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17 La sombra que nos acosa

—¿Creen que haya otra mujer más?

—No lo sabemos —Iris toma su mano—, pero no queremos exponerte, iremos a hablar con él. Vamos a cuidarte a ti y al bebé, son nuestra prioridad ahora.

—¿Y qué hay con la mujer esa?

—No hay nada, por eso iremos a ver al idiota mañana.

Al día siguiente estamos ambas en dónde tienen encerrado al idiota de Luke, nos llevan hasta una sala dónde varios hombres esperan a sus familias y hablan con sus mujeres, hasta hay niños aquí. Al llegar Luke intenta besarme, pero Iris lo aparta. En tan poco tiempo el peso de sus malas decisiones parece haberlo golpeado se ve mucho mas avejentado, barbudo y hasta asoman canas por su cabello, como también se ven unas arrugas asomar de a poco por su piel.

—¿Qué crees que haces?

—¿Con mi esposa? No sé, dime tú, que crees que hago.

—Exesposa —lo corrige— y no te le acerques ¿me escuchaste? imbécil —le dice entre dientes.

—¿Todo bien? —pregunta un oficial a su lado y los tres asentimos.

—Entonces ya veo que es cierto que estás juntas —lo dice con desprecio—. Ella me lo contó todo ¿piensan que no sé que todo fue obra de ustedes?

—¿Quién te contó todo? ¿de quién hablas? —él se ríe y niega— ¡Habla!

—No tengo nada que decir, zorras.

—Me aseguraré de que no salgas en un largo tiempo.

—Espero que lo hagas, Iris, porque en cuanto ponga un solo pie afuera iré por ustedes tres y mi hijo —ambas abrimos los ojos grandes y en cuanto menos me lo espero, Iris intenta ir contra él, pero solo le llega a dar un puñetazo—. Me van a pagar muy caro haberme encerrado aquí.

—Ni se te ocurra hacerles nada, porque ahí vas a conocerme ¡IDIOTA!, te voy a... —le tapo la boca antes de que lo amenace de muerte.

Yo me la llevo a ella a la fuerza y los guardias lo sacan a él que se limpia el labio partido y nos tira besos mientras lo arrastran fuera de nuestra vista, mientras se ríe también. Nos subimos a su auto, yo decido manejar callada de vuelta a su casa, ella me mira, pero no habla.

—Cariño.

—Iris, ahora no.

Se vuelve a quedar callada por el resto del camino hasta llegar, guardo el auto y entro a buscar mis cosas para marcharme a mi departamento, ella entra rápidamente para impedir que me vaya así de enojada.

—¿Podemos hablar?

—No, no ahora —la observo fijamente.

—Vero, cariño, por favor...

—Iris —suspiro frustrada tomándola del hombro para apartarla suavemente—, estoy de verdad enojada justo ahora, y no creo que sea el momento ideal para hablar. Déjame ir, deja que se me pase y luego hablamos -se aparta y me deja pasar para salir de su casa.

Me acompaña afuera, pero dándome espacio, abro la puerta de mi auto y noto a una mujer con vestimenta deportiva, gorra gris, lentes de sol y cabello negro mirarnos fijamente desde lejos.

—¡Qué tanto miras! —le dice Iris a mi espalda.

—Es ella.

La mujer comienza a correr y nosotras también detrás de ella, se sube a la parte de atrás de una moto con un chico que arranca pasándonos a alta velocidad por al lado. Miro a Iris a mi lado, ambas estamos agitadas. Quien quiera que sea, ahora sabe dónde vive ella, tal vez nos siguió desde la cárcel, pero nadie sabia que íbamos a menos que el este imbécil tenga un teléfono adentro, lo cual seria lógico y le haya dado más información de la que sabemos que tiene, por nuestro lado nosotras no tenemos nada sobre ella.

—Vas a tener que poner cámaras de seguridad —le digo llegando a mi auto—, llama a Aurora... —me subo al auto.

—¿A dónde vas?

—Paso a buscar más ropa y vuelvo, no voy a dejarte sola en esta casa con esa tipa vigilando. También pienso que deberíamos ir a la policía y... —sus ojos se llenan de lagrimas y me bajo para abrazarla—, cariño, cariño ¿Qué pasa?

—Creí que ibas a dejarme sola, porque estás enojada, estaba pensando en irme a un hotel o a la casa de alguno de mis hermanos y...

—Estoy enojada —acaricio su mejilla—, pero por más enojada que esté no te voy a dejar sola en una situación así. Ya vengo ¿está bien? —ella asiente— Entra, cierra con llave hasta que yo llegue y ve viendo de contratar un servicio de seguridad mientras llego —la beso y abrazo para darle tranquilidad.

