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12. El imperio del pato mandarín

1. Estancado en un estanque

Incluso el gato más refinado y pacífico puede transtornar sus instintos a los de una feroz pantera. Como en todo mamífero, hay una gran diferencia entre un gato que obedece sus instintos y uno que ha sido castrado. La serie de pensamientos que cruzan por su mente pueden ser los polos opuestos de la escala del blanco al negro. Las orejas hacia atrás, bigotes tiesos, ojos en línea-al igual que las rayas del tigre-, todo ello señal de amenaza.

-"Debí castrarlo en cuanto tuve la oportunidad"-reflexionó Bosco. Persiguiendo con la mirada a Incín y Mondlicht que estaban jugando frente al chisporroteo de la chimena.

Enrique Oropeza estaba en la cocina, abriendo la caja de galletas que le prometió a Bosco hace unos segundos, y su esposa, Isabella, tocaba el claro de luna en el piano de cola. Controlaba cada mano como si fueran bailarines, cuya pista de baile eran las teclas blancas y negras. Belén adoptó una posición ética en una silla de inicios del siglo pasado, valorando la interpretación de la pianista. La combustión era fatua e indecisa, conforme pasaban los segundos la leña tronaba como sonido secundario en la habitación.

Por el ventanal-semejante a la silueta de una casita-, llovía a cántaros. Bosco veía la veleta situada en el patio, desde su sitio, esta giraba indecisa en toda dirección que le fuera posible. La fuente desbordaba cascaditas por cada uno de sus costados, creando pequeños canales que se distribuían por todo el jardín. La gata contendía a Incín por el dominio de una pelota de estambre, ejecutando la labor de arriba-abajo, usando como campo de batalla la misma sala. Bosco les miraba alarmado, preocupado de que la gata pudiera atacar a Incín. Ella se revolcaba sobre él, con su patita aplastando su cara e Incín permitiéndole-¡Eso era bullying!

Aquellas manchas dando vueltas por la alfombra bosquejaban esporádicamente el Jing y el Jang. Con la colita de Incín, gris arenosa, y la cabeza de Mondlicht (la gata), reluciente y aperlada. En cuanto Isabella Oropeza terminó la pieza, la pequeña riña de los felinos se detuvo, pareciendo ser que la música estimulaba la contienda. La mujer era una artista que pintaba para las exposiciones de los festivales en México, sin embargo, Bosco nunca había visto ninguna de sus pinturas. Isabella se recostó en un camastro cercano a la fogata, recibiendo aplausos de Belén. Dirigió unas palabras a Bosco:

-Tienes un gato adorable, Bosquecito-recitó, arrugando de más las arrugas.-Tienes que contarnos dónde conseguiste aquel listón rojo que lleva en el cuello-retrató al gato. El listón que la Dama Fina usó en vida había sido heredado a Incín, a voluntad de Sarabi.

-Fue un presente, a decir verdad-le contó. Belén soltó una risita.

-Comprendo, jamás sabremos de dónde obtiene la gente las cosas maravillosas-regodeó al chico gato.-Mondlicht, acércate, terroncito.-La gata se le acercó al camastro, ella la recogió y caminó hacia Bosco:-"Mucho, gusto, Bosquecillo.-imitó a la gata-"Lo sé, lo sé. Soy una gata maleducada, dejandolo de lado: Un placer, mi nombre es Mondlicht.

Isabella sacudió su pata para que Bosco la estrechara, el rostro de Mondlicht parecía derretirse en brazos de la pintora. Bosco levanto la mano y sacudió la de la gatita persa. Incín se acercó al regazo de Bosco, con su carita de mazapán curioseando la de Bosco:

-Un placer...-dijo y tomó a Incín para imitarla:-Tengo el título Caballero Cara de Mazapán, no obstante, usted podrá llamarme por mi nombre oficial: Incín.

Isabella colocó a Mondlicht en el suelo y estrechó la patita de Bosco. Colocó la palma boca-arriba e Incín presentó su garrita sobre ella. Bosco sabía que conocían a Incín, probablemente habrían adquirido cuerto aprecio por él, pero no conocían su verdadero nombre; debieron apodarlo de algún modo. Enrique Oropeza llegó a la sala con una charola metálica; en ella llevaba cuatro vasos de cristal, galletas para gato, tiras de jamón serrano y cubitos de queso; además de una jarra con jugo de arándano. Los colocó en la mesilla de la sala y besó a su esposa:

-Sírvanse, sin temor a perder los dedos-indicó el hombre a los chicos. Bajó las galletas para los persas y se sentó en el sillón junto a Bosco.

-¿Me sirves jugo de arándano, Bosco?-proclamó Belén. Estando más cerca de la jarra que ella que él.

-... Okay-murmuró Bosco. Estando en casa ajena decidió seguir la norma de comportamiento, pero con los Oropeza allí, sintió vergüenza de rechazarla.

-El muchacho es un caballero con su novia-dijo Enrique Oropeza.

Antes de que Bosco explicara el asunto, fu socorrido por la pintora:

-¡Ay, Enrique!-enunció anodina-De ser novios se sentarían codo con codo, justo como lo hace la pareja de mi pintura.

-Gracias...-susurró Bosco en cuanto terminó de servirle a Belén, después vio a estq con repulsión para dejar las cosas claras.

-Es la persona más educada de la clase.-Alardeó Belén.- ¿O me equivoco, Bosco?

-Fascinante, como diría un amigo-proclamó Enrique Oropeza.-¿Ustedes por qué se conocen, son algo?

-Deja de acapararles con preguntas. Si vas a hacer, que sean más prácticas-intervino Isabella-. Las que haces son tan aburridas como chupar un clavo.

-¡Gracias!-bramó Bosco.-Solo somos ex-compañeros de clase. Además, ella vino de colada.

-¡Un brindis por los colados!-enalteció Enrique Oropeza con el jugo de arándano en alto hacia Belén.

-¡Salud!-contestó Belén.

La pintora tomó asiento a un lado de Bosco, dejándole acorralado con ayuda de su marido. Belén permaneció en la silla de madera alejada de ellos, en el otro rincón de la sala. ¡Vaya manera de comenzar un lunes 27 de julio! Había sido bastqnte chachara. Hora de hablar de lo importante: los persas.

-¿En verdad Mondlicht está preñada?-resaltó Bosco al rostro de la pintora.

-Lo único que sé es que nacerán los gatos persa más lindos de todos...

Carajo...

-¿Nadie va a tomar jamón serrano?-gimió Enrique Orop3za con descepción.

-Tomaré un poco, gracias-contestó Belén.

-No, querido. ¿Podemos seguir?-respondió Isabella en cuanto les acercó la charola a la cara.

-Uh...-murmuró Bosco-La verdad es que en mi familia no acostumbramos comer carne.

-¿¡Son vegetarianos!?-chillaron Enrique y Belén al unísono.

-¿Có-cómo?-se trabó con la lengua.-No, nosotros solo no comemos. A mi hermana y a mí nos educaron así desde muy pequeños. Aceptaría, pero no quiero desperdiciarlo...

-No te avergüences-le explicó Isabella-. Enrique estará más feliz así, más para él. Yo no soy vegetariana, pero prefiero comer poca carne por el colesterol.

-Sí, está bien.-Sonrió Bosco.

-¿Comes pescado?-curioseó la pintora.

-A veces... En fin de año comemos comida del mar.

-¿Se imaginan a una ballena encallada charlando con una niña bajo el mar?-interrumpió Enrique-. Sería la mejor película, tengo que anotarlo.

-Ya está divagando otra vez...-exhaltó Isabella.

-Déjelo, aliviana el ambiente.-Sugirió Bosco.-Ya es suficientemente tenso tener que hablar de cómo Incín y Mondlicht... ¿No prefiere hablarlo con mi madre?

-No. Estoy segura que puedo manejarlo contigo, pero será mejor que lo sepa.-Si como esta chica habla de ti es verdad, pondremos solucionarlo nosotros.

-Bueno...-respondió inseguro.

Belén experimentaba esa molesta y profunda sensación de no pertenecer allí. Sus ojos se llenaban de desesperación, merodeando por toda la casa y sus oídos se perdían entre las voces y la lluvia. Mala idea acompañarlos.

-Solo una condición-murmuró Isabella-Enrique y yo tenemos demasiados asuntos que atender durante todo el año, cuidar más de un gato no es tarea fácil para nosotros. Dejo en ti la responsabilidad de qué hacer con las crías cuando nazcan.

-Ajá...-contestó y lo razonó unos instantes en su cabeza:-¿Cuándo es eso?

-Mondlicht es una gata joven. Tiene dos años-¡Es mayor que Incín, maldita sea!-. Comprobé su gestación hace dos meses, haberte encontrado me alivia muchísimo. El veterinario dijo que solo había otro gato persa que acudía a su consultorio, pero que era imposible darme más información. Hoy por la mañana me angustiaba saber que Mondlicht está alrededor de dos semanas del parto, pero ahora están aquí.

-Já, sí...-repasó Bosco con el corazón escapando por su boca.

Enrique Oropeza volvió a la sala. Belén no lo notó al ver cómo caían las últimas gotas de lluvia sobre la fuente y los canales se metían a la tierra:

-¡Paró la lluvia!-exclamó-. Debo irme a casa urgentemente.

-Bueno, bye-le dijo Bosco.

-¡¿Qué!?¡No!-rechistó-¡Llévame a casa!

-No-habló Bosco-. Tú te metiste en esto, regresa tú sola por dónde viniste.

-Aunque a veces, es un patán-replicó con la mirada puesta en Eneique Oropeza.

-Puedo llevárlos a sus casas-repuso Enrique.

-¡Pero yo!...

-No objetos-aludió la pintora. Te apoyaba, pero te pasaste de lanza. Además es tarde, me contactaré con tu madre para explicarle en persona; es mejor ir ahora.

-¡Ash!-replicó Bosco, terco como el tronco de un árbol.

Mondlicht e Incín subieron a su regazo en busca de caricias,Él les sobó las cabecitas, pero paró en cuanto notó el vientre de Mondlicht. Una bolsita.

Dejaron a Belén en su casa, claro que sí, obviamente vivía en la mejor zona residencial de todo Salmet. No más allá del centro por la cimade las colinas. En cuanto ella bajó, aparte de agradecer cortésmente, le dijo a Bosco: "Vendrás aquí para mi fiesta. Te espero, no faltes. Tu madre tiene tu invitación. ¡À revoir!

