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CAPÍTULO 48

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Desplome. 

Rachel. 

La fiesta termina en desastre cuando Simon apaga la música mandando la gente al comando. 

—¡Todo el mundo a la central! — ordena Christopher en medio del caos— Los necesito, armados y listos para partir. 

Busco mis cosas, hallo mi teléfono y tengo veinte llamadas perdidas de mi capitán. 

La noche esta condenada a terminar en tragedia, me engancho un par de bragas a la ligera y tomo mi mochila obedeciendo las demandas del coronel. Los invitados corren aquí y allá, no encuentro a mis amigas y la cosa se pone peor cuando los soldados salen en la dirección equivocada «Están ebrios» 

—¡Rachel! — Angela estaciona frente a mí— Hay que apresurarse, tenemos un G12. 

Un G12 es un ataque masivo, quiere decir que los Halcones están atacando en la misma forma que los atacó la FEMF. Abordo el auto de la alemana y nos enrumbamos a la avenida principal. 

—Tenían que atacar precisamente hoy —dice esquivando un camión de combustible — Justo cuando la fiesta estaba en su mejor momento.

"En su mejor momento"  Para unos, para otros no tanto. 

—Luisa te buscaba como loca ¿Dónde estabas? —indaga sin apartar la mirada de la carretera. 

Evoco lo que hacía mientras me buscaban y no sé ni que me da, mientras mi novio discutía con sus padres yo estaba abierta de piernas dejándome toquetear de su mejor amigo. 

Los quiero a los dos, pero no de la misma forma. La balanza se inclina sobre uno. Sobre el que me hace fallar una y otra vez, él que me hará tropezar con la misma piedra infinidad de veces, y aunque no la encuentre en el camino seré capaz devolverme en su búsqueda y tropezar nuevamente con ella.

«Lo siento tanto Bratt, te he clavado un puñal, lo he sacado y vuelto a hundir con más fuerza» Lo peor de todo es que ni siquiera lo está sintiendo. Va ciego por la vida creyendo en las personas equivocadas. 

—¿Estas bien? — pregunta Ángela preocupada— He hecho dos veces la misma pregunta.

—En el sótano buscando botellas de tequila —miento.

No quiero imaginarme la cara que pondrá si le digo la verdad.

—¿Viste lo guapo que estaba Christopher? Entiendo perfectamente por qué su esposa se niega darle el divorcio, a cualquiera le dolería perder semejante hombre —se ríe— Si yo fuera ella no me le despegaría, ahora no le queda de otra que resignarse porque lo nuestro va para largo. 

—Espero que las balas de Sabrina no te causen daños permanentes. 

—No — dice con orgullo— Por mucha clase y belleza que tenga no se compara conmigo y todo el deseo que enciendo en su marido. Las mujeres de la alta alcurnia se creen insensibles , pero no notan que la sangre azul no sirve para nada si no sabes mover el culo en la cama. 

No siento celos, de hecho, no tengo cabida para un sentimiento más. Nos adentramos en la central y cada quien se va con su tropa. El capitán Thompson me esta esperando con la escuadra y me armo con los explosivos que se requieren entre esos una ametralladora H10 de largo alcance. 

—¡Hora de partir! — ordena Parker entrando a la sala—El coronel y el general nos esperan.

—¡A los helicópteros! —lo secunda el capitán Thompson.

Toca despabilarse a las malas y varios soldados meten la cabeza en los baldes de agua fría, aqui ni ebrio se abandona el deber.  

Subo con mi tropa mientras mi capitán despliega el mapa que muestra el caos del momento. 

—Iremos al hospital Estatal. Es uno de los puntos hay doscientos cincuenta rehenes, entre pacientes, personal del hospital y policías que han intentado entrar —explica—Ellos son setenta en total, la mayoría concentrados en la primera y segunda planta, hay que saber proceder, el hospital atiende a Maryori Blair, la esposa del embajador de los estados unidos y Susan Bolguenman  la hija de un capitán de la FEMF.

—Supongo que son la garantía de los secuestradores —inquiero. 

—Supones bien, se quedaron sin socios y buscan formas de hacer dinero. El hospital es el blanco más grande, los otros no abarcan tantos rehenes —continua— En el restaurante de Picadilly solo tienen a veinte personas, en el teatro de ópera hay treinta, en el burdel Delmon quince hombres.

—¿Que avances hay hasta ahora?

—Negociaron con la policía exigiendo una suma que ya se entregó —aclara— Tal cosa no sirvió de nada, los policías entraron, pero no volvieron a salir. Fracasaron en la emboscada. No es algo que me sorprenda, en los años que llevo aquí nunca he visto al comandante general del cuerpo policial haciendo buenas negociaciones.

