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7 Una sensación extraña

La venganza es dulce y es un plato que se sirve frío, me lo estoy tomando literal, lo escucho gritar desesperado mientras como de mi tazón con helado, me río tragando el helado de chocolate y me levanto para la mejor actuación de mi vida.

—¿Amor que pasó? —entro "preocupada" y veo como los pedazos de cabello se le salen a mechones, grabo todo sin que él lo note para Iris.

—¡¿Verónica qué hiciste?!

—¿Yo? Yo no hice nada —digo haciéndome la ofendida.

—¡Mirá cómo se me cae el cabello! —toma el pote de la crema depiladora— Dejaste tu pote de crema depiladora al lado de mi baño de crema ¡Parezco el profesor Xavier de lo X men!

—Yo diría más bien que eres el tío Lucas de los locos Adams, has subido de peso y tienes tetitas —le aprieto un pecho y él intenta taparse con la toalla.

—¡Viajo pasado mañana! ¡¿Qué haré ahora?! No puedo presentarme así, soy la cara de la empresa —«sí, porque el cabello de la empresa salió del chat»—. Escucha podemos ir está tarde por una peluca, y lo solucionamos. Mira —tomo su mano—, perdona, pero tendrías que haberte fijado si había dos potes iguales.

—Pensé que me habías comprado otra porque le quedaba poco a la anterior.

—Pensar últimamente no es tu fuerte, estás algo hormonal ¿Estás en tus días o algo así? —le pregunto maliciosa como él tantas veces me lo hizo antes—. Termina de bañarte y vamos por esa peluca —lo nalgueo y salgo del baño con una gran sonrisa.

Iris no tarda en ver mi mensaje y mandarme un audio riendo sin poder hablar, grabé todo inclusive la nalgada que le dí. Fuimos a comprar una peluca, el se puso lentes de sol y una gorra, los pencotes de cabello que le quedaron se los rapó para quedar parejo. Otra vez esa extraña sensación de ser observada, miro entre la gente y hay una mujer con gorra y cabello negro mirándome fijo, en cuanto poso mi mirada en ella e intento acercarme desparece entre la multitud.

—¡Oye! —le digo a una chica volteandola y quitándole la gorra, me mira asustada— Lo lamento, pensé que eras una amiga, lo lamento, disculpa —le coloco de nuevo su gorra y miro hacia todos lados, la mujer misteriosa no está, pero siento que me sigue observando, esa sensación no se va. Mi teléfono suena—. Hola Johan ¿Qué pasó?

—Al parecer tienes una admiradora secreta o algo así.

—¿De qué hablas?

—Una clienta misteriosa compró todas tus obras, pidió que las bajaran de inmediato y las pasaría a buscar en una hora, le dije que era demasiado pronto, pero insistió y está camino a buscarlas.

—¿Cómo es ella? ¿Tiene cabello negro o...?

—No lo sé, vino un intermediario a arreglar todo por ella ¿Conoces a tu fan?

—No, y a esta altura con este idiota, quizás pueda ser un cuarta mujer —le digo acercándome a la tienda— o quizás esté paranoica. Te dejo, si llega a ir esta mujer misteriosa avísame, yo trataré de ir apenas pueda.

—Okay.

Le corto y me meto a la tienda sin prestarle atención, él me llama la atención y me pide opinión sobre cuál me parece mejor o más linda y yo poco le doy interés, quiero desocuparme así me marcho a la galería. Lo dejo en el departamento y vuelvo a la galería, al llegar están empacando todo.

—Hola —le digo a los hombres que están envolviendo y metiendo todo al camión— ¿A dónde llevarán esto?

—Aún no nos dicen a dónde, solo nos llegó el mensaje de venirlo a buscar y llevarlo con sumo cuidado.

—¿Sabes algo de esta mujer que compro mi obra completa?

