CAPÍTULO 44
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Con la guardia baja.
Rachel.
Años preguntándome el porqué del comportamiento de Parker, pensando que le había molestado tanto como para ganarme su acoso. La respuesta estuvo en mis narices todo el tiempo, pero como estaba tan idiotizada nunca se me ocurrió ver más allá de lo que quería ver.
Parker fue uno de mis admiradores cuando llegue aquí, recuerdo sus presentes, de hecho cierta vez me ayudo en un par de clases. En aquel tiempo aún no era novia de Bratt estábamos en la etapa de acercamiento y a decir verdad, me sentía halagada de que aquel chico de ojos negros y acento alemán me mirara. Vivia esa etapa donde te emociona tener pretendientes y te sientes orgullosa de que soldados mayores fijen los ojos en ti.
Quemé esa fase al enamorarme de Bratt, me dejo de importar quien me veía y quien no, lo único que me importaba era el inmenso amor que me predicaba. Para ese tiempo Parker se fue, lo recuerdo perfectamente, no muy contento, pero se fue a la guerra secreta del desierto, con tan solo veintiún años se postuló.
«Al menos eso decían todos»
—Teniente, no quiero causarle más problemas —habla Alan cuando entramos al edificio de la enfermería.
—Esto no es tu culpa, no tienes por qué ir donde no te corresponde.
—Primero la sancionan, después golpean al capitán Parker por defenderme y ahora le ocasione una pelea con su novio. Creo que Londres no es para mí.
—¡Oliveira! —lo llama Meredith— El avión no despega por qué no lo has abordado.
—No lo va abordar —contesto por el chico— Lo deje claro en la oficina.
Se planta frente a mí con el flequillo naranja cayéndole sobre la frente salpicada de pecas
—El capitán Bratt insiste en que...
—El capitán Lewis está actuando de mala manera —la interrumpo— Alan no se va hasta que no se solucionen las cosas.
—No puede desobedecer a un superior por muy novio que sea, órdenes son órdenes.
—Puedo hacerlo si se aprovecha de su cargo. Así que hazme el favor de enviar los otros soldados a donde sea que vayan mientras resuelvo la situación de Alan.
Lo toma del brazo y el chico no hace el más mínimo intento por zafarse.
—Órdenes son órdenes.
Empujo a Alan encarando a la pelirroja. Tenemos la misma estatura, pero su prepotencia la hace ver un poco más grande ya que se yergue inflando el pecho.
—No tengo nada contra ti — hablo despacio— He sabido tolerar tu pésimo trato y falta de educación, pero el que deje pasar ese tipo de cosas no te da derecho a desobedecerme y pisotearme.
—No paso por encima de nadie, solo hago lo que me piden.
—No. Te gusta Bratt y quieres quedar bien con él ¿Crees que no sé qué fuiste tú la que le dijo dónde estaba anoche?
—No sé de qué habla... — balbucea.
—Estamos grandes para querer negar lo que sentimos. Ten claro que el hecho de que tolere que te gusta mi novio, no quiere decir que deba soportar tu actitud cargada de desobediencia.
Pasa el peso de su cuerpo de un pie a otro.
—El soldado debe irse. Es la orden de un superior y no puede pasar por encima de eso.
—Lo sé, por eso tengo que recurrir a una cabeza mayor en este caso el coronel, que sea él quien decida si se va o no.
—Se lo diré al capitán.
—Adelante —le abro paso para que se marche.
Resopla antes de largarse.
—¿El Coronel? —pregunta Alan preocupado— No estará hablando enserio.
—Es la única opción que tenemos.
—No —alza las manos a la defensiva— No quiero otro cargo de conciencia por meterla en problemas. Me gusta la central y es un privilegio estar aquí, pero no quiero perjudicarla.
