Capítulo 8: La Trampa de la Traición
Capítulo 8: La Trampa de la Traición
– ¡¿Cómo…?! Empiezo a exclamar horrorizada al verme hecha un desastre…
–Debe ser el sedante, pero al menos tiene remedio, y tus heridas son solo externas, no hay peligro de hemorragias o cosas por el estilo según los médicos –me ayuda a acostarme –quédate aquí, iré a buscar a tu amiga mientras reposes. ¿Ok?
Asiento con la cabeza, ella se aleja y me quedo ahí con el tiempo transcurriendo lenta y perezosamente. Extendiéndose los pocos minutos que llevo allí, ajena a mí alrededor. Me sobresalto del vibrar que siento en uno de mis bolsillos, lo reviso y saco mi celular, que lo puse en modo silencio. Lo había olvidado. Hay muchas cosas que estoy pasando por alto, lo sé, pero no estoy segura en qué. Leo el mensaje que me llegó…:
“SAL DE ALLI, AHORA”. Miro extrañada el mensaje. Pertenece a un número desconocido, por poco lo ignoro si no fuera por las situaciones que he padecido desde ayer que me hace preguntar si el mensaje viene de aquel niño o…
“¿QUIÉN ERES?”
“SOLO VE AL BOSQUE Y HUYE, TE ESTOY ESPERANDO, OBEDEZCA.”
“NO IRE SI NO ME DICE QUIEN ERES…”
¿Por qué debería responder si quiera? Se por el tono que utiliza que no es Alicia, ella responde más amable aun y cuando esta cabreada; así que podría ser el Niño de Ojos Negros que vi ayer, pero sigo sin saber que me encontrare en el bosque. Además… ¿Por qué huir si no estoy en peligro? Sobreviví al accidente por los pelos, sigo preocupada de que le haya pasado algo malo a Alicia y hemos escapado de Portland, o al menos no estamos en la ciudad, ya he enviado a Richard el artículo que me exigió escribir (aunque no es lo me mandó averiguar, sigue siendo algo, y lo sabe) he hablado con el oficial Andrew para que la policía se encargue de continuar la investigación en secreto gracias a las pocas pruebas que confirman sus sospechas con respecto a la CIA o los que se hacen pasar por ellos: para hallar la información que escondió Anna para protegerlos de la Organización Secreta. Obtener pruebas de las verdaderas intenciones de esa sede anónima para revelarlas al mundo, detener sus planes.
Se supone que Anna iba a hacerlo. Se suponía que Alicia y yo íbamos a hacerlo. Pero tanto ella como nosotras teníamos que huir de Portland, ella para impedir ser asesinada y, nosotras, para tratar de sobrevivir para cuando llegara el momento en que la policía nos entregara la información que le pedimos; cosa que no todos los periodistas o escritores consiguen fácilmente si tienes en cuenta las consecuencias que eso condujo.
“SOLO VEN, MALTIDA SEA.”
“NO.” Respondo. ¿Por qué suceden estas cosas? Solo quiero descansar para poder levantarme con fuerzas y energías renovadas.
– ¿Estas bien? –Asiento con la cabeza, aliviada de ver a Alicia con ella, magullada y con vendas cubriendo su brazo y una pierna –encontré a tu amiga, estará bien, los paramédicos dicen que esta fuera de peligro, pero entre las dos tú fuiste quien salió más lesionada así que iremos a un sitio donde puedan atenderte.
Ella se aleja y nos deja solas a mí y a Alicia.
– ¿Te encuentras bien? –Asiente sin mirarme –Yo todavía no salgo del efecto del sedante, pero considerando lo mal herida que estoy, al menos no me duele mucho las heridas, solo tengo el cuerpo pesado y adolorido. Por cierto… ¿Recuerdas algo de lo que sucedió allí en el autobús? Porque no es nada agradable lo que recuerdo…
–Debo irme. Me interrumpe con un tono ausente poco común en ella.
– ¿Eh? –La miro extrañada – ¿A dónde? ¿Por qué?
Tensa los labios, nerviosa y perturbada.
