CAPÍTULO 36
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Rachel.
Malas jugadas.
El olor a cloro y formol predomina en el laboratorio criminalístico de Londres. El personal arrastra camillas de acero con ruedas metálicas, venir aquí fue la primera tarea del día, orden a la que todo el mundo le saco el culo ya que nadie le gusta empezar la mañana inspeccionando cadáveres vilmente torturados.
—Este lugar me da escalofríos— comenta Harry a mi lado.
—Lo comprendo teniente Smith— lo apoya Angela a mi izquierda—Estos lugares nunca son agradables.
Mi genio no estuvo tan mal cuando Parker me dio la orden de venir aquí con Harry, se daño cuando Miss plástica se ofreció acompañarnos. No es que me haya hecho nada malo el problema radica en que hay ciertas cosas de ella que remueven los ácidos gástricos de mi estómago.Es molesto que parlotee a todo hora con su marcado acento alemán y ver a todos los hombres de la central como pubertos persiguiendola por los pasillos.
Cuando entré esta mañana a la cafetería tenía una rueda de caballeros a su lado y no es que sea indiferentes a los coqueteos. Se sienta sobre las nalgas de silicona presumiendo su perfecta belleza.
—Hay que darse prisa Parker no quiere que tardemos —advierto.
—Que importa Parker—replica mi amigo—Tomémonos el tiempo que debamos tomarnos, y si sobra tiempo extra podemos pasear con Ángela para que conozca la ciudad.
Tomo aire intentando no estamparle un bofetón que le quite el escalofrío que dice tener.
—Estamos en una misión investigativa, no de guías turísticos.
—Rachel tiene razón— contesta Angela pegándose al brazo de Harry— Completemos nuestro cometido y volvamos a la central, en estos momentos todos somos útiles. Otro dia puedo decirle a cualquiera que me enseñe la ciudad.
Harry la mira como si quisiera ser ese cualquiera.
—Tenientes— nos saluda un hombre alto, pálido y encorvado, parece estar muy cerca de ser el sucesor de la muerte.
—Detective Brown —Harry le ofrece la mano a modo de saludo—¿Qué novedades nos tiene?
El hombre pasea la mirada por Ángela y luego en mi —Varias, vengan conmigo para que lo vean con sus propios ojos.
Nos conduce hasta el ascensor, allí marca el décimo piso. Antes de cerrarse las puertas dos mujeres con batas y tapabocas suben con un cadáver tapado con una sábana blanca. La camilla, el hombre detrás de nosotros y los espejos del ascensor dan una escena espeluznante.
Las puertas se abren y el escenario que tenemos al frente no es para nada alentador. Una sala oscura iluminada con una lámpara en el centro y cadáveres en camillas de hierro tapados con más sábanas blancas.
—Siganme por acá—nos indica el hombre.
La mujer de tapabocas y bata blanca nos atropella con la camilla en un intento de pedir permiso.
Avanzamos y nos detenemos frente a una camilla. El detective Brown quita la sábana que cubre al cadáver, doy un paso hacia atrás asqueada con el cuerpo.
Es la misma mujer que vi en la fotos ayer, pero con un estado de descomposición más avanzado. Tiene heridas verdes y la piel parece de porcelana.
—Es evidente que fue torturada— afirma el detective— Y tiene el mismo patrón de tortura que han presentan los cadáveres que encontramos en los burdeles.
No hay duda de que los Mascherano estan en Londres. El miedo me recuerda que lo más probable es que esté prontamente en una de las listas de cadáveres.
—Necesito oir la grabación del hombre que llamó al 911— pide Harry.
—La tengo en mi oficina, si me acompaña puedo descargarla para usted.
Harry asiente dudoso.
—Ve— le digo— nos quedaremos a inspeccionar el cuerpo.
Se va con él hombre, Angela termina de quitar la sábana va hasta una pequeña mesa metálica y toma dos pares de guantes de goma.
—Lastima que haya muerto tan joven, era muy bonita —me entrega un par de guantes.
—Se topó con las personas equivocadas.
Inspeccionamos el cuerpo con lupa buscando pistas que nos lleven al actor intelectual del crimen, revisando el historial se encuentra que fue violada. Los riñones, el corazón y el hígado le fueron quitados, después de eso cubrieron el cuerpo con aceite y lo abandonaron cerca del lago.
