30 Su casa, el paraíso prohibido.
Como hacer para no caer en el deseo de lo que nos provoca Riley, su boca y la adicción que nos generan sus besos, querer verla, tocarla o simplemente rozarla. Es inhumano, es un instinto primitivo, un deseo profundo mezclado con una culpa que crece en igual medida, nos convertimos en quien odiamos en quien nos unió en un principio, nos convertimos en Luke y lo peor es que no siento que las tres podamos parar con esto, tal vez eso sentía él.
—Las extrañé.
Dice abriendo la puerta trasera de su casa dejándonos entrar como si fuéramos ladronas, luego de haber llegado en un Uber y de haber dejado mi auto en una casa abandonada que usamos de guarida, luego de haber buscado a Iris por el aeropuerto cuando se supone que debería de volver pasado mañana.
Quién primero ataca su boca es Iris con un hambre desesperado por sentirla piel a piel, la lleva contra los muebles de la cocina y en cuanto la deja dándome la espalda yo la ataco por detrás a tropezones entramos a la habitación para terminar deshaciéndonos de la ropa y explorando los cuerpos de cada una. No compite ni de cerca a cuando estuvimos con Aurora, pero ni siquiera se asoma, estar con Riley es adictivo, tentador, es un revuelo de emociones y es unas ganas de querer fundirnos en ella como si eso fuera posible, nuestros cuerpos parecen tener memoria, las manos y bocas saben exactamente donde, como y cuando tocarnos.
Cuando terminamos, miro la hora en mi teléfono y veo que me quedan 30 minutos más antes de tener que darme una ducha e irme, somos cautelosas a la hora de ver a Riley y no dejar rastros. Me levanto de la cama mientras Iris duerme, ella va a quedarse aquí los días que se supone debería estar de viaje todavía. Camino desnuda tomando el bolso con mi ropa y productos de higiene, no puedo oler distinto de los productos que uso en casa, ella lo notaría, al buscar el jabón veo como cae un dije de una cadena que ella me regaló y la culpa me revuelve las tripas, y adentro del baño vomito para luego comenzar a llorar con el dije entre mis manos.
—¿Qué pasó?
—Que esto está mal. Lo que hacemos está mal, nos convertimos en Luke —ella se queda callada—, no le podemos hacer esto a ella, ni a ti, a ti tampoco podemos hacerte esto, te ofrecemos vernos a escondidas, no tenemos citas, no podemos dormir contigo ambas cada noche y no creo que podamos hacerlo, porque te queremos, pero amamos a esa niña y no podemos, no puedo perderla.
Sigo llorando, ella me tapa con una toalla para sentarse a mi lado y reconfortarme, esto tiene que parar y tenemos que hacerlo ahora, antes de que nos enamoremos quizás todavía más porque a esta altura las tres sabemos que nos amamos un poco, no es solo conexión física, esto va más allá de eso , de lastimar a Aurora y de perder a Auveri, pero de todas maneras las tres salimos perdiendo a alguien.
—Perdón, perdome por favor, Riley.
—Yo accedí sabiendo todo esto, así que no me pidas perdón. Creo que lo conveniente no solo es dejarnos de ver, sino que también cambien de pediatra.
—Se terminó entonces —dice Iris parada descalza usando una camiseta y unas bragas desde la puerta.
—Sí, no podemos seguir haciendo esto, nos convertimos en...
—No lo digas —me interrumpe—, por favor, no lo digas, no somos ni por cerca la clase de mierda que es ese hijo de puta mal nacido. Pero tienes razón, vamos a lastimar a alguien y Aurora no se merece esto —mi teléfono suena y veo su nombre en la pantalla, trato de componerme y atiendo.
—Hola, cariño —Riley aparta la mirada y se aleja parandose, dejandonos a Iris y a mí en el baño—, me quede dormida me estoy por dar una ducha y te busco —abro la regadera—, ya voy no me tardo nada. Adios, te quiero.
Iris se acerca me abraza y me besa, para luego salir del baño, me ducho rápido, me visto y guardo el dije y el anillo para colocarmelo en el auto al subir. Iris me da un momento para despedirme de Riley, quizás sea la última vez que la vea al menos de esta manera.
—Quiero que sepas que todo esto para nosotras fue maravilloso —ella me mira con lágrimas en los ojos, silenciosas caen y entonces las mías también lo hacen—. Espero que seas feliz aunque no sea con nosotras.
