27 Hola de nuevo
Hace una semana que quedo con Riley para salir a correr, me acomodo los horarios con la cafetería y me junto con ella, claro que ellas saben y aunque el gesto de desagrado en Aurora fue más que evidente, no dijo nada, Iris en cambio quiso conocerla y eso le desagradó aún más a la rubia.
Voy al supermercado con la bebé e Iris a comprar cosas que nos hacen falta en casa y es entonces cuando alguien se agacha a mirar a Auveri, esto es algo común ella a dónde va llama la atención, así que sonrío de manera amable y sigo comprando sin prestarle atención a la persona.
—¿Iras a verme la semana que viene? —volteo la vista rápido y encuentros esos grandes ojos café.
—Hola Doc.
—Eres muy formal, pensé que habíamos superado esa etapa —me regala una sonrisa encantadora—, después de todo eres amiga de mi amiga y creo que nos vamos a topar más seguido, el pueblo es chico, solo dime Riley —sonrío y asiento.
—Entonces solo dime, Vero —le extiendo la mano y ella la estrecha con una gran sonrisa para luego morder su labio inferior y suspirar. No me hagas esto, ahora no podré sacarte de mi cabeza con ese gesto y necesito dormir.
—Amor, no hay de la marca que te...
Iris se queda pasmada al ver a la doc, yo observo a ambas y noto en mi novia lo mismo que me pasó a mí, la primera vez que la vi. Suelta un pesado suspiro y le toco la mano para sacarla del trance.
—Este está bien —le digo tomando uno de los frascos de crema de maní que trae.
—Oh, si —Iris baja la mirada, me mira y la mira a ella.
—Ella es Riley Moke, la doctora de Auveri, Riley ella es Iris, mi otra pareja —nos observa extrañada—. Somos como Leanne, Astrid y Alyssa —ella asiente con una sonrisa.
—Un gusto, Iris —le dice estrechando su mano y dejo que la misma conexión que me afecto a mí le afecte a ellas, observarlo desde fuera es igual de hermoso que haberlo vivido la primera vez—, yo tengo que irme —nos sonríe—. Espero verlas la semana que viene... para el control de Auvri —Iris la sigue mirando siendo incapaz de hablar y soltar su mano. Me tengo que ir —le dice a Iris y cuando intento que suelte su mano se aferra aún más.
—Amor, Riley se tiene que ir —baja la mano a sus manos.
—Oh sí, lo lamento, ve nos vemos luego, eso espero.
—Yo también —le responde con una gran sonrisa y se marcha dándonos una última mirada y acariciando la mejilla de Auveri por última vez.
Ella se va e Iris queda congelada, le acaricio la mano y ella me mira extrañada, luego mira hacia adelante y por dónde se fue Riley.
—¿También lo sentiste? —le pregunto.
—¿El qué?
—Ella.
—Mejor terminemos de comprar quiero ir a casa —me dice seria y deja un paquete de galletas en el carrito de las compras.
El resto del camino hasta llegar a casa ella se la pasa pensativa, estoy segura que le ha pasado lo mismo que a mí, pero aún lo está gestionando de a poco. Aurora nos recibe y de inmediato nota que hay algo raro en nosotras, no somos muy buenas para ocultarle cosas, ella nos lee demasiado bien.
—¿Qué pasó? —me dice al quedarnos a solas.
—Nada ¿Por qué?
—Iris llegó pensativa y ni siquiera se acercó a saludarme con un beso.
—Algo del trabajo —me quedo sorprendida al escucharme mentir «¿Por qué mi subconsciente piensa que decir eso fue lo mejor?»—. Te ayudo a preparar la cena —la beso y abrazo para que no sospeche nada.
—Está bien —me sonríe y vuelve a besarme.
La cena se lleva normal, parece que Iris se ha recompuesto, pero en realidad veo como se esfuerza por mantenerse atenta a la conversación, ella sigue mi mentira cuando menciono que era lo del trabajo que la tiene tan dispersa. Ambas nos miramos varias veces como si tuviéramos un secreto sucio que guardar y si creo que lo tenemos.
El fin de semana llega y me sorprendo cuando ella me pide que no le digamos a Aurora aún sobre ser novias las tres, cuando hace una semana la más emocionada era ella y cuando yo me mandé la cagada monumental de mostrarle los anillos.
—Amor —me mira—, yo tuve que decirle, ella ya sabe que en esta cena se lo pediremos —me mira frunciendo el ceño—, tuve que decirle, lo lamento.
—Entonces supongo que no hay marcha atrás —se sienta a mi lado en la cama—. Lo hagamos.
