15. Ezra
«Jenna exige cosas que no está dispuesta a dar a cambio, y con eso me refiero a que llega entrometiéndose en mi vida buscando que "cambie" mi actitud cuando ella anda por ahí con secretos. »
Pienso mientras cumplo mi castigo de mala gana.
Usualmente me vale pepino lo que mis padres, y sobre todo Mike, digan u opinen sobre mí, pero debo admitir que mi última salida con Damián terminó en un desastre total. Sin embargo, eso no quita que por primera vez en mucho tiempo, me sentí mal por lo que hice. Me sentí mal por absolutamente todo lo que hice esa noche, pero más allá de los lamentos y mis burlas cínicas en la estación de policia, me preocupa lo que esa loca de la llamada me dijo sobre los medicamente que Jenna "robó" y aunque traté de persuadirla para que confesara la verdad, lo negó una y otra vez diciendo que se había confundido de persona.
Claro, sobre todo porque dijo "Esa chica Doherty ladrona" ¿Pues cuántas malditas Doherty existen en éste mundo?
Puede que sean ideas mías y esté exagerando, así como puede ser que no, y algo realmente extraño esté ocurriendo.
Continúo lavando el auto del señor Monroe, bajo el pleno sol del medio día sintiendo gotas de sudor en la frente, sobre el labio superior, el cuello y otras partes del cuerpo que no sabía que sudaban. Así es, mis padres ganan dinero a costa mía. Yo lavo los autos del vecindario como castigo y ellos solo pasan a cobrar. Huelo los billetes, pero nunca los toco.
A excepción de la casa de Jenna, todos los vecinos accedieron, además de que saben que mi comportamiento se ha vuelto una vergüenza para mis padres ya no les agrado tanto, así que todo esto me parece un complot para disfrutar de mi sufrimiento. Espero que mi piel pálida de vampiro no se convierta en un pan tostado al final de la semana.
Yo sé que lamentablemente nuestras familias se distaciaron, una por la muerte de Nolan y dos porque el padre de Jenna es tremendo come mierda que me odia por "mi forma de ser" que se vaya al carajo, nadie es perfecto.
Mierda estoy divagando y cubrí las ventanas con cera.
Hago lo que puedo por removerla antes de que el vidrio se empañe por completo, ya que eso sería irremediable y se tendría que cambiar a uno nuevo, cuando en mi desesperado intento, mi celular vibra bajo el bolsillo de mi pantalón.
Me paso un trapo por las manos y con rapidez retiro lo que puedo de mis dedos para atender la llamada hasta que me percato de que es un número desconodido.
«Qué mierda, no atenderé sino lo conozco » lo meto de mala gana en la bolsa y continúo limpiando cuando a los segundos vuelve a entrar la llamada.
¿Otra vez?
La rechazo nuevamente y arrojo el celular sobre el cofre del auto.
Trato de ignorarlo, pero se mantiene firme, quien quiera que sea realmente está insistiendo y molestándome.
Carajo, cojo el celular y atiendo de mala gana.
—Hola. —digo en tono seco y golpeado.
—Ezra...¿Ezra eres tú? —la voz femenina al otro lado me resulta familiar, pero no la conozco.
—¿Quién habla? —pregunto confundido, esperando atentamente una respuesta.
—Soy yo. Lorraine.
¿Lorraine? Cómo consiguió mi número. Es entonces cuando aparto el celular de mi oreja y confirmo que el prefijo del número es de Cincinnati.
—¿Cómo conseguiste mi número? —Pregunto confundido mientras me paso el trapo sobre el hombro y apoyo una mano sobre el cofre del auto.
—Tonto, tú me lo diste —chilla con una notable risa burlona— Cuando llamé al mecánico para revisar tu auto, intercambiamos nuestro teléfonos para asegurarme de que llegaron a salvo a Indianápolis, ¡y nunca me llamaste! —se queja en voz alta lo que me obliga a apartar el teléfono de mi oreja por dos segundos— Te llamaba y la llamada no entraba, y cuando finalmente lo hizo un oficial de policia me atendió, pero no me dió muchas explicaciones, ¡qué demonios con ustedes!
—Oh... —Digo en tono grave alargado la vocal en señal de pena. Si supieras.
—"Oh", claro —repite. Y sé que seguramente está negando con la cabeza mientras ríe y se pasa la mano por sus rizos definidos.
—Estamos bien —respondo.
—Sí bueno, hoy no llamo por eso —responde y noto cierto aire de intriga en sus palabras— necesito que vengas.
