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Sueños Oscuros

Cada vez que intentaba dormir durante la noche, la oscuridad en que se vio envuelto regresaba. El frío le hería hasta los huesos y la sensación de estar perdido se convertía en su más fiel acompañante. Cada noche era lo mismo y no lograba entender por qué.

Él logró que Vedher regresara a lo más profundo del infierno, donde sin dudas, tendría que rendirle cuentas sobre su fracaso al señor de las tinieblas. Las cosas debían estar bien de ahí en adelante, pero él sentía que no era así.

Se dio la vuelta sobre la cama todavía con los ojos cerrados, desesperado por no conciliar un sueño tranquilo. Los sueños oscuros seguían torturándole, grabándose en su memoria para no desaparecer jamás. ¿Por qué? Greyson apretó la sábana con ambas manos y comenzó a jadear. La cabeza estaba comenzando a dolerle, al igual que la parte de atrás de los ojos.

Entreabrió un poco los ojos. La habitación del hospital estaba casi invadida por la oscuridad, y moviéndose despacio entre la negrura, una silueta hizo acto de presencia. Greyson observó que la silueta avanzaba directo hacia él; tenía una especie de lengua adherida a la mano derecha que se le acercaba. Temió que se tratara de otro demonio. Cabeceó intentando huir pero era inútil. No tenía energías para defenderse o gritar por auxilio.

Volvió a cerrar los ojos y esperó lo peor. La lengua fría de la silueta negra le acarició la frente; Greyson sintió que un poco de su saliva le escurría por la cien. De pronto, escuchó una voz susurrarle despacio y, al identificarla, el muchacho volvió a abrir los ojos de golpe.

No era un demonio, sino Marlene. La lengua que Greyson creyó ver saliendo de la mano de la silueta era un trapo húmedo, y la saliva no era más que agua fría. Escuchó a Marlene preguntarle cómo se sentía. Él solo la miró en silencio unos segundos.

—Me siento extraño —respondió por fin Greyson.

—Tienes fiebre —comentó Marlene limpiando el rostro de Greyson con ternura—. Dijo Erik que tienes una infección por estreptococos. Es una bacteria normal en nuestro organismo, pero como tuviste una baja de defensas por todo lo que pasó, esta bacteria se salió un poco de control. Ya estás recibiendo antibiótico.

—Entiendo.

Greyson observó con atención a Marlene mientras remojaba el trapo y lo exprimía, para después volver a limpiarle el rostro. La chica lucía encantadora con la poca luz que ingresaba en aquella habitación. Era como un delicioso misterio por descubrir.

—¿Pasa algo? —preguntó Marlene sonrojándose al percibir la mirada constante del joven.

—No, nada —comentó Greyson de inmediato desviando la mirada, también con un ligero sonrojo en las mejillas—. Solo me preguntaba si... —El joven tragó saliva, nervioso. Marlene apretó el trapo con ambas manos—. ¿Podrías abrazarme?

Greyson se encogió entre las sábanas apenado. Actuar como un niño asustado era una de las cosas que más odiaba, pero luego de llevar adentro todos aquellos sentimientos negativos que alimentaban a Ana, necesitaba un poco de cariño que le ayudara a no sentirse tan destruido. Pensó que tal vez, solo por esa ocasión, podía darse el lujo de ser condescendiente consigo mismo.

Por su parte, Marlene sintió que una enorme ráfaga de ternura la envolvía. Greyson vivía esforzándose en ser duro como una roca, aquel que podía sostener a toda su familia con sus propias manos pese a cualquier adversidad; y aun cuando era cierto, como todo ser humano, tenía momentos de flaqueza.

Marlene se inclinó sobre Greyson para abrazarlo con fuerza, quien no tardó en corresponder. El sol comenzó a entrar por la ventana iluminando la silueta de ambos jóvenes con tonos de naranja y amarillo.

Cuando Marlene se separó un poco del cuerpo de Greyson y sus miradas se encontraron, una sonrisa se dibujó en ambos rostros. Estuvieron contemplándose uno al otro durante unos segundos, hasta que el sonido de los pasos de alguien en el pasillo los hizo reaccionar. Marlene se levantó por completo y, luego de sujetar la cacerola con agua, salió de la habitación.

