cap 2: 🦁la revolución de los malvaviscos🦁
Leoncito acababa de despertar, estaba recostado en la cobija que la noche anterior le había puesto Brio, pero él recordaba dormir en el sofá, confundido se levantó y se estiró dando un gran bostezo.
— tengo hambre — dijo Leoncito viendo a su alrededor.
En eso, Zelkos pasó corriendo mientras se ponía su traje junto a una corbata de color azul, se veía desesperado y apurado.
— voy a llegar tarde — decía Zelkos recogiendo su maletín.
Zelkos se acercó a Leoncito y le dio una pequeña caricia en la cabeza despidiéndose de él para después atravesar la puerta y salir de la casa dejando a Leoncito esperando en la entrada.
— ¿a dónde fue? — se preguntó Leoncito.
— va a una entrevista en un nuevo trabajo — dijo Brio sentándose en el sofá y agarrando el control de la televisión.
— ¿qué es una entrevista? — preguntó Leoncito curioso.
— es cuando te hacen varias preguntas para saber cosa de ti — respondió Brio encenciendo la televisión.
— ¿y qué es un trabajo? — preguntó Leoncito.
— donde vas a hacer cosas que ayudan o entretienen a otra gente y a cambio te dan dinero, el cual te sirve para comprar cosas en un intercambio, y esas cosas pueden ser comida o simplemente cosas materiales que te ayudan a vivir — explicó Brio.
— ya veo...hablando de comida, tengo hambre — dijo Leoncito viendo a Brio.
Brio se levantó y fue hacia el refrigerador <es un León, ¿qué puede comer?> se preguntaba Brio buscando algo, al final vio un filete de res que estaba crudo, era el único en la bandeja, lo agarró y lo puso en un plato ondo pra después ponérselo al lado de la cobija de Leoncito.
— come eso, es lo que hay hasta ahora, después veremos qué más te podemos dar — dijo Brio volviendo al sofá.
Leoncito se acercó al plato y empezó a oler la carne, no tan convencido se acercó y empezó a morder el filete hasta arrancarle un pedazo que empezó a masticar, al terminar de pasárselo saboreó su boca sintiendo un hormigueo en la lengua que le gustaba sentirlo.
— esto me gusta — dijo Leoncito.
Leoncito acabó de comerse el filete y fue hacia la puerta del patio, era una puerta desplegable de vidrio de dos partes <¿cómo abro esto?> se preguntaba Leoncito, fue corriendo a donde estaba Brio para pedirle ayuda.
— quiero salir al patio pero no puedo abrir la puerta — dijo Leoncito.
Brio se levantó y abrió la puerta dejándola así para poder volver al sofá. Leoncito salió corriendo hacia el patio y empezó a correr en círculos hasta que paró y vio a Juan en frente de él, Juan solo miraba al León con una mirada fija, no parecía mostrar alguna expresión, Leoncito con miedo fue retrocediendo sin perder de vista a Juan, una vez se sintió lejos de él sé dio la vuelta y siguió su camino por el patio hacia el único árbol que había.
Empezó a olfatear y al momento de estirar la para escuchó una voz.
— ¡oye!
Leoncito confundido empezó a mirar a su alrededor, pero no pudo ver nada, y en eso la voz se volvió a escuchar.
— ¡aquí abajo León!
Leoncito bajó la mirada y pudo ver a un pequeño malvavisco blanco con piernas y brazos muy delgados, también contaba con una cara que parecía adorable pero con toques de querrá y dureza.
— oh...hola, es raro ver que un alimento tenga vida — dijo Leoncito sorprendido.
— mi nombre es Malva, líder de los malvavidianos, estamos en las sombras del reinado humano, nos toman por apetito y nos matan, cada vez crean más para que su destino sea la muerte, yo y mi pueblo exigimos venganza a todos nuestros compañeros caídos, y necesitamos que nos digas la debilidad del ser humano — exigió el malvavisco.
— perdona, pero, ¿dónde está tu pueblo? — preguntó Leoncito curioso.
En eso Malva hizo una señal que hizo que nueve malvaviscos más salieran de sus escondites entre el césped y varias rocas.
— éramos quince, pero solo nosotros díez pudimos escapar de nuestro confinamiento en esa empresa maligna que nos tenía aprisionados — dijo Malva con tono dramático.
— ¿y qué es lo que quieren que haga por ustedes? — preguntó Leoncito curioso y emocionado.
— liberar a todos nuestros hermanos malvaviscos, sabía que en esta casa hay una bolsa entera que encarcela a nuestros compañeros, pero como podrás ver somos muy pequeños y débiles para siquiera poder entrar a esa casa, y más por su perro guardián — dijo Malva señalando a Juan el cual estaba dormido.
— si, a mi también me da miedo Juan, pero yo si puedo entrar a la casa, seguro tienen igual que toda la comida estarán en la cocina — dijo Leoncito emocionado — bien, lo haré
— muchas gracias Guerrero, ¿cuál es tu nombre?
— soy Leoncito, así me llamaron, soy tierno adorable y muy feroz — dijo Leoncito haciendo varias piruetas.
— eres un guerrero honorable Leoncito, tienes mis respetos, ahora, ayúdanos
— cierto, ahorita vengo, voy a la cocina
— ¿cuánto tiempo es "ahorita"? — preguntó Malva curioso.
