CAPÍTULO 72
Celeste.
Rachel.
La ausencia de Luisa se siente en casa, vivir tanto tiempo juntas crea una costumbre como cuando se vive con los padres o la pareja. Mi cabeza está sopesando volver a América, sin embargo, siento que la central de Arizona es demasiado pequeña para mí.
«Me estaría bajando de un yate para subirme a una canoa». Permanecer en Londres requiere esfuerzo, dedicación y disciplina, ya que es una de las mejores centrales del mundo, «Aparte de que ser un soldado élite genera muy buenos ingresos cuando se tienen operativos especiales».
Aunque por muy bueno que sea todo, siento que necesito un nuevo comienzo, es estresante mezclar lo personal con la laboral. Angela se me acerca una y otra vez en busca de una confidente amorosa sin saber que tal confesión es una tortura sentimental para mi. Él no le es indiferente, a diferencia de Sabrina. Con ella sí se deja ver en los tiempos libres.
Por otro lado está Bratt, hemos estado cerca a lo largo de la semana, el que nuestras tropas estén trabajando juntas nos obliga asistir a constantes reuniones a puerta cerrada, «Otra cosa que quiero alejar». No es cómodo ver al ex que le fui infiel. Frente a frente llegan los recuerdos de lo que hice con su mejor amigo.
—¿Podría llevarme a comer? —pregunta Lulú desde la puerta— Tengo hambre y no hay nada en la despensa.
Dejo de lado la maleta que llevo días intentando desempacar.
—Eh... Si —busco un abrigo— Hace falta algo de distracción.
—Suena perfecto —aplaude emocionada— Tomaré una ducha.
Me preparo una taza de café mientras Lulú se arregla. Busco en la web algo que hacer, ya fui tres veces al cine y dos al teatro. Podría reunirme con las chicas, pero Laila está con su madre que vino a visitarla y Brenda está en Puerto Rico.
Termino tropezando con el anuario que me dio Luisa y me acuerdo del dibujo de Parker ¿Qué no dijo Brenda que exhibía arte en una galería? Tecleo su nombre y me aparecen varios artículos sobre su trabajo.
«De lo que uno se entera». Le doy un sorbo al café antes de anotar la dirección donde expone sus obras.
—Estoy lista —Lulú aparece con gabán y con botas de lana.
—Necesito que me acompañes a un lugar —le aviso tomando las llaves del auto.
—Siempre y cuando sea divertido...
Comemos en un pequeño restaurante cerca del edificio y nos embarcamos a Soho. La zona es protagonista en el cine, ya que está llena de sitios donde prevalece el arte.
Me estaciono frente a la pequeña galería de ladrillos marrones y puertas fosforescentes.
—¿Una galería? —se queja Lulú— ¿No había algo mejor?
—No seas quejica —bajo del auto— quiero ver algo, luego haremos lo que quieras.
—Que conste, lo que yo quiera —me sigue— La acabo de grabar con mi teléfono.
—Pero tienes prohibido quejarte —la arrastro adentro.
El lugar es pequeño, con pisos de madera y lámparas colgadas en el techo. Pese a tener una fachada poco llamativa, tiene bastante visitantes paseándose de aquí para allá.
—¿Qué se supone que es eso? —Lulú señala una de las obras abstractas— ¿Quién carajos exhibe un montón de triángulos y rectángulos?
—Es arte —murmuro al ver que ha llamado la atención de varias personas.
—¡Por favor! —rueda los ojos— Mis dibujos de primaria me hubiesen vuelto millonaria.
—Prometiste no quejarte.
—¿Algo en lo que pueda ayudarlas? —nos saluda uno de los empleados.
—Si, estoy buscando las obras de Dominick Parker.
—Están en la segunda planta, acompáñenme por favor.
—Vaya usted —dice Lulú— Compraré panecillos afuera.
Me dejo guiar por el chico que comenta sobre las obras que nos rodean.
—¿Por cuál quiere empezar? —pregunta cuando estamos arriba— ¿Arte en guerra, Desierto?... ¿Celeste?
No sé cuál sea la mejor así que solo me limito a responder:
—Todas.
—Ok —sonríe con cierta emoción— Empecemos.
