientras la secretaria mantiene la mirada baja. Para Irina es "broma". Broma que no le causa gracia a nadie. 

Termino levantándome. Voy al baño cuando me surgen las ganas de vomitar, entro a una de las gavetas vaciando lo que comí y...

—Ah —jadean. 

Los jadeos se convierten en gemidos descontrolados que me ponen de pie «Es raro escucharlos de alguien que no sea Luisa»  Me tomo unos minutos frente al espejo lavándome la boca y refrescándome el cuello tratando de alivianar el calor que me corroe. 

Intento que el mareo cese, sin embargo empeora cuando abren la puerta de los gemidos. Christopher sale como si nada acercándose al espejo. Se lava las manos, no entiendo por qué lo miro sintiendo que dicha mirada surge cargada de rabia. 

—¿Qué? —pregunta molesto— ¿Nunca habías escuchado a dos personas cogiendo?

Aparto la cara tragando grueso. Se larga mientras la rubia sale acomodándose el vestido. 

—Polvos que valen la pena —comenta empolvándose la cara.

Me la imagino con la cara estampada contra el vidrio.

No entiendo el motivo de tanta molestia, a mi debe valerme un reverendo pepino lo que hagan otros. Salgo en busca de mis cosas. 

Brenda ya se reconcilió con Harry, Irina está sentada sobre las piernas de Reynals y Scott le está enseñando a bailar a Laurens.  

—Vámonos —le digo a Luisa.

—Iré por la secretaria —se cuelga el bolso en el hombro.

Veo a Christopher en la mesa con los dos sujetos que lo acompañan, encima, con una mujer en cada pierna; una pelirroja y una morena «¡Gilipollas!» 

—Scott la llevará —Luisa se devuelve.

Salimos en busca de un taxi, miro el móvil. Son las cinco de la mañana, tengo un mensaje y veinte llamadas de Bratt.

Abro el mensaje. Es la foto que tomó Brenda con un "¿Qué demonios significa esto?"

Arrojo el móvil en el bolso.

En vez de estar preocupada por los celos de mi novio, estoy celosa por las acciones de su mejor amigo «¿Qué diablos me pasa?»

Llegamos a casa, Luisa se encierra en su alcoba y yo en la mía. 

Me deshago de los zapatos, el vestido y me lanzo en la cama. «Mi rabia es porque me hubiese encantado ser la chica de la discoteca»

Bajo las manos por mi abdomen. No me sorprende encontrar mi vagina demasiado lubricada. Paso saliva, siento como se me eriza la piel cuando toco la punta de mi clítoris moviendo los dedos evocando lo que no he podido olvidar. 

La respiración se me agita, entreabro mis pliegues en busca de un toque más profundo. Introduzco un dedo, luego dos y hasta tres imaginando que él me está montando, que lo tengo encima mientras está lamiendo y chupando mis pechos como lo hizo aquella noche.

«No estuvo bien Rachel» me digo, lo sé. Pese a ello, me estoy tocando con destreza incrementando la culpa. 

Mis oídos atraen los quejidos guturales que soltaba con cada embestida, en tanto mis ojos proyectan lo que sentí cuando vi su cuerpo sobre el mío. Estaba tan duro y la descarga fue tan larga... Abro las piernas dejando que la humedad me empape los dedos alternando los movimientos entre mi clítoris y el orificio de mi sexo que no para de empaparse con cada jadeo.

Clavo los pies en la cama acallando lo que me surge en la garganta, la adrenalina me toma y con ello la paz que te permite este tipo de momento. 

Abrazo la almohada volviéndome un ovillo en la cama, aceptando que me acabo de masturbar pensando en Christopher Morgan.  

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Mi mañana del lunes comenzó llena de estrés y frustración. Hoy más que nunca quiero arrojarme por la ventana del último piso.

El fin de semana estuvo pésimo. Discutí con Bratt, peleé con mi vecina y no he podido sacarme a Christopher de la cabeza.

Si antes tenía el remordimiento de haberme acostado con él, ahora también tengo que lidiar con la idea de que me atrae mucho más de lo que pensaba. Llevo cinco años con mi novio, nunca me toqué pensando en él y eso me pone peor. 

