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17

Las cuatro se juntan en la nueva casa de Tricia, finalmente han logrado coincidir. La dueña de casa las recibe con una gran sonrisa, el matrimonio y Julia le entregan regalos para el nuevo hogar.

—¿Qué les parece? Hay que hacerle bastante cosas —le comenta Tricia.

—¿Tiene habitaciones extra? Porque mis futuros sobrinos necesitan sus cuartos.

—Tiene tres habitaciones.

—Pequeño para cuatro niños.

—¿Quién te dijo que tendré tantos hijos Moore?

—Tendrás por las dos, porque yo no tendré hijos.

—Aún no sabés eso.

—Creeme que lo sé.

—¿Qué hay de ustedes? —le pregunta a Atenea y Sam.

—Hijos por ahora no —responde la rubia y Atenea agacha la cabeza.

—Hablaba de que tal les parece la casa.

—Está bien ubicada y aunque hay que hacerle algunos detalles se ve bastante linda —responde Atenea— ¿Puedo salir al patio? —le muestra el cigarrillo y Tricia le pasa un cenicero.

Atenea sale primero y cómo es ritual al poco tiempo Julia se suma a su lado viéndola sin decir nada, solo se coloca a su lado con una distancia entre ellas.

—¿Tu esposa sabe que quieres hijos?

—Lo sabe y le vale mierda —da una calada—. Me hice los estudios, las dos nos hicimos los estudios —la mira finalmente—, digamos que para mí no es tan fácil quedar embarazada, de las dos Sam puede. Pero tener un bebé ahora no es exactamente el mejor momento de su carrera.

—Te jode bastante ¿Verdad?

—No me hago más joven Julia y me gustaría tener hijos antes de llegar a los 40 —da la última calada cerrando los ojos y suspira tirando el humo—. Aunque no parezca es lo que más deseo. Vamos a cumplir dos años de casadas en un mes, casi 6 años juntas.

—Chicas ya está la comida —sale Tricia a decirle para que entren, Atenea voltea para entrar y Julia la frena colocando una mano en su hombro.

—Aún estás a tiempo de encontrar a alguien con tus mismas metas.

—Si llego a los 33 y no tengo hijos voy a descartar la idea —Julia niega con la cabeza ¿Cuan cegada está por una relación que hace rato no funciona?.

Entran y ambas están riendo mientras conversan, la cara de Atenea es seria, toma una panera y la coloca en la mesa sentándose, Sam a su lado intenta tomarla de la mano y Atenea coloca su mano en su regazo. La diosa griega la ama, pero está juntando algo de resentimiento, ha hecho mucho y entiende a su esposa y su carrera, sabe que ser médica es una profesión sacrificada y más ella que es cirujana pediátrica. Sí, irónicamente atiende y salva niños, pero aún no quiere tener hijos.

—Tal vez comencemos a agrandar nuestra familia con James —suelta Tricia la noticia y Atenea la mira con ojos de anhelo y mira a su esposa que traga— así que vayan viendo cosas para el bebé.

—Siempre veo cosas de bebé —dice la diosa griega y da un trago a su copa de vino— ¿Pensaron en nombres?

—Luke si es niño, nombre que nos gusta a ambos y Elizabeth si es niña.

Atenea se quedó un momento mirándola y no pudo evitar pensar en cómo hubiera sido un futuro con alguien como Tricia a su lado, con alguien que quería una familia con hijos, con una casa cómo esta con niños corriendo, con alguien que la llame mamá, con hijos con los cuáles tirarse al suelo y jugar aún vestida de traje, con una esposa que la espera feliz de verla. Julia la patea por debajo de la mesa antes de que Sam se de cuenta de cómo se ha quedado mirando a Tricia, pero ella ya no sigue teniendo un crush con ella, solo fantasea con un futuro con una persona que hubiera tenido sus mismas metas.

—¿Dónde está el baño? —se para de repente y pregunta.

—Cerca de la escalera hay una puerta a la izquierda.

Atenea se marcha y se moja el rostro, intenta no llorar traga y respira profundamente para evitar a toda costa llorar, presiona sus ojos abajo para dejar salir unas lágrimas y recibe un mensaje de Julia.

—¿Estás bien? ¿Necesitas algo?

—Sí, ya voy, solo necesito un momento.

Su esposa ni siquiera se ha dado cuenta de lo que ha pasado, del momento de quiebre de la diosa griega a su lado. La ama, pero a veces también la odia.