Tomo muestra del cabello, las uñas y encías, me servirá para encontrar pista de algún familiar que pueda brindarme información.
Pasamos a los cuerpos hallados en los últimos días, al igual que la mujer presenta exactamente el mismo patrón solo que estos no presentan torturas, primero son asesinados con disparo o cortadura de garganta y después son despojados de todos sus órganos vitales. Se vuelven a tomar muestras para indagar más del tema.
En momentos así agradezco la carrera que escogí estudiar en el comando «criminalística» Muchos creen que un soldados solo carga un fusil, pero no. Al ser la rama judicial más importante del mundo debemos tener títulos que nos ayuden en la labor, por ello estudiamos desde que entramos.
Nuestra educación abarcaba ocho horas diarias en la academia «100 % estudio» A los quince años ya debes hablar como mínimo cuatro idiomas y desde los doce nos enfocan en las profesiones que tenemos talento.
Por eso me duele el exilio, porque mi carrera me ha costado, sangre, esfuerzo, sudor y lagrimas.
Para cuando terminamos Harry no ha llegado todavía, recogemos las muestras, las depositamos en los maletines y abordamos nuevamente el ascensor.
Llegamos al vestíbulo del edificio, mis náuseas disminuyen no es que el aire sea muy fresco después de todo, pero si esta lejos del frío y el olor a muerte.
—Unos minutos más y me hubiese desmayado— dice Angela a mi lado.
Se quita el gabán dejándose una blusa corta de manga larga que muestra su ombligo, el personal masculino a nuestro alrededor fija los ojos en ella sin el menor disimulo. Tiene el abdomen marcado por los cuadros logrados a punta de ejercicio y la piel en él esta marcada con distintos tatuajes. Un mandala, una enredadera de rosas, mariposas y llamas de fuego.
—Quería preguntarte — se esconde un mechón de cabello tras la oreja— Donde te hiciste los implantes mamarios ¿En América o aquí en Europa?
—¿Disculpa?
—Si— se ríe—Puedes decirme tranquila, no se lo diré a nadie, tu cirugia quedo excelente.
—No tengo ninguna cirugía, nunca en la vida entrado a un quirófano.
Me evalúa paseando a mi alrededor.
—Fuiste privilegiada por la naturaleza, me hubiese atrevido a jurar que tu culo y tetas eran operados.
—Pues no, soy cien por ciento natural.
—¿Y los ojos?— alza mi cara inclinando la suya para verlos de cerca.
—Herencia de mi madre — la aparto— Como ya te dije soy cien por ciento natural.
—Yo no — reconoce con orgullo— Le he dado forma a mi cuerpo a mi antojo, las tetas me las hice en Colombia, el trasero en México, el abdomen en Tokio y la nariz en Suecia. Puedo recomendarte cirujanos cuando quieras.
—Que amable de tu parte, pero me siento bien así como estoy.
—¡Chicas!— nos llama Harry desde la puerta se va volviendo idiota a medida que nos acercamos apuesto que si supiera todas las cirugías que tiene mi compañera no le parecería tan atractiva.
—Satán o como se llame el detective, me entregó varias cosas que nos servirán— abre la puerta para que salgamos— ¿Recolectaron todo lo que necesitábamos?
—Todo esta aquí— le entrego el maletín
El aire y los rayos solares entran a mis poros como un balde de agua fría en pleno amanecer. Harry me codea indicando que mire a la acera.
El Mercedes de Bratt esta a pocos metros con él recostado en la puerta captando la atención de varias mujeres que pasan por el sitio. Viene de civil con lentes oscuros y una chaqueta de cuero marrón.
Nos acercamos, saluda Harry con un apretón de manos, le da un beso en la mejilla Angela y a mi uno en la frente.
—Laila me dijo que estarían aquí, así que me escape para venir almorzar con mi hermosa novia.
—Es toda tuya —le dice Harry— Solo no la tardes mucho.
—No lo haría aunque quisiera. Christopher y el capitán Thompson llegarán en un par de horas y tengo que volver a la central antes de las tres.
El corazon se me dispara preso del miedo ¿Seré capaz de tenerlo cara a cara? No me siento preparada todavía.
