Capítulo 1: El inicio de los problemas
Capítulo 1:
Victoria.
Hoy me he despertado temprano, pero me quedo tendida en la cama durante un rato. Sin mirar siquiera el reloj, sé que son alrededor de las ocho y pico. La pesadilla que me despierta esta mañana es distinta, se reproduce en mi cabeza en confusas imágenes que se desvanecen. Afuera, parece que está haciendo un día turbio: La luz de la mañana entrando perezosamente por la ventana en una franja de tonos fríos. El cielo de un gris intenso, con el sol oculto bajo unos densos nubarrones que, dan la ilusión de que están envueltas en gruesas capas de telaraña. Sin embargo, el ambiente melancólico no corresponde con mi estado de ánimo, y descubro el porqué: Lo veo tendido en la cama, bello y sensual. Me acerco a él y revivo el recuerdo de la noche anterior...:
Sus besos recorren mi cuerpo igual que un lienzo. Explorando. Saboreando. Sus manos despojan la ropa que llevo puesta, dejándome completamente desnuda a excepción de los bóxer que él me presto en una ocasión (larga historia) en tanto que su boca reclama la mía con deseo. Envuelvo mis brazos a su cuello, masajeando su espeso y hermoso cabello mientras él envuelve sus brazos alrededor de mi cuerpo desnudo antes de despojarse de sus ropas para darme vuelta y quedar de espaldas suyas. Sus labios besan mi espalda en un descenso que estremece mi piel a la flor de los nervios, tumbándome luego en la cama, boca abajo, quitándome la única prenda que llevaba puesta. Me acomoda antes de voltearme y quedar acostada, su abdomen divinamente esculpido roza el mío tras sentir su dureza penetrando con delicadeza mi santuario. Sus manos estrujan mis pechos antes de besar mis pezones, vulnerables y sensibles. Mi corazón late agitadamente, tanto por los nervios como por el placer que aquella lengua me embarga al lamer, besar, recorrer con sensualidad la piel de mis pechos y de mi vientre. Nos saboreamos el uno al otro antes de que su pelvis golpeara contra la mía una y otra vez, penetrando en mi interior con delicadeza, distrayendo mi mente con su lengua reclamando mi boca, y así duramos lo que parece ser una eternidad...
Estoy a punto de besarlo cuando, al mirar de reojo, retrocedo bruscamente al ver la hora en el despertador que reposa sobre la mesa. ¡Rayos! Me levanto de la cama completamente desnuda, recogiendo apresuradamente la ropa que esta tirada en el suelo para luego echarme un baño y vestirme. Salgo de la casa en silencio después de dejar una nota en la repisa de la cocina:
Buenos días mi amor...
Tuve que salir para el trabajo, no me esperes para el almuerzo, a esa hora iré a comer con la Sra. Cooper.
Te amo, besos...
No debí sacar conclusiones de la hora con el clima tal como está. ¡9:13 de la mañana! Nada más y nada menos. Cruzo los dedos antes de entrar al automóvil y conseguir que arranque con un gruñido exasperado; suspiro. A mitad del camino el teléfono suena, le echo una ojeada pero termino por ignolaro. Es de un número desconocido. La verdad que es que no contesto a esas llamadas, así que dejo que suena con insistencia, durante un buen rato que se me hace eterno. Finalmente, cesa, para dicha mía porque ya no soportaba oírlo. Y es que me quedo sorprendida cuando veo la cantidad de llamadas que no contesté: ¡12 llamadas perdidas! ¿Quién estuvo llamando tantas veces? No lo sé y tampoco me interesa. Estaciono cerca de un kiosco donde una muchacha o, lo que parece ser una muchacha, vende revistas como Vogue, Vanidad, Hola Tv, Revista Tú. Que muchas veces no pierdo ocasión de comprar.
El cielo sigue oscuro. Salgo del automóvil para dirigirme al feo edificio que se supone que es uno de los periódicos locales de Nueva York, pero es tan nuevo y reciente que todavía le faltan varios pisos por terminar. Es una de las cosas que odio al trabajar en el Report Diary New York... (Diario Reportaje de Nueva York.)
