Capítulo 10: La IMEGUE
Capítulo 10:
La IMEGUE
Está completamente a oscuras, no se ve nada, pero se oye a alguien llorar: Una chica.
Una chica está sollozando.
Se oyen unos pasos. Alguien está abriendo la puerta y la chica llora aún más fuerte. Cuando abren la puerta, la luz refleja un cuerpo ensangrentado, completamente desnudo, con clavos gruesos y enormes clavando su cuerpo, cuyos miembros están torcidos, rotos o casi emputados.
El cabello lacio, espero y oscuro de la chica contrasta con su piel cenicienta, enfermiza, no se le ve el rostro porque su cabello se lo oculta. No alza la cabeza, solo llora, suplica. En tanto que la silueta masculina se acerca. Vómito, orina, sangre salpicada en las paredes y en el suelo decoran la desnuda celda. El cuerpo de la joven esta encadenado, lleno de desgarres, heridas, como si le hubieran acuchillado múltiples veces.
–Es una lástima, temo anunciarte que nuestro tiempo de diversión acabó.
–Mi hermana. Dónde está mi hermana. La silueta solo se encoge de hombros y se limita a acercarse a la chica, quien se tensa aún más con su cercanía.
– ¡Donde esta! Maldita sea… ¿Qué le has hecho…?
–No te preocupes por ella, pronto se reunirán, muy, muy pronto.
La risa amortigua los sollozos. El hombre le abre de piernas e introduce su miembro erecto en su interior. Sacando un grito de sorpresa a la muchacha, que por fin abre los ojos, de un azul tan intenso y con rasgos de modelo. Su boca la reclama y ella, paralizada, solo siente aquellas embestidas y esas manos recorriendo su piel, muy rápido, antes de alejarse él y tomar un cuchillo.
–Muy bien, ¿Dónde quedamos en el juego anterior, para divertirnos una última vez?
Los gritos de la muchacha resuenan en los pasillos.
Un rato después…
Vemos el cuerpo de la muchacha metida en una bañera, descargas electro convulsivas martillándola mientras el hombre sonríe en éxtasis.
***
Ya había anochecido cuando me robé un auto estacionado en una gasolinera solitaria. (O al menos me pareció completamente solitaria, sin señal del dueño, sin señal de vida en alguna parte. Nada.) Aunque pienso pagarle al chofer, sea quien sea, cuando logre salir de esta locura. Conduzco el Toyota negro por varias horas hasta el sitio señalado cuando el teléfono que me dio Alicia suena con una canción de Rihanna. Saco del bolsillo el celular y contesto la llamada.
–Hola, Alicia. ¿Cómo estás? –Saludo con una mano al volante y otro con el celular – ¿Has seguido el plan tal como lo hablamos?
–Sí, he logrado ganarme la confianza de la IMEGUE, pero dudo que por mucho tiempo. Debemos apresurarnos si queremos publicar estos hechos –me dice a través de la línea telefónica –he ocultado las micro cámaras y escondido las grabadoras para recopilar las pruebas que necesitaremos.
– ¿Te han hecho un paseo turístico por las instalaciones?
–No, pero sé que solo hay una entrada y una salida, es la puerta electrónica que está en la parte trasera de la estructura. No hay salidas de emergencias, nada, si acaso está el garaje donde algunos entran y salen por ahí cuando la otra está ocupada. Iba a llamarte pero me tienen vigilada, no fue hasta que acepte un trabajo de Sara: esparcir rumores falsos de este asunto. Seriamente quieren mantener este lugar en secreto.
Vaya, es peor de lo que había planeado.
–Hablando de secretos… ¿Por qué no me dijiste que tu madre está viva y que por eso hiciste un trato con ellos para capturarme?
Silencio, despertando mis peores temores.
