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5. Canguro altruista

1.  Aves volando

  —Quiero suponer que ya conoces el famoso mito que dice que los gatos siempre caen de pie. Mi amigo me dijo que en parte es verdad, pero pueden sufrir lesiones e incluso morir si la altura de donde caen es demasiado alta. Me contó que ellos tienen un reflejo innato, conocido como enderezamiento, y de este modo caen de pie. Lo aprenden muy pequeños, entre las tres y cuatro semanas para después perfeccionarlo en la séptima. Algunos investigadores dicen que lo hacen con la maniobra de "girar y rotar". Puesto que son flexibles y no tienen clavícula, con ayuda de sus patas y oído interno se enderezan antes de aterrizar. Su complexión les ayuda a desacelerar la caída; finalmente estiran sus extremidades y las relajan para amortiguarse. —le expliqué a mi psiquiatra—. Y también existe otro mito. Dice: "Al recibir un golpe demasiado fuerte en la cabeza, verás estrellas y aves volando alrededor, cantando". Y también me contaron que lo que en verdad ocurre es que el movimiento brusco originado dentro del cerebro hace que algunas neuronas se apaguen y esto distorciona las imágenes que percibimos.


  —¡Qué interesante es todo esto que me dices! Sin duda eres un niño espectacular. Dices que quieres ser cineasta, ¿no? Yo pienso que lo conseguirás si en verdad lo deseas —me alentó.

  —Sí.... No lo sé, en realidad. ¿Qué oportunidad tengo en un lugar como este?

  —Te diré una cosa que de seguro te agradará. La gente maravillosa que ves en televisión, libros y películas no vienen de la misma fábrica. ¡Qué aburrido serían de ser así!

  Me animó un poco a decir verdad. Parece que esto fue muy gracioso para ella, pues rio durante varios segundos. Y de manera abrupta y severa recuperó la calma y me miró.

  —No dudes que eres especial y yo no olvidaré a qué viniste. Ambos nos conocemos desde hace tiempo y por eso debemos cooperar para que tú estés mejor. Cuéntame un poco sobre tu ojo morado, este nuevo estilo de cabello y qué le ocurrió a tu meñique, de seguro tienen un porqué muy interesante. ¿O me equivoco?


2. Aconséjame

  —¿Crees que pueda contarte primero lo que me llevó a hacerlo? —pregunté.

  Ella asintío amable, claro, después de todo la sesión dura cincuenta minutos y depende de mi la forma en que gaste mi tiempo.

  —Hace una semana que vine contigo; una semana que terminé la secundaria. Me dispuse a grabar un cortometraje y todo lo que he hecho desde hace una semana fue perder el tiempo. ¿Te digo qué es lo peor de todo? ¡Tenía ocho semanas para estar por última vez con los únicos amigos verdaderos que he tenido!... Y desperdicié una de esas semanas en estupideces. Y todavía hay algo peor: tuve que trabajar en la librería de mi familia toda la semana. Esto me restó tanto tiempo que incluso pienso que mi esperanza de vida ahora es menor.

  «No sé si conozca la librería Arias, pues bien, ha sido de mi familia materna desde que fundaron Salmet —ella asintió—. Sí, al parecer todo mundo la conoce. No, no me gusta en absoluto. Mi tatarabuelo fue el primer propietario, de allí en adelante la lista sigue hasta mi madre heredándose de padres a hijos. Mis padres son quienes la administran actualmente junto con mi hermano mayor. Él es muy... "leal" a ellos. Todos esperamos que sea él quien herede la librería y continúe el legado.

  «Creo que estaría muy contento de que eso ocurra, debido a que nunca deja de hablar acerca de la librería. Y así fuera, yo también estaría contento. Espero que se quede con la librería de mierda...

  «Mis padres me instruyen de todos modos, quizá lo hagan en caso de que mi hermano muera. Se ven felices al hacerme trabajar allí, en cambio, quisiera estar en cualquier otra parte. He grabado todos los días de la semana pasada en cuanto salía de la librería. He filmado cualquier cosa sin sentido alguno, solo lo hice por "hacerlo".  


  «Regresando a lo de la librería Arias y mi familia, parece que la lista de herederos crecerá un poco y todos en mi familia lo están tomando de una manera extraña. Es como una dinastía, y mi familia nuclear pertence a la lista directa de los herederos de la librería. Por lo que uno de los dos, mi hermano o yo, se quedará en la cabeza. Sería bueno porque yo ya no tendría que preocuparme acerca de ello de no ser que me toque a mí ¡Yo, mi esposa e hijos tendríamos que quedarnos en Salmet por siempre! ¡Y detesto eso!