–Tengo unos asuntos que atender en otro sitio…pronto te lo explico, mientras tanto… –me tiende sombríamente su teléfono, poniéndomelo en el bolsillo de mis pantalones –guárdamelo hasta que nos volvamos a ver, pero no se lo digas a nadie y si es posible, cuando veas la mejor ocasión… –las ultimas frases lo dicen en un susurro tras acercarse a mi lado –corre, huye, no dejes que te atrapen.
¿Qué demonios…?
– ¿A qué te refieres? –le pregunto aún más intrigada por su extraña actitud – ¿De quién tengo que huir si ya hemos…?
– ¿Todo listo? –La voz femenina sobresalta a Alicia que trata de disimularlo – ¿Ya podemos irnos?
–Sí, hemos inspeccionado la zona y llevamos a cabo su orden, señora. Responde una voz masculina, lo miro y noto que es un señor de treinta años de piel y ojos oscuros, rasgos toscos y varoniles que me son familiares, pero el uniforme y la voz me hace recordar que es un oficial de la Comisaria de Portland, él estaba en la entrada cuando llegamos ahí. Estaba a punto de preguntarle por el caso reabierto cuando una voz en mi cabeza me dice que no lo haga. Aun y cuando quería preguntarle por Andrew, para confirmar que en serio iban a llevar a cabo la tarea, no pude decir nada porque estaba concentrada en Alicia quien rehusaba mirarme a los ojos.
–Muy bien, vámonos entonces. Contesta la Sra. Cooper, alejándose del oficial, un señor vestido de un conjunto ceñido de azul que usan los empleados de algún hospital la acompaña antes de que este me suba estando yo acostada en la camilla al vehículo de ambulancia. Espero que Alicia suba pero no lo hace, solo mira el vacío antes de mirarme justo cuando cierran la puerta de la ambulancia. Por una fracción de segundos, la confusión es reemplazada por el miedo. Su mirada estaba cargada de culpa. ¿Por qué?
– ¿No debería Alicia venir con nosotros? Ella también estaba herida. Digo, antes de que Cooper respondiera, el señor lo hace por ella.
–Estará bien, solo descansa que estas muy herida.
–No es necesario si…
Antes de terminar la frase intento levantarme cuando siento un pinchazo en el cuello, miro a la Sra. Cooper mirándome fijamente, observando, antes de poder decir algo una extraña sensación me envuelve el cuerpo, obligándome a acostarme con la visión borrosa y la cabeza dándome vueltas que me hacen sentirme mal. Tardo unos segundos en darme cuenta que ella sostiene tranquilamente una jeringa.
–Esto ha sido más fácil de lo previsto. Comenta, con un brillo en sus ojos que me atraviesan con un horrible nudo creciendo en mi pecho.
– ¿A qué te refieres? –le pregunto, tratando de no entrar en pánico irracional – ¿Por qué…?
Una sensación de malestar, náuseas y hormigueo me impide moverme cuando la Sra. Cooper me coloca en la nariz un trapo de algodón que huele extraño, peses a ello reconozco que es una droga por el efecto que me causa, oliéndolo contra mi voluntad mientras contemplo aterrorizada como Cooper esboza una dulce sonrisa.
–Tranquila, vamos a ayudarte, pero antes tienes que ayudarnos a nosotros. ¿Ok? Empieza por decirnos donde está la carpeta PPX-2 que Anna te mandó a encontrar.
<<”Nosotros”, ella dijo “nosotros” –pienso, tratando de pensar con claridad y luchando contra los efectos alucinógenos de la droga, pues en un fracción de segundos vi en el rostro de Cooper la imagen de Anna en ella –todo este tiempo me… ¿Engaño? ¿Por qué? Anna confió en ella todos estos años, yo también lo hice, si bien nunca fui amiga de esa señora, Anna siempre pedía su ayuda. El mensaje que recibí no era de Alicia, tampoco pudo haber sido del Niño de Ojos Negros porque, aunque quisiera ayudarme hipotéticamente, está obligado a obedecer y vigilar, no es una certeza pero es una posibilidad. >> Me han ayudado pese a lo terroríficos que son. Por alguna extraña razón quieren que busque la verdad sobre los homicidios cantándome la canción…que según la mujer hecha de tinieblas quería que hallara el origen y la historia de su letra, me aseguró que tenía todas las respuestas… ¿Qué conexión tiene con todo esto? Aun no sé por dónde empezar. Lo he buscado por internet y no aparece. Creí que estaba huyendo de la trampa y caí, me han atrapado, Cooper es miembro de esa Organización Secreta; lo sé por la expresión de triunfo que emana su rostro al ver mi rostro estupefacto, sin color.