—¿Vas a seguir comiendo? —le pregunta Tricia a Atenea— sino para levantar el plato y servir el postre —le pasa el plato callada.

Atenea ve una foto colgada vieja de quién supone es James con su familia, está rodeado de niños y aparece con el cabello rubio sonriendo encima de un Karting con un número 1 al frente, sonriéndole a la cámara, sin un diente frontal. Recuerda el sueño que tuvo hace tiempo, ese tan vivido que había olvidado, un niño rubio llamándola mamá y una niña con el cabello castaño y ojos marrones abrazándola, una mujer de cabello negro dándole la espalda mientras cocinaba y no fue el primero hubo otro sueño de cuándo esos niños eran bebés, y la misma pelinegra hacía dormir a uno de ellos dándole la espalda.

—¿Estás bien? —se acerca Sam a su lado— has estado muy callada —le susurra.

—Estoy bien —voltea el rostro a verla y aunque quedan muy cerca, aparte de nuevo la mirada antes de que Sam la bese, no quiere un beso de ella ahora que le sepa amargo— ¿Te parece que nos vamos en una hora? Necesito pasar por la oficina, olvidé unos papeles.

—Claro.

Finalmente deja que Sam le tome la mano, se despiden luego de un rato y en el auto la rubia habla ya que Atenea sigue muy callada, con la vista clavada al frente y claro que es por qué va manejando, pero ni siquiera le dirige la palabra.

—Linda casa —dice Sam.

—Aja. Van a buscar agrandar la familia eso también es lindo.

—Sí. Podríamos buscar un bebé —Atenea voltea a verla—, creo que cómo mucho en un año ya voy a estar más tranquila y asentada en el hospital... —ríe sin gracia— ¿Qué pasa?

—¿Nunca será un buen momento verdad? ¿Qué me dirás en un año? Que quieres irte de viaje a aprender una nueva técnica en Francia por 8 meses, que es necesario para tu carrera, siempre hay un pero Samantha. Sabés que de las dos la que tiene más posibilidades de quedar embarazada eres tú, y si no hemos visto la posibilidad de adopción es porqué no quieres adoptar.

—Eres injusta, sabés que mi carrera es así...

—¿Injusta? Desde que nuestra relación tomaba el camino de algo serio, te dije que yo quería hijos.

—Yo te dije que no estaban en mis planes inmediatos...

—Ni inmediatos, ni a largo plazo, porqué en los años que llevamos juntas y luego de hacernos los estudios no has querido tocar el tema.

—Te acabo de decir que podríamos buscar un bebé en un año.

—No sé cómo estaremos tú y yo en un año.

—¿Acaso es el preaviso de que piensas dejarme? —ella no responde— te acabo de hacer una pregunta.

—Quizas tú lo hagas, quizás tú me dejes cuándo llegué el momento de buscar un bebé.

—¿Eso piensas? —Atenea no la mira.

—Sí, eso pienso.

La semilla del reencor va creciendo aunque la diosa griega no quiera en su corazón. Samantha la mira de perfil, ya que su esposa no la mira.

—Contigo —le suelta Sam— siempre siento que estoy en la cuerda floja y que vas a dejarme en cualquier momento ¿Quieres que tengamos un hijo para que no me dejes? Vamos mañana a la clínica a empezar el tratamiento ¿Osea que resumiendo sino tenemos un bebé, no seguirás conmigo? Es así ¿Verdad?

—No es eso lo que quise decir —se estaciona, porque manejar a enojada o discutiendo es la peor cosa que uno puede hacer—. Te he entendido siempre, sé que nuestras carreras son demandantes ¿Pero de verdad es tan malo que quiera hijos contigo, con mi esposa? —las lágrimas se le acumulan en los ojos y el llanto en la garganta— yo sueño con tener a nuestros hijos que nos llamen mamá, que la casa se llene de sus risas. Yo quiero ser madre Samantha y eso lo sabés desde siempre —se seca rápidamente las lágrimas.

—No, no es tan malo que quieras hijos conmigo —Samantha agacha la cabeza—. Te daré un hijo Atenea.

—Quiero que lo quieras tener conmigo.

—Tengamos un bebé entonces.

Le toma la mano y Atenea arranca el auto, la rubia besa la mano de su esposa y apoya la cabeza en su hombro, la diosa griega acaricia el rostro de su esposa para seguir manejando de vuelta a casa.

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