—Esto no es cuestión de perjudicar a nadie. No puedo permitir que Bratt abuse de su autoridad. Esta es la central más preparada a nivel internacional —explico— pertenecer aquí te prepara para grandes cosas, recibes los mejores entrenamientos, tienes los mejores tutores y trabajas en los mejores operativos. Ese conjunto de cosas te permite tener un excelente currículo, el día que quieras ejercer tu profesión en otro lado serás él más opcionado para acceder y trabajar en los mejores casos. No puedo permitir que pierdas esta oportunidad solo porque mi novio tuvo un ataque de celos, no es justo para ti.
Guarda silencio mirándose los pies.
—Ve a tu habitación, hablaré con Parker y buscaré al coronel.
—Como ordene —levanta la maleta.
—No se te ocurra abordar el avión...Solo dame tiempo para solucionar todo.
—Gracias —me sonríe antes de marcharse.
La sala de espera está llena de estudiantes nuevos y soldados principiantes. Pregunto por Parker, me llevan a las habitaciones del fondo. Está de pie al lado de la ventana poniéndose hielo en la nariz.
No sé qué decir, no tengo palabras para disculparme por los errores de otros.
—No tenía idea de que Bratt tuviera que ver con tu traslado —me recuesto en el umbral— Pensé que te habías postulado como todos decían.
—Ese es tu problema —contesta sin voltearse— Que siempre "piensas" y nunca supones lo lógico.
—Te juro que no lo sabía.
—En la FEMF siempre hay un grupo de soldados destacados, esos que todos señalan con un futuro prometedor. Era de esa élite hasta que se me dio por intentar ligar con la chica nueva, con la que ya era propiedad del estudiante con poder en el apellido.
Deja el hielo en la mesa.
—Nunca me agrado Bratt, siempre lo vi como el niño de papá que cree tener el mundo a sus pies solo porque todos lo ven como "Perfecto" —empieza— El estudiante perfecto, el amigo perfecto, el novio perfecto, el soldado perfecto. Y claro a don perfecto no se le puede quitar su juguete favorito eso desataría la ira de la arpía que tiene como madre. No tuve en cuenta eso a la hora de querer ligar contigo.
Me aterra mi nivel de idiotez como para no ver lo que tenía en las narices.
—Gran error tu novio empezó hacerme la vida imposible, a crear rumores como vieja chismosa y aprovechar cuanta oportunidad tenía para que los superiores me sancionaran —continua— No me retracte, al contrario, seguí enviándote flores, chocolates y tarjetas pese a que ya estabas botando la baba por él. Quería joderlo y en el fondo tenía la esperanza de que notaras lo palurdo que es y quisieras estar con alguien mejor. Se me acercó me amenazó y no le hice caso, dos días después me llegó la carta con la orden de mi traslado. Al muy hijo de puta no se le ocurrió enviarme a New York como a Alan, dio un golpe directo enviándome a la guerra del desierto, incomunicado, solo y con un noventa por ciento de probabilidades de morir
Toma aire antes de seguir.
—El peor año de todos los que estábamos ahí. Durmiendo de noche bajo el frío con temor a que cualquier animal te pique y sea lo suficientemente letal como para matarte, no había trompeta que te despertara, si no balas a centímetros de tus oídos. Comías algo decente solo cuando las autoridades lograban en medio de fusiles hacerte llegar alimentos que casi siempre llegaban descompuestos. Nada de llamadas, mensajes, ni cartas.
Bajo la cabeza en parte si es culpa mia.
—Las probabilidades de morir eran altas, pero las mías de vivir se mantenían fuertes. Sobreviví como pude cuando llegué a la central de Pakistán tenía signos de desnutrición —se me acerca— no me cabía una cicatriz más en el cuerpo y tenía traumas después de ver morir a mis compañeros. Me recuperé lo más que pude y volví a Múnich para encontrarme con la noticia de que mi hermana menor había muerto hace seis meses.
Se me forma un nudo en la garganta.
—Lo siento mucho —susurro.
—No lo sientas, esas palabras no significan nada cuando no puedes sentir el dolor que se siente perder a alguien a quien quieres y no estar ahí para decirle adiós. Bratt logró todo lo que quería, supo cobrarse mi terquedad, no fue difícil que su mamá moviera contactos para enviarme lejos y cumplirle su capricho. De seguro no sabía que era para tener el camino libre contigo, de haberlo sabido me hubiese pagado para que me quedara —se ríe — Y como nadie desconfía de su cara de idiota los tenientes y capitanes apoyaron su consejo de enviarme lejos.
