24 ¿Quién es ella?
No nos llevó mucho tiempo acomodarnos, pero a la que más le ha costado conseguir trabajo es a mí, en un pueblo chico no se necesitan tantas fotógrafas, el trabajo que me sale es la mayoría en Estados Unidos, dónde ya tenía mi clientela por eso viajo seguido y el tiempo que estoy acá le ayudo a Aurora con la cafetería desde hace unos meses. Conseguimos alquilarle un lugar no muy grande, pero preparamos un buen café y como especialidad tres variedades de tartas dulces, con la ayuda en la gestión de Iris, decidimos finalmente enfocarnos en tres productos bien hechos que dar un menú más amplio. Ahora me estoy tomando la mañana sentada en el parque leyendo un libro, mientras meso a la bebé en su cochecito en el cual ya se ha quedado dormida, Iris es quién se ha quedado ahora con Aurora en la cafetería a ayudarle.
—Hola ¿Está ocupado este lado?
Alzo la mirada y veo a la mujer que me hablaba pidiéndome permiso, me encuentro con una mujer joven, de cabello castaño y piel clara nos abre la puerta, lo primero que ven mis ojos son sus grandes ojos cafés que parecen ser de un cervatillo y mi mirada se clava en su sonrisa. Esta sensación familia, que solo he tenido una vez en mi vida... con Iris, me golpea. Ella me mira también extrañada, pero no dice nada, se sienta en la otra punta del banco y saca su libro dejando el vaso de café descartable de la cafetería de Aurora a su lado.
—¿Qué tal te parece el café de ese lugar? —me observa extrañada— Lo siento, sigue con tu lectura —me fijo en la bebé y vuelvo la mirada a mi libro.
—Me gusta, no es fuerte o aguado como el que solía tomar —me dice con una gran sonrisa— ¿Es tu hija?
—Bueno algo así, soy su tutora legal si algo le pasa a su madre... —¿cómo le explico a una extraña la relación?— Es complicado —Auveri se despierta y la saco del cochecito dejando el libro a un lado.
—Bueno esa muñequita tiene unos ojos azules muy lindos.
—Se llama Auveri y sí, lástima que los sacó al padre —me río y ella por cortesía me devuelve la sonrisa— ¿Eres de por aquí?
—En realidad soy nueva en el pueblo ¿ustedes?
—Igual, solo estamos hace unos meses.
Algo en la familiaridad con la que nos hablamos, en su tono de voz, en la manera de mirarme, se me hace terriblemente familiar, pero estoy segura de que si la hubiera visto, la recordaría, no es el tipo de mujer que simplemente olvidas, no es solo porque es físicamente atractiva, algo innegable, sino porque me transmite algo y sí, apenas llevamos conversando un momento, pero solo eso es necesario para darte cuenta de que tienes química con una persona. Ella se ha acercado para ver mejor a Auveri y le hace caras, mientras la bebé se ríe.
—Es la cosita más hermosa esta niña y parece bastante sana, seguro que los dientes cuando salgan le van a molestar y quizás le de fiebre —su teléfono suena y mira la pantalla—. Trabajo —se levanta tomando sus cosas—. Adios Auveri, eres hermosa cosita linda —la niña le regala una última sonrisa— y adios tutora legal de Auveri, supongo que seguramente vamos a vernos.
Sin saber de qué habla y solo dándome oportunidad de decirle adios ella se marcha hablando por teléfono. Los días pasan y me quedo pensando en la extraña y atractiva castaña de ojos cafés, estoy comprando los víveres en el supermercado y voy a tomar el último yogurt queda en la gondola cuando una mano se interpone en mi camino.
—Lo siento, pero lo necesito y es el último —dispuesta a pelear por el postre de Auveri me dispongo a enfrentar a mi contrincante—. Tutora legal de Auveri —la busca con la mirada—, oh, no la trajiste hoy.
—Mi nombre es Veronica —sonríe y me extiende la mano.
—Un gusto, yo soy Riley —estrechamos las manos y unas inmensas ganas de llorar me invaden y a ella también veo como sus ojos se llenan de lágrimas y su sonrisa se va desvaneciendo de a poco.
—Mi yogur —dice una mujer mayor interrumpiéndonos para sacárselo de las manos, a punto de discutir con la señora ella me frena.
—Está bien, es mi madre. Yo lo lamento, me tengo que ir, seguro se lo quiera comer y haga un lío. Adiós es un gusto volver a verte —se acerca dejándome un beso en la mejilla y desaparece entre las gondolas detrás de la mujer.
Han pasado dos semanas de esos encuentros fortuitos con Riley, desde esa sensación tan rara agradable y embriagadora. Desde entonces, no ha abandonado mi cabeza, ni un solo instante, pero hay otra X en la ecuación que no estoy viendo es Aurora. Después de charlarlo con Iris, luego de que las tres nos sentáramos a hablar hace un mes y enfrentáramos nuestros sentimientos, las miradas y acercamientos, decidimos con Iris dar el paso, luego de asesorarnos con nuestras nuevas amigas. Decimos abrir la pareja e incluir específicamente a la rubia, hace un mes que somos tres.
—Hola amiga culera.