  «Sí. No. A veces. Son buenos padres, creo. Solo mis amigos. Nunca.

  «Este era el plan hasta que hace siete meses mis padres dieron la noticia. ¡No quiero ser hermano mayor y no entiendo qué hace que todo mundo se emocione! Tan solo es un bebé, un bebé que solo tiene una manera de vivir su vida y que todo el mundo lo ve como un heredero. ¿Qué nadie ve lo cruel que es todo esto? Mis padres han enloquecido a tal punto que decidieron no saber el sexo del bebé, pero a mi no me importa en verdad. Una vez me vaya a la preparatoria pasaré muy poco tiempo en casa y no tendré que relacionarme más con ellos, y espero que eso les haga cambiar de opinión en cuanto tenerme como candidato a heredar su mugre de librería.

  «—Entiendo, pero no es sencillo —hizo su trabajo y me habló un rato—. ¿En verdad? ¡Qué extraño! No, aún así no quiero tener más hermanos. Tampoco lo voy a odiar, eso sería ridículo. No quiero que le hagan lo mismo que a mi. Yo... no quiero seguir aquí, pero no quiero dejar a Sarabi ni a Bosco.

  «Por ejemplo: El otro día fue un tal Enrique  Oropeza a la librería... ¿En serio le asombra? —expresé tras ver su rostro—. Parece que todo mundo lo conoce, era un escritor, productor y director del cine mexicano del siglo pasado; ha de tener como unos ochenta años. No he visto ninguna de sus películas ni he leído alguno de sus libros. Digo, solo lo conocen aquí, en México y nada más. Estoy totalmente seguro que no lo conocen en ningún otro país. Es muy pequeño.

  «—Es que yo no quiero ser pequeño. Es que pensar en eso es aterrador. ¿O usted qué opina?... No, no estoy de acuerdo.

  «Mi madre me obligó a atenderlo, aunque debió dejar a mi hermano, parecía que él en verdad quería atenderlo y eso hubiera sido mejor para todos. Enrique Oropeza me pidió que lo llamara "Kike" y me contó su día entero. Eran ya las cuatro y no pude evitar notar lo aburrido que su día fue. El señor "Kike" buscaba un libro innovador, no dijo género o autor ¡Nada! Hizo que yo le aconsejara un buen libro que hubiese leído. Entonces para que supiera que existen personas más populares que él y mejores, le di Drácula de Bram Stocker. Creo que no entendió, pues lo agarró con mucho entusiasmo, contemplando la pasta roja llena de murciélagos. Y me acarició el cabello como a un niño pequeño, incluso dijo que se veía bien tanto el libro como mi cabello.


  3. Descolorido

«—Me pondría contenta si Enrique Oropeza me chuleara el cabello ¿Apoco no crees que es increíble, Damián? —me dijo la madre de Bosco.

  «Había ido a su casa porque su madre sabía teñir el cabello, fue ella quien me lo tiñó de carmesí en primer lugar. Yo lo había hecho por mi cuenta antes de comenzar tercero, pero no duró mucho tiempo hasta que volviera al tono rubio, pero desde que ella sugirió teñirmelo y lo hizo, mi cabello duró carmesí mucho más tiempo. Solo se descoloró hasta quedar de color durazno-melocotón hace unas semanas. Estaba bien con ello, pero me molestaba que mis padres dijeran que se veía bien cuanfo en la escuela se burlaron un par de veces. Creo que Bosco nunca notó el cambio de tono, a excepción de Sarabi, quien sí lo hizo pero también dijo que se veía bien.

  «Fue Kike quien colmó mi paciencia y decidí reteñirmelo. Ya no me gustaba cómo se veía después de lo que todo mundo decía. Y sin pedir permiso a mis padres o alguna pequeña consulta; acudí a la madre de Bosco con un tinte L'Oréal chocolate en mano.

  Bosco no quiso bajar a saludarme —él seguía lamentandose por Julia. Su madre estaba ya algo preocupada por su salud emocional—. Tratamos de hablar con él, pues se había encerrado en su cuarto desde que regresó de una "pijamada improvisada" que tuvimos que hacer. Ésto tras el magnate rechazo por parte de Julia a mi amigo. Lo llamamos varias veces, pero no quiso salir. Estaba con su gato haciendo quién sabe qué cosas, tal vez engordar comiendo helado. Tampoco podía llamarlo porque dijo que un mapache le robó el teléfono... Sí.

