Un artista descubierto. 

Rachel. 

Jadeo cuando piso el último escalón de la tercera planta, corrí desde el estacionamiento ya que  olvidé enviarle  un informe a Parker y como es me enviará a la hoguera como castigo. Abro la oficina de mi capitán poniéndome a realizar la tarea que solo me toma treinta minutos. 

—Buenos días —saluda Laila llena de alegría— Que radiante estás hoy.

Aparto los ojos de la pantalla dejando que se envíe el correo. El no verme como un zombie fue una de mis metas esta mañana y también lo logré. 

—El maquillaje de Lulú hizo maravillas, pase de oso panda a rostro de bebé recién nacido.

Se ríe dejándose caer en la silla.

—Me alegra verte salir de la depresión post rompimiento.

«Triple depresión post fallecimiento con dos rompimientos seguidos» Estoy de pie porque las responsabilidades no me dan cabida para quedarme lamentándome en posición fetal.

—¿Cómo van los planes de esta noche? —pregunto.

—Todo está listo, alquilé un equipo de Karaoke y compré tres cajas de helado. 

A todas nos hubiese gustado tener la despedida soñada, pero en vista de los últimos acontecimientos decidimos conformarnos con una cena y una pijamada. Ninguna tiene el ánimo suficiente para derrochar en fiesta y en alcohol.

—Intentaré desocuparme temprano.

—Me tomaré el día libre, debo ultimar detalles del viaje e ir a la cámara de auto bronceado.

—Laila, Santorini tiene playas por si no lo sabes y las playas son para broncearse. 

—Llegaremos a medio día y Luisa querrá que estemos con ella, no tendré tiempo para tomar sol. Lucir mi vestido con la piel blancuzca, sería un insulto para mis orígenes caribeños.

—Bien, solo procura no quedar como Irina, la última vez que visitó el spa quedó como una zanahoria.

Se ríe.

—Te veré en la noche —me guiña un ojo antes de marcharse.

Me enfoco en el trabajo, la retirada de los Mascherano sigue dejando vacíos que todavía no me convencen. Aquí, entre más calmada pinta la situación es cuando más miedo hay que tener.

Cumplo con las tareas impuestas por Parker, nuestras tropas trabajarán juntas y seremos los encargados de liberar a los secuestrados, mientras los otros se ocuparán de los grandes cabecillas. El grupo terrorista ha dado pistas de estar en México, eso es algo que no se puede desaprovechar. 

Me concentro en el plano que tendré que exponer en la próxima reunión con el ministro, faltan días, pero con lo de Luisa tengo que dejar todo hecho antes de partir. Se me va toda la mañana buscando puntos claves y ángulos de ataque. 

Tosen obligándome apartar la vista de los planos, la tensión es inmediata ya que Bratt está de pie, frente a mi escritorio con su uniforme de pila. 

—Capitán —opto por su rango, el "Bratt" se oiría demasiado forzado.

—Mi tropa le abrirá paso a la de Parker en la operación jaque —se cruza de brazos— Necesito las estrategias y medidas que tienes hasta ahora. 

—Aún no está aprobada por...—prefiero no decir su nombre— Faltan detalles. 

—Dámelas como esté, las estudiaré con mi equipo. 

—Como órdenes.

Abro la laptop  mientras toma asiento frente a mí.

El momento se torna incómodo, por más que se quiera actuar normal es absurdo cuando se tiene tanta historia juntos. Fuimos amigos, amantes y confidentes. Conoce mis miedos, yo conozco los suyos. Hasta planeamos una vida juntos. 

La web se vuelve lenta mientras él se mantiene con los brazos cruzados frente a mí, se bloquea el sistema y me dan ganas de tirar esta maldita cosa. 

—Capitán —hablo— Creo que me demoraré... La web no está sirviendo y...

—No me llames capitán —se levanta— El formalismo nunca funcionará entre los dos.

—Si... Solo que... no sé cómo quieres que te llame después de todo lo que ha pasado.

—Bratt está bien.

—Puedo llevarte el informe cuando esté listo.

Rodea el escritorio apartándome de la silla.

—Déjame hacerlo, no me tomará mucho tiempo.

Hago caso y en un par de segundos tiene todo en su USB. 

—Procura no hacer cambios a última hora, no quiero exponer la vida de mis hombres.

—Como órdenes.

Se pone de pie e intenta decir algo, pero prefiere callar y termina yéndose. 

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Las maletas de Luisa están listas en la sala, suspiro asimilando la idea de que oficialmente es nuestra última noche viviendo juntas. Dejo el bolso y el abrigo en el perchero.  

—¡Estamos aquí! —gritan desde mi habitación.