Greyson estuvo en observación unos cuantos días, solo para descartar por completo algún tipo de daño cerebral. Sus lesiones físicas resultaron no ser tan graves como se esperaban, y en los dos meses que le pidieron que mantuviera reposo en casa, la lesión en su hombro terminó por sanar casi por completo. La costilla había dejado de dolerle también, así que Erik decidió que pronto podría volver a su ritmo habitual de vida.

Las primeras semanas fueron complicadas para los hermanos Black, ya que Nathan debía volver a trabajar para solventar los gastos, y Castiel buscó un trabajo temporal para ayudar a su hermano, así que Marlene se ofreció para cuidar a Greyson junto a Nigel.

Al principio había resultado un poco difícil adaptarse al nuevo ritmo de vida, pero con la llegada de las vacaciones, todo se volvió más sencillo. Su vida estaba regresando a la normalidad.

Gracias al periodo vacacional Marlene podía pasar todo el día en casa de Greyson, atendiendo junto a Nigel sus necesidades. A la chica le agradaba el tiempo extra en compañía de Greyson y, el coqueteo constante que él le dedicaba cada vez que estaban solos, era como la cereza del pastel.

De pronto, el sonido de un fuerte golpe alertó a Marlene. La chica detectó que había provenido de la habitación de Greyson, así que salió de la cocina con brusquedad para dirigirse a toda prisa hacia la habitación del joven. Al llegar no solo se sintió relajada, sino también algo molesta.

—Greyson —llamó Marlene cruzándose de brazos con enfado—. ¿Ahora que quisiste hacer?

—Yo... —titubeó Greyson, quien se encontraba tirado de espaldas sobre el suelo a un costado de la cama. Encima de su cabeza estaban la sábana y almohada—. Estaba... ¿buscando una posición más cómoda?

Marlene suspiró.

—Tienes que dejar de hacer eso —regañó la chica.

La columna de Greyson había recibido más de un golpe fuerte en sus constantes intentos por ejercitarse a escondidas, y al recibirlos, le costaba trabajo volver a levantarse. Casi todos los días era lo mismo. Con cuidado, Marlene le retiró los objetos del rostro, sujetándolo después de la espalda para no hacerle daño y que pudiera sentarse en la cama.

—Si sigues tratando de hacer ejercicio sin recuperarte por completo te vas a lastimar —prosiguió Marlene. Greyson bajó la cabeza—. ¿Y sabes qué pasará si te lastimas?

—«Te retorceré el cuello como si fuera un trapo mojado» —citó Greyson antes de recibir un ligero golpe en la frente por parte de Marlene—. ¡Ouch! —gritó, aunque en realidad no le había dolido.

—Es una advertencia —agregó Marlene con gesto serio y un tenue movimiento de su dedo índice, para después sonreír y darle un beso suave en la frente—. Voy a terminar la comida.

—Espera. No he oído un solo ruido desde hace rato, normalmente a estas horas Nigel parece canario. ¿No está?

—No, dijo que necesitaba ir a casa de un amigo de la secundaria por unas partituras.

—Oh... —Greyson bajó la mirada unos segundos para luego sonreír de forma pícara, regresando la vista a la chica—. ¿Entonces estamos solitos? ¿Crees que se tarde? —Greyson movió las cejas de arriba hacia abajo y ante eso, el rubor no tardó en aparecer en el rostro de Marlene.

—¡Tú... solo quédate ahí! —exclamó avergonzada Marlene antes de salir de la habitación casi corriendo, completamente nerviosa. Greyson rio a carcajadas.

Cuando estuvo seguro de que la chica se encontraba en la cocina, recargó la espalda en la cabecera mirando hacia el techo. Siempre que Marlene estaba cerca de él podía ser espontáneo, alegre y algo atrevido. No necesitaba pensar las cosas que diría cientos de veces como hacía con todo el mundo, porque tan solo, se sentía cómodo con ella Tenía años sintiendo lo mismo y, aunque había intentado declararse en varias ocasiones, admitía que ella lograba intimidarlo y el temor al rechazo lo frenaba.

Y ahora, que estaba confundido también con respecto a Susy, tenía mucho menos valor hasta para pensar en sus propios sentimientos. Por primera vez en su vida, sentía el corazón dividido en dos. Cerró los ojos y negó con la cabeza.

—Maldita sea, Greyson ¿detuviste un ser demoníaco asesino y lloriqueas por problemas amorosos? —se quejó frotándose el cabello—. Esto no es una novela de romance. Odias las novelas de romance. Solo decide.

