9 Su amante, mi amante
Definitivamente no se me cruzó jamás por la cabeza, que la esposa o amante de mi esposo se transformaría en mi amante y yo en su amante, y que esto sería un circulo de amantes, esposas y esposo difícil de explicar o definir. Iris se marchó esta misma tarde luego de habernos besado varias veces, en repetidas ocasiones y estoy segura que si esto se hubiera dado en cuanto ella puso un pie en mi departamento probablemente no hubieran sido solo besos.
—Y entonces quiero que uses un traje de Hello Kitty porno, sosteniendo banderines que tengan dibujados penes de diferentes colores, sabores, tamaños y formas.
—Sí, está bien.
—¿En serio quieres usar un traje de Hello Kitty porno y sostener banderines con penes dibujados en ellos.
—¿De qué hablas?
—Es lo que acabas de aceptar —suspira y me mira— ¿Qué pasa? has estado ausente toda la conversación ¿pasó algo con Iris? —me ruborizo en cuanto la nombra y no puedo evitar sonreír en cuanto escucho su nombre—. Es eso ¿qué pasó? ¿se acostaron? ¿ya hicieron las famosas tijeras?
—¿De qué hablas? solo nos besamos —él abre la boca en shock y parpadea lentamente antes de explotar.
—¡La besaste! ¡Se besaron! ¡Oh mi Dios! —tapo su boca y lo hago sentar de nuevo.
—Deja de hacer un escandalo ¿quieres? Por Dios santo —la gente voltea a vernos— sabes que odio las escenas públicas —me mira sacando mi mano de su boca, esperando respuestas—. Ayer...
—Ayer qué, Vero, no me hagas poner más ansioso.
—Bueno estábamos hablando demasiado juntas, una cosa llevó a la otra, nos besamos, nos confesamos que nos gustamos, hablamos muy por encima, seguimos besándonos luego de eso, hasta que tuvo que irse.
—Por eso tus labios se ven aún algo inflamados —llevo una mano a mis labios para tocarlos y si están algo hinchados, fue difícil luego del primer beso mantenernos lejos la una de la otra, sabiendo que solo tendríamos unas horas más juntas— y tu cara de no haber dormido nada anoche —de hecho no dormí nada, el sol asomó está mañana y aunque me gustó ver el amanecer, no soy fan de no dormir— ¿Qué piensas y sobre piensas tanto? siempre te dije que tenías un aura gay.
—Voy a ignorar la estupidez que acabas de decir —hago sonar mi cuello y doy el ultimo sorbo a mi café frío—. Me siento bien, pero mal al mismo tiempo. No entiendo como Luke puede hacer esto con las tres y no sentirse culpable, me siento la peor persona del mundo, aunque sé que él es re contra infiel conmigo, pero no sé, no se siente bien, aunque con ella me siento bien. Quizás solo lo hago demasiado complicado.
Al momento de que él me diga algo entra su novio y corta la conversación, Johan no quiere irse y dejarme así, pero ya había quedado con él en ir a un almuerzo con amigos al cual yo decliné en ir, lo cual me salva y agradezco porque honestamente no tengo mucha cabeza para lidiar con las preguntas de mi amigo hoy y mi propia crisis de darme cuenta de que en verdad me gusta ella, y que quizás no amo tanto a mi esposo como creí que lo hacía.
Camino por la ciudad sin un rumbo fijo, solo vago por ahí buscando inspiración para tomar nuevas fotos y vaya que encuentro, unos chicos bailando música callejera, chicos andando en patineta, niños jugando con un burbujero, una pareja de ancianos sentados lado a lado tomados de la mano, mientras ella le da de comer a las palomas y él sonríe conversando a su lado mientras le dice a dónde tirar las migas de pan, ya que la señora es ciega y su bastón descansa a su lado, con la autorización de cada persona tomo las fotos, tengo bastante buen material, pero una imagen queda prendada en mi retina y me saca una sonrisa, es una mujer que sostiene un ramo de flores apoyada en la baranda del muelle de perfil, mientras la brisa el mar mueve el cabello que su sombrero no atrapa.
