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El gran salto

Mitexei

—¿Mitxi? ¿Qué estás haciendo aquí tú solita niña? —me pregunta una de las personas ya adultas del campo— Sabes que ninguno de vosotros tenéis permiso para quedarse en la piscina a esas horas del día. 

Otra regla absurda que debemos respetar, en Neutre solo hay reglas y reglas. Como esa regla estúpida que diferencia los mayores como los que estuvieron en Neutre antes aunque sea un bébé y los niños como los que acaban de ingresar aunque sea una persona de edad avanzada. 

—Sí señora, ya me voy —contesto de mala gana.

—Me saludas a tu madre por favor, dile que más tarde vendré a visitarla —dice con su voz demasiada puntiaguda para una vieja.

Afirmo con la cabeza aunque sé claramente que no la voy a hacer caso. No me siento capaz de volver en casa ahora, mis padres no entenderán el hecho de que emocionalmente estoy hecha pedazos, lo único que quiero es desaparecer de sus mentes y de la vida misma. 

No es la primera vez que me siento tan débil, tampoco será la última en la que me sentiré valiendo basura, mentalmente no soy tan valiente como lo soy físicamente. 

No sé porqué, no sé cómo, pero ya es suficiente. Ya no quiero resistir a la llamada de la paz, ya no quiero resistir al silencio que me está llamando cada vez más fuerte.

Nadie me entiende, nadie comprende lo que tengo que soportar cada día. Para algunas soy una verdadera plaga que deberían evitar, para otros soy una simple soldada de Neutre, pero para ninguno soy una humana normal tratando de luchar contra las voces negativas de su mente.

—Mitexei, viste a las chicas? —me pregunta Cape mirándome desde abajo— Ten cuidado con no caer, Tri ya nos dió un susto, no hace falta que nos des otro el mismo día. 

Cape, mi lindo chico. Lástima que él también me quiere, que él tampoco puede ver como mi vida se está huyendo de mí. 

Fracasé en el amor tal como fracasé en la amistad. Lo único que yo quería es tener alguien con quien compartir mis altas y bajas, pero terminé siendo las bajas de todos. Sé que mi amor propio es lo que más cuenta, pero he llegado a un cierto nivel que odio hasta mi propia sombra. Un nivel en el que ya no me miro en el espejo para apreciar mi rostro, un nivel en el que ya no participo en ninguna actividad  que no sea misiones, un nivel en el que me siento como Tri al estar siempre en mi cuarto. 

Hoy estoy dispuesta a dar el gran salto, estoy dispuesta a terminar con todo mi dolor, dispuesta a darle chance a otra vida. Una vida que no sea la que estoy viviendo, una vida donde no tenga que recoger las migajas de otras. Estoy dispuesta a dar el gran salto para vivir una vida que sea mía y de ningún personaje, porque sí, la mía parece ser más que la de un personaje secundario en un libro creado por una persona que está dispuesta a hacerme tragar todas las maldades de sus personajes principales. 

La perfección no está en los genes de ningún ser humano, pero siento que escasea aún más en los míos simplemente porque mi destino lo decidió. 

—Ya llevo cinco minutos aquí esperando que saltes, ¿qué estás esperando? 

Volteo la cabeza y casi caigo en el vacío, apoyada en una de las paredes del techo, vestido raramente está Tri mirándome con una cara amargada. Con el dedo índice me hace señas de bajar donde estoy, no para salvar mi vida sino para saltar hacia mi muerte. 

—¿Qué es lo que quieres? ¿No fue suficiente lo que me dijiste? —pregunto enojada— ¿Acaso vienes para verificar si estoy muerta?

*Escena retrospectiva*
—Cape está loco por Tri, ¿porqué sigues queriendo salir con él? —me pregunta Maeva, una de las chicas que siempre están conmigo. 

—Lo que no está bueno para uno, está extraordinaria para otro —contesto haciéndole un guiño. 

