36 Y se marchó de un disparo
—Sí, si vamos. Toma tus bolsos.
Entra corriendo a la casa y abraza a Iris y Auveri, las llena de besos y la despego de ellas a la fuerza no hay tiempo para esto, tomo la mochila con los papeles, uno de los bolsos.
—¡VAMOS! No hay tiempo para esto. Verónica no hagas que me arrepienta.
—¿Qué pasa? —pregunta Iris sin entender mientras Auveri comienza a llorar—. No, Verónica no te vayas —intenta tomarla pero yo la tomo del otro lado y la saco a la fuerza— ¡No!
—Lo lamento, te amo, las amo, es lo mejor.
Nos subimos a un auto que compré usado y tenía tapado, la policía va hacía la casa y la hago agacharse en cuanto los veo pasar con las sirenas apagadas. Sí, lo logramos, cambié el prólogo, puedo cambiar el final. Veo a Verónica que llora en silencio a mi lado, la dejo llorar tranquila, después de todo no las volverá a ver, acaba de prometerme que será mía al cien por ciento y le haré cumplir su palabra y esta vez no habrá divorcio porque jamás se marchará de mi lado.
—Tenemos que pasar por la ciudad para ir al aeropuerto, si intentas algo, te prometo que voy a escapar y dejaré un pintura abstracta con los sesos de Riley cuando la encuentre y será toda tu maldita culpa ¿escuchaste?
—Sí.
—Bien aquí vamos. Toma —le paso la gorra negra y lentes de sol que usaba la autora cuando la atrapé—, ponte esto y calladita la boca.
Avanzamos por la ciudad y trato de mantener la calma manejando de la manera más relajada posible para no llamar la atención, llegamos a un semáforo y unos policías se paran a mi lado mirando hacia nuestra dirección, volteo apenas a verlos y los saludo con una sonrisa, ellos me devuelven el gesto y arrancan, pero unos metros más adelante encienden la sirena y dan vuelta el auto, mi corazón late con fuerza, tomo mi arma y ellos pasan en frente nuestro, para detener a un hombre que usaba un auto como el que tenía antes.
—Menos mal que vendí ese auto —digo relajada en un suspiro, mientras subo la velocidad antes de que cierren las salidas—. Deberías haber visto tu cara de esperanza. Menos mal que no nos atraparon porque sino podemos escapar, soy capaz de matarte y suicidarme para que nadie más te tenga —ella me mira abriendo los ojos grande—. Le dijiste a Iris que la amabas —no me mira—, te estoy hablando.
—¿Quieres que te mienta? Te amo entonces.
—Vas a tener que mentir mejor, hasta que te lo creas o me lo crea. Pero tranquila mejoraras con la practica aprenderás a mentirte a ti misma tan bien, que hasta tú te creerás que me amas —camino al aeropuerto disminuyo la velocidad y me meto por una huella.
—¿A dónde vamos?
—¿De verdad piensas que soy tan idiota de ir al aeropuerto que seguro está lleno de policías? Iremos en un avión que usan los locales para esparcir los insecticidas en los cultivos y vuela lo suficientemente bajo para no ser detectado por radar hasta el siguiente poblado.
De verdad tiene que aprender a mentir mejor, ella hasta el ultimo momento tenía la esperanza de ¿escapar o salvarse de mí? me dan hasta ganas de reír.
Al fin vamos llegando y veo el avión a lo lejos esperándonos para abordar, una vez que salgamos aquí todo será más fácil, solo tendremos que escondernos por un tiempo y luego podré sacarnos a la casa que tengo en Alaska, totalmente equipada para que ella no escape y podamos vivir cómodamente saliendo lo menos posible y con sin posibilidades de que ella escape a menos que quiera morir congelada. Voy a disfrutar tanto de nuestros días juntas, aunque me queda un gran trabajo para quebrar su mente y espíritu.
—Vamos —le digo saliendo del auto y tomando un bolso y una valija.
Camino detrás de ella, sé que Iris va a enojarse conmigo, pero era la oportunidad de librarla a ella, a Auveri y salvar la vida casi que sin querer de... Esperen ¿yo tengo...? yo estoy narrando ahora ¿eso quiere decir que lograron rescatar a la autora? Miro hacia atrás el auto y la miro a ella caminar segura adelante, si la autora tiene de nuevo el control ¿cuanto tiempo pasará para que ella lo note? se para de golpe y freno detrás de ella. Ya lo notó.
—Verónica —comienza a caminar lento hacia mí y comienzo a retroceder—, Verónica deja de retroceder.
—Ya no puedes hacerme nada, no tienes el control.
