CAPÍTULO 68
Líder.
Mascherano.
Le doy una calada a mi puro irlandés, el ambiente está tenso mientras los hombres a mi alrededor no dejan de observarme.
El sótano de la basílica de San Pedro se ha convertido en el punto de encuentro de los cabecillas más importantes de la mafia a nivel mundial.
—Te ves demasiado tranquilo, Antoni —comenta el Boss del clan ruso— ¿Se te olvidó que tu clan es perseguido por la asociación de inteligencia más letal de Europa?
—No le tenemos miedo a esos hijos de puta —contesta Brandon a mi espalda— Todo está bajo control.
El hombre que se encuentra a mi lado suelta una sonora carcajada.
—Sus socios están por el piso —se burla el representante de Francia— Y lo estarán ustedes también si no reciben nuestro apoyo.
—Los Halcones sólo son nuestros caballos de guerra — responde Alejandro — Nunca los hemos considerado dignos de ser nuestros socios.
—¿No dices nada en tu defensa, Antoni? —alega el anciano escocés— No me digas que eres hombre de pocas palabras como tu padre.
—No desperdicio oraciones en comentarios absurdos —contesto dejando el puro de lado— Se supone que esta reunión es para elegir un nuevo líder, no para hablar de mis enemigos.
—Esos temas deben tocarse cuando los privilegiados están librando una guerra a sangre fría contra la FEMF.
—Entonces, elijamos un líder de otra familia.
Brando y Alejandro se tensan a mi espalda, les aterra la idea de que sea el acreedor de dicho poder. Ahora más que nunca, no sólo temen ser atropellados por la FEMF , también les arde saber que estaré por encima de ellos.
—Nuestra decisión está tomada hace meses —interviene mi padrino y tío, líder del clan español —No daremos marcha atrás. Durante años hemos estado aguardando este momento, esperando a que nuestro líder tenga la edad y experiencia suficiente.
—¿Quién será? —vuelve a preguntar Brando con un deje de desesperación en su voz.
—Tal vez no sea el mejor momento para la familia Mascherano —continua mi padrino— sin embargo, han sabido jugar sus fichas frente al enemigo durante años y los representantes de cada clan coinciden en que Antoni es el mejor entre todos.
Sonrío para mis adentros, pese a la ira y a las ganas de matarme de los dos individuos que tengo atrás, celebro mi triunfo con gloria. Pronto todo estará completo.
—Felicitaciones Antoni —se levantan los representantes de cada familia— Has sido escogido como el rey y máximo líder de la mafia.
Apunto los botones del traje cuando me levanto.
—Larga vida a ti y a todo tu legado —me hacen una leve inclinación en señal de reverencia.
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La tenue luz de las velas ilumina el camino hacia la estatua de San Francisco. Las mujeres rezan de rodillas ocultando el rostro con mantos blancos mientras el incienso se apodera del aire.
Escondo el arma en la pretina de mi pantalón arrodillándome ante el santo, cierro los ojos y rezo durante una rato por aquellos que están a mi lado. Pido por el perdón y el descanso eterno del alma de mi hermana, después de lo que hizo estoy seguro de que nunca entrará al reino de los cielos.
—Antoni —me llaman.
Relajo los brazos sin apartar la vista de la estatua.
—Padrino —contesto un tanto molesto por la interrupción de mi rezo.
—Los difuntos no tienen perdón —imita las palabras de mi difunto padre.
Tengo muy claro que arderé en el infierno toda la eternidad, mas no puedo romper la única tradición que me recuerda a mi madre. Murió con un rosario en la mano rogando por su alma.
Me pongo de pie encarando a mi tío más allegado.
—Estás siendo un orgullo para tu padre.
—Seguramente estará orgulloso de todos.
—Sólo de ti, tus hermanos no son nada comparados contigo, aún tengo la esperanza de que Philippe te imite y no termine siendo un fiasco.
La figura de Isabel se asoma en las puertas dobles con Jared y Danika detrás.
—Muchos han preguntado sobre quién será tu reina. Las tradiciones deben respetarse y la esposa de un mafioso es clave en nuestro sistema.
En la mafia se le denomina reina o dama a la esposa del líder.
—Todos quieren saber quién será la nueva dama de la mafia.
—Pronto lo sabrán, solo necesito un par de semanas para tenerla aqui.
Mira atrás metiéndose la mano en el bolsillo mientras Isabel sigue en la puerta observándonos desde lejos.
—Sabía que Amelia no sobreviviría a tu lado, ni a las manos de Isabel Rinaldi, por eso no quise darte esto.
Me ofrece un cofre de oro con perlas incrustadas. Reconozco lo que es y lo que hay en el interior, vi ese collar durante años en el cuello de mi abuela y luego en el de mi madre.
La enorme jadeíta que lo adorna, tiene un costo de tres millones de euros por quilate en el mercado italiano. La reliquia que tengo enfrente pesa veintiocho. Mi abuelo se la robo a un rey.
La saca del cofre dándomela en la mano, pesa. La cadena de oro blanco tiene incrustados pequeños diamantes africanos y en su centro la gran gema sobresale volviendo la pieza única en el mundo.
—No pensé que llegaría a tenerla en mis manos.
—Te la daría, si supiera que no la portará la hiena asesina que cargas.
Suelto a reír empuñando la pieza.
—Isabel no será mi reina.