—Que hermosa vista —digo acercándome luego de capturarla en varias fotos.
—Bastante linda —voltea y me sonríe— y el mar también le da su toque —me ruboriza y sonrío—. No podía irme sin asegurarme de darte de esto —extiende el ramo de flores hacia mí y lo tomo— y sin asegurarme de tener al menos una primera cita contigo ¿qué me dices?
—¿Una cita?
—La primera cita, no será la única ¿quieres? —asiento, me extiende la mano, la tomo pero rápidamente sube su mano entrelazando nuestros brazos— Nos verán menos así, no quiero que te sientas incomoda, ahora vamos que tengo algo preparado.
—Iris, él vuelve hoy y...
—Lo sé, pero no quiero que te arrepientas de habernos besado o de esto, lo que sea que está comenzando entre nosotras —me sonríe y no puedo evitar verla embobada— ¿te arrepientes? —niego con la cabeza— ¿y a qué se debe entonces tu falta de sueño? tienes ojeras, no has dormido nada anoche.
—Quizás en que... —suspiro— no lo sé, no lo siento correcto —ella en vez de enojarse o suspirar cansada me escucha con atención otra vez, sobre lo mismo que ya habíamos hablado—. Estoy algo cansada de idear maneras de hacerle la vida imposible a él, creo que quiero divorciarme, la verdad es que desde hace tiempo no soporto que siquiera esté cerca de mí.
—¿Recuerdas que te dije que soy contadora y auditora? —asiento aunque no sé que tiene que ver todo esto con él, con nosotras y con habernos besado repetidas veces— Bueno estoy investigando a nuestro esposo —paro de caminar de golpe—, quería decírtelo cuando tuviera un poco de información recaudada, pero sospecho que no solo nos ha estado engañando en la relación. Pero no te alarmes, no quiero que nuestra cita sea sobre él —mira rápidamente hacia los lados y me da un beso fugaz en la boca.
—Iris...
—Nadie vio nada —sonríe—, lo siento no puedo estar cerca y no besarte.
Seguimos caminando por el muelle para parar en un restaurante de mariscos, conversamos y en cuanto dejamos las manos sobre la mesa, ella roza la punta de sus dedos sobre mi mano para alcanzarme de manera casual lo que me hace sonreír, siento una felicidad que no había experimentado en mucho tiempo. Mientras estamos almorzando no puedo evitar tomar fotos siempre pidiendo autorización luego de capturar primero el momento a veces, las fotos que salen de manera espontaneas son las mejores, pero necesito autorización de quienes salen para poder exhibirlas. Caminamos de vuelta al muelle aunque tengo varias fotos, me gusta capturar el atardecer, pero esta vez en vez de ir por arriba, vamos caminando por la arena por abajo del mismo y aunque hace frío y la brisa que corre es fresca, ella sigue a mi lado.
—¿No te molesta esto?
—¿Qué?
—A veces puedo ser algo adicta a tomar fotos y mi cámara es una parte de mí, rara vez salgo sin ella —ella sonríe y niega.
—No me molesta, me gusta ver como tomas fotos, y luego verlas desde tu mirada, me enseñas a apreciar cosas que muchas veces paso por alto, como el atardecer —señala al mar, mientras el sol comienza a caer—, como las risas de las personas que conversan en un puesto callejero, o el vendedor ambulante de la manzana acaramelada cuando le dio una a un niño que la ve con una gran sonrisa, o los adolescentes que compartían una algodón de azúcar. Supongo que ser fotógrafa te da un son natural para ver cosas que al resto de los mortales se nos pasan por alto ¿que te parece tomar una foto desde abajo del muelle? el sol ya está por ocultarse.
—Claro.
