CAPÍTULO 18
El Ring.
Rachel.
El avión de la FEMF sigue las instrucciones de la aeronáutica civil mientras planea el aterrizaje sobre la pista de Londres.
Mi intento de olvidar a Christopher está más que fallido, de hecho, creo que estoy más prendida de él y no sé qué tanto aguante mi salud mental.
Tengo una nueva lista de líos emocionales:
1) Deseo incontrolado hacia mi coronel.
2) Una profunda culpa por engañar a mi novio.
3) Y un miedo aterrador hacia Antoni Mascherano.
Mi vida es una enorme bola de problemas que tarde o temprano terminará aplastándome.
—¿Maní? —Patrick se atraviesa en mi campo de visión.
—No, gracias.
—¿Segura? No creo que bajemos por ahora—se deja caer en la silla frente a mí— Hay problemas en la pista.
Miro abajo, las personas corren de aquí para allá dando órdenes y despejando el área.
—¿Ya hablaste con Bratt? —me pregunta.
Aparto la vista de la ventana para centrarme en él, me pregunto cuántas horas hace que no llamo ni texteo a mi novio. Novio con el que hablaba cada dos horas, cuando éramos la pareja perfecta.
Ahora él está concentrado en su operativo y yo en los deseos pecaminosos hacia su mejor amigo.
—Lo llamé esta mañana.
—Es un buen amigo; él, Simón, Christopher y yo nos conocemos desde hace mucho. Me imagino que sabes de todos los coños que rompimos —se ríe —aquellos tiempos que no volverán —recuesta la cabeza en el asiento— Yo me casé, Christopher se condenó con la bruja de tu cuñada, Simón está comprometido y Bratt está muy enamorado de ti.
Se echa un puñado de maní en la boca.
—Todavía recuerdo la promesa de no dejar que ninguna mujer nos echara las garras encima.
—Los hombres suelen prometer cosas tontas, es inevitable no enamorarse y querer tener una familia.
—¿Tú quieres tener una familia con Bratt?
Se me atasca la respuesta, estoy demasiado confundida para contestar. Antes era mi super sueño, pero ahora no sé qué tanto quiero eso.
—Si —miento
Clava la vista en mis ojos, siento que quiere prenderme fuego por mentirosa ¿Sabrá de mis dudas? ¿O estará al tanto de mi relación con su amigo?
—No te equivocaste al elegirlo como novio y futuro padre de tus hijos —deja la bolsa en la mesa— Si nos hubieses conocido años atrás, cuando éramos cuatro amigos inseparables, hubieses podido elegir al equivocado.
Lo miro confundida, no me gusta el rumbo que lleva la conversación.
—¿A qué te refieres?
—A que contaste con suerte al conocer a Bratt solo y no cuando andaba con los cuatro. Tal vez, te hubieses enamorado del equivocado.
Sigo sin entender.
—Simón no hubiese sido una mala elección, de los cuatro es el más apasionado cuando de hogares se trata. Si me hubieses elegido a mí—sonríe con picardía— Tampoco te hubieses equivocado, al principio tenía la idea de no volverme un padre y atarme a un matrimonio, y ahora mírame, faltó que llegara la mujer indicada para atreverme a dar la vida por ella y por mi hija...Pero si te hubieses enamorado de Christopher ...
El ejemplo me eriza los vellos de la nuca.
—Jamás me hubiese enamorado de Christopher —respondo a la defensiva.
Suelta a reír apoyando el peso en el espaldar de la silla.
—Menos mal, tu vida y tus planes serían muy diferentes.
—Siempre he tenido claro lo que quiero.
Niega.
—Te sorprenderían los cambios que provocan los encantos de Christopher.
—¿Cuáles encantos? No es más que un egocéntrico, arrogante y mal educado. De hecho, ni siquiera me agrada.
—Claro—dice con un leve tono sarcástico— No te enojes, no tengo intención de hacerte sentir mal.