—Nos vemos en el comando — se despide Angela tomando a Harry del brazo—Disfruten su almuerzo.
Abordamos el auto con Bratt que se inclina a besarme cuando cierro la puerta.
—Te eche de menos anoche.
—¿Que tal la cena?
—Caótica, las gemelas estaban y ya sabes como son con Sabrina.
Conducimos por Leicester Square hasta el restaurante mediterráneo; Lorbris su lugar favorito para almorzar.
El valet parking me abre la puerta del copiloto para que salga y Bratt toma mi mano guiándome adentro.
El lugar esta lleno, comensales con saco y corbata que devoran sus platos, bebiendo copas de vino mientras comen. Nos ubican en una mesa para dos con un enorme parasol a la mitad que da a la calle y permite disfrutar de la brisa otoñal.
Miro la carta, no tengo hambre después de haber visto todo lo que vi esta mañana.
—Quiero una lubina a la plancha a término medio y con verduras salteada— le dice Bratt al camarero que me mira a mi a la espera de mi pedido.
—Una crema de champiñones —le entrego la carta.
—¿Estas bien?— me pregunta mi novio preocupado— No pediste nada de lo que te gusta.
—Si, es que tantos cadáveres mermaron mi apetito.
—¿Vino? —pregunta el camarero.
—Blanco, por favor —le dice Bratt.
El camarero se va y Bratt toma mi mano besándome los nudillos. Rodea mis hombros y hundo la cara en su cuello inhalando su aroma de siempre. Una mezcla de almizcle y geranio.
Me da un beso discreto que apenas me roza los labios y no me deja sentir el tacto de su lengua, busco profundizarlo cerrando los ojos y tomándolo de la cara para que no se aleje, pero fallo en el intento porque la imagen de su amigo se apodera de mi mente eliminando cualquier tipo de cercanía sentimental.
Bratt posa la mano en mi hombro apartandome con cuidado y... ¡Maldita sea! ¿Lo mordi otra vez? Respiro cuando noto que es por la llegada del mesero.
Necesito ayuda. No puedo volver a besarlo con la imagen del coronel en la cabeza.
—Come o se te enfriara la sopa.
Comemos en silencio mientras obligo a mi estomago a que reciba la comida.
—¿Como van los preparativos de la boda?— pregunta cuando terminamos— He sido un pésimo padrino con Simon.
—Ya somos dos, con los últimos acontecimientos he tenido poco tiempo de ayudarla con los preparativos.
—Ella lo entenderá, para nadie es un secreto que nuestro coronel es un dictador que a duras penas nos da tiempo de respirar —se inclina la copa de vino— ¿Como te ha tratado? ¿Sigue en modo hijo de puta o ha tenido compasión porque eres mi novia?
Me atraganto con mi agua. Cómo responder tal pregunta "Bien, folla de maravilla" "
"Dejo desagradarme, cariño. De hecho estoy enamorada de él"
—Sigue sin agradarte— responde ante mi silencio.
—Trato de sobrellevarlo — miento.
—Cariño debes ir tratando de tener una mejor relación con él— se levanta y me ofrece la mano para que haga lo mismo— Es como mi hermano y ahora que esta radicado aquí tendrás que compartir más con él y Sabrina. Intenta ser amiga de los dos.
La sopa amenaza con devolverse. Jamás podre ser amiga de tal hombre , no con todo lo que siento por él, de hecho lo mejor para mi seria que estuviera a metros de mi tal vez en una base espacial o algo así.
—No pasará, ¿Vale? Es tu amigo no el mío y no me interesa que lo sea.
—Es el esposo de tu cuñada— paga la cuenta y vuelve a tomarme de la mano sacándome del establecimiento.
El valet Parking le entrega las llaves del auto abriendome la puerta del copiloto.
—Con menos razón debo volverme su amiga— continuo cuando estamos dentro— Tu hermana me odia y espero y aspiro a toparme con ella lo menos posible.
—Eso no tiene por que ser así, Rachel. Hay que llevarse bien o al menos intentarlo.
—Ustedes se la llevan bien. No te preocupes por mi ni por mi enemistad con Sabrina.
Recuesta la cabeza en el asiento del cuero.