—Johan.
—Hace una semana que no me hablas.
—Te escribo cada día, dramático.
—Me gusta mucho como suena tu asquerosa voz por llamada ¿Cómo vas? ¿Ya has podido dormir y dejar de pensar en la mujer misteriosa? ¿Ya te diste cuenta de la terrible mal idea que fue abrir la pareja?
—Johan.
—Por favor Veronica, sabes que tengo razón, puedes querer y te cae bien Aurora, pero no de esa manera.
—Si vas a ponerte pesado te corto —se queda callado—. No me la he podido sacar de la cabeza a Riley y no me la he vuelto a topar, a esta altura pienso que quizás la invente. Solo sé su nombre y que su madre tiene algún problema y ella la cuida. Yo quizás tengo que olvidarme de esta persona.
—O tal vez tienes que dejar de ser tan miedosa y finalmente ponerte a investigar o abrir los enlaces que te he mandado sobre el tema ¿No crees? —suspiro agotada, pero tiene razón— Escucha, ustedes las lesbianas van con el pie en el acelerador, bueno a quién engaño yo también lo he llevado, pero escucha, hace unos meses descubrías a tu marido que tenía dos amantes, casado con una, luego se casó con la otra, pero aparte le hizo un hijo, te complotaste con una de ellas, te enamoraste de una de ellas, te divorciaste, lo metiste a la carcel por estafa, te mudaste con ambas fuera del país, ahora están las tres en una relación con la hija del ex de las tres ¿me olvido de algo?
—Abarcaste todo.
—No, ahora quizás encontraste a tu alma gemela o algo así, te estás dando cuenta que la cagaste al abrir la relación hace unos meses, y hay una criatura en medio. Veronica el destino se ha dado un shot de tequila y cocaína contigo y tú le aceptas todo sin detenerte a pensar —me quedo callada, odio que tenga razón.
—¿Qué sugieres que haga?
—Para un momento y piensa en que quieres realmente, para ti, para tu relación y si de verdad quieres a la rubia tierna como pareja, ni siquiera te la puedes coger, no sé qué tanto te gusta entonces o si solo has aceptado abrir la pareja porque Iris lo sugirió. Por cierto, son bastante cínicas, hace unos meses casi matan a Luke por estar con otras y ahora las tres están en trieja. Bien tengo que dejarte me vino a buscar mi novio, llámame y Vero —hace un silencio—, usa la cabeza, para un poco piensa que quieres, hace mucho que no lo haces.
Me corta y claro que me quedo pensando en todo lo que me ha dicho, porque si algo no le falta es razón.
Si las casualidades existen, si las vidas pasadas también existen, ella y yo nos conocemos definitivamente desde hace mucho antes, porque de ninguna manera lo que experimentamos ambas ha sigo algo casual. Ahora sé su nombre y ese será mi mantra hasta volvernos a ver.
Me siento en la una de las mesas de la cafetería luego de haber dejado las compras de las cosas que hacían falta, respondo mails y controlando que nadie este cerca abro una pestaña en incognito como si estuviera viendo porno y hasta me cambio de lugar a una de las mesas que la silla da a la pared para no ser sorprendida por la espalda, me siento tan sucia al hacerlo, como cuando buscaba el lugar a los 17 para tener relaciones con Luke a escondidas sin hacer ruido. Busco vidas pasadas, almas gemelas, voy picando y leyendo enlaces, más lo que me mandó Johan, me coloco los auriculares para escuchar los videos que hablan sobre el tema en YouTube y estoy tan inmersa en el tema que ni siquiera me doy cuenta cuando se me acerca Aurora.
—¿Qué lees tan concentrada? —cierro la ventana y abro rápidamente la que estaba viendo sobre las galerías— ¿Hay un concurso? Deberías presentarte.
—Lo haré, estaba leyendo sobre las condiciones y demás —le sonrío y se acerca a besarme, pero me paro antes—. Me iré a casa, puedo llevarme a Auveri y... —voy pasando y me toma firme del brazo para llevarme hacía ella y darme el beso que interrumpí.
—Iba a besarte, cariño —me suelta de golpe algo frustrada—. Vete si quieres y llévate a la niña —noto algo de desdén en sus palabras al decir "la niña", pero se acerca a ella le besa la frente y vuelve a entrar a la cocina con Iris.
—Me voy con Auveri a casa así la baño y me baño.
—Si nos esperas nos bañamos las cuatro —me dice Iris guiñándome un ojo y logro ver una sonrisa de incredulidad de Aurora antes de que me de la espalda—. Solo bromeo, ve y nos vemos en casa —me pone la boca para que me acerque a besarla y la otra rubia sigue dándome la espalda—. Te veo en casa —me acerco a ella por atrás besando su mejilla y asiente, entonces le giro el rostro para besar su boca y eso la hace sonreír.
—Te quiero —me dice.
—Yo también le respondo —y siento un nudo en mi garganta.
Desde hace unos días, desde en Riley estoy experimentando algo raro, es como si un velo que me cubría antes ya no está, algo ha desaparecido y no me tapa la vista, creo que estoy viendo cosas que no me están gustando y algo también crece dentro de mí, creo que es miedo.
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