En mi primera mirada, mi primer suspiro...Aquel primer movimiento lo presenciaste..

El día que por primera vez me vio mi familia tú sonreiste. Y a un ángel que entonces no conocía, le encomendaste la tarea de nombrarme. Isabel, mi hermana querida.

Después de todo...¿Qué mejor que una mente tan inocente y pura para pensar en mi nombre? Esa criaturita a quien solo quiere amar.

Llevaba la huella de tu amor incluso desde antes. Luchamos juntos para que me quedara en este mundo.

Y desde siempre te guardé en mi corazón. Aunque no nos veíamos muy seguido ya te amaba.

Noches enteras me la pasaba preguntando porqué me pusiste un camino tan dificil de recorrer. Llegué a cuestionarte tantas veces y aún así no perdía mi fe en ti.

No entendía porqué te miraban con tanto temor si eras tan bueno. Mi guardián, mi mejor amigo. Cada cosa que te pedía me la dabas. Y siempre velaste porque alguien cuidara de mí.

Entonces llegó el día, ese día en que me encaminaste todavía más. Y no me importó ser incapaz de seguir al resto. Entendí que todo lo que me pasaba tenía un motivo; Descubrir el don que me diste.

Todo empezó una mañana, gracias a cierto bebé hermoso de ojos claros y muy sonriente. Sentí tanto amor que quise expresárselo aunque no lo entendiera.

Pasaron los días, meses, años. Mi virtud solo crecía porque era tu voluntad. Hasta el día de hoy sigo guiándome por tus señales y no se cuán grande sea el destino que tienes para mi.

Te doy las gracias por nunca abandonarme. Gracias por la vida que me has dado y no alejar a los seres que amo. Tienes tantos nombres....Pero te llamaré por el que siempre he conocido.

Porque sin tu amor no soy nada, gracias, Dios mío.