Tengo los celos de Bratt causándome fastidio. Armó un show porque salí con mis amigos y no quiere responder mis llamadas. Tampoco es que tenga palabras para calmar su ira.

Irina y Scott llegan a mi puesto.

—El grupo de Parker acaba de llegar —avisa Scott.

—Perdón por haber sido una estúpida con el mamarracho que llevaste a la discoteca —se disculpa Irina. 

—No le digas así —la regaño— Es una persona, por lo tanto, merece respeto. 

Rueda los ojos, ella se cree perfecta. 

—Hablando del rey de Roma —tose Scott

Laurens llega corriendo, tiene las mejillas como un tomate.

Está más anciana que nunca; lleva puesto un vestido a cuadros rojos por debajo de la rodilla, tiene el cabello recogido en un moño inglés y trae los mismos zapatos de abuela de siempre. Algo resalta en su cara ¿Brillo labial?.

—Buenos días teniente —me saluda.

Le sonrío.

—Señor Scott, señorita Irina—saluda a los otros.

Scott la mira, le sonríe con coquetería sonrojándola más de lo que ya está.

—El...coronel... quiere... verla... —empieza a tartamudear.

—¿Ahora? Tengo entrenamiento con los nuevos soldados.

—Solicitó su presencia de forma inmediata y para serle sincera, sonaba bastante molesto.

—Voy en un segundo.

Se acomoda los lentes antes de marcharse.

—Adiós —le dice a Scott.

Voltea tropezando con el escritorio de Harry. Mi amigo la mira con cara de... ¿Qué diablos te pasa? Mientras ella alza la mano despidiéndose de Scott. 

—Lo que sea que pretendas, déjalo— le advierto —No quiero destrozarte la cara a punta de puños.

—¿Qué? Nunca he estado con una nerd.

—Sigue así —le palmeo el hombro— Por tu bien, sigue así.

Me apresuro a la oficina de Morgan, todavía me duele la cabeza por la resaca del viernes. 

—¡No sé como carajos te haces llamar capitán! —los regaños se escuchan desde el pasillo. No hay que ser adivino para saber lo que me espera.

Intento regresar a mi puesto.

—¡¿Dónde está Rachel?! —exclama.

—Dijo...Que... Ya... Venía —es Laurens. Me devuelvo ya que la va a regañar por mi culpa.

Me asomo con cuidado, Parker está frente del escritorio con la cabeza agachada.

—Buenos días, mi coronel—le dedico un saludo militar.

Me come con los ojos «Cabreado se ve más sexy» Aparto el estúpido comentario dando un paso al frente.

—¡¿Puedo saber por qué incumplió mi orden?! —me grita.

Miro a Parker quien no se inmuta en hablarme.

—¿A qué se refiere? No recuerdo haber incumplido nada.

—No finja que no sabe de qué hablo.

—Perdóneme señor, pero no tengo la más mínima idea...

—¡Le di la orden de hacer los reportes investigativos y no lo está haciendo!.

«Ahí tengo por confiada»

—Se me informó que iba a ser relevada para esa tarea —me defiendo— El capitán Parker me aseguró que él sería el nuevo encargado...

—El que da las órdenes aquí soy yo  —me interrumpe— Creí habérselo dejado en claro.

Parker sigue sin decir nada ¿No se supone que Morgan ya sabía?»

—Capitán —le hablo— Lo único que hice fue seguir sus órdenes.

Levanta la cara metiéndose las manos en el bolsillo. 

—Accedí por que fuiste a mi oficina quejándote de que tenías mucho trabajo.

«¡Hijo de la gran puta!» Obvio, aquí la supremacía siempre daña al que tiene el menor cargo. 

—Las cosas no son así y lo sabe... — la ira se me sube a la cabeza — ¡No mienta y asuma la responsabilidad de sus actos!.

—No, asume tú que fuiste de caprichosa a quejarte de tus responsabilidades.

«¡Pero qué hijo de perra!».

—¡No mientas, mentiroso de mierda!.

Las palabras salen sin poder detenerlas, a la mierda que sea un capitán, ya veo por qué Bratt lo odia tanto.

—Te las pasas de aquí y para allá dejando acumular el trabajo —se defiende Dominick— te haces la víctima, pides ayuda y luego lo niegas . 

