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28 Cumpleaños de Leanne

Dos semanas después fuimos invitadas cordialmente al cumpleaños de Leanne. Desde nuestra charla en el auto, dejamos de buscar ver a Riley, también dejamos de llevarla a Auveri las citas con la pediatra por cualquier cosa.

—¿Estás lista? —me pregunta Iris a mi espalda.

—Tratando, estás dos semanas me han costado.

—A mí también —me sonríe con tristeza—. Vamos que ellas nos esperan abajo.

Bajamos para ver a Aurora sentada mientras mueve el cochecito dónde está Auveri jugando con un sonajero y ella en el teléfono, nos ve bajar y eso es suficiente para tener toda su atención.

—Están... hermosas —se para de pronto para acercarse—. Es que wow, creo que es la primera vez que las veo tan arregladas —frunce el ceño pensando en algo y luego sonríe forzadamente—. Vamos —sale de la casa tomando las llaves del auto.

Para mí, estamos vestidas de manera común, quizás si nos arreglamos un poco más de lo "normal", pero es porque nos invitaron a un cumpleaños y queríamos venir presentables. Iris tiene un vestido largo beige con pequeñas rosas bordadas en el tul, lleva unas sandalias y el cabello recogido con un maquillaje liviano, yo llevo una camisa negra sin mangas ajustada al cuerpo, con un pantalón gris de jean y unos borcegos negros con el cabello suelto y maquillaje liviano, no estamos tan arregladas.

—¿Qué le pasó? —le susurro a Iris.

—No sé —me responde en el mismo tono, encogiéndose de hombros y tomando a Auveri.

Llegamos a la propiedad que pronto se va llenando de gente y entre esa gente llega ella, vestida casual con un vestido negro suelto abajo y apretado arriba que enmarcan su figura, siento que me transpiran las manos y mi corazón late con fuerza, entonces otra mano toma la mía y suspiro.

—Yo sé que es difícil, pero trata por favor de ser un poco más disimulada, Aurora nos está observando desde que Riley ha llegado.

—No puedo, está hermosa.

—Tienes que poder, mírame —la observo—, respira y aparta la mirada —le hago caso y aparto la mirada tragando despacio—. Muy bien amor. Ahora vamos con Aurora y Auveri.

Llegamos a ella que nos mira seria, de verdad a veces esa manera que tiene de vernos me da miedo. Me acerco a besarla y su mirada de suaviza, le sonrió y acaricio su mejilla, siempre he sido muy consciente del poder de persuasión que tengo en ella.

—¿Quieres tomar algo? —le digo acariciando su mejilla.

—Me gustaría un vaso del jugo fresco que están sirviendo.

—Cariño, —me dirijo a Iris— ¿Quieres algo?

—Lo mismo —sonríe de manera forzada y se obliga a apartar la mirada.

Llego a ellas con los vasos de bebidas. Entonces Aurora mira finalmente a Riley que ve en nuestra dirección.

—Llegó la pediatra —dice con un claro tono de disgusto.

—Ah okay —digo sin prestar mucha atención.

—Deberíamos ir a saludar no deja de mirar hacia acá.

—¡No! —decimos ambas al mismo tiempo y ella nos mira frunciendo el ceño.

—¿Qué les pasa? —pregunta claramente molesta.

—Chicas ya vamos a ir sirviendo —aparece Aly con una gran sonrisa—, vayan acercándose a la mesa.

Riley se sienta medianamente cerca, pero no lo suficiente, la mayoría de los niños que son sus pacientes la rodean y abrazan mientras conversan, ella tiene alzada a Solange, la hija más chica de la tríada, que tiene el mismo tiempo que Auveri.

La cena es un sufrimiento interminable entre miradas prófugas que van y vienen entre las tres. Uno de los hijos de las chicas me empuja y me mancho la camisa que gracias a Dios es negra, pero el pantalón no, me levanto y Leanne me dirige al cuarto de lavado, pero la llaman para cantarle el feliz cumpleaños y me quedo a solas limpiandome la mancha de la ropa.

—Oh, perdón pensé que era el baño —me tenso al escuchar la voz de Riley, sin dejarme responder vuelve y cierra la puerta—. Se puede saber ¿Qué les pasa conmigo? —doy un paso atrás con la camisa desabotonada que me estaba limpiando y me quedo muda—. Primero van por el consultorio casi que cada día, luego desaparecen y ahora ni siquiera son capaces de acercarse a saludar ¿Hice algo o?... —hace un gesto de disgusto— Solo quiero saber.

—No, no has hecho nada.

—¡¿Y entonces?! ¿Sabes lo difícil que es tratar de enfocarme en trabajar teniendolas en mi cabeza 24 horas al día? Soy doctora, no puedo estar distraída pensando solo en ustedes, así que dime que hice para poder sacarlas de...

La beso, me acerco y la callo con un beso, por Dios cuanto había deseado esto, ella me sabe a lo que me sabe Iris, a una adicción constante que querré repetir cada día, a cada hora y a cada rato. Me separo de ella, pero vuelve a besarme pegándose a mí, llevándome contra el lavarropa que se prende entre nuestro besos apasionado y nos hace parar entre risas.

—No has hecho nada y has hecho todo, nos encantas —acaricio su mejilla y sus labios—, pero elegirte o ver que nos pasa contigo es perder a nuestra hija, y no estamos dispuestas a perderla.

—Solo se quedan con ella, por la bebé ¿Entonces? —la callo con un beso.