–Nunca supe que tú y esa mujer se conocían. Ni que tu fueras el objetivo, solo me preguntaba donde me ubicaba y yo pensando…: “Tal vez va a decirme en qué consiste mi parte del trato.” Nunca me lo dijo. Cuando llegamos a Portland, me advirtió que estuviera atenta. No me dio explicaciones. Así que fue una sorpresa descubrir que Sara es la mismísima Sra. Cooper que tú conocías desde hace años –confiesa con pesar en su voz –Una sorpresa que ella estaba detrás de esos tipos que querían matarnos y que fuera capaz de controlar a los niños con una canción…
Me quedo perpleja cuando lo menciona, ella sigue hablando pero le interrumpo con recelo:
– ¿La canción? ¿Qué decía en esa canción?
–Sospecho que la misma que tú me contaste. Las Tinieblas Tienen Nombres. Ellos te la cantan pero esos agentes de la IMEGUE se lo cantan a los niños, con eso los controla.
Espera… ¿Usan esa canción para controlarlos? ¿Desde cuándo? ¿Cómo?
– ¿Cuánto tiempo duran en ese estado de sumisión? Le pregunto.
–Bastante tiempo, aunque el efecto no es eterno. Por eso están siendo rastreados: no solo para ubicar a la victimas que tienen a la mira cuando nos ven, sino para saber dónde se encuentran por si intentan escapar. Cuando puedo espío el lugar con curiosidad y fue así que tras una serie de sucesos pude enterarme. Eso explicaría porque nos seguían a ambas: para confirmar si nuestras palabras eran ciertas, ellos actúan como testigos en este caso.
Testigos, además de asesinos son meros observadores que luchan por liberarse del control de la IMEGUE. ¿Por qué? Alicia me ha confirmado que ella ha caído también en una trampa y hemos sido puestas a prueba para ver que sucesos iban a acontecer. Si no hubiéramos escapado de Portland… ¿Nos habrían atrapado igual? ¿O las cosas habrían sucedido de forma distinta? Menos mal que habíamos planeado Alicia y yo como actuar en estas circunstancias. Sabía que tarde o temprano iban a por nosotras, pero las secuelas del accidente, el sedante, la droga, me impidieron pensar con claridad, me impidieron recordar lo que Alicia y yo habíamos estado de acuerdo, lo que teníamos que hacer.
Pese la confusión que no tenía que haber tenido, eso ayudó al menos hacerles tragar la mentira de que hemos caído en sus manos completamente vulnerables. Sin un plan. A pesar de que hubo sorpresas.
–Ok, pero eso no explica el motivo por el que no me contaste lo de tu madre. ¿Cuándo te enteraste que estaba viva? –le pregunto, con el corazón un poco agitado – ¿Desde cuándo hiciste un trato con la IMEGUE?
– ¿Qué hice un trato con la IMEGUE? –Me pregunta con extrañeza – ¿Quién te dijo tal disparate? Estoy como tú: hace una semana que descubrí que la IMEGUE era el mismísimo instituto que teníamos planeado detener. Todo empezó en Nueva York, cuando me enviaron unas notas anónimas que me decían a donde ir, pero no las ignore, el problema es que duro bastante tiempo hasta el punto de que estuve a punto de llamar a la policía cuando me secuestraron…hace 6 meses atrás.
¿Qué?
