CAPÍTULO 38
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Rachel.
Tú y yo.
Harry me lleva a casa, no quise pedirle el favor a mis escoltas, si alguien llega a verme con ellos tendré que responder un montón de preguntas y en estos momentos no tengo la capacidad de inventar patrañas que justifiquen mis errores del pasado.
—No quiero meterme en tus asuntos —habla mi amigo cuando nos estacionamos al pie de mi edificio— Pero tu situación emocional me asusta, unos días estás bien y otros pareces un zombi que solo obedece órdenes.
A veces me creo con la habilidad de disimularlo todo, pero no soy más que un mar de emociones el cual no es capaz de fingir nada.
—Háblame —apoya la mano en mi rodilla.
No es expresivo, pero tiene una forma de mirarte y hacerte creer que todo estará bien.
—Rachel eres mi hermana. No llevamos la misma sangre, pero sabes que siempre te he visto como tal y me preocupa verte así.
Las ganas de llorar se me atascan en la garganta y en menos de nada tengo la cara empapada de lágrimas.
A él no puedo mentirle, me conoce tanto como Luisa. Crecimos juntos, corrimos por las aceras de Phoenix, acampamos infinidad de veces en el desierto. Fue él quien salió en defensa de Luisa cuando Scott le rompió el corazón. Nuestra carrera se ha consolidado a la par y hemos estado en las buenas y en las malas apoyándonos uno al otro.
—No sé qué hacer —me limpio la cara— De un momento a otro volví mi vida un jodido lío, metí la pata donde no debía y ahora estoy encerrada en un círculo de problemas del cual no sé cómo salir.
—Rachil —susurra con dulzura.
—¡Engañe a Bratt! —suelto en medio de lágrimas— ¡Le fui infiel cuando ha confiado ciegamente en mí y me odio por eso!
No dice nada.
—¡Regáñame! —lloriqueo— ¡Dime que soy una zorra, que soy una abominación para mis padres y no valgo ni una mísera libra!
— Díselo.
—No soy capaz, no quiero romperle el corazón. Todo empezó tan rápido y creí poder controlarlo, pero no fue así y me he enamorado...
—Déjalo y vete con quien te haga feliz.
—No, no es tan fácil. Mi amor no es correspondido y tampoco puedo dejar a Bratt. Siento cosas por él y no quiero lastimarlo, ya te lo dije.
Suspira acariciándome el cabello.
—Sé que lo quieres, como también sé que a veces somos débiles y nos dejamos ganar de lo que dice la voz que llevamos dentro. Estas debatiéndote entre dos hombres, uno te ama y el otro no, uno puede darte todo lo que mereces y el otro te está amargando la vida —me dice— No voy a pedirte que me digas su nombre porque no quiero saber quién es el infeliz que te ha vuelto la vida mierda.
Me limpio la cara con la playera.
—He sido testigo de tu relación con Bratt y te quiere, no dañes eso por algo pasajero, todos hemos tenido amores esporádicos, pero son eso; Esporádicos.
— No sé cómo manejarlo.
—Entierralo en el pasado. Y si te sientes capaz de rehacer la relación con tu novio inténtalo y si no déjalo en el pasado también —me abraza— No soy psicólogo como Luisa, pero si necesitas hablar y desahogarte aquí estaré para ti.
—Te quiero —sollozo contra su pecho.
—Y yo a ti, ahora ve y disfruta tu sorpresa.
Le doy un beso en la mejilla antes de bajarme del BMW y echar andar a mi casa.
—Señorita James —Elliot sale de la recepción cuando cruzo la entrada.
Trato de ponerme medio decente limpiándome la cara empapada de lágrimas.
—La aseguradora trajo el auto —me invita al estacionamiento.
El vehículo está como nuevo; Lavado y encerado brillando como una cuchara de plata
—Gracias por encargarte.
Me muestra una bolsa transparente.
—La aseguradora me entrego esto, ambos sabemos lo que es; Fue lo que inhabilitó el auto.
Le quito la bolsa reparando el artefacto.
—Si que lo sé —suspiro cansada— El socio de los Mascherano está aquí, han habido asesinatos y desapariciones. No me han vuelto atacar, pero siento que me están respirando en la nuca.
—Lo están —saca su móvil— Hace unos días una camioneta sospechosa se paseó por el edificio y se estacionó fuera del perímetro de rastreo de los centinelas de las FEMF.
Empieza a mostrarme fotos.
—Identificamos dos de los ocupantes Jared Strowal y su hermana Danika. Secuestradores extorsionistas y asesinos buscados por la interpol y el FBI. Tienen orden de captura en dieciocho países. Mis contactos me confirmaron que trabajan para la mafia italiana, una en especial: Los Mascherano.
—Genial, eso significa que me queda poco tiempo de vida, ¿Cuánto crees? ¿Dos o tres días tal vez?
