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31 Mi consejero, su consejo

Johan vino cuatro días y se fue hace tres, me la pasé la mayor parte del tiempo pegada a él escuchando sus consejos, y él escuchando mis dramas y la mala decision en la que nos metimos de apresuradas con Iris.

—Toma y quita esa cara de velorio que me vas a deprimir y soy joven para tener arrugas faciales.

—Gracias.

—¿En qué piensas?

—En todo —suspiro mirando el suelo—, en todo lo que ha acontecido estos días, en cómo le diremos a Aurora las cosas, en que lo que probablemente suceda una vez que ella se entere que queremos terminar con esto  y en que probablemente se lleve a su hija y no volveremos a ver a Auveri nunca más —me tomo el pecho cuando siento un dolor punzante.

—Aman a su hija, Vero, no a ella —lo dice y suspiro el dolor que me oprime el pecho—. Ya tendrán sus hijos propios en algún momento, esa niña se irá y crecerá junto a su madre y ustedes seguirán con su vida y si la doc las quiere de vuelta, tal vez esa vida la incluya, pero tómense un tiempo por el amor de Dios —me río ante eso último y sin saber porque comienzo a llorar y él me abraza fuerte—. Vero...

—No quiero que se lleve a Auveri, amo a esa niña como si fuera nuestra, no quiero perderla.

—Vero, sé que duele esto, pero no es tu hija, ni de Iris, es de Aurora y luego de que hablen con ella sería algo lógico que ella quiera irse y llevarse a su hija.

Termino con mi sollozo mirando al frente, perdida en la gente que pasa por el parque, viendo los niños jugar, viendo lo que me perderé de Auvri cuando ella se la lleve, de todo lo que nos perderemos de verla crecer, pero estamos llegando a un punto con Iris de ni siquiera poder estar con Aurora, sin sentirnos culpables, ya cruzamos la línea y ambas estuvimos con Riley en muchas ocasiones, y lo peor es que seguimos pensando en ella a diario y cada vez nos alejamos más de Aurora, tanto física como emocionalmente.

—Tienes razón —digo por fin un poco más calmada—, hablaré con Iris y hablaremos con ella —veo una cabellera que conozco muy bien, con un gesto serio caminar mirando su teléfono con el ceño fruncido, se ve cansada y ya no tiene la sonrisa que adornaba su rostro—. Ella es Riley —le digo a Johan señalando a la castaña que camina mirando su teléfono distraída— la que va de pantalón negro y camisa blanca mirando su teléfono con un vaso de café en la mano. Se disimulado y...

Antes de darme cuenta el muy idiota se levanta y se encamina hacia ella, yo abro los ojos grandes a punto de detenerlo él me sonríe y camina aún más rápido para tropezar "sin querer" con ella, lo veo disculparse muy "apenado" él se ofrece a comprarle otro café ella suspira algo molesta y se busca manchas en su camisa blanca, mi amigo le dice algo y ella finalmente sonríe aceptando al parecer, que él le compre otro café porque se dirigen al puesto de café ambulante y le compra otro, luego se despiden y él vuelve a mí que donde me escondí como una cobarde detrás de enorme árbol.

—Sal ya se fue —salgo de mi escondite—. Vaya que tienes mejor puntería con hombres que con mujeres, esa mujer es hermosa, cálida y su sonrisa... 

—Ya lo sé okay —le corto algo molesta en seco—, sé lo que es Riley —suspiro y tomo rumbo a mi auto, mientras la veo alejarse preparada para cruzar la calle, el sol le da en la cara y me quedo perdida en sus figura mientras se marcha—. Por eso ni ella, ni Aurora se merecen que nosotras les hagamos esto, pero no puedo dejar de pensar en ella, fue como cuando conocí a Iris —él me sigue callado y se sube a mi lado en el auto— ¿Qué le dijiste para que nos se enojara por el café?

—Soy tan gay que sé que si hubiera manchado esa camisa blanca de Versace iría a lavártela a mano a su casa, eso la hizo sonreír y me dejó invitarle el café mientras hablamos muy brevemente de cositas. De verdad que estás más afinada en gay que en hetero, mejor quédate así.

—Eres un idiota.

—Y soy todo tuyo y de mi guapo novio —sonríe para acercarse a abrazarme y besar mi cabeza.

Al llegar a casa veo a Aurora colocar a Auveri en el cochecito dormida, a veces no siempre, la bebé logra quedarse dormida con ella. Me acerco y la saludo con un beso, para luego agacharme y mirar a la niña, me agacho y al recordar que es muy probable que en un tiempo no vuelva a verla, un nudo se forma en mi garganta y los ojos se me llenan de lágrimas, por lo que decido irme a dar una ducha antes de que ella me vea llorar.

Ahora a tres días de los que mi mejor amigo se fue, estamos las dos sentadas frente a Aurora que nos mira con una sonrisa de esas que te rompen el corazón, no tiene ni la más minima idea de lo que se avecina, y odio que esto que vamos a decirle vaya a lastimarla.

—Queríamos hablar contigo porque desde hace un tiempo, no... —intento seguir e Iris toma la palabra por mí.

—No nos sentimos como que vamos en la misma página, creo que tomamos una decisión apresurada en la relación y...

—Quieren dejarme —la sonrisa abandona su rostro y mirada se torna algo oscura— ¿Es eso verdad? porque están dando demasiado preámbulos para ser un poco más directas.

—No es eso...

—¿A no? no están ahora frente a mí para decirme justamente eso, después de que me pidieron venir con ustedes, de que lo dejé todo para venir con mi hija aquí, hasta vendí mi cafetería y empecé de cero confiando en ustedes, en otro país —ambas nos quedamos calladas—. Bien, me iré si es lo que quieren.

—Aurora espera —intento frenarla—, no queremos que se vayan. Quédate un tiempo y...

—¿Para qué? —me mira fijo con los ojos llenos de lágrimas— Lo dejé todo, toda mi vida en Estados Unidos, confié en ustedes —dice comenzando a llorar intentamos acercarnos y ella se aleja— ¿Hay alguien más? —nos mira fijo con una mirada que la tierna Aurora no tiene nada— Porque no soy estúpida y esto viene desde hace un tiempo, ambas se vienen alejando de mí desde hace tiempo —nos quedamos calladas un momento.

—No hay nadie más.

—Bien, solo denme tres días para sacar mis cosas y no volverán a vernos nunca más —nuestro corazón se estruja y miramos a Auveri jugar sin percatarse de nada en la alfombra con sus juguetes, nos mira con sus ojos azules y nos sonríe, intento agacharme para levantarla, pero un brazo me detiene—. No, ya no voy a dejar que nos hagan daño —se acerca a ella y la toma entre sus brazos—. A la final no terminaron siendo mejor que Luke —esa declaración nos dolió demasiado— , lo único bueno de todo esto es mi hija y no dejaré que ustedes nos lastimen.

Toma a Auveri entre sus brazos y sube a la habitación. Ambas nos quedamos mirándonos con pesar en nuestros ojos, ella tiene razón, todas dejamos mucho, pero en alguna medida yo e Iris continuamos con nuestras cosas y si le ayudamos a abrir una cafetería aquí, pero ella tenía una vida armada, su negocio con su clientela, su departamento y su vida en Estados Unidos, se vino con nosotras con la ilusión de un nuevo comienzo, de estar las tres a salvo de Luke y la cagamos al momento de querer abrir la pareja y ahora arrepentirnos de haber iniciado algo que no podíamos sostener, porque en definitiva como me dijo Johan, amamos más a su hija como si fuera nuestra, que lo que la amamos a ella como parte de la trieja. 

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