—Se puede saber porque no te sientes segura, hasta hace una semana eras la más emocionada en hacerlo, es más tú viste lo de la reservación y hasta fuiste por el anillo, y hasta te enojaste por tener que postergarlo cuando tuviste que viajar.
—Yo no lo sé, creo que lo pensé mejor quizás.
Su respuesta no me convence y algo me dice que tiene que ver con la reacción que tuvo con Riley.
Aurora aceptó más que feliz, al llegar a casa las tres estuvimos juntas por primera vez y me encantaría decir que en verdad fue algo maravilloso y mágico, pero no para mí, al menos
De los días que pasaron, Iris o yo, nos encontramos a Riley en diferentes lugares, uno de esos fue el restaurante dónde le pedimos a Aurora formalizar. Ninguna de las dos pudo mantener apartada mucho tiempo la mirada de Riley a un par de mesas de la nuestra, donde cenaba con una amiga que resultó ser más que eso cuando la vimos besarse afuera de manera pasional, y sin saber porque fue algo que nos molestó un poco a ambas, motivándonos más, para llegar a casa y estar con Aurora, como si eso fuera un acto de venganza hacia ella por besarse con aquella mujer.
Los demás días luego de lo del restaurante, nos la encontramos menos, aunque ambas deseábamos verla, sumado a esto nos comenzamos a alejar sin ser plenamente conscientes de Aurora, pero ella también se alejaba de nosotras, por la tarde una vez a la semana yoga y dos veces a la semana natación.
Auveri se despertó con mucha tos, también se la ve un poco decaída.
—Hay que llevarla al médico —ambas nos miramos.
—Osea con Riley.
—Sí, sí, es su doctora, tiene que verla...
—Revisarla...
—Que no levante fiebre...
—Y esa tos no me gusta como se escucha.
—A mí tampoco —decimos todo esto mientras nos arreglamos un poco, nos vemos y sonreímos—. Vamos a ver a Riley.
Al llegar al consultorio esperamos que nos atienda y finalmente nuestro turno llega, ella sale y al momento de leer el nombre de Auveri en la lista su rostro se ilumina con una gran sonrisa, para hacernos pasar.
—Hola ¿Cómo han estado? —nos pregunta de manera directa.
—Bien, pero ella se despertó un poco enferma, con tos y se ve muy desanimada.
—Bien, vamos a revisar a este bombón —la toma entre sus brazos y la niña le regala una sonrisa—. Bien, ahora vamos a ver la garganta bomboncito de chocolate —nos derretimos al escuchar que le habla así—. Esta comenzando con un cuadro de gripe, tal vez tenga fiebre a lo largo del día —intenta pasársela a Iris pero Auvri se aferra a la chaqueta de Riley—, les voy a dar antibióticos, antifebril solo en caso de que empiece con fiebre y expectorante para la tos y mocos. Bombón —le habla en sus brazos—. Ve con tus mamis, cariño —pero ella no se suelta.
Yo la tomo, le digo, y se la despego de a poco, pero Auveri la toma del collar y hace que ella se pegue de golpe a mí para que no le corte la cadena con el colgante.
—Perdón —me dice cuando quedamos muy cerca y despacio saca la manito de Auveri de la cadena—. Entonces —se aclara la garganta, apartándose algo nerviosa—, cualquier cosa que necesiten... por Auveri, pueden hablarme a mi número y las atenderé, no importa la hora —le da su tarjeta a Iris y ambas otra vez se quedan mirando cuando se rozan—. Controlen su fiebre —traga despacio—, espero que se mejore pronto.
Nos subimos al auto, suspiramos al mismo tiempo y sonreímos para luego mirarnos. Algo nos está pasando con la pediatra de Auveri, y es algo que nos afecta a las tres, porque ni siquiera nuestra hija se quiere despegar de ella.
Camino a casa pasamos a comprar los medicamentos en la farmacia y vemos a Aurora que se suponía debería estar en su clase Yoga, muy enojada hablando por teléfono en su auto, luego corta la llamada y tira el teléfono en el asiento a su lado para salir rápidamente y casi chocar en el proceso.
—¿Esa era? —la pregunta de Iris queda a medio terminar cuando asiento— ¿No debería estar en su clase de Yoga?
—Sí, debería.
Le llamamos pero nos manda directo al buzón de voz, entonces esperamos que llegue a casa, dónde se la ve mucho más relajada que hace dos horas.
—Hola —dice para meterse directamente a bañar e Iris siendo más impulsiva va tras ella— ¿Qué pasa? ¿Te quieres bañar conmigo? —veo que le sonríe mientras comienza a desvestirse en nuestra habitación.
—Llevamos a Auveri al médico porque despertó con tos, y baja de ánimos.