El olor a polvo, el sonido de las grúas, los sucios obreros que trabajan afanosamente por terminar la construcción del sitio. Al menos el ascensor funciona, pero mi vana alegría se desinfla al recordar los ruidos que no me ayudan concentrarme cuando trabajo. Cuando entro, me asombra ver que adentro está diez veces mejor a cómo estaba la semana pasada: Esta más modernizado y el aire acondicionado lo instalaron en la recepción, así que no vamos a morir de calor.
Bueno, lo único que me falta es empezar a escribir algún artículo que Richard querrá ponerme a trabajar. Tanto él como sus superiores detestan los artículos realistas sobre la vida misma, y eso es uno de los otros inconvenientes de trabajar allí: El trabajo no solo consiste en escribir un artículo y ya, sino que debes tener experiencia incluso en el campo policial. Te lo piden hasta en el currículo. Nadie se cree cuando uno dice que trabaja allí, nadie lo conoce y es raro ver a alguien que sí, es como si trabajáramos un lugar de fantasmas. Esa es una broma que tenemos los empleados, pero no deja de ser insólito el hecho de que las mismas noticias que publican la empresa Report Diary New York lo lean la gente, y aun así no conozcan el sitio, ni siquiera el nombre.
<<Bueno, tampoco es que sea conocido, ni siquiera han hecho terminado de construir el sitio, así que...>>
Llego a los ascensores, nerviosa de lo que me dirá el jefe; el hecho de que me asciendan de <<asistente de montaje fotográfico>> a <<encargada>> de escribir los artículos y, posiblemente, ser reportera, algo que he estado esperando, es algo novedoso. Bueno, aun no estoy segura, pero ya veré.
-Solo porque fuiste ascendida, no significa que debes llegar siempre tarde. Dice una voz a mis espaldas.
Cuando volteo, descubro a la persona de la voz.
-Alicia, no llego tarde a propósito -le dije, dándole un beso en la mejilla y ésta me la devuelve -he tenido problemas con el tránsito, nada más.
-Oh cariño... -murmura mi amiga, guiñándome un ojo -conmigo no puedes convencerme... ¿O sí?
Ambas nos reímos y entramos al ascensor después de salir un grupo de personas. Ya adentro las dos, las puertas se cierran.
-Por cierto, te estuve llamando ayer en la noche y no me contestaste. Comenta Alicia.
-Estaba ocupada.
- ¿Con que?
Me muerdo el labio. ¿Cómo se lo digo? Anoche, apenas que termináramos mi pareja y yo, he querido correr hacia el teléfono para decírselo, pero había decidido contárselo en otra ocasión...
-Lo hicimos.
- ¿Hicieron qué?
-Lo que debíamos hacer hace unos meses... ¿No te acuerdas?
Se queda perpleja.
-Eh... ¿Me lo puedes volver a recodar? Le frunzo el ceño.
- ¿En serio? Hablamos de eso el viernes, casualmente.
- ¿Así? No recuerdo que...
Me mira, adivinando la respuesta que debe tenerlo en la punta de la lengua.
-Espera. ¿Ustedes...?
-Sí. Le confirmo.
Alicia me mira un poco confundida.
-Te refieres a... ¿Eso?
Asiento.
- ¡Oh amiga! Felicidades... -exclama Alicia, abrazándome - ¡¡Ya perdiste la virginidad...!!
-Shh... -la hago callar con las mejillas encendidas - ¡No puedes bajar la voz...! <<A veces olvido que no es tan discreta como aparenta...>>
- ¿Qué? Estamos en un ascensor, nadie nos oirá... ¡Pero dime! ¿Cómo fue? ¿Fue romántico?
-Diría que sentí más nervios que excitación. Admito, aunque omitiendo otras cosas.
-Así es la primera vez -me dice, distraída con otra cosa antes de cambiar de tema -Y... ¿En qué te ascendieron? Oí que tienes un nuevo puesto.
-No estoy segura, pero sospecho que algo parecido a lo que hace Eddie Brocke, aunque parece ser que es un campo que todos estamos ejercitando. ¿No lo crees?