Están terminando de empacar mi maleta.

—Nos tomamos la molestia de elegir lo que llevará —comenta Lulú probándose uno de mis pendientes— Mañana temprano vendrán por las maletas.

—¿Seguro que quieres casarte? —le pregunto a Luisa— Yo que tú me tomaría más tiempo para pensarlo. Cinco o seis años tal vez.

—Acabas de sonar como Rick —se burla— Ven aquí, quiero mostrarte todo lo que encontré en el fondo de mi closet.

Me arrojo a la cama y toma una bolsa de lona esparciendo el contenido sobre las sábanas. 

—¿Ésta es usted? —Lulú alza la foto de mi cumpleaños número doce— ¿Tenía papada?

—Odio esa foto —le arrojo uno de los cojines— Quémala en la cocina.

—No tenía pechos —me agarra una bubi—¿Segura que éstas son naturales?

—Surgieron de un día para otro —se burla Luisa.

—¡Oh por Dios! —exclamo tomando el viejo diario de mi amiga— No puedo creer que hayas guardado todas las cartas que le escribías a los chicos de los que creías estar enamorada.

Saco los sobres del compartimiento secreto, Lulú se tira a la cama tomando una al azar. 

—Querido Nicolás — lee en voz alta— Te escribo estas breves líneas...

Suelto a reír ante el recuerdo de mi amiga escribiendo sobre su fosforescente alfombra amarilla.

—Ríete todo lo que quieras —replica Lou— No me avergüenzo de mi pasado.

—...Para expresarte todo lo que inspiras y mueves en mí —continúa Lulú— Tu sedoso cabello rubio como el trigo y el sol...

—¡Tenia once años!

—Tus ojos pardos...

Me voy de bote al piso muerta de la risa. 

—... Eres mi crush, mi príncipe, mi....

—¡Basta! —se arroja sobre Lulú.

Sigo tendida en el piso revolcándome de la risa, «¡Lo necesitaba!» Ya había olvidado lo que se siente ser feliz por un instante. 

—¡Levántate Rachel! —me regaña.

Me pongo de pie secándome las lágrimas. 

—Haré bocadillos —se va Lulú.

Luisa abraza uno de nuestros viejos portarretratos mientras vuelvo a la cama.

—No quiero que te sientas sola cuando me vaya —se sienta a mi lado.

—Te irás a otro vecindario Lou —trato de restarle importancia, no quiero que dude a la hora de partir— Estaremos en contacto todo el tiempo.

—Enmarqué esta foto —respira hondo—Para que cuando te sientas sola, la mires y recuerdes que siempre estaremos cerca.

Me ofrece el marco de plata e inmediatamente se me llenan los ojos de lágrimas «Harry,Luisa y yo sonriendo frente a la cámara». El dolor de la partida de mi amigo se me vuelve a enterrar en lo más hondo. 

La foto fue tomada el día que partimos de Phoenix, estábamos en el aeropuerto, Harry era el más emocionado. La familia de Luisa estaba junto a la mía y la de Scott llenándonos de besos. 

No me gustaban ese tipo de momentos como el presente, sentía que estaba moviendo el recuerdo incómodo de su soledad. Descarté esa absurda idea cuando vi cómo se acercó a mis padres y se arrojó en los brazos de mi madre, ambos lo rodearon con fuerza. En ese momento supe que ya tenía una familia. No eran los padres que hubiese deseado tener, pero eran dos personas que lo amaban como a un hijo y él los amaba como si fueran sus padres. No era mi amigo, era mi hermano.

Antes de abordar el avión, Luisa sacó su cámara y pidió tomar la fotografía de los tres abrazados en aquel aeropuerto. Él en el medio, con Luisa y yo bajo sus brazos.

Las lágrimas de ambas caen sobre el cristal. 

—Saqué una para mí —ubica la imagen en la mesita— La tendré al lado de mi cama también.

Asiento y se voltea a limpiarme las lágrimas.

—Fue un año difícil, pero ya vendrán mejores —me abraza— Tengo otra cosa que darte.

Rebusca en el fondo de la bolsa de lona.

—El anuario de nuestro primer año en la FEMF —me ofrece el pesado libro— Tenía espacio para añadir nuevas fotografías, así que pegué varias de las que habían por ahí.

Sonrío al ver nuestras mejores fotos.

Hay de nuestro regreso a Phoenix en navidad, la vez que acampamos junto a Laila y Brenda, nuestros tours por Londres. Hay hasta de nuestras primeras borracheras.

—No quiero que te sientas sola ni un solo segundo, Raichil, porque me tienes a mí, a las chicas y a Harry que nos cuida desde el cielo.