Definitivamente mi capitán tiene talento, las obras frente a mí retratan la realidad a la que nos enfrentamos diariamente. En las dos primeras pinturas no usa más de dos colores; "Arte en guerra" está hecha en Blanco y rojo, con edificios y personas librando batallas físicas, mentales y emocionales. En cambio, en "Desierto" utilizó el negro y el amarillo, combinando el día y la noche en una sola pieza.
—Vamos con mi favorita, "Celeste"
Me guía hasta al otro lado de la sala dejándome anonadada con la obra que ocupa media pared. «Aparte de ciega, tonta y estúpida», es la única forma en la que puedo explicar no haber notado la maravilla que tengo enfrente.
Sólo una tonta ignoraría lo hermosa que es ante los ojos de Parker.
—Celeste, fue hecha a mediados del dos mil doce y retrata la belleza, la delicadeza y el ímpetu femenino, resaltando el encanto letal que las caracteriza.
Se ríe con la última oración.
Admiro la obra pasando la mano por el lienzo, repasando las líneas trazadas. Debo moverme, es enorme, no sabía que existían lienzos tan grandes. Sólo cuatro colores: Marrón, negro, rojo y azul. El azul de mis ojos.
Retrocedo sonriente «Soy yo». Dibujó cada una de las facciones de mi cara. Es mi rostro envuelto en una cascada de cabello negro con un labial rojo el cual muestra la obra como algo extraordinario.
"Si vieras lo hermosa que eres ante el mundo no derramarías ni una sola lágrima por quién no lo merece" Cito las palabras de mi padre.
—Hay una dedicación —continua el chico mostrándome las lineas que reposan a un costado de la pintura.
"Ella tiene apariencia de diosa y ojos de ángel.
"Es de belleza única y mirada imparable.
Ella es de cabello negro, de piel de porcelana y de mejillas sonrojadas, con gestos de niña y cuerpo de mujer.
Es el sueño de todos y la perdición de uno. Es personaje de cuento convertido en realidad, es una ninfa de ojos color cielo y labios disfrazados de exquisita tentación.
Ángel, diosa, diabla, hermosa, mala, preciosa. En resumen R.J."
No sé qué decir, un leve ardor me cubre los ojos viéndome de nuevo en aquel lienzo.
Se me vienen a la mente las veces que intentó ser empático conmigo, el acercamiento en aquel casillero y el ofrecimiento a enseñarme sobre números, porque era y soy pésima en ello.
—¿Es usted? —pregunta Lulú a mi lado.
El chico mira el lienzo y mi cara.
—No... —contesto antes de que Lulú empiece con preguntas reclamatorias.
—Se parecen mucho... —dice el chico sacándose los lentes del bolsillo— De hecho...
—No soy yo —lo interrumpo tomando a Lulú del brazo.
—Pero...
—Gracias por la ayuda —me despido sin darle tiempo de terminar.
—Dígame la verdad, tiene una doble vida artística como Hanna Montana ¿Cierto?
—Por supuesto que no —bajamos la escalera.
—¿Entonces, cómo explica estar retratada en una galería?
—Tengo un rostro común, cualquiera lo pudo haber imaginado.
—Aja —se cruza de brazos— No me cuente si no quiere, pero he conseguido dos citas las cuales nos están esperando afuera.
—¿Citas?
—Como oye —me arrastra afuera— Son raros, pero parecen interesantes.
Dos hombres con barba y pashmina nos esperan sobre la acera. Esto es lo que pasa cuando le das rienda suelta a alguien como Lulú.
El resto de mi tarde se reduce en charlas sobre el consumismo, anarquías, Iluminatis y conspiraciones de gubernamentales, bebiendo té helado en uno de los bares de Soho mientras tomo nota mental de no volverle a hacer caso a mi empleada.
Llegamos a media noche y preparo lo que me llevaré a México. No creo que vuelva a casa en las próximas dos semanas ya que estaré en el operativo de Comala.
Bebo una copa de vino en el alféizar de la ventana distrayendo el insomnio constante que me acompaña desde que llegué de Phoenix. Un día crees que la vida no deja de sonreírte y al otro día te sientas a ver la llegada del sol con un corazón roto y siendo el objetivo de un criminal de alto nivel.