Acorta más el espacio logrando que mis ojos se enfoquen en los suyos.
—No todo fue malo, haber estado en Irán me dio la opción de que importantes centrales me ofrecieran invitaciones a trabajar con ellos y ascensos rápidos. No tuve que pensar cuando la de Londres me solicitó que volviera, después de todo Lord Lewis no se iba a librar de mi tan fácilmente. Fue una dicha verle la cara el día que regrese, sorprendido y furioso por estar a la par en los rangos.
—Ya entiendo tu odio.
—No te odio —contesta— Solo te veo como el factor principal de todas mis desgracias.
—Eso me hace sentir mejor —espeto con sarcasmo.
—A mi no fue el único que envió lejos y no me cabe en la cabeza que no te hayas dado cuenta.
—Nunca se me ocurrió que fuera capaz de hacer cosas así.
—¿Eres tan tonta como para no notar que me fui justo cuando empecé a molestarte? —inquiere—¿O que otros soldados se han ido cuando intentan ligar contigo? No lo notas ¿O solo finges que no lo sabes?
—Te he detestado infinidad de veces. He deseado que alguien te dé en las bolas hasta hacerte chillar de dolor, le he pedido a todos los Dioses que te pegues en el dedo chiquito del pie mientras caminas al baño a media noche o que te salga algún grano en el...
—¿Cuál es el punto? —increpa molesto.
—Que pese a las incómodas peleas nunca sería capaz de pedirle a Bratt ni a nadie que te envié lejos, ni antes, ni ahora ni nunca. No soy ese tipo de persona.
—¡Rachel! —espeta Bratt desde la sala y en cuatro pasos esta frente a mí sujetándome el brazo con fuerza.
—¡Suéltame! —me zafo.
Mira a Dominic quien se pone a la defensiva.
—¡Nos vamos! —me sujeta de nuevo.
—¡No!
— ¡Señores! —nos regaña una de las enfermeras— Este no es lugar para disputas.
Salgo a grandes zancadas mientras Bratt me pisa los talones corriendo detrás de mí.
—¿Qué dirán los soldados si te ven consolando a Parker? —reclama indignado.
Me vuelvo hacia él con ganas de romperle la nariz.
—¡Lo mismo que dirían si saben que enviaste a un pobre chico a la guerra por un simple ataque de celos!
—¡No me alces la voz! —exige— Eso fue hace años, las reclamaciones ya no tienen sentido.
—Siguen teniendo sentido, porque no ha sido solo él, has hecho lo mismo año tras año y pretendes hacerlo con Alan.
—Qué cosa con ese infeliz —me toma de los hombros— ¿Acaso te gusta?
—El que no te permita atropellarlo con tu abuso de poder no quiere decir que me guste. Eres un imbécil al estar enviando soldados lejos solo porque me miran, ¡Actúas como un jodido celopata!
Da un paso atrás mirándome como si no me conociera.
—Siento celos porque te amo.
—Si amarme le va arruinar la vida a otros guárdate tu amor porque no lo quiero.
—¿Desde cuándo eres tan quisquillosa?
—Desde que me di cuenta que nuestro romance no es un cuento de hadas como pretendes hacerle creer a todos.
Me encamino a la torre administrativa.
—No voy a cancelar la orden de Alan.
—Hablaré con tu superior —lo amenazo.
—Hazlo —se burla — Y veras como te saca a voladas de su oficina dándome la razón, te recuerdo que no es que se la lleven tan bien como para que acceda a declinar mi orden.
Continúo caminando, sacó las garras y son más largas de lo que creí.
Pienso en las personas que fueron trasladadas de un momento a otro sin explicación alguna, todo por mi culpa, por no tener la capacidad deductiva para notar lo que estaba haciendo el hombre que veía como "Lo mejor"
Vuelvo a la torre administrativa. Bratt ya no me sigue y lo primero que hago es encaminarme a la oficina del coronel «Otro puto dolor de cabeza con el que lidiar» Lo más probable es que mi petición termine en el regaño del mes.
