Capítulo 4: Sangre y persecución
Capítulo 4:
Corre.
Corre.
Corre.
Solo existe esa palabra.
La silueta infantil que huye en la oscuridad del bosque se pierde en el horizonte. Un silencio perturbador inunda el aire igual que un perfume.
Solo existe el miedo y su sombra. La figura humana no deja de correr.
Corre con todas y las pocas energías que le quedan. No tiene tiempo de mirar atrás. No puede. No quiere. El miedo le impide arriesgarse a ver lo que le sigue…
<<Por favor… –suplica el niño a cualquier deidad que exista –por favor, que hayan dejado de seguirme. Por favor, que sean solo imaginaciones mías. >>
Sigue corriendo sin tomar un momento de respiro. El corazón late desbocado en su pecho y esta terriblemente herido. No sabe a dónde ir. Solo sabe que cualquier sitio, sea cual fuere, es mejor de donde salió…
Huye sin rumbo fijo al vasto horizonte.
Con pesadillas hechas de carne y hueso pisándoles los talones…
***
Ya he hablado con Michelle K.: Nos veremos en una hora en su casa que se encuentra cerca del bosque que conduce a una carretera poco frecuentada, pero esta dispuesta a hablarnos del asunto porque dice que eso no tiene que mantenerse en secreto, pese a que tampoco puede decirlo libremente por las advertencias que le han hecho la CIA. No es que le hayan prohibido hablar del asunto. Simplemente no es recomendable si no le preguntan. Aquello me pareció raro. ¿Por qué no le es recomendable para ella sacar a la luz este tema? Menos mal que se me ocurrió recurrir a esa escritora, pues entonces nadie sabría nada de esto. Después de hablar con ella llamo a Alicia. Fui a la Comisaria pero fue en vano; todas las pistas, toda la información, los datos de interrogatorios hechos y lista de posibles sospechosos, todo eso se lo llevaron los Federales y la CIA hace tiempo. No dejaron copias. Nada. Y por lo que me dijeron será difícil hacer que colaboren con nosotras. Ya no sé qué hacer. Tal vez Michelle puede ayudarnos a hallar respuestas. Tal vez ella sepa más que la policía: solo hay que hacerle las preguntas adecuadas ahora que no puede revelarnos todo si no le preguntamos correctamente, lo cual será un reto. ¿Qué preguntas hay que hacerle para sacarle la verdad que se ve obligada a ocultar?
Mi amiga al fin atiende la llamada.
–Hola Alicia....
–Hola... ¡¡No vas a creer lo que he hallado!!–Me dice Alicia al otro lado de la línea, ansiosa–¡tengo mucho que contarte! He hablado con los padres de David y he conseguido algunas declaraciones de testigos e incluso de un policía que formó parte de la investigación...
–Perfecto, pero lo hablaremos luego, Michelle K. ha contestado mi llamada y nos invitó a su casa para entrevistarla antes –le interrumpo antes de darle la dirección del sitio señalado–Nos veremos allá en unos minutos, creo que te queda cerca así que llegarás antes que yo, tal vez tarde un poco en llegar. Voy a ver si pago un taxi.
–Ok, nos vemos luego entonces–no cuelga, solo unos segundos de silencio– ¿Cómo te fue en la Comisaria? ¿Hallaste algo?
–No– respondo sin poder ocultar frustración en mi voz, mientras camino en busca de un taxi–la CIA y los Federales se lo llevó todo hace poco, no dejaron nada. Y no quisieron responderme las preguntas que le hice sobre la periodista muerta y la hermana desaparecida porque no le han abierto ninguna investigación si quiera. Pese a que no recibí una cálida conversación de su parte, no pude ignorar su nerviosismo o preocupación. Sea lo que sea que estén haciendo los de la CIA no parecen estar haciéndole ningún bien.
