CAPÍTULO 61
AL ACECHO.
Meredith.
Doy instrucciones finales a los nuevos soldados del capitán Lewis encargándome de resaltar lo más importante en la nueva misión. No quiero problemas ni procesos disciplinarios a futuro.
El capitán últimamente ha estado muy agobiado y ocupado, mas no quiero sumarle más cargas a su nueva situación.
Los soldados se despiden Saco mi móvil y marco el número de Angela por quinta vez en la mañana, no ha dado señales de vida desde anoche después de haberse ido por unos tragos con Irina. Ninguna de las dos supera que el coronel las rechazara por partida doble.
Cambio mi uniforme lleno de barro y me encamino a la torre central, no le he rendido informe a mi capitán sobre los últimos movimientos de su ex novia. Es viernes, supongo que hoy se ira a casa.Lleva días entrenando día y noche. Alcancé a escuchar por parte de sus amigas que tienen planes para ir a cenar.
Sale de su oficina y logro esconderme antes de que note mi presencia, seguirla por un par de horas no está mal. A lo mejor cae de una vez por todas y me evita la persecución diaria.
Va hasta el ascensor, espera un par de minutos a que llegue y lo aborda con la mirada clavada en su móvil. Rápidamente bajo las escaleras para alcanzarla antes de que llegue a la primera planta y la sigo a través del camino que lleva a los dormitorios.
La evidencia no miente a la hora de asegurar que tiene un amante, sin embargo, tengo la teoría de que ya no tiene nada con dicha persona. Se me hace extraño que siendo de la misma central no la vea hablando con nadie más, siempre está los mismos de siempre. Desde que murió su amigo se ha aislado de todos, rara vez sale y cuando lo hace es a cafeterías o áreas comunes. Siempre está rodeada de sus amigas.
¿Qué tiempo puede tener para un amante? Sería Gauna el único sospechoso en este caso.
Entra a su habitación y tarda casi una hora en salir como sospechaba vestida de civil y con un bolso colgado en el hombro. Cierra con llave y se acomoda su gorro de lana. Está preparada para el clima de noviembre; con gabán, bufanda y botas de cuero. Se las apaña para no dejar caer el enorme ramo de flores que lleva en las manos.
No es que me desagrade, sólo me molesta el que haya lastimado al capitán como lo hizo, alguien como él no se merece que lo engañe ni traicione. Muchas mujeres darían lo que fuera por estar en su lugar teniendo un novio que dé todo por ella.
Camina por los pasillos atrayendo la atención de varios soldados. He llegado a admirarla varias veces, no sólo por su belleza, sino por la madurez que tiene al notar que todos los hombres se fijan en ella y seguir como si nada pasara. He sido testigo de las miradas, regalos e intentos de ligar, pero ella no se enfoca en nada de eso. Siempre sonríe de forma amable y saca las mejores palabras para no herir sentimientos. Es inteligente y entregada a su trabajo, no es una más del montón, como Angela o Irina.
Lástima que sea una zorra en todo el sentido de la palabra.
Atraviesa los jardines, encaminándose al panteón, no hay que ser adivino para saber a quien busca. Se adentra a lo más profundo sin voltear ni mirar atrás. Ella se encargó personalmente de elegir donde sería enterrado el teniente Smich. Eligió la zona cerca del bosque, una tumba rodeada de pequeños arbustos, de aquellos que se encargan de florecer al máximo en primavera.
Doy la vuelta, escabulléndome entre tumbas y lápidas, necesito estar lo más cerca posible, a lo mejor le habla a su difunto amigo sobre su amante.
Encuentro el lugar perfecto tras uno de los mausoleos.
Se arrodilla frente a la lápida apartando las hojas secas que le han caído encima, deja una pequeña fotografía sobre ella y acomoda el ramo de girasoles. No habla, simplemente se queda en cuclillas frente a la tumba mirándola como si pudiera hallar su rostro en ella.
«Otra persecución fallida» Siento que estoy perdiendo mi tiempo, lo peor de todo es que debo esperar a que se vaya para poder marcharme.
Tarda media hora en la misma posición, la brisa fría se intensifica trayendo la neblina y la humedad del bosque.