—No voy a permitir que se le acerquen, me encargue de hacerles saber que no está sola, he reforzado el sistema de seguridad del apartamento, del auto y me tomé el atrevimiento de colocar dispositivos de rastreo en el vehiculo de su novio —me muestra todo lo que hizo— Como ya le dije antes no puedo protegerla bajo los muros de la FEMF o cuando esté operando con ellos, sin embargo, haré todo lo posible por tenerla vigilada. Se me sale de las manos intervenir cuando está en batalla, pero si puedo darle certeza que ante cualquier urgencia puedo llegar auxiliarla.
—Gracias, pero debo declinar tu opción B. No puedo exponer la vida de nadie de semejante manera y si alguien se llega a enterar de que estoy dando mi posición de trabajo me pueden expulsar.
—Déjeme ver su brazo izquierdo —pide.
Se lo extiendo y empieza a palparlo con los dedos.
—¿Tiene dos dispositivos de rastreo?
«Cuando las misiones se salen de control o cuando se nos emprende un proceso legal el cual lo requiera»
—Solo uno, el otro es el dispositivo anticonceptivo.
Los dispositivos de rastreo revelan nuestra ubicación en casos extremadamente necesarios.
—Entiendo. Asegúrese que el de rastreo funcione de la manera correcta — me suelta — Confié en mí, solo siga con las medidas de seguridad que le di y todo saldrá bien.
—Gracias —me devuelvo al edificio— Tenme al tanto de cualquier novedad.
—Por supuesto señorita.
Saludo a Luigi cuando paso por la recepción, arrastro los pies al ascensor y el chillido de Lulú me ensordece cuando abro la puerta de mi apartamento.
—¡Se va a morir cuando vea lo que envió el joven Bratt!
Corre a bajarle el volumen al estéreo.
—¿Que tal el retiro?—me quito la chaqueta colgándola en el perchero.
—Pésimo —me toma del brazo llevándome a la alcoba— Dejemos lo del retiro para después, ahora tiene que ver el regalo.
Abre la puerta señalando la caja que yace en mi cama, es blanca con un listón plateado y tiene un ramo de rosas rojas encima.
—Ábralo —aplaude —Le encantará.
Aparto las flores y deshago el lazo que lleva encima. Por la emoción de Lulú deduzco que ya sabe lo que hay adentro. Quito la tapa y papel seda hay un hermoso vestido carmesí.
—Es un Versalles.
—Versace— la corrijo.
—Como sea —va hasta mi mesita de noche y me entrega una nota—Tuvo que haberle costado un pastal, el que lo trajo estaba mejor vestido que mi hermano el día de su primera comunión.
Leo la nota.
"Cariño es de tu talla. Quiero que hoy luzcas más hermosa de lo que ya eres, pasare por ti a las ocho"
—Es todo un Romeo —me arrebata el papel— Lo amo, no lo deje nunca por favor.
Observo el vestido sobre la cama queriendo sentir la emoción que amerita el momento.
—Pero, ¿qué hace ahí? —me empuja Lulú—Métase a la tina y dese un baño de espuma mientras arregló todo para dejarla como una diva, solo tenemos dos horas.
Le hago caso a mi empleada encerrandome en el cuarto de baño, sumerjo el cuerpo en el agua tibia tratando de aislar los pensamientos absurdos. Dejo que el agua tibia me abrace. No quiero pensar ni desgastar mi cerebro con preguntas que no tienen respuestas, solo me quedo allí, sumergida tratando de no pensar en nada.
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Lulú está frente al espejo organizando cepillos, laca, fijador y todos mis productos de maquillaje.No sé qué hace en mi cabello, pero lo deja brillante en lindas capas crespas que le dan volumen y elegancia, me aplica rímel, me ensombrece los ojos y me pinta los labios.
Es mejor que cualquier maquillista profesional.
—Deberías montar un centro de estética —la animo.
—Algún día cuando la suerte me sonría —se emociona— Escogeré un abrigo.
Me doy un vistazo en el espejo. Bratt me conoce bien, el vestido me queda perfecto, es entallado en la cintura y me llega un poco más arriba de la rodilla.
El Iphone se ilumina en la mesita con el nombre de Bratt y doy por hecho que esta afuera.
—¡Ya llego! —grita Lulú— Apresúrese y no lo haga esperar.
Me lleno los pulmones de oxígeno, no voy andar con mala cara. Él se merece mi mejor versión; La fuerte, sensata y honesta.
Bajo a recibirlo y está de pie sobre la acera con un traje negro de corbata hecho a la medida. Permanece de espaldas con las manos metidas en los bolsillos reparando las llantas del auto.
Carraspeo para que voltee.