  «Su madre me llevó al baño de la planta baja y preparó las cosas para teñirme de chocolate. La hermana de Bosco, Lina, se estaba quedando con ellos durante las vacaciones; su madre me lo explicó. Parece que Bosco solo habla con Lina por ahora.

  «—Es mi mejor amigo. Lo conocí hace menos de un año. —Continué respondiendo a sus preguntas—: Sarabi... No lo sé; impotente, tal vez. Quisiera que no, pero es algo que tengo que hacer. No, no lo sé...

  «—¿Qué opinas del robo masivo en el centro comercial? —me preguntó su madre mientras yo tenía sumergida mi nuca en la bañera. Estaba un poco fría, sentía mi cabello flotar sobre el agua.

  «—Ha sido bastante inesperado. Saquearon restaurantes, tiendas de ropa, la joyería y... ¿La juguetería? —contesté.

  «—Ya ves cómo son los ladrones en México, Damián. Trabajan con lo que hay. Sarabi trabajaba en la juguetería si mal no recuerdo, ¿cómo ha estado? ¿Sabes si estaba allí al momento del robo? Bosco casi no ha hablado con ella, hasta donde yo sé, porque perdió su teléfono por si te habías olvidado de ello. Le tuve que dar uno de tapita que era mío en dos-mil siete.

  «—Ha estado bien, creo —supuse—. No he tenido tiempo de estar con ella. Eso me recuerda que aún nos debe dinero del libro que se llevó de la librería antes de salir de clases —ella se rió. Abrió el tinte y lo huntó junto con otros productos en mi cabeza.

  «—Si te irás a una escuela diferente que ella y en verdad te importa su amistad, deberías hablarle más, Damián. En especial ahora. —A veces pienso que la madre de Bosco es una de los pocos adultos que me comprenden, a veces, eso hace más entretenido ir a casa de Bosco.

  «—¿Por qué en especial ahora? —le pregunté.

  «—¿No viste las noticias del martes pasado? Estuvieron circulando toda la semana, fue un escándalo que me contaron varios de mis pacientes. Claro que no les entendí porque tenían el aparato en la boca.  Aún así... Será mejor que hables con ella antes de que las noticias te hagan creer otra cosa —ella me explicó un poco—. Me asustó, porque no sabía lo que había pasado. Hasta el día de hoy tampoco lo sé, igual iré a verla saliendo de aquí.

  «—Lo haré.

  «—Vaya que sí, pobre niña aficionada Holmes —y sí—. Tengo que hablar de esto con Bosco, tampoco puede andar desperdiciando su tiempo de este modo. ¿Viste al cabrón? ¡No nos ha querido abrir!

  «—¿Llorando por una chica, quiere decir...? —su respuesta me alarmó y a la vez me hizo sentir un poco traicionado: Bosco se irá de Salmet.

  «Casi no hablé con ella mientras terminaba de teñir mi cabello. Hubiera querido hablar con Bosco cara a cara, intenté hablarle de nuevo y fui a su puerta. Toqué varias veces y esperé, mas no salió. ¿Recuerda que comencé a venir aquí por problemas de insomnio y pesadillas? El día de la pijamada no pude conciliar el sueño, desde entonces no he podido dormir bien. Se supone que Bosco es alguien estable y altruista,  ni Sarabi o yo tenemos esas cualidades. Creo que nuestro vínculo va a colapsar y no sé cómo repararlo antes de que sea demasiado tarde. Tengo miedo por Sarabi; me siento compasivo por Bosco, aunque con un poco de odio también; quisiera que mis padres nunca hubieran decidido tener otro bebé y necesito estallar de una vez por todas.

  4. Caída ácida


«El jueves (o sea, ayer) fui al parque que está frente a mi casa. Es el parque donde una extraña chica y su primo filmaban videos para manchar la reputación de los demás. Lo hacían para el chico más sobrevalorado de la ciudad, es decir, Aurelio Cornejo. De seguro lo ha visto pues está en la mitad de los carteles Cornejo que hay en toda la ciudad. Fue enviado a un internado militar desde que inició el 2020. Hablo del mismo chico que le di un puñetazo en la cara y del mismo que me confesó su amor cuando perdí el control.

