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19 No todo son buenas noticias

Hace días que siento una angustia perforarme el pecho, es como si estuviera usando un chaleco muy apretado que no me deja respirar, que no me permite ni siquiera dormir tranquila.

—Vuelve a la cama —me pide Iris.

—Ya voy, duermete.

Miro hacia afuera de mi departamento como si la noche pudiera darme una respuesta de mi angustia, pero solo veo la lluvia y la calle desierta en madrugada, miro hacia la cama y esta ella acostada. Han pasado 3 meses y medio desde que Luke está encerrado, desde que complicó las cosas para el divorcio, pero logré separarme finalmente de él. Quiso volver a vernos, pero ninguna ha querido encontrarse con él y nuestro abogado nos recomendó no ir, si corríamos el riesgo de volver a agredirlo. Como si él fuera la víctima aquí, maldito infeliz.

Por otro lado, Aurora ya casi va a termino con el embarazo, nosotras somos parte fundamental acompañándola en todo el proceso y pese a que nos costó un poco, le ayudamos a pintar la habitación de la bebé, de la cuál aún no nos hay dicho el nombre porque quiere que sea sorpresa.

—Amor, en serio vuelve a la cama —Me acerco y vuelto a meterme entre las colchas para acercarme a ella—. Agh estás helada.

—Estoy preocupada, tengo esta angustia que no me deja dormir.

—Amor, está todo bien, él está preso y no puede hacer nada. La semana que viene lo cambian de correccional a prisión mientras espera la sentencia, no va a salir muy pronto.

Que ilusas al creer que él no podría hacer nada. Luke escapó y no solo él, sino también varios reclusos más, pero lo llamativo es que la última vez que lo vieron una mujer delgada con gorra negra, lentes de sol y ropa deportiva lo recogía en un auto y desde entonces le perdieron el rastro. Para sumarle algo más a la causa, Aurora entró en trabajo de parto y ahora estamos yendo a verla, ya que está en quirófano mientras viajamos por ruta.

Al llegar al hospital hay patrullas policiales y no solo eso, no nos dejan entrar por una alerta Amber.

—Escuche, mi hermana está adentro —intento hablar con el oficial—. Necesito verla y saber que mi sobrina y ella están bien, por favor oficial ella fue ingresada en trabajo de parto, solo quiero saber que ambas están bien —su corazón se afloja y me mira.

—Tengo una hermana embarazada —suspira— dígame el nombre de ella.

—Aurora Read —busca en la planilla y nos mira con un gesto que conozco muy bien—. No, no, no, no puede ser ella, no.

—Señorita.

—Dejenme pasar, no puede ser ella. Quien, quién se llevo a la bebé ¡Déjenme pasar!

Comienzo a gritar e Iris logra contenerme con paramédicos que me sedan mientras me desvanezco en sus brazos en medio de una crisis. Sabía que mi sexto sentido no me había me había fallado, esto era la angustia que sentía. Despierto en una camilla y veo a Iris a mi lado.

—Amor, necesito que te calmes o van a volver a sedarte.

—Estoy calmada, llévame con Aurora, tenemos que estar con ella.

Asiente y con autorización vamos a verla, siento las miradas de lástima del personal y alguna de las personas en la sala de espera cuando se enteran que conocemos a la madre que le han robado su bebé. Al llegar a la habitación el rostro de Aurora está hinchado y rojo, no ha parado de llorar y ¿cómo no? Si apenas ha salido de dar a luz y alguien se robó a su hija.

—Se la llevó, me quitó a mi hija —nos dice y se quiebra, entonces vamos a abrazarla.

—Vamos a recuperarla, te lo prometo. Traeremos a la bebé de vuelta.

—Auveri —la miro—, su nombre es un conjunto de los nuestros Au(rora) Ve(ronica) e I(ri)s

—Que lindo nombre —acaricio su rostro en intento calmar su sollozo.

—Solo le di una vez el pecho —intenta hablar—, la cargué menos de una hora. Las enfermeras han me han facilitado tarros y sacarme leche para cuando la... —comienza a llorar de nuevo.

La policía entra luego de cinco horas más que pasan lentas y tortuosas, dónde ninguna de las tres duerme, su hermano que poco habla se marcha para ir abrir la cafetería y nos deja con ella.

—No sé que más podemos hacer para ayudar a encontrarla —le comento em susurros a Iris, mientras Aurora duerme luego de que le administraran un calmante.

—La policía está trabajando, han sellado todas las salidas del país y la zona.

—Escapo de manera impune, se llevo un bebé del hospital, no creo mucho en la policía y el sistema justo ahora —ella se acerca a mí, y entrelaza mi mano.

—Lamentablemente solo queda esperar y rogar por que Auveri esté bien —suspira y la abrazo con lágrimas en los ojos—. La vamos a recuperar y una vez que eso pase nos iremos de este maldito país —me separo de ella para verla— ¿No quieres empezar de nuevo en otro lado? —acaricia mi mejilla.

—¿Qué de ella? —miro a la rubia durmiendo.

—Si quiere la podemos llevar con nosotras.

—Pero ¿Y su cafetería?

—Puede abrir otra, le ayudaré a que eso suceda —me besa dulcemente—. Estoy cansada de que no vivamos tranquilas.