Abordo el ascensor y tomo el pasillo que lleva al cubículo de Laurens.
—Buenos días —la saludo.
Levanta la cara, tiene la nariz hinchada como si hubiese llorado mucho.
—Teniente ¿Como esta? —aparta la cara para que no pueda detallarla.
—Bien — lo correcto sería preguntarle que le paso, pero en vista de lo mal que me fue la última vez prefiero callar— Anúnciame con el coronel, por favor.
—No esta, salió hace dos horas.
«De seguro está con Angela»
—¿Desea dejarle algún mensaje?
—No, mejor vengo luego, estaré en mi oficina ¿Podrías avisarme cuando llegue?
—Por supuesto.
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Mi sala tampoco es sede de paz. Todo el mundo esta enfocado en el puesto de Harry quien sostiene una acalorada discusión laboral con Brenda. Luisa y Alexandra están frente a mi mesa detallando todo.
—Como digas —le dice ella— Al igual no importa, todo lo que sugiero siempre esta mal para ti.
Se marcha estrellando la puerta de vidrio, la atención se dispersa cuando tomo asiento en mi puesto.
—Háganlo entrar en razón — nos dice Alexandra— No vaya hacer que Brenda lo asesine.
—Brenda no haría eso, se vengaría con lo que más le duele —se ríe Luisa — Con su pito o en el peor de los casos; Su cabello.
Harry se levanta a llenar su botella de agua, ninguna deja de mirarlo y termina sentándose al lado de Luisa.
—Iré a ver a Parker —Alexandra se va.
El momento se torna incomodo. No sé si regañarlo y a abofetearlo como se merece o dejar que Luisa le de unos cuantos puños con sus métodos medievales de comprensión.
—¡Digan lo que tienen que decir! —refunfuña molesto
—¡Eres un idiota! —Luisa es la primera en hablar.
—¿Cuál es el problema en dedicarle un poco de tiempo a su familia? —pregunto.
—Rachel, eres la menos indicada para decir eso, no puedes estar ni a veinte metros de tu suegra y tu cuñada.
—Porque las dos son víboras ponzoñosas que no han hecho otra cosa que ofenderme desde el primer día que me vieron. Tú no tienes excusa para tu comportamiento —aclaro— Cuatro años saliendo con la chica, no hay nada de malo en que quiera presentarte a su familia.
—No lo veo así y todo esto es por culpa de ustedes, el que sus maravillosos novios les pidan matrimonios revolvió la cabeza de Brenda y ahora quiere que haga lo mismo.
—¿Y qué pasa con que lo quiera? —inquiero.
—¿O es que te enamoraste de la alemana y piensas dejarla? —pregunta Luisa molesta.
—Por supuesto que no —replica molesto— Solo que odio ese tonto afán de querer ponerme las garras encima.
—No son ganas de poner garras —explica Luisa— No te discuto que el sueño de caminar al altar con el hombre que se ama es algo que tenemos la mayoría de mujeres, pero el enfoque de ella no es porque quiera cumplirlo simplemente, si no lo has notado la mayoría de los que trabajamos para la FEMF nos casamos y formamos familias pronto, porque en el fondo tenemos el mismo temor de que no nos alcance la vida para disfrutar del amor de un esposo, esposa o hijos. Ustedes como soldados se juegan la vida en cada misión, es normal el miedo a que la vida no te alcance lo suficiente para hacer lo que quieres.
—Es una tontería.
—Obviamente no aplica para todos, otros nos casamos porque estamos locamente enamorados —aclara Luisa.
—No veo a Brenda como la primera deducción lógica de Luisa —digo— Empezaron siendo amigos y confidentes, después amantes y ahora novios, no todos pueden darse el gusto de decir que conocen a su pareja como tú la conoces a ella y ella a ti, es normal que quiera verte jugar un papel importante en su vida.