Evoco la pintura sonriendo con las piernas contra el pecho. Siempre tenemos oportunidades alternas, y nunca me había detenido a pensar como hubiese sido mi vida con otro hombre que no fuera Bratt ¿De cuántas cosas me perdí en medio de la hipnosis del enamoramiento?
• ────── ✾ ────── •
El que Gauna no esté, tiene a todos los soldados reunidos en el salón de kick boxing. La algarabía es ensordecedora y como en meses pasados, volvimos a los enfrentamientos clandestinos.
Es el turno de las mujeres, Angela está con Irina en el ring.
—Sangre y sudor —Laila se me cuelga del brazo— Echaba de menos el club de la pelea.
Los soldados gritan alzando billetes incrementando las apuestas.
—Definitivamente es la pelea más sexy de la tarde —comenta Reinals a mi lado.
Angela tiene a Irina aprisionándola contra el piso, ahogándola con las tetas.
—¡1, 2,3...! — cuentan todos al unísono dándole punto final al enfrentamiento.
Se levanta sudorosa, Scott la declara como ganadora en medio de la algarabía.
—¡Chicos! —grita— No perdamos el control y preparémonos para la segunda pelea, nuestra campeona esta entera y con sed de victoria.
Irina baja del ring cojeando y con el labio partido.
—¿Quién se anima? —pregunta Scott— ¿Rachel? ¿Alexa?
Niego cuando me menciona.
—Laila ve y enséñale quien manda —anima Valeria.
—No gracias —responde mi amiga— Hoy no me apetece ser asfixiada con silicona.
—¡Vamos chicas, demuestren de que están hechas!
La sala se queda en silencio mientras los soldados empiezan a moverse.
—Si es el coronel me lanzo de por la ventana —Valeria intenta esconderse.
No es Christopher, él es lo suficientemente alto como para verse desde la puerta.
—Es Sabrina —masculla Alexandra.
La sofisticada figura sale a la luz, dejó de lado los trajes remplazando todo con ropa deportiva.
—Es irónico ver como los plebes celebran cuando se junta la escoria.
Sus ojos verdes caen sobre mí antes de subirse al ring.
—Continuemos con el espectáculo, de vez en cuando no esta mal untarse de mierda.
—Ya acabamos por hoy —contesta Scott.
—No mientas, hace unos segundos buscabas contrincantes y ahora tienes uno.
—Ahora sí la perdimos —se queja Alexa a mi lado.
—No voy a pelear con usted señorita Lewis —habla Angela— Como Scott lo dijo, ya acabamos con las peleas.
—Ni señorita, ni Lewis —la corrige— Soy señora y mi principal apellido es Morgan, soy la esposa del coronel que te has estado tirando en estos últimos días.
Una ola de murmullos se apodera del lugar.
—Peleemos —continúa— Voy a mostrarte lo que pasa cuando se meten con lo que es mío.
—No me meteré con la hermana de mi capitán.
—Cobarde —escupe— Te tiras a mi marido y ahora temes a enfrentarme.
—Que se den —dice Valeria sobre mi hombro— Quiero ganarme un par de libras.
Scott le murmura a la teniente en el oído. De seguro la está convenciendo de que acceda, porque es obvio que de negarse le dirá a Gauna y eso acarrea una multa para todos.
—No tengo todo el día —insiste la hermana de Bratt.
—Bien —contesta Angela arreglándose los guantes.
Ambas se pasean por el ring como panteras enjauladas. No menosprecio las habilidades de Sabrina, la he visto entrenar y no está tan mal preparada como aparenta.
—A lo largo de mi matrimonio —comenta— Me he enfrentado con francesas, inglesas, latinas, pero nunca con una alemana. Mi marido ha buscado carne nueva esta vez.
«Dañar la moral y la reputación eso es lo que hará»
—¿Si sabes que te desechará apenas se aburra?
Angela no contesta, es la primera en atacar mientras Sabrina la esquiva.
—¿Ya te llevó a hoteles caros y te folló en callejones?
Ataca propinándole un golpe en la cara.
—La pelea no acaba hasta que no haya sangre —aclara Scott.