No pierdo el tiempo con el imbécil que tengo como capitán, simplemente me enfoco en el coronel. 

—Señor, pensé que la orden la había emitido usted — explico.

—¡No le pedí que pensara! ¡Le pedí que cumpliera con lo que le solicité! Si no se sentía capaz de hacerlo simplemente me lo hubiese hecho saber. No era necesario pasarle la pelota a alguien más.

Parker sonríe con disimulo. 

—El próximo informe lo haré como usted lo pida —dice el capitán— Creí que eran iguales a los que pedía Sloan...

—Yo no soy Sloan que aceptaba barrabasadas, conmigo las cosas se hacen al pie de la letra o no se hace y en ningún momento te pedí que asumieras tal tarea. 

— De todas formas, Rachel no está capacitada para eso  —se defiende— Me corresponden a mí como capitán... 

—Tengo una estructura armada para mi trabajo y no voy a permitir que un incompetente como usted la cambie sin avisar. No quiero que vuelva a meter las narices en mis asuntos.

Abre la boca para hablar pero no lo dejan. 

—¡Retírese! —le ordena. 

Sale de la oficina tropezando con Laurens que esta tendida en el piso recogiendo los papeles que tiraron. Al ver como trató a Dominick, se apresura a recogerlos, los apila volviéndolos dejar sobre el escritorio.

—¡Señorita Caistar!— se frota las sienes— No quiero esos papeles en mi escritorio, si los arrojé es porque no los quiero ver.

—Si señor —los recoge antes de salir corriendo. 

—¡La próxima vez que le quede grande el trabajo, dígamelo! Odio trabajar con perezosos que no son capaces de decir que les molesta y que no.

—No me queda grande nada y tampoco soy una perezosa —replico— Parker me dio una orden, es mi capitán al mando, por lo tanto, era mi obligación cumplir con lo que me pidió.

Acorta el espacio que nos separa, si antes temblaba ahora creo que voy a desmayarme.

— Mientras el capitán Thompson no esté, él único que le dará órdenes soy yo ¿Quedó claro?

—Sí —contesto con firmeza.

—Sí, ¿Qué? —siento su aliento mentolado, los labios me cosquillean ansiosos por tocarle la boca. 

Mis senos rozan su torso y temo a que perciba los latidos de mi corazón.

—Sí, mi coronel. Si no necesita más de mi presencia, solicito permiso para retirarme.

—Adelante —se aleja— Y sobra decir que la tarea investigativa sigue siendo su responsabilidad.

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Despierto cansada debido a que solo dormí dos horas porque tuve que rehacer todo lo que hizo Parker. Aún no lo he visto, pero lo estoy cazando para decirle sus verdades a la cara. Me vale si me sancionan.

—Buenos días —saludo a mis colegas cuando entro a la sala de tenientes.

El día tiene algo bueno ya que me encuentro con un triffle en mi puesto. 

—¿Un admirador secreto? —pregunta Reynals.

Reparo la nota que dejaron. 

—De los soldados que entreno, avanzaron bastante en los últimos días. 

—Se me olvidaba que eres la teniente mimada de los nuevos soldados—mete el dedo en el recipiente— ¿Ya hablaste con Dominick?

—No. 

—Lo acabo de ver en el pasillo...

No espero a que termine, salgo a buscarlo hallándolo al pie de la escalera. El canalla se apresura subiendo rapido cuando me ve. 

—Vete a trabajar James —espeta. 

—Con el respeto que usted se merece capitán, creo que debemos dejar ciertos puntos claros antes de seguir trabajando juntos. 

Me ignora obligándome a subir. Tomo su brazo a mitad de la escalera y se vuelve hacia mí apartándose como si le diera asco mi tacto.  

—Que te largues a trabajar —ordena. 

—Primero dígame que problema tiene conmigo...

Christopher aparece arriba. Baja rápido mirándome mal. 

—¿Rogando por menos carga laboral? —pregunta molesto.

—Claro que no, coronel —habla Dominick— La teniente James solo quería preguntarme...

—¿Preguntar qué? —lo corta— ¿Acaso no le quedó claro que su jefe directo soy yo?

Siempre con su genio de mierda ¿Qué desayuna, tarántulas y escorpiones?

Largo de aquí le ordena al capitán e intento irme también pero su agarre no me lo permite. 