  «—Sí —contesté—. Nunca. No, no soy homofóbico. Se metió con mis amigos. Lo sé, lo sé... Okay.

  «Regresando al porqué de mi ojo morado y el asunto con mi dedo roto, el parque de los patos es mi favorito en todo Salmet, puesto que tiene skatopistas, pistas de skate, pistas para tablas de skate, pistas donde los jóvenes se matan ¡o como usted quiera llamarlas! Y otra cosa: ¡No hay ni un solo pato en el parque! Son de hecho esculturas de piedra que están distribuidas por allí; también hay árboles de limón, aunque la mayoría de las veces no tienen limones puesto que la gente los arranca de las ramas.

  «Estaba yo en mi tabla, simplemente me impulsaba por las rampas de la pista; me aburrí y comencé a hacer Ollies. No estaba concentrado del todo, sino molesto, todo había sido inaceptable y no aguantaba más haber perdido tiempo; alejarme de mis amigos; a mi familia. Estaba fuera de mí.

  «—¡Ah ya! ¿Mi cortometraje? ¿Segura que quiere saber? —respondí apenado—. Me salí de mis casillas, de nuevo. Casi no había dormido; no podía, ya era de noche; estaba ansioso y no me parecían suficiente. Salí al parque de los patos y quemé las cintas con aceite vegetal y un encendedor (quería grabar en una cámara retro, por eso usé cintas). Las depedacé, pisé, las lancé por toda la ciudad. Una simplemente la perdí en el camino, debió quedar en algún sitio del parque de los patos. Como sea, son cassets y si alguien encuentra la cinta no podrá ni siquiera reproducirla.

  «En fin, mi patineta es resistente (algo bueno de ella, probablemente lo mejor que tiene). Empecé a hacer ollies en medio de la pista de skate (o sea que golpeaba en la parte de atrás para impulsarme en la tabla), también hice flips y shovits cada vez que llegaba a las partes altas de las rampas. Los movimientos que hice se tornaron muy bruscos, me sentí como un avión con turbulencia con un mal piloto; resbalé mientras hacía un goofy y caí de frente, raspándome el codo, solo que no se ve, porque uso mangas. Mi tabla rodó, pero la alcancé con mi brazo izquierdo antes de que cayera a la pool. Y soy zurdo, por si lo había olvidado.

  «No, allí no fue cuando me causé el moretón del ojo ni me rompí el dedo, aunque sí me ardió el codo. De hecho la manera en que me pasó fue todavía más estúpida. Me levanté, sentía que hervía como un calentador de agua y me coloqué frente a la pool del parque. Aquí comienza el porqué que me preguntó hace rato.

  «La gente puede ser muy silenciosa cuando así lo desea, creo que debería aprender a ser silencioso también; sería extremadamente útil para escaparme de la librería cuando yo quisiera. Entonces me tocó el hombro de una manera amistosa en realidad, ya que fui yo quien empeoró las cosas como siempre lo hago. Era Aurelio Cornejo. Pensé que nunca más lo vería y verlo de pie junto a mí, hizo que las cosas se complicaran. No fue hostil conmigo, de hecho fue amable, habíamos sido amigos hace mucho; repito, hace mucho.

  «—Damián, ¡qué gusto verte! No sabes cómo me alegro —dijo Aurelio—. Te ves bien.

  «—Estoy practicando. ¿Qué quieres, Aurelio? —pregunté hostil. Impulsivo. Volvía a mí la sensación que tuve el día que le di el puñetazo en la cara y era incapaz de controlarla.

  «—Venía a saludarte para que supieras que estoy de regreso. Mis padres no me quieren ver en casa, así que fui a la librería y tus papás me dijeron que estabas en el parque de los patos... ¡y henos aquí! —mis padres no saben sobre lo que pasó con Aurelio y creo que ni siquiera les importaría saberlo. Está mejor así.

  «—¿Mis padres te lo dijeron? —de seguro creen que aún somos amigos—. No puede ser.

  «—¿Has estado bien, Damián?¿Cómo han estado tus amigos, Sarabia y Bronco? —preguntó erróneamente—. He querido hacer otra fiesta, esta ocasión para celebrar el fin de una era. ¿Qué opinas? Parecían muy felices en mi cumpleaños ¿Si los invito crees que vengan?

