
Duodécima vida
La señora Park dejó caer su carísimo móvil contra el suelo cuando recibió una noticia que la paralizó por unos instantes para estar negando a lo que escuchó y sin importar tener papeles por ver o revisar algún proyecto, salió incluso sin su lujoso sacó de aquella oficina.
Se mantuvo sentada en el sofá blanco que se encontraba dentro de la habitación donde reposaba el dormido cuerpo de su hijo mayor. Su asistente, que llegó varios minutos después, estuvo atenta de pasarle pañuelos, calmantes para los nervios y su móvil. Pero nada de eso parecía interesarle en ese momento por querer saber los resultados del doctor y esperar que Chan Yeol despierte.
Cuando el señor Park llegó primero se abrazaron, cada quién mostró su tristeza por lo sucedido, luego manifestaron la culpa por las obligaciones que les robaban tiempo de calidad con sus hijos y después empezaron las discusiones por el desinterés hacia ellos. La noticia de lo sucedido a su hijo se infiltró ante la prensa por ser abordados constantemente con los flashes y reporteros. Aunque el señor Park pidió resguardar el rostro de su hijo en aquel estado, mostrando una foto antigua que su esposa le entregó. También por respeto a sus otros hijos, que aún no sabían muy bien que le ocurrió a su hermano mayor.
No hubo día que la señora Park no recordará la primera vez que abrió los ojos siendo un bebé y cada faceta de él donde sintió que se alejaba de sus brazos. Hasta comenzó a acordarse de la última vez que lo abrazó. Y encima fue un abrazo protocolar, cuando se graduó de la escuela de música. Ni siquiera se quedó para su recital. Solo fue como un ave de paso ese día que ni siquiera su esposo asistió. Si cerraba los ojos podía escuchar su pieza favorita, siendo tocada por el violonchelo de su hijo como obsequió de cumpleaños que le hizo.
—Señora Park, siento si me entrometo, pero necesita descansar. No ha estado comiendo ni durmiendo bien. Sus demás hijos se preocuparán por usted.
La señora Park recogió el pañuelo de seda que dejó en su escritorio para limpiarse los ojos con suaves apretones.
—Le ves informar al Sr. Kim que estaré ausente por no sé cuánto tiempo. Ya veré. Que esté a cargo de los proyectos pendientes y demás recepciones. Si hay un tema que no pueda controlar, que vea comunicarse con el Sr. Choi y la Sra. Hwang. Ellos se encargan de los proyectos en el exterior. Y sí, es de suma urgencia, procura contestar, Ji Woo.
Con esas precisas indicaciones, su asistente asintió y la señora Park se levantó del asiento de cuero de su oficina para colocarse su sacó Versace y sus gafas oscuras de diseñador para que nadie en su andar viera el color rojo que adornaba su mirada.
—Está cerca a cumplirse seis meses desde que el joven Park entró en coma —con un tono pesado, una de las niñeras comentó hacia una de las asistentes de turno que acompañaba a la señora Park en sus visitas a la clínica.
—Guarda silencio. Que ni te escuchen esos buitres de los reporteros. Como sea, quieren conseguir la primicia sobre la noticia a voce-
—¿Sobre el divorcio de los señores de la casa? —completo, ganándose una dura mirada y un gesto de silencio por parte de la asistente.
—No es algo que nos incumbe. Después de todo, ya no trabajarás en la casa cuando los hijos se vayan al extranjero —informó haciendo sentir mal a la niñera por haber cuidado más tiempo del hijo menor de la familia. Y ahora ya no lo volvería a ver.
—El joven Park no hubiera querido que su familia se separe. Que sus dos hermanos que le siguen decidieron quedarse con su padre y que los otros tres se quedarán con su madre.
—El joven Park ni siquiera pasaba tiempo con sus hermanos. No seas sentimental, In Hye. Esté o no esté el joven, los señores se iban a separar de todas formas. Era cuestión de tiempo. El accidente solo alteró más las discusiones que suelen tener y hemos visto.