—Que hermosa señorita —se le iluminan los ojos cuando me sonríe marcando los hoyuelos que tanto me hicieron suspirar.
En aquel tiempo cuando soñaba con él sobre un corcel blanco. Sueños de adolescente de dieciséis fanática a los cuentos de hadas.
Logre tener lo que soñé en ese tiempo y justo cuando creí que tenía todas las respuestas que necesitaba en la vida, llegó alguien y cambió todas las preguntas.
Me acaricia la cara con los nudillos cuando se acerca «¡Dios permite que vuelva a ser el sol de mi vida!»
—Te ves bien.
—Menos mal —me ofrece el brazo— Me medí diez trajes antes de este.
—¿A dónde vamos?
—Rumbo a la felicidad,
—Que poético —me rio.
—Tu belleza me inspira —bromea abriendome la puerta del copiloto.
—¿Enserio no me dirás a dónde vamos?
Me abrocha el cinturón.
—No quiero preguntas, solo que te dejes llevar, prometo que esta será la mejor noche de tu vida.
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Mis tacones resuenan en la madera del puerto Loingh, el lugar está catalogado como uno de los sitios más románticos de la ciudad. Es predominado por playas y árboles, las parejas suelen traer sabanas para sentarse a ver el Támesis iluminado por los grandes edificios.
—De haber sabido que habría arena no hubiese traído sandalias.
Me toma de la mano.
—No te compre un vestido bonito para traerte a la arena—señala el crucero que navega por el río en la conocida ruta romántica.
Nos adentramos en el puerto, en la entrada del barco nos espera el personal elegantemente vestido.
—¡Listo para zarpar! —gritan desde arriba.
Damos un paseo por la cubierta delantera que está llena de mesas en manteladas con faroles.
—Ya entiendo todo —le hablo a Bratt—Me trajiste aquí para que podamos hacer una recopilación de la escena de Titanic.
—No, te traje aquí porque supuse que este era el lugar perfecto para que te vieras con ellos— señala frente a nosotros.
La felicidad llega de golpe cuando reconozco a las cuatro personas que están sentadas al fondo. Suelto su mano y corro entre sillas y comensales sin creerme lo que estoy viendo. Los ojos se me llenan de lágrimas y no me importa el maquillaje, lo único que quiero es corresponder el abrazo de quien me espera con los brazos abiertos.
Me estrello contra el torso que tanto me abrazo en la niñez dejando que me estreche con fuerza.
—¡Mi niña! —susurra la cálida voz de mi papá.
Los brazos de mi madre me cubren por detrás, me alejo del torso que sostenía y le rodeo el cuello mientras mis hermanas se unen al momento.
—¿Por qué no me avisaron que vendrían? —abrazo a mis hermanas.
—Bratt quería darte la sorpresa—contesta mi mamá limpiándose las lágrimas.
Vuelvo a abrazarlos, Bratt se une a nosotros, saluda a mi padre con un apretón de manos y a mi madre y hermanas con un beso en la mejilla.No me creo que estén aquí, vuelvo abrazar a mis hermanas cada que las veo las siento como gigantes.
—Tomemos asiento, por favor—pide mi novio.
No sentamos, todos están elegantes sobresaliendo entre todos con el bronceado dorado que da vivir en arizona.
Papá trae un traje gris sin corbata, nunca parece envejecer, para mí sigue conservando los mismos rasgos año tras año. Aún no tiene canas y se mantiene firme y derecho como cuando era uno de los mejores generales de la FEMF.
Mi madre y hermanas lucen vestidos sueltos con las melenas negras al aire.Sam se puso tacones y luce glamorosa como siempre, Emma no se complicó; Trae bailarinas del mismo color de su vestido color uva.
—¡Pero que elegancia la de todos! — saluda Luisa por atrás.
El lugar vuelve a estallar en gritos, mi madre se levanta abrazarla seguida de mi padre y hermanas, Simón los mira incómodo, mi amiga lo toma de la manga del traje y lo empuja a la multitud para que sea abrazado y besado también.
Así es la familia James, cordial en todo momento, no importa que tan extraño se sea ellos siempre tienen la habilidad de hacerte sentir como de la familia.
Un camarero llega con una bandeja de copas de champaña y las cartas del menú bajo el brazo.
—Invite a Harry, el general lo llamó a último momento y tuvo que devolverse a la central —aclara Bratt.
—Que mal a mis papás les hubiese encantado que viniera.
—También invite a Christopher, pero...
—No puedo creer que estén aquí —desvió el tema, no quiero hablar del coronel.
—Vamos rumbo a Ucrania a la asamblea anual de la FEMF —comenta papá— Tu encantador novio nos llamó y nos convenció que hiciéramos escala para verte. La idea no tuvo que pensarse de un momento a otro todos estábamos contando los minutos para el encuentro.
Miro a Bratt y esta concentrado en el menú.