Pasos firmes se escuchan a poca distancia, las ramas crujen y la silueta de un hombre empieza a verse cada vez más cerca. ¿Su amante? ¿Sería capaz de ser tan cínica, como para citarlo aquí? Casi nadie viene por esta área, da escalofríos y la mayoría de los sepultados son oficiales de alto rango. Parte de sus familiares ya se han retirado.
Termina de colocar las flores, no parece notar la persona que se acerca poniéndose de pie. Saco la cabeza y la sombra se cierne sobre ella. No aguanto la curiosidad, entonces vuelvo asomarme. Se me descuelga la mandíbula al ver de quien se trata y lo que haría si llegara a descubrirme. Es el coronel.
***
Christhopher.
El camino que lleva al panteón esta cubierto de las últimas hojas de otoño, hace frío y debo meter las manos en gabán para entrar en calor.
Es mi oportunidad de hablar con Rachel. Últimamente no se le ve sola, siempre está con Gauna, Parker o sus amigas, entre todas armaron un caparazón alrededor de la novia de Harry. Me acerco con pasos firmes queriendo acabar con esto de una vez por todas. Se pone de pie frente a la tumba de su amigo, el viento sopla y mi olfato capta el olor de su perfume.
No es el momento para hablar de un tema tan delicado, sería darle más peso a la carga que lleva, pero entre más tiempo pasa, peor serán las consecuencias.
—Rachel.
No voltea, toma aire como si quisiera llenarse de fuerzas.
—Coronel.
—Necesito hablar contigo.
Se da la vuelta atrevesándome con los ojos azules. Las semanas sin verla hacen estragos golpeándome de frente y debo erguirme soportando todas las sensaciones que me abarcan. Es tan jodidamente hermosa y se le ve tan frágil.
A pesar de tener la nariz y las mejillas rojas por el frió, sigue siendo la mujer más sexy y hermosa que he visto. Entiendo a Bratt al quererla como la quiere.
—No es un buen momento ahora.
—Lo sé, pero es que Bratt...
—No me hables de Bratt— levanta su mano enguantada para que me calle— Sé como está, lo he visto y no es necesario que me recuerdes lo mal que la está pasando por mi culpa.
—Escúchame, es importante lo que diré.
Se abre paso lista para irse.
—Si es algo que me dolerá o lastimará, no quiero saberlo.
—Pero...
—Hoy no— vuelve a interrumpirme— Lo único que quiero es irme a casa y...
La tomo de los hombros cortándole el paso.
— Sé que no es un buen momento, lamentablemente hay cosas que no dan espera. Bratt sabe que lo engañaste.
Retrocede asustada.
—Y Sabe... — le tiembla la voz —¿Qué eres tú?
—No, pero esta moviendo cielo y tierra para descubrirlo.
—No puede saberlo— camina de aquí para allá desesperada —¡No puedes dejar que se entere!
—No tiene caso ocultar lo que tarde o temprano se sabrá, lo mejor es enfrentarlo y decirle la verdad a la cara.
—¡No!— espeta— No lo quiero lastimar más, si sabe que fue contigo...
—No podemos hacer nada, se prometió encontrar a tu amante cueste lo que le cueste.
—Puedes ocultar las pruebas, intentaré tranquilizarlo y ...
—No voy a dejarte sola en esto, fui yo él que lo empezó y debo terminarlo. Está ciego de ira, no sabemos qué represalias pueda tomar contra a ti.
—Con mayor razón, no debe enterarse de que eres tú.
—No, ya tomé una decisión y le diré la verdad contigo o sin ti.
—No entiendes las consecuencias de todo esto, una cosa es que alguien te engañe y otra es recibir el puñal por partida doble, eres su mejor amigo, ¿Tienes idea de lo que le dolerá? Suficiente tiene conmigo. Y suficiente tengo yo con saber el dolor que le estoy provocando.
—Lo conozco, no se detendrá hasta saber quien es, evitemos que gaste energía y hablemos de una vez.
—¡No siempre tienes que ser tan radical! —se le quiebra la voz— ¡Ya tengo suficiente con lo que tengo encima, como para lidiar con el miedo de que se maten entre los dos!