– ¿A qué te refieres al decir nosotros? ¿La CIA? Pregunto con la respiración agitada, con las ideas desordenadas y borrosas por la droga que sigue contaminando mi sangre.
Ella se ríe, atándome con naturalidad los brazos y las piernas con correas que no me había fijado que tenía la camilla.
-Ay cariño, la CIA es tan solo una moneda en nuestro bolsillo, una simple tapadera que recurrimos cuando es necesario pero, en sí ellos no están involucrados en esto. ¿Porque iban de hacerlo? En estos asuntos ellos no tiene que meter sus narices, saben que les sucede si se atreven…no llores, mi niña. Entiendo que esto no fue lo que esperabas, aunque admito que por un momento estarías un paso delante de mí, pero no, seguiste el camino de azúcar que te puse y caíste directico a mi trampa. De seguro me recompensarán por esto. He cumplido con mi misión asignada.
No, no, no puede ser verdad. Una idea terrible me azota en tanto que lloro.
– ¿Eres directora de esa organización? No me refiero a la CIA…
Se me seca la boca.
–Oh no, desearía tener ese rango aunque te agradezco por pensar tan bien de mí –me acaricia las heridas de mi cara con una de sus largas uñas –yo estuve trabajando para la IMEGUE durante muchos años, sí, pero no ostento tal honor; si fuera así…
IMEGUE. Ese es el nombre de la Organización Secreta que tanto teme el Gobierno de los Estados Unidos. No es ni la CIA ni los Federales o algún otro organismo reconocido oficialmente por el país. Para mi sorpresa reconozco el nombre…:
Cierro los parpados para no verle esos ojos. No quiero verla, quiero que se vaya. Que me deje tranquila. Aguardo con temor su cercanía, ya latente, palpable, espero con el nudo en la garganta y este pavor consumiéndome antes de que su aliento helado besara mi piel.
Dios mío...
Sé que me susurra al oído cuando su dulce voz susurra estas palabras: IMEGUE.
Y esas palabras...desbloquean algo en mi mente. En mis recuerdos. Devolviéndome un pasado olvidado...
El espectro femenino que me acorraló la otra vez, quien me aconsejó buscar la historia de la canción Las Tinieblas Tienen Nombres para descubrir las respuestas que pondrían fin este circo, ella misma pronuncio esas palabras. IMEGUE. Aquel nombre hizo que me acordara de mi madre. ¿Por qué? En estos momentos, el nombre vuelve a abrir otra cerradura mental que desbloquea un recuerdo que he olvidado también…
Corro, corro tan rápido como me lo permiten mis piernas. Una niña a mi lado me ayuda a mantener el ritmo. Su rostro me suena pero no estoy segura. Ambas corremos en el bosque amplio y extenso para escondernos de lo que nos persiguen.
Mi mente infantil, mis pensamientos de aquel entonces era estos: “Nunca he corrido. Estaba tan enferma que no podía ni salir de la cama. Pero estoy mejor, mucho más sana y con fuerzas para correr libremente…” En la vasta vegetación del cual se cierne palpables sombras hechas de carne y hueso, la niña y yo no miramos atrás. Nos están persiguiéndonos.
La niña y yo huimos de ellos. No los veo, pero los siento a mis espaldas, los percibo.
Me pregunto quién era esa niña.
Me pregunto qué hacía yo corriendo con ella en el bosque. ¿Quiénes me perseguían? No puedo creer que esto esté sucediendo, que Cooper pertenezca a la IMEGUE: el sitio que tenía planeado detener para exponer la verdad…solo para descubrir que me engañó todo este tiempo para hacerme caer en la trampa. Para atraparme. Me lo han advertido e igual no pude salir de esto.
– ¿Por qué? ¿Por qué me traicionaste a mí y a Anna?