—¿A Cincinnati? —Pregunto alarmado. Para qué.
—No tonto —me detiene antes de que diga algo más—Estoy en Indianápolis pero no me atrevo a entrar.
Un minuto, ¿qué? ¿Aquí, en Indianápolis? Por qué. Y entrar a dónde, qué mierda pasa.
—Entrar a dónde —arqueo una ceja mientras me aseguro de que nadie me vea hablando por teléfono, ya que parte de mi castigo es que sólo puedo responder las llamadas de mis padres. Y de Mike.
Es entonces que sus palabras me sacuden de forma abrupta, y reconozco que apenas lo dijo no pensé dos veces en dejar todo por ir a encontrarme con ella a pesar de las posibles consecuencia, pero no me importa, ya estoy acostumbrado a los problemas.
—Quiero ver a Nolan.
◇◇◇
Estamos postrados frente a la lápida de Nolan observando con atención el aspecto tan frío y silencioso que produce como todas las lápidas en este lugar. No se siente cálido, es una persona que ya no está en este mundo, cuyo cuerpo está sepultado tres metros bajo tierra.
Ninguno de los dos dice nada, pero aún así, no puedo evitar notar los rizos definidos que abarcan las espalda de Lorraine que la cubren del escote que tiene su blusa por detrás. Lleva un top rojo bastante ajustado y unos jeans de marmol en varias tonalidades azules. Su maquillaje es bastante natural y cuando sus chispeantes ojos se cruzan con los míos me obligo a apartar la mirada, claramente, sin disimulo.
—Así que, ¿la policía? —arquea una ceja y veo una sonrisa juguetona robar la comisura de sus labios.
—Basta —Me cubro la cara con las palmas de las manos para evitar que vea la vergüenza color rojiza en mis mejillas— Soy un tonto e hice cosas que no debí porque vi al inútil de mi hermano Mike aquí.
—Y qué hay sobre Jenna —pregunta.
—Ella está bien —confieso— no tuvo nada que ver con las cosas que hice aquel día. Incluso estoy castigado ahora.
—¿Te meteré en problemas? —pregunta.
—Probablemente —confieso.
—No me importa —se ríe con maldad a lo que achico los ojos mientras la observo y disimulo que quiero reír junto a ella.
—No puedo creer que no sabía nada. Y era mi hermano— Habla con seriedad mientras observa la lápida.
—¿Qué hay sobre tu padre? —Le pregunto.
—Quisiera poder hablar con él, pero no tengo el valor suficiente —confiesa negando con la cabeza— le comenté a mamá porque imaginé que ella no tenía idea, y expresó compasión ante la situación.
—Eso es bueno. —Le sonrío.
—Asi es— Sonríe. —Dijo que le hubiera gustado conocerlo.
—A mí también —Confieso teniendo en mente que Nolan nunca confesó el abuso por parte de su padre. O el monstruo con el que vivía. Quien fingió dolor y pena por la muerte de su hijo. Bastardo asqueroso.
—En realidad...
Lorraine roba mi atención.
—¿Qué pasa?
—Apenas hace unos días, mientras recordaba los momentos que pasé al lado de Nolan, lloraba y veía fotografías, recordé que él me había hablado de un torneo de baloncesto donde fue campeón.
—Oh sí, eso fue en Michigan. Nolan siempré amó el baloncesto. Era su deporte favorito.
—Lo sé, en el campamento en Columbus, siempre se destacó en ello —añade ella.
—Pero, ¿recuerdas que dije que Nolan no me habló de tí ni de Jenna nunca? —comienza a decir a lo que me limito a asentir con la cabeza— Recordé que sí me habló de un chico llamado...
Desvía la mirada a todos lados como si tratara de recordar al coincidir con algún punto clave.
—Trent. —Dice al chasquear los dedos— Trent Boyett.
—Y ese quién es.
—Alguien que conoció en el torneo. Sé que fueron cercanos porque me mencionó cosas extrañas, al parecer le tenía mucha confianza. Sé que seguramente Trent sabe algo sobre Nolan. Pero la verdad es que no tengo ni la menor idea de quién es o cómo es. Sólo sé que su nombre. Y que él sí vivía en ese lugar.
¿Trent Boyett? Qué tenía de especial ese chico para saber aspectos de la vida de Nolan que nunca le contó a sus amigos cercanos. Ósea nosotros. Demonios, me pica la intriga.
Quién eres Trent Boyett.
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