—Cariño, suficiente tengo con el proceso de divorcio que entablo Christopher —se frota la sien— Convencerlo de que desista me tomara tiempo y energías, no las desgastes con tu terquedad, me da jaqueca. A demás parte del altercado es por tu culpa.
—Ah, ok. Ahora es mi culpa ser como soy y que por eso me odie.
—Ese no es mi punto —pone en marcha el auto — Sabías que el coronel tiene una amante y no se lo dijiste.
Aparto la cara clavando los ojos en la ventana ¿Cómo iba a decírselo si tal amante soy yo?
—Se que Irina es tu amiga, pero Sabrina es tu cuñada debes considerarla más.
—Irina no es su amante.
—No la defiendas, conozco a tu amiga y sé lo zorra que puede llegar a ser. Y no quiero sonar fuerte con lo que diré pero adviertele que se aleje de Christopher, no voy a permitir que por su culpa dejé a mi hermana.
—Estas poniendo la cabeza de Sabrina en la guillotina, si no se aman ¿Para que quieres forzar las cosas entre ellos?
—Ella a él sí y en el fondo él también. Fue él hombre que ella eligió y no voy a permitir que la deje sola. Es él hombre que quiere y es él hombre que va a tener ¿Vale?
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Llegamos a la central, se estaciona y bajamos juntos del Mercedes. Preferí guardar silencio ante sus exigencias de querer obligar a su amigo a que este con su hermana. No se que mierda tienen los Lewis en la cabeza queriendo satisfacer los caprichos absurdos de Sabrina.
—Debo entrenar con mi tropa el resto de la tarde —me dice— Dudo que me quede tiempo para cenar, me imagino que Christopher y el general se reunirá con los capitanes para planear los pasos a seguir.
Asiento con la cabeza.
—Estaré en mi sala si me necesitas.
Me levanta la cara para que lo mire.
—Te buscare si me queda tiempo.
—¡Capitán!— lo llaman a pocos pasos— Lo he estado buscando, él coronel desea hablar con usted, lo pregunto cuando llego.
Volteo, quien lo llama es la pelirroja que vi ayer en su oficina.
—Ve— le digo— Al coronel no le gusta que lo hagan esperar.
Se marcha seguido de la irlandesa. Me apresuro a ponerme mi uniforme de pila y procuro no toparme con el coronel, es tonto, pero en verdad no quiero verlo en los próximos cien años.
Abro la puerta de mi alcoba y Luisa salta abrazarme emocionada.
—¡Sorpresa!
—¿A qué hora llegaste?— pregunto tirando de su mano para que nos sentemos en la cama.
—En la madrugada. Me hubiese encantado que me acompañaras, Santorini es un paraíso terrenal.
Saca el móvil mostrándome fotos del viaje.
—¿Que tal tus suegros?
—Son un amor, me atendieron de maravilla y ni hablar de su hermana es una chiquilla que suelta groserías cada dos por tres como yo —los ojos le brillan— No puedo creer que solo faltan semanas para el gran día.
—Me alegra Lou —la abrazo— Te mereces esto y mucho más.
—Lo sé — se sienta— ¿Como estan las cosas acá? Ya se que Bratt esta aquí.
—Si— trato de transmitir la misma emoción que tiene ella— Acabó de almorzar con él, esta igual de amoroso y cariñoso que siempre.
—Aja ¿Y toda esa tranquilidad que intentas demostrar es por que no quieres que note el que estás a nada de morir a causa del estrés?
Me dejo caer de espaldas en la cama odiando que me psicoanalice cada que quiere. Se acuesta a mi lado y su cabello hace contraste con el mío en las sabanas blancas.
—Estoy enamorada de Christopher— confieso—Así que ya debes imaginarte lo dificil que se tornara mi intento de olvidarlo.
—Ya lo veía venir.
—De igual forma no voy hacer nada por eso —respiro hondo— Bratt llego y quiero echarle ganas a mi relacion.
—¿Segura? No te escucho muy convencida.
—Lo estoy. Tengo preocupaciones más importantes en este momento.
—Como recuperar tu auto por ejemplo. Ya Harry me contó que intentaron robarlo.
Le resumo mi versión de los acontecimientos intentando que quede tal cual la versión brindada a mis padres, Laila, Brenda, Harry y Bratt. Ni por error se me puede ocurrir decir la verdad de los hechos, eso sería condenarme a que uno de ellos corra a soltarlo todo obligandome a un exilio definitivo.