–No es nada personal, solo cumplía la misión que me asignaron: capturarte con vida y traerte de regreso. El único problema fue Anna, un problema que ha sido difícil de quitar por un largo tiempo. No fue fácil ganarme su confianza… no puedo negar que me pesa su muerte, ha sido una excelente amiga conmigo, pero por el bien del trabajo que me encargaron tuve que sacrificar mis lazos con ella –su sonrisa deja de ser amplia y sus ojos se llenan de una ingenua nostalgia y tristeza mientras retira el trapo –no es la primera vez que me he visto obligada a sacrificar algo para obtener lo que quiero.
–Eres una hija de perra –le insulto con la ira llenándome las venas – ¿Mataste, mentiste, traicionaste a Anna para poder atraparme? ¿Todo para capturarme? Eres una hipócrita si crees que lamentar su muerte Anna te lo perdonará, o va…
–No te pido que lo comprendas –me interrumpe sombríamente –eres muy joven para entender que hay cosas más importantes en juego; cosas que valen la pena sacrificar si es necesario obtener lo que uno anhela.
– ¿Ah sí? ¿Y qué es eso…tan especial que anhelas que vale más que la vida de mi tía o la de aquellos niños? –si ella murió en las mismas circunstancias que aquellos niños, Andrew me confirmó que todo estaba conectado – ¿Qué buscas obtener traicionándonos y participando en la muerte de unos niños? ¿Secuestrando a personas inocentes…? ¿Qué propósito tuviste al hacer todo eso? Anna…
Se me quiebra la voz al decir su nombre.
–Le dije claramente a Anna que no se involucrara en esto, Victoria –me dice –es tan terca como una mula, igual que tú, aunque Anna no era el objetivo, eras tú…
– ¿Qué? Ella se inclina y me cuenta tranquilamente, como si estuviéramos tomando té.
–Los homicidios, las desapariciones, eran un anzuelo para ti –me confiesa –se suponía que iban a asignarte a ti la tarea de venir a Portland a escribir estos hechos en primer lugar, pero Richard siempre le ha encantado salirse con la suya, incluso de sus superiores, y en vez de enviarte a ti envió a Anna pensando que tú no eras capaz de sobrellevar la situación. Te subestimaba. Pese a ello, Anna sirvió aun así para preparar el camino, todo porque cometió el error de confiar en la persona equivocada.
Maldita sea…
–En fin, nuestro propósito era que tú pisaras Portland, nada más.
– ¿Qué hay de los niños? ¿Solo fueron un sacrificio para que yo viniera? Pude haber decidido no ir.
–No es cuestión si hubieras querido ir o no, movimos hilos para que te asignaran esa responsabilidad–suspira –de todos modos los niños no fueron solo un sacrificio, también son objetivos que teníamos en la mira, independientemente si tu entrabas en nuestros planes o no.
Es decir, que asesinaron a los niños porque ya lo tenían decidido, no solo como excusa para que viniera aquí con el pretexto que planearon desde Nueva York; pero Anna vino en mi lugar y murió por ello cuando descubrió algo que no debía saber. Una verdad que ellos quieren ocultar a toda costa, lo que pondría fin a sus macabros objetivos.
– ¿Por qué asesinarlos? ¿Qué hicieron? ¿Por qué…?
–Ordenes de nuestros superiores, yo no maté a esos niños si es lo que crees, solo supervisé a que todo se ejecutara sin que hubiera cabos sueltos…que tristemente los hubo, pero se pudo quitar del camino.
–Aun así, eres responsable de sus muertes –no dice nada – ¿Por qué mataron a Norman, a Emma, a David…que provecho sacan con sus muertes?
–No me lo preguntes a mí, querida, yo no sé la respuesta a tu pregunta –murmura –además, si quieres echarle la culpa a alguien, empieza con Alicia.
Frunzo el ceño.
– ¿Qué quieres decir?
–No te lo dijo. ¿Verdad? –Su sonrisa se ensancha más – ¿Cómo crees que enviamos a nuestros…peculiares vigilantes para que te visitaran? ¿Cómo crees que lo hicieron? ¿Aparecieron de la nada, así nada más, sin explicación? –Supe que se refiere a los Niños de Ojos Negros –tu amiga nos dijo dónde te ubicabas, aunque los niños también la asustaron para jugar con ella; Anna no es la única que confió en la persona equivocada…: Alicia hizo un trato con nosotros en Nueva York, mucho antes de que todo esto sucediera, si bien ella desconocía en que iba a consistir, no lo supo hasta que le informamos que debía hacer cuando llego a Portland.
