33 Loca
Ellas toman una buena decisión y no escapan, a pesar de haber sido unas perras y engañarme, son demasiado buenas personas como para escapar sin Luke. Yo no tengo problema en matarlo en cuanto ellas crucen esa puerta, pero ellas no podrían vivir con una muerte en sus consciencias y ese punto me beneficia enormemente a mí.
Por otro lado, la pesada de Riley no ha dejado de intentar contactarlas, esa doctora se ha transformado en un dolor de culo, creí que si lograba que la acusaran de complicidad ella se apartaría, pero fue todo lo contrario y eso me frustra.
—Bajen las maletas al choche y les advierto, que, si intentan escapar o hacer algo raro en el aeropuerto, haré que el idiota de mi hermano mate a Luke, lo grabe y voy a hacer que vean como el muere cada día desde que se levantan hasta que se acuestan.
—Aurora... —me llama Verónica.
—Lilith —la miro—, Lilith es mi nombre como la primera mujer de Adán que la iglesia ocultó de todos. Mi madre tenía un retorcido sentido del humor, por eso me deshice de ella en cuánto pude.
—¿Qué?
—Ahora le toca a la doctora —les doy una sonrisa siniestra y sus rostros se llenan de pánico.
—¡No! Déjala afuera de esto, ella no tiene nada que ver —me alza la voz y levanto una ceja.
—Tiene todo que ver, todo. Desde que llegó vi como la miraban, intenté cambiar de médico, pero en este maldito pueblo, hay pocas opciones —digo exasperada—. Bueno supongo que tendremos que elegir mejor la próxima vez, que sean hombres y tan viejos que ni siquiera —Auveri comienza e Iris intenta levantarse para alzar—. No —le apunto—, déjala llorar. Esa maldita niña también, desde que llegó ha acaparado toda su atención.
—Pero...
—Que la dejes llorar —cierro la puerta de su habitación y la escuchamos llorar desesperada— ¿Sabes lo que me costó hacer que te fijaras en mí? —le digo a Verónica— Que dejaras a este imbécil de mierda —pateo otra vez en el estómago a Luke—. Todo lo que tuve que planear para que finalmente quedarás sola y entonces el detalle que se me escapó —miro a Iris y la señalo—, ella —me acerco a acariciar su rostro y ella intenta quitarse, pero lo tomo con fuerza—, pensé seriamente en matarla, te lo juro que lo pensé —me mira a mí y la mira a ella—, pero me enamoré de ella como de ti y cuando me contó de la trieja, le metí tanto esa idea en la cabeza que te convenció, estabas tan reacia a dejar que yo me acercara a ti de esa manera, hasta que se dio la oportunidad y la tomé.
—Suéltala la estás lastimando —intenta sonar calmada y me doy cuenta de la fuerza con la que la agarro.
—Lo siento, amor —le digo y la beso con delicadeza, ella le acaricia la mano a Iris para que no se niegue, solo será peor, entonces me corresponde—. Ay Iris, te amo tanto como a Vero, aunque ella me robó primero el corazón, desde esa vez que la vi sacando fotos de la ciudad. Pero tú, tú lograste meterte también profundo en mí, cada caricia, cada gesto de atención —le acaricio el rostro mientras suspiro, es tan hermosa y maleable, es más fácil que Verónica de persuadir—. Tienes que estar feliz, ser así de dulce te salvó la vida.
Cansada de que Auveri llore la dejo voy por ella, trayéndola abajo del brazo como si fuera un muñeco, se la largo prácticamente a Iris y le doy un biberón para que le de la leche, me tiene tan harta esa mocosa del demonio, jamás quise hijos, pero sabía que ellas habían perdido a varios, y embarazarme sería una buena manera de atarlas a mí y funcionó.
Ella termina de darle la leche y la calma, la hace sentarse la hago sentarse al lado de Vero, pero le prohíbo tocarla, ato una de sus piernas a la pata de la cama y me llevo el arma a la sien rascándome la cabeza pensando que hacer con ellas, aún no sé si es buena idea llevármelas, no estoy muy convencida de que no vayan a hacer nada, pero si no las saco del país ahora, Riley va a complicar todo.
—Bien, vamos ya me ha cansado su presencia —señalo a Luke—, levántate —él se para a duras penas—, espero que tengas fuerza porque vas a cavar tu propia tumba —si lo ven cavando su tumba sabrán que voy en serio, esto no es un juego.
—No le hagas daño, por favor, Lili.
—¿Lili?
—Amor.
—Así está mucho mejor —Escuchamos una camioneta llegar—. Vaya, vaya ¿Qué tenemos aquí? La doc acaba de llegar voluntariamente a morir —dibujo una sonrisa siniestra—, bueno creo que mataré dos pájaros de un tiro, lo digo de manera literal, no pienso gastar dos balas.