–Maldita sea...aunque tienes algo de razón: la policía no pudo declarar que había cierta sospecha de que pudo haber sido homicidio porque estaba el problema de la CIA, quienes insistían que David se suicidó y presionaban a la policía a entregarles el caso, que a la final consiguieron tras soborno y chantaje, pero ahora no hacen nada. Tanta insistencia para que al final no lo tomaran en serio, o es lo que dicen. Teniendo en cuenta que las víctimas son niños...
–Eso explica algunas cosas –comento mientras agarro un taxi y me subo –bueno, no tenemos lo que quiere Richard pero creo que tenemos algo mucho mejor: pruebas de que la CIA no están entregados a desenterrar la verdad de la muerte de unos niños, tomando a la ligera el asunto mientras amenaza e intimida a la policía de declarar cualquier cosa de este asunto. He grabado sus conversaciones sin que ellos se den cuenta. En pocas palabras...hay material para acusar a la CIA de coaccionar a la Comisaria, ocultar e ignorar los casos que quieren mantener en secreto hasta de los familiares. ¿Cierto?
–Sí, así es. Es que los padres dijeron desde el principio que pudo haber sido homicidio por diversas razones que presentaron. El problema es que la CIA no tomó en cuenta sus declaraciones...lo cual es raro. –Hace una pausa –creo que estoy llegando a la casa de Michelle K, te esperaremos y...oh por dios. ¿Qué es eso?
– ¿...Alicia...?
– ...¿Qué demonios suce...?
– ¡¡ ¿Alicia...?!! –exclamo, preocupada por la repentina agitación de mi amiga a través de la estática telefónica, le hablo al taxista –cruce esta esquina señor, llévame a la casa de Michelle K. Es por aquí.
***
...Algo malo sucedió.
Alicia corrió a la solitaria senda que la separa de la simple morada que se ubicaba a varios metros de ella. El camino estaba entre la carretera de asfalto poco transitada y el bosque lùgubre que se expandìa a espaldas de la casa, cuya puerta estaba abierta de par en par y con restos de sangre salpicado en el suelo.
<<¿Què demonios ha ocurrido?>> Se preguntò Alicia entrando a la casa, con papeles tirados al piso, objetos rotos, cajones regados, vidrios rotos esparcidos, manchas de sangre. Todo en desorden. Y en medio del caos y lo primero que vio...
– ¡¡Michelle K.!! –gritò Alicia antes de arrodillarse ante el cuerpo ensangrentado que yacia en el suelo, la piel de la mujer estaba palida y parecia dormir, la sangre sigue caliente y mancha sus manos– ay, sigue viva pero...¿Qué le pasó?
Un sonido brusco la sobresalta. Se levanta asustada al oír voces masculinas en alguna parte de la casa, cerca de donde se encuentra ella, pero ve la mesa que tiene el mantel largo el sitio perfecto para esconderse. (En ese momento.) Justo a tiempo de poner en silencio su teléfono y encender una grabadora que tiene oculto en su escote por si acaso...
–No, no....bien...¿esperamos o matamos a la rubia? –aparece un hombre con un uniforme blanco semejante al de los empleados psiquiátricos hablando por teléfono, acompañado de otro
–según nuestros espías ella no anda sola. Por eso le pregunto....oh....como usted ordene.
Sea cual sea la conversación que tuvieron acabó. El hombre, de estatura alta, delgado , de piel clara y ojos oscuros guarda el teléfono antes de dirigirse a su compañero; un joven nervioso con gafas y cabello castaño.
–Esperaremos al objetivo hasta que los sujetos 199 y 156 nos de la señal –le indicaba al joven con seriedad –en cuanto a su compañera no dejes que escape, atrápenla a ambas como sea, principalmente la pelirroja, ella no puede escaparnos de nuestras manos otra vez. Ordenes de nuestros superiores.
Dichas palabras impactaron a Alicia al entender lo que estaban diciendo, aunque no podía creerlo. Un miedo atroz la atosigo al comprender lo que ellos estaban buscando. Rápidamente sacó el teléfono del bolsillo y envió un mensaje a Victoria con la esperanza de que no fuera demasiado tarde.
