5 La vuelta a casa
Iris me deja en mi hotel, pero solo después de insistir en invitarme a desayunar, lo que hizo en el hotel confirma que es la correcta para vengarnos de él. Colocó nuestra ropa interior que terminó mojada entre las sábanas que dejó revueltas y los brasiers por cada punta de la misma, por lo que tuvimos que salir sin los nuevos puestos, me tomó de la mano y le dejo las llaves al chico que estaba en la mañana, decepcionada al no ver a la mujer que nos recibió anoche, solo hizo todo esto para molestarla.
—Lastima que estuviera el chico, me hubiera encantado ver la cara de la vieja de anoche, cuándo recibiera las llaves y más aún cuándo nos viera salir así.
—Eres malvada —se encoge de hombros con una gran sonrisa orgullosa.
—Creo que estoy en modo venganza, descubrir que mi esposo no es solo mi esposo activó algo en mí.
—No irás a vengarte de él acostándote conmigo.
—Somos socias en esto, Vero. Lo que quiero es que él sufra, no darle opciones para un trío —llegamos al hotel— ¿Cuándo volvemos a vernos? La he pasado muy bien contigo, pese a nuestra manera de conocernos —me sonríe.
—No lo sé —le digo respondiendo a su sonrisa—, pero espero que pronto, mientras tanto —le muestro el teléfono—, estamos en contacto.
—Avísame cuándo llegues, para saber que llegaste bien.
La abrazo y me bajo del auto para marcharme finalmente, llego directamente a la casa de mi amiga, le dejo su auto y me tomo el mío. Caigo rendida en cuánto toco la cama y entonces me acuerdo de Iris, sonrió y le escribo antes de quedarme dormida.
—Llegué.
—Genial, estaba esperando tu mensaje. Descansa, socia.
—Tú igual.
Me duermo de inmediato, tres días son los que pasan y él vuelve, había sido un alivio no tenerlo y ahora vuelve, suspiro y me lo quito de encima en cuánto lo siento arriba mío metiendo mano entre mi ropa y besando mi cuello.
—Amor, no tengo ganas —le quito el brazo y me levanto al baño. Al parecer el sexo que le negó Iris le ha acumulado las ganas—. Tengo que irme ¿Qué hora es? —miro la pantalla se mi teléfono— Mierda me quedé dormida —comienzo a vestirme rápidamente.
—¿Quieres que te lleve?
—No. Digo recién llegas necesitas descansar y atender eso —señalo su erección—, nos vemos más tarde.
—Bueno podrías ayudarme con esto antes de irte.
—Te dije que no tengo ganas —hastiada tomo una chamarra, antes le hubiera hecho al menos una mamada y me hubiera ido para no dejarlo así—. Tú puedes solo, eres un chico grande.
—¿Vero qué pasa? —se levanta de repente y me toma, viéndome fijo a los ojos tratando de dilucidar que tengo, pero su pene erecto infiel, me distrae.
—Nada —me suelto—, no vengo durmiendo bien, pasaron lo de la muestra y siento más presión, aparte un proyecto nuevo —la venganza contra ti— surgió y va a llevarme mucho tiempo. Te dejo tu batido proteico en la heladera —siento su pene tocar mi pierna—, atiende eso antes de que explote, no puedo demorarme más.
Se marcha besando mi frente, beso que me limpio en cuanto no ve, tomo su proteína y le coloco dos pastillas de estrógeno, un poco de endulzante, frutillas, banana y leche, lo revuelvo bien en la batidora y se lo dejo en su botella de plástico, le dejaría un escupitajo pero como no estoy resfriada y compartimos babas, no es necesario hacerlo.
—Me lo mandaste antes y llegó con todas las ganas.
—Lo siento, de pronto no tuve ganas ni de siguiera respirando. Le estuve dando el estrógeno que compramos, así que seguro está algo "sensible"
—Yo también le di su dosis, hoy, creo que se lo voy a moler para que lo lleve en su suplemento, así nos vamos a asegurar que lo tome cuándo esté con Aurora.
—¡Genial! No puede quedarse sin su dosis, el idiota. Por cierto le dije que estoy con infección urinaria, y el doctor me recomendó no tener relaciones, ve a ver tú que inventas. Pobre rubia se va a descargar con ella, lo único malo es que nosotras también sufrimos la abstinencia.
—Solo será por un tiempo, no creo que dure más que un par de meses. Tenemos que cuidarnos el doble para que no nos embarace, ya no quiero estar ligada a este idiota por un hijo y menos que menos tener que darle descendencia.
—Me gusta tu manera de pensar ¡¿Dónde estuviste toda mi vida?!
—¿Casada con nuestro esposo? —le mando en un audio y luego mi risa.
—Linda risa, éxitos en la exposición de tu trabajo, ten por seguro que voy a ir a verlo, no me perdería por nada tu exposición.
—Gracias y te espero, pero tenemos que tener cuidado —me manda dos manos haciendo un corazón y una carita tirando un beso. Suspiro y sonrió guardando mi teléfono.
Me pongo a ver las fotos que voy a exhibir y para dejarlas en el orden que van y la manera también, suspiro cuándo finalmente quedan puestas y las observo feliz.
—¿Lista para mañana?
—Lista, pero nerviosa.