Después de la charla cada una retoma sus labores, ella se va a su consultorio y yo a una reunión. No hay capitanes presentes. Todos estan reunidos en una importante videoconferencia con el ministro Alex Morgan, quien se prepara para la asamblea anual de generales.
Dicho encuentro tiene lugar en Ucrania, los generales se reúnen allí para definir el rumbo de las misiones en proceso. Varios de los retirados con algún tipo de influencias son invitados para que den su opinión sobre los temas relevantes.
Termino mi reunión y hago varias llamadas en busca del paradero de Antoni, no es mucho lo que encuentro pero no pierdo la esperanza de que aparezca. Su hermano y su primo estan por ser extraditados y dudo de que se quede de brazos cruzados esperando a que se pudran en una cárcel estadounidense.
La tarde y parte de la noche se me va en eso. Estudiando el hotel y las victimas que han matado en la trata de blancas y en el asunto de trafico de órganos.
Resalto en mi resumen el anuncio del aniversario de su hotel . Invita a todos sus huéspedes socios y allegados a una importante fiesta la próxima semana, sera en traje de gala y no se puede asistir sin la invitación por parte del dueño.
Imprimo todo lo que pueda servir lo firmo y lo dejo listo para entregárselo al capitán Thompson. Tenerlo aquí sera el canal que me permitirá evitar encuentros con el coronel.
Acabo con todo y me preparo para irme. Edgar el secretario es el único que queda en la sala y esta dormido sobre su escritorio.
—Vete a descansar— le ordeno.
Se levanta asustado como si lo hubiese llamado del más allá.
—Perdone, el cansancio me venció.
—No importa, apaga las luces y vete a dormir, es tarde.
Me voy a la cafetería por algo caliente ya que no comí nada en la tarde. Pensé que Bratt se desocuparía temprano y querría que lo acompañara a comer algo.
El lugar esta vacío y me acerco a la barra. La encargada esta desarmando la cafetera para limpiarla.
—Hola Marisol— la saludo.
Se voltea curvando los labios en una sonrisa.
—Teniente, no esperaba verla a estas horas por aquí —apoya los codos en el mostrador— Se ve agotada, últimamente todos los soldados andan con el mismo semblante.
—Si —me froto el cuello presa del cansancio — El trabajo no esta dando tregua.
—Dígamelo a mi, al menos usted tiene la esperanza de irse a descansar yo estaré aquí toda la noche.
—Entonces sirve una taza de chocolate para mi y una de café para ti, yo invito.
—Enseguida —se limpia el delantal— ¿Quiere que se lo lleve a la mesa del capitán Lewis?
Miro a mi alrededor, no lo vi cuando llegue.
—¿El capitán Lewis esta aquí?
—Si, en la mesa de atrás con la pelirroja, amargada irlandesa.
Me bajo del banquillo asomándome en el rincón donde estan ubicadas las últimas mesas.
Marisol no miente, muy al fondo esta Bratt con Meredith frente a él, ¿No que estaba ocupado? Me acerco con sigilo intentando escuchar la conversación que sostienen. Bratt esta al telefono y su compañera esta anonadada mirandoló como idiota.
—Estaré atento a su llegada...
Alcanzó a escuchar fragmentos de la conversación que corta cuando su sargento alza los ojos mirándome mal. Tose para que Bratt note mi llegada, mi novio cuelga y se voltea sonriéndome con la peculiar sonrisa marcada por hoyuelos.
—Cariño pensé que ya estabas descansando.
—Estaba por hacerlo ¿Qué haces aquí?
Meredith se levanta con una pésima actitud. Se supone que soy yo la que debería hacer eso, es ella la que esta a solas con mi novio en una desolada cafetería.
—Que tenga una buena noche capitán— se despide solamente de él.
—Su chocolate, teniente— Marisol llega dejando mi bebida en la mesa.
—Siéntate cariño —me dice Bratt— Ya estaba por irme, pero puedo acompañarte a que tomes tu bebida.
Me siento con la inquietud de no sentir lo que quiero sentir, debería estar armando una escena de celos por verlo aquí con su sargento a solas. El móvil le vibra en la mesa y alcanza a tomarlos antes de que vea el número en la pantalla.