-Aquí sí, de todos modos si se trata de chicos malos puedes contar conmigo. Me guiña un ojo, con picardía.
-De eso no tengo la menor duda. Finalizo, ambas nos reímos como un par de colegialas. Nos despedimos después de salir del ascensor. En el pasillo, me dirijo al despacho de Richard donde reza un cartel que cuelga en su puerta como: La Oficina del Director. Antes de abrir, toco la puerta, oigo su voz amarga diciendo: "-Adelante."
-Sr. Wilson. Me presento al verlo sentado detrás del escritorio con su habitual estado de cansancio.
-Por favor, llámame Richard -me pide en tono fastidiado -No me gusta cómo suena Sr. Wilson...Siéntese.
Entré y cerré la puerta de su despacho, que no se parece en nada como me había imaginado siempre que sería el despacho de mi jefe. Todo esta tan ordenado y las cosas en su sitio que, en realidad, no tengo palabras para describir la pulcritud que transmite en un espacio tan pequeño que resulta asfixiante...
Richard me mira antes de hablar. Es un hombre de rasgos toscos, alto, anda siempre vestido con sencillez pese a que su cartera le permite darse muchos lujos.
-La razón por la cual te ascendí... -empieza el jefe después de sentarme -fue para llenar el vacío que dejó Anna Hawkins cuando fue enviada a investigar un caso que ocurrió en Oregón y que todavía sigue sin resolver. Pero usted posee talento y sabe cómo dedicarla pese a que es joven, y es que, independientemente, hay que ser así si uno quiere llegar lejos es este sitio de mierda.
No está de buen humor, nunca lo está, pero hoy debe estar peor porque, él no usaría esa palabrota estando el trabajo, todo el mundo lo sabe. Pero hay algo en sus palabras que me hizo tejer dudas y no pude evitarlo, aunque sabía que sería jugar con fuego.
- ¿Sabe dónde está ahora? -Pregunto, interrumpiendo una frase que no oí -No sé nada de ella desde que se fue.
- ¿Cómo que donde está? -Inquirió él de mal humor, como siempre -Anna falleció hace unos días.
Eso me toma por sorpresa... ¿Qué?
- ¿No te enteraste? Anunciaron por CNN que encontraron su cadáver a unas horas de la madrugada, parece ser que sufrió un accidente mientras conducía a...
Se calla al verme al borde las lágrimas.
- ¿Usted la conocía? -asiento, él no conocía el parentesco que llevamos Anna y yo, y sabe que estaba entrando en un terreno muy frágil, y que fue brusco al decirme la noticia -Oh, no...No lo sabía...Lo siento.
Después cae en la cuenta.
- ¿Es su hermana?
-Ella es mi tía, hermana menor de mi madre... -respondo, viendo aun la confusión en su rostro -ella nació 2 años antes que yo naciera.
-Ah, eso explica porque son tan idénticas -murmura -ella me había hablado de una sobrina, pero intuí que era una niña, pues se refería a usted de una manera tan maternal...
-Porque crecimos juntas, ella era como mi hermana mayor.
Y la madre que no pude tener: Mamá murió al cumplir los 7 años de edad y nunca conocí a mi padre, la única persona que me quedaba era ella, quien había perdido a los abuelos con quien ella vivía. No teníamos a más nadie.
-Oh, pero...
-No se preocupe... -respondo, recuperando la postura - ¿Qué caso estaba investigando?
-De un asesinato que ocurrió en Oregón, no sabemos con exactitud quien es el responsable, ni siquiera la policía, por falta de pruebas sólidas no llegaron a ningún lado; pero se presentó otro caso: Tiene toda la pinta de tratarse de un asesino en serie. Quiero que vayas allá y me consigas una historia, y rápido.
<<Así que ese era el asunto...>>
Richard cree que si damos con la noticia adecuada, nos convertiremos de la noche a la mañana en el periódico de referencia de Nueva York y ganaremos credibilidad a nivel nacional.
-No sé si podré, ya tenemos muchas historias feas aquí mismo.
-Sí, y varios periódicos competidores. ¡Tienes que hacerlo! Eres la mejor empleada que he contratado. Es nuestra oportunidad de encontrar algo realmente gordo, una bomba. Es la historia...que Anna estaba investigando, el caso que debes terminar, Victoria, ahora es tu responsabilidad...