—Si no te gusta la idea de querer pasar el resto de tu vida con ella, entonces no es la indicada — concluye mi amiga.
Recuesta el peso del cuerpo en el espaldar de la silla.
—Nunca he dudado ni dudaré de lo que siento, la amo y no me veo con otra persona que no sea ella. Si miro Angela, lo reconozco, pero solo es una vana admiración, nunca la veré cómo veo a Brenda.
—¿Entonces cuál es el problema en dar el tercer paso?
—Tengo miedo —reconoce— Viene de una familia numerosa, son nueve hermanos en total, es la menor de todos. Está llena de sobrinos, primos y tíos que la llaman y textean preguntándole su día a día. Y yo...
Las palabras se le atascan en la garganta.
—Solo las tengo a ustedes y a tu familia Rachel —continua— No tengo padres, ni hermanos, ni abuelos no tengo a nadie de sangre que se preocupe por ir a una boda o por querer conocer a un nuevo miembro de la familia.
—Harry... —Luisa intenta consolarlo.
—Año tras año he vivido con el temor de morir y que mi tumba sea una de esas solitarias que nadie visita, llena de maleza y sin flores o una plegaria anual en mi memoria.
—El que no tengas familia de sangre no te hace menos —le digo.
—Pueda que no le importe a ella ni a ustedes, pero a su familia si ¿Quién quiere que su hija se case con un desconocido que no tiene ni un tío tercero que presentar? El sobreviviente de una masacre que aún no se sabe si terminó.
—No es tu culpa que tus padres y familia hayan muerto.
La trágica historia de la familia de Harry es algo difícil de contar y recordar. Sus padres murieron cuando tenía cuatro años. Los mató la mafia siciliana
Eran capitanes de la FEMF se infiltraron junto a dos soldados más en uno de los grupos durante dos años, con todos los elementos listos para capturarlos se preparaban para que la FEMF entrará en acción. El plan se fue al piso cuando uno de sus compañeros los vendió y los delató días antes de la emboscada fueron capturados y torturados.
El jefe de jefes se encargó de recopilar cada uno de los negocios fallidos por culpa de la intromisión de los infiltrados. Su mayor condena fue haber matado al padre de su captor. Los hizo pagar con creces matando a cada uno de sus familiares. Hermanos, padres, sobrinos, tíos abuelos. Todos murieron.
Se encargaron de detallarles cada una de las muerte mientras los tenían en cautiverio, la FEMF actuó tarde, solo logró proteger a Harry quien fue entregado a la segunda sobreviviente que quedó; Una tía segunda estéril, con un marido alcohólico que sólo se encargó de él por el dinero que recibiría mensualmente, tenía planeado quedarse con el patrimonio de la familia Smith, lo que no sabía era que su sobrino no le iba a dar ese gusto.
—No es mi culpa y tampoco de ella, por eso mejor no corro riesgos.
—Eso ya pasó —lo anima Luisa.
—Las venganzas de la mafia van de generación en generación. Mis padres mataron a su abuelo, el líder que mató a mis padres ya murió, pero sus hijos están en pie no sé si quieren terminar lo que su padre empezó.
—Ya lo hubiesen hecho.
—Al hablar con su familia tendré que explicar la muerte de mis familiares y no quiero renombrar eso, ni que me vean como alguien maldito o algo así. Tampoco es justo para ella lidiar con una amenaza de hace años.
—Estás siendo demasiado duro contigo mismo.
—¡Moriré solo! —le tiembla la voz— Y me llevare el apellido Smith a la tumba.
Se levanta.
—No estás solo y lo sabes... Me tienes a mí, a mi familia —me duele su modo de pensar— Yo te adoro...
Asiente, se está quebrantando por dentro lo sé.
—Las veo luego —se marcha, intentó seguirlo pero Luisa no me lo permite.
—Déjalo solo —advierte— Necesita aclarar ideas.
Me dejo caer en la silla.
—Ha sido un día de mierda, me acabo de enterar que por culpa de Bratt a Parker le bombardearon el culo en Afganistán.