Me suelta rápido cuando quedamos en el mismo escalón «Como que ahora le doy asco a todo el mundo»  

—¿Qué demanda, mi coronel? —pregunto seria.

—¿Cuál es el jodido problema con Parker? —inquiere reparando mis labios. 

—Nada señor...

La llegada del general me da la excusa perfecta para no alargar el asunto. 

—Pensé que ya estaba en la sala de juntas, coronel —comenta en el piso de arriba.

—Permiso para retirarme —solicito en medio de la distracción.

—Adelante —gruñe entre dientes.

Acabo las prácticas de armamento explosivo y me encamino a mi oficina. En el trayecto me avisan que el general Lewis me está esperando en una de las salas. Las visitas del padre de Bratt no son muy comunes, normalmente viene solo cuando la entidad lo requiere. 

—¡Rachel querida! —me saluda.

Él y Bratt son muy parecidos, la única diferencia es que su padre es un poco más bajo en tanto su cabello está cubierto de canas.

Pidió la baja hace dos años, de vez en cuando dicta conferencias sobre espionaje y tácticas de camuflaje. Era su especialidad cuando trabajaba aquí.

—Que alegría verlo señor Lewis —correspondo el abrazo que me da. 

—Dime Joset, "Señor Lewis" Me hace sentir viejo.

—¿Cómo está Martha?.

—De maravilla —me invita al mullido sofá— Menos mal me la recordaste, debo recogerla en dos horas en su club de bordado.

—Salúdela de mi parte.

—Claro que si —mira su reloj — El motivo de mi visita es para recordarte el paseo familiar que tendremos este año, Bratt no estará, pero queremos que nos acompañes.

Año tras año he sido invitada al dichoso paseo y cada año he puesto una excusa diferente, por el simple hecho de no querer soportar la horrible personalidad de Sabrina.

—No es un buen momento para paseos.

—No voy aceptar un no como respuesta —me regaña— Prometiste que este año sí irías, Martha ya reservó tu ticket de avión.

—Acabo de llegar de vacaciones y no creo que al comando le guste...

—Estuviste en una misión en la que casi mueres, yo me encargaré de la central mientras tú solo preocúpate por ir. Solo serán cuatro días en los que nos encantará compartir contigo.

— Tenga en cuenta que...

—No tendré en cuenta nada, Rachel. Tanto Martha como las gemelas están emocionadas porque prometiste que viajarías con nosotros. Tenemos un itinerario planeado.

Las gemelas son las sobrinas de la madre de Bratt, sus padres son divorciados, debido a ello, viven con los Lewis.

—¿A dónde iremos este año? —pregunto dándome por vencida. He pospuesto esto durante años y es vergonzoso sacar otra excusa.

—¡Eso era lo que quería escuchar! —contesta emocionado— Como el año anterior fuimos a Alaska, este año queremos sol, playa y arena. Así que iremos a Hawaii.

—Me gusta Hawaii.

—No pagarás absolutamente nada, te invitaremos todo.

—No quiero ser...

—Tampoco está en discusión, Rachel —me vuelve a interrumpir. Me pregunto cómo hará su esposa para entablar una discusión— No confío en ti, presiento que sacarás excusas estúpidas.

—No esta vez —sonrío.

—Levanta la mano y prométeme que irás pase lo que pase. Ten presente que la promesa de un soldado de la FEMF es inquebrantable.

— Le prometo que iré señor Joset— juro con la mano levantada.

—Solo dime Joset— vuelve a pedir.

—Como digas, Joset—repito con una sonrisa.

—A Martha le alegrará saber que irás, hoy fue mi día de suerte—se levanta— Logré convencer a Christopher de que nos acompañe.

Golpe bajo. Si lo hubiese mencionado antes, la respuesta hubiese sido un rotundo ¡No!.

No he empacado las maletas y ya estoy hiperventilando.

No podré soportarlos. Él y Sabrina juntos al mismo tiempo, en el mismo espacio. Será  demasiada carga emocional. Siento que estoy a un pelo de volverme loca.

—Te veré en una semana, querida —me da un beso en la frente dejándome pasmada, con ganas de sacar mi arma y pegarme un tiro.  

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En la foto una referencia del capitán Parker.

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