La pelea se intensifica y los golpes se tornan violentos, la teniente ataca y la hermana de Bratt evade usando la vieja estrategia de querer cansar al contrincante. Se cubre el rostro cuando la alemana lanza una tanda de golpes hacia su cara y a su estómago.
La rubia empuja a Angela estrellándola contra las cuerdas.
—¡Este lugar no es para zorras! —le grita— ¡Así que vuelve al prostíbulo donde fuiste criada!
Lo dice fuerte y claro para que todo el mundo la escuche mientras la alemana se queda quieta.
—¡Oh perdón, se me olvidó que era información clasificada! —increpa retrocediendo— Olvidé que nadie sabía que fuiste criada en un burdel barato mientras tu madre se vendía al mejor postor.
—¡No tiene derecho a divulgar eso! —replica furiosa.
—¡Así como tú no tienes derecho de revolcarte con mi marido! Pero que se puede esperar de una puta barata, ¡Vuelve con tu madre, la zorra!
—¡Partile la cara! —grita Laila.
Alexa la mira con el cejo fruncido.
—Lo siento, pero no tiene porque meterse con su madre, eso es algo sagrado.
—¡Ven zorra! —continua Sabrina alzando los puños— No tienes derecho a ofenderte, sabes muy bien que digo la verdad. Siéntete orgullosa de que tu madre te haya vuelto un retrato mejorado de ella.
Angela va por ella, no con puños sino con patadas, le barre los pies arrojándola a la lona. Se veía venir, por mucho que la rubia entrene, ella es una teniente más que preparada. Le lanza puños a la cara y a las costillas. Rueda por el piso intentando ponerse de pie, sin embargo la ataca con puños, rodillazos y patadas. La lleva contra las cuerdas mientras que Sabrina la sigue insultando recordándole el pasado.
—¡Para esto Scott! —subo al ring— Esto era para divertirnos, no para divulgar problemas personales.
—Ella fue la que insistió y las reglas son claras, no acaba hasta que no haya sangre.
Sabrina intenta atacar, es inútil, a duras penas logra tocar a Angela. Le gana en todo (en experiencia, peso y altura). Sólo a ella se le ocurre asumir semejante reto.
La tira al piso clavándole la mano en el cuello, ella intenta levantarse y le arroja una tanda de puños que la devuelve al suelo, luego otro y otro hasta reventarle la nariz.
—¡Ya fue suficiente! —le grito a Scott
Es la hermana de Bratt, no me agrada. No obstante, estoy segura de que a él no le gustaría verla así.
—Déjala, quería pelea y es lo que le estamos dando.
Se está ahogando en sangre, intenta tomarle las manos a la alemana, pero la teniente está destilando ira y con el golpe final la va a noquear. Scott no me hace caso, por ende, entro al ring tomándole el codo.
—¡Suficiente! —la aparto — Ya ganaste, déjala.
Me mira furiosa cuando la empujo lejos de la rubia.
—¡Es todo por hoy! —alzo la voz— Todo el mundo vuelva a sus labores.
La sala se desocupa mientras Sabrina intenta levantarse.
—Si intentas ayudarme para sumar puntos con mi hermano pierdes tu tiempo —logra ponerse de pie— Él no volverá contigo.
—La palabra "gracias" no sobra cuando te evitan un mal golpe.
—¡No tengo nada que agradecerte! Eres igual o peor que Angela, te vuelves amiga de todas las que quieren cogerse a mi marido.
Se me cruza la idea de decirle la verdad, aunque creo que han sido suficientes golpes por hoy. Scott la ayuda a bajar del ring, ella no deja de despotricar.
—Guárdate tus intentos de agradarle a mi familia, ya es demasiado tarde, no tiene sentido querer reparar los desprecios, insultos y malos modales que sacaste a relucir mientras te dábamos la oportunidad de ser miembro de nuestro apellido.
«Oportunidades que nunca pedí y que nunca necesité»
Recibo un mensaje de Parker ordenando que lo vea en la pista de despegue «De suerte» . Estuve buscándolo durante la mañana, pero se mantuvo ocupado en distintas reuniones.
Busco lo que me pidió que llevara y alzo las solapas de la chaqueta cuando salgo. Hace frío, está lloviznando y una capa de neblina se extiende a lo largo de la pista.