Me levanto cuando el avión aterriza.
Creo que me metió el dedo en la herida. Respiro mientras me concentro en todo lo que odio del coronel, a veces resaltar las cosas que no te agradan de alguien sirve para apagar sentimientos.
Abren las puertas del avión, Laila y Valeria se me unen en la escalera.
Christopher está en la pista con el general, me quedo sin aire cuando se cruza de brazos volviéndose hacia mí. Tiene el cabello desordenado y lleva puesto el uniforme de coronel ¿Cuántas cosas malas tendré que resaltar para opacar su belleza?
—Mi coronel Christopher Morgan —murmura Laila a mi espalda— Cosa linda, cosa preciosa, cosa bien hecha.
Valeria suprime la risa cuando las tres nos ponemos firmes ante él y el general. Patrick se une al saludo reportando las últimas novedades.
Los agentes se acercan con los prisioneros principales: Tanya, Bernardo y Alejandro.
El coronel escucha todo con atención.
No sé si estoy demasiado sensible a sus métodos de ignorarme, sin embargo, me está doliendo que no me haya mirado ni una sola vez desde que llegué.
—Todos hicieron un excelente trabajo —dice el general— El coronel y yo nos encargaremos de los prisioneros, váyanse a descansar ya que mañana tenemos trabajo que adelantar.
Cada quien se encamina a su habitación. Alexandra se encuentra con Patrick en la pista. Lo ve y se arroja a sus brazos llenándole la cara de besos.
Me voy a mi torre y me encierro en mi alcoba. Estoy cansada pero no tengo sueño, supongo que tendré otra noche de insomnio.
Hay un ramo de rosas amarillas en mi mesita. Me acerco para leer la nota que hay al pie del jarrón.
"Espero que hayas llegado bien. Todos los días cuento las horas que faltan para verte.
Te amo, Bratt"
Bratt, ¿Cómo le digo todo lo que estoy sintiendo? Como decirle que estoy confundida, que tengo miedo, que los latidos de mi corazón son una clara amenaza de algo que me da pavor sentir y reconocer.
Me siento en el alfeizar de la ventana, observo que Christopher sigue en la pista de aterrizaje ¿En quién me he convertido? ¿Tantas son mis ganas por él? No me está importando Sabrina, ni Bratt, solo me estoy preocupando por satisfacer mis deseos carnales.
¿Qué clase de egoísta hace eso?
¿Cuál es el afán por arder en los brazos de otro? ¿Por qué?, ¿Por qué?, ¿Por qué? Estoy harta de los signos de interrogación.
Me dejo caer de espaldas en la cama. Sé que mi resistencia no va a durar mucho, voy a terminar cayendo como lo hice la primera vez... Y la segunda, porque quien falla una vez seguirá fallando siempre.
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Despierto temprano, es uno de esos días en que no quiero levantarme y extraño las atenciones de mi madre. Entierro la cabeza en la almohada, me obligo a cerrar los ojos. Es muy temprano para torturarme.
Me baño, me visto mentalizándome en las tareas que tengo que realizar a lo largo del día.
Mi frustración sexual me está pasando factura ya que me siento acalorada, excitada y fantasiosa. Mi intento de dormir acabó en un sueño húmedo. Desperté en la mitad de la madrugada sudada, jadeando y con la entrepierna húmeda.
—Mi teniente —me espera un cadete en la entrada del edificio administrativo— El general la convocó a una reunión privada.
—¿Ya?
—Si.
Troto a la cuarta planta encontrándome con Laurens en el pasillo.
—Buenos días, teniente —me saluda.
La miro quedándome a medio saludo. Tiene el cabello suelto con un alisado mal hecho, cortó el vestido azul abuela, no trae sus zapatos estilo pantuflas, sino que tiene los pies metidos en unos feos tacones blancos de charol. Tiene lápiz labial en el diente, encima no se supo aplicar la sombra para los ojos.
—Hola —logró decir—... Que cambiada estás.
