Primera vida
—¿Practicando, Park? —comentó un muchacho que entró al aula a recoger la funda del instrumento que tocaba y se percató que un compañero todavía faltaba con desocupar.
El susodicho lo ignoró.
Ni siquiera se inmutó en verlo a la cara, pues continuó tocando aquel instrumento que traía entre las manos para afinar una melodía que tenía apuntada en su libreta.
El otro bufó y prefirió coger rápido aquello, por lo que vino para antes de salir, dejarle un tajante aviso: "Ni te molestes en practicar, ya se sabe a quién van a escoger", seguido de una estruendosa risa que se extendía por el pasillo que tomó. Ese incesante ruido desconcentró a Chan Yeol para dejar de tocar y resoplar con fastidio.
No se iba a dejar intimidar por las provocaciones de su ex-amigo; Choi Min Ho. Nunca lo hizo. Y no sería tampoco la primera vez. Conocía cuánto deseaba él, igualmente, ganar ese cupo para pertenecer a una prestigiosa orquesta sinfónica de la ciudad. Esto más que ser una competencia, para Chan Yeol era cumplir su más grande sueño. Justamente, por esa orquesta sinfónica, fue que nació su gran pasión por tocar el violonchelo.
Cuando supo que estaban haciendo audiciones para pertenecer a la compañía, no dudó en rellenar el formulario de inscripción y mandar su audición virtual para ser uno de los convocados en presentarse frente al jurado seleccionador en tres meses. Práctico día y noche, con una exigente rutina y rechazando diversas partituras hasta dar con la melodía precisa para su presentación. No quería tocar una pieza conocida, sino algo muy original, de su propia creación para imponer más su talento y saber que con ello estaría consiguiendo la victoria.
Sin embargo, ese ansiado día, no estaría tan de suerte. Empezando porque el chofer que suele llevarlos a él y a sus hermanos a cualquier lugar requerido, no se encontraba debido haber llevado al menor de sus hermanos a su clase de pintura y dibujo. Tuvo que solicitar un servicio de taxi para poder llegar unas horas antes a su presentación. Lo que no se imaginó es que esas horas se hicieran casi eternas cuando se vio atascado en el tráfico. Maldijo ese gran inconveniente por hacerle perder su valioso tiempo, así que le pagó al taxista y cargó con su violonchelo al hombro, al igual que con un paraguas.
Puesto que, una impredecible lluvia que no fue anunciada por el segmento del clima, estaba haciendo de las suyas. Por suerte, el taxista cargaba con un paraguas. Aunque, eso no enfriaba para nada su mal humor que lo tenía rechinando los dientes y soltando impropios por saber que sus carísimos zapatos de marca se estaban ensuciando. Que su cabello se esponja y su traje quiera o no, se empezaba a empapar. Era un desastre andante. Pero eso no le iba a impedir asistir a su audición.
—¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! —exclamó varias veces en lo que corría por las calles y era sorprendido por un rayo en el cielo, avisando la probabilidad de que fuera a presentarse una tormenta.
Sus pasos se volvían apresurados, percibía su corazón, bombear rápido y cuando creyó que nada podría empeorar más la situación, una mujer mayor, por sus sesenta, sosteniendo un coche del supermercado, más bien, un viejo coche con varios objetos desgastados, así como sus ropas, impactó contra él. Ambos cayeron al suelo. Chan Yeol se quejó y miró con disgusto a aquella señora que ni siquiera le miraba a los ojos por estar aullando de dolor. Con el tiempo en contra, además de cargar con un pésimo humor, Chan Yeol no se solidarizó con la mujer. Le siguió viendo con mala cara en lo que se ponía de pie para sacudirse las manchas de agua que ya no saldrían de su traje. Ahora sí, estaba hecho un tremendo desastre. Lo peor, es que temió por su instrumento musical, que revisó cuando pasó de largo para seguir su camino.
Estando distraído, cuando cruzó la pista más cercana, no esperó que un claxon, el grito de una mujer y una fuerte luz cegadora le causarán cerrar los ojos, consiguiendo que el día diera un completo giro.
Para cuando abrió los ojos, sintió, primeramente, un mareo que le hacía tener una mala visión. Porque percató que todo a su alrededor se veía enorme. Y él tan cerca al suelo. Encima comenzó a ver piernas pasar por sus costados que cuando alzó la mirada se topó con que eran personas más altas que él. Gigantes. Mientras más se les quedaba viendo. ¿Cómo era posible? Se cuestionaba, en un tono de asombro, susto y confusión. Hasta intentó hablar con ellos, pero todos corrían o miraban en una misma dirección. Percató que una multitud se formó en la pista sin saber a qué se debía. Por lo que, se hizo a un lado para estar en la acera y saber si podría ver algo de lo que estaban observando. Sin evitar sentirse más nervioso a medida que continuaba viéndose tan pequeño frente a varias personas.
—Hasta luego, Sr. Kim —despidió Baek Hyun su última cita programada para hoy. Ya que, uno de sus estudiantes se retiraría del curso que dictaba por problemas económicos. En situaciones como estas solía hablar con los padres para recomendarles el programa de becas y que sus estudiantes no pierdan las oportunidades que a él se le negaron.