-No somos amigos-explicó Bosco a Isabella. Ella bramó.

Se aproximaron a la Calle Berol subiendo por la pendiente, la cabeza de Bosco junto con Incín se deslizaron hacia los respaldos del beetle. Al igual que Isabella, quien dijo era como la subida de una montaña rusa antes del descenso. Enrique Oropeza sugirió una idea: "Salmet debería abrir su propio parque de diversiones". "Ya quisieras" aludió la pintora riéndose.

-Sí está muy inclinada, ¿verdad?-cuestionó Bosco. Preguntándoselo por primera vez en la vida.

-Perfecta para deslizarte en trineo-mencionó Enrique.

-Ya quisieras...-dijo Isabella.

-Pero dicen que eso no es lo mejor-suscitó Bosco a sus oídos. Usando la fuerza de su abdomen para acercárseles.

-¿Entonces qué es Bosquecillo?-dijo la pintora en el preciso instante en que llegaron a la cima, justo al lado de la casa de Bosco.

-Bueno, eso dicen. ¿Qué hora son?-reflexionó Bosco-¿Las siete? Si quieren verlo, hay que bajar ahora.

Bajaron los tres del beetle, acompañados de Incín sobre los hombros de Bosco. Él señaló la vista hacia el panorama y siguió camino a su casa, pero la pintora le jaló del brazo, deteniéndole en seco. Sintiéndose agitado, él la miró asustado directo a sus ojos de centellas. Venía un viento profundo hacia ellos que sacudía el pelo de Isabella, deo mismo color que el de Mondlicht. Escuchó el bramido de asombró de Enrique del otro lado del vehículo, un hombre de traje viendo el panorama como un pequeño ve un león.

-Observalo-solicitó la pintora a Bosco.

-Lo he hecho millones de veces.

-He mirado mis pinturas millones de veces y de todas formas encuentro nuevos significados en ellas.

Bosco obedeció y oteó desde lo alto de la pendiente a la estación de trenes, el vapor de los trenes y autobuses que pasaban por allí, así como los autobuses que partían del lugar era lo único en que se concebtraba.

-¿Lo ves?-cuestionaron los Oropeza.

-Sí.-No.

-Ese arrebol es el más rojo que alguna vez haya divisado, quiero retratarlo-explicó Isabella.

-Como la lumbre-dijo Enrique.

-Mucho más intenso-le aludió. Después musitó:-Es inefable.

-¿Cómo así?-cuestionó curioso.

-No te lo puedo explicar con palabras. Lo que ves frente a tí, es todo lo que tienes que saber.

-¿Tú dirías lo mismo a un ciego?-dijo Enrique acercándose a Bosco y su esposa.

-No-susuró. Bosco caminó a la puerta de su casa para abrirles-. Con tan solo decirle a un ciego lo que está frente a mí tengo varias opciones: Conseguir destruir lo inefable, pillar su confianza en mí, que me tome por loca o... Deprimirlo con el simple hecho de hacerle saber que nunca podrá ver algo como esto.

2. El llamado a la cacería

*Habladurías de un gato persa:

Candidatos para cuidar un gato:

Mamá: No, ella ya vive conmigo.

Lina: Olvidaría al gato en un inodoro.

Papá: Con tocar al gato lo mato, o peor, lo atropella.

La abuela: Ya tiene suficientes.

La señora Guzmán: "Candidata perfecta". La señora defeca oro.

¡Grandioso, Bosco! Has cubierto 1 de 8 posibles... Quizá algún amigo de Lina quiera alguno, ¿La señora Guzmán querrá dos? ¡Ash, no puedo pensar!

Bosco cerró debun azotón la cobertura de su agenda. Tenía elementos que eran parte diario, parte agenda, parte cuaderno de investigación, parte álbum de fotos. La mayoría recopilada para analizar los últimos meses de su vida. Había fotografías con Sarabi y Damián en él, eran de una cámara instantánea que le había regalado su abuela poco antes de navidad.

-Tengo que orinar-informó Bosco a Incín, quien se lamía las patitas a su lado.

-Anda, dilo más fuerte.-Reaccionó Lina porque los tres estaban juntos en la sala.

-¿Qué dijiste, Bosco?-consultó su madre, inspeccionando un baúl desde el armario.

-¡Que va a orinar!-le avisó Lina con los pies colgando del sillón.

-¡Dile que levante la tapa cuando termine!-ordenó su madre, sacando objetos curiosos del baúl.

-¡Bosco!-lo llamó Lina.

-¡Ya escuché!-alardeó con el eco del baño.

Lina encendió el televisor de la sala, consultaba varios canales con la esperanza de hallar uno de su agrado. Pasarían un documental sobre la vida de María Félix, pero estaba indecisa de cual de los 9 canales que tenía en mente podría ser... El 2 no era, tampoco el 7 el 8, mucho menos el 5 o el catorce-¿Sí era hoy?-se cuestionó tras haber agotado sus opciones. Recibió un piquete en la naríz y en cuanto reaccionó a él, el control le fue arrebatado de las manos:

-¡Qué pedo!-exclamó hacia su madre.

-Sintonizo el 39-murmuró su madre entre dientes, sentándose en el sillón individual-, ha ocurrido algo importante y no dejan de pedir que veamos las noticias en el grupo de la colonia.

-¿Todavía sigues allí, Clarita?-protestó Estás a menos de un mes de irte y sigues escuchando a las vecinas chismosas.

-Hay dos vecinos no chismosos, sus vidas dependen de mí-se excusó.

-Mamá...-replicó con ojitos de hueva-. La señora Guzmán lo entiendo, pero ¿Papá? El es más mudo que el gato.

-Pero vive al lado y no sabe usar su teléfono...

El televisor reprodujo el canal 39, donde estaba el reportero del canal acompañado de la otra chica encargada del clima. Los cabellos de ambos estaban desalineados como los de un peluche, cosa que provocó las burlas de Lina y su madre. Aunque el fondo del escenario resultaba estresante:

-Aquí Chucho Ordoñez en compañía de la guapísima Abi Sariñana. Sintonizándonos para Salmet, Estado de México y cualquier otro lugar de la República que nos esté observando u oyendo.

-Así es, Chucho-continuó Abi Sariñana-. En este bellísimo día soleado con veintidós grados a jueves 30 abril con 17.30 horas...

-De seguro se preguntarán, por qué todo mundo está hablando de nosotros, mas bien de lo que pasa detrás nuestro. ¿Les dices tú, Abi, o lo cuento yo?

-¡Cómo te gusta dejar a la gente con la duda!-protestó Abi-Adelante, cuéntales.

-Vamos adentrarnos, entonces. Acompáñanos, Jaime.

El camarógrafo siguió a los reporteros entre un tumulto de gente que se acumulaba más y más hacia el palacio municipal. Mostrándose frente a la cámara:

Muera el mal gobierno.

-¿Eso qué?-Interrumpió Bosco llegando a la sala. Escuchando cómo el inodoro continuaba succionando.-¿Acaso son Miguel Hidqlgo?¿Dónde quedó Fernando VII?

-¡Cállate, idiota!-interfirió Lina.

-¿Oíste lo que dijo, mamá?-exclamó.

-¡Que te calles, Bosco!-protestó su madre.

Los periodistas hicieron uso de sus tarjetas de prensa para entrar por las cintas de seguridad que custodiaban el palacio municipal. Una policía les cuestionó sus nombres completos, asunto y agencia. En cuanto les dejó pasar, la multitud se abalanzó cercanos a las cintas de seguridad. Un escuadrón de policías salió marchando del edificio para controlar a la gente. Los periodistas se elevaron por los escalones con el objetivo de adentrarse al palacio municipal. Un militar boina verde, restringió su paso frente a la puerta: indicando que por ordenes del gobernador, nadie podría entrar. Los reporteros obedecieron y comenzaron a filmar desde allí:

-La situación es que diversas fuentes de la ciudad y otros lugares de la nación-explicó Chucho-, acusan al gobernador de haber desviado parte del dinero destinado a Salmet a otras cuentas bancarias para su uso personal.

-El pueblo busca la intromisión de la gobernadora subsecuente ante el caso. El gobernador del estado de México ha convocado esta mañana a un congreso de destitución para destituirle.

-Sin embargo, mi queridísima Abi-comentó Chucho-. El gobernado decidió no presentarse a dicha junta, por lo que no es más el titular oficial.

-Con todo amor y honestidad, gente. A nosotros no nos gusta hablar de política porque a la gente les crece una segunda cabeza, pero todos estamos de acuerdo en que era un mal gobernador-dijo apartándose del boina verde.

-Estas personas amenazaron públicamente con adentrarse al palacio nacional para sacar al exgobernador.-explicó Chucho-. De haber resistencia por parte de este, declararon que lo matarían; por ello los policías están reteniéndoles en espera de que el gobernador salga. Esperemos que nadie salga herido.

-Hmm...-voceó Abi-. Yo que tú, no me confiaba, Chuchito. El gobernador perderá la cabeza esta noche: literal o figurativamente.

-Ya veremos... El aviso es que, de ser posible: recomendamos no salir de sus casas, ya que hay protestas por toda la ciudad que podrían resultar con fines violentos; las calles del centro, las Avenidas Sena y Reloj podrían resultar las más contrariadas...

-Olvidas un detallito, Chuchín-comentó Abi-. Aurelio Cornejo ha sido acusado de formqr parte de todo este complot, la fábrica Cornejo tuvo que suspender labores repentinamente al igual que otros negocios. Puesto que esperabamos que mañana ocurriesen los hechos del día de hoy. Además, el señor Cornejo no ha dado ninguna declaración al respecto.

-Así que ya lo saben, cuidado con la Carne Cornejo. No diambulen por las calles puesto su peligrosidad ni salgan de sus casas-avisó Chuch

Su madre apagó el televisor, apuntándole con el control remoto. En ese momento Lina recordó que en el canal 39 pasarían el documental de María Félix, pero debió ser reemplazado por el noticiero de última hora. Aquella gobernadora que habían mencionado fue la persona por la que la madre de Bosco votó hace unos años, mas perdió la contienda. Bosco recordó repentinamente que Aurelio y su padre tenían el mismo nombre.

-No hay nada de qué alarmarse-les hizo saber su madre-. Mañana por la mañana todo estará como nuevo.