—El que intenta robar un perro a su vecina, termina regalando la entrada de su casa al vecino —dice la voz de Tri detrás de mí. Me volteo para verla jugar con un bastón que hace rodar con los dedos encima de su cabeza, hecha una mirada a Maeva que se va la cola entre las patas—. Es mejor que la caracola se haya ido de aquí. 

—¡No la llames así! —grito enfurecida— Los demás creen que eres una chica simpática, si pudieran ver tu verdadera cara estoy segura que ya te hubieran matado. 

—¿Y porqué tú no intentas matarme? —me reta con una sonrisa sarcástica. Avanza hacia mí golpeando el suelo con el bastón con cada paso que da— Podría contarte muchas cosas sobre mí, pero tus oídos no son dignos para escuchar mis verdades. 

—¿Cuánto tiempo vas a seguir jugando con los demás? Sabes cuántas personas cuentan en vosotras para ser salvadas, pero a tí eso no te importa, ¿cierto?

—¡Mitxi, Mitxi, Mitxi! Yo no soy la sirvienta esa… —dice antes de sacudir la cabeza y silbar como si se diera cuenta que casi revela su secreto— Cape nunca será tuyo, y tú nunca serás algo más que la sombra de las tres. No haces parte del mismo mundo que las tres y no vales más que el charco que sale de sus botas.

—Un charco como tú debe saber muy bien lo que es ser un charco —contesto entre dientes—. No eres más que un mono que piensa ser inteligente solo por interactuar con las dos blancas. 

—¡Vaya Mitxi! —aplaude— ¡Qué bien ladras Mitxi! 

Se acerca más a mí y me toma en sus brazos abrazándome como si fuéramos amigos. Escucho los pasos de alguien acercarse e irse después de ver que somos nosotras dos.

—Hazle un regalo a la vida, ¡piérdete! —dice apretando su agarre— Ni la muerte te quiere con ella, aún respirando hueles a podrido Mitxi, así que no me hace falta mandarte al diablo.

—No te dejaré salir con la tuya —digo empujándola hacia atrás—. Te daré tu merecido, pero antes les voy a decir a los chicos que tipo de manipuladora eres.

—Recuerda decirles también que te buscan perfume fuerte, desde kilómetros se puede sentir tu olor de descomposición —dice en mi espalda.
*Escena retrospectiva*

—Te doy un A+ por saber tan fácil la razón de mi presencia aquí —me dice chasqueando los dedos—. Pero, ¿qué te digo? Hubiera sido desventajoso perder tal escena y sobre todo, no asistirla en la primera fila V.I.P.

—Pues te voy a decepcionar, porque no pienso suicidarme —digo aunque no he bajado de donde estoy—. No moriré antes de demostrar a todos que haces honor a tu color de piel, ¡eres una traicionera Tri!

El grito sale de mi boca como si ya no pudiera aguantar más, siento mi respiración subirse, debe ser mi corazón que se siente disponible para luchar contra esa maldita negra.

—Pues te voy a decepcionar —dice imitando mi voz—, porque no pienso dejarte en vida.

Antes de que me diera cuenta, ella ya estaba a una distancia demasiada cercana a mi posición no muy prudente. 

—¿Me saludas a unos viejos amigos? Creo que te van a adoptar como mi nueva víctima, vas a morir por tener la lengua demasiada larga —Me enseña un cuchillo,  lo que me hace retroceder un poco— ¡Boom!

Su grito no fue tan fuerte como el mío al sentir como mis piernas pierden el equilibrio y siento mi cuerpo caer del edificio más alto de Neutre. Siento a la vez una felicidad inexplicable y una tristeza dolorosa. Me doy cuenta que estoy muerta antes de llegar al suelo.

Yo no quería morir así, yo no quiero morir así. Ahora todos pensarán que me he suicidado cuando en realidad es Tri que me hizo saltar aún sin tocarme. Si me muero hoy, no tendré la culpa de haberme suicidado, sino de haber sido asesinada sin haber podido dejar ni un índice. 

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