Greyson se removió en la cama de un lado a otro antes de decidir que se levantaría de nuevo; pero esta vez no para hacer ejercicio, sino para echar un vistazo en la cocina. Marlene estaba concentrada en su tarea, y aunque el platillo que preparaba no era complicado, ella parecía estar cocinando lo más difícil del mundo.

Greyson ya había tenido el gusto de probar los platillos que la chica preparaba y por lo regular tenía un buen sazón. Su comida siempre era de sabor agradable, sin embargo, le costaba un trabajo intenso cocinar cualquier cosa. Era algo que a Greyson le resultaba adorable.

El joven se dio la vuelta, se recargó sobre la pared cerrando los ojos y se concentró en la forma en que latía su corazón. En su mente los rostros de Susy y Marlene no tardaron en aparecer. Se mordió el labio inferior antes de negar con la cabeza. Abrió los ojos y regresó a la habitación cabizbajo. Necesitaba ayuda para decidir.

●●●

Nathan llevó a Greyson al hospital para que por fin el vendaje le fuera retirado del hombro, y al hacerlo, el muchacho se sintió liberado. Erik le dijo que aún no podía retomar sus ejercicios normales de golpe, ya que corría el riesgo de lesionarse; para volver a su ritmo normal, debía ir de forma progresiva.

Greyson accedió más por temor a que volvieran a vendarlo que por compromiso real. Cuando Greyson y Nathan salieron del establecimiento para volver a casa, Greyson decidió que era tiempo de hablar con su hermano. Después de todo, él era su confidente. Poco faltaba para ser su diario viviente.

—Quiero platicar contigo desde hace días pero no sé cómo empezar.

—Sabes que no voy a juzgarte, hermano. Solo dilo —respondió Nathan sin apartar la vista del camino.

—Bien, aquí voy —dijo Greyson tras aclararse la garganta. Nathan alzó una ceja interesado—: creo que estoy enamorado de dos chicas.

—Oh. Un problema bastante cliché —comentó Nathan dando una mirada rápida a Greyson—. ¿Susy y Marlene? —Greyson asintió con la cabeza—. Honestamente, creo que te ahogas en un vaso con agua. No deberías preocuparte tanto por eso. Solo analiza las cosas y decide.

—¡No es tan fácil! —objetó Greyson y, cuando Nathan se detuvo en un semáforo en rojo, intercambió miradas con él—. Es decir, no voy a jugar con los sentimientos de ninguna. ¡Yo no soy así!

—No te digo que lo hagas, solo que pienses las cosas. Sé realista. Crees que estás enamorado de Susy, pero ¿al menos la conoces? No supiste nada de ella como en catorce años ¿y ahora resulta que sigues enamorado?

Greyson miró intrigado a su hermano, quien hablaba con total calma.

—La conociste unos meses antes del incendio —continuó Nathan—. Y aunque has convivido unas cuantas horas diarias con ella en estos últimos dos meses, ¿realmente te puedes enamorar en tan poco tiempo? Sobre todo tú.

Greyson miró a través de la ventana pensando en lo que iba a responder, buscando cualquier excusa que refutara las palabras de Nathan, mas no encontró ninguna.

Cuando eran niños, a Greyson le gustaba la alegría y espontaneidad de Susy, aunque desde entonces sentía que eso estaba muy mal. Él era mucho mayor y por ende entendía más cosas sobre el amor que ella, quien apenas si sabía que un beso se daba entre enamorados.

Ahora que Susy era una adulta, Greyson entendió que ya no era esa niña. Y la mujer en que se había convertido, era desconocida para él. Nathan tenía razón. Nathan siempre tenía la maldita razón.

Nathan le puso una mano sobre el hombro a Greyson con cuidado, consiguiendo así sacarlo de sus cavilaciones.

—Oye, a veces eres una persona muy pasional e intensa y por eso viviste tantos años con la sombra de aquel incendio carcomiéndote de culpa, porque no haber estado ahí para ayudarlos fue casi una traición para ti; en estos últimos quince años pensabas todos los días en Susy y en la mujer en que se convertiría al crecer. ¿No crees que tal vez la hayas idealizado?

—¿Idealizado?

—En palabras sencillas: No te gusta quien es Susy ahora, porque no la conoces, lo que te gusta es quien imaginaste que sería con el tiempo. Tal vez de forma inconsciente se convirtió en tu fantasía de una mujer ideal.

—Y si es así ¿qué hago?