-Carajo...-murmuró Lina-. ¿Dónde puedo encontrar el documental?

-Oigan.-Contempló Bosco:-Incín estaba aquí hace rato.

-Apúrate a cerrar las ventanas de tu cuarto antes de que se fugue como pollo-replicó su madre.

Bosco se apresuró a elevarse hasta su cuarto, primero se aseguró de cerrar toda ventana del piso, pero al llegar a su cuarto se alivió al notar que yacía dormido sobre la cama de Bosco, en bolita como un mazapán.

3. El rastro del pato

Levantó la navaja contra la luz, comprobando si la calidad era soportable o agradable, volvió a bajarla y contempló a Incín. Su pelo había crecido demasiado,era en sí un trapeador andando, a Bosco no le importaba hasta que conocieron a Mondlicht. Entonces pensó "Incín, tienes que verte guapo para tu novia". Ese mismo día, jueves por la mañana, habían afeitado a Incín en la peluquería. Ahora era coqueto y suavecito como un mazapan.

En cambio, Bosco tenía el rostro tan puntiagudo como un erizo. Más allá de la naríz de tucán; el bello facial había vuelto. Cosa recurrente, era como una visita semanal relacionada con la pubertad. Damián y Sarabi le habían visto de ese modo hace unos días, finalmente se habían revonciliado y todo pintaba bien. Pero entre amigos, Sarabi le dijo una cosa "Pareces un vagabundo con los pelitos de erizo en tu cara". Cosa cierta.

De hecho, encima del labio superior no había crecido mucho; por el mentón tenía más, era como un campo minad; en cambio las mejillas, eran una peculiaridad. Asemejándose más a los bigotes de un gato que a la barba humana, creciendo únicamente en el centro de las mejillas.

En cuanto bajo la navaja, se dio cuenta de que ya era hora de afeitarse. Buscó una toalla, la crema de afeitar de Lina y se metió al baño. Desabotonó su camisa y la colgó en la manija de la puerta del baño, quedándose con la camiseta blanca de tirantes. Dejó las cosas en la repisa del lavabo y miró su rostro frente al espejo:

-Adiós, Bosco el erizo.-suscitó. En cuanto exprimió la crema en su palma, por experiencia descubrió que no sabía bien.

Enguagó la navaja en el lavabo, a continuación se huntó la crema en el rostro, cubriendo hasta los bigotes de gato. Blandió la navaja y raspó su mejilla derecha de arriba-abajo y viseversa, repitió el proceso en la otra mejilla y luego se afeitó la zona de la barbila y el labio superior.

Salió del baño-se había abotonado un botonada la camisa otra vez y enjuagado la cara-. Devolvió los materiales que utilizó a su lugar y bajó a ver la tele con su hermana:

-¿Si estaba?-añadió ella.

-Llevo media hora arriba-responfió-, si no hubiera estado, yo no estaría aquí.

-Mamá se acaba de dar cuenta que la ventana de la cocina estaba abierta, ¿seguro?-insistió.

Bosco asintió con la cabeza y regresó a "Habladurías de un gato persa". Esperando encontrar alguna señal divina de qué hacer con los gatos: "¡Bosco!"exclamó. "¿Señal divina, eres tú?" cuestionó. "¿Incín está contigo?" "¿Qué?"

-¿Incín está contigo?-alarmó su madre, proviniente del segundo piso.

Oh no... Recuerda Bosco, recuerda; reconstruye la escena tal y como lo haría Sarabi:

Salió del baño, pero olvidó lavar el lavabo así que regresó a limpiarlo. Desde allí pudo ver a Incín desplomado en su cama. En cuanto acabó llevó la crema de afeitar al cuarto de Lina, distrayendose con una paloma que piqueteaba en la ventana, pero no fue tanto para quedar como un olvidadizo. Caminó por el pasillo a su cuarto y colgó la toalla, Invcín estaba allí; solo había cambiado de posición, estirándose. Guardó su navaja en el cajón. Quería limpiar el catalejo que Lina le había dado, pero no estaba en su cuarto, por lo que fue a buscar al cuarto de su madre, encontrándolo junto a sus cosas. Un cuarto hecho un caos, estaba limpio sí, pero la cantidad de recuerdos acumulados en Salmet estaban regados por todo el piso: encontró un disco: La boda-no sabía porqué lo conservaba. Había un álbum de fotos, la primera mitad incluían fotografías con papá y de allí en adelante eran su madre, Lina y él. Entre las cosas regadas había discos y productos de belleza ya caducos, así como propagandas, pero había un par de cajas allí, alineadas en perfecta simetría. Una decía: mudanza y la otra (más grande en tamaño): basura. Quiso inspeccionar lo que había en el interior de cada una, por ejemplo, la primera estaba vacía, pero la segunda tenía a Dumplin.

Dumplin era un recuerdo de muchísimos otoños atrás, en las que el tiempo se dio a conocer por primera vez para Bosco. Era un panda rojo, tejido a mano con acabados aceptables y ojos de botón cocidos.

Bosco lo cargó consigo hasta su cama, sumiso en un recuerdo nostálgico, y lo colocó encima de su cama. ¡Dejándolo en el lugar vacío que Incín había dejado!

Luego se sentó en su cama y limpió el catalejo alrededor de cinco minutos y bajo con este en la mano a ver la televisión con su hermana.

-Lina...-susurró Bosco-. Incín escapó por la ventana de la cocina-confesó a la mirada atónita de Lina.

-Tu gato no aguantaría ni un día en cuarenta...-replicó llevándose la mano a la sien.

-Lina...-esbozó Bosco de un salto a su hermana, cubriéndole la boca con una mano. Su madre volvió a hacer la pregunta, Lina le vio con enfadado, esperando que Bosco hiciera algo:-¡Sí, está acá abajo!

-¡Voy a estar ordenando unas cosas en el cuarto!-gritó su madre-¡Por si necesitan algo, no salgan por nada del mundo!¿Okay?

-¡Sí, entendímod!¡Lina igual, pero le da flojera gritarlo!

Lina lamió la palma de Bosco y este la retiró asqueado.

-¿Ya tienes un plan?-dijo Lina.

-Me debes una por la vez que te fugaste al concierto-exclamó Bosco egocéntrico.

-¡Eso hace un año!-objetó Lina.

-Entonces mamá se enojará mucho más...-sugirió Bosco.

-Ah...-Lina se puso las gafas y caminó hacia el reloj.-Solo podré cubrirte hasta las ocho en punto, no preguntes por qué. Eso quiere decir que tienes poco más de dos horas ¿Entendido?

-Solo hay tres posibles lugares donde podría encontrarlo-comentó Bosco:-Con la señora Guzmán, en el bosque o en casa de los Oropeza.

-Primero llama a los Oropeza-Concluyó Lina. Unos minutos después de ver el programa de chismes, Bosco volvió de la cocina, había hecho la llamada allí.-¿Está allí?

-¿Enrique Oropeza tiene completos los sentidos?-bromeó Bosco.

-No-meneó la cabeza-, pero me tendrá a mí en su película.

-Ahí lo tienes.

-Recemos por mi película y por que Incín esté en el jardín de la señora Guzmán. Ponte suéter.

"No está", murmuró Bosco montado sobre su bicicleta color lima. Estaba oscureciendo, debía aprovechar los minutos de luz que le quedaban, pues sería una larga caminata por el bosque. Quizá se toparía con el mapache-roba-celulares.

Mientras Bosco corría en, lo que se podría decir dentro de un bosque, línea recta; tropezaba constantemente con las ramas caídas de los árboles. Había dejado su bicicleta detrás de la colina del reloj. Llevaba una correa en la mano, nunca había querido utilizarla antes porque le resultaba humillante, tanto a él como Incín, pero se lo había ganado el cara de mazapán. Bosco se había vuelto su mandilón, un ingenuo sirviente que le permitía perder el control; como preñando a una gata o escapándose al bosque con extraños, extraños para Bosco.

¡Incín era un gato tirano, mándalo y mandarín! Repasaba Bosco sin más sinónimos o adjetivos que creer. Desearía que fuera un pato mandarín, un dulce pato mandarín. De aquellos que viven 20 años, quien sabe cuánto viviría Incín, como sea, tenía un año apenas. Este pato es muy sociable, llegando a crear buenos vínculos con sus dueños.

El optimismo regresaba a Bosco en cuanto las ranas de la madera emergieron repentinamente del suelo, acompañando a Bosco directo a los niveles de tierra más cercanos del Río Celoso, varias de las ranas dieron un chapuzón hacia el agua, de inmediato Bosco frenó. Caer en el Río Celoso era muchas cosas: cita inmediata con el médico, empapada terrible, ser arrastrados quien sabe cuantos metros o terminar ahogado en el río de Salmet, de no saber nadar. No era mortal, pero sí sería una pérdida de tiempo de caer en él.

Bosco corrió por la dirección opuesta en que viajaban las aguas del río hasta divisar a lo lejos los tablones de madera donde había encontrado a Incín con Marcel casi dos semanas atrás. Las aves regresaban a sus nidos sobre la cabeza de Bosco, haciendo que sus aleteos resonaran como música en el bosque. En cuanto estuvo cerca del puente, desaceleró y lo cruzó rápidamente; encontrándose con nada. No había rastros de Marcel o Incín, es más, la bicicleta no estaba allí.

Bosco reflexionó preocupado en el lugar, escuchando al Río Celoso a sus espaldas y los cantos de las aves sobre su cabeza. Decidió volver a cruzar el puente hecho de tablones, haciéndole crujir con sus pisadas; notando que estaba anocheciendo una vez más. Giró hacia el camino ppr donde vino, pero... Algo hizo ¡click!

Un "¡Click!" literal.

Un resplandor llegó hacia su rostro, como si se tratase de un toro furioso, uno que tenía un clavo enterrado en el trasero, se acercó hacia Bosco propinandole una golpiza en la retina. Vaya, vaya... La luz provenía de una casita aérea, corrección, una casita del árbol. Estaba colocada en ese espacio de tierra al otro extremo del Río Celoso: Desprendió su catalejo del gancho, lo traía colgando en la chaqueta, se lo llevó a la altura de su naríz de tucán y enfocó la lente a aquel espacioentre los tablones. Era en realidad, una ventana, desde allí vio a Marcel cargando a Incín con algo extraño en sus manos:

-Es mío, perra-susurró Bosco, pocos segundos antese de cruzar el puente de tablones y encontrarse en el punto exacto bajo la entrada de la casa del árbol.