—Capitán —lo saludo.
—Llegas tarde.
¿A qué? Simplemente envió un corto mensaje pidiendo que le trajera unos documentos.
—El ministro está en México, esperaré allá la llegada de las otras tropas.
Se mete bajo el ala del avión cuando la lluvia se intensifica.
—Quedas a cargo de las tropas y tareas pendientes, no tuve tiempo de anunciar un relevo.
—Como órdenes.
—Sin errores James, muéstrale la estrategia final a Morgan y envíamela para que la pueda estudiar.
—Claro.
—Y no se te ocurra faltar a la reunión de mañana.
—Puedo encargarme de todo, tranquilo.
—Los documentos que te pedí, debo firmarlos antes de marcharme.
Le extiendo la lista de autorizaciones con todos los soldados que llevaremos. La revisa por encima mientras me aclaro la garganta antes de hablar. He estado practicando como le daré las gracias por la pintura.
—Ayer estuve visitando galerías con mi amiga Lulú... Ahora que Luisa no está.
—No me interesa tu itinerario, James —contesta revisando los documentos.
—Si, lo sé es que escuché que tú... —organizo las ideas antes de continuar— Eres muy buen pintor y decidí...
Levanta la cara lanzándome una de sus miradas asesinas.
—Te voy a pedir el favor de que no fisgonees sobre mi vida personal, ¿Ok?
—Pero me pareció buena idea ir a ver una de las obras...
—¡Pues desiste de eso! —me devuelve los papeles— Tales cosas sólo las comparto con la gente que me agrada y tú no estás en esa lista.
—Bueno, no te esponjes, no es necesario alterarse.
—¡Si me altero, me molesta que metan las narices donde no los han llamado! Ocúpate de cumplir con tu trabajo o en recuperar al pendejo que te tiene tan depresiva —se enoja— ¡No se meta en mis asuntos, soldado!
Se encamina hacia la escalera del avión. No me da rabia, sino risa, tantos corajes por algo que ya vi.
—Te llamaré mañana temprano —avisa— Quiero un informe del rendimiento de la tropa.
—Lo que usted diga, mi capitán.
Le sonrío y rueda los ojos antes de abordar la aeronave. Querer hablar con él es como intentar tomar una esfera engrasada, no tiene lado correcto por donde sujetar.
Me devuelvo para la central con la cabeza metida entre los hombros. La lluvia empeoró alcanzándome en la mitad, por suerte los documentos están intactos bajo mi chaqueta. Los dejo en la oficina antes de irme a mi habitación, para mi mala suerte la lluvia se convirtió en granizo.
Espero en el pasillo considerando la idea de correr al edificio.
—Pescarás un resfriado —dicen a mi espalda.
Volteo, es Bratt con un paraguas.
—Si corres desde aquí para allá, estarás en cama durante varios días.
Tienes las botas repletas de barro, me imagino que estaba visitando a su hermana en la enfermería.
—¿Como están los golpes de Sabrina?
—Tiene toda la cara amoratada —abre el paraguas— La viste, ya podrás imaginarte la magnitud de los golpes.
—Lo siento.
—No lo sientas, ella se lo buscó —me ofrece su brazo— Anda, te acompaño a la torre.
Me aferro a su brazo dejando que me lleve hacia la torre, pasamos de hablar mucho a no tener nada coherente que decir.
—Gracias por ayudar a Sabrina —comenta— A pesar de que no te agrada, no fuiste capaz de darle la espalda.
—Pueda que no me agrade, sin embargo, es tu hermana y tu sí la quieres. Motivo suficiente para darle la mano.
—Aún haces cosas por mí —sonríe.
Los truenos y relámpagos hacen eco a lo lejos.
—¿Podemos hablar un rato? No te quitaré mucho tiempo.
Asiento un poco indecisa, insisto en que las cosas ya están dichas. Avanzamos adentro y me deshago de la chaqueta, él deja el paraguas de lado sentándose en el sofá.
—No tengo nada caliente que ofrecer —abro la mini nevera— ¿Te apetece una coca cola?
—Estoy bien así, gracias.
Tomo asiento a su lado.
—¿Cómo va la vida sin Luisa?