—No, su intermediario dijo que pagaría el doble si era necesario para tenerla hoy en la puerta de su casa. No quiero que todo el mundo admiré lo que es de ella, es lo que dijo —frunzo el ceño—. Al parecer tu admiradora no te quiere compartir y no es la única, porque tu nueva amiga se hizo un viaje solo para verte y ver tu obra —me levanta una ceja—, solo hice un viaje así por un tipo que me encantaba como me cogía y te aseguro que valió cada metro —me guiña una ojo.

—Ves arcoiris en todos lados, en la secundaria me shipeabas con la capitana del equipo de animadoras, en la universidad con la chica de la cafetería.

—Y en ambos casos tuve razón ¿O no? —no puedo negar ese hecho—. El imbécil es el único pito que has conocido en tu vida, ahora que tendrás más libertad, puedes probar cosas nuevas, quizás un buen par de tijeras sea lo tuyo —los hombres que embalan y suben todo nos miran.

—¿Puedes bajar la voz? Y sigo casada, yo no soy la misma mierda que es él.

—Claro porque él ha sido tan respetuoso de su matrimonio, tan respetuoso que casó otra vez y quiso comparar si era un buen esposo contigo, tan respetuoso que hasta tiene una novia también. Por favor, a esta altura yo le hubiera metido los cuernos, cogiéndome desde el padre al hermano y algún sobrino dentro de los límites legales, también amigos y algún conocido en común.

Suspiro agotada en cuanto terminan de cargar la muestra completa, lo acompaño a la oficina, aunque tengo ganas de seguirlos seguro llego a un callejón sin salida y tal vez me gano una denuncia por acoso, así que desisto de esa genial idea. Mi amigo me da un fajo de billetes, pagó en efectivo, sin nombres, sin dirección, sin saber nada sobre la misteriosa compradora, solo que es mujer y que tiene un alto poder adquisitivo.

Guardo en dinero en mi cartera y me marcho a mi departamento, al llegar veo a mi esposo cargando sus bolsos.

—Se adelantó el viaje, la empresa me pidió viajar hoy, nos vemos en unos días —me besa y en cuanto se sube y volteo me limpio la boca.

—Buenas noticias, el puerco se marchó antes ¿Quieres venir a mi departamento? Y te cocino algo.

—Yendo.

Llega y al abrir la puerta me la encuentro con una gran sonrisa, me dice que quiere ir a ver la obra y sacarle fotos a lo nuevo, pero le comento que fue comprada y eso no va a ser posible, lo cuál me parece extraño porque pensé que podría ser ella la compradora misteriosa, pero parece tan sorprendida como yo. Se queda a comer mientras conversamos y luego vemos la misma serie que comenzamos a ver juntas en Netflix, acomodandonos en el sillón.

Lo cierto es que me gusta pasar tiempo con ella, y aunque nos caímos muy bien casi que de inmediato no me veo en un relación con una mujer. En parte por mi familia tradicionalista, mi cultura latina y muy católica ve la homosexualidad cómo algo malo, yo no lo veo así, mi mejor amigo es gay y mis padres respetan y aceptan eso, pero otra cuestión muy diferente sería que yo lo fuera. Quiero creer también que esto no es solo algo del momento y que quizás aunque nos divorciemos de este imbécil podamos seguir teniendo una hermosa amistad.

—¿Trabajas hoy?

—En realidad sí, tengo dos citas para una sesión de fotos en la tarde, pero luego ya me desocupo ¿Quieres quedarte? Digo, si es que no tienes nada que hacer.

—Mmm okay.

—Por cierto si no te importa puedes quedarte aquí y no gastar en hotel, de todas maneras vamos a vernos, ya cambié las sábanas y si te incómoda puedo dormir en el sillón.

—Pero si ya hemos compartido la cama, solo que esta vez no hará falta que nos duchemos juntas, al menos que quieras, claro —se ríe y creo que me está coqueteando— ¿Puedo pasar al baño?