—Ambos solo se están echando la culpa de lo que ha sucedido. Y no saben cómo procesarlo. Cada quién tiene culpa y lo muestra a su manera. El joven Park quiere y se preocupa por sus hermanos. Incluso por sus padres. Él pasaba tiempo con el señorito Gye Jeon.
—E ignoraba a Jun Seo, que es solo mayor que Gye Jeon por tres años —señaló—. ¿Qué decir de Hee Yeon o Jie Eun? Ni hablar de Jae Su —en referencia al hermano que solo le lleva cuatro años menos a Chan Yeol—. No lo sabes porque solo has estado en la infancia de Gye Jeon.
—Tú tampoco sabes todo por qué solo has estado desde la infancia del señorito Jun Seo —contraatacó—. Y para que sepas, mi madre estuvo desde la infancia del joven Park, del joven Jae Su y de la señorita Jie Eun. Por lo que tengo más información verídica de que el joven Park no se desentendió del todo de sus hermanos.
—¡Basta! —una firme y grave voz las hizo sobresaltar para echar una mirada a la persona que se encontraba en el pasillo—. Hablando a la ligera la vida de las personas que bien pueden echarlas sin remordimiento, ¿no les da vergüenza? —miró severamente a cada una y solo la asistente resopló con fastidio.
—Si estás aquí, Choi Do Il —pronunció—. Solo puede significar una cosa.
Aquel alto joven, de cabellera oscura y corta, de hombros anchos, brazos trabajados debajo de aquella camisa negra que le cubría un sacó negro a su medida, rostro ovalado, mandíbula pronunciada y encantadores rasgos que resaltaban lo apuesto que es, no era otro que el asistente más reciente del señor Park.
—Tienen suerte que fui quién las oyó y no el señor Park —declaró—. Ahora dejen de hablar sobre ellos y dime cuántas horas más se va a quedar la señora Park.
Las palabras que le dijo Chan Yeol y el hecho que empezará a ponerse de pie le hicieron sentir mal por estar confusa de sí, lo que hizo estuvo mal. Ella simplemente quería poder ayudarlo con lo que pidió hace mucho tiempo y ahora tal vez se había equivocado. Volver al pasado ni con magia se podría hacer porque todo seguiría su curso y puede que empeore más la situación. Creyó que en el estado que se encontraba Chan Yeol la atacaría, por lo que chasqueó dos veces los dedos para volverlo un gato y después dos chasquidos más para hacerlo desaparecer.
Al abrir los ojos y observar un nuevo entorno, resopló con mucho fastidio. No dejaba de interpretar ser un juego para esa bruja. Transformando en gato y humano a su antojo. Maulló con fuerza y provocó que el perro grande y feroz que se mantenía escondido entre los arbustos de aquel parque saliera a darle encuentro para espantarlo en cuanto lo empezó a corretear. Chan Yeol tuvo que ser bien rápido en correr con su pata lastimada que no daba para seguir más y cuando pensó ser su fin al quedar atrapado entre dos tachos de basura, alguien tiró una piedra para atraer la atención del perro.
—¡Fuera! ¡Fuera! —decía una señora agitando su bolso contra el perro por espantarlo y al ver que quería ponerse bravo sacó una salchicha cruda de la bolsa de papel que también sostenía entre sus brazos—. Listo, con eso ya se largó —debido haber lanzado la salchicha en otra dirección para tenerlo alejado—. Ahora tú, amiguito. Te vienes conmigo —Chan Yeol no podía ponerse a la defensiva cuando no resistía más el dolor en su pata.
Con una venda y algunos antibióticos colocados en su pata, Chan Yeol se sintió algo mejor para movilizarse. La mujer lo había llevado a la veterinaria más cercana y ahora se lo llevaba en una caja hacia su casa o, mejor dicho, a la casa de su vecino.