Enarca una ceja poco sorprendida.
—¿Lo sabías y no fuiste capaz de decirme?
—No estaba segura, Simón lo comentó una vez estando ebrio y pensé que eran incoherencias de borracho, después de ver su comportamiento celoso y posesivo llegué a creer que era verdad, pero seguía sin estar segura.
—Cómo no iba a odiarme después de haber pasado por tanto, yo también me odiaría si fuera él.
—Bratt no es tan diferente a su madre y hermana después de todo —abre una libreta y toma mi bolígrafo— ¿La fiesta sigue en pie? Porque ya le avisé a todo el mundo y confirmaron la asistencia, son ciento cinco...
—¡¿Ciento cinco?!
—Hasta hora.
—¿De dónde sacaste tanta gente? La lista que te pase no nombraba más de treinta.
—Las chicas agregaron personas. No te estreses la casa de Simón es lo suficientemente grande y acondicionaremos el jardín para que no haya inconvenientes.
—Se supone que es una fiesta privada.
—No mencionaste eso cuando nos reuniste. Alexandra ordenó un montón de platos con comida y Laila alquilo un equipo de sonido que probablemente reviente los vidrios de la casa de mi novio.
La cabeza me palpita.
—Ok, si las invitaciones están repartidas no es mucho lo que pueda hacer. Me sorprende que tantas personas confirmen en tampoco tiempo.
—Por parte de él irá toda su tropa y Simón me avisó que sus padres, las gemelas y Sabrina también asistirán.
—En la lista —trato de mantener la compostura— Solo estaba el nombre de las gemelas.
—Lo noté y Simón también. Empezó a soltar un discurso sobre lo importante que era tener sus padres allí —explica— quise hacerlo entrar en razón diciendo que no les gustaría el ambiente lleno de alcohol y música alta, no me hizo caso les aviso e inmediatamente confirmaron la asistencia.
—Odio a tu novio.
—Créeme intente torcerle el cuello, pero me acordé de todos los gastos que hemos tenido con todo esto de la boda y desistí de la idea.
Me levanto con el cuello adolorido, hasta migraña me dio.
—Da igual. Gracias por la ayuda —rodeo el escritorio y me inclino a darle un beso en la frente—Iré a nadar me ayudara con el dolor de cabeza.
Le aviso a Edgar que me ausentare por un par de horas antes de irme a las piscinas. Hay soldados practicando en los gimnasios y optó por buscar un aire más privado yéndome a la última piscina
Cierro la puerta de cristal que separa cada área, ubico mi casillero donde guardo toallas y trajes de baño. Me despojo de todo, dejo caer la toalla en la orilla antes de arrojarme al agua tibia. Me sumerjo una y otra vez tratando de no pensar en nada mientras el dolor y el estrés disminuyen poco a poco.
Nadar es el mejor método de relajación que puede existir. Toco fondo practicando los estilos de natación que aprendí a lo largo de los años olvidándome de todo lo que me agobia; Bratt, Christopher, Parker, Harry, Antoni...Desaparecen por un instante donde me siento en paz conmigo misma.
Instante que desaparece cuando saco la cabeza percatándome de que no estoy sola, de hecho estoy siendo vigilada por mi martirio más grande «Christopher»
Está en el borde con los brazos cruzados sobre el pecho, su cara es una máscara enigmática que no deja ver qué estado de ánimo tiene. No sé si viene en son de paz o si viene ahogarme por desobedecer a Bratt.
—Ven aquí —me ordena.
Apoyo las manos sobre la baldosa e impulso mi cuerpo fuera del agua. Busco la toalla que traía, no está por ningún lado y estoy segura que la tire aquí cuando entre a la piscina.
Tiemblo de frío, el traje de baño solo cubre lo necesario algo no conveniente ahora.
—¿Me buscabas?
Pierdo el enfoque, semidesnuda no me siento cómoda e insisto en buscar la toalla. Sigue serio y mis intentos de olvidarlo retroceden a la velocidad de la luz.
—Sí señor —logro decir— Iré a su oficina cuando me cambie.