—Un poco triste, es inevitable no sentirse sola.
—Podrías acabar con esa soledad si quisieras.
Nunca he sabido actuar ante los momentos incómodos donde recibes palabras que merecen respuestas concisas.
—No te quedes callada, odio tu silencio.
—No sé qué decir.
—A este paso nunca tendrás nada para decir.
Acorta el espacio entre los dos.
—Cariño, necesito que entres en razón, no puedes dejar que la confusión te lleve por donde no es.
—No, eres tú el que debe darse cuenta de lo que intenta hacer. Quieres recuperarme sabiendo que te fallé, que lo nuestro está más que roto.
—No para mí, yo te sigo amando igual.
—Bratt, no puedes decir eso, dormí con otro hombre, estoy enamorada...
—No lo digas —me calla— Porque no es así, si tan sólo me dejaras demostrarte lo equivocada que estás.
Se inclina posando las manos en mi cuello.
—Solo es necesario que me mires y evoques lo feliz que fuimos antes de que llegara él.
Une nuestros labios en un leve beso.
—No...
—Es a mi a quien amas —insiste.
—Espera...
Me toma con fuerza llevándome hasta su boca alargando el momento. Por un leve instante cierro los ojos, empero, todo me resulta incómodo y forzado, sencillamente porque sus labios ya no me saben a nada.
—Bratt —busco la manera de apartarlo, si embargo su fuerza me limita los movimientos.
—Solo déjate llevar... También puedo ser rudo si quiero.
Se abalanza contra mi cuerpo encerrándome sobre el sofá.
—Apártate.
—Me rechazas porque no soy él ¿Cierto? ahora te gusta que te traten a las patadas.
—¡Apártate! No logras nada con esto.
Intenta besarme por la fuerza y termino empujándolo, haciendo que se levante.
—No actúes como lo que no eres —le pido.
Se peina el cabello con las manos cuadrando la mandíbula.
—Solo intento ser el tipo de hombre que te gusta ahora ¿Qué gané siendo el hombre que siempre quisiste? —espeta— ¿Cómo me pagaste, Rachel? Querías algo totalmente diferente y nunca me lo dijiste.
—Nunca podría querer al Bratt en el que estás convirtiendo. Te quise durante cinco años siendo tú, no otro.
—Entonces ¿Por qué lo eliges a él antes que a mí?
—No lo elegí, simplemente pasó. No puedes pretender parecerte a él porque son personas muy diferentes.
Vuelve al sillón.
—Yo te quiero mucho, más de lo que crees —aclaro— Pero no podemos cerrar los ojos y hacer de cuenta que nada pasó.
—Yo no quiero perderte, es lo que quiero que entiendas.
—No me perderás, siempre estaré para ti. No como novia, sí como una amiga.
Sacude la cabeza decepcionado.
—Nadie me querrá como me quieres tú —le digo— lo tengo claro. Necesito que asimiles que te lastimé y las heridas que provoqué es algo que no se perdona por muy enamorado que estés.
Vuelve a ponerse de pie metiéndose la mano en el bolsillo. El anillo de compromiso vuelve a aparecer empeorando todo.
—Lo compré para ti, es justo que lo tengas.
—No es buena idea...
—Acéptalo —insiste— Quiero que tengas algo que te recuerde lo mucho que te amo.
Me lo coloca. La piedra azul vuelve a relucir entre mis dedos mientras me besa el dorso de la mano.
—Cuando amas alguien no te importa su pasado, presente o futuro, simplemente quieres y ya. No me importa que otro te haya tocado, que lo ames. Estoy dispuesto a volverte a enamorar.
El corazón se me vuelve pequeño viéndolo así, como que quiero alejarlo. Me jode que al tenerlo cerca o lejos, le cause el mismo sufrimiento.
—Llegará alguien que corresponda todo ese amor que tienes.
—Tú lo hiciste una vez —acuna mi rostro— Tú me miraste como ahora lo ves a él, sólo que no notas que estás viviendo un espejismo.
—No te darás por vencido ¿Cierto?
—Jamás.
Ese jamás implica que mientras esté aquí, seguiré dándole esperanzas donde no las hay. Partir ya no es un capricho, es justo y necesario.
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