Rezando para que la señal no estuviera otra vez caída para que Victoria pueda huir a tiempo....pensándolo bien, es probable que no le haga caso. De seguro con lo terca que es irá a caer en la trampa para buscarla y salvarla. No es la primera vez y tampoco será la última. Y lo peor es que había varios de ellos rodeando la casa, entrando y saliendo. <<Tengo que hacer una distracción para ganar tiempo>>...
Antes de ejecutar la idea que estaba tejiendo, voltea y se queda paralizada.
No está sola.
Y lo que vio confirmó sus peores sospechas, pero no quería creer que era cierto. Su corazón latió desbocado. Su respiración se agitó y de su boca amenazaba brotar un grito de horror en tanto que su mente y cuerpo clamaba a gritos unas simples palabras:
CORRE.
CORRE.
HUYE.
HUYE.
***
Le insisto al taxista que se apresure cuando me llega un mensaje de Alicia, por un momento me siento aliviada si no fuera por las palabras que me envió con alarma...:
NO VAYAS A LA CASA DE MICHELLE K. ES UNA TRAMPA. VETE. HUYE. SAL DE PORTLAND ANTES DE QUE TE ATRAPEN Y LLEVATE CONSIGO LAS PRUEBAS, NO DEJES QUE CAIGAN EN SUS MANOS. NO SE QUIENES SON PERO TE ESTAN VIGILANDO. TE ESTAN BUSCANDO Y PARA NADA BUENO. VOY A HUIR TAMBIEN, AMBAS DEBEMOS CORRER Y HUIR DE ESTE SITIO PORQUE QUIEREN MATARNOS.
No, no, no, no, no, no....
Esto no esta pasando. No es real. No es posible. ¿Donde se habrá metido Alicia? ¿Habrá escapado, en verdad? Si es asi deberia huir tambien si ella ha logrado hacerlo...solo que, lo dudo. Dijo que “iba a huir,”no afirmó que haya “escapado.” le escribo apresuradamente...: ¿DONDE ESTAS? DIME PARA IRNOS JUNTAS EN EL TAXI DONDE ME HE SUBIDO. AUN NO HEMOS LLEGADO PERO ESTAMOS CERCA...
Se lo envio.
Despues de decirle al conductor que me lleve de vuelta a la ciudad, unos minutos trascurren cuando me envia este mensaje ...:
NO PUEDO DECIRTELO. LO SIENTO. TIENES QUE IRTE. ES A TI A QUIEN BUSCAN.
No me jodas.
DIMELO, MALDITA SEA. NO VOY A ABANDONARTE. DIME DONDE TE UBICAS PARA QUE NOS VAYAMOS EN TAXI Y NOS LARGUEMOS.
Los minutos se me hacen eterno por la ansiedad y el miedo, pero vuelve a enviarme un MSJ.
EN LA PARADA DE AUTOBUS.
Ok.
Le doy las indicaciones al chofer y llegamos rapido al sitio señalado. El problema es que no la vi. No estaba alli. Ninguna señal de Alicia. Preocupada, le pedí al conductor que esperara, al principio se quejó pero le prometí darle mas dinero. Salí del auto y corrí en busca de mi amiga, aún sin saber donde estaba o cómo se hallaba. Busqué ciegamente por miedo a encontrar algo más que una amiga herida. Temía que esto fuera una trampa. <<Te estan buscando. Te buscan. Es a ti a quien quieren.>>
¿Quienes? ¿Que son esas personas que me quieren atrapar? ¿Por què?
Saco mi telefono y marco el numero de Alicia.
Espero.
Espero hasta que, de repente, oigo el telefono de Alicia sonar lejanamente. Tal vez entrando al bosque se le debió caerle, no lo se, solo voy a recogerlo con la esperanza de verla allí. Grito su nombre al vasto aire nocturno, acercandome al bosque y su espesa oscuridad....
– ¡¡¡Alicia!!! Vuelvo a llamarla luego de hallar su telefono. ¿Donde demonios esta? Justo al levantarme estoy a punto de llamar a la policia cuando veo algo que me paraliza...
Me quedo inmovil.