—No vamos a estar tranquilas hasta que él esté muerto o bien encerrado en prisión, sin posibilidades de salir de nuevo.

Confieso que la idea de que él ya no respire es tentadora, y no creí que ninguna de las tres seria capaz de matarlo, eso sería llevar las cosas demasiado lejos, y bueno tal vez pensé mal.

—Tengo sed —Despierta nuestra chica. Iris toma un vaso con agua y una pajita para que ella se hidrate— ¿Saben algo de Auveri?

—Nada aún.

Solo ha dormido dos horas con suerte, luce agotada, su piel mucho más pálida de lo que ya de por si es y sus ojos tienen manchas ojerosas debajo de ellos.

—¿Por qué no intentas descansar un poco más? —le sugiero acariciando su mano— Nosotras vamos a seguir aquí cuando despiertes.

—No tengo sueño —quizás no tenga sueño, pero se ve claramente agotada— ¿Cuando me dan el alta? Quiero salir de aquí a buscarla —miro a Iris, porque esa idea es absurda, pero entendemos su desesperación, cualquiera haría lo mismo en su lugar.

—Aurora —Iris toma su mano y se sienta a su lado—, quizás es demasiado pronto, pero ¿Considerarias irte con nosotras y que empecemos de nuevos las cuatro en otro lado?

—¿Quieren que me hija y yo, nos vamos con ustedes? —pregunta extrañada y creo que fue mala idea sugerirle eso y más ahora que no tiene a su bebé— Pero y mi cafetería, ni siquiera ella está conmigo —baja la mirada llenándose de lágrimas—, y está mi hermano...

—Solo es una idea —le dice ella intentando calmarla—, tenlo en cuanta para más adelante ¿Está bien? Si quieres puedo ayudarte a abrir una cafetería a dónde nos vayamos y dejas está aquí como una sucursal, tengo experiencia en ese rubro por la empresa familiar y puedo ayudarte. De todas maneras no te agobies con eso ahora, pero ten en cuenta que cuando nos vayamos si quieres pueden venir con nosotras.

—¿Se irán? —nos mira con una extraña mezcla de sentimientos— Pero dijeron que iban a quedarse conmigo, que iban a ayudarme y...

Me siento en la cama a su lado y tomo su otra mano para que ella se relaje y no entre en pánico, justo ahora de nada va a servir eso la situación ya es bastante complicada.

—Escucha, solo queremos comenzar de cero en algún lado más tranquilas, lejos de todo esto y sobre todo de Luke. Cuando recuperemos a tu hija y él esté preso o muerto, sería lo ideal, está la posibilidad de irnos y nos encantaría que vinieras con nosotras, pero si decides quedarte lo entenderemos y seguiremos en contacto.

—Entonces si recupero a mi hija y él muere, ustedes van a quedarse conmigo.

—Estaremos igual...

—Disculpen, pero tenemos que revisar a la señorita —entra un médico y nos pide salir.

Se queda pensando, e intento negar esa idea, porque claro que estaremos con ella aunque las cosas no salgan como planeamos no es como ella acaba de pensar. Finalmente la policía nos da una buena noticia de que tienen una pista, pero tener una pista no es lo mismo que haberlo atrapado.

El hermano de Aurora llega y mientras él se queda con ella, nosotras nos vamos a bañarnos y comer algo para volver de nuevo en un rato más.

—Que raro es su hermano ¿No crees? —me comenta Iris ya en el auto—. Aparte de que no se parecen en nada, ella es rubia, blanca, no muy alta y él es todo lo contrario.

—Son medios hermanos, ella me lo aclaró porque a mí también me pareció extraño.

Seguimos camino a su casa, nos bañamos, comimos y volvimos al hospital, bueno volví, le pedí que se quedara a descansar, ninguna durmió nada anoche.

—Harás lo que te pido y punto —escucho firme la voz de Aurora.

—Hola —entro a la habitación y el hombre se ve tenso, ella me dibuja una sonrisa cansada.

—¿Iris dónde está? —indaga ella.

—Le pedí que se quedara a descansar, lo necesitaba.

—Claro, ninguna durmió nada anoche —ahora se ve un poco más relajada— ¿Comiste algo?

—Sí —el hombre se despide con un gesto de su cabeza agacha y se va— ¿Hay alguna novedad?

—Nada aún. Me darán el alta hoy, ya me dijo el médico.

—Bien.

La observo y luego ayudo a levantarse para ir al baño, vuelven a revisarla ye quedo con ella mientras esperamos noticias, parece que en un par de horas logro reponerse, porque se ve mejor. El médico llega junto a Iris en la tarde y le da el alta. Nos marchamos del hospital con una madre sin su hijo.

—Aurora... —Iris la mira por el espejo retrovisor— ¿Estás segura que quieres ir a tu departamento?

—Sí, por qué.

—No quiero que estés sola, eso es todo.

—Tengo a mi hermano cerca.

—Pero no es lo mismo —voltea a verme y sé exactamente que piensa sin necesidad de comunicarnos, siento y ella habla—. ¿Quieres que nos quedemos contigo? —un silencio se apodera del ambiente.

—¿De verdad harían eso por mí?

—Por supuesto.

—Entonces, sino les molesta, sí, me gustaría.

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