  «—Ni siquiera me tomaría la molestia de comprar los aperitivos. Gran parte de la escuela te odia desde que descubrimos lo que tú y Abril les hacían a los demás. Mis amigos; SARABI, BOSCO y YO no somos la excepción —contesté firme. Él me miró con una expresión pacífica en su malévolo rostro.

  «—He hecho cosas terribles, Damián querido. Te pido de nuevo una disculpa, prometo que voy a arreglarlo todo, iré a pedir una disculpa en persona a cada uno de los que agredí. —Me sentí ansioso, era como si fuera un títere y el titiritero me sacudiera para golpear a alguien violentamente contra mi voluntad, me opuse con gran sufrimiento mental—. Tendré una charla con Belén del Águila, recuerdo que ella también era una maldita.

  «—Algo así... —Aurelio, si tan solo supieras que una disculpa tuya vale menos que un chicle aplastado—. Ahora le llamamos Belén la perra... No me preguntes porqué Aurelio, porque no lo entenderías.

«Me sentía asustado porque Bosco no estaba para pararme como siempre lo hacía. Aquella vez que pasó lo de Aurelio, Bosco estaba allí y él me ayudó, pero él estaba hundido en sus pensamientos, y yo estaba por mi cuenta.

  «—Entiendo, déjame acompañarte entonces. Te invito un helado, unas papas, lo que sea va por mi cuenta —me invitó Aurelio el rico.

  «—No quiero que gastes ni un centavo de tu familia en mi, no quiero que me des nada de ti. No me gustas, Aurelio, creo que te lo dejé muy claro.

  —¿Y qué pasó? —me dijo mi psiquiatra, regresándome al  presente.

 
  —Ayer en el parque de los patos Aurelio trató de incarse ante mi y pedirme perdón como si yo fuera su amo. Antes de hacerlo, me dijo que entendía lo que le dije y que no buscaba que le correspondiera. No sé qué pasa conmigo, realmente estoy mal. ¡Y me desaté! El titiritero ganó la pelea y me obligó a lanzarle un izquierdazo directo al ojo derecho. Lo único que cambió esta vez fue que  detuvo el puñetazo con su mano.

  «Ya no tenía idea de lo que hacía, tan solo quería explotar contra alguien y convenientemente nunca superé mi odio hacia Aurelio. —En cuanto traté de rematarlo con mi otro puño; me golpeó en la cara; haciéndome retroceder; haciéndome escuchar y ver aves cantando. Tropezando con mi patineta (que estaba detrás de mí) me deslicé  dentro de la pool al pisar mal; rodando en una mala posición, llevando mi brazo derecho a mi espalda; torciéndome las articulaciones del meñique en contra al hacer fricción contra el cemento (¡que estaba muy caliente por el pinche clima inconsistente de Salmet!).

  «Según una enfermera tengo una contusión moderada en la cara, nada de lo que debería preocuparme: "Tan solo unos vasos sanguíneos se rompieron hasta provocarme un hematoma". Pero que me dolería al tacto —se equivocó, pues me duele aunque no me toque—. También me explicó que mi meñique empezó a hincharse, recordándome a cuando mi mamá hacía pasteles y la mezcla se inflaba, cambió a un rosa mexicano intenso, pero a la vez se entumeció y no sentía nada en él. Solo sentí que se durmió mi mano y no que respondía.

  «Me dieron nauseas por el puñetazo, pero no me dolía el dedo, rodé sobre el fondo de la pool haciendo ridículos ruidos como: "Au-au-au-au-au". El cemento estaba hirviendo y el contacto con él me hacía sentir muy incómodo, puesto que llevaba short y una playera sin mangas. Recordé que Aurelio seguía arriba, viéndome:

  «—En realidad me gustaba tu cabello rojo, pero el café combina con la mugre de vida que tienes, querido —así fue como se marchó Aurelio.

  «Escuchar sus pasos alejándose de mí, me tranquilizó y trajo la paz que necesitaba. Luego estuve escalando durante varios minutos, pero me resbalaba porque mi mano no respondía y me mareaba constantemente hasta irme de espaldas. Una vez, tras otra y otra vez, otra vez.... Ya no sabía si llorar o reír, por eso hice ambas al mismo tiempo (por eso ahuyenté a una niña pequeña que me preguntó si estaba bien). Pero no estaba triste, solo estaba colérico. Era desesperante escalar y resbalar.