Tuerce los ojos enderezando la espalda.
—No vine hasta aquí para que me digas que iras a mi oficina, así que habla.
—No es el lugar, ni estoy vestida de la forma apropiada para hablar.
Error, el comentario solo lo incita a pasear los ojos por mi cuerpo.
—Habla, no tengo todo el día.
—Bratt solicitó el traslado de Alan —me aclaro la garganta— Quiero pedirle el favor de que decline la orden.
—Parker acaba de comentarme el mismo caso, últimamente esto no parece un ejército.
—Alan debe partir hoy —me mira los pechos y cruzó los brazos alrededor de ellos tratando de taparlos— Si Bratt sigue insistiendo tendrá que hacerle caso.
—¿Y porque quieres que se quede?
—Es un buen soldado, ha demostrado que tiene las habilidades necesarias para estar en la central, no es justo que se vaya por culpa de los celos enfermizos de Bratt.
—Ok —se encoge de hombros— Que se quede entonces.
La respuesta me deja perpleja ¿Tan rápido dijo que sí?
—¿Habla en serio?
—Si es lo que quieres, voy a darte el gusto.
Momento, ¿Este es el Christopher que conozco? ¿El prepotente que esperaba que me enviara a freír espárragos a otro lado?
—Parker coincide contigo respecto a que Bratt está abusando de su autoridad— se acaricia el mentón— No debe ser fácil para ti reconocer que tu novio le está jodiendo la vida a otro por tu culpa.
Pasa la mirada de mi boca a mis senos otra vez y no sé cómo acomodarme, siento que no cargo un trapo encima.
—Gracias —concluyó.
—De nada.
Lleva las manos al borde de su playera tirando de la tela que se desliza por su piel dejándolo expuesto de la cintura para arriba y mi único impulso es retroceder como si me fuera a quemar.
Demasiado voltaje repentino.
—¿Qué haces?
—Me voy a meter a la piscina —se desabotona el pantalón.
«Pum, pum, pum» El corazón se me estrella contra el tórax con el mero impacto de su sexy atractivo.
—No se puede desnudar aquí —aprieto los brazos sobre mi pecho —Está prohibido, por eso están los vertieres de atrás.
Señalo con la cabeza y sonríe viéndose como un auténtico adonis.
El corazón no me late, me salta cuando acorta el espacio tocándome el mentón. Pasa los dedos por mi labio inferior detonando un sinfín de sensaciones que me aturden e idiotizan.
—No soy un hombre que cumpla reglas.
—No está bien que lo haga delante de mí— me aparto, quiero cogérmelo, pero tengo un compromiso con Bratt y conmigo misma.
Se ríe, ni los ángeles celestiales podrían resistirse a tal sonrisa.
—Solo me quite la playera, no es que me vaya a quitar los pantalones y me vaya arrojar sobre ti...
Suelto un suspiro, no sé si de decepción o de alivio.
—Si —se me sale una sonrisa nerviosa— Estoy un poco paranoica...
De la nada me toma de los hombros obligándome a ponerme en puntillas, el calor de su boca sobre mi piel me deja en shock, mis sentidos se ponen alerta hiperventilando ¡Santa Madre! Empiezo a orar ante su contacto y la dura ereccion que siento sobre mi ombligo.
—No es paranoia, es el hecho de que te encantaría que hiciera lo que acabo de describir —me susurra al oído— Y no sé qué tanto intentas cubrirte no tienes nada que ya no haya visto antes.
—¡Aléjate! —logro articular.
Frota nuestras mejillas inhalando el perfume de mi cuello mientras muero y revivo en un minuto ¡Mierda, mierda, mierda! En mi estómago no revolotean mariposas, si no palomas con ojos en forma de corazón.
—Aléjate —reitero y por suerte me suelta sonriente.
—Como digas —me echa un último vistazo antes de marcharse y me cuesta no mirarlo cuando se encamina a los vestidores.
Recopilo todo lo que acabo de pasar el, hijo de puta me cogió con la guardia abajo.
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