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22 Desiciónes

Las últimas noticias ubican una camioneta abandonada en las afueras de Canadá con la sangre de Luke en ella luego de ser analizada en una base de datos, cámaras en la frontera grabaron cuándo esa camioneta pasa, y se ve a un hombre que podría ser Luke de copiloto con una gorra negra en el asiento de atrás, la misma gorra que vimos alguna vez en aquella mujer. Por la cantidad de sangre puede ser que él haya tenido una pelea con quién sea que lo sacó del país y salió bastante perjudicado. De la mujer que nos estuvo siguiendo las noticias y avistamiento de ella se terminaron el día que se llevó a Luke, tal vez él le hizo algo, ya que en la grabación no hay rastros de ninguna mujer en esa camioneta.

—¿De verdad te vas? —pregunta mi mejor amigo sentado a mi lado en la cama.

—En un mes —lo abrazo fuerte.

—Ya no me cae tan bien ella —exclama haciendo puchero.

—Yo sé que eso no es cierto —de doy un ruidoso beso en la mejilla—. Puedes ir a visitarnos cuando quieras —entrelazo nuestras manos.

—Es la primera vez que nos vamos a separar en años —sus ojos se llenan de lágrimas—, fuimos a la misma secundaria, universidad y vivimos relativamente cerca, pero ella tenía que enamorarse —me río por su dramatismo.

—Siempre me dijiste que Luke era una mierda, que merecía algo mejor y eso mejor es ella —el asiente—. No vamos a dejar de vernos y hablar, eres mi todo ¿Lo sabes verdad? —asiente—. Ahora disfrutemos estos días que has venido a quedarte conmigo exclusivamente sin compañía de novia y novio, hagamos que valga cada segundo.

—¿Tu familia sabe que te irás? —dibujo una sonrisa algo tensa— Debes decirles y deben saber por quién te vas, Iris merece que la blanquees delante de tu familia, ella lo hizo contigo y...

—Lo sé —lo interrumpo en medio de su perorata—,  quedé con ellos el domingo. Solo quiero estos días de paz contigo, con mi mejor amigo, antes de darles el aviso a ellos.

Me dirigí sola a la casa de mis padres. Aunque la familia de Iris me ha aceptado bien, sé que con mi familia, podría no ser lo mismo, ya que mis padres son muy católicos, y por lo que recuerdo, lamentablemente bastante homófobos.

—Es una lástima que hayas terminado con Luke, era un buen hombre.

—Sí, solo me fui infiel, estafó e hizo fraude con un montón de gente, si le sacamos todos los malos detalles, era un excelente partido, como cualquier mal hombre —blanqueo los ojos—. Ya les expliqué por qué lo dejé.

—Pero mi niña, una mujer sin cuernos es como un jardín sin flores —por esa clase de pensamientos machistas me había alejado de mi familia hacía tanto—, él era un buen hombre, se notaba que te quería.

—Pues su manera de quererme no me servía, abuela. Por favor dejemos el tema ahí.

El movimiento de la casa, los niños corriendo y riendo, los hombres juntos en una esquina mientras uno es el asador y los demás conversan a su alrededor tomando cervezas, las mujeres preparando las ensaladas, poniendo la mesa, cuidando a los niños, lavando y limpiando. Yo odiaba ver esa desigualdad, y no recordaba cuánto, hasta hoy nuevamente. Siempre he sido la rebelde, a quién las reglas de la casa no le iban, por eso me casé joven, me marché y volví 4 años después, que uno de mis hermanos me encontró de casualidad cuando ambos comprábamos en una tienda.

Ya terminaron de comer y miro con desagrado el ritual que se lleva a cabo, calculo que desde hace milenios, los hombres se quedan sentados conversando con las barrigas llenas, mientras las mujeres levantan todo, lavan y sirven el postre, sin sacarle los ojos de encima a los niños que lloran, corren y pelean entre ellos.

—¿Extrañabas esto?

Se acerca mi hermano más chico, el mismo que me había encontrado de casualidad aquella vez.