Sobrevolamos la zona, bomberos, rescatistas y policías están alrededor del hospital mientras los helicópteros de la prensa iluminan la zona.

—¡Prepárense para descender! —ordeno cuando el helicóptero planea el aterrizaje. 

Bajamos y sigo a mi capitán a la carpa improvisada que armaron afuera.  Están los principales capitanes: Parker, Bratt, Simon, Patrick, Morales acompañados de sus respectivos tenientes, Christopher y el general están aparte en una conversación privada.

Me ubico al lado de Valeria quien tiene cara de querer vomitar, la vi bailando en la pista en medio del humo y las luces embriagándose a la par con Brenda. Bratt tampoco tiene buena cara.

—¡Despejen el área! —vocifera un hombre con un megáfono en una de las ventanas del edificio—¡O todos mueren!

—¡Ríndanse! —contesta la policía—¡No hay salida! ¡Eviten ser bombardeados!

—¡Basta de tonterías! —el general se une a la mesa— No tengo genio para lidiar con fanáticos. Atacaremos y acabaremos con esta payasada.

—No me parece prudente, señor — interviene Christopher — No se van a tomar un hospital por dos rehenes, si los atacamos corremos el riesgo de darles lo que quieren.

Es inevitable no fijarse en el movimiento de su boca mientras habla. Una ola de calor me sube hasta las mejillas, hace unas horas estaba prendida de sus labios mientras él hacía maravillas con su lengua. 

Tiene una camiseta del FBI y un chaleco anti balas, hay líneas rojas en la piel desnuda de sus brazos, ¿Arañazos? si arañazos provocados por la fuerza de mis uñas en su piel. No son notorios para todos, pero sí para mí, lo sigo observando con disimulo, llego a su cuello y hay una mancha violeta en un costado. Esa no es fácil de esconder. Mi mente trae de forma inmediata el recuerdo de mis besos salvajes en su piel. 

Estuvo mal, muy mal. Las faltas de respeto van de mal en peor sobrepase el termino descaro dándome azotes y golpes de moral sabiendo que lo estoy gozando. 

Evoco los momentos, los besos desesperados, los apretones, besos y embestidas. La adrenalina del momento, mi orgasmo, su derrame. La colisión de los dos sacando chispas y explotando la mierda que salpica a toda el mundo. 

—¡Retiren sus tropas! — vuelven a exigir afuera.

El general toma uno de los megáfonos y sale a gritar. 

—¡Salgan en fila con las manos arriba o no respondo por mis actos! —advierte— ¡Londres no negociará con terroristas!

—¡Siempre hay una primera vez, general! —contesta el hombre de la ventana—¡Necesitamos veinte bolsas llenas de billetes de alta denominación o recibirán sus rehenes pedazo a pedazo!

—No tiene caso negociar con esas ratas, entraremos en diez minutos — el general vuelve a la carpa — El área esta despejada, así que aliste a sus hombres coronel.

—Con todo el respeto que se merece —contesta molesto— Déjeme decirle que no estoy de acuerdo con su punto, no hay un estudio profundo que nos deje saber qué están tramando, todo está muy raro.

—No podemos perder tiempo, la policía lleva dos intentos de convencerlos y no han dado el brazo a torcer, si no atacamos ya les daremos tiempo para que se salgan con la suya — va donde el capitán John—Quiero un pre estudio del área, entraremos en ocho minutos.

—Rindan informe sobre el estado de las tropas — ordena Christopher—Y que alguien tome mi lugar mientras vuelvo.

—Usted no va a ningún lado coronel — replica el general— Como máximo líder debe quedarse afuera.

—Usted tiene el control aquí —toma una ametralladora de la mesa de armas— Con una cabeza basta.

—¡Debe quedarse!

—Lo siento, pero no los enviaré solos al matadero— sale de la carpa.

—El área esta despejada, señor— informa el capitán John encargado del escuadrón anti explosivo— El dron no detecto explosivos de gran magnitud.

La tropa anti disturbio cierra las calles y me camuflo entre el personal antiexplosivos. Cuando grupos insurgentes se enfrentan a la FEMF de tal manera, es nuestra obligación hacerles frente, sea como un ejército de guerra, policías o agentes del FBI.

—¿Ven? —se ríe el general— Esos idiotas no saben ni cómo planear un secuestro.

—Quiero ver el recorrido del dron —solicita el capitán Thompson

—No hay tiempo capitán —lo contradice su superior— Prepare todo y entre con su tropa. No tenga contemplaciones con nadie.

Bratt y Parker son los primeros en salir a alinear sus tropas, alistan armamento formando dispuestos para atacar.  Del otro lado Christopher prepara los soldados con los que entrará. Los secuestradores no vuelven a salir. 

