8 Aliadas cercanas
Sonrío y en cuánto le digo un precio ella me gira el dinero, pero es un poco más de lo que le dije, miro la cantidad y la observo, ella se sentó, sigue comiendo y sonríe sin verme en cuanto veo el monto que me mandó.
—Es un precio más que justo, es tu trabajo, no lo andes regalando, solo porque soy cool y nos llevamos bien.
—Ahora me caes mal.
—Yo sé que no —me guiña un ojo y me ruborizo, siento el calor en mis mejillas. Me entra un mensaje de Luke—. El imbécil llegó con Aurora —le comento y ve por encima de mi hombro.
—Tal vez deberíamos decirle...
—No —me dice seria—, nosotras somos sus esposas.
—¿Qué quieres hacer mañana? Digo, toda mi colección se vendió y acabo de vender más trabajo, justo recién, tengo dinero para invertir en lo que quieras hacer —apoya los brazos cruzados sobre la mesa y me observa fijo— y tengo que tomar fotos nuevas.
—¿Agregaras más fotos mías a tu trabajo? —sonríe y niego bajando la mirada a mi plato—. Sorpréndeme, tú eres de aquí, organiza el tour y yo te sigo —asiento— ¿Vamos a acostarnos viendo una película?
—Vamos.
Recogemos todo en cuánto terminamos de comer, ella lava la vajilla sucia mientras yo limpió la mesa y guardo en la heladera las bebidas que sobraron, le coloco la traba que solo tiene llave por dentro a la puerta, no quiero que él vuelva y nos sorprenda a sus dos esposas durmiendo en la misma cama, lo que nos faltaría es que encima se hiciera la víctima.
—¿En qué lado duermes?
—Izquierdo si te paras de frente mirando la cama —le respondo, ella toma ropa y vuelve vestida para dormir con un pantaloncito y camiseta de seda rosa—. A veces olvido lo rica —se ruboriza, quizás sonó...— que eres —se ríe— ¿Por qué tienes tanto dinero o tu familia de qué es dueña?
—Mi familia tiene empresas en varios rubros, yo trabajo haciendo los balances de las cuentas, la mayoría de las veces desde casa, solo hago las auditorias de manera presencial cuándo es necesario.
—¿Eres algo así como una contadora?
—No soy algo así como una contadora, soy una contadora, bueno y economista —abro los ojos grandes impresionada— ¿No tengo pinta de contadora o economista?
—Para nada —ella se ríe y asiente—, bueno en tu defensa no pareces una típica ricachona mimada.
—Gracias, en tu defensa, no pareces la típica artista consumidora de drogas, arte cutre y llena de amigos raros como ella —abro la boca—. Tú empezaste primero usando estereotipos —muerdo mi labio inferior y miro al techo— ¿Puedo abrazarte? —volteo a verla— Es que es una costumbre, sino me cuesta mucho dormirme.
—Está bien ¿Me puedo voltear o...?
—Sí, te abrazo por la espalda.
Sin decir algo más me volteo sobre mi costado derecho, la siento acercarse y colocar su brazo rodeando mi cintura, realmente se queda dormida en menos de 15 minutos, lo sé porque lo estuve viendo en mi teléfono. La siento respirar tranquila, y dormida se pegada aún más a mí, apoyando su nariz en mi cuello, siento mis latidos acelerados y trago despacio, no sé porque me siento así, con Luke jamás me había pasado esto. Poco a poco logro quedarme dormida y me siento cómoda con ella a mi lado, encuentro que sus piernas son suaves y cálidas no como las de Luke que son peludas y demasiado calientes, incluso su cuerpo no es pesado y me estorba o emana demasiado calor, de hecho ambas nos acoplamos muy bien.
El sol inunda con sus rayos de luz el cielo, y la luz se cuela por la habitación, siento el aroma al café recién hecho, a tostadas y un calor a mi espalda de un cuerpo que se acerca al mío, doy la vuelta con una sonrisa y me la topo a ella mirándome muy de cerca, tanto que puedo sentir el calor de su aliento en mi rostro.
—Buenos días —me dice con una sonrisa—. Deja que te saco la pestaña —toma algo de mi rostro— ¿café?
—¿Servicio al cuarto? Se supone que tú te estás quedando en mi departamento, yo debería haber preparado el desayuno.
—Lo sé, por eso te daré 3 estrellas —ambas reímos, ella se quita de encima mío—. Si esperaba que te despertaras hubiéramos almorzado directamente y tengo hambre —me siento en la cama estirandome y restregando mis ojos—. Has dormido bastante bien por lo visto, eso quiere decir que fui una buena almohada.