—Te voy a disparar —me apunta y gatilla, pero el disparo no sale, carga de nuevo el arma y nada, comienzo a correr hacia el auto, tirando los bolsos—. No, no, trabaje mucho para llegar a esto, para cambiar el final, mi final, no dejaré que eso pase —me toma del pelo cuando abro la puerta—. Vas a subirte a ese maldito avión conmigo y nos marcharemos.
—No —volteo y la golpeo tirando el arma—, yo volveré a casa con Iris, Auveri y Riley.
—Te mataré antes de dejar que esa doctora de cuarta las toque.
Comenzamos a pelear, el dueño de la avioneta de larga del lugar y escuchamos la sirena de la policía, forcejeamos y ella comienza a ahorcarme, intento sacármela de encima, pero es demasiado fuerte, veo el arma que cayó bajo el auto e intento tomarla, pero no llego. Pienso en Auveri, en Iris en todo lo que perderé si me muero, pienso en Riley, pienso en ellas que son mi familia y finalmente con la punta de los dedos toco el metal, hago mi ultimo esfuerzo, la tomo y disparo, su estomago y ropa se llenan de sangre.
—Si me muero, vivirás con esta imagen el resto de tus días —dice sonriendo— y ruega porque me muera, Verónica, porque si algún día escapo las mataré, pero primero haré que veas como las mato a ellas y su vida se escapa frente a tus ojos sin que...
Alguien le dispara en el pecho, miro el lugar de dónde provino el disparo y veo a su hermano parado a unos metros, no le doy el gusto de verla morir, volteo el rostro y me tapo los oídos, para no escuchar como se ahoga en su propia miseria. Su hermano se arrodilla para ser apresado mientras la policía lo reduce sin oponer resistencia al arresto, supongo que siente alivio y yo también al fin podremos dormir tranquilos sabiendo que ella y su locura no nos hará daño.
La policía me ayuda a levantarme, veo como se llevan esposado al hermano de ella, él me salvó y fue tan victima de ella como lo fuimos nosotras, haré todo lo posible para ayudarlo. Antes de que lo suban a la patrulla los freno.
—Gracias —él asiente—, haré lo posible para ayudarte —vuelve a asentir con alivio, va preso, pero lo veo aliviado.
Llego a la estación de policía y Riley corre a abrazarme, mientras llora entre mis brazos, luego se separa besándome con una sonrisa de alivio y veo a Iris pararse para golpearme en el brazo.
—¡Imbécil! casi te pierdo ¿en qué pensabas?
—Yo también te amo.
—Cállate —me abraza llorando—, tuve miedo.
—Lo sé, perdón, yo también —la abrazo fuerte y tomo a Auveri en brazos que me abraza fuerte también— ¿Dónde está ella? la quiero conocer y tengo que disculparme.
—Terminando de dar declaración —me dice Iris secándose las lagrimas.
Espero que la dejen ir, luego seguimos nosotras, Lea también está aquí ya que estuvo en la casa momentos antes de que todo pasara.
—Bien, ahora necesitamos hablar con Riley Moke —dice un oficial, ella me besa y pasa a la sala de interrogatorios, pero no veo salir a nadie.
—Disculpe, pero ¿no estaban tomándole declaración a alguien?
—Sí, ya salió.
Corro a la salida y la veo alejarse caminando para subir a un auto negro polarizado.
—Espera —voltea a verme y...
—Sin describirme por favor.
—¿Qué?
—Que no me describas —me pide—. Escucha, Verónica, debo irme, esta no es mi historia, es la tuya, de ustedes, ve adentro con tus mujeres a hija y termina de escribirla.
—Pero ¿qué pasará ahora?
—¿De verdad quieres el spoiler? —me sonríe— puedo decirte que no vienen más sorpresas de este tipo tan desagradables o eso espero. Cuando me di cuenta de lo que era ella, intenté advertirles, intente que se alejaran, pero no podía intervenir de manera directa, aunque supongo que lo hice, sabía que si salvaba a Luke cambiaba las cosas, las salvaba a ustedes. Ahora vuelve adentro.
—Gracias —es todo lo que puedo decirle mientras se sube al auto, entonces baja la ventanilla.
—Vero —volteo a verla—, jamás hubiera dejado que ensuciaras tus manos con su sangre, pero te pido que ayudes a su hermano a no ir preso, a partir de ahora, dejo de escribir esta historia la tendrás que continuar tú. Por cierto, lamentablemente no llegue a tiempo para comprar tu obra, pero me hubiera encantado hacerlo, eres una excelente fotógrafa, una excelente madre y serás una gran esposa —se coloca lentes de sol y se acomoda en el asiento de copiloto—. Salúdame a las chicas y sean muy felices.
—¿Le cambiarás el título?
—Adios, Vero —ella se marcha negando con una sonrisa.
Se marcha mientras me despido con la mano, Riley sale para tomar mi mano con Auveri en brazos, la beso y entro de nuevo a terminar con este bendito protocolo.
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