Sonríe, es una chica hermosa pero así parece payaso de circo. Prefiero su estilo de anciana.
—Eehh —balbucea— Bueno, quería verme diferente, estoy saliendo con alguien y...
Patrick se acerca.
—Vamos cinco minutos tarde —se fija en Laurens tomándome del brazo— Al general no le gusta esperar.
Entramos a la sala de juntas, Peñalver está revisando el expediente del caso Mascherano. Nos invita a tomar asiento mientras Laurens le prepara su café matutino.
Se ve feliz, tiene una sonrisa de oreja a oreja «" Estoy saliendo con alguien"» Ese alguien debe ser Scott, es el único que he visto cerca. La gran pregunta es ¿Quién diablos le dijo que se vistiera así?
Abren la puerta y el ambiente se impregna del delicioso aroma masculino de Christopher. Saluda al general mientras le hace un gesto con la cabeza a Patrick, vuelvo a ser más ignorada que los comerciales de YouTube, no me mira, ni me saluda. Actúa como si mi silla estuviera vacía.
Suprimo la rabia conmigo cuando se sienta frente a mí dándome una vista perfecta de su bello rostro. Recuerdo mi sueño húmedo; Mordiéndome, embistiéndome, su polla en mi boca...
—Sobra decir que estoy más que satisfecho con el trabajo que hicieron junto al capitán Miller — nos felicita el general.
—Gracias, señor —responde Patrick.
—Aunque la misión se complicó, logramos capturar a dos de los más importantes cabecillas. El capitán me envió la cinta de grabación del casino para que podamos detallar el paso a paso de lo sucedido.
Laurens enciende la pantalla frente a nosotros a la vez que ruego a Dios que no haga lo que creo que hará. Introduce un USB en un costado del televisor, éste se enciende mostrando el casino de Moscú.
«¡Maldito seas, Simón!» Acabas de destruir la poca dignidad que me quedaba.
Siento escalofríos cuando la cinta corre mostrando el baile, mi presentación con los Mascherano y mi primer beso con Antoni. Respiro cuando se distorsiona la escena del balcón, es muy poco lo que se ve.
La tranquilidad dura poco, nuestros besos y caricias en la habitación parecen estar en Full HD. Se aprecian todos los detalles: Desde que se masturbó hasta cuando me abrí de piernas en su regazo.
Muero con la mirada helada del coronel, me provoca arrojar la silla en la pantalla.
—Hizo un excelente trabajo, teniente —habla el general— Me encargaré de darles un reconocimiento monetario por el buen papel que desempeñaron.
—Gracias señor.
—El que hayas tenido un contacto tan directo con Antoni, puede dejarte fuera de la misión —advierte Christopher— Estudiaré esa opción y en dado caso de ser aprobada serás enviada a otra...
—¡No! —respondo asustada.
Este siempre ha sido mi ejército, aquí tengo a mis amigos y a mis compañeros. Mi vida está aquí, no me imagino exiliada perdiéndome de la boda de mi mejor amiga, lejos de todos los que quiero.
—¿Por qué no? ¿Acaso no era lo que quería?
El general me mira con una ceja enarcada.
—¿Rachel, deseas abandonarnos? —me pregunta.
—No señor, es solo que... —empiezo a balbucear— Quería estar en la misión de Moscú y creo que el coronel entendió mal las cosas...
—Tranquila, no te enviaré a ningún lado de no ser extremadamente necesario. Eres una de mis mejores agentes y te necesito aquí —mira a Christopher— coronel, no estuvo tan expuesta, llevaba un buen cambio de imagen, además, con lo ocupado que debe estar Antoni, dudo mucho que se centre en nuestro agente.
—Pueda que tenga razón — recuesta la espalda en la silla— Pero si intenta algo contra ti deberás marcharte sin protestar.
Asiento con la cabeza.
—Vuelvan a sus labores —ordena.
Salgo al pasillo, Irina se encuentra recostada en la pared con los brazos cruzados en el pecho.