Me quedo fascinada con lo que me ha dicho, a Luke le molesta que siempre lleve mi cámara, porque en cierto punto tiene razón muchas veces las conversaciones se ven interrumpidas por mi repentino ataque de querer capturar el momento perfecto, pero ella en vez de ver el lado "malo" ve la otra cara, el lado bueno y eso me hace sentir un poco menos culpable por ser tan adicta a veces y amara lo que hago. La sigo bajo el muelle y espero el momento perfecto para ir capturando la puesta de sol en el horizonte, desde diferentes ángulos, pero ella también esperaba el momento perfecto, en cuanto el sol se oculta, me gira hacia ella y nos besamos, no es un beso robado y fugaz como el que me dio arriba del muelle, ni uno desesperado como mis ganas de querer probar su boca desde que la vi, es un beso delicado, acompasado y suave.
—Moria por volver a besarte de nuevo.
—Yo también —le confieso y vuelvo a unir nuestros labios, pero me separo de ella al sentirme observada.
—¿Qué pasa? —pregunta cuando me despego y miro hacia todos lados.
—No sé si estoy imaginando cosas o en verdad alguien nos vigila, no dejo de tener esta extraña sensación de ser observada.
—Sí, yo también la tuve, pero llegue a pensar que estaba loca o que eran cosas mías ¿vamos?
—Vamos.
Ambas nos separamos caminando lado a lado, hasta subir por la playa y dejarla atrás, Iris tiene su auto estacionado no muy lejos, pero si en una lugar que nos da algo de privacidad, nos metemos a su auto luego de mirar hacia todos lados, incluso dentro de su auto nos aseguramos que nadie nos vea, aunque seria difícil ya que los vidrios son polarizados.
—Vero.
—¿Qué?
Como cada vez es ella quien me besa primero, soy yo quien le pide permiso a su boca para explorarla y ella me lo permite. Hace menos de 24 hs desde nuestro primer beso y ninguna de las dos ha podido dejar de besar a la otra, aún me parece increíble que ella haya decidido volver para darme un ramo de flores y tener nuestra primera cita, que me haya prestado atención y que recordara que una vez le conté que cuando me siento algo perdida vengo al muelle para caminar, tomar fotos y despejar mi cabeza, y que aparte de tener en cuenta ese detalle también tuviera en cuanta que quizás anoche que no dormí exactamente bien, podría haber venido aquí, con ella noto la diferencia entre estar con alguien por costumbre y estar con alguien que te gusta y te presta verdadera atención.
—Iris —logro decir apenas separándome de sus labios—, debemos parar.
—No quiero, no sé cuando vuelva a verte y quiero seguir besándote.
—Yo también, pero... —mi teléfono suena, es él, ambas nos miramos y atiendo—. Hola ¿ya llegaste? No lo olvide —¿cómo podría?—, tienes comida en el heladera, yo me voy a demorar un poco ¿Quieres que compre la cena? —Iris me mira hastiada desde el asiento de copiloto— ¿Qué quieres comer? ok, llevo pizza de tu lugar favorito —me dice te amo, pero no le respondo de vuelta y le corto antes—. Tengo que volver.
—Lo sé —suspira cerrando los ojos y me acerco a ella para dejarle un suave beso—. No te pongas así.
—Cada vez me cae peor y más ahora que me gustas más de lo que él llegó a gustarme alguna vez —suspira—. Te dejo cerca, seguro llegaste caminando, aparte así voy a poder besarte de nuevo —sonrío y acepto.
Me deja a una cuadra del local de pizza e intento bajarme sin despedirme, pero siento un tirón en el brazo que me hace retroceder y unir nuestros labios, me acomodo mejor en el asiento así nos besamos un rato más antes de que me baje, espero que él no note la inflamación en mi boca, aunque honestamente creo que a veces ni siquiera me ve.
—Nos vemos en cuanto podamos.
—Sí, avísame cuando llegues para saber que estás bien, vete a descansar y gracias por el ramo —tomo las flores—, me han encantado las flores.
—Gracias por los besos, también me han encantado —sonríe—, te aviso cuando llegue, de todas maneras vuelvo mañana en la mañana a mi casa. Ve con cuidado y éxitos con el imbécil.
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