—Pues... si esa es la razón por la que quieres estar a su lado, y resulta que la Susy de verdad no cumple con tus ideales, puedes hacerle mucho daño. Aunque la verdad, creo que a ella le ocurre algo un poco diferente que también dista de la realidad.

—¿A qué te refieres? —preguntó Greyson alzando una ceja.

—Tú amas lo que imaginaste que ella podría ser. Ella ama el recuerdo de lo que fuiste. Y eso, hermano, no es amor de verdad.

Nathan arrancó el auto una vez más cuando el semáforo se puso en verde. Sabía que sus palabras estaban haciendo que muchas cosas cruzaran por la mente de Greyson, y aunque pensó que quizá había sido algo rudo, no quería que su hermano cometiera un error del que después se arrepintiera.

Cuando Nathan y Greyson llegaron a casa, se sorprendieron al ver el auto de Hans estacionado afuera. Ambos jóvenes intercambiaron miradas, confundidos, para luego bajar del carro y entrar en la casa. En el sofá de la sala estaban Hans, Stephen y Susy. Greyson se quedó paralizado en el umbral de la puerta.

—Me alegra que volvieran tan pronto —habló Hans de inmediato mirando a Greyson—. Susy tiene algo que decirles.

Nathan y Greyson asintieron despacio y se dirigieron al segundo sillón de la sala, donde se sentaron para escuchar lo que la chica tenía que contarles. Greyson no tardó en percibir que Susy estaba cabizbaja y parecía preocupada por algo. Sintió miedo.

Susy permaneció en silencio durante varios minutos. Hans le colocó una mano en la espalda antes de acercarse y susurrarle algo. Susy se giró hacia él negando con la cabeza, sin embargo, cuando Hans volvió a susurrarle algo esta vez con expresión seria, Susy asintió. Alzó la mirada antes de comenzar con lo que tenía que decir.

—Como saben, estos últimos meses estuve yendo a las auditorías para la liberación de mis padres, y finalmente mañana saldrán en libertad —dijo Susy mientras jugueteaba con las manos—. Hans y yo fuimos a hablar con ellos en la mañana y me contaron que, apenas estén libres, van a volver a Metic y...

—Vas a irte —interrumpió Greyson sintiendo un viento helado recorrerle la columna.

—Sí —respondió Susy—. Crecí sin mis padres, y ahora que estarán libres por fin tengo la oportunidad de volver a estar con ellos y de retomar mi vida. Quizá esté siendo egoísta pero...

—Yo haría lo mismo. —Susy alzó la cabeza y Greyson le sonrió con ternura.

Ante la escena, una idea fugaz llegó a la mente de Nathan quien, tras inclinarse hacia Greyson, le susurró al oído lo que había pensado. Algo muy en el fondo le decía que sino aclaraba las cosas con Susy en ese momento, su corazón quedaría marcado. Greyson no tardó en aceptar la idea. Se giró hacia Susy con una sonrisa y dijo:

—¿Quieres ir a dar una vuelta?

Susy accedió, intrigada.

●●●

Greyson y Susy habían caminado unos minutos por el vecindario. Susy le contó a Greyson que, mientras él estuvo en coma, ella había charlado con Hans sobre el mensaje que encontraron en el blog de Dany.

«Ninguno de los dos vivirá si el otro sobrevive», decía. Era una cita de Harry Potter que Stephen descubrió en el blog, lo que hizo creer a Hans y al mismo Stephen que quizá Susy tendría que morir. Después comprendieron que no era así. Al menos, no con ella.

El incendio de Greyson dispersó la energía que Vedher había dejado en esa casa y, al detenerse su corazón, a Vedher no le quedó nada a lo que pudiera aferrarse para continuar entre los vivos, terminando así por ser enviado de regreso al infierno.

Greyson miró a Susy, curioso. Él mismo no tenía una consciencia clara de lo sucedido hasta ese momento, ya que había actuado conforme a la petición de Víctor. ¿Sería posible que Víctor, de alguna forma, hubiese podido manipular la situación? Parecía una locura, pero todo lo que habían vivido hasta ese momento en que Greyson y Susy habían terminado frente a una valla de madera viendo cómo el sol comenzaba a ocultarse, era una total locura.

Greyson pensó que tal vez Víctor protegió a Nigel de las garras de Ana, mostrándose frente a James para atraer su atención y que él entrara en el bosque donde encontró el guardapelo. De esa forma, Ana no tendría las habilidades de Nigel a su favor, pero Greyson sentiría empatía por James y se sacrificaría de todas maneras.