Relaja los hombros curvando sus labios en una macabra sonrisa.
—¿Quién será la afortunada?
—Ya la conocerás, hasta hora lo único que puedo decirte es que pondré al enemigo de mi lado.
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Detallo el collar en la tranquilidad de mi alcoba, a Emily le encantaba tenerlo, cada vez que mamá se lo ponía. Ella se ofrecía a quitárselo solo para tener la dicha de lucirlo un par de segundos frente al espejo.
Yo la observaba a través de las cortinas mientras sonreía, daba volteretas cantando y sonriendo.
«Mi Emily tenía tantas cosas por ofrecerte» Si solo hubieses dejado tu terquedad, tendrías el mundo a tus pies en estos momentos.
Isabel entra con dos copas y una botella de champagne. Guardo el collar cuando se acerca.
—No lo escondas —trae la bata abierta mostrando la lencería de seda.
—No te he mandado a llamar.
—No —deja las copas sobre la mesa— Pero supuse que querías celebrar el nuevo título.
Sirve el líquido espumoso ofreciéndome una copa.
—Brindemos —pide— Por ti, el nuevo rey de la mafia.
Me inclino la copa bebiendo el contenido con un solo sorbo.
—Márchate, quiero estar solo —le devuelvo la copa.
—Entiendo, pero antes... — se da media vuelta inclinando la cabeza —colócamela, quiero ver como lucirá en mi cuello desde ahora en adelante.
—Isabel, Isabel —me burlo— ¿Qué te hace pensar que te dejaré llevar el collar de mi difunta madre? Mientras ella agonizaba, tú te revolcabas con mi padre.
—Son cosas del pasado cariño —voltea colocándome las manos en la nuca— ¿Quién más que yo para acompañarte en tu reinado?
Quito sus manos.
—En mis planes conyugales no estás tú.
Transforma su rostro con una mueca de odio.
—¿Entonces quién? Ninguna otra tiene la inteligencia ni las formas de ayudarte en esto, como yo puedo hacerlo.
Tomo su cara obligándola a que se fije en la foto que descansa en la esquina de mi espejo, lleva meses estando en el mismo sitio.
—La cagna.
—Mírala bien, porque pronto la obedecerás y servirás como me sirves a mí.
—No si la mato primero.
—Atrévete —la estrelló contra el vidrio— Y verás cómo los perros te arrancan la piel mientras te comen vivas.
—No estás siendo inteligente —resopla llena de sangre —Con el enemigo no se juega.
—No será ficha de juegos, será mi arma contra la FEMF. La mejor forma de derrotarlos es teniendo a uno de sus cerebros de mi lado.
—Tendrás suerte si logras atraparla sin llamar la atención, tiene un anillo de más de veinte hombres a su alrededor.
La suelto sin dejar de sonreír.
—No tengo necesidad de atacar, ella sola vendrá a mí —me sirvo otra copa de champagne — Lárgate, hoy no me apetece tu cuerpo.
Se marcha furiosa. No debo perderla de vista, cualquier paso en falso arruinaría mis planes.
Repaso la foto colgada en el vidrio. «Rachel, seremos la pareja perfecta, amore y me darás todo lo que quiero»
En mi mente está nuestro último cara a cara. Como olvidar ese rostro lleno de auténtico terror, esa será mi mayor arma para dominarla, el miedo se convierte en sumisión y la sumisión en rendición.
«Me temerá tanto que la simple mención de mi nombre hará que se ponga de rodilla»
Me toco los labios transportándome al casino de Moscú. El recuerdo de su baile, los toques y sus besos están intactos en mi memoria.
«Como olvidar los exquisitos pechos que saboree, el dulce olor de su cuerpo y el calor de su coño sobre mi polla»
El deseo se concentra en mi miembro cuando suelto la bata admirando la erección viril y poderosa que señala el espejo como lanza ansiando atravesar a la presa. La tomo entre mis manos, está dura como el acero «Sólo es cuestión de días». La ansiedad me tambalea.
«Dentro de poco la tendré en mi cama»
La agarro con firmeza dejando que mi mano suba y baje a lo largo del falo que no deja de palpitar, la saliva se me aliviana y los muslos se me tornan rígidos. Pronto sus carnosos labios me envolverán prendiéndose de mi miembro.
La necesito, necesito desahogar todas mis ansias de poseerla, necesito enterrar las manos en su culo y devorarle el coño hasta cansarme. Necesito lamer sus pechos y correrme dentro de ella.
La piel se me eriza, aprieto la mandíbula incrementando los movimientos de mi mano. Enderezo la espalda admirando la escena frente al espejo, clavando los ojos en su imagen, imaginándola desnuda frente a mí, mientras acelero el movimiento babeando con su recuerdo. El corazón me brinca en el pecho ante la descarga de deseo que libera el auto complacerme. Aprieto los dientes, tenso los músculos dejando que oleadas de éxtasis y placer me invadan por completo. El semen tibio se derrama a lo largo de mi mano y aprieto la mandíbula tratando de recuperar la cordura.
«Te necesito Rachel James» Le hablo a la foto. Porque serás la que lucirá el collar de mi madre y quien me complacerá todas las noches. Serás la que me ayudará a cortarle la cabeza al culpable de la muerte de mi Emily. Serás la dama de la mafia y la que lleve a mis hijos en su vientre.
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