—Discúlpame —se levanta— No tardo, termina tu café y ya vuelvo.
—Es chocolate — levanto la taza.
Es impropio el no estar arrancándole el cabello como lo hubiese hecho en meses anteriores si lo hubiese visto en una situacion como esta.
¿Tan fría estoy? que no soy capaz de cantarle las tablas a la pelirroja por estar rondando a mi novio. Bebo un sorbo de chocolate. A lo mejor mi criterio moral sabe que no tengo derecho a decir ni reclamar nada, si me ha clavado el cuerno o piensa hacerlo quién diablos soy para preguntar porqué lo hizo, he estado abriéndome de piernas sobre el regazo de su amigo.
Vuelve cuando termino la bebida. El "No tardo" tardo teniendo en cuenta que me demore bebiendo el chocolate por miedo a quemarme el paladar y la garganta como la última vez.
—¿Lista?— me ofrece la mano para que me levante— Ya pague la bebida.
—¿Con quién hablabas?
—Con mamá.
—¿A media noche?
—Si, no hemos hablado mucho desde que llegué — me abraza— ¿Dormimos juntos?
—Si quieres.
—Claro que quiero.
Caminamos hombro a hombro hasta su torre, las noches de otoño estan iluminadas con la luz de la luna y el que no ronde nadie le permite tomarme de la mano mientras avanzamos.
Subimos a la tercera planta. Piso el último escalón y empiezo hacerme preguntas estúpidas dejándome llevar por los nervios.
No hace mucho que estuve con Christopher y este tiene la verga más grande que Bratt ¿Notara eso? ¿Estaré más amplia ahora? ¿No sentiré placer por estar así? «Que idiota eres Rachel» Que preguntas tan estupidas. Parezco puberta de trece años, se supone que soy una mujer madura y alguien maduro no se haría preguntas tan idiotas.
El corazón se me acelera cuando abre la puerta invitándome a entrar. Se quita las botas la playera y el pantalón cuando estamos en privado.
Me quedo como una piedra observándolo con la espalda pegada a la puerta. La piel aceitunada es sexy y contrasta de maravilla con los músculos bien formados, pero no siento nada ni el más mínimo deseo, ni intención de pasar mis manos por él y recorrerlo como en meses pasados.
Empiezo ahogarme con mi propia aire, no puedo exponerme así y mi primer impulso es echarle mano al pomo, pero desisto cuando voltea verme con el cejo fruncido.
—¿Estas bien? te veo pálida.
—Si— tartamudeo— Es que no... Me siento bien.
—¿El chocolate te cayo mal? O ¿Estás impactada por no haber visto a un hombre semidesnudo en meses?
Su inocencia me duele, si supiera que hace dos noches vi a su mejor amigo totalmente desnudo encima de mi.
—¿Te acuerdas de nuestra primera vez? —toma mis manos llevándome a la cama—Casi te desmayas cuando me quite la ropa.
—Creo que fue el chocolate, a lo mejor el azúcar no me sentó bien.
—Debe ser.
Desencaja mi camiseta y tira de ella dejándome en sostén, arruga las cejas apenas ve la ropa interior que llevo. Es uno de los conjuntos que compre con Luisa y Brenda de seda con encaje.
—No me gusta, no es tu tipo— se agacha a soltarme las botas y sacarme el pantalón.
—¿Que tiene de malo?
—Parece que fueras preparada para una noche de pasión.
—Estás aquí, es lógico que esté preparada.
Se ríe y vuelve a levantarse.
—Me gusta lo sencillo, tu eres sencilla— me besa— Y me gusta que conserves la sencillez y la ternura que te caracterizo cuando te conoci.
Se deja caer del otro lado de la cama levantando las sábanas y ofreciéndome su brazo para que haga lo mismo.
—Ven y descansa no quiero que mañana amanezcas agotada.
—¿No quieres que..?
—Hagamos el amor— termina por mí— No, te sientes mal y no quiero empeorar tu estado.
Dejo que me envuelva en sus brazos, no creo que haya en este mundo otro hombre como él, así de tierno y cuidadoso. Es el hombre perfecto ¿Pero es el hombre perfecto para mi?
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