Asiento y la guió, creo que si está coqueteando conmigo, osea no estoy imaginando cosas o me estoy sugestionando por lo que me dijo Johan, lo mataré, pero lo haré sufrir primero, me acaba de plantar un duda. Me marcho y estoy pensando casi todo el día en eso y estoy atenta en leer las señales.

Al llegar a casa ella tiene la cena lista y sus bolsos a un costado del sillón ¿Por qué le pedí quedarse si le sobra la el dinero? Pero la pregunta debería ser ¿Por qué aceptó si le sobra el dinero?

—¿Todo bien? —se acerca besando mi mejilla— ¿Cómo te fue? —wow no me esperaba este recibimiento, pero actuó normal y le regalo una sonrisa.

—Bien, las sesiones fueron bastente rápidas, la pareja del casamiento colaboró y hacían todo lo que les pedía, es un dolor de cabeza cuándo uno o ambos se ponen tercos y no quieren colaborar, hacen mi trabajo más difícil, y los padres del bebé también cooperaron, aparte el bebé durmió casi toda la sesión y no lloró casi. Creo que me traes suerte —ella sonríe.

Nos sentamos a comer y se interesa en cómo me ha ido y en querer ver las fotos, le muestro pasándole la cámara lo que hace que nuestras manos se rocen pero ella no le da importancia. Creo que me estoy sugestionando demasiado, te odio Johan.

Ella pasa las fotos con una gran sonrisa, antes de que termine me doy cuenta que hay algunas de ella que le tomé mientras estaba distraída e intento sacar la cámara rápido de sus manos.

—Perdón —le saco la cámara—, no debí tomarlas sin consultarte.

—En realidad me encantan ¿Cuánto me cobras para tenerlas impresas? —la observo— ¿Qué? Eres buena en lo que haces y el dinero no es un recurso que me falte, dame un precio y te transfiero, ni me vayas a decir que me las darás grátis o igual te giro dinero.

—Pero...

—Me gustan y las quiero o ¿Para que querías mis fotos sinó? —me quedo catatónica, porque ni siquiera debería haberlas tomado en primer lugar. Entonces ella comienza a reír— Vero por Dios cambia esa cara de pánico, solo te molesto, pero si quiero las fotos.

—Bueno solo déjame editarlas para darles algunos toques de luz y arreglar unos contrastes y te las paso. Disculpa —me mira—, no debería haberlas tomado sin consultarte, a veces solo tomo las fotos como un paparazzi acosador y no me doy cuenta de que tengo que pedir permiso, mínimo.

—No pasa nada —ladea la cabeza—, supongo que soy muy linda —dice con cero humildad y mucha razón, lo que me hace reír— ¿Qué? Cada uno sabe lo que tiene ¿O no te parezco linda?

—Sí, lo eres —sonríe y siento un calor apoderarse de mi rostro—, pero ni creas que te voy a seguir elogiando, sinó te pondrás insoportable.

—Dilo —me pica le mejilla y niego—, vamos dilo de nuevo —me pica la costilla y vuelvo a negarlo—, dí que soy linda una vez más —me toca abajo del brazo y descubre las cosquillas, entonces sonríe con malicia.

—Está bien —me para de pronto dejándo una distancia entre nosotras—, está bien, eres linda ¿Contenta?

—No te noto sincera.

—Puedo hacerlo mejor —me aclaro la garganta y me pongo seria—, Iris —toma aire—, me pareces una mujer hermosa —la otra se cruza de brazos y asiente pidiéndome que siga con los halagos—, trabajadora, vengativa —sonríe y da un paso hacia ella— y hasta podría fijarme en ti... digo si fuera...

«¿Qué estupidez acabo de decir?»

—¿Te fijarías en mí? —levanta una ceja y asiente con una gran sonrisa— Dime un precio, fotógrafa —intenta cambiar de tema y lo agradezco.

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