Estalla en carcajadas.
¡¿Que?! No, no es posible. Es mentira, Alicia no me haría esto, no después de que…
– ¿Alicia les dijo dónde estaba yo y ustedes enviaban esos monstruos…? ¿Para qué?
No tiene sentido. ¿Enviarme a esos seres paranormales para decirme que averigüe el origen de una canción que podría “ayudarme a conseguir las respuestas, atar los cabos sueltos para revelarlos al país…”? ¿….Y luego evitar que yo halle esa información…? No digo nada, tal vez sean esos seres que quieren que descubra la verdad. No la IMEGUE.
–Pues para atraparte, claro… –me comenta, casi no la oigo, ya no oigo bien pero logro entender lo que dice –es solo que a veces olvidamos lo rebelde que pueden llegar a ser esas criaturas cuando no acatan las ordenes que les mandamos cumplir. Si lo hubieran hecho, hace tiempo que estarías en nuestra sede.
Sede. ¿Van a llevarme a la sede de la IMAGUE?
–En fin, pese a los inconvenientes por fin podremos traerte de regreso.
– ¿Traerme de regreso? No entiendo que dice esa mujer.
–Por supuesto… –me mira como si fuera obvio – ¿O has olvidado a tu antiguo hogar…?
Al ver mi expresión se detiene, me mira fijamente antes de preguntarme con recelo…:
– ¿No lo recuerdas? –niego lentamente la cabeza, sin entender lo que trata de decirme, mi expresión se lo dice –ay, ay, ay, no es posible…esto es peor de lo que imaginaba. ¿Acaso Anna no te lo ha dicho?
– ¿Qué cosa? –Esto es cada vez más confuso – ¿Qué tenía que decirme Anna?
Niega sombríamente la cabeza.
–Me temo que tenemos poco tiempo para continuar esta conversación –murmura, mirándome perpleja –no me explico el motivo por el que Anna te lo ha ocultado, es más, ni siquiera tiene que decírtelo… ¡Tú misma deberías de recordarlo! ¡¿Cómo es posible que lo hayas olvidado por completo?!
–Espera… ¿Qué tengo que recordar?
–Tal vez cuando lleguemos descubrirás las respuestas, cariño –dicho esto, hace una seña con la mano y el hombre le da otra jeringa –mientras tanto duerme, necesitas descansar.
–No, no, espera…
¡No puedo dormir, no puedo! ¡Debo estar despierta! ¡¡Tengo tantas preguntas!! Lucho contra esa sensación que me atosiga y me obliga a permanecer inmóvil, asustada por el repentino giro de los hechos que están fuera de mi control. La oscuridad me traga sin previo aviso y me arrastra a los brazos del olvido.
***
Despierto de un sueño que he olvidado. Me levanto de la cama con el cansancio alejándose de mis ojos, espabilándome de la somnolencia que envuelve mi cuerpo, ya renovado de energías. Me siento más descansada que las veces anteriores, percibo la luz del sol entrando por la ventana. Miro mi alrededor, miro la habitación de pocos muebles, el armario medio abierto y la puerta abierta de la alcoba, con un aire acogedor y hogareño que me recuerda a mi casa en Nueva York…
Poco a poco voy recordando todo, cuando repaso la conversación que tuve con Cooper en la ambulancia…
Me levanto apresuradamente de la cama, levantándome con la ropa todavía puesta y con las heridas vendadas, algunas ya sanadas, pero parece que ya no estoy en necesidad de una atención médica. Camino en silencio para recorrer la estancia, y noto que estoy en una cabaña. Al salir de la habitación llego a la sala donde encuentro a una mujer de ropas sencillas ceñidas de azul, tendida en el sofá, leyendo un periódico; a su lado un arma de fuego reposa en la mesita. Me paralizo al verla, también estoy extrañada de que este sola. No creo que esta sea la sede de la IMEGUE. La mujer levanta la vista y nuestras miradas se encuentran, una sensación helada me recorre la columna al sentir en aquellos ojos azules como el vasto océano un odio profundo e iracundo. Debe tener unos 50 años, tal vez menos, pero su cabello es ahora de un rojo oxidado teñido de canas que casi tiñen su pelo de gris, en cuanto a su rostro, es mucho más joven y atractivo, con ligeras arrugas. Cuerpo delgado, de contextura esbelta y nariz perfilada. Hay algo en sus rasgos que me hacen recordar a alguien, pero no estoy segura de quien.