Volvió a enganchar su catalejo en la chaqueta y miró al pie de una escalera colgante, aquellas con cuerda y barras de madera. Puso una mano en ella y luego el pie alterno, había una escotilla al final de la misma. Pasara lo que pasara, no dejaría a su gato con el mismo chico que lo envenenó:

-¡Marcel!-Gruñó Bosco tal y como lo haría un ogro.-¡Soy Bosco y voy...

4. El intruso del palacio


-... A subir!-percibió Marcel, recostado junto a Incín en la pequeña segunda planta.

De inmediato se incorporó en posición de alarma, apartando la frazada y dando un brinco por los últimos escalones de la escalera. Caminó cercano a la escotilla y se agachó junto con Incín a contemplar lo que ocurría:

-¿Qu-qué haces a-q-quí?-balbuceó Marcel.-¿Cómo supiste que yo...?

-Mira...-habló Bosco. Agarrándose de la escalera con ambas manos, observando a Marcel a un metro de distancia sobre su naríz de tucán.-Me vería muy ojete si no te digo primero: "buenas noches". Así que buenas noches, Marcel.

-Buenas noches, Bosco-segundó Marcel. Incómodo de verle invadir su territorio.

En el mundo de los gatos cuando uno invade el territorio de otro, lo solucionan con riñas callejeras durante la noche. Se podría decir que hasta es una cosa sana para ellos, a veces hay mutilaciones, pero son excepciones. Así es la naturaleza, mas a los humanos les gusta llevar la contraria:

-Vine por mi gato-confesó Bosco con las pupilas en línea, justo como los gatos.

-Adelante...-murmuró Marcel y abrió la escotilla. Sus palmas... parecían haberse quemado en la lava de un volcán, podría haber sido que perdió el oxígeno en ellas o algo, porque eran negras, negras como la ceniza desde el codo hasta las palmas; un gran contraste con su piel y su cabello mostaza. Bosco las asemejó como las garras de un gato negro:

-¿Todo bien?-dijo Bosco en cuanto consiguió sentarse en los tablones de la casa, dejando sus pies colgantes y bailarines en el aire.

Hubiese sido muy diferente si Incín protagonizara la escena. A diferencia de Marcel y Bosco (humanos), de haber visto a otro gato persa con Bosco, siendo Incín un gato, habría desatado la contienda de sus vidas por la aceptación de su amo; habría arrancado garras, ojos y orejas con tal de que ningún gato secuestrara a su amigo. En cuanto ganara la pelea, porque lo haría, dejaría que Bosco rascara su cabecita, justo detrás de las orejas y al final bebería leche de un tazón.

Sabe que no puede, por eso sabría mejor todavía.

-Todo bien-. Concluyó Marcel, consciente de que la gente nunca dejaría de preguntárselo.

-¡Cool!-reaccionó Bosco.

Incín se acercó a sus pies y ronroneó en rededor. Duplicó el movimiento en Marcel y se fue saltarín a la pila de frazadas del segundo piso. Consiguiendo que el pecho de Bosco respirase un aire cambiante, de frío a caliente en pocos segundos. Arrojar a Marcel por el Río Celoso sonaba a un gran plan, aunque Bosco se conformaría con arrojarlo por la ventana.

-¿Todo bien?-interrumpió Marcel, orgulloso de hacer la pregunta esta vez.

-Por supuesto, señaló Bosco.-Paseándose por el territorio como un felino. Prosiguió con su interrogatorio:-Marcel...

-¿Quieres algo de beber?-cortó Marcel. Juntando las manos, que le habían quedado negras, en su regazo.

-Sí-dijo queriendo decir un "Cállate, animal", cosa que un gato no habría pensado, tan solo hubiera atacado.

Marcel caminó a un armario de dos puertas, bajo la pequeña segunda planta donde Incín balanceaba su cola muy a gusto, a pocos metros de sus rizos color mostaza.-Tenemos té de menta, chocolate, café, jugo de naranja, de arándano, de toronja y de kiwi-anunció-. Leche, leche deslactosada, leche de chocolate, leche de fresa, leche de vainilla, leche de nuez, de coco, de coco con nuez y de almendras. Almendras con nuez, almendras con leche deslactosada y una pizca de jarabe de vainilla y... ¡Rayos! Se me acabó el café con leche.

-¡Agh!Justamente estaba por pedírtelo. Visto que no tienes agua...-enarcó las cejas acercándose al pequeño armario.-¿En serio tienes todo eso?-chilló.

-Todo, como dije-recalcó-, menos agua y almendras con leche deslactosada y una pizca de jarabe de vainilla.

-¡No juegues!-exclamó Bosco tras ver el repertorio lleno de todo lo que dijo Marcel.

-¿Por qué lo haría?-susurró Marcel confundido.

-Porque todos hacen eso, todos bromean.

-Yo casi nunca lo hago-repuso Marcel.

-Bueno-rió Bosco-Eso es porque vives en el bosque, porque comes tocino y porque casi no le hablas a nadie.

-Tienes razón-confesó Marcel. Caminó hacia la pizarra de tiza que colgaba en uno de los muros de la casita del árbol.-Es porque estoy marginado-finalizó.

Había una extraña mancha negra (como el petróleo) escurriéndose por la pizarra, mezclándose con la tisa de color amarillo y un frasco de pintura negra debajo de todo esto, donde las gotas de pintura recaían ensuciando aún más la lata. Ya sabía cómo se había pintado las manos, poco después, contempló aquella leyenda que encabezaba la pizarra: "El Clan del Kiwi".

Marcel analizaba cada palabra como un sueño roto, consiguiendo así la atención y empatía de Bosco-Él había pasado por situaciones que le llevaban a cuestionarse su autoestima de tal forma, no hace mucho tiempo y en incontables ocasiones del pasado-. Se colocaron hombro con hombro,desde esa cercanía, Bosco podía divisar un dibujo de un Kiwi bañado en petróleo, la mancha de pintura que lo cubría, a la vez reflejaba sus rostros. Miró a Marcel y le animó:

-Primera persona que conoce al ave kiwi-exclamó-¡Si Jesús bajara ahora mismo, su forma y nombre serían Marcel!

-¡Hm!-dijo Marcel, acercándose a una puerta de la casa.-También podría tener la forma de Damián o Sarabi, ellos saben de la existencia del kiwi tanto como tú o yo-. Bosco lo persiguió en cuanto abrió la puerta, consiguiendo que el viento del bosque revolviera sus cabellos. Marcel cerró la puerta al instante, pero él la abrió de nuevo:

-¡Woow!-gritó en cuanto percibió el puente colgante que temblaba debajo de las plantas de sus pies.-¡Cómo no ví esto antes!

-Lo mismo digo-siguió Marcel-. Me aliviaba pensar que no notaste el Iglú, pero ahora estás aquí: confirmando que lo hiciste...

-¿Qué quieres decir? No solo de lo que dijiste hace un segundo, sino, todo. Dijiste muchas cosas que no entendí:-Explicó Bosco en tanto cruzaban el puente con el viento en frente.-Damián y Sarabi, kiwis e Iglúes. Tan solo llegué aquí porque buscaba a mi gato.

-Incín es un guerrero-murmuró al llegar al final del puente y sentarse entre una base de madera y las hojas de un abeto-. Tómalo y vete... Por favor.

-No me lo digas dos veces o desapareceré más rápido que el dodo-bromeó Bosco ante la necia decisión de Marcel de quedarse callado.

-Amenazo con hacerlo...

-¿Damián y Sarabi vinieron aquí?-murmuró desconcertado.

-Tecnicamente tú lo hiciste primero-mencionó Marcel-, sin embargo tuviste tan buena vista como un ciervo.

-JA... JA...-rechinó Bosco y se sentó junto a él-.

-Te afeitaste-señaló-. Ahora te ves de manera inevitablemente más joven como un ajolote en la fase de maduración.

-Lo tomaré como un cumplido-aceptó Bosco-. ¿Acaso me odias? Todavía me pregunto si yo te odio.

-No lo sé-aclaró con los rizos ligeramente alaciados-. Eres poco relevante en mi vida, lo suficiente como para que no me importes como le importas a Sarabi o Damián-muscitó acomplejado-. Mas no eres lo suficientemente invisible como para ignorar que invades mi territorio, podría tirarte ahora mismo o arrancarte un ojo. El único problema es que no soy un gato.

-Yo tampoco-repitió Bosco-. No soy un gato... En realidad trato de ser alguien más "maduro"...

-¿Insinúas ser inmaduro?-enalteció Marcel a laboar de su tono de voz.

-Duermo con un gato y futuramente un peluche dehilachado llamado Tofu-replicó con una mano en su rodilla y la otra en el horizonte de la casa del árbol.

-¡Oh!-bramó Marcel, cubierto por las hojas del abeto-. Vaya... yo también lo soy a veces. ¿Qué haces para madurar?

-Hago varias cosas muuuuuchas cosas-declaró-. Primero tienes que conseguir que tu hermana escape esporádicamente y te deje un gato en tu cuatodia, luego provocas a un Cornejo, limpias la caca del gato, haces un video altamente incriminatorio de Abril Bazár. Vas a casa de Aurelio Cornejo, por la fiesta, y en la misma debes ser el principal testigo de una pelea...

-Cornejo es una mierda-aludió Marcel con una voz oscura.

-Sí...-Calló contemplando la casa del árbol, a la que por un momento consiguió notar una forma semiesférica: era fácil si entrecerrabas los ojos.-¿Estamos en tu Iglú ahora mismo?¿Quiero decir, la casa del árbol, mi trasero se está sentando en tu Iglú?

-Es correcto-aplaudió Marcel, asomándose de las sombras para que Bosco lo notara.

-E imagino que como te has juntado con Sarabi y Damián, de algún modo te... ¿peleaste con ellos?-trató de adivinar. Siguiendo a Marcel al interior del Iglú.-Porque si es así, podría decirte la incontable cantidad de veces que he peleado con ellos.

-Osea, sí pasó-dijo al abrir la puerta-, pero no quiero oír tus historias.

-¿Preferirías que te cuente cómo manejo mi agencia de adopción gatuna?-alardeó Bosco. Acercándose al lugar donde Incín se hallaba.

-No, gracias-le explicó Marcel-. Suficiente contacto humano por hoy.