  «En cuanto logré apoyarme sobre la cornisa tras dificultosos intentos corriendo a toda velocidad para escapar y enderezarme de nuevo en la superficie, noté que mi tabla se quedó en el fondo de la pool. Mi puta tabla se quedó en la puta pool. Disculpe, es que me estresé mucho en ese momento.

  «No importó mucho, porque regresé con ayuda de mi hermano por la noche, él se metió a la pool para sacarla y me la arrojó. En cuanto la tuve en mis manos, le agradecí y me fui caminando a casa. Mi hermano me dijo: "De nada" muy orgulloso de sí mismo, de seguro su autovaloración subió mucho gracias a mí. Tardó en regresar, imagino que le costó tanto trabajo salir como a mí.

  «En cuanto me incorporé, opté por dirigirme al hospital público. —Era preferible que ir con mis padres y explicarles lo ocurrido—. Al final les mentí: Ahora creen que me caí de la patineta. Caminé muy lento, no sé porqué, pasé frente a una banca y ojalá me hubiera ido por otro lado, aunque no fue tan malo... Kike estaba sentado en ella, leía Drácula de Bram Stoker (libro vendido por mí).

  «Me reconoció, a pesar del cambio en mi cabello y los moretones; dejó su libro y caminó hacia mí; me estrechó la mano y acarició mi cabello chocolate. Aparentemente se preocupó por mí, él mismo me llevó al hospital. No me preguntó lo que me había ocurrido, tan solo me ayudó. Nos fuimos en su auto, era un beetle o un bocho para que me entienda. Olía y lucía a "nací en los 40's".

  «Una vez en la sala de espera del hospital público, Kike no cerró la boca (y quizá nada podía pararle). El viejo se compró un helado de limón y a mí una paleta de limón, le agradecí —el único problema fue que me la puso en el ojo y no me dejó comerla hasta que me atendieran el dedo y la cara—. Mi madre, después de su horror al verme, me preguntó por qué olía a limón.

  «Kike es un celebre director del cine mexicano, conoce tantos datos inútiles al respecto... Yo estuve ignorando lo que decía; aguardando a que se callara, mas no lo hizo; al final, me gustó que continuase sin cerrar el hocico. Me habló sobre las fabulosas composiciones de Agustín Lara y Gabilondo Soler. Acerca de las aventuras llenas de lujuria de María Félix y el inigualable carácter de Pedro Infante. No lo soportaba, pero me encantó escucharlo.

  «Fue una plática enriquecedora. ¡Muy, muy, muy auténtica! Gran parte de la gente en la sala de espera se nos acercaba para tomarse fotos con Kike, éste aceptaba todas; era increíblemente famoso para mi desconocimiento. Finalmente la gente nos dejó en paz (yo andaba jugando con mi dedo gelatinoso para entretenerme, dolía bastante, pero era entretenido, creo que mi articulación se había destrozado o algo así).

  «—Querido amigo, Damián. Usted que es un joven encantador y conocedor, ¿qué me puede decir de sus amigos? —me preguntó Kike.

  «—Que sí están vivos —creo que allí fue cuando me pasé de la raya, mas Kike rio con una agradable melodía en su voz.

  «—Los míos igual y siempre están conmigo. Aquí —señaló su corazón—. Y sino, puedo contactarlos por medio de un tablero de Ouija. ¿Qué te parece?

  «Escupí el jugo de la paleta —que ya me había empezado a comer—. Es más, carcajeé tanto que casi me zurro en los pantalones. ¡Veo que hasta usted se ríe!

  «Le pregunté qué hacía en Salmet y su respuesta me sorprendió: "Tan solo tomaba inspiración desde sus raíces".

  «—¿A qué se refiere con eso, Kike? ¿Inspiración en Salmet? ¿Por qué? No está hablando en serio —dije.

  «—¿Pues dónde crees que sembraron a este viejo árbol que tienes enfrente, amigo?  Esto es lo que soy y siempre seré. A lo segundo, preparo mi última cinta y verás que ganará arieles y óscares, y solo entonces tú pensarás que es buena. El mundo tiene que saber que México es mucho más que narcos y presidentes con bonitos copetes. ¿O tú qué opinas? —asentí con una sincera sonrisa para mi sorpresa. ¡Wow, en verdad lo hice!

  «—Yo he estado practicando últimamente. Quisiera ser cineasta como, como —usted no—... ¡uno grande! ¿Sabe? ¿Puede decirme de qué será su famosa cinta? —solicité emocionado.

  «—No, no lo haré. Pero es genial que a un niño como tú le encante el cine. Ya muy pocos lo entienden.