—¡Amiga! —se me acerca ahogándome con su caro perfume — Todos comentan sobre el buen trabajo que hiciste.
—¿Qué haces aquí? —pregunto molesta.
Me guiña un ojo cuando ve a salir a Christopher.
—¡Coronel! —corre tras él.
Se detiene en la mitad del pasillo, la espera y se van hablando como si no quisiera que nadie más los escuchara. Reprimo las ganas de estamparlos contra el piso y pasarles mi Volvo por encima.
«Se sigue acostando con ella» Me encamino a mi oficina con las mejillas encendidas por la rabia.
No saludo a nadie cuando llego, solo abro mi laptop y me pongo a trabajar.
Me tiran una gorra roja con el título de anunciador.
—Es el primer sábado del mes —comenta Harry con una gorra idéntica— Las peleas empezarán en una hora.
Los primeros sábados de cada mes nos reunimos de forma clandestina en una de las salas privadas de entrenamiento. Allí, cada quien demuestra lo fuerte que es en el arte de la pelea, fuerza y puntería.
—No tengo tiempo para eso —le devuelvo la gorra— Tengo un montón de trabajo por hacer.
—¿Desde cuándo te volviste tan aburrida? —protesta—Se te está pegando lo del coronel.
—¡No me compares con ese imbécil! —replico.
—Entonces toma la gorra y ven hacer tu trabajo como anunciadora. Hoy pelearán principiantes contra profesionales.
—Eso no se oye muy justo.
—Es más que justo, los principiantes están llenos de energía y tácticas nuevas, en cambio los profesionales siempre estamos un punto por debajo.
—Hablas como si fuéramos vampiros —me burlo.
Brenda llega con un fajo de libras saludando a todo el mundo, la mayoría se levanta a apostar preguntando también por los peleadores.
—Ponte la gorra y haz tu tarea —me exige Harry— Te encantará anunciar la pelea de Dominick contra Alan.
Sonrío por primera vez en la mañana, la amargura trae cosas buenas.
—Hubieses empezado por ahí, querido amigo.
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La sala está llena de gente que silba y grita. La mayoría está alrededor del ring esperando la pelea, otros están practicando su puntería en el gran marco de tiro al blanco. Le colocaron fotos de Christopher, le dibujaron una barba falsa y todos le atinan a los ojos.
—¡Arriba las apuestas! —anuncio en el micrófono del ring— ¡Con ustedes nuestros primeros peleadores!
La gente grita y aplaude cuando suben a la tarima. En un lado Patrick, Luisa y Alexandra hacen sus apuestas con Brenda. Harry, Reynals y Scott intentan calmar la algarabía que se está saliendo de control.
Cinco peleas, dejan el marcador 3-2 ganando los profesionales, a la sexta logran empatarnos. Todo se define en la última: El capitán Diminck Parker contra Alan.
Bajo de ring esperando el anhelado momento, me ubico en medio de Luisa y Alexandra. Atrás, Patrick discute con un chico español.
—Me agrada tu amiga —me dice Luisa señalando a Alexandra con la cabeza—¿Crees que tenga buenas ideas para la boda? Ya está casada.
Ruedo los ojos mientras observo cómo Alan se prepara para la pelea, quiero que le rompa la nariz al capitán.
Suena la campana y Dominick ataca arrinconándolo contra las cuerdas.
—¡Golpea a ese hijo de puta! —Luisa le grita a Alan.
El chico me mira, así que levanto mis pulgares dándole ánimo. En el segundo asalto ataca a Parker con múltiples golpes los cuales logra esquivar, no se da por vencido y evade los golpes cuando intenta volverlo a acorralar.
Dominick se enfurece porque le está tomando tiempo derribarlo. Empieza a lanzar golpes desesperado, mientras que Alan es paciente, espera a que se canse y le pone punto final a la pelea lanzándole un zurdazo que lo deja tendido en la lona.