Un muchacho de una altura 1.74, de piel reluciente e impecable, con cabellera color chocolate, unos ojos media luna al sonreír con esos rosados labios y de trato amable, salió a recibirla.
—¡Señora Cha! —le saludo—. ¿A qué se debe su visita? —la mujer también le saludó y fue breve con su visita al alzar la caja para que pueda revisar su interior—. ¿Qué es? A ver... —sus ojos se fueron abriendo más a medida que se sorprendía de ver un gato, pero no cualquier gato, reconocía ese gato—. ¡Dee Dee!
—Lo sabía. Era tu gato —afirmó la señora entregando la caja en las manos de Baek Hyun.
—No, no, no es mi gato —intentó corregirla—. Es de uno de mis alumnos a quién enseñó clases de pintura y dibujo —le contó.
—De todas formas, cuídalo. Se lastimó la pata siendo correteado por un perro. Ya lo llevé a la veterinaria. No puedo hacer más. Pochi y Lizzi se pondrían muy celosas —refiriendo a sus dos perros de raza Poodle—. Descansaré bien, sabiendo que lo dejé en buenas manos.
Baek Hyun aceptó quedarse con el gato y agradecer a la señora Cha por su hospitalidad hacia él para hacer ver su pata. Una vez metió al gato a la casa empezaron los problemas.
—¡¡Un gatooooooo!! —gritó un horrorizado Kyung Soo subido al sofá mientras Jong Dae estaba de espectador y Lay ponía cara triste por la historia de cómo lo encontraron.
—No te preocupes, Kyung Soo. Llamaré a mi alumno para que venga a recogerlo. De seguro, debe estar muy preocupado por él.
Chan Yeol sentía un completo Déjà vu toda esta situación. Parecía como haber vuelto al principio.
—¡¿Qué?! —la voz alarmante de Baek Hyun atrajo todas las miradas—. Voy, voy, enseguida —respondió a la otra persona a través de la llamada que realizó.
—¿Qué pasó, Baek Hyun? —preguntó Jong Dae cuando lo vio colgar la llamada y permanecer apretando el móvil con cierta tembladera.
—¿Puedes manejar esta noche?
Jong Dae manejó el auto de segunda que compró hace más de un año hacia la clínica, donde le informaron que se encontraba el hermano mayor del alumno de Baek Hyun. Era tan confuso y triste lo que sucedió tan solo horas después de haber entregado a su alumno a su hermana que no mostró señales de lo que había ocurrido. Tal vez estaba disimulando. Y no entendió por qué hasta verlo con sus propios ojos.
—¡Dee Dee! ¡Profesor Byun! —Jong Ho fue el primero en reaccionar entre todos sus hermanos para acercarse hacia Baek Hyun corriendo, pero un hombre en traje y con gafas impidió que el niño se alejará demasiado de sus hermanos.
Ante ese acto, Baek Hyun le dio la caja donde tenía al gato a Jong Dae para acercarse pronto hacia aquel hombre y mirarlo con desconfianza.
—Soy su profesor —mencionó—. ¿Quién es usted?
—Servicios Sociales —respondió con una seria voz y empujando un poco más al niño con su brazo hacia atrás—. Jo Jong Ho —el niño, bastó mirar la dura expresión debajo de esos oscuros lentes para observar cabizbajo a Baek Hyun cuando se despidió para volver con sus hermanos.
—Es mi alumno —recalcó—. Y no tiene que ser duro con él —no fue ajeno de no darse cuenta de que ese desconocido se portaba severo con un niño—. Voy a hablar con ellos y no me importa si viene la policía. Yo no le creo nada —confesó con el entrecejo fruncido y pasando de largo cualquier advertencia para caminar hacia la banca donde se encontraba Jong Ho con sus hermanos en medio del pasillo.
Ellos mostraron sorpresa mientras se veían las caras por querer responder a la misma vez la pregunta que les hizo Baek Hyun: «¿Dónde están sus padres?».
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