—¿Honestamente? No —tomó la botella de cerveza fresca que él me extiende y le doy un sorbo— ¿Por qué tienen que ser las cosas así? ¿Por qué las mujeres deben hacer todo? Ni siquiera son capaces de ayudar a levantar la mesa.

—Siempre a sido así Vero.

—Que siempre haya sido así, no quiere decir que esté bien —doy otro sorbo molesta—. Víctor, tengo algo que decirles —trago tratando hacer pasar el nudo de mi garganta—, conocí a alguien y estoy enamorada de esa persona, soy feliz Víctor, por primera vez en mucho tiempo, soy feliz —dibujo una enorme sonrisa—. Pero quería hablar con ustedes, porque no sé si les guste quien es esa persona.

—¿Por qué no iba a gustarnos que fueras feliz? No seas tonta —Mi hermano le da un trago a su cerveza.

—Porque es mujer —él se ahoga y comienza a toser intentando tomar aire.

—Miren el putito ahora no sabe tomar cerveza, que marica eres Víctor, toma bien, como hombre —dice uno de sus tíos y eso fue suficiente para motivarme a hablar.

—Tengo que decirles algo —siento como una enorme pelota se acentúa en mi estómago— yo he venido hoy para hablar con ustedes, por eso los reuní. Me voy a vivir a Reino Unido —ellos se quedan congelados— y... y me voy con mi pareja —mira a mi hermano y él niega con la cabeza. De esto no habrá vuelta atrás—, es una persona que me hace muy feliz y estoy enamorada.

—Pues tráelo mija, eso sí, que venga con dos packs de cervezas bajo el brazo pa convencernos que es bueno pa ti.

—No es un él apa, es un ella. La persona con la salgo es mujer —todos se quedan callados y hasta el aire parece dejar de soplar— ¿escuchaste lo que dije? Estoy saliendo con...

Las mujeres venían saliendo riendo de adentro cuando se encuentran con la escena, de todos mirándome callados y serios como si alguien hubiera muerto. La nona con sus manos temblorosas y anudadas por la artritis, deja la cesta con fruta en medio de la mesa con mucha dificultad, ninguno de ellos la ayuda a poner la pesada cesta en medio.

Mi padre habla cortando lo que estaba diciendo.

—Te escuche la primera vez, Verónica, no hace falta seguir repitiéndolo. Esto es una moda nueva, de ustedes las feministas ¿No? Siempre has sido de esas, de las que no está de acuerdo con como son y deberían ser las cosas. Ya se te va a pasar, porque bien sabes que eso no es algo que a Dios le gusta o él permite.

—¿Qué pasa? —pregunta mi madre.

—Verónica está saliendo con una mujer —ella se tapa la boca—, le estoy diciendo que esto no es algo que a nuestro señor Jesucristo le gusta.

Ya me estoy cansado de oír tantas estupideces salir todas juntas de la misma boca. Quizás yo misma me pregunté en un comienzo si lo que sentía por Iris era real, si no era producto del despecho que compartíamos hacia el mismo hombre, y tan pronto como la duda se instaló en mi cabeza, desapareció de la mano, los besos y la seguridad de ella. Nosotras y solo nosotras sabemos todo lo que nos amamos y no necesito a estás personas que dicen ser familia y serían capaces de darme la espalda por elegir amar a alguien de mi mismo sexo.

—¿Qué Dios no está de acuerdo? —comienzo a entrar en cólera— tampoco creo que Dios esté de acuerdo con que el tío Sergio, ahora pastor de su iglesia haya golpeado tanto a la tía Susi, que por su culpa Diego nació prematuro y con daño cerebral ¿Qué me dices de Sandro? —uno sus hermanos— robó y apuñaló a una mujer, todo con tal de conseguir dinero para las drogas que se inyectaba y por eso fue preso 4 años. Entonces disculpa, pero no creo que Dios sea tan homofóbico o le importa tanto a quién me llevo a mi cama.

—¡No podrás tener hijos! ¡Jamás serás madre! ¡No podrás formar nunca una familia normal!