Vuelvo a subir al ring anunciándolo como el ganador, el bullicio es ensordecedor.
Pego mi frente con la de él palmeándole el cuello.
—Muy bien hecho mi pequeño aprendiz —lo felicito.
Celebro con mis amigos mientras Harry les paga a los ganadores, la cosa acabó pero la algarabía no cesa.
Los gritos finalizan de golpe a la vez que todo el mundo empieza a apartarse. Harry esconde el fajo de billetes cuando Christopher se abre paso entre la multitud con Irina a su lado.
No trae buena cara, Patrick se escabulle entre los soldados para que no lo vea. No me da tiempo de perderme ya que a mí es la primera que mira, así que no me queda más opción que hacerle frente.
—¿Qué es esto? —fija la vista en la foto llena de flechas y dardos— ¿Los juegos de otoño, o los olímpicos?
Nadie contesta.
—¡Hice una maldita pregunta!
—Solo nos divertíamos señor —contesta Harry con un hilo de voz.
—¿En serio? —dice con sarcasmo— ¡Lástima que nuestra labor sea trabajar y no divertirnos! —grita— ¡Quiero ver a todo el mundo en sus labores!
La multitud se estanca en la puerta cuando todos intentan salir al mismo tiempo. Vuelve a mirarme y me quito la gorra.
—Al edificio nueve —me ordena— Hay un interrogatorio en proceso.
Se da media vuelta para marcharse.
—Te dije que no pusieras las fotos —Harry regaña a Brenda.
—Estuviste de acuerdo cuando te lo sugerí.
—Recojan a Parker y llévenlo a la enfermería —ordeno antes de seguir al coronel.
—¡No tengo todo el día! — vuelve a gritar.
Lo alcanzo en la puerta, éste se detiene cuando nota que Irina lo sigue.
—¿Te pedí que vinieras? —la frena.
—No, pero...
—¡Lárgate tu también, a trabajar!
Meto la gorra en mi bolsillo trasero mientras lo sigo al interrogatorio del edificio nueve.
Hay dos personas con Bernardo; Un detective y un psicólogo realizándole preguntas.
No suelta respuestas. Sólo mira el espejo como si supiera que estoy del otro lado.
Pasa una hora y nada, comienza a invadirme el sueño así que me acomodo en mi silla detallando con disimulo al hombre que se encuentra a mi lado.
Se acaricia el mentón pasándose la lengua por los labios «Debería humectarlo yo con mi boca»
Tal cosa no va a pasar. Se tomo muy en serio el que no quiera tener nada con él, hasta quiso enviarme lejos. Mis oportunidades para que me folle están acabadas, además tiene a Irina y está demás decir que no me necesita teniendo miles a su alrededor.
Mujeres no comprometidas, cuerdas y sin inestabilidad emocional.
Voltea y capta mis ojos sobre su cara.
—¿Pasa algo? —pregunta enojado.
—No —fijo la mirada en el vidrio— Creo que hay que usar otra táctica ya que Bernardo no dirá nada.
—¿En serio lo crees? —pregunta con sarcasmo —Pensé... No sé, ¿que solo quiere hacerse el interesante?
Me enfoco en el expediente que hay sobre la mesa, es de un preso que ni siquiera conozco.
—En vez de estar simulando que eres el anunciador de la película Rocky Balboa —me regaña —Debería estar pensando cómo vamos a sacarle información al mal nacido que está del otro lado.
—Si señor.
Se acerca y me mete la mano en el bolsillo trasero. Saca la gorra dejándola caer sobre la mesa.
—No quiero distracciones, quiero mis informes al día y los soldados de Parker entrenados, listos para la batalla. Cinco de ellos deben partir a New york, está en tus manos decidir quienes se van y quienes se quedan.
—Si.
Me toma la barbilla obligándome a mirarlo.
—Si ¿Qué? —acerca los labios a mi boca.
—Si señor
Me suelta y estrella la puerta cuando sale.
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