—Me encantó el beso, pero no puede volver a repetirse.

Antes de irme, me toma una vez más en un beso profundo, uno que sabe a despedida.

—Será mejor que cambien de doctor, porque si alguna vez llegan a estar solo ustedes llevando a bomboncito a la cita con su pediatra, no creo ser capaz de contenerme.

Me da un beso corto y sale dejándome en shock. No sé cuánto tiempo éstoy en ese estado, pero aparentemente el suficiente porque la próxima en abrir la puerta es Aurora claramente enojada.

—¿Dónde te habías metido?

—Yo —miro mi ropa—, estaba limpiandome.

—¿Ya estás lo suficientemente limpia? —asiento— genial, vamos que quiero volver a casa, me siento mal.

Sale y cierra de un portazo, que me hace dar un respingo. Salgo y veo a Iris cargando a la bebé, mientras se despiden de todos, observo al rededor y Riley ya no está, suspiro aliviada de que se haya ido.

En el auto ninguna de las tres habla, mientras Aurora maneja de regreso, bajamos en silencio y sin decir más, nos preparamos para irnos a dormir, pero ella no duerme con nosotras sinó que pasa la noche en su antigua habitación. En la madrugada me levanto para chequear que ella está bien, voy a tocar su frente y su mano me tiene haciéndome asustar.

—Perdón, no sabías que eras tú —desde cuando tiene tanta fuerza— ¿Qué haces aquí? —voltea para darme la espalda.

—Viene a ver como estabas —le digo sobandome la muñeca.

—Aja, estoy bien. Ve a dormir —pero sigo sentada a la orilla de la cama.

—Vuelve a la habitación con nosotras.

—No quiero.

—¿Por qué? —ahora es cuando me pregunto si ella vio algo de lo que pasó con Riley en ese cuarto de lavado, pero no responde—, amor.

—No me digas así, sino me amas.

—¿De qué... ? —la siento llorar y la volteo— ¿Qué pasa?

—¿Por qué no se arreglaron tanto cuando me propusieron ser su novia aquella vez? —se limpia el rostro y me quedo congelada— es como sino les hubiera importado tanto. Yo las quiero —vuelve a voltear dándome la espalda—, pero a esta altura no sé si ustedes me quieren a mí, por quién soy o por lo que soy, la madre de Auveri.

—No es así, te queremos.

—Quiero dormir, estoy cansada —dice sin voltear a verme—, mañana no te necesito en la cafetería.

—Pero no te sientes bien para ir.

—No tengo que pedirte permiso para ir a trabajar —me dice cortante—, vendré a almorzar como cada día. Cierra bien cuando salgas —cierra los ojos y sé que la conversación terminó.

Me levanto de la cama y me encuentro con Iris por entrar, pero le niego con la cabeza, ve a Aurora por encima de mi hombro y suspira.

—Yo dormiré aquí con ella aunque no quiera, dijo que se sentía mal. Ve con Auveri.

Entra y cierra la puerta. A la mañana, solo estamos las tres en casa, Aurora salió temprano y no volvió hasta la tarde, ni siquiera vino a almorzar.

—¿Dónde estás? —le dejo el cuarto mensaje de voz y la veo entrar con ambas manos en los bolsillos de su chamarra— Hace horas que intento comunicarme contigo...

—Me quedé sin batería.

—¡¿Sabes lo preocupada que estábamos?!

—Iré a bañarme.

—¿De dónde vienes tan sucia?

No me responde y sube las escaleras, la veo ir desprendiéndose de su ropa a medida que cruza la habitación para entrar al baño y veo sus zapatillas llenas de barro y su ropa sucia, con... ¿Sangre? Entro rápido a la ducha si importar mojarme y la reviso para ver que no esté herida.

—¿Terminaste? Quiero bañarme.

—¿Dónde estabas?

—Salí a correr, si me prestaran la mitad de la atención que le dedican a la pediatra sabrían que me gusta salir a correr —dice dándome la espalda y me quedo congelada ¿Desde cuando le gusta? ¿Desde cuando sale a correr?

—La sangre de quién es.

—¿Sangre?

—Si la tenías en tu ropa.

—Debe ser del perro que encontré y tuve que luchar un poco con él para poder tomarlo y llevarlo al veterinario. Pregúntale a Leanne si es cierto, ella "te dirá la verdad". Ahora ¿Me das privacidad? —dice viéndome de perfil y salgo.

Bajo callada y veo a Iris cocinando mientras baila poniéndole canciones infantiles a Auveri en el cochecito.

—Creo que lo sabe.

—¿Qué sabe?

—Que Riley... —me quedo callada en cuanto la veo bajar— ¿Quieres cenar algo? —ayer dijo que se sentía mal, pero no dijo nada sobre que es lo que sentía, así que no sabemos porque se sentía mal o si le duele algo— ¿Por qué te sentías mal ayer?

—Ya estoy mejor —esquiva mi pregunta—. Iré a acostarme, estoy exhausta, buen provecho.

Nos miramos con Iris y la vemos subir la escalera, no quedan rastros de la dulce y tierna Aurora de todos estos meses atrás.

Ahora luce cansada, está de mal humor y casi ni siquiera nos habla o dirige la palabra, sin hablar que volvió a nuestra habitación pero se acuesta en la orilla dándonos la espalda y encima toda esta semana llega tarde y ni siquiera se molesta en inventar algo, simplemente se queda callada, mirándonos sin expresión y nos da respuesta.

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