—¿De verdad se quedaran con ella aunque no la aman?
—Riley.
—No la aman, Vero, y lo sabes, las tres lo sabemos. Yo no voy a detenerlas ni las voy a forzar a estar conmigo, pero no me parece bien que dejan de lado su felicidad de esta manera, solo quiero que sepas eso —me da un beso apresurado y se mete adentro, entonces sale Iris.
—¿Crees que hacemos lo correcto?
—Creo que la cagamos cuando nos enamoramos del imbécil de Luke en primero lugar, creo que ni Aurora, ni Riley se merecen esto y espero más que creo que estemos tomando la decisión correcta.
—Elegimos a Auveri.
—Sí.
—Pero a costa de nuestra felicidad.
—Sí —suspira y se lleva una mano a la frente mirando al piso—. Vete, luego hablamos ella te está esperando.
Llego a la cafetería, luego de haberme marchado y que Riley ni siquiera saliera a despedirse de mí, Iris no se quedó en su casa, sino que fue a un hotel por esta noche y mañana llegaría de "sorpresa" antes. Al llegar a la cafetería cruzo la puerta y el llanto de Auveri me hace correr a ella a tomarla entre mis brazos, Aurora me la entrega incapaz de calmarla y a mí me cuesta un poco lograr que deje de llorar.
—Hace rato que llora y no pudeo calmarla, por cierto llegas demasiado tarde, para la proxima si no puedes buscarme o simplemente no quieres, me avisas con tiempo y de alguna manera me organizo y resuelvo.
—Lo lamento me quedé dormida ¿Dónde tiene su biberón? quizás tiene hambre y está con el pañal repleto.
—No me ha dado tiempo de cambiarla, olvidé su biberón y el nuevo que le compré en la farmacia no le gusta.
—Solo déjame que la cambie y nos vamos —la coloco encima de una de las mesas, saco el cambiador y al sacarle el pañal noto que está demasiado paspada, como si hubiera estado hace horas con el mismo pañal—. Aurora ¿desde hace cuánto no la cambias?
—Te dije que no he tenido tiempo, se durmió, tuve mucha gente, se acaba de despertar y no ha parado de llorar iba a cambiarla cuando llegaste ¿Alguna otra pregunta?
—¿Qué te pasa?
No me responde, toma las cosas de Auveri y sale rumbo al auto. Termino de vestirla cierro y apago todo cerrando el local, la acomodo en su sillita, pero ella vuelve a llorar por lo que decido ir atrás sentada con ella y que Aurora maneje, que lo hace en silencio y sin inmutarse.
—¿Dónde está tu anillo? —miro mi mano desnuda y cierro los ojos— No te lo sacas ni siquiera cuando te bañas o vas al baño ¿dónde está?
—Lo tengo aquí —me lo saco del bolsillo trasero del pantalón y me lo coloco, ella asiente pero puedo notar el disgusto aunque no la vea de frente—. Una vez trato de cometer los errores, Veronica, solo una vez —me dije tajante en un tono que no evidencia para nada a la tierna Aurora de la que tan acostumbrada estamos—. Luke hacía lo mismo ¿lo sabías? —trago despacio— Si no quieren estar conmigo, tomo a mi hija y me largo, él hace mucho que no aparece y dudo que sea un peligro —el solo hecho de pensar estar lejos de Auveri me estruja el pecho. Si está paspada por no haberse podido hacer el tiempo de cambiarla ¿la dejaría llorar hasta cansarse por la leche?—. Todas dejamos mucho para encontrar la paz, yo dejé un negocio que iba bastante bien y aún lo tengo, aún puedo, solo tienen que decirme que ya no nos quieren en sus vidas y nos largamos.
—Si las queremos, solo me quedé dormida y...
—¿En casa? ¿Te quedaste dormida en casa?
—Sí.
—Bien, no olvides entonces dejarte el anillo puesto, para no perderlo y a nosotras en el proceso. Es muy sencillo tomarse un avión.
Me dice esto tranquila y en calma. Sé que ella sabe ¿desde cuándo? no lo sé, quizás siempre lo supo y esta no es una advertencia es un ultimatum, pero nosotras ya elegimos —miro a Auveri calmada entre mis brazos, mirarme con sus grandes ojos azules— un amor por otro, ojalá pudiéramos tenerlo todo, pero así no funciona la vida.
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