Con un resoplo de cansancio, ordenó sus cosas dentro del bolso cruzado que se pondría al hombro para cerrar la puerta de su oficina y dirigirse hacia la entrada principal. Cruzándose en el pasillo con otro trabajador de la institución. Una sonrisa, rápidamente, se dibujó en su rostro debido a saber de quién se trataba.
—¡Hola! ¿Ya te vas, Baek? —abreviando su nombre, lo saludo.
—Hola, Ga Ram —de igual forma, le saludo—. Sí, ya terminé con la última reunión prevista para hoy. Ya puedo ir a casa a descansar.
—Entonces, ten un buen descanso —comentó, dejando evidencia de esa sonrisa reluciente que lo hacía lucir como un buen chico. Y Baek Hyun no podía resistirse a quedarle viendo—. ¡Oh! Antes que me vaya —Ga Ram extendió el paraguas que traía hacia él—. Tómalo. Creo que no has traído uno. Y está lloviendo a cántaros desde que salí por un café.
Baek Hyun no tenía idea de que hoy haría un mal clima. Por supuesto, que no trajo un paraguas. Y le vendría fabuloso tener uno ahora mismo a sabiendas de que no deseaba mojarse de camino a casa. Además, ¿cómo negar a Ga Ram con esa sonrisa de actor de algún drama en la televisión? Tomó el paraguas y le agradeció como un fan ilusionado.
—Ve con cuidado —avisó Ga Ram antes de seguir su camino.
Llevando como lo más preciado aquel paraguas, se dirigió hacia la zona de parqueo donde se podían colocar motos y bicicletas. Observó que realmente el clima no era muy favorable hoy. Ya sentía su cuerpo tiritar por tener las manos descubiertas. Se pusieron, de un momento a otro, más heladas de lo habitual. Le quito el seguro a la cadena que tenía su bicicleta para poder atar el paraguas contra el timón en una buena posición que no le estorbe al momento de pedalear. Y en cuestión de minutos, empezó alejarse de aquel edificio donde trabajaba para invadir las calles.
Cuando llegó a cierta pista, notó varios carros estacionados y supuso que habría un accidente más adelante; por lo cual, manejo por la acera, pero, bajando su velocidad, ya que empezaba a toparse con ciertas personas en su camino que murmuraban sobre lo que habría ocurrido. Según lo que escuchó, creían que el accidente fue provocado por un auto, otros señalaron que la persona sufrió alguna especie de ataque porque se desplomó y algunos responsabilizan al mal clima, pues decían que el causante fue un rayo que cayó contra el paraguas que llevaba. Pero lo que más se lamentaban era de que aquel accidente le hubiera ocurrido a un joven tan apuesto. Eso resaltan algunas jovencitas y colegialas. Que el herido luce como modelo de revistas y actor de televisión.
—Eso es lo de menos, tontas —susurró Baek Hyun, por parecerle ilógico estar fijándose en su aspecto cuando le ha ocurrido un grave accidente. Sea a quién sea, estaría lidiando con sobrevivir. Y eso era lo más importante. Que llegué a sobrevivir.
No era muy de su agrado querer ver un charco de sangre, de modo que, intentó cruzar hacia la otra acera para ahorrarse, tener una desagradable imagen mental; no obstante, en su camino, observó cierta bola de pelos cruzar sin ver a ambos lados de la pista y sabía que si ignoraba ese hecho quedaría marcado de no haber salvado la vida de un pobre gato. Así que, se apresuró en pedalear para llegar hasta el indefenso animal y tratar de captar su atención. Justo notó que un repartidor se acercaba a una velocidad que suponía el animal, no llegaría con escapar, por lo que se bajó de la bicicleta, dejándola tirada en medio de los autos para correr sin importarle empaparse a detener otro grave accidente.
—¡Espera! —gritó por llamar la atención de aquel animal que esta vez sí alcanzó a oírlo, causando que se detuviera y notará que estaría por ser impactado con una motocicleta. Aunque, el destino de Baek Hyun iba a ser casi igual, por percatarse que a él un camión de entregas estaría por embestirlo.
El gato maulló con fuerza para hacer que Baek Hyun reaccione y dejé de verlo para fijarse en lo que estaría por ocurrirle. No supo de donde saco esas ganas para correr hacia aquel tonto humano y provocar que la motocicleta se diera cuenta de su presencia, al igual que dar avisó al camión de que estaría por embestir a un imprudente peatón y de paso chocar con un repartidor. El gato saltó desesperado hacia Baek Hyun que dejó de estar de piedra en su sitio para sostenerlo a tiempo en sus brazos.
—Qué bonito gatito —anunció Baek Hyun con un tono entre aliviado, agitado y agradecido. Aunque el animal no estaba del mismo modo, pues maullaba como si le estuviera regañando por hacer tremenda tontería como salvarle la vida arriesgando la propia—. ¿Estás bien?
Chan Yeol se quedó viendo. Es que no había visto nunca a nadie que fuera tan torpe y descuidado en estos casos para preocuparse por otros en vez de él mismo.
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