—Amor, por favor no le hagas nada —me suplica Verónica aferrándose a mis piernas y odio que haga eso, odio que su humille así suplicando por la vida de esa mujer—, por favor —saco sus manos pero vuelve a aferrarse, entonces pongo el arma en su brazo y le saco el seguro.
—No voy a matarte, pero que me ruegues así por ella me pone de tan mal humor, que soy capaz de meterte un tiro en el brazo de la ira que siento ahora.
—Amor suéltala, por favor —le pide Iris, mientras escuchamos como golpean la puerta.
—Calladas —intenta salir e intento pensar en algo para que ella no baje.
—Amor —volteo a verlas— tengo... tengo algo que decirte —observo a ver curiosa a Verónica, siempre he sentido una extraña debilidad por ella, pero no tengo que dejar que se me note. Sé que ahora está haciendo tiempo para que la otra idiota que golpea la puerta se rinda y se vaya, también quiero saber con que me sale—, yo... —mira a Iris que la logra entender.
—Nosotras te amamos —siento que mis ojos brillan y me sereno un poco al escucharla, había esperado este momento y esas palabras salir de su boca hace demasiado tiempo—, queríamos decírtelo el fin de semana, habíamos planeado todo. En realidad, habíamos pensado mejor las cosas y decidimos que lo mejor es que estuviéramos las tres juntas —me dice ella.
—Mienten —por alguna razón me enfurezco, sabiendo que este momento no es real, solo lo hacen para que ella se vaya antes de que yo baje— solo lo dicen para salvar a esa puta del tiro que voy a darle en la cabeza.
—¡No! —dice desesperada viendo que estoy por irme—, es cierto —intenta parecer calmada. Pero en sus ojos leo la desesperación para que Riley desista y se vaya de una puta vez—, mira mi teléfono habíamos hecho una reservación en el mejor restaurante para decírtelo —lo tomo desconfiada y lo desbloqueo con facilidad, siempre supe sus claves—. Busca Megan's —la miro frunciendo el ceño—, así se llama el restaurante —busco y no puedo evitar sonreír al comprobar que es verdad.
En algún momento dejamos de sentir los golpes en la puerta y la camioneta de esa estúpida se marcha de aquí, al fin, veo alivio en sus caras al saber que ella se ha ido, me gustaría haberle disparado también, pero siempre puedo volver a este maldito pueblo para secuestrarla y encerrarla junto a él para tener a alguien más para usar en contra de ellas.
—¿Ustedes me aman? ¿De verdad? —les pregunto sorprendida.
—Sí, amor, de verdad te amamos.
—¿Cómo sé que esta reservación era para ir conmigo y no con ella?
—No puedes saberlo, solo te queda confiar en nosotras y en que decimos la verdad.
—Esta es la mejor noticia que... —sonrío y comienzo a llorar ¿Los psicópatas de verdad podemos llorar de manera genuina?— yo también las amo de hecho —busco en el placard y saco una caja—, quiero que se casen conmigo ¿Qué me dicen? —las miro sombría, solo aceptaré una respuesta, ellas se miran y yo espero.
—Que sí, claro que sí —sonrío feliz.
—¿Puedo pedirte un regalo de bodas adelantado? —la miro y asiento sonriendo.
—Pídeme lo que quieras.
—No lo mates, por favor —mi rostro pierde el brillo y se torna serio—. No quiero que manches tus manos de sangre con ese inútil infeliz —besa mis manos, ella no sabe que no me importa mancharme las manos con sangre, que ya me las he manchado antes.
—Puedo volver a atarlo y tenerlo encerrado, pero no lo dejaré libre ¿Entiendes que es un peligro que él esté libre, verdad? —asiente, se acerca a mis labios y la beso con los ojos abiertos para no perder de vista a los otros dos—. Sé que está demás decirles esto —acaricio su mejilla—, pero si intentan entregarme, si tan solo piensan en traicionarme, tomaré a la mocosa y la mataré frente a ustedes de la manera más cruel y despiadada que se me ocurra y luego las encerraré por un año hasta quebrar y fracturar sus mentes y espíritus —sonrío de manera sádica— ¿Fui clara?
—Muy clara, mi amor —dicen ambas.
—Perfecto —da un paso atrás y miro a Iris—. Dámela —le extiendo la mano, pero ella no me la quiere entregar—, Iris, dame a mi hija —le saco el seguro al arma y le apunto a Luke. Mira a Verónica que le asiente—, sino quieres que le haga daño, dámela —le digo de manera calmada y me la extiende, en cuanto Auveri está en mis brazos comienza a sollozar no le gusto para nada, nunca le he gustado—. Iré a encerrarlo, intenten algo, traten de escapar, llego y veo a la policía y ya saben que pasará con esta cosita que aman tanto.
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