Una mañana estás planeando una fiesta sorpresa para alguien especial y otra estas rogándole a Dios que no te peguen un tiro en la sien.

Lleno mi arma de municiones y reviso que mi equipo esté completo.

—Entraremos por la puerta sur —demanda mi capitán.

Rodeamos el edificio, la escuadra de Christopher ataca de frente mientras las demás toman posición en las puertas aledañas.

Nos ubicamos en el lado sur, un explosivo se aferra a la puerta metálica, francotiradores apuntan a los posibles atacantes y los hombres huyen despavoridos cuando notan las armas.

—¡Todos adentro! —ordena el general en el auricular.

La primera fila asegura el perímetro. 

—Zona A de la parte sur, esta despejada.

—¡Avancen! —avisa el general— No podemos dejar que se lleven a los rehenes. 

—¡Preparados para la toma total del perímetro!— ordeno.

Los pasos hacen ecos en el desolado pasillo, esta oscuro y me veo obligada a usar lentes con lente infrarrojo. 

—Zona norte despejada — avisa Parker en el auricular.

—Área occidental sin registro de movimiento — advierte Bratt.

—Frente vació — informa Christopher.

—¡Procedan a tomarse la segunda planta! —ordena el general.

Hay algo que no cuadra, nadie planea tal golpe sabiendo que va a caer tan fácil ¿Por qué no pidieron la suma total desde que llegaron? ¿porque esperaron a que llegara la FEMF? ¿Y si no tienen tantas armas como lo dijo el capitán, porque la policía no pudo con ellos?

Continuo con arma en mano encaminándome al primer tramo de escalera. 

No hay movimientos, ¿No que la mayor concentración de terroristas estaría en la primera y segunda planta?

—¡Alto! —detengo la marcha. Hay un ligero olor a pólvora, alumbro las paredes y...

—¿Que pasa Thompson? — pregunta el general — Es una toma no una excursión, ¡Procedan a la segunda planta!

Ignoran mi orden y avanzan a los escalones mientras aprieto el arma contra mi pecho sin dejar de apuntar.  Huele a peligro por tonto que se oiga es así, como seres humanos tenemos la cualidad de presentir cuando algo no anda bien. 

Cuatro pasos más y mi radar radiactivo chilla moviendo la aguja al máximo grado de alerta.

—¡Retrocedan! — grito —¡Atrás, es una trampa..!

No termino, un montón de luces rojas se encienden en las columnas de concreto detonando una bomba de hidrógeno la cual estalla de la nada, no hay tiempo de correr, solo caigo metros metros atrás con los oídos tapados y un fuerte dolor en el pecho, cuando la avalancha de vidrios se me viene encima seguida de una nube de fuego, me volteo boca abajo y protejo mi cuerpo de las llamas y la piel me arde cuando las llamas hacen contacto con mi uniforme. 

—¡Afuera! —me toman del chaleco arrastrándome entre esquirlas de vidrios. Es mi capitán quien me arrastra mientras mis compañeros tratan de ponerse a salvo. 

—¡Arriba! —ordenan.

Vuelvo a recibir oxígeno, el frío del pavimento alivia el ardor de mi espalda, me duelen los ojos, oídos y costilla cuando toso sacando todo lo que me trague. 

—¡James de pie! — me exige el capitán. 

Débilmente logro ponerme de pie con el mismo ruido sordo zumbándome en los oídos. No hay ni la mitad de los soldados que entraron conmigo.

—¡Malditos hijos de puta! —se queja el sargento con la cabeza llena de cenizas.

—Los demás—susurro— Tenemos que sacar a los demás.

Una nube de humo negro sale de las ventanas impregnando el aire «Bomba química» 

—¡Muévanse!  

Emprendo la huida lejos del edificio y la onda de explosiva nos alcanza a pocos metros tirándonos al asfalto. Se oyen gritos, vidrios rotos, sirenas y llantos.

Como la caída de un castillo de naipes, piso a piso estalla en medio de fuego y escombros. Ahí, tirada en el asfalto, observo como cada planta se vuelve una nube de fuego naranja acaba con todo. 

No hay fuerza de voluntad para levantarse ni para correr, solo pienso en el sufrimiento de todos los que yacen dentro. Pacientes, trabajadores, familiares, camaradas. 

Personas inocentes que no tienen ningún tipo de vela en esta sangrienta guerra.

Todo tiene sentido ahora, uno de los secuestrado es la hija de Jerald Bolguenman, capitán del escuadrón antiexplosivos, el accidente de la adolescente de diecisiete años fue el encabezado del periódico la semana pasada, fue él quien dio el informe sobre él área despejada, fue él primero en llegar e intentar negociar antes que la policía y fue él quien rindió el informe mal.