—Lo dice el hombre que abandonó a su mujer por irse con la vecina por 5 años —lo señalo y los presentes están callados— ¿Tienes alguna idea de lo difícil que fue para mamá que tú te fueras? Víctor tenía apenas 3 meses. No, claro que no tienes idea porque solo pensabas... —mi madre me da una bofetada.

—Respeta a tu padre —Me sobo el rostro.

—Si Dios perdonó al tío y le permitió ser pastor, si te perdonó a ti la calentura y el abandono de tu mujer e hijos, yo creo que podrá perdonarme a mí que amo a alguien y no le hago daño a nadie. Pero yo no soy Dios y si les importa más con quien comparto mi cama, y hasta están dispuestos a aceptar a un adultero y mujeriego —miro a las mujeres quiénes han perdonado más de una infidelidad, que apartan la mirada— o drogadicto, golpeador, y asesino, antes que una mujer sea mi pareja, entonces no los quiero en mi vida, no quiero a quienes no me apoyen cuando todo lo que hago es amar a alguien y ni siquiera le hacemos daño a nadie —Tomo mis cosas.

—¿Entonces la eliges a ella?

—Me elijo a mí y a mi felicidad. Ella es quién me hace feliz. Yo a ustedes los amo y son mi familia, pero más me amo yo —agarro las llaves de mi auto y me vuelvo a ver a mis padres y resto de familiares—. Debería darles vergüenza, hablar de Dios y poner en sus bocas su nombre con los prejuicios que ustedes tienen, porque fue el mismo Jesucristo quien defendió a una puta de ser lapidada, el mismo que aceptó entre sus apóstoles a un fariseo y ustedes que han cometido errores ¿Con qué cara vienen a juzgarme? Que lance la primera piedra quien esté libre de pecado —todos de quedan quietos—. Eso creí.

Me subo al auto con un vuelco en mi corazón, entro al estacionamiento del Walmart que tenía cerca y comienzo a llorar ¿la actitud de su familia me extrañaba? No, porque fue cuando vi a todos ahí sentados, siguiendo los mismos rituales que yo había visto de pequeña que tanto me molestaban, que lo entendí. Ellos no habían cambiado y no iban a hacerlo, porque no les apetecía y porque solo sabían ser de esa manera.

Me dolió, me duele la garganta en cada llanto que saco ahogado. Un golpe en la ventanilla de mi lado logra sacarla de mi miseria.

—¿Qué quieres, Víctor?

—¿Me abres? Hace un calor de la verga aquí afuera y el sol me quema —destrabo la puerta del lado del copiloto y mi hermano su, dejando el casco colgado en el manillar de la moto—. Te seguí hermanita, solo quería decirte...

—No me importa como están todos en casa. —interrumpo.

—A mí tampoco me importa, pero si me importa que sepas que tienes mi apoyo y yo si quiero conocer a mi cuñada antes de que te vayas —lo miro sorprendida, tal vez el futuro de la familia no está tan perdido como creí—, claro si tú quieres y si también quieres conocer a mi novia.

—¿De verdad me apoyas?

—Por qué no iba a hacerlo, aparte de todos, eres mi favorita, Vero.

—Bueno tampoco es que tengas mucho para elegir entre Sandro que es un imbécil y María que es una sumisa eterna del idiota de Sebastián, no te quedan muchos hermanos más —él ríe.

—Por cierto todos se quedaron avergonzados en casa y aunque no lo creas Sandro te defendió —la boca se me queda abierta en un gesto de sorpresa—, sí, sí, así como lo oyes. Yo no me quedé a escuchar porque salí detrás de ti, pero hasta que salí él te estaba defendiendo y discutía con apa.

Comienzo a reír, quizás si había juzgado un poco mal a mi familia yo también tenía un prejuicio sobre ellos. Respiro aliviada y cierro los ojos despacio.

—Entonces nos vemos antes de que te vayas, solo venía a decirte eso. Sino tiendes a desaparecer por años y ya no creo que nos encontremos en Europa comprando en la misma tienda —me río—. Debo volver, nos vemos y —se para en la puerta— saludos a mi cuñada, de seguro me cae mejor el imbécil de tu ex.

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