–Sí, me llevaron a un sitio lujoso que sospecho que pertenece a Sara, con una apariencia distinta a la que tu estas familiarizada. Allí me golpearon antes de decirme que mi madre estaba viva. ¿Te acuerdas que una vez me viste unos moretones y yo te dije que fue que me caí de unas escaleras? Bueno, no fui sincera contigo en ese momento. En fin, yo no les creí. No lo hice hasta que me llevaron a una clínica que estaban financiando para pacientes con casos graves donde vi el cuerpo de mi madre…
<<No podía creerlo, Victoria. Estaba allí. Dormida, completamente viva. Débil, pero viva. Recuerdo que un día salía de la escuela cuando me avisaron de que la habían encontrado inconsciente tras sufrir un grave accidente. Los médicos no pudieron hacer nada. No lograron sacarla del estado de coma que se encontraba. Y como no tenía medios para pagar un hospital que podrían ayudarla, me dijeron que estaba muerta. Pero Sara me revela que nunca murió, pues la IMEGUE tomaba esos casos para sus investigaciones y aprovecho en hacer el anuncio oficial de su muerte. Yo les creí, había durado mucho tiempo en ese hospital y sin señal de que mi madre despertara, no estuve allí cuando se la llevaron a la morgue porque estaba atendiendo otras ocupaciones, pero nunca vi su cuerpo en el funeral. El sarcófago estaba cerrado, tampoco quería ver a mi madre muerta, pues quería recordarla cuando estaba viva, ya el recuerdo de ella en el hospital me traumatizo, tendría 17 años de edad. Sara me ofreció un trabajo que, si lo cumplía, podrían ayudarme a traer a mi madre devuelta. No lo dude. No tenía nada que perder, recuerdo como la vi en el hospital y la compare con la mujer que estaba dormida en la clínica. Habían estado ayudándola para tratar de vencer su estado, pues no es la única, y hay mejoras en su organismo, posibilidades de que despierte…ahora ya no estoy tan segura por los sucesos de esta semana. Y porque descubrí que esa clínica donde estaba internada mi madre fue financiada por la propia IMEGUE. >>
Eso explica el motivo por el Alicia teme o detesta los hospitales, por lo que le sucedió a su madre.
– ¿Crees que pueda funcionar? ¿Qué ella pueda despertar?
–No lo sé, quiero creer que sí, pero no olvido que la IMEGUE quería matarnos en un principio, o al menos a mí me quieren muerta si no les resulto útil, porque en cuanto a ti, parecen quererte viva por algún motivo…por cierto… ¿Cómo fue que escapaste de aquella ambulancia? Yo estaba en un vehículo cuando se formó una revuelta con la ambulancia encendida y esa mujer hecha una furia.
Ya se quien fue.
–Una mujer que parece haber sido una vieja conocida de Anna me saco de ahí para poder sacarme del país –comento, sin decir que es mi abuela, no creo que sea necesario –parece ser que Anna la contrató para protegerme mientras me lleve ella al asilo que Anna solicito para que estuviera a salvo. Pero no estoy segura de ir. ¿Y si algo te pasa? Dudo que nos vaya a ayudar la policía. Acabo de enterarme hoy que el comisario Andrew y sus oficiales murieron en el accidente que quedamos afectadas.
– ¡¡ ¿Qué?!!
–Sí, tendremos que apañárnosla sola, por eso no sé si es buena idea huir del país. No creo que sea buena idea.
–Tal vez si lo sea, Victoria –me comenta ahora con un tono de voz baja, casi en susurro –si estas en otro país y bajo la protección del asilo que solicito tu tía para protegerte, podrías ayudarnos: si las cosas salen mal aquí, puedes publicar la información en algún blog en caso de que no puedes enviárselo a Richard o simplemente hablar con el periódico local. Si no podemos publicar la información y la IMEGUE quiere matarnos o secuestrarnos, podrías solicitar por mí y por Alexandre cobijo en aquel sitio. Pues dudo que Alexandre se libere de esto al ser tu novio. ¿Le has contado algo de esto?
–No, no he podido escribirle siquiera, más bien me extraña que no me haya escrito preguntándome porque no he regresado a Nueva York –es verdad, es raro –imagino que estará trabajando en algún proyecto que la empresa donde trabaja le haya encargado. ¿Crees que debo decírselo?
–No lo sé, habría dicho que si en otras circunstancias porque podría sernos de utilidad –me comenta, pensativa –el problema es que la IMEGUE no dejara ningún cabo suelto… ¿No te dije que hay una posibilidad de que la organización quiera matarme si no les soy útil? Por mucho que intente ganarme su confianza, creo que sospechan que no seré capaz de volver a traicionarte a ti o hacer que tú caigas en su trampa…hablando de eso, creo que deberíamos fingir que tú y yo nos hemos peleado y cortado nuestra amistad para evitar que sigan buscándote a través de mí.