Suspiro, odio admitir que tiene un poco de razón, pero tampoco le voy a dar esperanzas.
-...Ya veré. -Murmuro, levantándome para irme pero me detengo en la puerta - ¿Qué fue lo que le pasó? No pareció incomodo por la pregunta.
-Un accidente automovilístico... -responde -cuando la policía y la ambulancia llegaron no pudieron hacer nada; ya ella estaba muerta... ¿Estás bien?
<<Sí. >> Es lo que contesto con un gesto con la cabeza. Mi desenfrenada imaginación no cesa en reproducir las escenas como una película en blanco y negro: El automóvil estrellándose contra algo. O sencillamente las ruedas patinaron sobre la húmeda y mojada carretera, no es la primera vez y mucho menos en Oregón. >> Muere en el impacto. Desangrada...
-Bueno, como decía no hay nada concreto... -la voz de Richard interrumpe mis pensamientos -pero escuché por una fuente que lograron sacar su cuerpo antes de que fuera incinerada; pues...no pudieron apagar las llamas.
- ¿Qué?
-El coche estaba incendiado. Al llegar la policía, quienes sacaron a Anna del coche creyeron que todavía seguía con vida pero...No pudieron hacer nada. Así que...
Suspira y sé que da por finalizada la respuesta. No hay más nada que decir. Le doy las gracias y salgo de allí.
No necesito saber dónde va a ser mi nuevo sitio de trabajo, ya él me lo dijo por teléfono el día anterior, de todos modos no es muy grande el espacio. La gente pasa a mi lado y evita mirarme, no me había fijado en eso. ¿Desde cuándo lo sabían? ¿Y cómo no pude darme cuenta de ello? Un huracán de emociones me invade al recorrer el pasillo. Cada sentimiento me araña el pecho, tengo que esforzarme por no perder el control. Al llegar, abro la puerta sin poder evitar odiar todo lo que veo.
Como una niña, cierro la puerta y lloro desconsoladamente en un rincón, sin abrir si quiera las ventanas. Sin poder sentirme orgullosa de mi ascenso, de las cosas elegantes que me rodean, su pulcritud. Todo empieza a importarme un bledo, y me desahogo, sin más, en las sombras...
***
-Victoria... ¿Estas bien? Me preguntó en tono preocupante la Sra. Cooper, quien me pidiò ayer que la acompañara a almorzar en un Restaurante que estaba ubicado en la Avenida Principal.
-Estoy bien... -me esforzaba por contener las lágrimas -solo tengo alergia.
-Oh, pues sentémonos.
La Sra. Cooper es una mujer de 44 años que llevaba puesto un traje negro de seda, de su cuello colgaba un collar de perlas, llevaba las manos enguantadas; sus cabellos, blancos como la nieve recogidos en una elegante cola de caballo. A pesar de la edad, se ve joven, fresca y en buenas condiciones físicas, su cuerpo delata que lleva por completico la figura de una atleta que disimula su bella anatomía con prendas ligeramente anchas.
- ¿A qué se debe tal visita? Le Pregunto después de sentarme. Es raro que la Ejecutiva más rica de la ciudad me pidiera una visita cuando no tenemos nada de qué hablar, por supuesto, conozco un poco de su persona gracias a que era una vieja amiga de mi difunta tía... Pero aun así, me parecía desconcertante aquello...
-Para empezar...expresar mis más profundas condolencias -dice con expresión atribulada, y sé porque -supe lo de Anna y, lamento que estés pasando por eso. Debe ser muy difícil afrontarlo, para mí era como una hermana, pero nuestras carreras nos separaban y no podíamos pasar mucho tiempo juntas.
-Lo sé, ella me lo contó. Le comento, recordando un poco sobre lo que mi tía Anna me había dicho sobre aquella mujer.
-Oh. Bueno, lo que quería hablarle en realidad es sobre... -hace una pausa, aturdida -No sé por qué pero, es algo dirigido a usted, pero enviado a mi emails.
- ¿A qué se refiere?