-Lo sé, me pasa..-Bosco subió la escalera y despertó a Incín. Lo arrastró de la pata trasera hasta sí y le ató la correa al collar (ese mismo en que colgaba el listón rojo). El gato se quejó, haciendo ojos necios a Bosco, quería dormir un rato más.

-Nunca lo tuve en la intemperie, a decir verdad-vociferó Marcel-. La primera vez que me lo encontré fue cuando olvidé cerrar la escotilla; tu gato se metió, acabándose varios quesos y pedazos de tocino...

-¡Iuck!-exclamó-. Sigues con eso del tocino...

-No, ya no. Ahora lo odio.

-Increíble, amigo-dijo Bosco mientras bajaba la escalera seguido de Incín-. Sé lo fiero que puede llegar a ser, este gato es un mandarín... De cualquier manera es bueno. Hazme saber si necesitas algo durante las próximas tres semanas (ya sabes, antes de que me vaya), estamos en deuda contigo.

-No se me ocurre nada qué pedirte...-murmuró Marcel en cuanto abrió la escotilla para Bosco.

-Algo surgirá...-insinuó Bosco con una mirada severa-. Hay toque de queda, así que ten cuidado cuando vuelvas a tu casa.

-Dormiré aquí...

-¿Eso se puede?

-Claro, es mío legalmente-mencionó Marcel en el preciso momento en que Bosco puso el primer pie en la escalera principal.

-Eres un genio, Kiwi-alardeó Bosco-. No creas que por eso me caes bien, quizá si te odie, pero no deberíamos rompernos la cabeza tratando de decidirlo; es más como una pérdida de tiempo, porque no importará si te conocí o no en dos semanas.

-Touché-concordó Marcel, arrodillándose ante Bosco para decírselo de frente.

-Pero la verdad, y lo diré ahora, es que estoy celoso de ti-confesó Bosco con ambas manos agarradas de la cornisa. Incín trepó en por los brazos hasta aferrarse a los hombros-. Disfrútalo ahora, porque no lo diré otra vez. Pareces alguien "particular" para mis amigos.

-¿Tú crees?-anunció Marcel con la voz en alto en cuanto Bosco descendía.

-Absolutamente-dijo Bosco al brincar a tierra para regresar a casa. Pero le entró una duda:-¿Y siempre qué era el Clan del Kiwi?-gritó Bosco, juntando las manos para formar un megáfono.

-Ammm...-muscitó Marcel avergonzado-. ¡Un estúpido plan que incluía robar un pato de su inevitable muerte!

-¡¿Y cuándo pensabas hacer eso?!-gritó Bosco desde la base del árbol a Marcel en la escotilla.

-Deja veo...-murmuró Marcel después de un suspiro-. Son las seis y treinta, básicamente en media hora sería la acción...

-¡Eso suena ridículo!-contestó Bosco con Incín encima arañando su chaqueta-. ¿Estás hablando de los patos de los Cornejo?

-¿Cómo sabes?-dijo asomando la cabeza con mayor profundidad.

-¡Porque Aurelio ha estado publicando cosas de patos durante todas las vacaciones!-chilló Bosco.

-¡No sabía eso!-declaró Marcel.

-¿Y aún lo vas a hacer?-voceó Bosco a la distancia.

-¡No, ya es muy tarde!

-¡¿Es cosa de personal?-interpeló?!

-Quizás...-dijo indeciso.

-¡Robar un pato a un Cornejo no me parece la idea más sensata ni de cerca!-exclamó. Incín ya aburrido se había puesto a pasear, arrastrándo consigo la correa.

-¡No eres el primero que me lo dice!-explicó Marcel.

-¡Es que suena muy inmaduro!-replicó Bosco como una queja.

-Tal vez-confesó mordiéndose los labios.

-¡A menos que puedas explicarle a alguien inmaduro como yo en qué consiste en diez minutos!... ¡Quizá reconsidere mi opinión!-gritó Bosco.

-¡¿Es por que eres inmaduro como yo?

-¡Es porque no quiero que maten a ese pato!-confesó Bosco.

-¡Okay, sube!-exclamó caminando al interior del Iglú-.¡Oficialmente te declaro miembro fundador del Clan del Kiwi!

5. El huevo de Troya

¡Ding-Dong!

Bosco llevaba a Incín como un perro, este se paseaba por allí con un ritmo de lo más aristogato. ¿Qué hacían un chico human y un gato persa frente aquel portón?: Saldar su deuda. Ni haber tenido que llegar por el bosque o usar atajos con la bicicleta representaba el verdadero reto que tenían frente a la cara. "Papi no llegará, la multitud no lo permitirá". "Mami siempre anda de viaje". "¿Personal?: Solo lunes, miércoles y viernes". "Ventajas: que no esté y nos facilite el plan". "Desventajas, que esté":

-¿Y si él está allí?

-Cambiamos al plan B, mi huevo de troya...

Marcel se encontraba a varios metros de Bosco, esperando con las bicicletas detrás de un par de pinos. Concentrado en la actividad de Bosco, quien quería actuar como todo un profesional eficiente: rezando porque no estuviera... La puerta de la mansión se abrió, observando a Bosco desde el momento en que se dignó a salir. Caminó bailarín de lado a lado, cantando "Good vibrations" (de the beach boys) horrorosamente, con su cara bonita y millonaria cada vez más cerca de Bosco hasta quedar divididos por el enrejado del portón:

-¡Como caído del cielo!-recitó Aurelio Cornejo cara a cara con Bosco-. ¿Acaso mis ojos ven con claridad? Porque tengo parado frente mí al mismísimo ¡Bronco!

-Bosco-corrigió alarmado de su cercanía-. Mi nombre es Bosco como "bosque", de hecho eso significa.

-¡Claro, claro!-obvió Aurelio-. ¡Cómo pude olvidarlo! ¡Además tienes un gato!

Incín ocultó sus bigotes tras los zapatos de Bosco, huyendo de la enorme figura de un Cornejo quien le veía con ternura entre las rejas.

-¡Bello día! ¿O me equivoco?-decretó Aurelio frente a Bosco. Hizo una pausa y con una mirada perversa quiso saber:-¿Has visto las noticias?

-Nunca veo noticias-dijo Bosco, fingiendo un bostezo falso que le pegó a Aurelio-. Son aburridas.

-¿Tienes alguna declaración contra mí?-enunció tenebrosamente.

-Para nada-negó con la cabeza y alardeó con una sonrisa de oreja a oreja-. Te he traído una propuesta.

-Entonces entra-indicó Aurelio con la cabeza-. ¡Abrir entrada! Será mejor que des un paso atrás, Bosco.

Retrocedió del portón, Incín se negó a moverse por lo que tuvo que jalar de la correa, arrastrándolo hacia él para evitar que la puerta le diera un cabezazo al persa. La barrera entre Aurelio y Bosco se deslizó hacia uno de los muros que hacía también de barrera. Caminó hacia el interior con detenimiento para mirar a los lados-tenía que salir bien-, miró al Cornejo que yacía de pie frente a él y dio el primer paso a la mansión.

El portón se cerró inevitable a sus espaldas.

-Hacía mucho que no te veía...-murmuró Aurelio a Bosco, caminando por el pavimento a la puerta del hogar.

-Hace medio año-declaró Bosco tirando de la correa de Incín con inquietud y firmeza.

"Tardarán unos cuantos segundos".

-¡El tiempo vuela cuando creces!-dijo Aurelio.

"Por eso no te puedes distraer ni un segundo...".

-Sí, como sea-soltó Bosco seguido de una mentira:-Es bueno que regresaras.

"..., porque si lo haces, aunque sea solo un segundo; estamos perdidos".

-Eres amable, Bosco. Se agradece.

-No hay de qué-alegó, recogiendo poco a poco a Incín, elevandolo del suelo a desconocimiento de Aurelio-. Tu casa es la más linda en la que alguna vez he estado.

-Sí... La remodelaron desde la última vez que viniste. Tambiée estoy acostumbrando al nuevo ambiente...

"¡¡¡Y tendrás que llevarlo arriba!!!".

"¡Guau-guau-guau!" gruñeron los dos rottweilers furiosos que acechaban el lugar. Para el pequeño Incín, eran dinosaurios descongelados y para Bosco también, pues querían atacar a su cara de mazapán. Venían escurriendo saliba a pocos metros de ellos, con los colmillos jadeantes y rojizos. Uno de ellos reptó en rededor de Bosco, sobresaltándole y en consecuencia, alterando al gato.

"Tira hacia arriba, ángulos cercanos a los 90°; con cada jalón tendrás que elevearlo parcialmente, recupera partes de la correa; que no cuelgue nada. Sugétalo del lomo y...

-No tienes que explicarme, Marcel-rechistó Bosco-. Tengo instinto maternal, saldrá solo.

El rottweiler con las mandíbulas más rojas se abalanzó a la cadera de Bosco, hacéndole rotar como un hombre elástico. Aquel que reptaba llevaba una cadena remolcando por el pasto, cuya punta tomó Aurelio con fuerza y jaló con más fuerza que el can:

-¡Quieto!-gritó con la voz de un adulto.

Incín soltaba arañazos al aire para defender a Bosco, viendo al can como si quisiera matar a Bosco en vez de a él.El chico gato extendía a Incín como si fuera el mismísimo rey león, con la otra pierna hacía cabecear al rottweiler que se aferraba a matar a Incín:

-¡He dicho quieto!-proclamó Aurelio con la voz varonil y grave. Tomando por el lomo al rottweiler y encadenando su collar con el del otro. Sujetó la cadena a la mitad y llevó a los perros lejos de allí-. ¡Una disculpa, Bosco. Me siento avergonzado.

-"Deberías"-pensó Bosco con las patitas de Incín completamente clavadas en la camisa de Bosco, pero cambió la oración:-¿A dónde los llevas?

-Tenemos jaulas para ellos-enervó contra los perros-. Sígueme para que compruebes que no saldrán de ahí.

¡Click! fue el sonido que escuchó Bosco después de que encerrara a los perros en las jaulas con un candado de código. La frente de Bosco se bañaba en sudor, su gato colgaba en sus brazos como un bebé y Aurelio suplicaba sus disculpas.