—He tenido mejores almohadas, pero no me quejo.
Me tira una almohada en el rostro y ambas reímos, si le contara a mis amigas que soy amiga de la otra esposa de mi marido me tildarían de loca y si supieran que ella se queda a dormir cuando él no está, me internarian con efecto inmediato. Pero no puedo negar que se siente bien que alguien me comprenda, que aunque las circunstancias son raras, nos llevamos bien y que extrañamente me siento más cómoda con ella que con mi futuro exesposo.
—Ayer estuve pensando en un tour personalizado para mostrarte la ciudad —como la tostada y doy un trago a mi café antes de seguir— ¿Qué te parece ir a unos puestos ambulantes de food trucks? se juntan varios carros para vender comida, luego compiten a ver que carro tiene más votos y los perdedores ofrecen 20 cupones de descuentos a los comensales, luego hay un festival de cortometrajes en el centro cultural y podríamos cenar algo aquí luego.
—Suena excelente, por cierto creo que voy a quedarme por tres o cuatro días ¿Te molesta si me quedo aquí?
—Por favor quédate aquí. Tenemos que planear nuestros próximos movimientos.
Y así es como Iris, se quedó, dormimos juntas cada noche, hicimos planes cada día, y la pasamos muy bien juntas, la venganza quedó en segundo plano ya que estábamos demasiado ocupadas pasándola bien, hasta salimos de compras con Johan y pasamos una tarde de chicas en un spa del centro, jamás me habían hecho masajes y no será la última vez ya que me dormí en medio de la sesión y los muy malditos me grabaron un video y me sacaron fotos.
Se quedó cinco días, y se sintió bien tenerla a ella como parte de la rutina de cada día, es raro lo cómoda que me siento a su lado y lo bien que congeniamos, el genuino interés de la otra por la otra cuando nos contábamos anécdotas o compartíamos alguna historia. Se siente bien tenerla cerca, creo que demasiado bien.
—¿En qué piensas? —afirma su mentón en mi hombro y me ve de costado apoyando todo su cuerpo en mi espalda.
—En que hoy tienes que viajar de vuelta y tendré al cacas de nuevo aquí.
—Ah eso, pero podemos seguir viéndonos, aún puedes ir a mi casa y podemos seguirnos viendo.
—Estuve pensando también en Aurora —ambas nos miramos frente a frente—, creo que deberíamos decirle, hablar con ella, no lo sé, no me parece justo que de las tres la única que no sepa y quede afuera sea ella —se aparta y me observa— ¿Qué es lo que no te agrada?
—A ver, no es que no me agrade, no la conozco como para afirmar algo así, es solo que no me convence que tengamos que decirle, ni siquiera está casada con el imbécil.
—Iris... —tomo su mano y ella mira entrelazándola para acariciarme el dorso.
—¿Y si le decimos y echa todos nuestros planes a perder? Yo aún tengo varías ideas para hacerlo sufrir, quiero que sufra un poco más —su mirada se torna oscura y tomo su rostro entre mis manos.
—En algún momento debemos parar, ya llevamos meses con esto, le hemos puesto polvo pica pica en los calzones —ella se ríe—, a los preservativos le echamos picante con una jeringa y pensó que se había pescado alguna enfermedad.
—Casi se le cayó el pene, lo adoré.
—Hicimos que una abeja le picara el ojo —sonríe—, el estrógeno y los laxantes. Le pusimos moco de sin techo en su sandwich —eso nos provocó ganas de vomitar a ambas y evitamos que nos besara—, fingí que se me cayó una tira depilatoria en el pecho y casi le arranco el pezón de un tirón.
—Yo le dibuje con el protector solar un pito en la espalda —se ríe a carcajadas—, hice que lo mordiera un perro y cayera sobre excremento con el rostro, fue asqueroso que se le pegara en los dientes —me río al recordarlo— y como olvidar cuando liberé una medusa que compré y lo picó en la ingle cerca de los genitales.
—Ha sufrido bastante.
—Aún queda más —acaricio su mejilla.
—Tendremos que parar en algún momento y creo que el que vaya a la cárcel por casarse dos veces es lo último y más que suficiente ¿O no? —ella me observa fijo y por un momento su mirada baja un poco hacia mis labios. Intento alejarme, pero me toma se la muñeca y me pega más a ella.