—Gracias —tomo su mano— Es la mejor sorpresa que me has dado.
Me besa el dorso de la mano como todo un caballero.
—Dije que iba ser la noche más feliz de tu vida.
Mamá me avasalla con preguntas, se asegura que este completa y que no tenga nuevas cicatrices, discretamente me recalca que le encantaría que volviera a casa junto a ellos.
Luisa habla con mis hermanas, muestra fotos y da detalles de la boda. Sam comparte su alegría dándole sugerencias, suelta pequeños gritos cada que ve una imagen nueva en la pantalla. Emma mira a Bratt de reojo, en nuestras charlas la primera pregunta es ¿Como esta mi magnífico cuñado?
Otra ronda de copas llega para todos excepto para Emm. Los platos de la cena no se hacen esperar, la mesa se vuelve un festín con platos de cordero, codorniz asada, filetes y ensalada.
—¿Y qué tal la universidad, Sam? —pregunta Bratt.
—Llena de tareas y sabelotodos.
—Es tu primer semestre —La animo— Irá mejorando.
—Eso espero —respira hondo.
—Ya verás que sí.
La velada transcurre con anécdotas de Sam en la universidad y un resumen de la vida militar de los abuelos y padres de Simón. Le agrada a papá, le hace múltiples preguntas, lo invita a cabalgar y hacer barbacoa cuando vaya a visitar a sus suegros. Luisa pregunta por sus padres.
Mi mamá le cuenta las últimas novedades, ella y Lucrecia de Banner han sido amiga por años, viven a dos casas en el mismo vecindario y ambas son ayudantes voluntarias en la escuela de huérfanos.
Los observo hablar con el pecho lleno de orgullo, agradeciendo lo afortunada que soy al tener una familia como la que tengo. Bratt se va con Simón a los lavados mientras el camarero llega con el postre.
—Quiero que mañana me lleves a Harrods —me dice Emma— Necesito comprar cosas para lucir en la antigua Ucrania.
—De preferencia algo decente que le tape el abdomen y el pecho, no quiero tener que estar espantando adolescentes hormonales.
Todos sueltan a reír y Emma se pone como un tomate.
—Terminen todo —Bratt vuelve a la mesa— Va a ver una pequeña presentación musical con instrumentos clásicos.
Solo basta con decir música clásica, para que mi madre acabe lo que tiene en el plato y nos obligue a que hagamos lo mismo.
Vamos al ala norte del barco. No hay mesas ni sillas, las personas beben copas de vino recostados contra las barandas de hierro mientras una que otra pareja baila en el centro de la pista. Al fondo hay un grupo de cuatro músicos con violín, saxofón, chelo y piano.
Mis padres se abrazan disfrutando de las notas musicales, Simón se quita la chaqueta y se la pone a Luisa sobre los hombros y Emm está molestando a Sam con un chico castaño que tiene la mirada clavada en ella.
Bratt me estrecha contra él hundiendo la nariz en mi cabello, el cielo se cierne sobre nosotros lleno de estrellas y la luna es un resplandeciente circulo brillante.
—Te amo —susurra en mi oído.
El corazón se me remueve por dentro, estoy totalmente segura de lo que siente por mí, me lo demuestra cada segundo que paso a su lado.
—Estás llorando —me pasa las manos por el rostro
—Es que eres... Tan jodidamente lindo conmigo —le acaricio el mentón.
El cover de Forever Young de Alphaville inunda el lugar en versión clásica.
—Es nuestra canción —me concentro en los instrumentos.
—La pedí para los dos —me aparta el cabello de los hombros— Rachel, estando en Alemania reafirme mi idea de que no hay un solo minuto en el que no quiera estar contigo, eres mi más bonita casualidad, siempre imagino un futuro junto a ti. Tu rostros es lo último que veo antes de dormir y lo primero que quiero ver al despertar.
El pecho me duele cuando retrocede mientras los comensales se concentran en nosotros.
—¡Cariño! —alza la voz—Quiero vivir en tu sonrisa, sostener tu mano y soltar el mundo, porque contigo siempre tendré los pies puestos en el cielo.
Las personas nos rodean y todo el mundo empieza a sonreír.
—Por eso...— se mete la mano en el bolsillo, la respiración se me atasca, sé lo que hará y tengo miedo.
—¡Rachel! —Luisa intenta acercarse, pero su novio no se lo permite.
—Quiero jurarte amor eterno por el resto de mis días —saca un cofre de terciopelo. Miró a mis padres y asienten sonrientes.
Lo sabían por eso están aquí. Tiemblo, joder. He soñado con este momento durante años, ahora lo tengo, pero en el momento equivocado.
Se arrodilla y toma aire antes de abrir el cofre.
—Rachel James, ¿Quieres casarte conmigo?
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