– ¿Por qué lo dices?
No está mal la idea, la verdad. Así continuaríamos con el plan y fingir que hemos perdido la confianza la una en la otra sin levantar sospechas que seguimos en contacto. Si fingimos tal cosa… ¿Qué podría cambiar en esta situación? ¿Qué sucedería?
–Han enviado a alguien para vigilarte, o están haciendo un trato con esa persona, no entendí, pero hace unas pocas horas oír a un agente hablar por teléfono diciendo: “síguela, no la pierdas de vista, si cumples la tarea asignada te lo recompensaremos, haremos lo que nos pides que hagamos por usted, Dra. Williams.”.
–Han enviado a alguien a seguirme, a vigilarme –susurro – ¿Tal vez para confirmar si lo que tú les dices a ellos es verdad?
–Posiblemente, esa es una de las razones, del resto desconozco el motivo por el que están tan empeñados en capturarte. ¿Sabes algo?
–No, yo tampoco lo entiendo, y se supone que es algo que debo recordar.
– ¿De que hablas?
Tal vez debí morder la lengua, tal vez no es buena idea decírselo. ¿Y si su vida peligra por contarle esto aunque yo no entienda nada? O peor… ¿Y si ella usa esa información para traicionarme? Tampoco puedo echarme atrás, probablemente pueda Alicia ayudarme a explicar estando en aquella sede lo que Amber no quería contarme: mi conexión con la IMEGUE. El hecho de que mis recuerdos podrían resolver algunas pistas sin resolver. Tengo el presentimiento de que es así pese a que carezco de pruebas para confirmarlo.
–Parece que he estado hace muchos años en la IMEGUE y no lo recuerdo según Sara y la Sra. White –le confieso, alerta a la oscuridad que amenaza en la carretera, solo rota por los faros del auto –ellas dicen que debería recordarlo, que es algo que yo debería saber sin necesidad de que Anna me lo contara…quien aparentemente me ha estado ocultando secretos antes de morir. Eso me hace recordar que deberías acordarte en averiguar si la canción Las Tinieblas Tienen Nombres posee conexión en ese lugar, por alguna razón esos seres están involucrados en esto, y no solo para vigilarnos: Quieren decirnos algo que la IMEGUE les impide decir. Google no muestra resultados de esa canción, tal vez en ese sitio encuentres respuestas; si no los niños tienen conexión con la sede, también la letra de la balada. ¿Vale?
–Vale, pero…ay, que locura, bueno, tarde o temprano resolveremos este lio, hasta entonces revisa el correo electrónico para confirmar si llego las grabaciones de audio de hoy que te envié para que los oyes y ver si hay algo útil…–hace una pausa, antes de que su tono de voz cambiara abruptamente, enviándome escalofríos –y lamento mucho de que hayas sido tan tonta para adivinar que te estaba utilizando. No es culpa mía si confiaste en mí. Es tuya. Solamente tuya.
Frunzo el ceño, extrañada. ¿Qué rayos está diciendo? ¿De qué habla?
–Tap, tap, tap, tap, tap, tap, caminaste hasta caer…
Entonces lo pillo: está diciéndome que alguien viene o ya está allí. Esta fingiendo. Debería seguirle la corriente por si acaso, tal vez estén ellos a espaldas de ella mientras Alicia ha puesto sin querer el teléfono en alta voz para oírme bien. Sin prever que alguien la espiaría.
– ¿Cómo te atreves? ¡¡Creí que éramos amigas!! ¡¿Por qué me hiciste esto?! Grito a todo pulmón y con toda la frustración, rabia y tristeza que he cargado en este día. Y eso me trae recuerdos de la secundaria…de los días que Alicia y yo nos cuidábamos las espaldas para echarnos en el suelo, muertas de risa, por las locuras que hacíamos para cubrir nuestras mentiras.