—¿Se la llevaron a la Dra. Moke? —Iris asiente, ella hace un gesto de disgusto y en ropa interior se acerca a la bebé que duerme en su cuna— ¿Qué tiene? —está por tocarla pero se detiene.
—Un cuadro gripal, hay que vigilar que no haga fiebre ¿Qué tal tu día? ¿Estuvo bien la clase de Yoga?
—No fui —voltea a vernos—, tuve que ir a recoger a mi hermano al aeropuerto, me llamó a último momento y me enojé un poco por eso —ambas respiramos aliviadas—. Le ofrecí de quedarse aquí, pero no quiso, solo vino a que le firmara unos papeles para venderle la cafetería en Estados Unidos.
—¿Se la venderás? —pregunta Iris extrañada.
—Sí, se los había comentado en la cena —nos mira seria—, les dije que para mí es muy difícil estar en dos locales al mismo tiempo, a la cafetería aquí le va bien y decidí que mejor la dejaba en manos de él.
Ninguna de las dos se había acordado porque estábamos muy ocupadas viendo hacia otra mesa.
—Perdón, cariño, lo habíamos olvidado —intento salvar la situación—. Vamos a bañarnos y luego vamos a cenar ¿Quieres? —comienzo a desvestirme y ella sin decir más se me queda viendo para asentir y entrar al baño—. Luego tenemos que hablar —le susurro a Iris antes de ir detrás de Aurora y ella asiente.
Pero la charla pendiente no llega ya que la rubia siempre está presente, al menos durante esa semana, que se quedó para cuidar mejor de Auveri y que no le subiera la fiebre, todas sus actividades se redujeron a cuidar a la bebé. Pero encontramos una brecha y pudimos hablar con Iris ambas en el auto estacionadas frente al supermercado, estamos mirando al frente sin decir una sola palabra, vimos el auto de Riley dirigirse aquí y por eso decidimos venir para verla de "casualidad" comprando un montón de cosas que no nos hacen falta.
—Sé que ya lo has notado, pero nos pasa algo con ella.
—Lo sé —me responde Iris—. No es normal querer verla todo el tiempo, provocar encuentros y llevar a Auveri a una consulta casi cada semana u ofrecernos a llevar a los hijos de las chicas, con tal de verla.
—Tampoco es normal que cada vez que vamos la dos nos quedemos a tomar un café en el consultorio con ella.
—Creo que nos apresuramos con Aurora —dice finalmente suspirando—, no hemos podido estar íntimamente con ella desde la cena hace más de dos semanas. Hemos tenido sexo en el baño nosotras pero no con ella, en algún momento se nos van a acabar las excusas y no quiero lastimarla, tampoco quiero perder a Auveri y me siento culpable porque ella vendió su cafetería dejó todo en América y nos siguió dando un salto ciego de fe —asiento porque me encuentro en la misma posición que ella— ¿Qué crees que sea esto que sentimos cuando tenemos cerca a la doc?
—No lo sé, tal vez sea calentura, porque está buenísima, pero el problema es que no dejo de pensar en ella, como no dejaba de pensar en ti, cuando te conocí —volteo a verla—. No dejaba de pensarte —sonríe y besa mi mano—, al principio creí que era porque te odiaba, luego de conocerte y hablar casi a diario, supe que jamás podría odiarte, de hecho todo lo contrario.
—Lo contrario del odio es el amor.
—Lo sé —sonrío y sus ojos se tornan muy brillantes.
—¿Me amas?
—Sí, te amo, Iris, desde hace tiempo.
—Yo también te amo —me acerco a ella para besarla y no paramos hasta que la necesidad por aire es más fuerte—. Pero espera —me separo a verla— ¿qué tiene que ver esto con Riley?
—Tiene todo que ver —suspiro alejándome—, si esto es lo mismo que hemos sentido entre nosotras...
No termino la frase porque ella sabe a que me refiero y ambas sabemos que eso solo significa una cosa, que tal vez nos gusta la pediatra y que alguien saldrá herido y muy probablemente sea, Aurora ¿por qué cuanto puedes aguantar estando con alguien a quien tu corazón no quiere en verdad? pero también ambas tenemos miedo de otras preguntas que se nos cruzan ¿es solo una fantasía nuestra? ¿es reciproco? ¿o es una calentura del momento?
—Creo que tenemos que parar —dice ella—, Aurora saldrá lastimada y perderemos a nuestra hija, no puedo perder a otro hijo y yo amo a esa niña, como si fuera nuestra. No creo que valga la pena perderla por ver que es lo que nos pasa con Riley.
La observo y asiento, tiene razón, pero ¿cómo haces para llevar eso a la práctica? ¿cómo hacemos para frenar esta necesidad de ella?
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