Tal vez Víctor, al estar atrapado en el paso al igual que Jenny, también logró sugerirle a la niña la frase del libro de J. K. Rowling que él bien conocía. Era una advertencia para Vedher, pero él la ignoró por completo.

Tal vez, y solo tal vez, Víctor había estado moviéndose desde las sombras, analizando todo para actuar de forma inteligente hasta que Vedher no tuvo escapatoria. Greyson sonrió de medio lado. Creer que eso había podido ocurrir era una locura.

—Greyson —pronunció Susy, cerrando los ojos al sentir la brisa acariciarle el cabello—. Gracias.

—¿Por qué?

—Por devolverme mi vida. Eres un héroe. —Greyson le dedicó una sonrisa cálida a Susy, quien no tardó en sonreír también—. Eres mi héroe.

Greyson se acercó a la chica despacio, le colocó una mano en la cintura para acercarla más a su cuerpo. Susy se llevó ambas manos al pecho y cerró los ojos. Ante la reacción de la joven, Greyson se inclinó hasta que sus labios pudieron tocar los de Susy.

El sol estaba terminando demeterse en la lejanía, tiñendo la escena de colores ocres y naranjas. La luzbrillaba iluminando la silueta de aquel contacto, permitiendo que en la sombrade ambos jóvenes se dibujara la silueta de un conejo.    

Greyson y sus hermanos observaron cómo el auto se alejaba de su casa. Susy pasaría esa última noche en casa de Hans y Stephen, y a la mañana siguiente la llevarían a reunirse con sus padres. Susy le había dicho a Greyson que volvería de visita alguna vez, así que ese no era un adiós.

—¿Aclaraste las cosas con Susy? —preguntó Nathan a Greyson una vez que los cuatro volvieron a entrar en la casa.

—Sí. Aún no sé si fue un error, pero pasó algo que me ayudó a liberar mis sentimientos contenidos y entender que para mí solo hay una mujer. Me gusta la Marlene que conozco, sé que ella no es una idealización.

—Pues ¿qué pasó?

Greyson miró a los ojos de su hermano antes de sonreírle. Nathan se llevó las manos al rostro y abrió la boca para imitar la expresión de El Grito.

—No puede ser, la besaste.

—¿¡Qué!? ¿Cómo sabes que...?

—Porque conozco esa cara de lujuria. —Nathan dio un par de pasos hacia la sala para alejarse un poco de Greyson y después gritarle—: ¡Domado está el león! —Y salir huyendo de la ira de su hermano.

—¡Ven acá! ¡Ya estás grande para estas tonterías! —gritaba Greyson mientras perseguía a Nathan por toda la casa, quien saltaba sobre algunos muebles para tomarle ventaja.

—¡No importa la edad mientras te enojes!

Al ver la escena, Castiel y Nigel no tardaron en acercarse discretamente a Greyson quien, en cuanto logró atrapar a Nathan y lo tiró al piso para comenzar con su brutal ataque de cosquillas, dejó de prestar atención al entorno.

—¡Bolita! —gritó Castiel antes de lanzarse encima de Greyson y Nathan y como siempre, Nigel que se había quedado a unos metros de distancia, se arrojó con toda la fuerza que pudo sobre sus hermanos.

Las carcajadas no tardaron en estallar, llenando la casa de una alegría que Nathan temió, no volverían a sentir. Pero ahora ahí estaban los cuatro, jugando y riendo como si tan solo hubiesen despertado de un mal sueño. Estaban juntos riendo como siempre y disfrutando de ser una familia. Podían ser cuatro hasta la muerte.

«¿Sabes lo que pasaría con KinKin si no se hubiera alejado de sus seres amados?»

Greyson recordó la pregunta que Víctor le hizo con calma cuando era niño. Y esta vez, como una tierna caricia, pudo escuchar la respuesta con total claridad.

«Habría sido salvado por el sentimiento más invencible, pequeño Greyson».

—Los amo —les susurró Greyson a sus hermanos.

N/A: Precioso dibujo hecho por: Angy-Ann ♥ Visítenla, es increiblemente talentosa.  (https://www.facebook.com/angydrawsowo/)

Gracias por leer hasta acá. Los amo. ♥

GIF PRECIOSO HECHO POR: DanyZarahi ♥ Síganla, es la mejor diseñadora/editora del mundo. 

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