-No sabría explicarlo, pero saqué unas copias. Dice, sacando de su bolso una carpeta con papeles.
- ¿Quién crees que pudo haber sido?
-No lo sé, pero sea quien sea, me envió también unas fotos bastantes desconcertante.
- ¿Qué fotos?
-Están allí, en la carpeta, sáquelas para que veas. Dijo mientras señalaba la carpeta.
Cuando le hice caso...Me quedé helada: Lo primero que vi fue la foto de un niño, en blanco y negro, sus ojos parecían cuencos vacíos. Su piel, pálida como el papel, daba un fuerte contraste con el oscuro color de su cabello y la mirada inexpresiva que transmitía a través de aquellos ojos, que era como mirar en ellos el hades, causaban cierto estupor. No tenía iris, nada blanco. Era como un vacío. Sin alma...
Había más fotos, de niño y jóvenes de diferentes sexos. No solo eso: Datos personales e información de casos de <<desaparecidos>> aunque no especifica donde. Nombres y apellidos. Vuelvo a ver la primera foto que vi y leo unas palabras escritas a máquina debajo de la primera fotografía.
Nombre: Daniel Efesios Collins Culle: Edad: 8 años.
Fecha de nacimiento: 12 -1-1987...
-No entiendo... ¿Qué esto? -Pregunté, perpleja - ¿Qué tiene que ver eso conmigo?
-No lo sé... -respondió, tan desconcertada como yo - ¿De verdad no tienes idea de quien pudo haberte enviado eso?
Niego con la cabeza.
- ¿Qué sabe sobre su muerte? Le pregunto al cabo de unos minutos cuando, la pregunta cruza en mi cabeza.
-... ¿Qué?
-Anna. ¿Qué sabe sobre su muerte?
No dice nada, solo baja la mirada y se queda pesando un rato, pero al levantar el rostro, puedo ver en su expresión cierta vacilación.
-Umm... ¿Cómo explicártelo? Sufrió un accidente hace unos días, cuando llegó la ambulancia y los policías no pudieron hacer gran cosa. El automóvil se había incendiado y el fuego no dejó nada, sé que no murió durante el incendio porque...
-...La habían sacado antes de que el fuego consumiera el automóvil, pero la encontraron muerta en el momento que la sacaron... -le interrumpo - ¿Es verdad que apareció por televisión?
-Sí, pero no dieron ningún detalle porque no parecía tener importancia la noticia; según lo que dijo el reportero: "...Hallaron el coche incendiado. -empieza a imitar la voz del periodista -No conocen siquiera el nombre de la víctima hasta que realizaron la autopsia, y, descubrieron que la mujer era la misma persona que se hallaba desaparecida desde el día que se reportó su disipación..." y resulta ser ella.
Me quedo mirándola.
-No entiendo. ¿Qué quieres decir...?
-Que Anna estaba desaparecida antes de ser hallada en el lugar del accidente, al principio no estaban seguros hasta que hicieron la autopsia.
- ¿Qué? -Exclamo, sin poder créemelo - ¿Y cómo supieron que era ella y no otra?
<<Porque no me sorprendería que la confundieran con otra pelirroja -pienso -no es la primera vez...>>
-Porque antes del accidente, ella había desaparecido y realizaron una búsqueda por el bosque, que fue la última vez que la vieron... -ella también esta confundida -Lo único que pudieron recoger de prueba fueron mechones de su cabello que hallaron en el mismo sitio que fue vista por última vez, con eso hicieron un análisis al ADN en el cadáver y vieron que daba positivo.
- ¿Pero cómo es posible que ella...?
-No lo sabría decir... -responde, negando con la cabeza -También me pareció extraño porque, si no mal recuerdo, ella me llamó para preguntarme por ti un día a antes del accidente.
- ¿Y cuándo fue el accidente?
-El 18 de abril del día sábado, en ese entonces llevaba 3 días desaparecida; y ella me llamó el día anterior preguntándome si tú habías salido de Nueva York... -frunce el ceño -Me pidió que no vayas a Oregón.
- ¿Y porque te pidió eso?
-Esperaba que tú me lo dijeras.
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