La confusión es reemplazada por el temor que desprende su presencia. Lo cual me aturde y aumenta mi perplejidad, pues lo que tengo a pocos metros de mí es un niño. ¿Por qué me siento atemorizada por aquel individuo? ¿Qué hace aquí solo en el bosque? La curiosidad me ayuda a vencer la ansiedad que oprime mi pecho inexplicablemente. Trantando de calmar mi agitada respiración, los acelerados latidos de mi corazón en tanto que trato de pensar con claridad.
–¿Qué haces aquí? ¿Estás perdido? Le pregunto con toda la calma que puedo reunir.
–Sí. Dice con mucha tranquilidad.
–Ah...entonces...–algo no anda bien, pero desconozco los motivos para sufrir este horrible presentimiento – ¿Puedes ayudarme a buscar a una amiga? No la encuentro.
Sigue observándome. Por algún motivo que desconozco me incomoda su mirada. Carece de expresión aunque es difícil averiguarlo con certeza por la densa oscuridad que lo abraza como un manto.
–¿Te encuentras bien, niño? ¿Dónde están tus padres?
Trato de actuar tranquila, serena, pese al extraño e inquietante comportamiento del muchacho. Sigue en silencio. No entiendo. ¿Que...?
Doy un paso atrás.
Luego otro.
Retrocedo perturbada mientras el miedo me asfixia con cada latido acelerado que resuena en mi pecho. Me apresuro. Volteo sin mirar atrás y corro. Corro tan rápido hasta el taxi que se había estacionado en la esquina...solo para hallarla vacía.
Se ha ido. ¿Cómo? ¿Cuando? No me di cuenta y no he tardado mucho tampoco para que justifique su ausencia; dejándome sola...
Mierda, esto es el colmo.
Oigo a mis espaldas unos pasos.
No, no, no, no, no, no...
Salgo corriendo a la solitaria carretera desenfrenadamente, apretando en una mano mi celular y llevando el de Alicia en el otro. Tengo que llamar a alguien. Debo avisar lo que sucede pero no sé correr y llamar al mismo tiempo. Se me puede caer el celular. Volteo hacia atrás con la esperanza de haberlo perdido....
Grito.
El silencio de la noche se rompe con los gritos que hielan la sangre que escapan de mi garganta, desgarrándome la voz, aumentando mi pánico: a mis espaldas me sigue con una velocidad y agiliza inhumana el niño de mirar hueco, quien debe oscilar entre los 10 u 13 años. Alto, delgado, pálido como la sal. Mi mente estalla en un vórtice de terror al mirar sus ojos color carbón. De un negro azabache, sin iris, sin blanco; nada. Teñidos del color de la tinta desprenden pavor y una mala vibra que me hace reaccionar de este modo contra mi voluntad... No sé lo que es, dudo que sea humano con ese modo que tiene de correr como si flotara. Con el rostro carente de emociones. Una máscara fría que se acerca muy, pero muy rápido. Trato de aumentar el ritmo de la huida, corriendo más fuerte e intentando calmar este pavor irracional.
Huyendo a ciegas, me doy cuenta demasiado tarde. Me abofeteo mentalmente por el error de escapar a la carretera fantasmal y no seguir el camino que me lleve a la ciudad. Estúpida, estúpida...
Pierdo la noción del tiempo a medida que huyo tanto como pueda. Envuelta por las tinieblas que amenazan devorar la carretera si no fuera por la débil luz de los faros que espantan un poco la oscuridad, excepto el espanto y el aura malévolo que exhala la silueta infantil que me persigue...
HUYE. HUYE. CORRE TAN RAPIDO COMO PUEDAS.
NO PERMITES QUE TE ATRAPE...
Si lo hiciera... ¿Qué me haría? Ya me cuesta respirar y estoy muy cansada. Siento que ha pasado mucho tiempo desde que empezó esta persecución, al menos no me ha atrapado, pero dudo que aguante a este ritmo si ese niño no desaparece.... ¿Qué es exactamente? ¿Un vampiro? ¿Un demonio?