Para entrar a la casa, Aurelio solo tuvo que abrir la puerta y dejar entrar a Bosco junto a Incín. Él les siguió. Incín finalmente se sintió seguro y se dejó caer al piso, yéndose a inspeccionar el territorio. Bosco observó a Aurelio, él estaba creciendo más rápido que él, terminó asemejándole a un adulto muy peculiar. Él le ayudó a quitarse el abrigo y lo colgó en un perchero, abriéndole paso por el corredor, hasta el vestíbulo. Al ver que oscurecía en el exterior, Aurelio trató de prender la luz, pero la lombrilla no alumbró. Se dirigió a Bosco:

-Saluda a Ibai cuando llegues-solicitó con una voz grave-. No responderá, pero lo aprecia mucho.

-Okay-dijo Bosco, observando el tenebroso, largo y oscuro camino que le guiaría al vestíbulo.

"Fase 1: el huevo de troya. Si consegues librarnos de los perros y yo desabilito la luz, estaremos entrando a la fase dos".

6. La mofa al
mandarín

"En China se acostumbra regalar a una pareja recién casada un pato mandarín: símbolo de la buena suerte. La necesitaremos, Bosco".

Incín se desvaneció entre las sombras del corredor, Aurelio alumbraba detrás suyo con la lu de su teléfono. A Bosco se le regresaban los reflejos de los cuadros, fotografías familiares y demás; los pasos adultos de Aurelio, los nerviosos de Bosco y la rapidez de las patitas de Incín eran el único ruido del hogar.

En el final del corredor, desde un lugar alto había una terrorífica sombre que le sacó un sollozo a Bosco e Incín. Desde la cima había una figura con cuernos puntiagudos que se sacudía en el lugar. Bosco desembonó su catalejo y se apresuró a buscar a la bestia: Aurelio sacudía su linterna por ahí, contemplando a Bosco y bramando un poco, le ayudó a reflejar lo que trataba de ver: una cornamenta con cuatro picos, perteneciente a un ciervo, claro. Era el ciervo más grande que había visto. ¡Tan solo la cabeza debía pesar más que Bosco!

-A papá le gusta la cacería-comentó Aurelio-. Es el mejor.

Bosco tragó saliva y rescató a Incín de la oscuridad, teniéndolo en sus brazos otra vez-a pesar de que, obviamente, podía ver claramente en la oscuridad-. De hecho fue el quien soltó el maullido sonoro que acaparó el vestíbulo, al percatarse de la silueta humana frente a ellos que encendía velas en rededor de los muebles. "Genial, nos unimos a una secta humana", debió pensar.

-No sabía que teníamos velas, Ibai. Gracias por tus servicios-proclamó Aurelio, saludando a la figura humana, en plena oscuridad parecía más un alien que humano-. Bosco quiere proponerme algo...

-Saludos, Ibai-dijo Bosco, como se lo había pedido Aurelio, éste no le dio respuesta. Se sentó con un bufido en una silla mecedora.

-Creo que le caes bien-notó Aurelio, pasando el brazo sobre el hombro de Bosco y aplastando a Incín-. ¿Por qué no te sientes aquí?

Le indicó a tacto una silla mecedora desocupada, que con un empujón hizo que Bosco e Incín cayeran de un sentón en ella y se mecieran repentinamente.

-Esta no era mi idea de acariciar un gato en las sombras de una habitación parcialmente vacía-confesó nervioso, rascando el pelo de Incín para calmar su ansiedad.

-Jajajá-obacionó Aurelio con las palmas desde otra silla mecedora-.Es un cómico, ¿Me equivoco Ibai?... ¡Claro que NOOO!

Aurelio inundó el vestibulo con su casi imparable y melodiosa risilla. Calló y, entre las llamas de las velas, se dirigió a Bosco con un implacable sentido de la palabra:

-¿A qué ha venido tu propuesta? Venir hasta mi casa, ¡Eeeen persona!-bramó-. Escandalizar a mis perras y pasar el rato conmigo. Cuéntame, querido Bosquecillo.

-"Planear la distracción"-imaginó Bosco. Acarició a Incín detrás de las orejas y dirigió su vista a Ibai, quien le miraba como un matón, regresó a Aurelio y con otra mueca de oreja a oreja especificó:-He notado lo mucho que adoras los animales.

"Es un plan con bases, después de todo tanto su casa como la fábrica es un matadero. Sin embargo, en su casa vive más de un animal".

-¡¿Cómo lo supo?!-gritó Aurelio con entusiasmo, sacudiéndose en la mecedora.-¡¡Sígue!!

-Uhhh... Claro-consideró Bosco-. Bueno, él es mi gato Incín.

-El placer es mío, muchacho-contestó Aurelio. Recibió una botella de manos de Ibai y la abrió frente a él:-¿Quieres?

-No, mu-muuchas gracias-balbuceó Bosco-. Vine solo por la propuesta.

-¡Las propuestas incluyen alcohol!-replicó.

-Sí, pero para mí no-aclaró severo-. Disfruto si tú disfrutas.

-Respeto eso.

-Incín cortejó a una gata hace un par de meses y...

-¡Ah!¡PILLO!-bramó Aurelio, avergonzando tanto a Incín como a Bosco, quienes se aferraron mutuamente.

-Sí... En unas semanas tendrá a las crías y me preguntaba si alguien como tú...-"¡¡!Nunca dejaría a una cría de Incín con él!!!". "Es solo para el plan".-Querríatenerunadelascríascuandonazcan.

-¿Perdona?-exclamó Aurelio.

-Que si tú...-murmuró Bosco con Incín mordiendo su mano-querrías te-ner un-na de la-las crías cu-cuando naz-c-caaaaan...

-¿Que si quiero?-repitió Aurelio-. ¡¡Las compraré todas. Cada maldito persa que expulse esa gata será mío!!!

-¡Oh... Pero qué... qué maravilla!-"¡¡Ahhhhhhhh!!¡Quiero ver que lo intentes, hijo de la gran PUTA!!-Perfecto...

-Lindo, ¿no?-dijo Aurelio, pretendiendo hacer malabares con las manos.-¿Dónde conseguiste ese tonto listón rojo que lleva el gato? Quiero uno para los míos...

-...-¡¡Chingadamadre!!-... En Parisina puedes encontrar el tonto moño, si no te extravías entre las telas primero.

-No te preocupes, camarada. Enviaré a alguien a que lo recolecte-añadió Aurelio.-Ibai. Tráeme más de esta cosa y juguito de naranja para el niño.

Su sombra asintió con la cabeza.

-¿Qué me cuentas de nuevo?-pronunció Aurelio.

-Mmm...-"Te mataré mientras duermas, te asfixiaré con la almohada".-Recibí una invitación de Belén...

-¿Para sus quince años?¡Felicidades! Eres uno de los nuestros siempre lo fuiste...

Beep-beep.

-¿Entiendes lo que digo?-alardeó-. ¿Me entiendes, Méndez...?

Beep-beep.

-No lo sé-contestó cubriendo la vibración del teléfono con el cuerpo de Incín, quien empezó a vibrar al compás de la llamada.

-¿Escuchas eso?-puntualizó Aurelio.

-No, ¿Qué cosa?-disimuló Bosco.

-No tengo idea...-escuchó atento: Beep-beep-. ¡Ahí está! Suena como una máquina vieja.

-Creo que Incín se está echando pedos...

¡Beep-beep!¡Beep-beep!¡Beep-beep!

-¡Es tu celular, Bosco!-bramó Aurelio con su frente sudando-. Ja,ja,ja,já no inventes. Anda, contesta.

-Puede esperar...-alegó con un gallo en la garganta.

-No, anda. Cuida tus asuntos. Guardaré silencio aquí. Ve...

Incín se disperó al otro extremo de la mecedora, irguiéndose en dirección a Aurelio, con las orejas amenazantes y los ojos en línea. Permitiendo que Bosco sacara su teléfono de tapita y respondiera, pero en posición de alerta para protegerle, invisible entre la penumbra.

-Sí, ¿bueno?-dijo al micrófono.

-¡Heeeeeeeeey!-replicó la voz de Damián en su teléfono. Haciendo que la silenciosa presencia de Aurelio esbozara una sonrisa.

-Heeyy...-continuó Bosco, tembloroso con Incín reaccionando al menor estímulo de la alcoba.-¿Qué estás haciendo?

-Mmm, nada ¿y tú?-habló. Siendo su voz tan clara, rebotando por todo el vestuario.

-Yo... Emmmm

-¡Buenas noches, Damián!-muscitó Aurelio por toda la habitación, poniéndose de pie-. ¿Todo está tan oscuro como está todo por aquí? ¿O solo somos Bosco, Ibai, su gato y yo? JE,JE,JE.

-Bosco, te escucho muy extraño. ¿Te enfermaste?-chilló a través de la bocina.

-N-no. Estoy bien, e-estoy con Aurelio.

-¡¿Qué?!-enalteció con una voz seca y mucho movimiento de fondo-. ¿Quieres que vaya para allá? No importa que esté...

-¡Claro que sí!-expresó Aurelio-. ¡Esta es tu casa y aquí te esperaremos, con buenas noticias!

-¿Ah, sí...?-Respondía Damián gritando a la distancia a su teléfono, debía estar ordenando algo para antes de salir.-¿Por qué no me dices qué son buenas noticias?

-¡Dile tú, Bosco!-exclamó Aurelio-.¡Anda!

-Yo no...-mumulló refugiándose en la mecedora.

-¡Dile, carajo!-ordenó Aurelio.

-Yo...-Bosco aceptó su redención:-Tú no sabías qué le ha ocurrido a Incín estos días, deja te digo...

-Justamente quería hablarte de él.-Respondió con duelo y el sonido de cosas cayéndose a su alrededot.-El otro día por las dos de la tarde me encontré a Enrique Oropeza y entré a su casa... Bla-bla-bla-Bosco dejó de escucharlo en cuanto notó que la expresión corporal de Aurelio se había perdido en algún lugar de la habitación z siendo solo una figura aterradora más.

-Aurelio va a comprar a las crías-remató, inseguro de quién estaría a sus espaldas.

-Voy para allá-colgó Damián.

Ibai llegó con una linterna apuntando al vestíbulo y con la otra mano dirigida a equilibrar las bebidas de la charola. Se atravesó hasta llegar a Aurelio, éste tomó una lata misteriosa, Ibai continuó hacia Bosco, tendiendole un jugo con la mano. En ese momento Bosco se planteó si aquel jugo podría contener algo más en él, pero no tuvo el tiempo de pensarlo tras ver a Incín lanzarse hacia Ibai.

-¡Incín!-replicó Bosco, tirando de él para que no hiriese a Ibai. Éste muchacho permaneció estable hasta que Bosco logró retirarlo, Incín estaba actuando como una bestia brava-. Discúlpalo, nunca había hecho eso antes. Pagaré el vaso...

Tan fluido como el sudor en la espalda de Bosco, Ibai recogía los cristales del piso en silencio.-¡Déjalo así!-Ordenó Aurelio.-No ocurre nada, Bosco, nadie tiene que pagar ese vaso... ¿Ibai?-llamó Aurelio en un tono confiado y arrogante.-Trae una botella, seremos tres hombres esta noche.

"Esta ave, este <<regalo>>, es símbolo de felicidad y fidelidad en China".

7. Embestida al gallinero

<<-Tu plan suena a que estaré secuestrado mientras te encargas de rescatar al ave-replicó Bosco-. Sin mencionar que arriesgo mi seguridad propia y la de mi familia, la familia de Incín.

-Suena así porque técnicamente es verdad-argumentó Marcel con una mueca vergonzosa-. No temas, conseguiremos salir vivos de allí todos, contando al pato. ¿Seguro que quieres hacer esto? No me debes nada.

-Claro que estoy seguro-confirmó Bosco con intenciones positivas-. Estamos de acuerdo.

Marcel sonrió agradecido-Engañando al mandarín. Así finaliza la fase dos; dando pie a la tres; la embestida al gallinero, el escape>>.

Incín se acurrucaba con constancia en el regazo de Bosco, incapaz de conciliar una buena posición. El cerebro de Bosco, se alarmaba con la idea de tener a Damián entrometiéndose, sin su conocimiento, en el plan. Con Aurelio tarareando a los Beach Boys y la fuerte presencia de Ibai como estatua: solo podía fantasear con un plan donde todo hubiera salido al pie de la letra.

¡Ding-Dong!

-¡Yo abro!-Aclaró Aurelio, deslizándose más velo que una centella por el vestíbulo y corriendo como Campanita en el vestidor. Lod maullidos de un Incín alterado resonaron hasta la entrada.

Incín se aferraba a la muñeca de Bosco, éste le susurraba que todo saldría bien. Besando su mejilla peluda y tartamudeando impacientemente. Los ojos ámbar de Incín se iluminaron, reconocieron la frecuencia de los pasos de Damián, así como el persa percibió su olor:

-¡Noches, felinos favoritos!-proclamó Damián, surcando la habitación con la linterna de su teléfono.-¡QUÉ... MARAVILLA! Verlos después de tanto en un lugar como este...

-¡También te extrañé!-sollozó Bosco, agradecido por su presencia.

-No me hables ahora, Bosco-refunfuñó Damián. Colocándose protector a sus espaldas, detrás de la mecedora-¡Buenas noches, Frankenstein!-aludió a la silueta de Ibai.

Un bostezo profundo recorrió la penumbra del vestíbulo, era Aurelio, caminando por el corredor. Complacido y firme, sin saberlo, se había convertido en su secuestrador:

-¿No les trae ningún recuerdo el reunirnos aquí?-declaró, creyéndose un personaje de una obra de teatro.-No lo sé... ¿Algún recuerdo que termine con alguno de ustedes golpeándome en la cara?

-Mi único problema con ese recuerdo es que no volví a golpearte cuando podía-declaró Damián, meciendo a Bosco e Incín.

-¿Eres una persona resentida acaso?-cuestionó Aurelio, abriendo la botella que le trajo Ibai-. No me contestres...

Mientras Aurelio se ocupaba más en abrir la botella, como em pedirle a Ibai un destapacorchos o en revisar los datos de la misma botella, Damián rascó el cabello de Bosco, este miró hacia arriba y dirigió su duda con la mirada. Él usó aquel breve lenguaje secreto que diseñaron una vez junto a Sarabi:

Mano en forma de garra era "Cállate", misma forma, pero en movimiento (como una araña) significaba: Sarabi. Damián ocupó este gesto cuando Bosco lo observaba, luego continuó:

Utilizar ambos brazos en una seña era para acciones, Damián se acercó a Bosco y extendió su brazo derecho para que lo viera, en la parte distal del brazo posó su mano izquierda (con el dedo medio y anular formando las piernas de una personita), con ella recorrió, intercalando los dedos secuencialmente, su brazo. Significaba: caminar.

Damián hizo de nuevo la mano izquierda de garrita y la sacudió; la posicionó en su brazo y le hizo caminar hasta la palma.

-"¿A Sarabi le gusta caminar?"-pensó Bosco. Enarcando las cejas.

-Perdón...-susurró Damián y repitió el gesto sin llegar a la palma, en vez de, llegó a la altura de la muñeca.

-"¡Ah!"-entendió Bosco:-"Sarabi en camino".

Aurelio les observó jugando a las señas:

-¿Acaso están joteando?-interrogó con una copa en la mano, mientras le servía de la botella este Ibai.-No hay ningún problema, si me incluyen en ello.

Bosco se sintió perturbado y acosado con ligereza, pero Damián respondió por ellos:

-¡No, pendejo!-explicó quejoso-. ¡Es su gato se está poniendo ansioso!-Damián pellizcó la pata trasera de Incín, en la penumbra, esto no pareció nada orquestado por él.

El gato soltó un berrido, devolviéndole a Damián un arañazo en el brazo (que comenzó a escurrir como el color del vino). Bosco tuvo un microinfarto al espectar el zarpasoque salpicó en su naríz de tucán:

-Te dije: ansioso...-dijo Damián cubriéndose el brazo izquierdo con la mano derecha, su dedo ya estaba sano. Disparó a Bosco una advertencia con su mirada:

-¡Deja salgo a la entrada!-sugirió Bosco dando un salto de la mecedora.-Es probable que con la luz lunar consiga calmarse... ¿Aurelio?

-¡Hmm!-Bramó Aurelio, sacudiendo su copa en circulos.-¿Tú crees?

-Estoy seguro-afirmó Bosco.

-Adelante-permitió Aurelio-. Toma asiento, Damián. Tú y yo esperaremos y tendremos una fantástica charla.

Bosco se puso de pie, rotó hacia Damián con gran culpa. Colocó a Incín en el piso y sujetó su correa con la mano izquierda. Alzó la otra para decirle algo sencillo a Damián y algo totalmente distinto a Aurelio. Separó todos los dedos, dejándolos extendidos; su pulgar se se paró individualmente, mientras que el índice y medio formaron u solo cuerpo que también se individualizó de los otros; así como unió el anular y meñique formando otro cuerpo individual. Era aquella figura que "supuestamente" hacían los aliens:

-¡Gracias!-expresó a las palabras de Aurelio, mas con su gesto, con ese arrepentimiento en sus ojos miró a Damián: "Perdóname".

Se apresuró a llegar al final del corredor en compañía de Incín, corriendo a su lado: viendo la libertad frente a ellos, aquella luz al final del túnel. Bosco abrió la puerta con las manos temblorosas, apretó la manija y tiró de la puerta; proximo a, Incín salió hecho una centella. Bosco descendió por los escalones en armonía, con el plan, pero angustiado por la situación de Damián.

Jaló a Incín de la corra y corrió tan rápido que lo iba arrastrándo al pobre. Eran dos manchas en un campo verde, bajo el claro de luna. Tropezaron con algunos de los juguetes de los canes, pero eso nl les detuvo. Avanzaron hasta donde quedaba el gallinero, contemplando que la jaula había sido abierta,puesto que no había ningún pato en ella. Escuchó el ruido del bosque, llamándole por una puertilla que se encontraba abierta a unos metros de sí.

Era como la pequeña puerta para la casa de un enano, se agachó para verla y comprobó que por allí, Marcel se había llevado al pato. Se arrastró junto a Incín por debajo de ella y se incorporó del lado del bosque.

<<La hembra se encarga de escoger al macho más atractivo, ya que esto significa que tiene buenos genes>>.

8. Duck Hunt

Con la sudoración encima y el corazón queriéndosele salir por la boca, empapado tanto en tierra como sudor, merodeó hacia el lugar donde habían dejado las bicicletas, sin rastro de Marcel, las bicicletas o el pato.

Bosco se sentó en un tronco salido en compañía de Incín, considerando qué había ocurrido. Pasaban ya de las ocho en punto, la mentira que planearon para su madre era ahora un chiste; ¿Debería volver a casa, buscar a Marcel o regresar con Damián?

En su diluvio, un vehículo del color de una cereza y sus ruedas girar hasta parar frente a él, estorbandole la única luz eléctrica que recibía. Bosco se frustró en imaginar la posibilidad que mejor se adaptara a su condición actual. ¡Vaya que necesitaba madurar! Fue él mismo quien se metió en este lío.

La carrocería del vehículo hacía un gracioso "cha-cha-chá" que llenaba de vida ese pedacito de calle y bosque casi deshabitados. Un faro iluminaba el camino, el otro estaba totalmente ausente. Los sonidos de la noche replicaban su cabeza, diambulaban las estrellas y susurraban entre las ramas de los árboles. Las crituras presentes le hacían sentirse en la intemperie. "Cri-Crí". "Burup-burup" "Bzzzz". "¡Quack!":

-¡Quack, quack!

Bosco levantó la vista, viendo cómo Incín perseguía aquel sonido muy cerca del vehículo colo cereza. Le pareció algo gracioso, había un pato de lo más raro en él. No era un pato, era más como un hombre con sobrepeso haciendo un cosplay. El pobre animal Tenía inflado hasta los cachetes, con las patitas escondidas entre sus plumas y las alas regordetas; sería improbable que tal ave volara. Estaba siendo cargada por sun chico, la llevaba en el regazo como a un niño de 4 años,porque ese era su tamaño. Se alegró de verlo:

-¡Bosco!-exclamó Marcel con el mayor deleite de su vida. Bosco se acercó rápidamente, viento como Incín jugueteaba con el pato, mientras este le graznaba en la cara.

-¡¿Qué es todo esto!?-bramó Bosco, corriendo a abrazar a Marcel. En cuanto lo hizo, su cabeza se topó de frente con la de Sarabi, la Detective, y... ¿Julia?