La abrazo.

—Gracias.

—Te quiero —me besa la frente— Toma una ducha y ponte ropa cómoda, las chicas no tardarán en llegar.

Se marcha.

Repaso las letras de mi primer año aquí, cuando no era más que una simple cadete en el centro de preparación. Mi única meta y preocupación era ser la mejor de mi grupo. En ésta carrera conocí a Brenda, a Irina y a Laila.

Releo las paginas llenas de agradecimientos, condecoraciones y fotos de los más destacados a lo largo del año. Entre ellos Bratt y Parker.

Resulta curioso el orden en el que fueron ubicadas sus fotografías, una frente a la otra en la misma sección. El que lo hizo no tenía la más mínima sospecha de que se odiaban a morir.

Releo el pequeño enunciado de abajo.

Cadete: Bratt Lewis Frey.

De origen inglés. Hijo del general Joset Lewis y Martha Frey. Líder primero de su grupo con cinco medallas obtenidas por: Valentía, estrategia, planificación, habilidades de combate y operación militar. Campeón internacional de Hockey Rugby. Cursa su último año como cadete.

Del otro lado está la foto de Parker.

Cadete: Dominick Parker Weber.

De origen alemán. Hijo del comandante Ryan Parker y Eloísa Weber. Líder segundo de su grupo con cuatro medallas obtenidas por: Valentía, Puntería, habilidades de búsqueda y solidaridad. Campeón nacional en artes marciales y tiro al blanco. Acreedor del premio al mejor dibujo en talentos artísticos. Cursa su último año como cadete.

Repaso la información de Parker ¿Medalla por solidaridad? ¿Artista? No puedo creer que sea el mismo gruñón al que me enfrento todos los días. Me pica la curiosidad y termino buscando el dichoso dibujo ganador.

Lo encuentro al final, hay una foto de él recostado al lado del lienzo. 

Reparo la foto, en ese tiempo me agradaba, se oía sexy escucharlo pronunciar mi nombre en alemán, claro está que era algo totalmente diferente a lo que es ahora. Me enfoco en el retrato, no puede verse con claridad, pero tiene ciertas cosas que me resultan familiares, el nombre de la obra es lo único que se percibe perfectamente "Celeste"

—¿Aún no te has cambiado? —dice Brenda recostada en el umbral.

—Estaba por hacerlo —cierro el libro.

Se deja caer a mi lado, ya se le esta notando el embarazo. 

—¿Sabías que Parker era artista? —pregunto de camino al baño.

—Si, dicta clases en las asignaciones alternativas.

—Me lo imaginé de todo menos como pintor —me deshago de la playera— Cuando se reincorporó, llegó como todo un dictador y no dejé de verlo como Hitler.

—Todos en el escuadrón lo vemos de la misma manera, aunque no hay que negar que es un muy buen soldado y artista también. De hecho, tiene dos dibujos expuestos en una pequeña galería.

—¿Cómo sabes eso?

—Un día dejó caer un folleto y siempre veo el mismo tipo de volante cuando visito su oficina.

«A veces sólo veo lo que me conviene»

—Ve a ducharte —dice encendiendo el televisor— Empezaremos dentro de poco. 

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Me uno al grupo de mujeres que revolotean y parlotean por toda la sala, Laila, Irina, Brenda, Laurens, Lulú, Alexandra y... Angela.

La saludo con una pequeña sonrisa. Decir que no le tengo celos, es como decir que los elefantes son rosados. Su relación con Christopher está más que confirmada, es el tema que todos comentan en los pasillos y en las cafeterías.

—Chicas —Laila se sube en el sofá— La idea de hoy es despedir la soltería de Luisa, debido a los últimos acontecimientos no habrá alcohol, mas sí mucha diversión.

Todas sueltan un grito.

—¡Recibamos a la soltera más sexy de todas!

Luisa sale en pijama, con lentes de estrella y un montón de pashminas peludas alrededor del cuello recordándome mis años de adolescencia. 

—No pude zafarme de Ángela —comenta Alexandra a mi lado— Irina insistió en traerla.

—No importa —contesto— No tiene la culpa de lo que pasa, sólo intenta hacer amigas.

La noche inicia con bromas comida y diversión. Trato de disfrutar al máximo el momento, son de esos que duran poco, pero que quedan plasmado en la memoria para toda la vida.

Cantamos Karaoke, quemamos malvaviscos y espiamos al vecino de la ventana de Luisa, que según Lulú es instructor en un gimnasio.

Trato de que Luisa disfrute cada segundo. He sido un pésimo apoyo y aunque tenga un desastroso presente, no puedo ser egoísta y negarme a compartir su felicidad.