—Es normal, estoy seguro de que va a ser un éxito, tengo buen ojo y al fin luego de rogarte tanto cediste a exponer tu trabajo. Tienes un gran talento, Vero, solo necesitas tener más confianza en lo que haces.
—Lo sé, es solo el miedo a los comentarios y la crítica. Cada foto, es una toma que hago con amor con cuidado y a nadie le gusta que critiquen a sus bebés.
—Es cierto, pero esto va a gustar mucho más de lo que piensas —me apretuja el hombro a su lado—. Vamos ¿Quieres ir por un café?
Nos vamos a la cafetería y en cuanto estamos por ordenar recuerdo a Aurora, ninguna moza se parece a ella o es tan amable, las miro y extraño la atención tan personalizada que nos daba la rubia.
—¿Estás bien? Pareces dispersa —me pregunta mi amigo frente a mí.
—Sí, solo me acordaba de alguien —sonrío y él me mira intrigado—. Dime que tal te va con Rick ¿Ya han tenido su tercer cita?
—¿De verdad piensas que no voy a preguntar en quién has pensado?
—No es nadie, de verdad y no quiero hablar de eso. Enfoquémonos en ti y en Rick.
Johan es mi mejor amigo, desde hace años, con Luke se toleran porque yo estoy en medio y básicamente, porque los tres fuimos a la secundaria juntos y él sabe lo que es mi esposo, o las cosas que pasé por él. La infidelidad no es de ahora, antes éramos unos niños y lo dejé pasar, pero al parecer no es algo que se le haya ido y mi amigo tenía razón, un infiel cómo él, no cambia.
Johan me cuenta con lujo de detalle las citas que tuvo con Rick, ambos hacen una linda pareja, mi amigo tiene la pinta de un culto asthetic como se dice a si mismo, por sus gafas de marco grueso, y la ropa vintage que usa con estilo, Rick usa trajes una barba corta, y tiene una sonrisa espectacular, que compensa su nariz estilo griega, su diente chueco y una leve cojera que le quedó de un accidente de auto en la pierna derecha. Mi amigo está flechado por su partidazo.
—¿Me vas a contar que pasa? —me dice mirándome a los ojos— En toda la conversación que hemos tenido, no has mencionado a Luke, ni una sola vez, y siempre se te cae tu marido de la boca cada vez que hablamos ¿Problemas en el nidito de amor?
—Algo así —lo miro dubitativa de decirle o no, seguro que me sugiere el divorcio y yo quiero verlo sufrir antes de hacer eso—. Descubrí... —lo miro—, que Luke me está engañando —mi confesión no lo sorprende— ¿Podrías mostrarte aunque sea un poco sorprendido?
—Oh Dios mío no, no me lo esperaba —actúa fingiendo estar sorprendido— ¿Quién iría a pensar que tremendo imbécil de mierda podría hacer una cosa así? ¿Así o más sobreactuado? —me río y lo golpeo— El perro viejo pierde el pelo, pero no las mañas ¿Cuándo vas a divorciarte? Tengo un amigo que es un excelente abogado, es más ya lo llamo y... —tomo su mano.
—No voy a divorciarme, no aún, no hasta que lo haga sufrir —una sonrisa siniestra se dibuja en su rostro—. Encontré un arito en su auto hace un tiempo, no quise pensar mal, por eso lo seguí y el que busca encuentra. Ella es —le muestro mi teléfono— Iris, su otra esposa —su rostro se llena de ira— y esta es Aurora, su novia.
—¡Ese perro mal nacido! —aquí comienza a insultarlo en húngaro, el idioma natal de sus padres muy enojado, luego se queda callado y respira— Te ayudaré a destruirlo. Espera —me observa curioso— ¿El viaje que hiciste fue para conocerlas a ellas?
—Para ver a dónde iba y conocer a Iris, que era la que me faltaba, la primera que conocí fue a Aurora —suspiro—. Hablé con Iris y ella quiere ayudarme a...
—¿En ellas pensabas recién? —sonrío asintiendo.
—Solo he hablando bien con Iris, Aurora no se ve el tipo de persona que pueda llegar a involucrarse. Nos llevamos muy bien y creo que puedo confiar en ella. Hasta ahora lo único que hemos hecho es ponerle pastillas de progesterona en el suplemento, de acá a unos meses más o menos tal vez hasta menstrue, el hijo de puta. Quiero que sufra y que se le caiga el pene si es posible o no se le pare nunca jamás —me tomo la cabeza—. Una noche lo vi dormir y tuve la tentación de cortárselo al ras ¿Cuántas cosas me perdí por estar con él? Hasta dejé de lado la maternidad porque él no se sentía listo, es la única persona con la que he estado sexualmente, mi primera vez y me casé con él.
Comienzo a llorar y mi amigo se acerca a abrazarme. Le entregué mi cuerpo y casi que mi vida a una persona que no lo vale, ahora veo todo de lo que me perdí por dárselo a él, todo lo que accedí a ceder con tal de no perderlo ¿A dónde me ha llevado eso? Si cada vez que veo a una mujer embaraza o con hijos, deseo ser ella, deseo formar una familia, deseo cargar a mi propio bebé, aunque cuándo me preguntan digo que no quiero hijos, sé que miento, no puedo mentirme a mí misma.
—Vero, todo estará bien, lo haremos arrepentirse de haberte lastimado —me seca las lágrimas—, voy a ayudarte a que eso suceda, porque lo odio y porque eres mi mejor amiga.
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