– ¿Dónde estoy? Pregunto para romper el silencio y tal vez para que ella rompa ese perturbador contacto visual. No lo hace.
–En mi cabaña, o al menos lo era porque la vendí, ahora que ya no podré estar aquí. Eres Victoria Hawkins. ¿Cierto?
No digo nada, hay algo en aquella mujer de mirada iracunda que me pone nerviosa, sin motivo alguno su desprecio es palpable en el aire…
– ¿Quién eres?
Ella suspira, cansada, doblando el periódico.
–En verdad eres irritante.
– ¿Disculpe? Le pregunto, un poco molesta con su actitud. ¿Cuál es su problema?
–Vuelves a preguntarme quien soy cuando se supone que era obvio que era yo quien te esperaba en el bosque… ¿No te lo dijo Anna?
Ok. Ya estoy empezándome a hartarme de esas frases “¿Anna no te lo dijo?”
–No, y no sé quién eres para que me hables de esa manera. Digo con tono educado, ya las palabras no son agradables.
–No es necesario, tampoco deberías saberlo –me contesta con voz brusca –ahora recoge tus cosas que está en la habitación y larguémonos.
– ¿Eh? ¿Adonde? –La sigo a la cocina donde ella abre la nevera y saca unas cosas – ¿Por qué debería de ir contigo? Ahora me mira como si fuera rara. No dice nada por un momento, solo me mira, como si estuviera buscando el modo de hacerme alguna pregunta.
– ¿Anna no te dijo nada de mí? ¿No te dio los boletos de avión, nada?
– ¿Por qué iba a darme boletos de avión? –La miro confundida –vuelvo a preguntarte. ¿Quién eres?
–Mierda –me observa con rabia –mierda, mierda, mierda. ¿Estás diciéndome que no sabes nada de nada? ¿Anna me envió a buscarte pero tú desconoces que está sucediendo realmente? ¿No sabes la razón por la que la IMEGUE quiere atraparte?
Mi silencio es respuesta.
Ella suelta otras maldiciones, groserías y rabietas que me hacen dudar de la imagen que había proyectado sobre Anna. ¿Realmente era como la conocía? ¿O simplemente no la conocí realmente? Por lo visto Anna estaba al corriente de esta situación mejor que yo, y nunca me lo advirtió… ¿O no pudo contármelo porque la asesinaron? Tal vez sí quiso decírmelo pero se le dificultó hacerlo, de otro modo no me habría mandado un mensaje que revisara su correo ingresando la contraseña SOMBRA para descargar el archivo que quiso que leyera.
<<–Que extraño. Susurré. Había ingresado al correo electrónico de Anna al oír la grabación que me pedía que lo hiciera para que leyera todo lo relacionado a lo que estaba investigando en Portland. Alicia dormía en la cama del Hotel mientras escuchaba las grabaciones. Hice lo que me pidió que hiciera pero fue imposible. Al ingresar la contraseña logré abrirlo pero…El archivo no estaba allí. No había nada. El buzón de mensajes, todo, estaba vacío. No existía el archivo que estaba buscando. Luego se colgó la página. Allí no pude hacer más, lo intente pero ya no era culpa mía. Tal vez era la señal del internet o la plataforma que estaba caída. Quién sabe. Tal vez Anna lo eliminó por algún motivo. Entonces enciendo el celular de Alicia y escucho su voz.
– Victoria, tengo que decirte algo. No te va a gustar pero no sé si sobreviviré… –me pregunté que sería – ¿Te acuerdas que te dije que mi madre falleció hace tiempo, no? Bueno, hace poco descubrí que mi madre sigue viva.
Un grito suyo rompe el hilo de su confesión. >>
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro