5| La sonrisa que no te pudo reparar
No sé ustedes, pero yo sí tuve una mejor amiga.
Daisy y yo éramos inseparables. Hacíamos todo juntas, nos contábanos secretos, jugábamos, hablábamos de chicos y hacíamos pijamadas. Todo lo que las mejores amigas hacen.
No sé si lo notaron, pero hablo en pasado. Si fuera por mi esa amistad seguiría hasta ahora, pero su caso fue algo que mis sonrisas no pudieron reparar.
Yo quería ser una heroína. A cada persona triste le regalaba una de mis sonrisas e intentaba alegrarles el día. Sentía que ese era mi deber mi responsabilidad.
Pensaba que podía hacerlo hasta que tuve que regalarle una sonrisa a Daisy.
Pasábamos momentos felices. Siempre sonreíamos, incluso yo usaba mi sonrisa real. Pero...
Siempre hay un pero. ¿Porque los peros arruinan el momento?
Pero una nube se puso frente al sol.
Daisy, no sé donde estás y dudo que algún día leas esto pero sabes muy bien cual fue ese «pero». Espero que no lo leas ni te acuerdes de eso.
Pero por una extraña razón dejaste de ser esa chica extrovertida y simpática para ser callada y más reservada.
Pasábamos menos tiempo juntas después de la escuela, y te veía menos. Hasta que el único tiempo que compartíamos era en clases y almuerzo.
Un día me dí cuenta de lo que comías. Ese día tomaste una manzana y una cajita de jugo. Solo te ví darle dos mordidas a esa manzana.
Saliste temprano diciendo que debías hablar con alguien. Te creí.
Al día siguiente usaste la excusa de que ibas a sacar algo de tu casillero. También te creí.
El tercer día usaste la excusa de que debías entregarle unos papeles a la maestra. Dudé.
Tres días que solo te comes dos mordidas de una manzana y sales temprano a hacer algo.
Te seguí sin que lo notaras. Entraste al baño. Yo tambien entré y miré a través del espejo tus zapatos bajo la puerta de los cubículos.
Escuché como tu almuerzo se devolvía.
No quería sonreírte cuando saliste y me viste. Pero cometí un grave error.
Nunca de los nunca debí darte esa sonrisa, pero ahí estaba. Intentando hacerte sentir bien. No sabes de lo que me arrepiento.
Los días pasaron y algo en mí me dijo que mi sonrisa no te podía reparar. Intenté ayudarte de otra forma. Te negaste, me gritaste y dijiste que era la peor amiga del mundo y sí, lo era al sonreirte pero ya no.
Esa misma tarde le dije a tu madre por lo que estabas pasando. No volviste a clases desde el día siguiente. Te mudaste y cambiaste de teléfono.
Los rumores decían que te habían internado en un psiquiátrico. Espero que estés bien.
Pero si pudiera volver en el tiempo, nunca te diera esa sonrisa.
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