—¿Nos seguiremos viendo cuando todo acabe? —siento su aliento cálido demasiado cerca y sus pupilas dilatadas. No puedo negar que hay entre nosotras una conexión y atracción, hasta Johan me lo dijo— No quiero dejar de verte.
—¿Por qué?
—Creo que lo sabes —me toma de la cintura, pero no me tenso sino que dejo que me pegue a ella— ¿Acaso no se nota Vero? ¿De verdad no lo has notado? —estamos a escasos centímetros, pero no me alejo ni la aparto— ¿En qué piensas? —indaga.
—En que vamos a besarnos.
—Sí, yo quiero ¿Me dejas? —asiento.
Pega finalmente con un suspiro su boca a mis labios cerrando los ojos, los únicos labios que había besado en mi vida eran Luke y Jhon, con quién tuve mi primer beso en el kinder, pero probar los labios de Iris es simplemente y no tan simple, algo que está en otro nivel. Sus labios son suaves, su ritmo es tranquilo y no posesivo o apurado como el de él, ella se toma el tiempo de explorar mi boca, me pide con la lengua entrar y le doy acceso, sin darme cuenta me tiene ahora ella contra la encimera, y se pega a mí.
—Me encantas, fue mejor de lo que imaginaba —dice dejando pequeños besos— ¿Te gustó?
—Sí —digo en un casi inaudible susurro. Para ser ahora yo quién la besa y ella me corresponde de nuevo—. Ahora no quiero que te vayas —ella sonríe.
—Tampoco quiero irme —me dice sin dejar de darme pequeños besos—. Honestamente desde hace tiempo me molesta saber que estás con él, pero no por él, por ti, me molesta saber que te toca y siento una envidia tremenda al saber que puede compartir las noches contigo y que te hace lo que llevo soñando hacerte desde hace un tiempo. No quiero que te toque.
—Yo tampoco quiero que él te toque —sonríe—. Mañana te vas —le digo bajando a besos por su cuello y ella jadea, pero me obligo a parar no estoy lista para esto—. Creo que deberías fijarte que no te dejas nada, no vaya a ser...
—Vero... —toma mi mano y me mira—, me gustas, de verdad me gustas Verónica. Aunque te suene a cliché no hago esto con... yo no hago esto, no viajo a ver a mis amigas y si lo hago, no me quedo a dormir en la misma cama con ellas y si lo hiciera nos las abrazo cuando duermo —confiesa con una sonrisa avergonzada—. Sé que no nos conocimos en circunstancias ideales, pero si sé que me gustas —suspira y sonríe ruborizada— ¿Qué piensas? —miro nuestras manos juntas aún.
—¿Honestamente? —asiente— Es la primera vez que siento esto por alguien que no sea Luke y ahora que lo pienso, ni siquiera recuerdo haberme sentido tan cómoda con él como en estos días contigo, hasta por mensaje me siento mucho más cómoda hablando contigo que con hasta con mis propias amigas.
Me toma de la cintura y me lleva hasta ella sonriendo, toma mi mano y la besa, luego me mira y coloco ambos brazos al rededor de su cuello, ambas nos miramos sonriendo e inevitablemente llevamos la mirada hacia la boca de la otra. Soy quien se pega más a ella por la cintura y me acerco lo suficiente para sentir el aliento de su boca sobre la mía.
—Iris ¿qué pasará ahora?
—Vamos a besarnos.
—Sí, pero no hablo de eso.
—Lo sé, pero es complicado encontrarle un sentido o explicación, siquiera ponerle un título a esto.
—Estamos haciendo lo mismo que él nos hace.
—Karma divino, le llamo yo —sonríe—. Me gusta escuchar tu voz, pero justo ahora quiero volver a besarte y no parar por un rato —deja un corto beso sobre mis labios que eriza mi piel—. Luego hablamos.
Con ese último aviso me besa provocando que toda mi piel se erice, jamás me había pasado algo así con Luke, jamás había erizado mi piel, ni siquiera cuando teníamos relaciones o nuestra primera vez, ni siquiera el día que frente a un cura y nuestras familias y amigos dimos el sí en el altar. Quizás lo que tenía con él era más una costumbre que amor, quizás no soy tan hetero como pensaba, o quizás sí, nunca me había gustado o fijado en una mujer, como me gusta y me he fijado en Iris, y eso me asusta y emociona en partes iguales. Algo es seguro, dentro de muy poco, ya no seguiré casada con Luke Lawson.
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