— la verdad no lo sé, pero en la televisión Mexicana lo dicen mucho cuando alguien les manda hacer algo, bueno, voy a cumplir mi misión
Leoncito corrió de nuevo para adentro de la casa y fue hacia la cocina, Brio seguía en el sofá viendo la televisión, Leoncito aprovechó y se subió a la barra de la cocina.
— si hay comida dentro del congelador grande, debe haber también comida dentro de estas cajas inmóviles — dijo Leoncito viendo las alacenas encima de los cajones.
Leoncito se acercó a una de las puertillas y mordió la manija y retrocedió abriendo así la puertillas, soltó la manija y miró dentro para ver lo que había, solo pudo ver varias latas apiladas entre sí junto a distintos sobres, pero ningún Malvavisco.
— tal vez estén en el Fondo — dijo Leoncito.
El León empezó a agarrar latas y sobres con sus dientes y las empezó a tirar al suelo, algunas se quedaban intactas, otras se abollaban, y otras se abrían dejando caer su contenido. Así Leoncito siguió abriendo casa puertillas y sacando todo dejando un gran desorden a su alrededor, pero seguía sin encontrar nada.
— estoy empezando a creer que no hay ninguna bolsa de Malvaviscos aquí — dijo Leoncito desanimado.
En eso, escuchó un chirrido, volteó la mirada y pudo ver a una rata con una bolsa de malvaviscos en las manos.
— ¿buscabas esto? — preguntó la rata.
— dame esa bolsa sucia rata — ordenó Leoncito gruñendo.
— abligame
La rata empezó a correr mientras Leoncito la perseguía cerca pero también lejos, la rata subía y escalaba en varias partes de la cocina, mientras detrás suyo Leoncito brindaba y traba de seguir el paso para alcanzarla, pero tirando muchas cosas a su paso. La rata salió de la cocina hacia el patio con Leoncito detrás.
— ¡ja!, ¿de qué te sirve ser un León si ni a gato llegar, jajaja — rió la rata.
Leoncito dio todas sus fuerzas y dio un fuerte brinco que hizo que pudiera alcanzar a la rata, una vez teniendola entre las garras la empujó haciendo que soltara la bolsa de malvaviscos. Leoncito se puso enfrente de la Bolsa y le empezó a gruñir a la rata.
— si te vuelves acercar a esta casa, este gatito no tendrá opción que mandarte a donde sea que vayan las ratas después de morir — amenazó Leoncito.
— nos volveremos a ver León, esto no ha acabado — dijo la rata para después irse corriendo por la cerca y huir de la casa.
— ¡¡eso es!!, muchas gracias guerrero Leoncito — dijo Malva aplaudiendo.
— eso fue fácil, no es para tanto — dijo Leoncito riendo — bien, aquí está la bolsa — dijo mordiendo la Bolsa y tratando de abrirla.
— ¡¡al fin!!, mis hermanos, ¡¡resurjan y sean libres!! — dijo Malva riendo malévolamente.
Leoncito abrió la Bolsa y todos los malvaviscos salieron, solo que había un problema, estos no tenían brazos y piernas, o una cara, no presentaban alguna forma de vida. Malva confundido se acercó y los tocó.
— al parecer no tienen vida...y son muy diferentes a ustedes — dijo Leoncito confundido por la situación.
— esto...es raro — dijo Malva igual de confundido.
— dijiste que viste como creaban los malvaviscos, tal vez los humanos crean sus propios malvaviscos — dijo Leoncito.
— o tal vez la empresa de la que escapamos tenga un secreto que nosotros no sabemos, bien, nueva misión chicos — dijo Malva dirigiéndose a los demás malvaviscos vivientes — vamos a volver a la empresa y averiguar el secreto del porqué tenemos vida, y si alcanzamos, también podremos recuperar a nuestros compañeros que perdimos ahí, ¿están conmigo?
Todos los malvaviscos dieron un grito de emoción y apoyo ante la idea de Malva, Leoncito aprovechó esa distracción y agarró uno de los malvaviscos de la bolsa para poder comerselo.
— bien guerrero Leoncito, gracias por tus servicios de ahora, gracias a ti, sabemos lo que debemos hacer, te debemos una, nos gustaría que nos acompañaras a nuestra nueva aventura — dijo Malva.
— me gustaría, pero tengo que quedarme en casa, igual si ven que necesitan ayuda, aquí estaré — dijo Leoncito emocionado.
— tu valor y astucia serán recordados entre mi gente, muchas gracias, otra vez, Leoncito — dijo Malva dándole palmaditas a Leoncito en una de sus patas.
— fue un honor trabajar con usted — dijo Leoncito haciendo una referencia.
— bien pueblo Malvidiano, ¡aandando!
Leoncito solo se quedó viendo como los malvaviscos marchaban hasta atravesar la cerca por uno de los agujeros que había.
— bien, hora de volver a entrar a casa...
Leoncito estaba a punto de entrar a la casa pero en frente de él estaba Brio, parecía estar desesperada, ansiosa, alterada y nerviosa.
— ¿qué sucede Brio? — preguntó el León.
— ¿entraste a la cocina? — preguntó Brio molesta.
— yo...emmm....¿si?
— ay mi madre...ahora por tú culpa debo ir de compras, y rápido, sino no le tendré nada de comer a Zelkos cuando regrese — dijo Brio preocupada.
— ¿puedo ir contigo de compras? — preguntó Leoncito emocionado.
— está bien...pero te pondré un disfraz
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