– ¡Ya te dije que lo hice por mi madre! ¿Qué esperabas que hiciera?
– ¿No te das cuentas que te están manipulando? ¿Qué harás cuando descubras que no pueden hacer nada por tu madre? ¿Eh? ¿Aun así vas a unirte a la IMEGUE?
–Si eso me ayuda a sobrevivir, sí. Alguien me dijo que hay cosas más importantes en juego; cosas que valen la pena sacrificar si es necesario obtener lo que uno anhela –ya entendí, la Sra. Cooper o mejor dicho, Sara está ahí, escuchándola, o espiándola –y eso es lo que voy a hacer, si no funciona, igual me vendría bien trabajar para ellos, pagan mejor que el Gobierno…aunque… ¿Cómo te diste cuenta que te estaba engañando si nadie te ha dicho mis verdaderas intenciones? ¿Cómo lo sospechaste?
Creo que es su forma de preguntarme como averigüe lo de su madre o que me estaba ocultando un secreto.
–Me lo dijo la Sra. Cooper.
–Ah, así que además de loca, es una soplona. Una lástima, quería ver la expresión que pondrías cuando vieras a tu novio encerrado en una celda de la IMEGUE, aquí las prisiones son muy interesantes. ¿Sabes? Creo que si quiero ganarme un poco de dinero debería ofrecerles la idea de que capturen a tu querido Alex para ver si eres capaz de huir sin él.
Eso dolió, pero se lo que quiere decir realmente: sacar a Alexandre del país, o advertirle que no regrese por mí, o alguna excusa que pueda alejarlo por un tiempo para evitar que ejecuten ese plan. Que bien es capaz de hacerlo Alicia para ganarse su confianza, que esa es la idea, pero yo tengo que hacer que fracase. Al menos impedir que lo encuentren. ¿Dónde estará en estos momentos Alexandre? No me ha escrito o llamado. ¿Acaso la IMEGUE lo ha…?
–Eso si puedes hallarlo, no es tan fácil de localizar.
–Veré que puedo hacer para encontrarlo, si lo hago puedo enviarte una foto de tu chico bajo nuestra merced. ¿Te parece?
Una forma de decir: entendí lo que quieres decirme, te aviso si se algo de él.
–Ni te atrevas. Si lo haces, te mataré.
Oigo su risa burlona, esa risa que le queda tan perturbadoramente bien pese a que la he oído millones de veces en la secundaria. Cuando fingíamos ser rivales. Cuando mentíamos al decir que éramos enemigas. Solo para poner a prueba a los otros. Para ver los juegos que nosotras tejíamos.
–Eres tan graciosa, ya nos veremos muy pronto –me promete –y espero no ser yo la que te haga sufrir…si no es necesario.
Cuelgo.
Sus últimas palabras me traen de vuelta un pasado donde vestíamos ropas colegiales. El aire olía a comida chatarra, dulces, con ruidos ensordecedores envolviéndonos en un borrón de manchas, colores, rostros y cuerpos que pasaban a nuestro lado. Conduzco por un largo rato sin detener la máquina de tiempo que proyecta mi cabeza al rememorar aquellos días en que era tan solo una adolescente que se aferraba a una persona para sobrevivir de la soledad…: Era una chica de 16 años recién cumplidos cuando aprovechaba mis últimas semanas en compañía de Alicia, quien iba a cambiarse de escuela por los gastos que su madre no podía cubrir para que ella siguiera estudiando allí. Ciertamente el instituto era costoso, muchos alumnos tuvieron que ser retirados de aquel lugar y mudarse a unos más económicos o más cercanos a sus hogares.