Apoya la mano en uno de los arboles. Está intentando fingir que es fuerte, pero ambos sabemos que no lo es, que por dentro esta hecha pedazos y que mi noticia derrumbó los pocos cimientos que había podido levantar.
Surgen las ganas de abrazarla, de decirle que ya está, que por muy mal que se vea estoy aquí y voy afrontar las consecuencias con ella. No me contengo y termino acercándome estrechándola contra mí.
—Yo voy asumir la responsabilidad, fui el que lo empezó —le susurro — Y tampoco lo quiero lastimar, pero es necesario.
—¡Estoy cansada! —dice contra mi pecho— Tantas cosas al mismo tiempo... Yo no quiero hacerle daño a nadie...
Tomo su cara obligándola a que me mire, quiero hablar, pero sus labios rojos me tientan a besarla.
—No te voy a dejar sola —le beso la boca— Le va a doler, mas tiene que afrontarlo.
—No, no vuelvas hacer eso —se aparta.
—¿Qué?
—Abrazarme, besarme y fingir que te importo. Es injusto que lo hagas sabiendo lo que siento por ti, no estoy para juegos.
Jugar seria lo último que haría en estos momentos.
—Nena, mírame y dime si estoy para juegos —vuelvo acercarme— No miento cuando digo que no te voy a dejar sola, no me preguntes por qué, porque ni yo mismo lo sé.
—Me confundes demasiado.
—Deja que te lleve a casa — tomo su mano besando los nudillos enguantados.
Asiente con la cabeza, recoge su bolso y me sigue hasta el estacionamiento. Abordamos mi auto y me aseguro de subir las ventanillas para que no nos vean salir juntos. El móvil me vibra en la chaqueta con una llamada de Patrick , la rechazo. Apago el sistema asistencial para que nadie me moleste.
Ninguno de los dos dice nada en el camino, ella solo recuesta la cabeza en el asiento mirando hacia la ventana mientras ideo las formas de como encarar a Bratt.
—¿Cómo se enteró?— pregunta cuando estaciono frente a su edificio.
—Encontró la multa impuesta en Cadin.
—No quiero que estés cuando se lo diga.
—Olvídalo, estaré y ese punto no tiene discusión. Está ciego de la ira y puede ser peligroso.
—No hables de él como si fuera un monstruo, está muy lejos de ser eso.
—Sé que no es un monstruo, pero celos y rabia no son una buena combinación.
—Buscaré el momento correcto para...
—Nunca habrá un buen momento para esto— la interrumpo— Subiremos, lo llamarás y le dirás que venga. No tiene caso darle más larga, lo enfrentaremos y será hoy.
—Bien — suelta el cinturón antes de salir del auto.
Entramos al edificio, saluda al portero y avisa sobre la visita de Bratt, textea nerviosa mientras subimos en el ascensor.
—¿Quieres algo de tomar o de comer?— me ofrece cuando estamos adentro.
—No, sólo llama a Bratt y terminemos con esto de una vez.
Deja su bolso quitándose la chaqueta y los guantes.
—Yo sí necesito un poco de agua por lo menos —se pierde en la cocina.
—¿Dónde esta tu empleada?
—No sé, ella viene y va cada vez que quiere.
Entre menos espectadores haya mejor, vuelve con el móvil en la mano.
—Coloca el altavoz— le pido.
Busca el número de Bratt con dedos temblorosos y...
—¡No puedo hacerlo! —cuelga antes de que timbre.
—Lo haré yo, entonces— saco el mío, hay más llamadas perdidas de Patrick.
—¡Espera! —me lo arrebata — Hay que buscar las palabras correctas primero.
—¿Qué propones?, ¿Lluvia de ideas? Sé razonable, no hay palabras correctas para lo que le diremos.
Se deja caer en el sofá.
—No quiero hacerlo ahora, no puedo.
Me arrodillo frente a ella, no es momento, pero cada vez que la miro me convenzo de lo mucho que me gusta.
—El tiempo es nuestro enemigo. En cualquier momento lo llamarán desde Cadin.