  «Igual y tenía razón.

  «—Solo te diré esto: Un canguro no puede caminar hacia atrás, tan solo puede dar grandes saltos hacia delante, mucho mayores que un paso humano. Existen muy pocos deprededores que casen canguros, tan solo es el hombre quien puede extinguirlos. Las madres de estos canguros se encargan de resguardarlos y hacerlos fuertes dentro de su marsupio. Y lo mejor para ti es que seas un canguro altruista por más secretos que tengan tus amigos y por más dedos que te rompas. ¿Qué me dices?

  «—Yo diría, Kike. ¡Que está loco de remate! ¿Se ha fumado algo?

5. Como un altruista

  —Oye, después de todo me parece que no has tenido una mala semana, Damián. Si dices que no ha sido la semana que esperabas puedo entenderte, pero por otro lado, me encantaría tener la clase de acción que tú tienes en una semana en una hora de mi propia vida. —Me contestó mi psiquiatra. Su nombre es Alejandra y tiene el cabello como sopa maruchann.

  —Vaya, supongo que sí ha sido emocionante. Quizá pueda ir a visitar a Sarabi, iremos juntos a casa de Bosco y lo sacaremos de su depresión y juntos veremos qué hacer acerca de mi cortometraje y finalmente podré dormir —me animé con gran ilusión.

  —Sensacional, Damián. Te veré la próxima semana en viernes, ojalá mejore tu dedo y tu ojo. Eres libre de irte. —Le agradecí y caminé desde el sillón hasta la puerta por el alfombrado de rombos.

  En la sala de espera había un chico de complexión delgada, muy delgado en realidad, tenía el cabello muy similar a mi psquiatra, sin embrago, el suyo parecía mostaza. Como si se la hubieran exprimido encima del cabello.

  Esperé un poco en la puerta del edificio, quizá sí había algo bueno en Salmet, después de todo. Lo bueno es que dentro de unas semanas ya casi no estaré aquí, así que ¿por qué no disfrutarlo? Compré una alegría de amaranto como siempre lo hago y llamé a mi padre para decirle que había salido de la terapia; me preguntó que cómo me había ido, si mi dosis para dormir sigue siendo la misma y "bla-bla-bla" (es un buen tipo). Le pasó el teléfono a mi madre y ella quería que fuera a la librería o eso supongo.

Colgué en cuanto escuché librería. Tardé más de diez minutos hablando con ellos, comiendo mi alegría y jugando a rodar la patineta con mis pies, mientras me sentaba en un escalón del edificio.

  Ya me marchaba cuando vi a este chico en un callejón —nunca lo ví salir, debí estar ocupado hablando con mi padre—. El celebre señor mostaza estaba siendo amenazado por tres personas. No parecían ser amigos, pero todos eran adolescentes como un servidor. Me acerqué un poco más; crucé la calle y me asomé desde una esquina con mi patineta colgando de mi brazo izquierdo y agarrando mi alegría con mi mano del dedo gelatina.

  ¡Oh vaya! ¿Quién lo hubiera dicho? Aurelio, la vieja Abril y su primo cuyo nombre no recuerdo. ¿¡Amenazando al señor cabello de mostaza!? ¿Por? Digo, lo dejaría pasar por alto en otras circunstancias, porque: "No es mi pedo"... Sin embargo, las cosas con Aurelio y Abril, la mejor amiga de Julia, nunca estuvieron nada bien.

El primo de Abril cuyo nombre no recuerdo (por segunda vez) es un ser peculiar que solo sirve para tener a quien servir. Ni modo. Todos se ven bastante agresivos. Aurelio y el que no recuerdo lo mantienen contra la pared, Abril tiene una mirada sádica y algo más en su mano que no distingo desde aquí. El señor mostaza se está cagando de miedo: a pesar de que es más alto que yo, ellos lo son más; más fuertes. Abril se ha rapado una parte de la cabeza. Se ve..."peculiar", por así llamarla.

  Terminé mi alegría, el amaranto es sensacional como diría mi buena amiga psiquiatra. Y como diría mi buen extraño Kike, y para nada director favorito (sin sarcasmo), de vez en cuando no está mal ser un canguro altruista. Escuché que dan buenas patadas. Mas como estoy solo en esto, será un buen momento para mi, mis patadas y mi patineta.

  No sería la primera vez que mi patineta golpea un par de bolas.

 

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