A duras penas conseguí seguir estudiando en aquel instituto. Tanto Anna como yo hicimos lo que pudimos para no dejar de estudiar allí, pero fue duro saber que no volvería a ver a mi mejor amiga, o lo más parecido a una mejor amiga que tendría en la vida. Antes de que ella se fuera, estábamos sentadas cerca de la otra, yo, dibujando. Ella, observando. Dibujaba a Alucard, del anime Hellsing Ultimate, en una pose de pelea aferrado con sus pistolas, ataviado de aquel traje y sombrero del color de la sangre bajo el aire de un estilo antiguo y elegante. No usaba ningún color o pintura, solo un lápiz 6B y carboncillo, con tonos grises que cruzaban entre el blanco y el negro, creando un juego de contrastes para plasmar los efectos de luz y volumen, dibujaba mientras observaba la imagen que Alicia me mostraba en su teléfono. Estaba evolucionando la obra, porque estaba quedando bella. Era tan similar e igualito a la foto pese a que me faltaba hacerles los detalles del cabello, los lentes y las sombras del rostro para darle más realismo. Por poco acababa cuando Alicia se tensó y supe el motivo: Brooke, la chica popular del colegio se acercaba a nosotros y para nada contenta. Creo que tenía una disputa con Alicia por algo que le hizo sin querer, pero para perdonarla, después de exigirle a Brooke que lo hiciera, la señorita popular acepta perdonar a Alicia con una condición: debía romperme el dibujo que estaba haciendo. Era el modo que más iba a doler. Lo sabíamos todos. Y la verdad es que necesitábamos ese perdón para que dejara Brooke de buscarnos pleitos sin motivos, cosa que llevaba haciendo durante un largo tiempo para poner en prueba mi temperamento explosivo y la astucia de Alicia. Alicia sabía que si lo hacía, habrá sido en vano las largas horas que llevaba trabajando en el dibujo, y ambas sabíamos lo mucho que me dolería perder el trabajo que he realizado con el cariño de una madre. Romperlo sería como matar al hijo que estaba daño luz. Aun así, lanzo un suspiro y me guiño dos veces el ojo antes de empujarme, arrugar y tomar el dibujo antes de romperlo en pedacitos. Brooke quedo en shock igual que yo, pero esta se recompuso y le lanzo una sonrisa de suficiencia antes de declarar que no le da la gana de perdonarla, mientras miraba consternada lo que acaba de suceder, por poco no me di cuenta que Alicia, frente a frente de mi archienemiga, hacia unas extrañas señas con la mano que al principio no entendí hasta que por fin lo pille.
Tome mis cosas y salí corriendo de allí. Brooke grito molesta a sus compinches muchachos. (Pues siempre estaba rodeada de chicos que la seguían embobados) para que nos atrapara a Alicia y a mí. Supe que mi amiga también corrió. Yo aferraba con fuerza el dibujo que hice de Alucard: Alicia nunca lo rompió, el empujón, arrugar el papel fue solo una maniobra para engañarnos, para engañarla tenía que engañar primero a mí para que fuera creíble, sabiendo que no soy buena en esas cosas. El que rompió era uno similar, un boceto que no me gusto y que tenía junto con el otro, casualmente, pero Brooke y yo no nos dimos cuenta porque hubo muchos papeles tirados al suelo.
No recuerdo que sucedió después, supongo que sonó la campana y entramos al salón, y Brooke como siempre buscaba la manera de fastidiarnos el día. Desde entonces, Alicia y yo ensayábamos y planeábamos lo que haríamos en caso de que tuviéramos que recurrir a la mentira para salvarnos las espaldas. Bien sea para robarnos unos postres de la cantina, para huir de las chicas que querían meternos en líos, para conseguir información, para poner a prueba a alguien quién miente. Eso más adelante nos ayudaría en la universidad pese a que no nos vimos en aquel entonces con frecuencia. Ella aprendió a ser más analítica y yo aprendí a estudiar los comportamientos que regían una persona según su temperamento aplicando un poco de psicología.
De hecho, tengo tiempo que no lo uso. Han pasado muchas cosas desde aquel entonces. No obstante, los recuerdos se mantienen frescos en mi memoria.
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