...Oh por Dios.... ¿Cómo me libero de él?
No puedo más. No puedo seguir corriendo por más tiempo aunque quiera, mi cuerpo ha llegado al límite antes de poder tejer una idea para salir de esta. Mierda...tiene que haber una forma.
Vuelvo a mirar para ver al niño a pocos metros de mí. Por una fracción de segundos una luz blanca ilumina mejor sus facciones. (Desconozco la fuente de esa luz) solo me fijo mejor en la sudadera negra y el conjunto ceñido de negro, en el rostro ovalado y las facciones pálidas que contrastan con el cabello espeso del color del petróleo. Por un momento, se me hace familiar, me parece haberlo visto antes.
No obtengo respuesta por el sonido de la escandalosa bocina que resuena en advertencia. Miro en frente, me detengo paralizada al ver el automóvil y sus luces prendidas a pocos centímetros de mí...
Estoy muerta. No moriré asesinada por una entidad malévola sino porque me atropelló un auto.
Espero el impacto. No llega. Por los pelos el auto hace un brusco y violento frenado, recorriéndome un alivio intenso antes de percatarme la identidad del chofer: es el taxista que me abandonó en la esquina. Furiosa, me acerco con el cuerpo empapado en sudor para abrir la puerta y abofetearle el puñetero rostro, dejándolo estupefacto.
–¡¡¿Dónde coño estabas?!! –le grité enojada, calmándome un poco el susto – ¡Te dije claramente que esperaras y lo que haces es plantarme! ¡Por tu culpa me estaban persiguiendo....!
Dicho esto, me doy cuenta que el niño sigue allí. Pálida, miro hacia el chico que debe mirar mi arrebato, pero no, no hay nadie. Se fue. Desapareció.
–Cal...cal...cálmese, so...so...solo fui a echar gasolina en un sitio cercano. La llamé pero no me escuchó –tartamudea, nervioso, susurrando –y...y... ¿A qué te refieres que la perseguían? No veo a nadie...
– ¡¡¡Se ha ido, maldita sea!!! –Suelto largas bocanadas de aire –si no fuera porque salgo a correr todas las mañanas me habrían atrapado sin llegar muy lejos de la parada de autobús.
–Iba a preguntarle eso... ¿Cuánto tiempo corrió? Estamos muy lejos de donde la dejé...
–Cállate, solo llévame a... –entonces recuerdo a Alicia, la advertencia, y Michelle –no, primero ayúdame a llamar a la policía e iremos a casa de Michelle K.
Me mira perplejo, lo miro aún más furiosa.
– ¿Que sucede?
–Eh...bueno... –traga saliva, nervioso –acabo de enterarme por la radio que Michelle K ha fallecido: la hallaron muerta en su casa hace media hora. Parece que la estrangularon.
Ay, lo que faltaba. Niego con pesar la cabeza porque no sé que hacer ahora, mi mejor amiga desapareció y la mujer que podría darnos respuestas fue asesinada, sumándole el hecho de que una cosa con semejanza de niño me persiguió después de aterrorizarme. Además, hay cosas que no le encuentro pies o cabeza: ¿Fue Alicia quien me escribió ese mensaje? Da la casualidad que solo hallé su teléfono y al niño de ojos negros. Tal vez el primer mensaje lo escribió ella, luego, algo malo sucedió y perdió el teléfono, o peor, se lo arrebataron, y como sea cayó en manos de esa “cosa" para atraerme a su trampa y espantarme...lo cual no tiene sentido. ¿Ese niño era la trampa que me advirtió mi amiga? ¿O era otra cosa, y si es así, qué es? Es imposible que haya criaturas como el que me topé hace unos minutos.
Tantas preguntas, tantos interrogantes que me vienen atropelladamente a la cabeza en el que me veo obligada a ignorarlas por la espera del chofer que me observa nervioso por mi siguiente reacción, no lo culpo. Me da pena el modo que me comporté pero, dado lo que ocurrió, ese es el menor de mis problemas.
–Sácame de aquí.
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