Sarabi emocionada abrazó la cabeza de Bosco, aplastando a Marcel y al pato con el gesto. Estaba realmente contento de verse casa uno por su parte, pero estar así de cerca de Julio le hacía sentirse inseguro. Bosco se bajó del carrito, soltándose del abrazo. Julia conducía, teniendo a Sarabi como copiloto y ha Marcel en el otro extremo. En la parrilla del carrito estaban montadas las bicicletas de Marcel y Bosco. Incín se subió entre los pies de los chicos y se pegó a Sarabi:

-Apuesto a que no adivinas de dónde venimos nosotras...-murmuró Sarabi a Bosco-. ¡Conseguimos escapar de la Avenida Sena! ¡Y todo gracias a que el auto increíble de Julia atraviesa los callejones como si nada!

-Buenas noches, Bosco-esbozó Julia desde el asiento de piloto.

-Buenas noches-respondió con timidez.

-¿Dónde está Damián?-cuestionó la Detective. Entre Marcel y el pato-. Fue él quien me llamó para que vinieramos a salvarles el culo.

Marcel y Julia compartieron una sonrisa, pero Bosco y Sarabi se alertaron más por su paradero:

-Sigue con Aurelio-explicó Bosco.

-Ese infeliz otra vez...-rumoró Sarabi-¿Alguno tiene propuestas?

-Entrar juntos y confrontar a Ibai y Aurelio, rescatamos a la princesa Damián y ¡ya!-propuso Bosco.

-Todo lo que acabas de decir es ilegal-suscitó Julia, haciendo retroceder el carrito de golf hacia la casa de Aurelio mientras Bosco los seguía.

-¡Meow!

-¡Cállate, Incín!-déjanos pensar, susheó Bosco mientras trotaba al lado de ellos.

-Lenguaje-declaró Sarabi con una voz severa.

-¡Quack!

-Cierra el pico un momento-susurró Marcel con cariño al pato-. Ya casi lo tengo: Una vez se alinearon a la entrada de la casa de Aurelio, Sarabi y Julia descendieron del vehículo poscicionándose en rededor de Marcel junto con Bosco.

-Aurelio ya se cogió a Damián...-murmuró Sarabi entre dientes mientras esperaba a que Marcel hiciera la declaración.

-Ese detalle es innecesario-contestó Julia.

-Pero es posible-replicó Bosco-.puede ser que...

-Duck Hunt. -Remató Marcel con firmeza, acariciando el plumaje del pato obeso.-Es la última fase del proceso y todos debemos participar en ella, si alguno de ustedes quiere arrepentirse hágalo ahora.

-No me queda más opción-aludió Julia con una mano sobre el carrito de golf-. Tengo que volver a cqsa en esto.

-Cuéntanos, Coronel Kiwi-proclamó Bosco con Incín jugando entre sus piernas.

-Julia y yo tomaremos un atajo hacia el lago de Salmet-aclaró con el pato quackeándole encima-. No falta mucho para que se cierren todos los caminos, entonces todo habrá sido en vano.

<<Dejaremos al pato con los suyos en rededor del lago de Salmet. Tomaremos las bicicletas y las dejaremos en algún rincón cercano al Río Celoso, después yo me marcharé al Iglú.

Julia regresará con un peso ligero, cursará los callejones argentinos con su carrito de golf y llegará por ustedes. Para ese entonces ustedes, Sarabi, Damián y tú, deben estar escondidos en algún lugar que envuentren conveniente. Si no aparecen en 15 minutos Julia regresará a su casa, de ser efectivo: la mayoría de ustedes viven cerca, verán qué hacer.

El pato con problemas de sobrepeso e Incín vienen con nosotros>>.

Ah!-se quejó Bosco-.¿Por qué?

-Porque solo será un estorbo para ustedes-replicó con delicadeza-. Tienes que aceptar que es verdad. Lo llevaré al Iglú conmigo, cuidaré bien de él.

-Aurelio está violando a Damián...-susurró Sarabi con una voz bromista.

-Ten-dijo Bosco, dándoles la correa de Incín y al mismo-. No le des tocino ni atún.

-Lo sé-respondió Marcel con una sonrisa. Con sus ojos de centella por primera vez en lo que llevaban de conocerle-. Sarabi, te renombro miembro oficial del Clan del Kiwi.

-Dalo por un hecho, Marcel.-Concedió, asistiendo con la cabeza.

-Bosco, tú ya lo eres-bromeó Marcel con el pato ocultando su cabeza-. Y si Damián, sobrevive de Aurelio, ja,ja,ja,ja... Díganles de mi parte, que por su sacrificio es un miembro honorario con medalla de un pato mandarín.

-No me pidas que le encienda lo diva-suplicó Sarabi.

-¿Yo soy algo, acaso?-curioseó Julia con los lentes de petri resbalándose de su naríz.

-Es tu oportunidad de demostrarlo-concluyó Marcel.

-Buena suerte, la necesitarán-exclamó Julia al pisar el acelerador.

9. De regreso a la jaula

-Por aquí...-voceó Bosco al arrastrarse por la puertilla, misma por donde escapó antes.

-La detective Sarabi y su colega narizón de vuelta a la acción-exclamó al arrastrarse detrás de él.

Una silueta borrosa y otra rojiza, surcaron por última vez el campo verde de los Cornejo. Cautelosos y precisos de no aplastar ninguna clase de juguete; Bosco consiguió acelerar más que Sarabi, mas ésta se lo informó con un grito:

-¡Para, para!-gritó Sarabi desgarrando sus cuerdas vocales.

-¿Qué te pasó?-se alertó Bosco como un conejito en tiempos de caza y escapó hacia Sarabi.

-A mí, nada es la casa-resopló sarabi.

-¿Qué con ella?

-¡Regresó la luz!-muscitó en señal de alerta-. Cualquier cosa que hagamos será detectada por las cámaras...

-Damián es primero-repuso Bosco a su amiga y se adelantó a la casa con ella comiendo su polvo.

-¡Aghhh! ¡Chíngate te es...!¡Ayuda!¡Ayuda!

El chico gato se deslizó como si de una gato real se tratase, con las orejas hacia atrás y las pupilas en línea. El vestíbulp había quedado vacío, tan solo había botellas y los restos del vaso que Incín había roto. La mecedora en la cual Bosco se había sentado durante una hora, había sido recorrida varios metros y estaba caída. Sarabi llegó con tanta prisa que no le fue posible detenerse, chocando contra Bosco y cayendo en el vestíbulo:

-¡Sigue gritando, Damián!-enalteció con el codo de Sarabi perdorando sus costillas.

-Cállate-murmuró Sarabi con una mano en la boca de Bosco-. Delatas nuestra posición.

Sarabi se reincorporó, ayudando a Bosco a pararse con su tremenda fuerza de detective. Sarabi revisó el lugar más allá del rastro que estaba junto a ellos:

-No te separes-ordenó-. He visto lo suficiente Scooby-Doo para saber que nunca acaba bien... ¿Oyes eso?

-¿Puedo decirte que sí y aún así me explicas?-cuchicheó Bosco aferrado a su espalda como Incín lo hacía con la suya:

-¡Ash!-farfulló Sarabi caminando por un pasillo a oscuras, pero con un fondo resplandeciente:-Suena como una máquina termoeléctrica...

-¿Tú que sabes?-interrogó Bosco, viendola como una ridícula.

-Okay, no sé. Pero es una máquina que hace ruidos secos...

Pum

-Eso fue un metal siendo golpeado...-murmuró Bosco.

-Ya lo sé-aclaró Sarabi silenciando a Bosco mientras caminaban al final del pasillo.

Sarabi caminaba a la defensiva, reconociendo como el punto del alboroto aquella luz azulada que relucía al final del pasillo. Todo lo que yacía a su alrededor era un juego de sombras engañosas, que mientras unas se movían por naturaleza, otras eran obligadas por el viento y las restantes, caminaban por cuenta propia.

Bosco desenganchó el catalejo de su chaqueta y apuntó a la lucecilla azulada, había un chico alborotado en el interior: Damián. Y aquél lugar del que venía era una puerta metálica de acero inoxidable:

-No sé si tenías razón, pero sí es metálica...-muscitó Bosco. Ignorando las advertencias de Sarabi corrió hasta la puerta.

-"Hey"-exclamó Damián con la boca y un gesto, el ruido no llegaba desde allí. Era una congeladora.

Sarabi los alcanzó, encontrándose con el rostro de Damían enloquecido por verles juntos una vez más. Bosco trató de abrir la puerra con una manija parecida a un timón, mas no tuvo la fuerza requerida, por lo que Sarabi la abrió en su lugar. En cuanto sonó el "click", la expresión de Damián se horrorizó como El grito (de Edvard Munch), resaltando una peculiaridad para la Detective, mas no para Bosco quien corrió a abrazarle.

La Detective reposó sus pies con firmeza entre el marco de la puerta de acero, sintiendo un gran contraste entre la helada del cuarto de congelamiento y una respiración humeda y calida sobre sus rizos.

Bosco notó, en cuanto abrazaba a Damián como si hacía años no se viesen, que el caurto estaba repleto de carnes frías con un cerdo entero colgando al fondo de la habitación, Bosco saltó en cuanto lo vio; regresándose hacia Sarabi:

-¿Dónde están Aurelio y...-murmulló con el aliento gélido.

Sarabi fue tirada al piso, cayendo a los pies de Damián. Bosco se abalanzó contra aquel que había empujado a Sarabi, viendo tan solo la réplica de las manos peludas de Ibai cerrando la puerta frente a su naríz de tucán. Atascándola, sin que pudieran hacer más.

Bosco golpeó el cristal, con los dedos cadq vez más fríos y con mayor dolor en ellos con cada impacto. Se asomaba por la ventanilla, contemplando a Aurelio en una esquina de la cocina con su celular en la mano. En cuanto este se percató que Bosco lo había notado, caminó danzarín hacia él y le mostró aquello que la pantalla de su teléfono tenía en ella:

911 (EMERGENCIAS)

<<Esta ave se encuentra como "de menor preocupación" en la lista de animales amenazados>>.

• • •

Glosario:

Mondlicht: Claro de luna (lengua alemana).

Huevo de troya: Respectivo a Elena y el Caballo de Troya.

Nota de autor:

El capítulo más largo que he escrito en la vida. Jejeje. <( ̄︶ ̄)>
Este es el final del especial de capítulos. También es, en cierto modo particular, el final de la parte dos.

Aunque aún falta un capítulo para que se acabe.

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