Vuelvo a su casa y me mira llenándose de tranquilidad acompañada de un suspiro, mientras habla con los técnicos. Me acerco a ella bajando un bolso con mi ropa y una mochila con mi equipo y notebook.

—Hola.

—Hola, ya van a instalar las cámaras, una alarma y una cerradura que se abre con nuestra huella.

—Bien, voy adentro a dejar mis cosas ¿Necesitan algo? —le pregunto a los técnicos.

—Cuando instalemos la cerradura, necesitaremos su huella digital para configurar la puerta —me dice uno de ellos. Asiento y entro.

Paso a dejar el bolso en la habitación, mientras saco la ropa que traje dejándo una muda sobre la cama, luego entro a comprobar el agua mientras me saco la ropa para tomar una ducha, necesito limpiar el rastro de energía de aquel lugar al que fuimos y de Luke. La puerta se abre y veo a Iris apoyada sobre el marco con una mirada compungida.

—Deja de verme así —le digo mientras espero que la ducha largue el agua en la temperatura que quiero— ¿Qué pasa?

—No me has saludado bien cuando has llegado ¿Sigues enojada? —muerdo mi labio inferior, si sigo un poco enojada.

—Tienes razón —me acerco para pararme frente a ella—, hola —la beso tomándola de la cintura para acercarla más a mí—. Tenemos que hablar.

—Lo sé. ¿Podemos bañarnos juntas?

—Me encantaría, pero alguien debe quedarse con los técnicos y ya te bañaste —toco su cabello mojado.

—Es cierto, solo quiero tenerte cerca —me abraza dejando su rostro debajo de mi mentón—. Perdón.

—Amor, debo bañarme.

—¿Amor? —se separa a verme con una gran sonrisa.

—Sí, amor. Ahora sal sinó comenzaré a sacarme la ropa aquí mismo y tú y yo sabemos como termina eso. Aparte estás castigada, hoy no vas a poder ver.

La saco del baño mientras hace puchero y me meto a la ducha, los técnicos terminan tarde de instalar todo el sistema y dejarnos los accesos a los programas de las cámaras. En cuanto se van me siento en el sofá e Iris a mi lado mirándome.

—No puede volver a hacer lo que hiciste hoy. No solo no sacamos información de absolutamente nada, más que conformar que hay una cuarta mujer, sinó que te podrías haber perjudicado. Te tape la boca justo a tiempo antes de que lo amenazaras de muerte.

—Lo sé, perdí el control. Sé que él ganó al haberme sacado de mi casillas y lograr afectarme, es que no tolero que se te acerque y menos aún que te llame su esposa o que hay querido besarte. Tú... ¿Estás segura de que... quieres esto? Sé que ustedes llevaban mucho tiempo juntos y... —la beso para callarla.

—No digas cosas sin sentido, por favor —vuelvo a besarla—. Creo que la mayor parte de nuestros años juntos fueron más por costumbre que por amor, con él ni con nadie he sentido lo que por ti ahora ¿Está bien? Saca esos pensamientos de tu cabeza, no volveré con ese idiota, no voy a dejarte, a menos que quieras.

—Ni quiero —se apresura en decir y me río.

—Yo tampoco quiero —se acomoda sobre mis piernas y le acaricia el rostro—. Estoy preocupada por Aurora, ella está embarazada, él ya lo sabe y tengo miedo de que algo pueda pasarles.

—¿Qué sugieres que hagamos?

—Estaría más tranquila con ella cerca —suspiro—. Pero sé que no va a dejar la cafetería, es su negocio, aunque nosotras podemos movernos, nuestros trabajos nos permiten eso.

—¿Quieres que nos mudemos con ella?

—No, acabo de llegar, ya pagué el depósito, tú acabas de poner la seguridad en la casa —suspiro—. Solo me gustaría viajar a verla en cuanto podamos, ayudarla también, tú puedes darle una mano con lo contable y yo, no sé puedo ayudarle a atender ¿Quizás? Solo son ella y su hermano, me gustaría ser un apoyo ¿Qué me dices?

—Está bien. Pero —agacha la mirada pensativa— no sé si estoy tan lista como pensaba para ver a su bebé y ser parte.

—Solo le ayudemos un poco y cuando sea seguro nos apartamos, si quieres nos vamos de vacaciones a esa casa que están terminando de construir en no sé dónde solo las dos... como pareja —me mira—. Luego de que salgamos un poco de lo de este imbécil, me gustaría que seas formalmente mi novia. Pero —coloco un dedo en su boca— no me respondas aún, te lo pediré formalmente cuando sea el momento.

—La respuesta ahora o después es que sí.

Niego mordiendo mi labio inferior y tirando mi cabeza hacía atrás, dónde queda acceso a mi cuello que ella besa, para terminar luego en una larga sesión de caricias, besos y sexo en el sofá.

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