—Necesito llenarme de fuerzas y pensar con claridad...
—No hay que idear nada, yo puedo decirlo todo.
—Quiero descansar y tener la mente clara, antes de que empiece el caos otra vez. Llevo noches sin dormir, mi cuerpo ya no resiste...
Reparo las medias lunas que le decoran los ojos, no puedo pedirle lo que no puede dar, es comprensible su agotamiento físico y emocional, además, lo que le pido la desgastará aun más.
Se humedece los labios con la lengua y poso las manos en su nuca acercándola a mi boca.
—No— se rehúsa— no vinimos a eso.
La tomo con las dos manos y la pego a mis labios, no vine a eso pero quiero hacerlo, he querido hacerlo hace días. No sé que es lo que me pasa, mas la pienso todo el tiempo y no de buena manera, fantaseo montándola, comiéndome su coño. Me la imagino a mi lado siendo mía cada vez que quiera.
Nuestros labios se tocan y me abro paso dentro de su boca con un beso húmedo que la obliga abrazarme mientras la levanto llevándomela a la alcoba, ignoro el dolor que me recorre la clavícula mientras la sostengo.
—¿Te lastimé? —pregunta cuando la dejo en el piso.
Sacudo la cabeza y tiro del dobladillo de su playera dejando sus pechos expuestos, paso las manos por ellos y empiezo a besarle el cuello pasando las lengua por los montículos de carne que se carga, la hago retroceder cayendo a la cama y me arrodillo a quitarle las botas y el vaquero.
—Vamos a olvidarnos de los problemas por un momento, ¿De acuerdo?
Sonríe invitándome a que suba mientras se acuesta dejando que hunda los dedos en el elástico de sus bragas, las bajo mientras ella se acomoda en el cabezal y paso mis labios por la piel de sus muslos, pasa saliva al sentir mi cercanía. Se ruboriza pasándose la lengua por los labios e intenta apartarme pero no se lo permito.
La sujeto con fuerza abriéndole las piernas mientras mi lengua lame su entrepierna saboreando su excitación, apaga mi sed de tal manera que me prendo como un desahuciado complaciéndome con todo lo que me da. Agita la caderas nerviosa y hunde las manos en mi cabello dejando que la lama, dejando que tome su clítoris con mis labios, dejando que sus gemidos y jadeos aumenten mis ganas.
No me detengo, continúo saboreándola prolongando su clímax, introduzco mis dedos y trazo círculos sobre su sexo observando como muere de ganas por mi miembro.
Reparto besos por su abdomen llegando hasta sus pechos, me prendo de cada uno lamiendo y mordiendo los pezones duros. Sus muslos me acunan y aprieto sus glúteos acomodándome en su entrada, la beso con vehemencia embistiendo su canal mientras me acaricia la espalda dándome la bienvenida.
—Christopher...
Se aferra a las sabanas, el sudor me recorre la frente, estoy desesperado por las estocadas. Quiero tomarme el tiempo de venerarla pero el deseo me supera, empiezo a moverme mientras la beso dejando que su coño me apriete, me estreche y me envuelva.
—Nena — jadeo.
La sensación es increíble, nunca me cansaré ni tendré lo suficiente, el éxtasis es tan grande que me nubla los sentidos. Arremeto nuevamente estrellándome contra ella, soltándole lo mucho que me gusta. La eche de menos, de todas las formas y de todas las maneras, su cuerpo es como una droga para mí y lo único que me pesa es no haberla conocido antes... Hubiese hecho tantas cosas...
Posa las manos en mi pecho empujándome y abriéndose de piernas sobre mí, moviéndose de arriba abajo. Siempre me llena y me pone tan duro, el movimiento de sus cintura me marea, estamos empapados de sudor y tenerla encima es una placentera agonía que recorre cada centímetro de mi polla.Clavo las uñas en su carne metiéndola toda y araña mis pectorales echando la cabeza hacia atrás cuando le doy un tirón en el cabello. El climax nos toma y levanto la pelvis queriendo que reciba todo.
Se deja caer a mi lado abrazándome con sus piernas desnudas, ubica la cabeza sobre mi pecho y cierra los ojos sin decir nada.
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