Las aspas de un helicóptero dispersan las llamas, dicho artefacto sale de la nada en medio del desastre elevándose por encima de la espesa nube de humo.

No había setenta secuestradores, tal cantidad de personas no cabe en un solo helicóptero, maquillaron todo para proceder, entre más soldados entraran más duro sería el golpe.

Me pongo en pie con las piernas y costillas a doloridas, mis compañeros me siguen, todos con la misma cara de estupefacción, miedo y tristeza.

Los cuentos por encima, solo hay nueve de los veinticinco que entramos, los rostros de los que no están se pasan por mi mente, profesionales que más de una vez han peleado cuerpo a cuerpo conmigo, compañeros con los que he convivido día a día en reuniones y entrenamientos.

Se me arma un nudo en la garganta y me cuesta respirar.

—Dieciséis combatientes caídos —dice el sargento dando un paso al frente.

No contesto, si lo hago sé que romperé en llanto. Pese a los años no me acostumbro a la idea de perder colegas es una desventaja que le heredé a mi papá. Palmeo el hombro de mi sargento quien tiene los ojos llorosos.

—No siempre se canta victoria soldados —nos dice el general. 

Todos asienten, en la FEMF hay que seguir así se tenga la vida en el piso, por muy oscuro que parezca todo hay que buscar algún tipo de luz, aunque sientas que todo te ahoga debes sacar la cabeza y respirar.

—¡En marcha! —ordeno.

El punto de partida esta peor, los autos quemados y los cordones desechos. Hay cadáveres cerca de los escombros y la ambulancia trata de socorrer a los heridos. 

Christopher, Bratt y Parker. No los veo por ningún lado, el miedo me invade. Entraron primero que yo, por ende, tuvieron que haber avanzado un tramo más largo.

—¡General! —mi capitán se apresura a socorrer al hombre que yace en uno de los escalones siendo atendido por una enfermera. 

—¡Se nos han burlado a la cara! —chilla rabioso.

—Hay un mensaje de los Mascherano —un soldado se acerca con una tablet—Es de carácter urgente, señor.

Me aparto para que pueda cumplir con su labor y los pocos hombres que hay se aglomeran a oír el mensaje. Ponen en marcha el video y fijo los ojos en la pantalla. 

—¡General! — aparece Brandon Mascherano vestido de negro— Me gustaría decir que me alegra saludarlo, pero no es así. Sería hipócrita de mi parte después de haberlos hecho caer en mi improvisada trampa. En la guerra la frase ojo por ojo y diente por diente tiene mucho sentido, ustedes acabaron con nuestros puntos más importantes, encarcelaron a mi primo y hermano, y nos han dejado sin nuestros socios más importantes, era justo y necesario tomar represalias contra eso, la espina sigue doliendo e incomodando si no se saca.

Tiene cuatro hombres detrás. Brandon es el hermano mayor de Antoni y en la actualidad es considerado uno de los criminales más asediados de la historia. 

—No somos tan poco inteligente como piensa, me bastaron veinte hombres para cargarme a una gran cantidad de sus soldados— Hace una pausa para darle una calada a su puro— Estamos cansados de sus putas intromisiones —continua— Vea esto como una declaración de guerra la cual se acabará cuando uno de los dos caiga. Dígale al embajador que entre más tarde en conseguir el dinero para la liberación de su esposa, más dañada estará cuando se la entreguemos. Respecto a los soldados que nos ayudaron dígales que su recompensa no tardará en llegarles —se despide— Mi sentido pésame por los fallecidos que cayeron y caerán.

Se apaga la pantalla.

—¡Hijos de la gran puta! —el general estrella la pantalla contra el piso.

Parker se une al grupo con el uniforme y la cara ensangrentada, busco a Bratt y lo veo venir lleno de cenizas. 

—¿Estas bien? — me abraza.

—No fuerce el brazo señor —le advierte Meredith— Está bastante lastimado.

Lo miro, tiene una herida abierta desde el antebrazo hasta el codo.

—¡Preparen el equipo de búsqueda! —ordena el general— ¡Necesitamos encontrar sobrevivientes!

—Ya entro un equipo señor — responde el capitán Thompson abriéndose paso entre la gente— Lo único que hay tras esos muros son cadáveres. Los sobrevivientes estamos aquí.

Un dolor agudo me perfora debajo de las costillas cuando todo empieza a nublarse. 

«No lo veo, él no está aquí»

—¡No me vengas con mamadas! —grita el general histérico —¡Christopher Morgan, no ha salido de ese puto mierdero!

—A eso voy señor —contesta nervioso—Creo que el coronel es uno de los soldados caído en batalla. 

El dolor es un puñal en el corazón y avanza hasta mi pecho impidiendo el paso del oxígeno, abandono los brazos de Bratt y todo se vuelve oscuro. 

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